viernes, 8 de noviembre de 2013

Go Sox

En el sexto juego de la Serie Mundial de 2013, enfocaron un edificio de Boston cercano a Fenway Park, la emoción del estadio llegaba hasta las luces dispuestas en los niveles medios de la estructura, en luces bien atenuadas reflejaba el grito de apoyo al equipo de la ciudad. De inmediato identifiqué Prudential Center, el mismo edificio donde iba a conseguir comestibles en un supermercado de su planta baja. Una de las torres más emblemáticas de la ciudad junto a la John Hancock, regalaba espacios para soltar la vista hasta sus jardines y regresar a cumplir las normas de comportamiento, esas que tanto cuesta respetar cuando se regresa a Venezuela. Luego de las clases de inglés, el esparcimiento en el Public Garden y de intentar practicar inglés en la calle, emprendía la ruta hacia Fenway Park, a través de Boylston Street y Copley Square hasta llegar a Kenmore Square. En aquel 1983 los Medias Rojas de Boston eran un equipo de moderadas posibilidades de alcanzar el título, el manager era Ralph Houk, Antonio Armas había llegado en un cambio desde Oakland donde los Atléticos recibieron al antesalista Carney Lansford. Leer Go Sox sobre la cara de Prudential Center dirigida hacia Fenway Park, me llevó a una mañana de inicios de abril cuando recibimos el día libre en la escuela de inglés para que presenciáramos la histórica Maratón de Boston. La seguí cuando llegó al downtown, corría a través del Public Garden. Luego entré un momento en una heladería de Boylston Street, en aquellas temperaturas de alrededor de 5 ºC, compré un helado de mantecado y salí completamente adaptado al frío de la calle. Llegar a las inmediaciones de Prudential Center resultó apretado y emotivo. Todos querían un lugar privilegiado para admirar la llegada de la maratón. Estiraba el cuello entre la muchedumbre, pedía permiso. Sólo conseguí algo de espacio unos cinco metros detrás de la plataforma de llegada. Se sentían los latidos cardíacos de las personas y las respiraciones entrecortadas de los corredores a la distancia. Quería saltar a la calle y correr aunque fuese los últimos treinta metros, hubiese sido una gran carrera para mí. De allí seguí hacia Kenmore Square. Los Medias Rojas siempre han jugado temprano el día de la maratón. A unas tres cuadras de Fenway Park entré a un local de venta de barajitas de béisbol. Impresionante la oferta de memorabilia de distintas épocas y apasionantes discusiones de béisbol, casi todas relacionadas a los Medias Rojas. Una de ellas estuvo a punto de retrasar mi llegada al estadio. Discutían cual outfield era mejor entre Jim Rice, Fred Lynn y Dwight Evans versus Rice, Antonio Armas y Evans. Un tipo de sudadera de tres cuartos de manga se las remangó casi hasta los hombros cuando decía que Lynn era más completo que al campo no era segundo de nadie y con el madero bateaba para promedio y tenía poder. Un señor de chaqueta anaranjada y orejeras azules, se ajustó los anteojos y tosió. Si, pero Tony Armas también es muy bueno con el guante y tiene un brazo poderoso. A la ofensiva tiene mas poder que Lynn y es oportuno. Salí a regañadientes del local, la discusión subía en intensidad y argumentos, pero también quería ver el juego y ya eran casi las once de la mañana. Apreté el pasó y traspasé los torniquetes justo cuando anunciaban al primer bateador del juego. En 1983 ganaron Greg Meyer (2:09:00) y Joan Benoit (2:22:42). Si salí de Prudential Center muy alegre hacia Fenway Park, cuando cerró el noveno inning todo rastro de alegría había emigrado de mi rostro, los Cerveceros de Milwaukee habían zarandeado 14-0 a los Medias Rojas. Ni siquiera el crudo frío que soplaba en la Commonwealth Avenue me hizo olvidar la paliza. Treinta años más tarde, cuando se recordaba a Meyer como el último estadounidense en ganar la maratón de Boston, una tristeza mil veces mayor a la de 1983 invadió mis sentidos. La violencia oscureció el mediodía mediante dos bombas que se llevaron 3 vidas (dos de ellas de niños de 8 y 3 años) y dejó heridas 264 personas en el area de llegada de la maraton, esta vez ubicada frente a la Biblioteca Pública de Boston. En Fenway Park los Medias Rojas derrotaban 3-2 a los Rayos de Tampa Bay una hora antes de las explosiones. Con gusto hubiera cambiado la tristeza de la paliza 14-0 ante Milwaukee por el horror que dejó la violencia de dos bombas. Desisa Lelisa (2:10:22) de Etiopía y Rita Jeptoo (2:26:25) de Kenia vencieron en la maratón, pero la violencia arrebató sus triunfos con un reguero de sangre que inundó Boylston Street. Esas letras incrustadas en Prudential Center además de Go Sox, también querían rendir un homenaje eterno a todas las victimas de la maratón de 2013. Cuando los Medias Rojas desfilaron por la ciudad con el título de la Serie Mundial, se detuvieron un buen rato en la línea de llegada de la maratón. Alfonso L. Tusa C.