martes, 18 de junio de 2019

Bill Buckner: Una jugada de Serie Mundial no puede borrar los logros de un gran pelotero y ser humano.

“Conocí a Bill Buckner en 2011 en la reunión del Aniversario Vigésimo quinto de la Serie Mundial de los Mets de 1986. Había un niño que reportaba para un proyecto escolar. Buckner se salió del protocolo para atenderlo y contestar sus preguntas como si fuese la primera vez que las escuchaba. Un gesto de clase”. Nick Diunte Examiner Baseall. Tal vez la pasión no sea la mejor forma para evaluar las actuaciones humanas. Pero ocurre todos los días, la subjetividad invade la mente de las personas y todo se vuelve oscuro y confuso. Recuerdo como me sentí aquella noche de octubre de 1986 cuando el roletazo de Mookie Wilson pasó entre los tobillos de Bill Buckner. No podía creerlo. Como casi cualquier seguidor del beisbol, no podía entender como Buckner había perdido ese roletazo. Fue una noche muy triste porque lo que pudo haber sido el primer título de Serie Mundial para los Medias Rojas de Boston en 68 años, se convirtió en una derrota muy dolorosa. Como muy pocos hechos esa jugada en primera base se convirtió en una de las imágenes más recurrentes en mi mente cada vez que cometía un aparente error crucial en el trabajo, con mis amigos y en la familia. No importa cuan satisfactorio hayas sido antes de cometer el error, todos te ven con esa mirada incandescente, esa atmósfera de juicio irrevocable, esa solicitud de crucifixión. Cada vez que cometía un error, regresaba a ese juego y trataba de entender lo que Bill Buckner sintió esa y muchas otras noches. Esa temporada de 1986 Buckner no esteba teniendo su mejor promedio de bateo, pero seguía siendo el mejor bateador de contacto de los Medias Rojas de Boston. Durante la temporada empujó 24 de 37 corredores desde tercera base con menos de dos outs. Eso es casi 65% de efectividad. ”Odiaba poncharme”, recuerda Buckner, “y esa era en parte la razón por la cual siempre ponía la pelota en juego. Me enseñaron que mi trabajo era avanzar los corredores. Ese era el estilo de los Dodgers. Si había un corredor en segunda base sin outs, tu trabajo era llevar ese corredor hasta tercera. Y si ibas a batear con corredor en tercera con menos de dos outs, era tu responsabilidad traerlo al plato”. No hay una estadística para avanzar un corredor desde segunda hasta tercera base sin outs. Pero están los elevados de sacrificio. Y Bill Buckner está en el lugar 38 en la historia de MLB con 97 elevados de sacrificio durante su carrera, empatado con Roberto Alomar y Bobby Bonilla, justo por debajo de Frank Robinson (102), Al Kaline (104), Carl Yastrzemski (105), Tany Perez (106) y Mike Schmidt (108); y por encima de Ernie Banks (96), Wade Boggs (96), Willie Davis (96), Don Mattingly (96), Joe Morgan (96), John Olerud (96), Al Oliver (95), Dave Winfield (95). Se ponchó una vez cada 20,74 turnos al bate. Los dos mejores bateadores de contacto de los Medias Rojas en la temporada de 2006, Mark Loretta y Mike Lowell se poncharon una vez cada 11 turnos al bate. Wade Boggs lo hizo una vez cada12.31 turnos, Johnny Pesky 1/21.77. En 9.397 turnos al bate, Bill Buckner se ponchó solo 453 veces. Nunca se ponchó más de 39 veces en una temporada, nunca se ponchó tres veces en un juego (en más de 2500 desafíos), y solo se ponchó dos veces en un juego, 44 veces. El 18 de agosto, los Medias Rojas de Boston estaban en el primer lugar de la división este y Buckner bateaba solo para .248. A medida que el equipo se estabilizó en el primer lugar, Buckner se encendió. Despachó 8 jonrones con 20 carreras empujadas entre el 2 y el 14 de septiembre. Fue nombrado jugador de la semana de la Liga Americana durante el lapso del 8 al 14 de septiembre. Tuvo una seguidilla de 17 juegos bateando al menos un imparable que duró hasta el 28 de septiembre. Ese día los Medias Rojas vencieron a los Azulejos de Toronto 12-3 en Fenway Park para ganar el campeonato de la división este en 1986. El juego terminó cuando Bill Buckner atrapó un elevado en primera base. “Ese es un recuerdo maravilloso”, dijo Buckner mientras reflexionaba acerca de la celebración en el terreno después de ganar la división este. “Teníamos mucho que celebrar. Ese era un gran equipo”. Y cada vez que regreso a ese sexto juego de la Serie Mundial de 1986, me doy cuenta de muchos detalles, muchos puntos, una cantidad de pequeños hechos que ocurrieron antes de que esa pelota pasara entre los tobillos de Bill Buckner. Por supuesto que los había visto por televisión, pero por alguna razón u otra no entendía como esos detalles podían tener más influencia en el resultado del juego que el error de Buckner. En cada una de esas reflexiones sucesivas me sentía más triste conmigo por aquella primera reacción, por no ser capaz de apreciar lo que Buckner podía estar sintiendo en sus tobillos, por solo relacionar la derrota de esa noche con la pelota pasando por debajo del mascotín de Buckner. Esa tristeza fue mayor que la que sentí cuando los Medias Rojas perdieron el séptimo juego de esa Serie Mundial. En la serie de campeonato de la Liga Americana, los Medias Rojas llegaron a la parte alta del noveno inning del quinto juego perdiendo 5-2, y estaban abajo 1-3 ante los Angelinos de California. Buckner fue el primer bateador de ese inning y estuvo entrando y saliendo del cajón de bateo. En determinado momento, el pitcher Mike Witt le gritó que regresara a batear. “Yo estaba muy intenso”, recordó Buckner. “Sabía que ese podía ser mi último turno al bate de la temporada y no estaba listo para terminar la temporada”. Entonces bateó un sencillo por el medio del campo y anotó con el jonrón de Don Baylor, para acercar a los Medias Rojas 5-4. Luego vino el dramático jonrón de Dave Henderson que le dio la ventaja a Boston, y después que los Angelinos igualaron el juego en el cierre del noveno, Henderson remolcó la victoria para los Medias Rojas con elevado de sacrificio. Ganaron el sexto y el séptimo juego para adjudicarse su primer banderín desde 1975. Los Medias Rojas de Boston sorprendieron a los favoritos Mets al derrotarlos 1-0 en el primer juego de la Serie Mundial en Shea Stadium. Entonces pusieron la serie 2-0 con una fácil victoria 9-3. Los Mets nivelaron la serie en Fenway Park al vencer a los Medias Rojas 7-1 y 6-2 en los juegos 3 y 4 respectivamente. Bruce Hurst le dio algo de oxígeno a Boston al lanzar un juego completo para vencer al as de los Mets, Dwight Gooden 4-2 en el quinto juego. Así que regresaron a Shea Stadium necesitando solo un triunfo para conseguir aquel largamente esperado título de Serie Mundial. Los Medias Rojas salieron adelante 2-0 en el sexto juego al anotar carreras en el primer y segundo inning. Los Mets empataron el juego en el quinto. Los Medias Rojas replicaron marcando una carrera en el séptimo. Roger Clemens lanzó siete innings muy buenos pero salió por un emergente en el octavo debido a una ampolla. Los Mets empataron el juego otra vez en el cierre del octavo ante Calvin Schiraldi. El juego llegó 3-3 al décimo inning. Boston pareció asegurar la Serie Mundial cuando Dave Henderson descargó un dramático jonrón para iniciar la parte alta de ese décimo inning y los Medias Rojas anotaron otra carrera. Pero aquí viene la primera situación que explica mejor porque los Medias Rojas perdieron ese juego. Después de sacar los dos primeros outs en el cierre del décimo, Schiraldi permitió tres imparables seguidos para que los Mets se acercaran 5-4. La segunda situación ocurrió cuando el relevista Bob Stanley, a un strike del título, lanzó un wild pitch que el cátcher Rich Gedman no pudo manejar y el juego se igualó 5-5. Para ese momento me sentí muy desolado. No podía creer lo que estaba ocurriendo. La misma historia oscura de la incapacidad de los Medias Rojas para ganar una Serie Mundial se estaba escribiendo de nuevo, esta vez con la inspiración más cruel y desgarradora de Edgar Allan Poe y Stephen King. Podía sentir, como en las historias de esos dos titanes literarios, que algo muy feo estaba por ocurrir pero no podía descifrar como iba a manifestarse. Quería dejar de ver el juego, como cuando por un momento cierro los libros más horrorosos de Poe o King, pero de la misma manera que seguía leyendo, decidí continuar viendo esa pesadilla. Con Ray Knight en segunda base y la cuenta en 3 y 2, Mookie Wilson bateó un roletazo hacia primera base que pasó entre los tobillos de Bill Buckner y siguió hacia el jardín derecho, lo cual permitió que Knight anotara la carrera de la victoria. Algun tiempo después de ese juego Buckner aceptó hacer presentaciones con Wilson en eventos de firmas de memorabilia. “Habíamos desarrollado una amistad que duró más de 30 años”, dijo Wilson via los Mets. “Me sentí mal por algunas de las cosas que tuvo que pasar. Bill fue un gran, gran pelotero cuyo legado no debería ser definido por una jugada”. Buckner le dijo a los reporteros, “Estaba jugando más profundo de lo normal, y sabía que Wilson era muy rápido. La pelota pareció haber salido con efecto giratorio del bate y lo noté muy bien. Tenía mucho efecto; me la quedé mirando, esperando que finalmente rebotara. Pero nunca lo hizo. Siguió girando y pasó por debajo de mi mascotín. Es difícil creer que fallé esa pelota. No recuerdo haber perdido una pelota como esa en el pasado”. Al reflexionar sobre esa frase treinta años después, Buckner dijo: “Eso fue lo que ocurrió. No podría decir cual fue el último error que había hecho antes de esa jugada. No hacía muchos errores (su promedio defensivo vitalicio en primera base fue .992) y la mayoría de ellos fueron en tiro, no con roletazos. Fue solo una de esas cosas que pasan”. “Nunca le pregunté a Mac (John MacNamara) que ocurrió. Sé que tuvo un cambio de corazonada. Se que cuida a sus peloteros veteranos, había visto a Buck jugar con las dos piernas adoloridas, los dos pies adoloridos, empujar 102 carreras para ese equipo. No sé si Buck le pidió seguir en el juego. No sé si Mac lo quería en el terreno para la celebración final. Todo lo que sé es que la situación de que habíamos hablado había ido y venido. Tuvimos la oportunidad de abrir el juego. Mac Tuvo la oportunidad de hacer lo que había hecho en la última parte de la temporada. Dejar a Buck en el banco y poner a un sano Dave Stapleton en primera para reforzar la defensa. Nada de eso ocurrió. Y Mac estaba a una hora de unirse a Gene Mauch en la posición más incómoda de todas, un manager puesto en tela de juicio por millones”. Don Baylor. Bill Buckner cometió 128 errores como primera base durante su carrera en MLB. Está en el puesto 79 de la lista de peloteros con más errores cometidos, delante de Ferris Fain (138), Eddie Murray (167), Andrés Galarraga (176), Lou Gehrig (193); y detrás de Gil Hodges (126), Tany Pérez (117), Boog Powell (116), Mike Hargrove (115), Keith Hernandez (115). Los Cachorros de Chicago enviaron a Bill Buckner a los Medias Rojas de Boston el 25 de mayo de 1984; por el pitcher Dennis Eckersley y un jugador del cuadro de ligas menores. “Había llegado a amar Chicago”, recordó Buckner. “Tuve buenos años allí, mi hija mayor Brittany nació mientras yo jugaba allí, y los aficionados eran maravillosos. Pero era tiempo de moverse. Sabía que en Chicago iba a estar en el banco, pero en Boston iba a jugar todos los días. Era bueno cambiar de liga, empezar de nuevo”. Los Medias Rojas estaban en el sexto lugar de la división este de la Liga Americana, con marca de 19-25, cuando Bill Buckner apareció en la alineación el 26 de mayo. En los 113 encuentros que jugó en primera base el resto de la temporada, los Medias Rojas tuvieron marca de 67-48. Buckner lideró el equipo con promedio de bateo de .352 con corredores en posición anotadora, y el equipo terminó en el cuarto lugar de la división este con unas respetables 86 victorias. Él recuerda haber tenido que ajustarse a las dimensiones de Fenway Park. Trabajó mucho con el coach de bateo Walter Hriniak para cambiar su estilo de bateo hasta ser capaz de dirigir la pelota hacia la pared del jardín izquierdo y también para aprovechar todo el espacio del jardín derecho. “Walter fue de gran ayuda para mí”, dijo Buckner. Tuvo una cirugía para remover fragmentos de hueso de su codo izquierdo entre temporadas. Buckner regresó en 1985 para experimentar una de sus mejores temporadas en MLB. Empezó todos los 162 juegos con los Medias Rojas. Tuvo un tope personal en su carrera con 110 carreras empujadas. Sus 201 imparables lo ubicaron de tercero en la Liga Americana, y tuvo el mejor radio de ponches/veces al bate de la liga. También lideró a los Medias Rojas con 18 bases robadas en solo 22 intentos. Empezar en primera base todos los 162 juegos le dio la oportunidad de romper su propia marca de más asistencias para un primera base en una temporada. Sus 184 asistencias superaron su vieja marca de 161 asistencias con los Cachorros de Chicago en 1983. “No es tan grande como parece”, insistió Buckner. “Jugaba profundo en primera porque eso me permitía alcanzar muchas pelotas que podían haber pasado por el hueco entre primera y segunda base. Como resultado de eso, estaba atrapando más pelotas, tenía más jugadas donde el pitcher entraba a cubrir primera base. Después que me lesioné el tobillo jugué casi exclusivamente en primera base y trabajé duro en mi defensa. Estaba muy orgulloso de mi defensa en primera base”. Buckner está justo detrás de Albert Pujols en la marca de más asistencias para un primera base en una temporada. Fue el propietario de esa marca desde 1985 hasta 2009 cuando Pujols realizó 185 asistencias. En cuanto a su marca vitalicia de asistencias como primera base, Buckner se ubica en el puesto 19, empatado con Chris Chambliss, ambos tienen 1351 asistencias, detrás de Andres Galarraga (1376), John Olerud (1418), Pujols (1500) y delante de Gil Hodges (1281), Don Mattingly (1104), Lou Gehrig (1087), Vic Power (1078). Los Medias Rojas de 1985 tuvieron un buen inicio, y estuvieron en segundo lugar a solo dos juegos y medio del primer lugar el 17 de junio. Pero las lesiones aparecieron y el equipo terminó con marca de 81-81, en el quinto lugar de la división este de la Liga Americana. En 1980 Buckner llegó al día final de la temporada en una carrera muy cerrada por el título de bateo de la Liga Nacional. Solo necesitaba un imparable para asegurar el liderato sobre el primera base de los Cardenales de San Luis Keith Hernández. Pudo haber ganado el título quedándose en la banca, pero no quería ganarlo de esa manera. Así que alineó contra John Candelaria y los Piratas de Pittsburgh y se fue de 5-0. Pero Hernández tampoco consiguió imparables y Buckner ganó el título de bateo con un promedio de .324. La próxima temporada, Bill Buckner estaba en el equipo de estrellas de la Liga Nacional. “Eso fue muy emotivo”, recordó él. También empujó el 20% de las carreras de los Cachorros en 1981. Ningún otro grande liga igualó esa marca hasta que Sammy Sosa, también un pelotero de los Cachorros, empujó el 21% de las carreras de su equipo con 160 en 2001. Siguió siendo un factor clave para los Cachorros en las próximas dos temporadas. En 1982 se convirtió en el primer Cachorro con más de 200 imparables en una temporada desde que el inquilino del Salón de la Fama, Billy Williams lo hiciera en 1970. En 1983 estableció marcas personales en dobles (38) y jonrones (16) y estableció una marca de MLB para primeras bases con 161 asistencias. Pero cuando los Cachorros de Chicago empezaron la temporada de 1984, Bill Buckner se quedaba en el banco la mayor parte del tiempo. Los Cachorros habían escogido a Leon Durham como su primera base en lo sucesivo. Es uno de solo cinco peloteros que ha bateado al menos 200 imparables en una temporada en ambas ligas, al despachar 201 inatrapables con los Cachorros en 1982 y 201 con los Medias Rojas en 1985. Los otros que han alcanzado esa meseta son George Sisler (Browns/Braves), Al Oliver (Rangers/Expos), Steve Sax (Dodgers/Yankees), y Vladimir Guerrero (Expos/Angels). Buckner ocupa el puesto 65 entre los líderes vitalicios de MLB en dobles con 498, empatado con Torii Hunter, Al Kaline y Sam Rice; por debajo de John Olerud (500), Tany Pérez (505) y Babe Ruth (506); y por encima de Frank Thomas (495), Lou Brock (486), Dwight Evans (483). En enero de 1977 los Dodgers de Los Angeles enviaron a Bill Buckner y otros dos peloteros a los Cachorros de Chicago por el jardinero Rick Monday y el lanzador Mike Garman. “Esa transacción dolió”, dijo Buckner. “Los Dodgers eran como mi familia. Había estado con esa organización durante toda mi carrera y me habían tratado muy bien. Pero cuando eres negociado de esa manera tienes que recordar que alguien más te quiere”. Bateó para .284 en 1977 mientras jugaba exclusivamente en primera base. Reconoce que tuvo que hacer ajustes significativos. “No se trataba solo de jugar para un nuevo equipo en una nueva ciudad. En el otoño de 1976 yo había tenido otra cirugía de espolones oseos que terminó con una infección por estafilococos. El tobillo nunca se curó bien y hube de cambiar mi enfoque. Pasé de ser un jugador veloz, a otro enfocado en remolcar carreras”. En 1978, Buckner bateó para .323 con 74 carreras remolcadas a pesar de jugar solo en 117 encuentros. Los periodistas deportivos de Chicago lo nombraron “Pelotero del Año en Chicago”, por su destacada actuación. Pero lo que más recuerda de esa temporada es que los Cachorros, quienes venían de años muy difíciles, fueron contendientes durante casi toda la temporada. “Recuerdo que estuvimos ahí o muy cerca del primer lugar alrededor del receso del juego de estrellas y los fanáticos estaban motivados. Los Dodgers habían sido contendores la mayor parte del tiempo que estuve allí y era agradable sentir que los Cachorros tenían alguna oportunidad. Los fanáticos de los Cachorros son maravillosos. Disfruté vivir y jugar en Chicago. Vivía en el centro y solía ir a Wrigley Field en mi bicicleta”. En abril de 1975, Bill Buckner sufrió un severo estiramiento en su tobillo izquierdo mientras se deslizaba en segunda base. “Regresé a jugar luego de algún tiempo en la lista de incapacitados”, recordó él. “Pero mi tobillo no estaba bien, ese fue el comienzo de mis problemas con los tobillos. Me practicaron una cirugía en septiembre para remover un tendón doblado y en octubre me sacaron fragmentos oseos del tobillo”. Había debutado con los Dodgers el 21 de septiembre de 1969. Bateaba para .315 con el Spokane AAA luego de participar en solo 70 juegos en AA. El manager Walter Alston lo envió a batear como emergente con las bases llenas y dos outs en el noveno inning. “Recuerdo lo fuerte que latía mi corazón y pensaba, ‘¿Cómo voy a jugar en las grandes ligas si me voy a sentir de esta manera cada vez que vaya a batear?’ Enfrenté a Gaylord Perry, uno de los mejores lanzadores de los Gigantes. El árbitro principal me dijo, ‘Relájate hijo’. Bateé cuatro o cinco pitcheos en territorio foul. Finalmente bateé una línea hacia el jardín derecho corto que parecía iba a caer, pero Ron Hunt (el segunda base de los Gigantes) hizo una buena atrapada y terminó el juego”. Cuando leí acerca del deceso de Bill Buckner este 27 de mayo; recordé más sus logros que esa infame jugada de la Serie Mundial de 1986 por la que tanto fanáticos como periodistas se acusan por etiquetar a Buckner como responsable de perder la oportunidad de ganar la Serie Mundial. William Joseph Buckner nació el 14 de diciembre de 1949, en Vallejo, Calif., en el hogar de Leonard y Marie Buckner. Su padre falleció cuando él era adolescente. Su madre fue estenógrafa para la California Highway Patrol. Bill creció en American Canyon, Calif., al norte de San Francisco. Actuó en 2.517 juegos en las mayores y bateó 2.715 imparables. En este momento, Buckner ocupa el lugar 55 entre los peloteros que han participado en más juegos en la historia de MLB, detrás de Ernie Banks (2528), Iván Rodríguez (2543), Joe Morgan (2649); y delante de Babe Ruth (2503), Carlton Fisk (2499), Rod Carew (2469). Sus 2.715 imparables lo ubican en el lugar 66 de la lista de todos los tiempos. Ese total es mayor que el de los inquilinos del Salón de la Fama Billy Williams (2,711), Luis Aparicio (2,677), Max Carey (2,665), Nellie Fox (2,663), Harry Heilmann (2,660), Ted Williams (2,654), Jimmie Foxx (2,646), Tim Raines (2,605), Vladimir Guerrero (2,590), Reggie Jackson (2,584), Richie Ashburn (2,574), Manny Ramirez (2,574), and Joe Morgan (2,517). El 8 de abril de 2008, Bill Buckner lanzó la primera pelota de un juego donde los Medias Rojas de Boston celebraban su segundo título de Serie Mundial en cuatro años. El momento más grande de ese día fue cuando Buckner caminó desde el jardín izquierdo hasta el montículo, recibió una prolongada ovación de pie. “Fue difícil para mí hacer eso”, dijo Buckner con lágrimas en los ojos acerca de regresar a Fenway. Dwight Evans fue el catcher de Buckner ese día. “Fui al montículo después de recibir su lanzamiento y él estaba llorando como un niño pequeño”, dijo Evans este lunes. “Eso significó mucho para él”. Alfonso L. Tusa C. June 04th, 2019.© Fuentes _ Crehan Herb. Bill Buckner: Remembering the 1986 American League Championship of the Boston Red Sox. Bostonbaseballhistory.com. April 09th, 2016. _ Slotnik Daniel E. Bill Buckner, All-Star Shadowed by World Series Error, Dies at 69. The New York Times. May 27th, 2019. _ baseball-reference.com _ Baylor Don, Smith Claire. Nothing But The Truth: A Baseball Life. St. Martin’s Press. 1989. Pp 265. _Shaughnessy Dan. Bill Buckner Never Should Have Been Defined By One Play. The Boston Globe. May, 27th, 2019. _ Kuenster Robert. Bill Buckner Was A Winner In The Traditions That Made Baseball Great. Forbes.com. May, 2019.