miércoles, 18 de enero de 2017

Esquina de las Barajitas: Elrod Hendricks. Topps. 1969

Bruce Markusen Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. La colección 1969 de Topps se ha ganado su cuota de críticas a través de los años. Esa fue la temporada cuando Topps tuvo que usar fotografías viejas, algunas de dos o tres años atrás, debido a que los peloteros rechazaron posar para nuevas fotos, estaban disgustados con la compensación que estaban recibiendo de la compañía de barajitas. Por eso vemos tantos peloteros sin gorras, o usando uniformes que no corresponden con sus equipos para ese momento. A pesar de eso me gusta la colección de 1969. La fotografía es muy sólida a través de toda la serie. Hay muchos primeros planos de peloteros, hechos de frente y de perfil. También disfruto el diseño de las barajitas. Es simple y limpio. El nombre del equipo aparece en un tipo de letra atractiva en la parte baja, mientras un círculo coloreado cerca del tope contiene el nombre y la posición del pelotero. El diseño es balanceado y sin interferencias, permite que la fotografía ocupe la mayor parte del espacio en blanco del frente de la barajita. La barajita de Elrod Hendricks de 1969 nos regala una curiosidad especial. La mayor parte de su carrera él fue conocido como “Elrod” o “Ellie”. No puedo recordar , ni siquiera una vez, que un locutor o periodista se haya referido a él como “Rod”. Aún así ese es el nombre que aparece en el frente de la barajita. “Rod Hendricks”. Como pelotero joven que venía de su temporada de novato, Hendricks aún no era un nombre reconocido en 1969. Quizás alguien asumió que su nombre era Rod. O tal vez el quería ser llamado Rod, y cambió de opinión más adelante en su carrera. O tal vez el diseñador de Topps simplemente no sabía el nombre. Me parece que podemos estar agradecidos de que nadie lo llamara “E-Rod”. En 1970, Topps notó el error y corrigió el nombre para que se leyera “Elrod Hendricks”. Permaneció de esa manera en 1971. Para 1972, Topps usó el menos formal nombre de Ellie. En 1973, Topps no sacó barajitas de Hendricks, pero lo devolvió a la carpeta en 1974. Permanecería como Ellie en sus barajitas Topps por el resto de su carrera. Fui lo suficientemente afortunado de compartir con Elrod Hendricks una vez. Fue en la primavera de 1996. Realizábamos entrevistas con video para el archivo del Salón de la Fama, y Hendricks estuvo más que complacido de cumplir con nuestra solicitud. Con los Orioles preparándose para jugar ante los Yanquis en su nueva facilidad de entrenamientos primaverales en Tampa Fla., Hendricks estaba en su lugar usual: Sobre el terreno de juego, donde adoraba estar cada vez que fuese posible. Encontré a Hendricks, quien hablaba con cualquiera, tan accesible como cualquiera. Empecé preguntándole por sus memorias favoritas, incluyendo momentos de Serie Mundial. También le pregunté acerca de jugar en la serie de 1971 ante Roberto Clemente, quién llevó a Pittsburgh a la victoria en siete juegos. Hendricks tuvo el mayor respeto por Clemente. También recuerdo a Hendricks sonriendo a través de la entrevista. Fue afable al poner de su parte para aportar buenas visiones íntimas para el archivo del museo. Mientras los peloteros estrella a menudo se convierten en los rostros de las franquicias, a veces los peloteros polifuncionales se hacen sinónimos de un equipo mediante su trabajo duro, longevidad, un espíritu orientado hacia la comunidad, y una amigabilidad general. Hendricks representaba todas esas cualidades, lo cual lo hacía tan reconocible como Cal Ripken Jr., o Brooks Robinson. De muchas maneras, Hendricks era los Orioles. Su carrera con los Orioles se extendió desde 1968 hasta 2005, cuando trabajó con la organización como coach. Si no hubiera sido por breves pasantías con los Cachorros de Chicago en 1972 y los Yanquis de Nueva York en 1976 y 1977, Hendricks habría sido asociado continuamente con los Orioles por 38 temporadas seguidas. Por más que recuerdo a Hendricks por sus días con los Orioles, ellos no fueron su primera organización. Hendricks firmó con los viejos Bravos de Milwaukee en 1959, pero solo duró dos temporadas en su sistema de granjas antes de ser cesanteado. Entonces firmó con los Cardenales de San Luis, pasó temporada y media en su sistema de ligas menores antes de recibir otro despido. Buscó refugio en la liga mexicana, firmó con el Jalisco. Allí se convirtió en figura legendaria, particularmente luego de largar 41 jonrones y batear .316 en una temporada. En algún momento de agosto de 1966, Jalisco decidió obtener efectivo por Hendricks y vendió su contrato a los Angelinos de California. Luego de terminar 1966, él jugó otra temporada en el sistema de los Angelinos. Cuando los Angelinos decidieron no protegerlo en el draft de la regla 5, los Orioles lo reclamaron, lo habían seguido en la liga invernal puertorriqueña. Los Orioles lo subieron a las grandes ligas en 1968, para terminar su larga década de aprendizaje en las ligas menores. La perseverancia de Hendricks pagó resultados, debido a que las reglas dictaban que los Orioles tenían que mantenerlo en su roster por todo 1968. Lo usaron como catcher a medio tiempo, alternándolo con Andy Etchebarren. Solo bateó .202 en 79 juegos, pero jugó tan bien defensivamente y tuvo una personalidad tan llevadera que se ganó el favor del manager Earl Weaver y se convirtió en una constante en Baltimore. Hendricks nunca se convertiría en estrella, pero fue uno de esos maravillosos jugadores alternativos a quienes Weaver apreciaba y usó tan efectivamente durante la carrera por el campeonato desde 1969 hasta 1971. El pico de su carrera llegó en la Serie Mundial de 1970, cuando bateó para .364 y descargó un jonrón en la victoria del quinto juego sobre los Rojos de Cincinnati. Como cátcher quien bateaba a la zurda, Hendricks se alternaba con Etchebarren, dándole a los Orioles un jonrón ocasional y un catcher capaz de forjar una buena comunicación con su talentoso cuerpo de lanzadores. Fue particularmente ágil detrás del plato, una destreza que le permitió moverse y bloquear pitcheos que pudieron haber burlado a otros catchers. Hendricks no lucía como un catcher típico. Alto y flaco, tenía la contextura de un campocorto o la de un jardinero central. Le tocó ser cátcher en una época cuando a pocos peloteros negros o latinos les daban la oportunidad de jugar detrás del plato. No por sorpresa, catchers élite defensivos como Hendricks y Manny Sanguillén brillaron una vez que les dieron la oportunidad. Permaneció con los Orioles hasta mediados de la temporada de 1972, Hendricks se hizo canjeable debido a la insurgencia de otro joven cátcher quien bateaba a la zurda, Johnny Oates. Ahora con exceso en esa posición, los Orioles cambiaron a Hendricks a los Cachorros por el jardinero veterano Tommy Davis. Debido al desgaste de Randy Hundley, los Cachorros necesitaban ayuda en la receptoría, pero la pasantía de Hendricks en Chicago se convirtió casi en un desastre. Bateó solo .116 en 56 turnos. ¿La razón? Tenía un depósito de calcio en el cuello, una condición que le causaba parálisis parcial en su brazo y mano derechos. Era muy difícil para Hendricks sostener las llaves de su carro, ni hablar de controlar un bate de madera. Desilusionados con su pobre juego, los Cachorros cambiaron a Hendricks ese invierno. Lo enviaron de vuelta a los Orioles, acordaron por el catcher de ligas menores Frank Estrada como compensación del cambio. Al haber negociado a Oates durante el invierno, los Orioles ahora necesitaban un catcher que bateara a la zurda para respaldar a recién adquirido Earl Williams. Era un cargo para el cual Hendricks, un gran jugador defensivo, estaba dotado perfectamente. Tampoco dolió que Hendricks hablara inglés y español, una habilidad que le permitió comunicarse mejor con el as zurdo Mike Cuellar. Hendricks permaneció en la posición de reserva hasta la fecha límite de cambios de 1976, cuando los enviaron lo enviaron hacia Nueva York como parte de un cambio múltiple que llevó a Rick Dempsey y a Scott McGregor hasta los Orioles. Hendricks se convirtió en cátcher reserva de los Yanquis, al jugar detrás del duradero y talentoso Thurman Munson. Como bateador zurdo y tipo de un fuerte carácter en el clubhouse, Hendricks pareció ajustarse perfectamente como cátcher reserva en el Bronx. Pero pasó la mayor parte de la temporada en el Syracuse AAA. Quizás eso explica porque los Yanquis lo dejaron ir después de es temporada, permitiéndole regresar a Baltimore por tercera vez- Se convirtió en coach/jugador para los Orioles en 1978 y entonces apareció en un juego final en 1979 antes de su carrera como jugador activo. Hendricks se convirtió en coach a tiempo completo. Como coach de bullpen de los Orioles, trabajó con varios managers, durante algunos años que se extendieron desde 1978 hasta 2005. A lo largo de ese trayecto, sobrevivió un enfrentamiento con el cáncer testicular y un ataque cardíaco, pero siguió trabajando como coach. Despues de la temporada de 2005, los Orioles lo reasignaron debido a las preocupaciones por su salud. El 21 de diciembre de ese año, sufrió un ataque masivo cardíaco que se llevó su vida. Estaba a un día de su cumpleaños 65. Las estadísticas vitalicias de Hendricks dificilmente son impresionantes, pero para los aficionados del beisbol de la década de 1970, el valor de él excedía a los números. Como dijo el pitcher derecho del Salón de la Fama, Jim Palmer acerca de Ellie en una entrevista de 2001: “Él era el receptor perfecto. Si yo le decía que se sentara hacia la esquina, él se sentaba en la esquina. Si yo lanzaba la pelota a tiempo, él podía sacar out al corredor. Él recibió mi juego sin hits ni carreras en 1969. Yo tenía la máxima confianza en él”. Además, Hendricks podría ser el mejor pelotero que hayan producido las Islas Vírgenes. El nativo de St. Thomas no empezó a practicar el juego hasta que tuvo 13 años de edad, y solo después que sus empeines habían sido aplastados por las ruedas de un camión. Pero él se las arregló para recuperarse de la lesión, aprender el juego, y eventualmente llamar la atención de Hank Aaron, quien estaba de visita en las Islas Vírgenes durante el receso invernal. Aaron recomendó a los scouts de los Bravos que firmaran a Hendricks. Los Bravos siguieron su consejo. Lo más importante, es que Ellie fue una de las buenas personas del beisbol. Entusiasta, optimista y siempre dispuesto a retribuirle al juego, Hendricks dejó una impresión positiva en todas las personas con quienes compartió. Estoy agradecido de haber sido una de esas personas. Por esa y muchas otras razones los aficionados de los Orioles seguramente entienden, porque el juego extraña a tipos como Ellie Hendricks. Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR Traducción: Alfonso L. Tusa C.