lunes, 22 de agosto de 2016
Ellos estuvieron ahí: Jerry Reuss.
“Cuando estuve con los Cardenales y los Piratas, saliámos a cenar juntos regularmente. Pero en ese equipo de los Dodgers, algunas veces ellos se aparecían en el mismo restaurant por alguna razón, pero no se sentaban juntos y se ignoraban como si fuesen perfectos extraños. Eso era nuevo para mí”.
Jerry Reuss fue pitcher de ligas mayores por 22 años, jugó para Cardenales de San Luis, Astros de Houston, Piratas de Pittsburgh, Dodgers de Los Angeles, Rojos de Cincinnati, Angelinos de California, Medias Blancas de Chicago, Cerveceros de Milwaukee y terminó de vuelta con los Piratas. Ganó 220 juegos, lanzó un sin hits ni carreras, participó en dos juegos de estrellas y lanzó en la Serie Mundial para los Dodgers. Desde su retiro como jugador activo en 1981, Reuss ha estado trabajando como comentarista para varias corporaciones televisivas incluyendo ESPN, recientemente escribió su autobiografía, Bring in the Right Hander. (Llamen al derecho).
Como le fue contado a Ed Attanasio, para This Great Game.
Sobre el momento cuando él se dio cuenta que podía jugar en las mayores: “Eso ocurrió varias veces definitivamente. No fue como que pensé que podía jugar a un nivel mayor, pero hubo varios momentos cuando pensé en el hecho de que podría tener algo aquí. Yo sabía que tenía alguna habilidad que posiblemente era mayor que la del pelotero promedio o aun mejor que el mejor de los tipos contra los que estaba jugando en cada nivel. Siempre me estaba comparando con c lo que fuese que ocurriera en el momento. Cuando llegué a la liga de novatos, eché un vistazo y estaba impresionado, porque había muchos buenos peloteros allí. Algunos de ellos tenían una curva tan buena o mejor que la mía y estaban los bateadores quienes podían golpear la pelota por encima de la cerca en la práctica de bateo. Me dije, ¡guao, estos tipos pueden jugar! Espero haber tomado la mejor decisión al firmar un contrato profesional en vez de ir a la universidad, pensé que esto podía ser duro. La vida en general eliminó a muchos de esos tipos de la competencia y me di cuanta de eso rápidamente. Muchos de ellos perdieron interés en el juego por varias razones; se lesionaban, sentían nostalgia. Algunos de ellos se daban cuenta de que esa no era la vida que querían y muchos de ellos no podían manejar el calendario de jugar todos los días, cualquier número de razones. No era que fueron dejados libres o desechados, se eliminaban ellos mismos y eso no tenía nada que ver con talento. Pero, yo permanecía allí y muchos de mis compañeros de equipo también.
Yo pasé por Clase A y vi salir a muchos tipos, aunque ellos aún estaban en sus primeros o medianos veinte años de edad. En cada nivel, los peloteros se iban por muchas razones diferentes. En AA, la situación se tornó interesante, porque había una mezcla de antiguos grandeligas tratando de regresar, fajados con un grupo de jóvenes prospectos hambrientos como yo. Al estar ahí, los peloteros viejos le enseñaban a los prospectos como jugar, era una dinámica inusual, pero en mi caso funcionó bien.
La parte más fácil del viaje es llegar a las mayores, pero lo más difícil es mantenerse allí. En las pequeñas ligas, yo soñaba con ser un grandeliga, pero esos eran simplemente los sueños de un niño de ocho años de edad. En la escuela secundaria, había momentos cuando dominaba y creía que el futuro era mío. Pero siempre me preguntaba, ¿Cómo lo haría contra peloteros de otro estado en una liga diferente? Nunca sabías donde estaba, así que tenías que seguir fajándote para probar quien eras y donde merecías estar en el juego. Yo jugué partes de 22 temporadas en el beisbol, y cada vez que me ponía ese uniforme, me decía cuan afortunado era de jugar en Grandes Ligas”.
Sobre su primer juego: “El primer juego de MLB al cual asistí fue en el viejo Bush Stadium cuando yo tenía siete años. Miré alrededor y vi que eso era lo que quería hacer. En el carro de vuelta a casa le dije a todos que yo iba a ser un pelotero de Grandes Ligas. Mi hermano (emitió los primeros comentarios porque él era el mayor) se rió de mi y dijo, ‘Todos queremos ser grandeligas, pero ¿no sabes que la oportunidad tal vez sea de una en un millón?’ Hice una pausa y en un raro momento de claridad dije, ‘Tiene que haber alguien quien lo haga, ¿Por qué no habría de ser yo?’ En ese momento hice un compromiso conmigo y como resultado mi vida cambió, porque ahora tenía una dirección y sabía lo que quería hacer. Ahora yo podía escribir mi futuro”.
Sobre ser cambiado por llevar bigote: “Algunas personas no lo creen, pero si, fui cambiado desde los Cardenales hacia los Astros debido a mi bigote y eso es un hecho. El dueño del equipo, Mr. Busch, dijo que no le gustaban los bigotes y quería que me lo afeitara. Busch era conocido por molestarse con los peloteros y luego se ponía de acuerdo con ellos, pero tenía esta cosa acerca de los bigotes y me parece que eso se convirtió en un asunto de honor. Las personas pensaban que eso pasaría, pero no fue así y el gerente general del equipo, Bing Devine fue forzado a cambiarme a los Astros. Yo estaba desolado por el cambio, debido a que crecí en San Luis y ese era mi equipo”.
Sobre pitchear en el Astródomo de Houston: “Era un estadio grande de beisbol y la pelota no se movía mucho bajo ese domo, especialmente si era bateada entre el jardín izquierdo y el central o entre el jardín derecho y el central. Y siempre parecía oscuro en el Astródomo, por alguna razón. A medida que el tiempo pasó, la grama artificial se hizo incómoda. Sé porque construyeron estadios cerrados y fueron populares entonces, pero me gustan los estadios nuevos de hoy, porque lucen como estadios de beisbol”.
Sobre ser el caballito de batalla de Houston en 1973: “Abrí 40 juegos, lo cual todavía es una marca para los Astros y pienso que nunca será superada. Nuestro manager, Leo Durocher decidió tener una rotación de cuatro lanzadores, así que yo lancé casi 300 innings esa temporada. No sé porque, tal vez eso se remontaba a sus días como manager de los Dodgers y Gigantes, cuando él tenía cuatro abridores bien dotados quienes podían darle de 200-250 innings cada año y yo era el único pitcher de ese grupo de los Astros que podía manejar ese tipo de carga. Empecé a sentir el cansancio hacia el final de la temporada, pero Leo aun me hacía lanzar la práctica de bateo entre mis apertura de todas formas, como lo hacían en los años ’40. Los coaches no estaban contentos con eso y llegó el momento cuando no me permitieron más práctica de bateo, para cuidar mi brazo. Entonces no había el conteo de 100 pitcheos, de hecho no recuerdo a nadie contando los pitcheos, aunque estoy seguro de que probablemente lo hacían”.
Sobre Leo Durocher: “Los Astros se deshicieron de Harry Walker porque decían que no podía comunicarse con los peloteros. Pero entonces lo reemplazaron con leo, quien empeoró las cosas en el equipo. Durocher utilizaba a algunos peloteros de la manera equivocada y yo era uno de ellos. Él hacía cosas como jugar poker con los mismos 3,4 peloteros y jugaban por dinero, algunas veces mucho dinero. A esos peloteros les encantaba jugar cartas, pero no eran rivales para Leo, no eran tan buenos como él. Él les quitaba el dinero y yo pensaba, guao eso no es justo. Eso no cuadraba conmigo”.
Sobre ser cambiado a los Dodgers: “Yo estaba feliz en Pittsburgh, pero cuando me dijeron que los Dodgers me querían, lo pensé por alrededor de un minuto antes de decidir. El sur de California tiene un gran clima todo el año; ellos juegan en grama natural; los Dodgers son ganadores perennes, ¡Me gusta todo de ellos! Cada vez que iba a un equipo nuevo me pagaban un poco más, pero desarraigarme y mudarme cada vez no era divertido. Te sientes conectado a una ciudad y un equipo cuando has estado ahí por cualquier espacio de tiempo, asi que ser cambiado funcionó bien para mi en términos financieros, pero fue duro en cada ocasión por las razones que mencioné”.
Sobre Tommy Lasorda y la atmósfera de equipo en Los Angeles: “Tommy bromeaba con todos los peloteros y retozaba en el dugout, ese era su estilo y funcionaba para él. Era cordial, pero el equipo no. Cuando yo estuve con los Cardenales y los Piratas, salíamos a cenar juntos con regularidad. Pero en ese equipo de los Dodgers, algunas veces ellos se aparecían en el mismo restaurant por alguna razón, pero no se sentaban juntos y se ignoraban como si fuesen perfectos extraños. Eso era nuevo para mí , pero debió haber funcionado porque esos equipos de los Dodgers fueron todos ganadores y muy profesionales en el terreno”.
Sobre sus fotografías de los estadios: “Siempre tuve interés en la fotografía. De hecho, cada vez que aparecía un fotógrafo de Topps durante el entrenamiento primaveral o si veía uno durante la temporada, siempre trataba de conversar con él y le preguntaba acerca de la cámara, como enfocar la toma, cuales fotos podían ser más comerciales, las más interesantes y como acercarse a la persona o el objeto que estás fotografiando. Nunca hice nada con eso, hasta un día entre las temporadas de 1988 y 1989 cuando me percaté que mi carrera en el beisbol estaba por terminar. De hecho, no sabía si iba a jugar en el ’89. Pensé que eso podía haber sido todo.
Sabía que tenía una tonelada de memorias, pero no tenía nada a mano para recordar algunos de los lugares que había visitado. Noté que no podía hacer nada acerca de todo lo que había ocurrido, pero podía hacer algo en ese momento. Así que decidí que si iba a jugar ese año, iba a llevar una cámara conmigo. Empecé a llegar muy temprano para tomar fotos de esos estadios, porque la historia me decía que ellos no iban a estar ahí por siempre. Así que, por eso es que la mayoría de mis fotos son de 1988. También tomé algunas en 1989, principalmente de los estadios que no fotografié el año anterior. Durante el breve período que estuve en las mayores en 1990, tomé aún más.
Me di cuenta de que tenía acceso a partes de esos estadios por el solo hecho de usar un uniforme. Una vez que seguridad me veía uniformado, me dejaban ir donde yo quisiera. Me dejaban mover la jaula de bateo para conseguir mejores tomas y asentían a peticiones como esa. Llegué desarrollar relaciones a través de las fotos, con personas interesadas en determinados lugares de esos estadios.
Me gustan algunas de las fotos que tomé durante ese tiempo, pero no estoy loco por todas ellas. Mejoraba mis técnicas constantemente y trataba de lograr mejores y mejores fotos. Estoy orgulloso de algunas de ellas, incluyendo las que tome de Exhibition Stadium en Toronto. Por alguna razón, esas se han hecho populares en línea y ganaron mucha atención. A través de los años, he recibido unos cuantos correos electrónicos de personas agradeciéndome por tomar esas fotos, lo cual es muy satisfactorio. Las personas comparten sus historias conmigo, acerca de cómo sus padres los llevaron a tal o cual estadio y es divertido leerlos. Eso sigue y sigue.
Mirando en retrospectiva, me doy cuenta de que este proyecto fue un éxito monumental y ahora sé que eso será parte de mi legado. Todo lo que las personas deben hacer es conectarse en la red y mirarlas y perderse por un par de horas, lo cual es grandioso.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
El inicio de la sorprendente trilogía del beisbol juvenil sucrense, cumple cincuenta años.
El out veintisiete de aquel juego decisivo de agosto de 1970 en el Décimo Tercer Campeonato Nacional de Beisbol Juvenil me hizo encajar la barbilla en el esternón hasta que Felipe me templó de la mano y Jesús Mario intentó darme dos palmadas en los hombros mientras bajábamos de las gradas del jardín derecho de estadio municipal de Cumaná. El ardor de aquellas dos de la tarde apenas llegaba a fogaje respecto al drama que se vivía sobre el terreno. La novena de Anzoátegui celebraba su campeonato mientras el equipo de Sucre enjugaba lágrimas de vergüenza en el dugout, el pitcher Freddy Mata era el más afectado, apenas si podía enhebrar dos palabras.
Ahora entendía mejor la conversación del tío Carlos cuando entré con papá a la casa de mis abuelos esa tarde de principios de agosto de 1970, en ese momento empecé a olvidar mis lamentos por la decisión de mamá de enviarme a Cumaná para evitar que pasara todo el día jugando pelota en el solar de enfrente de la casa de Cumanacoa. Carlos conversaba con abuelo de un equipo que había ganado tres campeonatos nacionales juveniles seguidos, y que ahora estaba en el tremendo compromiso de mantener ese nivel ante su gente, sobre todo por lo exigente que eran los aficionados sucrenses al beisbol.
Me quedé petrificado bajo la sombra de las matas de cambur de los jardines centrales de la casa. Carlos recitaba de memoria la configuración del equipo juvenil de Sucre que había comenzado todo en el Noveno Campeonato Nacional de Beisbol Juvenil en Barquisimeto durante agosto de 1966: Arthur García cátcher, Armando Toledo 1b, Hernán Trujillo 2b, Alvin Millán 3b, Pedro Millán ss, Nelson Cañas, rf, Carlos Rodríguez, cf, Angel García lf. Me pareció tan exagerado el logro del cual hablaba Carlos que siempre me pareció y me seguía pareciendo fantasioso hasta hace poco, cuando decidí ir a una hemeroteca para comprobar si lo que había dicho Carlos era cierto o rayaba en la visión parcializada de un seguidor sucrense.
La primera reseña que hallé en el libraco del diario La República fue la del 14 de agosto de 1966. Sucre 6 – Miranda 0. Armando Bastardo diseminó 10 imparables, mientras el equipo sucrense mezclaba ocho inatrapables con cinco errores mirandinos para convertir en perdedor al pitcher Julio Torres.
La búsqueda continuó con el juego del 16 de agosto, cuando Sucre se impuso a Aragua 7-5. Jesús Benítez se apunto el triunfo, apoyado por fuerte ofensiva de Pedro Millán y Ángel García. Gustavo Barragán cargó con el revés.
Mis manos empezaron a resecarse sobre el papel amarillento del libraco. El 17 de agosto, Distrito Federal derrotó a Sucre 10-3. Germán Vielman fue el pitcher ganador y Julio Marval el derrotado. En ese momento, llegué a dudar de toda la emoción y los detalles con que Carlos ilustraba aquella conversación de inicios de agosto de 1970. Pero el próximo resultado paralizó mis dudas.
El 19 de agosto Sucre vencía a Monagas 3-2 con buen trabajo monticular de Humberto Díaz ante el esfuerzo de su rival Francisco Ortíz.
Sucre perdió ante Zulia 8-1 con Hurixel Gonzalez imponiéndose a Armando Bastardo.
Después, el 20 de agosto, el favorito Falcón también venció a los sucrenses 4-3. Eliecer Buena abrió por los occidentales y Orlando Reyes lo relevó para llevarse la victoria. El pitcher derrotado resultó Jesús Benítez. En ese momento volvía a dudar de las palabras de Carlos aquel mediodía de agosto de 1970
22 de agosto de 1966, Sucre 2, Distrito Federal 1. Con ese resultado el equipo clasificaba al playoff. Humberto Díaz supo fajarse con la fuerte toletería distrital para vencer a su colega Alejandro González.
23 de agosto en el inicio del playoff; Zulia 1, Sucre 0. En la apertura del octavo inning con el juego empatado 0-0 y 2 outs, Pedro Millán negoció boleto, Carlos Rodriguez disparó imparable y Arthur García tocó la pelota entre pitcher y tercera base, el pitcher zurdo Luis Contreras tomo la esférica y su tiro a tercera base pareció retrasado pero el auxiliar José Mendez decretó el out y se armó el lío. Ramón Rivas, el manager de Sucre, protestó airadamente y fue expulsado. Acto seguido los peloteros de Sucre salieron del dugout para reclamarle al árbitro. El comité organizador y la policía intervinieron para restablecer la calma. En el cierre del octavo los zulianos marcaron una carrera. Contreras fue el pitcher ganador. Julio Marval volvía a saborear la derrota.
24 de agosto de 1966. Sucre 6, Bolivar 1. Alejandro García se apuntó la victoria con relevo de Armando Bastardo. Omar Martínez salió derrotado con relevos de César Martínez y Jesús Contreras. Por Sucre Carlos Rodríguez (5-3) y Nelson Cañas (3-2) fueron los más destacados con el madero.
25 de agosto: Sucre 4, Falcón 1. Humberto Díaz cubrió la distancia para acreditarse el triunfo en labor de 4 imparables. Carlos Rodríguez fue la figura defensiva del juego al ejecutar varias joyas de fildeo ante batazos peligrosos. Pedro Arévalo salió derrotado con relevos de Freddy Guanpa y Carlos Vegas. Hernán Trujillo (4-2) y Alvin Millan (4-2), comandaron la ofensiva sucrense.
26 de agosto: Sucre 7, Anzoategui 6. Armando Bastardo se apuntó el triunfo con relevo de Jesús Benítez. Nelson Núñez cargó con el revés, Dalmiro Perdomo lo relevó. Carlos Rodríguez (3-2)
27 de agosto de 1966: Sucre 4, Lara 0. Con esa victoria la novena sucrense lograba su primer campeonato nacional de beisbol juvenil. Humberto Díaz se apuntó su cuarta victoria del campeonato. Juan Flores salió derrotado con relevos de Gaudy Crespo, Pablo Torrealba, Elías Durán y William Romero.
Podía recordar con todos sus detalles la emoción de Carlos en aquel diálogo bajo las matas de cambur. Abuelo intentó decirle que tenía que salir a hacer un viaje de mudanzas, pero Carlos casi lo amarra a uno de los pilares del pasillo porque si aquel campeonato de Barquisimeto había resultado sorpresivo, había que ver lo que pasó en Barcelona entre agosto y septiembre de 1967.
El Décimo Campeonato Nacional de Beisbol Juvenil, empezó el 19 de agosto de 1967 con una victoria de Sucre sobre Nueva Esparta, 7-1. Armando Bastardo se apuntó la victoria en trabajo completo de 5 imparables permitidos y 11 ponches.
20 de agosto de 1967: Sucre 3, Trujillo 2. Jesús Caballero se apuntó el triunfo con relevo de Henry Mendoza.
21 de agosto de 1967: Monagas 2, Sucre 0. Ennio González logró la victoria. Rafael Velásquez cargó con la derrota.
22 de agosto de 1967: Sucre 20, Mérida 0. G. Rodriguez fue el pitcher ganador.
23 de agosto de 1967: Sucre 4, Guárico 3. Rafael Velásquez fue el pitcher ganador. José Luis Meneses cargó con la derrota. Alvin Millán largó jonrón de dos carreras.
26 de agosto de 1967 (playoff final): Sucre 11, Monagas 2. Armando Bastardo se llevó la victoria en trabajo completo de 6 imparables. F. Vallenilla fue el lanzador derrotado.
27 de agosto de 1967: Sucre 4, Bolivar 1. Rafael Velásquez lanzó las nueve entradas bateó de 4-2 con dos carreras empujadas. Hirómides Marchán cargó con el revés, lo relevó Manuel Olivares.
29 de agosto de 1967: Zulia 3, Sucre 1. Luis Contreras se apuntó el triunfo. Armando Bastardo salió derrotado.
30 de agosto de 1967: Sucre 3, Falcón 1. Rafael Velásquez pitcher ganador. Jorge Piña salió derrotado.
La delegación de Sucre amenazó con retirarse del torneo debido a la posposición del juego ante Anzoátegui, incluso llegaron a regresar a Cumaná, donde las autoridades de la gobernación convencieron a los dirigentes de que debían regresar a Barcelona para defender el título nacional sobre el terreno de juego.
31 de agosto de 1967: Sucre 4, Anzoategui 0. Armando Bastardo lanzó el blanqueo. Nelson Núñez cargó con la derrota.
01 de septiembre de 1967: Sucre 4, Anzoategui 2. Armando Bastardo en gran demostración de coraje y pundonor volvió a ser el pitcher ganador, esta vez en funciones de relevista. Nelson Vásquez resultó derrotado. Sucre lograba su segundo campeonato nacional de beisbol juvenil.
La emoción de Carlos me hizo empezar a valorar con más intensidad el beisbol, se refería a aquel equipo, a aquellos peloteros con un orgullo y una devoción por la mística, la entrega y el empeño que ponían en cada juego. Y aunque abuelo seguía insistiendo en que tenía pendiente una mudanza, Carlos lo aguantó por el brazo, tenía que recordar lo que hizo ese equipo en el Undécimo Campeonato de Beisbol Juvenil escenificado en San Felipe.
09 de agosto de 1968: Sucre 2, Distrito Federal 0. Rafael Velásquez se apuntó la victoria, recetó 13 ponches, bateó un doble y anotó una carrera. Alfonso Collazo salió derrotado. Nelson Cañas bateó de 2-1 con carrera empujada.
Carlos recordó que había muchas caras nuevas en el equipo de 1968: Quírico Prosperi era el campocorto, Ñañez estaba en segunda base, J. Silva en el jardín izquierdo, Enrique Frontado en tercera base, Miguel Figueroa era el cátcher, G. Rivas era el jardinero central.
11 de agosto de 1968: Sucre 8, Miranda 2. Armando Bastardo se llevó la victoria. José Ceballos resultó perdedor. Nelson Cañas bateó de 3-2.
12 de agosto de 1968: Sucre 3, Bolívar 0. Rafael Velásquez se apuntó el triunfo. Ramón Gómez cargó con el revés. Enrique Frontado bateó de 4-3 y empujó las tres carreras sucrenses.
13 de agosto de 1968: Guárico 5, Sucre 4. José Rondón fue el pitcher ganador. Ambrosio González salió derrotado.
14 de agosto de 1968: Sucre 4, Carabobo 2. Rafael Velasquez se apuntó el triunfo en labor completa, 8 ponches. Diego Bolívar salió derrotado. Quírico Prosperi y Miguel Figueroa batearon de 4-3.
16 de agosto de 1968: Sucre 4, Zulia 3. Armando Bastardo pitcher ganador. Nidio Sirit cargó con el revés.
17 de agosto de 1968: Sucre 4, Trujillo 4.
18 de agosto de 1968: Distrito Federal 2, Sucre 1. Alfonso Collazo se llevó la victoria. Rafael Velásquez salió derrotado.
19 de agosto de 1968: Sucre 6, Monagas 2. Armando Bastardo se apuntó el triunfo. Ennio Mata cargó con el revés.
20 de agosto de 1968: Sucre 3, Yaracuy 0. Rafael Velásquez pitcher ganador, implantó marca para la categoría de 20 ponches, solo permitió 2 imparables. Nelson Conde salió derrotado.
24 de agosto de 1968: Sucre 0, Zulia 0. 17 innings.
Sucre y Zulia abandonaron el campeonato luego de quedar igualados con DF al completarse el playoff final, alegaron fallas organizativas. En reuniones de las autoridades del beisbol, se acordó con los delegados de los equipos realizar la serie decisiva entre Zulia, DF y Sucre a mediados de septiembre en Caracas.
14 de septiembre de 1969: DF 1, Sucre 0. 11 innings. Pitcher ganador: Alfonso Collazo con relevo de Victor Patiño. Pitcher Perdedor: Rafael Velásquez con relevo de Armando Bastardo.
15 de septiembre de 1968: Sucre 4, Zulia 1. Armando Bastardo se apuntó la victoria. Luis Soto salió derrotado con relevos de Nidio Sirit y Quintero.
16 de septiembre de 1968: Sucre 3, DF 0. Campeones. Rafael Velásquez pitcher ganador. Victor Patiño cargó con el revés.
Ahora veo con más nitidez aquella noche de agosto de 1970 cuando entramos al estadio de Cumaná con el tío Carlos. Sucre jugaba ante Cojedes. Era otra generación de peloteros. A la distancia recuerdo al jardinero central César Campos, nativo de Cumanacoa, asiduo jugador de las caimaneras del solar de asfalto frente al hospital donde lo llamaban “El Charro”. Al tercera base Justo Arias. Del segunda base solo recuerdo su apellido: Millán. Me quedé paralizado viendo el verde esmeralda del cuadro interior y los jardines del diamante, hasta que Carlos me templó por el brazo izquierdo. “¿Qué te pasa Alfonsito? ¿Nunca habías visto un campo de beisbol?” Pues no, uno formal, de estadio, de juegos de campeonato, esa era la primera vez que lo veía y esa imagen quedó grabada a cincel en mis retinas junto con la pizarra eléctrica, primitiva, pequeña, para mí inmensa y sofisticada con sus leyendas de “Visitor”, “Home Club”, “Ball” “Strike”, Out”. Alumbradas con hileras de bombillos.
También reconocía el nivel de juego y la entrega del equipo sucrense de 1970, quizás no estaba al nivel de la famosa trilogía, pero lo dejaron todo sobre el campo a su manera, fueron capaces de vencer a Anzoategui en una ronda previa y en el juego final montaron una amenaza de tres hombres en base sin outs en el séptimo inning, solo que el pitcher Jaime Millán terminó imponiendo su ley. Aquella noche de la victoria inaugural versus Cojedes, el tío Carlos dijo que no se conformaría con otra cosa distinta a que Sucre llegara al último juego con oportunidad de ganar el campeonato. Al entrar a la casa de mis abuelos aquella tarde dominical, Carlos era el que más lamentaba la derrota y eso me sorprendió porque a pesar de toda la emoción mostrada en aquella conversación con abuelo bajo las matas de cambur, el había reconocido que si Anzoategui en 1967 o DF Federal en 1968 hubiese ganado el campeonato, él lo habría aceptado y justificado. Este agosto de 1970 se había encariñado con algo que había visto en la química, en la entrega de aquel equipo sobre el terreno en aquel juego ante Cojedes, que no terminaba de comprender porque se había quedado a un paso del cuarto campeonato en cinco años.
Alfonso L. Tusa C. 21 de agosto de 2016. ©
Apostillas:
Rafael Velásquez saltó al profesional con los Llaneros de Acarigua y jugó en la temporada 1968-69. Luego tendría dos apariciones fugaces con los Tigres de Aragua en las campañas 1971-72 y 1972-73
Armando Bastardo lanzó un juego perfecto el 23 de septiembre de 1971 lanzando para el MOP Zona 10 ante Urbanos en el playoff del campeonato distrital AA. Marcador: MOP Zona 10 5, Urbanos 0. Apenas el segundo juego de esas características en la memoria de la máxima categoría amateur venezolana. El primero pertenecía a Gustavo “Mocho” García quién había lanzado perfecto el 19 de abril de 1952 en el desaparecido estadio San Agustín, para llevar a Locomotora La Guaira a un triunfo 5-0 sobre Intendencia Naval.
En los jardines del equipo antoatiguense de 1970 jugaba un tal Antonio Armas, y en el cuerpo de lanzadores aparecía un tal Alexis Ramírez quienes posteriormente firmarían para jugar en el profesional con Leones del Caracas y Navegantes del Magallanes respectivamente.
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