viernes, 20 de mayo de 2016
Dick McAuliffe, factor importante de los Tigres de 1968, fallece a los 76 años.
Richard Goldstein. The New York Times. 17-05-2016.
Dick McAuliffe, el infielder fajador del Juego de Estrellas quien jugara 14 temporadas con los Tigres de Detroit y los ayudara a ganar la Serie Mundial de 1968, falleció este viernes 13 de mayo en Connecticut.
Su deceso fue anunciado por los Tigres, quienes dijeron que él tenía el mal de Alzheimer. Vivía en Farmington, Conn.
Un pelotero endurecido por las batallas, era conocido por sus compañeros de equipo como Mad Dog (Perro Loco), McAuliffe tenía un bate explosivo, bateaba a la zuda con un estilo de bateo poco ortodoxo “abierto” con el bate bien arriba y las caderas dirigidas hacia el pitcher. En 1968, lideró la Liga Americana en carreras anotadas con 95, tuvo 50 extrabases y nunca bateó para dobleplay.
Terminó séptimo en la votación por el jugador más valioso de 1968. Su compañero de equipo Denny McLain, quien ganó 31 juegos a la cabeza de un formidable cuerpo de lanzadores que también incluía a Mickey Lolich, fue nombrado MVP:
McAuliffe, quién fue el segunda base de los Tigres en 1968 pero quien también jugó en el campocorto y a veces en tercera base durante su carrera, estuvo en el Juegos de Estrellas cada año desde 1965 hasta 1967.
En 1968, “él era el tipo que nos hacía funcionar”, dijo Gates Brown, un jardinero y bateador emergente extraordinario de aquellos Tigres, como fue citado por Tim Wendel en su libro “Summer of ‘68” (2012). (Brown falleció en 2013).
“Dick McAuliffe era el tipo de jugador con el que siempre se podía contar, y se sabe que él siempre lo entregaría todo por su equipo”, añadió él. “Es difícil hablar de ese equipo del ’68 sin él”.
Los Tigres vencieron a los Cardenales de San Luis en una Serie Mundial de siete juegos, enfrentando a un equipo plagado de estrellas que incluía al pitcher Bob Gibson, el primera base Orlando Cepeda y el jardinero Lou Brock.
Jim Price, un cátcher de reserva detrás de Bill Freehan, para los Tigres de 1968 y ahora comentarista radial del equipo, habló con The Detroit Free Press acerca de la muerte de McAuliffe: “Tuvimos muchas peleas en aquellos días y Mad Dog siempre estaba ahí. No era cruel para nada. Pero si le hacían algo equivocado desde el otro equipo, ellos tenían que pagar el precio”.
McAuliffe era recordado especialmente por un juego de finales de agosto de 1968 cuando el lanzador zurdo de los Medias Blancas Tommy John hizo varios envíos cercanos a él antes de concederle la base por bolas con envío sobre su cabeza. Mientras McAuliffe se dirigía a primera base, tuvo unas palabras con John y entonces se le encimó. John salió con los ligamentos del hombro de lanzar lastimados de la pelea y no jugó más en esa temporada.
Richard John McAuliffe nació el 29 de noviembre de 1939, en Hartford y creció en el cercano Farmington, Conn., ahí jugó beisbol de escuela secundaria. Fue firmado por los Tigres en 1957.
McAuliffe jugó con los Tigres desde 1960 hasta 1973, entonces pasó dos temporadas con los Medias Rojas de Boston.
Adoptó su estilo de bateo poco ortodoxo mientras jugaba en las categorías bajas de las ligas menores.
“Yo tenía un estilo cerrado”, le dijo a The Hartford Courant en 2010. “El manager me preguntó como había bateado la temporada anterior. Dije, ‘No muy bien’. Estaba bateando todo hacia el jardín izquierdo. Él dijo ‘Abre tus caderas y serás capaz de batear hacia cualquier parte que quieras’”.
El promedio de bateo vitalicio de McAuliffe fue solo .247, pero tuvo 1530 imparables y 197 jonrones.
Luego de retirarse del beisbol, él tuvo una compañía de repuestos para lavadoras y secadoras operadas con monedas .
Los sobrevivientes incluyen a su esposa, Joanne; un hijo, Michael; y una hija, Mary.
“Siempre jugué duro y fui muy determinado, algo que aprendí de mi entrenador de la escuela secundaria”, dijo McAuliffe a la página web detroitathletic.com en 2009”,
“De niño fui fanático de los Yanquis por mi padre y Phil Rizzuto era mi ídolo, un jugador pequeño y muy bueno. Lo que me mantuvo a lo largo de mi carrera fue ter determinación y deseo”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Sammy Ellis, abridor del Juego de Estrellas quien luego convirtiera a Dave Righetti en relevista, fallece a los 75 años.
Richard Goldstein. The New York Times. 16-05-2016.
Sammy Ellis, un pitcher de Juego de Estrellas con los Rojos de Cincinnati quien hiciera una segunda carrera como coach de pitcheo y fuese determinante en convertir al joven pitcher abridor zurdo Dave Righetti en relevista, un papel que cumplió con brillantez, falleció este viernes 13 de mayo en Temple Terrace, Fla.
La esposa de Ellis, Lynn, dijo que la causa fue el cáncer.
En 1965, su tercera temporada de Grandes Ligas, Ellis tuvo marca de 22-10 con 15 juegos completos para los Rojos, quienes ocuparon el cuarto lugar y fue nombrado para el equipo de la Liga Nacional en el Juego de Estrellas. Él se unió a Jim Maloney, quien dejó marca de 20-9 esa temporada, como los últimos lanzadores derechos de los Rojos en ganar al menos juegos en una temporada hasta que Johnny Cueto tuvo marca de 20-9 en 2014.
Ellis desarrolló dolores en el brazo en 1966 y nunca tuvo otra temporada ganadora.
Décadas después, se convirtió en coach de pitcheo de cinco equipos de Grandes Ligas, comenzando con varias estadías en los Yanquis entre 1982 y 1986, cuando managers y coaches entraban y salían de la puerta giratoria de dueño principal George Steinbrenner.
Righetti había lanzado un juego sin hits ni carreras el 4 de julio de 1983, y era una gran promesa como abridor. Pero en el entrenamiento primaveral de 1984, al ver un futuro brillante para él como relevista, y al faltar un as de relevo con la partida de Goose Gossage como agente libre hacia los Padres de San Diego, Ellis, el coach Jeff Torborg y el manager de los Yanquis Yogi Berra le pidieron a Righetti que se mudara al bullpen.
“El fue mi primera opción desde el primer día”, dijo Ellis en ese momento. “Estoy preocupado por su longevidad como abridor debido al problema que ha tenido en su hombro. Relevar es más fácil para el hombro que abrir si no se abusa, y Yogi no abusará de él”.
Pero con los Tanquis teniendo dificultades en junio de 1984, Righetti fue privado de la guía de Ellis, al menos por un tiempo, cuando Ellis fue reemplazado por Mark Connor, entonces un coach de pitcheo en el sistema de ligas menores de los Yanquis.
“Espero que ellos no piensen que es su falta”, dijo Ellis de su cuerpo de lanzadores. “Ellos no son la razón principal de que estemos a 19 juegos del primer lugar”.
Como era costumbre de los Yanquis de Steinbrenner en esa época, Ellis regresó después, fue depuesto de nuevo, entonces reapareció con el uniforme a rayas. Despues de sus años con los Yanquis, fue coach de pitcheo de los Medias Blancas de Chicago, Marineros de Seattle, Medias Rojas de Boston y Orioles de Baltimore, así como instructor itinerante de pitcheo con los Rojos.
Samuel Joseph Ellis nació el 11 de febrero de 1941, en Youngstown, Ohio. Luego de lanzar para Mississippi State University, hizo su debut en Grandes Ligas con Cincinnati en 1962. Lanzó cinco temporadas con los Rojos, entonces concluyó su carrera con los Angelinos de California y los Medias Blancas, dejó marca de 63-58 en siete temporadas.
Además de su esposa, Ellis, quien vivía en Dade City, Fla., y falleció en un hospicio, es sobrevivido por una hija, Tammy Parker, un hijo Boe; sus hermanas, Joyce Williams y Genevieve Harris; diez nietos; y un bisnieto.
Lols Yanquis no olvidaron a Ellis. Antes de su juego con los Medias Blancas el domingo en Yankee Stadium, mostraron su imagen en la pantalla de video y le pidieron a los aficionados u minuto de silencio.
Righetti, quien salvó 252 juegos, la mayoría de ellos como Yanqui, está ahora en su décimo séptima temporada como coach de pitcheo de los Gigantes de San Francisco, siguiendo el camino de la segunda carrera de su mentor.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
lunes, 16 de mayo de 2016
Esquina de la barajitas: El Chocador Original
Bruce Markusen
Los integrantes del equipo e trabajo del Salón de la Fama también son fanáticos del beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un fanático desde Cooperstown.
Como alguien quien creció en los años ’70, siempre me han gustado las casas que incluyen partes de madera en su construcción. Aprecio mucho la madera contraenchapada barata que delineaba los sótanos de muchas casas del noreste durante los años setenta. Debido a tal afecto por la madera, no es sorprendente que la colección de Topps 1987 con bordes de madera sea una de mis colecciones favoritas de los años ’80.
La entrega de la Topps 1987 no fue el primer intento de la compañía con bordes de madera. Veinticinco años antes, en la primavera de 1962, Topps sacó su primera colección con bordes de madera. Las barajitas tenían bordes finos de madera en todo alrededor, pero Topps dejó un espacio en la esquina inferior derecha, permitiendo más espacio para el entorno de madera y un lugar para insertar el nombre del jugador y su equipo. Las barajitas de 1962, con su apariencia distintiva, se convirtió en un éxito con los coleccionistas.
Con un nuevo borde de madera suministrando un marco ideal, la barajita de Mike Easler se clasifica cerca del tope de la lista de 1987. Tomada una tarde nublada en Yankee Stadium en algún momento durante la temporada de 1986, la fotografía de Easler es brillante y clara. La barajita, Nº 135 de la colección, nos da una vista del memorable estilo de bateo de Easler. A diferencia de la mayoría de los bateadores de poder, Easler bateaba muy agachado, una pose preferida usualmente por bateadores de sencillos y dobles.
Luego de atacar el envío del pitcher con un corte superior, Easler terminaba cada swing con su movimiento característica, una exagerada rotación del bate, el equivalente del movimiento del helicóptero. Como estudiantes universitarios de los años ’80, solíamos imitar el “helicóptero” de Easler durante las reuniones con los amigos fanáticos del beisbol. Nadie de la época de Easler terminaba el swing de esa manera, y nadie desde entonces ha igualado ese movimiento del bate de Easler.
Además de su distintivo estilo de bateo, Easler también tenía un apodo descriptivo. Aunque la mayoría de los aficionados de los Yanquis de Nueva York recuerdan a Don Mattingly como “The Hit Man”, en realidad no fue el primero en adquirir ese apodo. Fue Easler quien precedió a Mattingly como el Hit Man original, un testamento a su estilo agresivo en el plato y a su habilidad para desperdigar líneas desde un callejón a otro en los jardines. A diferencia de la mayoría de los bateadores zurdos de poder, Easler tenía una fortaleza particularmente efectiva hacia la banda contraria, lo cual prefería antes que halar la pelota hacia el jardín derecho. Easler estaba usualmente en lo mejor de su bateo al dirigir la pelota entre left-center, una habilidad que perfeccionó durante sus años con los Medias Rojas- Easler se convirtió particular en adepto de golpear “La Pared” de Fenway Park.
Desafortunadamente, Easler perdería esa ventaja durante sus dos paradas con los Yanquis. El jardín izquierdo del viejo Yankee Stadium no mostraba un blanco alcanzable para la mayoría de los bateadores zurdos. Las dimensiones de “El Valle de la Muerte”, como solía ser llamado, hizo la vida difícil para Easler, quien tuvo dificultades para calzar los zapatos del jugador por quien fue cambiado, Don Baylor.
Aún así, Easler fue razonablemente productivo en su primera estadía con el uniforme de los Yanquis. Jugó bien como bateador designado a medio tiempo y jardinero izquierdo, un papel que había cumplido con los Medias Rojas. Antes de eso, Easler había forjado un nicho como jugador de medio tiempo altamente exitoso con los Piratas de Pittsburgh, lo cual incluyó una actuación durante la temporada de campeonato mundial del equipo en 1979.
Que Easler haya tenido una duradera carrera en grandes ligas a través de los años ’80 es consecuencia de su perseverancia. La mayor parte de los años ’70, Easler estuvo en las ligas menores. Easler pasó la mayor parte de los años ’70 en las ligas menores. Desde 1969 hasta 1977, dividió su tiempo con las organizaciones de los Astros de Houston, Angelinos de California, Cardenales de San Luis, y Piratas. En ese transcurso, ganó dos títulos de bateo en ligas menores. A los scouts de Grandes Ligas no les gustaba Easler; veían en él a solo un jugador de medio tiempo, incapaz de batearle a los zurdos, y lo consideraban un carnicero en los jardines. No sentían que él bateara con suficiente poder o tuviera suficiente velocidad. Aunque Easler castigaba el pitcheo de AA y AAA, los scouts lo despreciaban como nada más que un jugador de ligas menores.
Easler tuvo tres tazas de café con los Astros y una con los Angelinos, nunca consumió más de 54 turnos al bate en ninguna de esas oportunidades. No bateó bien en esas pasantías abreviadas, así convalidaba su reputación como jugador de ligas menores. Para abril de 1977, había sido cambiado tres veces.
La mayoría de los jugadores habría sido excusados por llevarse sus números de ligas menores a la liga mexicana a al lejano oriente, pero Easler siguió obstinado acerca de tener una carrera en las mayores. La persistencia de Easler empezó a rendir dividendos en septiembre de 1977, cuando los Piratas lo subieron como parte de su roster expandido. Easler dio una buena impresión en 10 juegos, bateó para .444 con un jonrón en 18 turnos al bate.
La actuación de Easler en septiembre abrió algunos ojos, pero los Piratas tenían tantos jardineros buenos en esa época que no tenían espacio para él en 1978. Así que regresó al Columbus AAA y bateó .330 con 18 jonrones. Estaba claro que Easler había dominado el pitcheo de ligas menores y no tenía nada que probar a nivel de AAA. Como diría Easler más tarde, estos eran “tiempos oscuros”. Se referiría a sus últimos años en las ligas menores como “los años más duros de mi vida”.
La paciencia de Easler finalmente tendría su recompensa en 1979. Al convertirse en uno de los jugadores de reserva del equipo, bateó un respetable .278 en funciones limitadas y se ganó un puesto en el roster de postemporada del equipo. Al aparecer brevemente en los playoffs y la Serie Mundial, Easler se ganó un anillo de campeonato cuando los Piratas lograron su primer título desde 1971.
En 1980, Easler asumió un papel más grande. Con el tiempo de juego de Willie Stargell afectado por las lesiones y John Milner mostrando un declive significativo en el plato, Easler se convirtió en jardinero izquierdo a medio tiempo de los Piratas. Al alternarse con el veterano Bill Robinson, Easler se dio festín contra el pitcheo de la Liga Nacional, bateó .338 con 21 jonrones y 43 boletos. También mejoró mucho su defensiva en el jardín izquierdo, hasta el punto donde los Piratas dejaron de sacarlo de los juegos por razones defensivas. Finalmente, luego de una larga escalada que había empezado en 1969, Easler había convencido a los Piratas de que él era un grandeliga.
Easler seguiría siendo un jugador productivo para los Piratas en las próximas tres temporadas, hasta ganó una selección al Juego de Estrellas durante la temporada recortada por la huelga de 1981. Easler también ayudó a su causa al hacerse popular en el clubhouse de los Piratas. Los compañeros de equipo lo querían, así como los medios. Easler siempre contestaba las preguntas de la prensa después de los juegos, sin importar si los Piratas ganaban o perdían, sin importar si Easler se iba de 4-4 o de 4-0. Su voluntad para hablar se hizo especialmente importante cuando llegó a los Medias Rojas más a delante en los años ’80. Para ese momento, los Medias Rojas tenían fama de tener un clubhouse difícil, donde algunos jugadores no les gustaba reunirse con los medios, especialmente después de derrotas dolorosas. Hasta el reportero más inexperto de los Medias Rojas podía encontrar solaz en el casillero de Easler. Amigable y accesible en extremo, Easler siempre hablaba, sin importar lo que ocurriese.
Luego de dos temporada productivas con los Medias Rojas, Easler se mudó a Nueva York en el cambio por Baylor. Cuando le preguntaron por la controversia que parecía acompañar a los Yanquis para ese momento, Easler supo mantenerse al margen. “Soy un tipo agradable”, dijo Easler al Albany Times en la primavera de 1986. “Todo lo que me importa es que tengo puesto este uniforme y voy a salir a hacer mi trabajo. Voy a ver la pelota y a golpearla. ¡Whack!”
El Hit Man hizo justamente eso para los Yanquis, bateó para .302 con 14 jonrones como un productivo bateador designado zurdo. Pero la necesidad de pitcheo del equipo resultó en un cambio impopular durante el receso entre temporadas hacia los Filis de Filadelfia, esta vez por el pitcher derecho Charles Hudson. Y entonces a solo pocos meses de su estadía en la City of Brotherly Love, los Yanquis decidieron que lo querían de vuelta. El 10 de junio de 1987, los Yanquis readquirieron a Easler por dos prospectos de ligas menores, lo que le permitió terminar la temporada, y su carrera de Grandes Ligas, en el Bronx. Desde allí, Easler llevó su bate dinámico hasta las ligas japonesas, donde bateó bien por las próximas dos temporadas mientras hacía un grupo nuevo de amigos.
Easler no jugó mucho con los Yanquis, menos de dos temporadas completas, pero se las arregló para hacerse popular con sus compañeros de equipo y fanáticos de Nueva York. Dada su sociabilidad, su dinámico estilo de bateo, y su incansable determinación por llegar a las mayores, es fácil ver porqué Easler se convirtió en un favorito durante los años ’80. Su barajita Topps de 1987 podría no valer mucho, es una barajita común de una época en la cual se producian muchas barajitas, pero es agradable tenerla.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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