lunes, 16 de mayo de 2016
Esquina de la barajitas: El Chocador Original
Bruce Markusen
Los integrantes del equipo e trabajo del Salón de la Fama también son fanáticos del beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un fanático desde Cooperstown.
Como alguien quien creció en los años ’70, siempre me han gustado las casas que incluyen partes de madera en su construcción. Aprecio mucho la madera contraenchapada barata que delineaba los sótanos de muchas casas del noreste durante los años setenta. Debido a tal afecto por la madera, no es sorprendente que la colección de Topps 1987 con bordes de madera sea una de mis colecciones favoritas de los años ’80.
La entrega de la Topps 1987 no fue el primer intento de la compañía con bordes de madera. Veinticinco años antes, en la primavera de 1962, Topps sacó su primera colección con bordes de madera. Las barajitas tenían bordes finos de madera en todo alrededor, pero Topps dejó un espacio en la esquina inferior derecha, permitiendo más espacio para el entorno de madera y un lugar para insertar el nombre del jugador y su equipo. Las barajitas de 1962, con su apariencia distintiva, se convirtió en un éxito con los coleccionistas.
Con un nuevo borde de madera suministrando un marco ideal, la barajita de Mike Easler se clasifica cerca del tope de la lista de 1987. Tomada una tarde nublada en Yankee Stadium en algún momento durante la temporada de 1986, la fotografía de Easler es brillante y clara. La barajita, Nº 135 de la colección, nos da una vista del memorable estilo de bateo de Easler. A diferencia de la mayoría de los bateadores de poder, Easler bateaba muy agachado, una pose preferida usualmente por bateadores de sencillos y dobles.
Luego de atacar el envío del pitcher con un corte superior, Easler terminaba cada swing con su movimiento característica, una exagerada rotación del bate, el equivalente del movimiento del helicóptero. Como estudiantes universitarios de los años ’80, solíamos imitar el “helicóptero” de Easler durante las reuniones con los amigos fanáticos del beisbol. Nadie de la época de Easler terminaba el swing de esa manera, y nadie desde entonces ha igualado ese movimiento del bate de Easler.
Además de su distintivo estilo de bateo, Easler también tenía un apodo descriptivo. Aunque la mayoría de los aficionados de los Yanquis de Nueva York recuerdan a Don Mattingly como “The Hit Man”, en realidad no fue el primero en adquirir ese apodo. Fue Easler quien precedió a Mattingly como el Hit Man original, un testamento a su estilo agresivo en el plato y a su habilidad para desperdigar líneas desde un callejón a otro en los jardines. A diferencia de la mayoría de los bateadores zurdos de poder, Easler tenía una fortaleza particularmente efectiva hacia la banda contraria, lo cual prefería antes que halar la pelota hacia el jardín derecho. Easler estaba usualmente en lo mejor de su bateo al dirigir la pelota entre left-center, una habilidad que perfeccionó durante sus años con los Medias Rojas- Easler se convirtió particular en adepto de golpear “La Pared” de Fenway Park.
Desafortunadamente, Easler perdería esa ventaja durante sus dos paradas con los Yanquis. El jardín izquierdo del viejo Yankee Stadium no mostraba un blanco alcanzable para la mayoría de los bateadores zurdos. Las dimensiones de “El Valle de la Muerte”, como solía ser llamado, hizo la vida difícil para Easler, quien tuvo dificultades para calzar los zapatos del jugador por quien fue cambiado, Don Baylor.
Aún así, Easler fue razonablemente productivo en su primera estadía con el uniforme de los Yanquis. Jugó bien como bateador designado a medio tiempo y jardinero izquierdo, un papel que había cumplido con los Medias Rojas. Antes de eso, Easler había forjado un nicho como jugador de medio tiempo altamente exitoso con los Piratas de Pittsburgh, lo cual incluyó una actuación durante la temporada de campeonato mundial del equipo en 1979.
Que Easler haya tenido una duradera carrera en grandes ligas a través de los años ’80 es consecuencia de su perseverancia. La mayor parte de los años ’70, Easler estuvo en las ligas menores. Easler pasó la mayor parte de los años ’70 en las ligas menores. Desde 1969 hasta 1977, dividió su tiempo con las organizaciones de los Astros de Houston, Angelinos de California, Cardenales de San Luis, y Piratas. En ese transcurso, ganó dos títulos de bateo en ligas menores. A los scouts de Grandes Ligas no les gustaba Easler; veían en él a solo un jugador de medio tiempo, incapaz de batearle a los zurdos, y lo consideraban un carnicero en los jardines. No sentían que él bateara con suficiente poder o tuviera suficiente velocidad. Aunque Easler castigaba el pitcheo de AA y AAA, los scouts lo despreciaban como nada más que un jugador de ligas menores.
Easler tuvo tres tazas de café con los Astros y una con los Angelinos, nunca consumió más de 54 turnos al bate en ninguna de esas oportunidades. No bateó bien en esas pasantías abreviadas, así convalidaba su reputación como jugador de ligas menores. Para abril de 1977, había sido cambiado tres veces.
La mayoría de los jugadores habría sido excusados por llevarse sus números de ligas menores a la liga mexicana a al lejano oriente, pero Easler siguió obstinado acerca de tener una carrera en las mayores. La persistencia de Easler empezó a rendir dividendos en septiembre de 1977, cuando los Piratas lo subieron como parte de su roster expandido. Easler dio una buena impresión en 10 juegos, bateó para .444 con un jonrón en 18 turnos al bate.
La actuación de Easler en septiembre abrió algunos ojos, pero los Piratas tenían tantos jardineros buenos en esa época que no tenían espacio para él en 1978. Así que regresó al Columbus AAA y bateó .330 con 18 jonrones. Estaba claro que Easler había dominado el pitcheo de ligas menores y no tenía nada que probar a nivel de AAA. Como diría Easler más tarde, estos eran “tiempos oscuros”. Se referiría a sus últimos años en las ligas menores como “los años más duros de mi vida”.
La paciencia de Easler finalmente tendría su recompensa en 1979. Al convertirse en uno de los jugadores de reserva del equipo, bateó un respetable .278 en funciones limitadas y se ganó un puesto en el roster de postemporada del equipo. Al aparecer brevemente en los playoffs y la Serie Mundial, Easler se ganó un anillo de campeonato cuando los Piratas lograron su primer título desde 1971.
En 1980, Easler asumió un papel más grande. Con el tiempo de juego de Willie Stargell afectado por las lesiones y John Milner mostrando un declive significativo en el plato, Easler se convirtió en jardinero izquierdo a medio tiempo de los Piratas. Al alternarse con el veterano Bill Robinson, Easler se dio festín contra el pitcheo de la Liga Nacional, bateó .338 con 21 jonrones y 43 boletos. También mejoró mucho su defensiva en el jardín izquierdo, hasta el punto donde los Piratas dejaron de sacarlo de los juegos por razones defensivas. Finalmente, luego de una larga escalada que había empezado en 1969, Easler había convencido a los Piratas de que él era un grandeliga.
Easler seguiría siendo un jugador productivo para los Piratas en las próximas tres temporadas, hasta ganó una selección al Juego de Estrellas durante la temporada recortada por la huelga de 1981. Easler también ayudó a su causa al hacerse popular en el clubhouse de los Piratas. Los compañeros de equipo lo querían, así como los medios. Easler siempre contestaba las preguntas de la prensa después de los juegos, sin importar si los Piratas ganaban o perdían, sin importar si Easler se iba de 4-4 o de 4-0. Su voluntad para hablar se hizo especialmente importante cuando llegó a los Medias Rojas más a delante en los años ’80. Para ese momento, los Medias Rojas tenían fama de tener un clubhouse difícil, donde algunos jugadores no les gustaba reunirse con los medios, especialmente después de derrotas dolorosas. Hasta el reportero más inexperto de los Medias Rojas podía encontrar solaz en el casillero de Easler. Amigable y accesible en extremo, Easler siempre hablaba, sin importar lo que ocurriese.
Luego de dos temporada productivas con los Medias Rojas, Easler se mudó a Nueva York en el cambio por Baylor. Cuando le preguntaron por la controversia que parecía acompañar a los Yanquis para ese momento, Easler supo mantenerse al margen. “Soy un tipo agradable”, dijo Easler al Albany Times en la primavera de 1986. “Todo lo que me importa es que tengo puesto este uniforme y voy a salir a hacer mi trabajo. Voy a ver la pelota y a golpearla. ¡Whack!”
El Hit Man hizo justamente eso para los Yanquis, bateó para .302 con 14 jonrones como un productivo bateador designado zurdo. Pero la necesidad de pitcheo del equipo resultó en un cambio impopular durante el receso entre temporadas hacia los Filis de Filadelfia, esta vez por el pitcher derecho Charles Hudson. Y entonces a solo pocos meses de su estadía en la City of Brotherly Love, los Yanquis decidieron que lo querían de vuelta. El 10 de junio de 1987, los Yanquis readquirieron a Easler por dos prospectos de ligas menores, lo que le permitió terminar la temporada, y su carrera de Grandes Ligas, en el Bronx. Desde allí, Easler llevó su bate dinámico hasta las ligas japonesas, donde bateó bien por las próximas dos temporadas mientras hacía un grupo nuevo de amigos.
Easler no jugó mucho con los Yanquis, menos de dos temporadas completas, pero se las arregló para hacerse popular con sus compañeros de equipo y fanáticos de Nueva York. Dada su sociabilidad, su dinámico estilo de bateo, y su incansable determinación por llegar a las mayores, es fácil ver porqué Easler se convirtió en un favorito durante los años ’80. Su barajita Topps de 1987 podría no valer mucho, es una barajita común de una época en la cual se producian muchas barajitas, pero es agradable tenerla.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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