viernes, 28 de agosto de 2015

Duelos de pitcheo épicos.

Geoff Young. 15-12-2010. The Hard Ball times. 9 de Julio de 1971: Angelinos de California (0) Rudy May (12 IP, 3 H, 0 R, 6BB, 13 SO, 103 GSc) , Atléticos de Oakland (1) Vida Blue (11 IP, 7 H, 0 R, 0 BB, 17 SO, 100 GSc), 20 innings. May, de 26 años de edad, quien asistió a la escuela secundaria en Oakland, lanzó el juego de su vida frente a los aficionados de su ciudad de procedencia. Lo hizo contra un buen equipo. Los Atléticos ganarían 101 juegos antes de ser derrotados por los Orioles de Baltimore en la serie de campeonato de la Liga Americana (y luego ganaron las próximas tres Series Mundiales). Los Atléticos tenían a los veteranos Sal Bando, Mike Epstein, Reggie Jackson y Rick Monday así como a un joven Gene Tenace. En otras palabras, May no estaba dominando a un grupo desconocido. May había sido firmado originalmente como agente libre amateur por los Mellizos de Minnesota. Luego de hacer paradas de ligas menores en las organizaciones de los Medias Blancas y los Filis, llegó a los Angelinos en un cambio de diciembre de 1964 por el zurdo Bo Belinsky. Esta noche de viernes, May abusó repetidamente de la talentosa alineación de los Atléticos. Permitió que se le embasaran dos corredores en el segundo inning pero abanicó a su rival, Blue, para terminar la amenaza. La próxima vez que Oakland mostró señales de vida llegó en el noveno inning, cuando Jackson abrió con boleto y robó segunda base. El pitcher Blue Moon Odom corrió por Jackson (el manager Dick Williams a menudo empleaba a Odom como corredor emergente; no está completamente claro porque Odom entró en este caso, aunque Jackson estuvo ausente de la alineación el día siguiente, quizás había sufrido alguna lesión). Luego que Tommie Davis elevara al centro, May caminó intencionalmente a Bando para enfrentar al receptor Dave Duncan, quien se ponchó. Con el débil bateador, el campocorto Larry Brown en turno, Williams llamó a Tenace de la banca; May lo ponchó también, y eso fue todo. (Tony LaRussa, cuya larga asociación con Duncan apenas comenzaba, reemplazaría a Brown en el campo). May finalmente dio paso a Eddie Fisher en el inning 13. Durante su estadía, May enfrentó 43 bateadores y solo permitió que dos corredores llegaran a posición anotadora (Bando en el segundo, Jackson en el noveno inning). Fue una actuación dominante que resultó infructuosa gracias a una salida similar de un zurdo aun mejor. Sin embargo May tuvo al menos un corredor embasado en varios innings. En el primero recibió imparable al centro de Angel Mangual. En el segundo caminó a Sal Bando y Dick Green bateó infield-hit. En el tercero caminó a Mangual. En el cuarto volvió a caminar a Bando. En el quinto Mangual sencilleó a la izquierda. En el octavo caminó a Blue. En el noveno caminó a Jackson y Bando. En el undécimo Monday se embasó por error de Syd O’Brien. Blue subió con los Atléticos en 1969 y 1970, pero 1971 fue su primer año completo en las Grandes Ligas…y ¡oh, que año! A la madura edad de 21 años, él lideró la Liga Americana en efectividad (1.82) y blanqueos (8), para llevarse a casa los premios Cy Young y jugador más valioso. (Tambien trabajo un tope personal de 312 innings, quizás para ayudar a explicar porque bajó a 151 la temporada siguiente) ¿Qué tan bueno fue Blue en la campaña de 1971? Bien, ningún pitcher de 21 años quien calificara para el título de efectividad nunca tuvo una mejor efectividad + Player Year IP ERA+ Vida Blue 1971 312.0 185 Smoky Joe Wood 1911 275.2 162 Hal Newhouser 1942 183.2 162 Bob Feller 1940 320.1 161 Mark Fidrych 1976 250.1 159 Babe Ruth 1916 323.2 158 Ralph Branca 1947 280.0 156 Bret Saberhagen 1985 235.1 145 Eppa Rixey 1912 162.0 144 Britt Burns 1980 238.0 143 WAR (otra medida sabermétrica) cuenta una historia similar, con Blue (8.8) ubicado de segundo solo de Bob Feller (9.4) en esa categoría. El punto es, que Blue disfrutó de una de las campañas más exitosas para un pitcher de 21 años. Y contra los Angelinos, en su mejor temporada, Blue lanzó su mejor juego. Se metió un poco más en problemas que May (porque May, como se recordará, no tuvo ninguno). Los Angelinos montaron una seria amenaza en el sexto. El cátcher Jerry Moses abrió con doble a la izquierda. Luego que May se ponchara, Sandy Alomar padre sencilleó a la izquierda, y Moses avanzó hasta tercera. Con corredores n los ángulos, Blue se enserió y ponchó a Ken Berry y al una vez peligroso Tony Conigliaro (adquirido el octubre previo) para escapar ileso. En el octavo, Blue permitió un sencillo a May con un out. Alomar, quién había conectado dos imparables, sencilleó a la izquierda, sirviendo la mesa para Berry y Conigliaro. Pero Blue de nuevo los retiró, y eso marcó la última amenaza seria de los Angelinos contra él. Salió del juego en el inning 11. A partir del duodécimo relevó Rollie Fingers. Blue concedió imparable a la izquierda de Jim Spencer en el segundo episodio. Además de las amenazas del sexto y el octavo, en el séptimo Spencer se embasó por infieldhit. En el undécimo Berry conectó sencillo al centro. Los relevistas también estuvieron intraficables. Fisher trabajó cinco entradas en blanco por California, escapó a una amenaza de bases llenas en el décimocuarto. En la acera de enfrente el cerrador del Salón de la Fama Rollie Fingers desplegó siete entradas de blanqueo (salvó 17 juegos en 1971 pero aun abría ocasionalmente; además, esta fue solo su tercera aparición más larga como relevista en su carrera). En el vigésimo inning, con el derecho de los Angelinos Mel Queen comenzando su tercer episodio de trabajo, Oakland finalmente consiguió la única carrera del juego. Queen golpeó a Curt Blefary para iniciar el episodio. Luego que Epstein salió con elevado a primera base, Dick Green bateó imparable a la izquierda y Blefary llegó a segunda base. Luego, Catfish Hunter, emergiendo por el relevista ( y ganador) Darold Knowles (quién a su vez había relevado a Bob Locker en el inning 19), se ponchó. Angel Mangual probó ser un matador de Angelinos, al largar una línea imparable hacia la derecha que trajo al plato a Blefary para decretar la victoria. De acuerdo al New York Times, el juego, el cual había pasado el límite de tiempo de la 1 a.m., habría sido suspendido si Mangual no hubiese empujado la carrera ganadora. También reporta que los dos equipos se combinaros para 43 ponches, lo cual acabó con el registro previo de 36 fijado por los Mets de Nueva York y los Gigantes de San Francisco en 1964. May terminó la campaña de 1971 con marca de 11-12 y efectividad de 3.02 (107 efectividad +). Él pasó partes de 16 temporadas en las Grandes Ligas, en las cuales agenció marca de 152-156 con efectividad de 3.46 (102 efectividad +). Las mejores actuaciones de May llegaron a mediados de su década de los treinta, con los Expos de Montreal (1979) y los Yanquis de Nueva York (1980, cuando lideró la Liga Americana en efectividad). May nunca fue llamado al equipo de estrellas, eso lo convirtió en el pitcher más ganador desde que apareció el Juego de Estrellas en ser excluido de las escogencias. Para Blue, 1971 representó el pináculo de su carrera. Luego de ganar solo seis juegos la siguiente temporada, Blue se recuperó en 1973 y disfrutó algunas campañas sólidas con un equipo de Oakland muy poderoso (ganó 20 juegos en 1973 y 22 en 1975) antes de mudarse al otro lado de la bahía y mantenerse dando que hacer por algunos años más. The New Bill James Historical Baseball Abstracts cataloga a Blue como el pitcher número 86 de la historia del beisbol, recalcando que ganó tantos juegos como Don Drysdale. En partes de 17 temporadas, Blue dejó marca de 209-161 con efectividad de 3.27 (108 efectividad +). Entre jugadores más recientes, la carrera de Blue tiene cierta similitud con la de Kenny Rogers, aunque Blue fue mucho más dominante en su pico. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 25 de agosto de 2015

Cincuenta años después que Juan Marichal de los Gigantes golpeó a John Roseboro de los Dodgers con un bate, todo está disculpado.

Bill Plaschke. Los Angeles Times. 22-08-2015. Hace cincuenta años este fin de semana, Juan Marichal de los Gigantes de San Francisco descargó un batazo sobre la cabeza de John Roseboro de los Dodgers de Los Angeles en un tormentoso momento de la historia de los deportes. Fue una pelea que definió para siempre la más enconada de las rivalidades, con una horripilancia que ofreció un miedo nuevo a la violencia deportiva. Cincuenta años después, la memoria más duradera de la pelea más famosa del beisbol es que esta no define a los hombres que la protagonizaron. Este lunes 24 de agosta es el decimotercer aniversario de un momento mucho más poderoso, uno ocurrido en el funeral de Roseboro, cuando, en un salón lleno de viejos Dodgers, un viejo Gigante de pronto caminó hacia el estrado. Era Marichal, quién quería decir adiós, y agradecer. “Que Johnny me haya disculpado fue una de las mejores cosas que me pasaron en la vida”, le dijo Marichal a la sorprendida concurrencia. “Deseo poder haber tenido a John Roseboro como mi cátcher”. Ustedes seguramente habrán visto la foto, la imagen de Neil Leifer de Marichal agitando su bate sobre su cabeza mientras Roseboro cae al suelo. Esa fue una portada de Sports Illustrated que pareció haber sido reimpresa por 50 años. Fue una foto que ilustró el programa del funeral de Roseboro. Morgan Fouch, una de las hijas de Roseboro, dijo que esa no es la foto más icónica de su casa. “Las fotos que tengo son unas de mi padre y Juan Marichal parados juntos sonriendo”, dijo ella. La pelea fue incluida en la primera línea del obituario de Roseboro cuando el falleció en agosto de 2002, por encima de sus cuatro Juegos de Estrellas, tres campeonatos de Serie Mundial con los Dodgers, y su papel en dos no-hitters de Sandy Koufax. Cuando su hijo Jaime habla de la dureza de su padre, eso no tiene que ver con la pelea real, sino con lo que ocurrió después. “Cuando pienso en agallas, pienso en lo que hizo mi padre al hacerse amigo de Marichal”, dijo él. “Si hubiera sido yo, no se si lo hubiera disculpado. ¿Alguien básicamente viene a tu casa y te lanzaba un bate a la cabeza? Mi padre era un hombre más grande que yo”. John Roseboro media alrededor de 1,70 metros, pesaba menos de 100 kg, pero era absolutamente grueso, la roca inamovible quién ayudó a formar la fundación de los Dodgers a través de sus tempranos años gloriosos en Los Angeles. Hablaba con tan poca frecuencia, que lo llamaban en broma “Gabby”. Pero su presencia era tan fuerte que Koufax lo consideraba quizás el cátcher más grande de los Dodgers de todos los tiempos. “Para mí, John Roseboro fue el cátcher”, me dijo Koufax una vez. “Con él ahí, sentía que nunca estaba solo”. No era sorpresa, entonces, que Roseboro estuviera en medio de la estufa ardiente que fue la serie final de fin de semana entre los Dodgers y los Gigantes el 22 de agosto de 1965, en Candlestick Park. Los equipos estaban en el calor de una carrera por el banderín, y ya había ocurrido un incidente entre Matty Alou de los Gigantes y Roseboro temprano en la serie que terminó con Marichal gritándole a Roseboro desde los escalones del dugout. “Si no cierra su bocota, recibirá un bolazo detrás de su oreja”, Roseboro le gritó de vuelta a Marichal, de acuerdo al libro de John Rosengren, “The Fight of Their Lives: How Juan Marichal and John Roseboro Turned Baseball’s Ugliest Brawl into a Story of Forgiveness and Redemption”. La tarde dominical, luego que Marichal y Koufax habían intercambiado pitcheos a la espalda ante Maury Wills y Willie Mays respectivamente, Marichal fue más allá al recostarle la pelota a Ron Fairly, en ese punto Roseboro le dijo a Koufax que él se encargaría de eso. Cuando Marichal fue a batear, Roseboro lanzó la pelota a Koufax por detrás de la cabeza de Marichal, casi rozándole la oreja. Marichal le reclamó al cátcher, entonces Roseboro maldijo al pitcher y caminó hacia él, en ese momento Marichal levantó el bate sobre su cabeza y golpeó la cabeza descubierta de Roseboro, la madera aterrizó sobre su ojo izquierdo, le causó una cortadura de dos pulgadas y un hematoma. “Tenía el infierno encima, sangre por todas partes”, me dijo Roseboro en 1990. El zafarrancho duró 14 minutos, la visión de Marichal golpeando a Roseboro con el bate vivirá por siempre. Cada vez que cualquier jugador de ligas menores de los Dodgers o Gigantes pregunta porque sus equipos no se gustan mutuamente, los jugadores antíguos traen ese momento. Marichal fue suspendido por ocho días, restringido de unirse a los Gigantes en Dodgers Stadium para dos juegos de fin de temporada, y multado con 1.750 $. Roseboro, quien necesitó 14 puntos de sutura y sufrió dolores de cabeza el resto de la temporada, demandó a Marichal, ante un tribunal por 7.500 $, y eso fue el fin de eso. O así pensaron todos. “La percepción muestra a Marichal como el villano y a Roseboro como la víctima, y Roseboro estuvo de acuerdo con eso, pero entonces se sintió culpable por eso”, dijo Rosengren en una entrevista. Diez años después de la pelea, los dos hombres estrecharon manos por primera vez desde entonces, cuando se encontraron en un juego de jugadores antíguos de los Dodgers. Para ese momento, Marichal se había unido a los Dodgers brevemente, como agente libre al final de su carrera. Su encuentro fue cordial, ellos participaron en una entrevista televisiva durante la cual Marichal se excusó por el incidente y Roseboro respondió con, “No se puede vivir con resentimiento”. Pero aún persistía cierta tensión cuando, 17 años después de la pelea, Marichal telefoneó a Roseboro para pedirle un favor. De acuerdo a Barbara, la esposa de Roseboro quién falleciera en 2012, así fue como se desarrolló la conversación. “John, todavía estás molesto” “No”. “John, necesito tu ayuda”. Marichal empezaba un tercer intento seguido por ingresar al Salón de la Fama luego de no recibir los votos suficientes en sus dos primeras oportunidades de elegibilidad. Estaba seguro de que su pelea con Roseboro era la razón de su exclusión. Marichal necesitaba la ayuda de un hombre a quién una vez pudo haber matado, para que lo ayudara a ser inmortal. Había ido al lugar correcto. “Mi padre era la persona a quién más fácil se le daba disculpar que conocí, y esta situación fue de verdad como cualquier otra”, dijo Fouch. “Si yo alguna vez hacía algo equivocado, le decía, ‘Papi, lo siento mucho’, y el respondía, ‘Está bien, vamos a comer helado’”. En pocas semanas, Roseboro había volado con su familia hasta República Dominicana para aparecer en el torneo de golf de Marichal y anunciar al mundo que todo estaba disculpado. En pocos meses, el teléfono de Marichal sonaba de nuevo, era Marichal otra vez. Había sido elegido al Salón de la Fama. Pronto ambos hombres lloraban. Muchas gracias, muchas gracias, muchas gracias”, dijo Marichal. Roseboro sintió esa gratitud el resto de su vida. Cuando el cátcher estaba en su lecho de enfermo por complicaciones cardíacas a los 69 años en el verano de 2002, Marichal me telefoneó desde República Dominicana con voz desesperada. “Por favor, dile a John que resista”, dijo Marichal. “Por favor dile que estoy rezando por él”. La voz de Marichal se quebró cuando agregó, “Maravilloso, es un hombre maravilloso. Desde hace mucho tiempo lo disculpé y de verdad espero que él me haya disculpado”. Cuando Roseboro falleció el 16 de agosto de 2002, Marichal siguió rindiéndole honores al volar a Los Angeles para servir como orador honorario y pronunciar una de las eulogías en su funeral. En ese momento, el poder de la disculpa fue más fuerte que el de un bate de beisbol agitado con rabia. Uno de los capítulos más horribles de esta a veces sin sentido rivalidad Dodgers-Gigantes finalmente había terminado, y por una vez, había triunfado el espíritu humano. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 24 de agosto de 2015

La fiebre del beisbol crece en Montreal con la esperanza de un equipo nuevo.

David Waldstein. 18-08-2015. The New York Times. Montreal__ A lo largo de la pared del fondo de una tienda nueva de revistas y souvenir en el Trudeau International Airport de Montreal, has y despliegue de productos de equipos deportivos: camisetas, gorras, pocillos de café y cosas por el estilo. Los logos de los artículos eran de solo dos equipos, los Canadiens, la franquicia icónica de Montreal en la liga de hockey sobre hielo (NHL), y los Expos, un equipo de beisbol que no ha existido por más de una década. Pero durante los pasados tres años, y en particular los meses pasados, una serie de eventos ha llevado a las personas de Montreal a considerar la idea de que el beisbol podría regresar. Es una esperanza tan fuerte que de nuevo es posible comprar mercancía de los Expos en las tiendas del aeropuerto, y soñar con un día cuando un equipo de Grandes Ligas llame de nuevo a Montreal su hogar. “No pienso que sea un asunto de condicionalidad”, dijo Warren Cromartie, un antiguo jardinero de los Expos quien ha tomado en papel de liderazgo en los esfuerzos por traer un equipo de vuelta a Montreal. “Es un asunto de cuando”. Esta es una expresion común entre los entusiastas del beisbol en Montreal quienes sienten, que en este momento, están más cerca de traer de vuelta a un equipo que en cualquier momento desde que los expos salieron de Montreal en 2004 para convertirse en los Nacionales de Washington. Una vez considerada una ciudad difícil para el beisbol, Montreal disfruta de un renacimiento como la mejor opción en una lista de potenciales localidades que incluye a San Antonio; Charlotte, N.C.; y Las vegas. Y la conversación aquí ha avanzado hasta la próxima etapa: sea que los Rayas de Tampa Bay se muden a Montreal, o que la ciudad consiguiera un equipo cuando el beisbol se expanda de nuevo. Ambas opciones están rodeadas de obstáculos, pero el optimismo sigue ahí. “Las cosas han cambiado poco aquí desde que los Expos se fueron”, dijo Andrew Farrar, un antiguo aficionado de los Expos de 37 años y artista de hip-hop quien responde al nombre de Annakin Slayd. “Diría que justo ahora, es considerado como un hecho que un equipo vendrá de vuelta”. Farrar y sus amigos aficionados de los Expos han tenido sus corazones rotos antes, y podrían estar exponiéndose a más dolor. Major League Baseball ama la idea de que varias ciudades, aún las que han tenido un equipo antes, quieran invertir en el deporte. Pero Montreal ya perdió un equipo en medio del derrumbe de la asistencia. El beisbol necesita ser persuadido de que a esta ciudad puede confiársele otro equipo. Con una población de más de cuatro millones de habitantes en la zona metropolitana, Montreal es la ciudad más grande de Norteamérica sin un equipo de beisbol, y ahora tiene dos canales televisivos en idioma francés necesitados de contenido, en contraste a los días cuando los Expos se fueron. Los aficionados de aquí ven a Rob Manfred, el nuevo comisionado de beisbol, como más abierto a la idea de beisbol en Montreal más que su predecesor, Bud Selig. En una reciente entrevista telefónica, Manfred dio su bendición a Montreal como un potencial sitio futuro, con énfasis en la palabra potencial. “O tenemos que estar en un modo donde nos estamos expandiendo o alguien está buscando reubicación”, dijo Manfred. “Asumiendo que estamos en uno de esos modos, veo a Montreal como una posibilidad viable”. Esa clase de palabras hicieron a los una vez desesperanzados aficionados al beisbol de Montreal como Farrar entrar en histeria con anticipación. Farrar es el hijo de un antiguo dueño de abono por toda la temporada de los Expos y espera que un día pueda comprar sus propios boletos y usarlos en un reluciente estadio nuevo en el centro. En 2010, cuando Andre Dawson fue inducido al Salón de la fama como Expo, Farrar hizo un tributo con un video musical que se convirtió en la plataforma de lanzamiento de una campaña para traer al beisbol de vuelta a Montreal, con lo impensable que era para el momento. “Cuando lo mostré por primera vez, la gente se reía en mi cara”, dijo Farrar. “Ahora todos aquí piensan que definitivamente va a ocurrir”. Él señaló la muerte de la antígua estrella de los Expos, Gary Carter en 2012 como un momento galvanizador porque trajo el foco de vuelta a los Expos. Hoy,en la tiendas de artículos deportivos de St. Catherine Street, es más fácil encontrar la camiseta número 27 de Vladimir Guerrero de los Expos que una camisa del quarterback de los Alouettes de Montreal. Una recorrido de apoyo Se puede discutir que el renacer del logo rojo, blanco y azul de los Expos, el cual a menudo es mostrado en las calles, es tanto una moda como una expresión de respaldar la causa. Pero la causa ha conseguido apoyo. En 2011, Farrar y Matthew Ross empezaron Expos Nation, encargándose de una página de Facebook de los expos casi adormecida que ahora tiene más de 164000 likes. Por supuesto, los likes de Facebook no necesariamente se van a traducir en boletos de temporada, ni garantizan que los grandes inversionistas firmarán para financiar un nuevo estadio y persuadir al beisbol de regresar. Aquí es donde llega Warren Cromartie. En 2012, él fundó el Montreal Baseball Project, una organización dedicada a traer de vuelta al beisbol a la ciudad donde el jugó desde 1974 hasta 1983. El grupo ya tiene un impresionante despliegue de patrocinantes, y eso ayudó a producir un estudio de 400.000 $ que concluyó que un equipo podría triunfar en Montreal. El reporte incluyó un puñado de sitios para un posible estadio, el más atractivo de los cuales podría ser una localidad cercana a un cuerpo de agua de la ciudad. Ese reporte fue uno de los desarrollos que agregó más optimismo en Montreal acerca del beisbol. Otro fue la asistencia sorprendente en juegos de exhibición recientes en Olympic Stadium, la antígua casa de los Expos. En 2014, los Mets y los Azulejos de Toronto jugaron una serie ahí que atrajo 96.000 en dos días. Este año, los Azulejos jugaron ante los rojos de Cincinnati otro par de juegos de exhibición, con asistencia de más de 96.000. El alcalde de Montreal, Denis Coderre , lanzó la primera pelota en uno de los juegos de 2014 vestido con gorra y chaqueta de los Expos. Él es un abogado celoso de la causa, y el 28 de mayo, fue a Nueva York y se reunió con Manfred para oficializar el profundo interés de la ciudad por tener un equipo de vuelta. A él, le dijeron los requisitos para hacer que eso ocurriera. Coderre también hizo una petición para tener juegos de la temporada regular de beisbol en Montreal durante los próximos años, lo cual Manfred dijo que consideraría. Destino Reubicación. Mientras la expansión no sea aprobada, ella no es una priorida real para el beisbol. La solución más simple, en la que la mayoría de las personas coincide, sería que los Rayas con sus asistencias bajas, quienes juegan en un estadio cerrado sin atractivo, se mudaran al norte. Tampa Bay ha tenido la peor asistencia del beisbol cada año desde 2012, de acuerdo a ESPN, y esta temporada está de nuevo en el fondo de la lista, promediando 15.903 boletos vendidos por juego. Los Rayas juegan en el este de la Liga Americana, así que si se mudaran a Montreal, cerca de equipos como los Yanquis, los Medias Rojas de Boston y los Azulejos generarían rivalidades naturales y probablemente aumentarían la asistencia en los alrededor de 28 juegos que esos equipos efectuarían en Montreal cada temporada. “La rivalidad entre Montreal yToronto en la misma división sería increíble”, dijo Russell Martin, un cátcher de los Azulejos. Él creció en Montreal y una vez tuvo un afiche de la propuesta de un estadio en el centro pegado en su pared. “Estoy ansioso porque eso ocurra. Pienso que definitivamente ocurrirá”. Aunque, no hay que ir tan rápido. Los Rayas están comprometidos en un acuerdo de uso del Tropicana Field que los ata a St. Petersburg, Fla., hasta 2027. Por el momento, St. Petersburg no le permitirá a los Rayas ir a otros lugares de Tampa en busca de un sitio posible para jugar, ni pensar en mudarse a otro país. Los Atléticos de Oakland también han sido mencionados como posible candidato para Montreal, pero eso también sería complicado. Luego está la pregunta de construir un estadio nuevo en Montreal. El beisbol no comtemplará la idea de remodelar Olympic Stadium, que es cerrado, como solución a largo plazo. Por lo que debe haber movimiento de terreno, y cientos de millones invertidos en una estructura nueva. “Dada su historia”, dijo Manfred de los Expos, “ellos tienen que tener un plan muy concreto acerca de su estadio”. Esa historia es una de corazones agitados. Nacieron en 1969, y jugaron en el pequeño y abierto Jarry Park hasta 1977, los Expos tuvieron una marca de asistencia mezclada. Desde 1981 hasta 1983, tuvieron la tercera asistencia más alta de la Liga Nacional, llegando a los 2.3 millones en 1982 y 1983. En 1994, cuando los Expos tuvieron el mejor del beisbol en una temporada finalizada por una huelga de peloteros, estaban promediando 24.543 aficionados por juego, más que los Mets. Perto con la huelga empezó la muerte lenta del beisbol en Montreal. El grupo dueño para el momento, liderado por el gerente general socio Claude Brochu, empezó a vender sistemáticamente los mejores jugadores del equipo, y la asistencia empezó a erosionar. Mark Routtenberg, un hombre de negocios de Montreal y dueño minoritario desde 1990, fue una voz disidente durante la caída. Ël dijo que el problema eran los dueños, no los fanáticos. Él planteó, infructuosamente, que el equipo debería pedir dinero prestado para pagarle a los buenos peloteros, antes que enviarlos a otra parte, y en retribución, los aficionados irían a los juegos. Fue ignorado. “Me sentaba en las reunions, y ellos hablaban de como teníamos más victorias por dólar gastado en la nómino”, dijo él. “Yo me decía, ‘¿Qué es eso?’ ¿No es la meta ganar la Serie Mundial?’”. Jeffrey Loria compró la mayoría de las acciones de los Expos en 1999, y algunos pensaron que era un salvador. Pero en tres años, vendió el equipo a MLB y compró a los Marlins de Florida. Routtenberg y otros dueños minoritarios de los Expos se convirtieron técnicamente en dueños parciales de los Marlins, así cuando el equipo ganó la Serie Mundial de 2003, Loria les envió anillos de campeonato. Pero Routtenberg está mucho más orgulloso de su colección de memorabilia de los Expos, que incluye camisetas, pelotas y bates firmados por peloteros como Pedro Martínez, Rondell White y Carter. “Tengo el anillo, pero nunca lo usaré”, dijo él de su joya de los Marlins. ¿Cómo podría? Yo ligué contra los Marlins en cada ronda de los playoffs.”. En 2005, el beisbol mudó a los Expos a Washington, una ciudad que por dos veces a tenido equipos nuevos que se han mudado allí luego que otro equipo se había ido. Routtenberg le da a Montreal un 80 porciento de oportunidad para ser la próxima ciudad en recibir una segunda oportunidad. Cromartie , un residente de Florida, tuvo un estimado similar en optimismo, y una promesa para tenerla en cuenta. “Me estoy preparando para mudarme a Montreal de manera permanente cuando tengamos de nuevo un equipo”, dijo él. “Y me preparo para hacer el primer lanzamiento”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.