viernes, 13 de junio de 2014
Bob Welch, as de pitcheo y prototipo ejemplar de los brazos poderosos del presente, fallece a los 57 años.
Bruce Weber. The New York Times. 10-06-2014.
Bob Welch un derecho lanzallamas de los Dodgers de Los Angeles y los Atléticos de Oakland, quién se recuperó del alcoholismo para ganar 211 juegos, incluyendo 27 en 1990, un registro para una temporada que ningún pitcher ha alcanzado en los últimos 40 años, feneció este lunes 9 de junio en Seal Beach. Calif.,
Los Atléticos anunciaron el fallecimiento en la página web del equipo. Un reporte de MLB.com remarcó que la causa fue un ataque cardíaco, según información de los Dodgers.
Welch jugó 17 temporadas en las Grandes Ligas, desde 1978 hasta 1994, asistió a dos Juegos de Estrellas, uno en cada liga, y ganó el premio Cy Young de la Liga Americana en 1990. Estuvo entre los lanzadores de recta más pesada de su época, un prototipo atlético de los llamados brazos poderosos que ahora inundan las rotaciones y bullpens de los equipos de Grandes Ligas, para retar a las alineaciones rivales con sus rectas de 95 millas.
Su recta intensa y su equilibrio, recibieron una prueba tempranera al final de su temporada de novato con los Dodgers, cuando fue llamado desde el bullpen para proteger una ventaja de una carrera con dos outs en el noveno inning del segundo juego de la Serie Mundial de 1978 contra los Yanquis.
Había dos hombres en base, y el bateador era Reggie Jackson, el toletero del Salón de la Fama quien el año anterior había asegurado la Serie para los Yanquis, también contra los Dodgers, con tres jonrones en el sexto juego.
En un turno que duró más de cinco minutos y se convirtió en uno de los momentos más famosos del béisbol, Welch, quién solo tenía 21 años, realizó nueve lanzamientos, todos rectas, y en cuenta de 3-2 lanzó una en toda, o tal vez rozando, la esquina de adentro. Jackson hizo swing con violencia y falló, para terminar el juego.
Para 1980, Welch se había unido a la rotación de abridores de los Dodgers. Ganó 14 juegos y perdió 9, y lanzó tres innings en el Juego de Estrellas. En mayo, en un juego ante los Bravos de Atlanta, enfrentó 27 bateadores, el mínimo, en un blanqueo de un hit.
En esa temporada Welch reconoció públicamente sus problemas de alcoholismo. Dijo que los había superado con la ayuda de un programa de 12 pasos facilitado por los Dodgers quienes intervinieron cuando el notificó su situación.
"Empecé a beber cuando tenía 16 años", dijo Welch en una entrevista con George Vecsey de The New York Times, con quién luego colaboró en un libro, "Five O'Clock Comes Early: A Young Man's Battle with Alcoholism".
Welch fue muy valioso para los Dodgers, ganó al menos 13 juegos en una temporada seis veces. Pero después de tener marca de 15-9 en 1987, fue enviado desde la Liga Nacional a Oakland como parte de un cambio de tres equipos que incluyó a los Mets.
Aunque la Liga Americana, que por tener el bateador designado, es generalmente considerada la más retadora para un lanzador, Welch tuvo sus mejores años con los Atléticos, al dejar marcas de 17-9 y 17-8 en sus primeras dos temporadas y 27-6 en 1990, con lo cual ganó el premio Cy Young.
El último pitcher en ganar 27 juegos en una temporada había sido Steve Carlton de los Filis de Filadelfia en 1972, y ningún otro pitcher había ganado más de 27 desde que Denny McLain ganara 31 para los Tigres de Detroit en 1968. (A pesar del record de Welch, algunos pensaron que Roger Clemens merecía el premio ese año porque había permitido menos carreras por juego al compilar marca de 21-6 para los Medias Rojas y agenciar una efectividad de 1.93 por 2.95 de Welch).
Robert Lynn Welch nació el 3 de noviembre de 1956, en Detroit, asistió a la escuela secundaria en los suburbios de esa ciudad y lanzó para Eastern Michigan University en Ypsilanti. Él fue la vigésima escogencia de los Dodgers en la primera ronda del draft amateur de 1977. Luego de pasar partes de dos temporadas en las ligas menores, debutó en las Grandes Ligas en junio de 1978.
Sus sobrevivientes, incluyen dos hijos, Dylan y Riley, y una hija, Kelly.
Los Atléticos fueron a la Serie Mundial en las primeras tres temporadas de Welch con ellos, perdieron ante los Dodgers en 1988 y ante Cincinnati en 1990. En 1989, los Atléticos barrieron a los Gigantes de San Francisco, cuatro juegos a ninguno, en una serie que fue interrumpida por un terremoto justo antes del tercer juego. Welch estaba programado para abrir ese juego.
El record vitalicio de Welch fue 211-146, con efectividad de 3.47 y 1969 ponches en 3092 innings. Lanzó en cuatro Series Mundiales (aunque sus equipos fueron a cinco) y ganó dos anillos de campeonatos mundiales, con los Dodgers en 1981 (de nuevo ante los Yanquis) y con los Atléticos en 1989.
También fue el coach de lanzadores de los Diamondbacks de Arizona en 2001, el año cuando ganaron la Serie Mundial en siete juegos contra los Yanquis.
El momento triunfal de Welch en la serie de 1978, al retirar a Jackson para terminar el segundo juego, fue de corta duración. Él fue el pitcher perdedor en el cuarto juego, y los Yanquis ganaron el título en seis encuentros. En el juego final, Jackson tomó revancha, al castigar una recta de Welch para despachar un jonrón inmenso.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 11 de junio de 2014
El mundo del béisbol recuerda a Don Zimmer
Matt Pepin . The Boston Globe. 05-06-2014.
"Pero el año que la mayoría de los aficionados de los Medias Rojas de cierta edad recuerda con más claridad es 1978, cuando los Medias Rojas no pudieron mantener una ventaja de 14 juegos sobre Nueva York para finales de julio. Las transgresiones de Zimmer incluyeron poner a jugar a Butch Hobson todos los días cuando era aparente que su codo derecho estaba débil; poner a jugar a Carlton Fisk todos los días sin descanso, carecer de habilidad para entenderse con su cuerpo de lanzadores. Bill Lee, con quién debió haber congeniado por su mutuo amor por el juego, lo apodó "The Gerbil" ("La Mascota"), pienso que Zimmy nunca lo perdonó u olvidó. El pitcher Ferguson Jenkins fue otro enemigo. Mi teoría fue que Zimmer, por haber sido golpeado en el rostro dos veces, tenía un odio inconsciente hacia los pitchers. No hay duda de que la relación fue contraproducente". Bob Ryan.
La noticia del fallecimiento de Don Zimmer llevó a muchas personas en el ambiente beisbolero a compartir memorias, historias, y otros pensamientos sobre un hombre que fue sinónimo del juego.
Zimmer pasó seis décadas como jugador, coach, manager y consejero de equipos.
Vin Scully, integrante del equipo de transmisión radial de los juegos de los Dodgers desde 1950, dedicó una porción de la narración del juego del miércoles 4 de junio, para compartir sus memorias de Zimmer, quién jugara partes de siete temporadas con los Dodgers.
Mientras usó el uniforme de los Dodgers, me arriesgo a decir que Don Zimmer era el Dodger más querido entre sus compañeros de equipo. Hay aquellos quienes son muy populares, aquellos que son respetados, pero muy rara vez se le coloca el títiulo de 'querido' a un pelotero, y Zimmer lo era", dijo Scully.
Scully también le regaló a su audiencia el miércoles, reflexiones de la carrera de Zimmer, de como perdió su puesto como shortstop de los Dodgers, y sus variados apodos, una anécdota personal ilustró muy bien la naturaleza divertida y cariñosa de Zimmer.
"En una oportunidad, yo usaba un uniforme de los Dodgers y estaba sentado tranquilamente en el dugout de los Dodgers, ellos jugaban ante los Cachorros de Chicago, Zimmer era el manager de los Cachorros. Yo había pedido permiso para hacer eso y nadie excepto algunos peloteros de los Dodgers sabían que yo estaba en el dugout", dijo Scully. "Pero entré a la banca después del himno, y me senté ahí con la gorra calada hasta las cejas, los brazos cruzados en el pecho, pensaba mantenerme inmóvil. En un entreinning, el finado John Vukovich, quien era el coach de primera base de los Cachorros, mientras pasaba frente al dugout, gritó '¡Vinny!' Levanté la mirada y me lanzó una pelota, la agarré, en ella decía que si había una pelea, voy a fajarme contigo. Debajo estaba la firma 'Zimmer'. Mir{e en todas direcciones y los Cachorros estaban muertos de la risa en su banca".
Joe Torre, el antíguo manager de los Yanquis, contrató a Zimmer para que fuera su coach de banca desde 1996 hasta 2003 y juntos ganaron cuatro títulos de Serie Mundial.
"Lo contraté como coach, y se convirtió en un miembro de la familia para mí. Él ha sido de un gran crédito para el juego. El juego era su vida. Su partida va a crear un vacío en mi vida y en la de mi esposa Ali. Lo amábamos. El béisbol perdió una persona especial esta noche. Era un hombre bueno", dijo Torre.
Derek Jeter, el shortstop de los Yanquis supo del fallecimiento de Zimmer durante el juego del miércoles en Nueva York.
"Esa noticia es dificil de asimilar. Él me enseñó mucho sobre el juego. Sus historias, sus experiencias, era allegado a mi familia, era bueno con mi familia...Su actitud, siempre era positivo, le gustaba divertirse. Esta puede ser una temporada larga. Eso es lo que extrañarás", dijo Jeter.
El antíguo shortstop de los Medias Rojas, Rick Burleson le dijo a Ian Browne de MLB.com que Zimmer fue "el mejor manager para el que jugué". Zimmer dirigió a los Medias Rojas desde 1976 hasta 1980.
"Zim era un manager de los peloteros. Conocía el juego muy bien. Lo que sabías con él era que ibas a estar en la alineación y basícamente donde ibas a poder batear mucho cada día. Teníamos una especie de acuerdo en aquellos años en Boston, él esperaba que salieras al campo y lo dieras todo.. Y eso era básicamente lo que tratábamos de hacer y el era muy bueno en eso", dijo Burleson.
Zimmer era consejero de los Rayas de Tampa Bay al momento de su fallecimiento a la edad de 83 años el miércoles 4 de junio. El antíguo jugador de los Rayas, B.J. Upton, ahora con los Bravos, le dio crédito a Zimmer por ayudarlo a llegar a las mayores.
"No puede encontrar las palabras para expresar como me siento por el fallecimiento de Zim. Si Zim no hubiese estado ahí cuando era un novato, no estaría en las Grandes Ligas", dijo Upton por Twitter.
Los rayas rendirán honores a Zimmer con un minuto de silencio antes del juego del miércoles 4 de junio y harán una ceremonia preliminar antes del juego del sábado.
"Lo que él trajo a esta organización, a los Yanquis, a los Medias Rojas, a los Cachorros, a los Dodgers, a cada organización que representó, fue todo bueno. Su familia tiene mucho por lo que estar orgullosa, y nosotros tenemos mucho que agradecerle", dijo el tercera base de los Rayas Evan Longoria.
Roger Craig, un compañero de equipo de Zimmer con los Dodgers, lo contrató como coach cuando Craig fue manager de los Padres y los Gigantes.
"Él fue un gran y aguerrido embajador del juego. Por eso trabajó para tantos equipos y con tanta gente buena del beisbol", le dijo Craig al Chicago Tribune. "Le gustaban las carreras y el beisbol. Era un gran ser humano".
Joe Maddon, el manager de los Rayas, explicó por Twitter como Zimmer ayudó a su equipo.
"Cuando el equipo pasaba por momentos duros como este, le consultaba a Zim por un par de jugadores y él siempre tenía un gran consejo. A su familia le digo que siento mucho su pérdida", escribió.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
domingo, 8 de junio de 2014
Bill Fischer, antíguo pitcher y entrenador.
Sabiduría de caminar.
El una vez abridor y relevista de Grandes Ligas ofrece “cuatro absolutos” necesarios para convertirse en un lanzador exitoso.
Joe Posnanski. The Kansas City Star. Agosto 2008.
Ellos llaman a Bill Fischer “Sabiduría de Caminar”, lo cual hace reir al tipo. Sabiduría al caminar eh? Si, ellos debieron estar ahí aquel día de 1963 en el undécimo inning, cuando el viejo Sabiduría de Caminar lanzaba para los Atléticos de Kansas City y decidió lanzarle una condenada recta a Mickey Mantle.
El Mick la sacó por la condenada fachada del right field de Yankee Stadium. Dijeron que el batazo recorrió 620 pies. Dijeron que fueron 734 pies. Lo que sea, fue rematadamente lejos.
“Claro, si Mickey Mantle jugara hoy en Yankee Stadium”, dice Fischer. “Con las condenadas bardas más cerca, con la del center field a 400 pies, batearía 800 condenados jonrones”.
Probablemente se pueda decir que Bill Fischer no comulga con el asunto de sabiduría de caminar. Primero que todo Fish no está caminando muy bien. Tiene 77 años, le consiguieron un carrito de golf para que se movilizara como asesor de pitcheo en el campo de entrenamiento de los Reales de Kansas City. Fish ha permanecido en el béisbol por 60 años; solo Don Zimmer ha permanecido en el béisbol por mayor período de tiempo. Zim ha escrito dos libros al respecto.
Fish no ha escrito ningún libro y les dirá porqué. Es porque en 60 años como pitcher abridor, relevista, scout, entrenador, guru, psicólogo, coordinador, niñero y patriarca, él ha aprendido que este negocio del béisbol no es tan complicado. Se reduce a cuatro cosas. Los cuatro absolutos. La gente que usted conoce, gente como Roger Clemens, John Schuerholz, Tom Seaver, Dayton Moore y muchos otros, le dirán que si sigue los cuatro absolutos de pitcheo de Bill Fischer, todo lo demás encaja en su lugar.
Por supuesto, otros le dirán que Fish no sabe de que condenado tema está hablando. Eso está bien. Fish dice que algunos estúpidos en este juego también le dirán que el sol sale por el oeste.
No entierres tu talón. Ese es el primer absoluto Los pitchers jóvenes se lesionan todo el tiempo. Ellos lesionan sus brazos, sus codos, sus hombros, ellos se agrietan los huesos, se rompen los tendones, y ¿porqué? Fish le dirá porqué, él ha estado en este juego desde que Harry Truman era presidente. Es porque estos cabezaduras, hacen el wind up, lanzan tan duro como pueden y en el movimiento de caer hacia delante entierran el talón del pie delantero en el suelo., BAAM, toda esa fuerza se transmite a través de ellos, estremece el brazo, un miniterremoto en cada lanzamiento.
“Es como manejar a toda velocidad y de pronto hundir los frenos hasta el fondo”. Dice Fish. “¿Piensas que eso es bueno para el carro? ¿Conoces algún mecánico automotriz que te recomendaría eso? Estoy hablando de sentido común”.
Absoluto número 2 : Lanzar rectas de cuatro costuras.
El primer día de Fish en el béisbol profesional fue en un campamento de prueba de los Medias Blancas de Chicago en 1948 en Wisconsin. Red Ruffing el viejo y corajudo lanzador que labró su camino al Salón de la Fama a pesar de haber perdido cuatro dedos de un pie en un accidente minero, dirigía el campamento. A Red le gustó el estilo del muchacho, le ofreció 150 $ mensuales, debía reportarse a Wisconsin Rapids. “Sin bono, sin nada, eso no era mucho dinero”, dice Fish. Nunca dudó.
Fish ganó sus primeros 10 juegos en Wisconsin Rapids, y largó cinco jonrones en ese lapso. “Pensaban que era otro Babe Ruth”, dijo. En aquellos días después de la guerra las ligas menores estaban repletas de nuevos Babe Ruths. Era difícil avanzar. Fish lanzó pelota Clase D, luego Clase C, luego Clase B y luego Clase A.
Ganó 90 juegos en las ligas menores. Fue instructor de ejercicios en la marina por dos años. No llegó a las Grandes Ligas hasta que tenía 26 años y exhausto.
Bueno, la mayoría de ellos era así. Los peloteros eran diferentes entonces, endurecidos por la guerra, amargados por viciosas batallas salariales y extenuantes trabajos luego de la temporada, determinados a mantener su puesto. Fish ganó siete juegos aquel primer año como relevista. Lanzaba strikes y permitió solo un jonrón en todo el año. El año siguiente fue cambiado a Detroit y tres meses después de eso fue despedido.
Todo ese tiempo, Fish siguió buscando el secreto, un truco, una manera de hacer out a los bateadores. Empezó a lanzarles curvas lentas a los zurdos. Empezó a inventar con la forma de agarrar la pelota. Nada de eso funcionó muy bien. Tal vez por eso fue que se convirtió en el principal abogado de la recta de cuatro costuras. Usted probablemente sepa que hay dos tipos básicos de rectas, la de cuatro costuras donde el pitcher agarra la pelota a través de las costuras y la de dos costuras, donde el pitcher agarra la pelota en el sentido de las costuras.
La recta de dos costuras se ha popularizado porque la pelota tiende a hundirse cuando se usa. No es tan rápida como la de cuatro costuras, pero cuando se lanza bien, la bola se hunde y se hace invisible para los bateadores derechos. En el juego de hoy, todos quieren ese movimiento hacia abajo. Bien, casi todos.
“Todos los pitchers tratan de lanzar igual”, dice Fish. “Los escuchas hablar, todo es ‘Manten la pelota abajo, Manten la pelota abajo’. Que montón de porquería es eso. Los peores bateadores le dan bien a las pelotas bajas. El pitcheo más dificil de batear en el béisbol es justo ahí, arriba y adentro, alta y pegada, y no hay manera de lanzar una recta de dos costuras ahí arriba”.
La principal razón por la que Fish prefiere la recta de cuatro costuras es que no hay ningún truco con ella. Se lanza la pelota naturalmente, sin giros violentos del brazo, ni movimientos locos de la muñeca. La recta de cuatro costuras es un lanzamiento para retar, tú y yo, de hombre a hombre, vamos a ver.
Cada vez que Fish piensa en rectas de dos costuras, su rostro refleja puro disgusto. Lo único que Fish odia más que la recta de dos costuras, es la slider, el primo de esa recta.
“Las sliders son ejemplos de lo barato sale caro”, dice Fish. “Los pitchers de sinker-slider son ejemplos de lo barato sale caro. Perderán más de lo que ganarán. Revise cuantos lanzadores de sinker-slider hay en el Salón de la Fama. No muchos”.
Esto se plantea sin decir queBill Fischer fue un pitcher de sinkers y sliders.
Absoluto número 3 : Evitar lanzar a través del cuerpo.
En agosto de 1962 Fish caminó a Bubba Phillips para comenzar un juego en Cleveland. No caminó a otro hombre por casi dos meses. Este permanece como el período más largo sin conceder boletos en la historia del béisbol. El record anterior pertenecía a Christy Mathewson.
Lo divertido es que 1962 fue el primer año en que Charlie O. Finley fue el único dueño de los Atléticos de Kansas City, y si había algo que le gustaba a Finley era la publicidad. Los Atléticos de 1962 se disputaban con Washington el último lugar, carecían de pitcheo y de todo notablemente. El período de Fish sin conceder boletos, se convirtió en la historia de aquellos Atléticos. . Finley dijo que le daría a su lanzador un bono de 1000 $ si rompía el record de 68 innings seguidos sin conceder boletos de Mathewson.
Fish fue por el record de Mathewson en el segundo de un doble juego ante Baltimore en el viejo estadio municipal de Kansas City. Necesitaba lanzar siete episodios sin boletos. Y Fish no caminó a nadie hasta el séptimo inning. Entonces ponchó a Marv Breeding, permitió par de imparables, dominó a Russ Snyder a levantar un elevado, y finalmente, para establecer la marca, obligó a Brooks Robinson a batear rodado al campocorto. Lo había hecho, había lanzado más innings seguidos sin boletos que nadie.
“Aquí está tu bono”, dijo Finley mientras le extendía un cheque de 1000 $. “Y te diré que por cada inning que agregues sin conceder boleto te daré otros 100 $”.
Bien eso es todo lo que Fish necesitaba oir. Hay una razón por la cual su tercer absoluto es que los pitchers deben evitar lanzar a través de su cuerpo, eso es antinatural. “Si te voy a pegar no me planto de lado, ¿lo hago?. Me paro de frente. Buuum. Entonces te puedo tumbar”.
De frente. Fish sabe que eso funciona. Pasó otros 16 innings sin conceder boleto. Llevó la seguidilla hasta el último juego de la temporada en Detroit., cuando, como él lo recordó, el manager Hank Bauer vino y le dijo, “Hey Fish, deberías hablar con Finley. Me acaba de despedir y me dijo que tampoco te pagará tu bono”.
Fischer dice que la conversación ocurrió de la siguiente manera:
Fish: “Mr. Finley oi que usted no me va a pagar”.
Finley: “Si Mr. Fischer me dejé llevar por el momento y entonces me di cuenta que cometí un error”.
Fish: “Usted me pagará ese condenado dinero”.
Finley le pagó, eventualmente, meses más tarde y luego descontó ese dinero del próximo contrato de Fish. Asi ocurrió, Fish estuvo 84.1 innings sin conceder boleto, un record que nadie, ni siquiera Greg Maddux ha estado cerca de igualar. La seguidilla terminó cuando Fish caminó a un bateador llamado Bubba Morton, lo cual convierte a la suya en la única seguidilla en la historia del deporte que empieza y termina con alguien llamado Bubba.
Absoluto número cuatro: Los pitchers derechos lanzan desde el lado derecho de la goma de lanzar, los zurdos lo hacen desde el lado izquierdo.
Si hay algo de lo que Fish está convencido es de que los hombres de béisbol, tienen una cacería contra los pitchers. Ellos quieren ofensiva, la ley del embudo, y eso lo enferma.
“Quiero decir esto en mayúsculas, porque todos condenan al pitcheo en estos días”, dice él. “Si ellos quieren que este juego sea justo, deben regresar al condenado montículo a donde estaba cuando ellos lo bajaron. Ellos lo bajaron en 1969 para penalizar a los pitchers porque estaban haciendo muchos outs. Vuelvan a levantar el montículo y denle a los pitchers la oportunidad de batallar de nuevo”.
Aquel año 1969, fue también el primero de Fischer como coach. Había sido contratado por los Reales de Kansas City para trabajar en ligas menores luego de ser cesanteado por los Medias Blancas. A él le gustó la oferta. Algunas veces lo ignoraban. A veces los peloteros no le escuchaban, pensaban que tenían todas las respuestas, pero regresaban a él cuando su efectividad se parecía al precio de dos filetes en el restaurant Jess & Jim’s.
Se convirtió en el coach de pitcheo de los Rojos de Cincinnati en 1979, donde trabajó con un Tom Seaver más viejo (Él te volvía loco, pero para vencer a tipos como ese casi había que matarlos”). Entonces fue a Boston y trabajó con un joven Roger Clemens (También era un cabeza dura, pero como trabajaba. Eso que dicen de él ahora. El asunto de los esteroides. No creo una sola palabra de eso”). Fish fue despedido en ambos lugares. Así es el béisbol.
Fue a trabajar en las ligas menores de Atlanta, para su viejo amigo John Schuerholz. Fue a Tampa para ser coach de pitcheo de Grandes Ligas a los 70 años. Fue despedido otra vez y regresó a Atlanta. Determinó que para darles oportunidad a sus pitchers en este juego injusto, ellos necesitaban un ángulo. Así que los ubicó en la esquina de la goma que correspondía al lado de su brazo de lanzar y les dijo que lanzaran con todo el alma.
“¿Usted usa los ángulos en el juego de pool, ¿cierto? Dice Fish. “¿Billar? ¿Sabe de que hablo? La misma cosa. Ángulos”.
Fish no sabe por cuanto tiempo más puede seguir en esto. Le duelen las rodillas. Se le están apagando los ojos. No puede oir mucho. Pero sigue trabajando.
Dayton Moore, el gerente general de los Reales, sigue hablando con él para sacrlo del retiro. Moore lo estima mucho. Todos lo estiman.
Hay un quinto absoluto, uno del que él no habla mucho. El dice, “Tienes que ayudar a alguien cada día. Podría ser con un par de palabras. O con una patada en el trasero. Podría ser tomándolos por el cuello de la camisa y decirles. ‘Ustedes son mejores que eso’. Pero tienes que hacerlo”.
Entonces ¿Cuál es el quinto absoluto?
“Los regañas, pero los quieres”, dice el viejo Sabiduría de caminar, “Los regañas pero los quieres. De eso trata este gran juego”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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