viernes, 7 de agosto de 2015
Cooperstown Confidencial: Dos zurdos diferentes
20-05-2011. Bruce Markusen.
El inconformista
En el Salón de los Muy Buenos (http://www.hallofverygood.com), están celebrando el cuadragésimo aniversario del debut en Grandes Ligas de Ross Grimsley, uno de los grandes espíritus libres de la era de la expansión. Con su “afro” de blanco, un par de ojos profundos, y sus cuentos de brujería, Grimsley era un personaje inusual durante los años ’70.
Grismley hizo su primera aparición en 1971 con los Rojos, el equipo que lo seleccionó originalmente en la primera ronda del draft de 1969. Si los Rojos hubiesen sabido desde el principio cuan diferente era Grimsley, pudieron haberlo dejado pasar. Para ese momento, los Rojos eran la organización más conservadora del beisbol. Ellos demandaban que sus peloteros mantuvieran el cabello corto, sus caras afeitadas, y sus bocas cerradas. Estas eran prácticas que Grimsley tenía poco interés en cumplir.
Pero Grismley tenía lo que los Rojos querían, un brazo zurdo vivo con habilidad para lanzar rectas altas a los bateadores en desventaja. También tenía la habilidad para cambiar velocidades. Por eso no fue una sorpresa que avanzara rápidamente en la organización, forzando su llegada al roster de los poderosos Rojos, los campeones defensores de la Liga Nacional, a comienzos de 1971.
A Grimsley no le fue bien en sus primeras aperturas con Cincinnati. Al creer que eso podría hacer mejorar al novato, un reportero de TV le presentó una bruja local. La bruja le dio un amuleto, una piedra azul-verdosa adosada a una cadena. Despues de recibir el amuleto, él lanzó bien y ganó cuatro juegos en fila. Luego perdió el amuleto. Pronto perdió sus próximos dos juegos. Él telefoneó a la bruja, quién gentilmente le envió otro amulet. Grimsley perdió el amuleto de reemplazo; cuando trató de contactar otra vez a la bruja, se dio cuenta que había perdido su número telefónico.
Los Rojos no estaban impresionados por la publicidad ligada a la historia de la bruja. Grimsley se quejaba de la política conservadora de los Rojos. Él quería dejar crecer su cabello y usar bigote, pero la oficina de los Rojos no permitía nada de eso. Como incrementaran las desaveniencias, los Rojos decidieron que debían hacer un cambio, he hicieron uno de los peores negocios de la década, enviaron a Grimsley, quién había sido efectivo en tres temporadas seguidas, a los Orioles por el jardinero Merv Rettenmund durante el invierno de 1973-74. Rettenmund había visto pasar sus mejores años en Baltimore, mientras Grimsley se convertiría en un abridor confiable con los Orioles.
Mientras estuvo con los Orioles, Grimsley perdió algo de velocidad en su recta, pero él siguió refinando su cambio y su curva. Apoyado por un movimiento engañoso, Grimsley agenció efectividades por debajo de 4.00 en tres de sus temporadas con Baltimore.
Una organización de mucho más mente abierta que los Rojos, los Orioles dejaron a Grimsley hacer lo que quería. Dejó crecer su cabello negro rizado, característica a la que muchos se referían como el afro de un hombre blanco. También se dejó un frondoso bigote negro que hubiese hecho sentir orgulloso a Tom Selleck. Grimsley tenía unos grandes ojos verdes poco comunes, los cuales a veces parecían emerger debajo de su frente, eso le valió el apodo de “Ojos locos”. Con los ojos, el cabello y el bigote, Grimsley parecía como si debería ser el guitarrista de Grateful Dead antes que el pitcher de los Pájaros de Baltimore.
Mientras estaba con los Orioles, Grimsley también se ganó una reputación por higiene inusual. Aunque algunos de sus defensores decían que los reporteros exageraban, Grimsley no se bañaba tan frecuentemente como lo dictan las normas de decencia de la sociedad. Con su cabello largo y supuestamente sucio, se hizo conocido como “Scuzz”.
Aunque él es mejor conocido como un Oriol, Grimsley tuvo su mejor temporada luego de firmar un contrato como agente libre con los Expos en 1978. Ponchó solo 84 bateadores en 263 innings, pero la falta de poder no importaba. Ganó 20 juegos por única vez, logró la mejor efectividad de su carrera, 3.05, y básicamente hacía desesperar a los bateadores de la Liga Nacional quienes se atornillaban a si mismos en el suelo tratando de conectar su cambio lento.
La carga de trabajo de esa temporada pudo haber pasado factura. Nunca se acercaría a ese nivel de éxito otra vez, y para 1982 ya estaba fuera del beisbol, a la edad de 32 años.
Varios años después de su retiro, Grimsley le jugó una broma al notable periodista deportivo de Cleveland, Terry Pluto. El veterano reportero le preguntó al zurdo que hacía en su retiro. Grimsley orgullosamente le dijo que era dueño de una finca de cría de cachicamos, en la cual tenía unos 300 ejemplares. Entonces le dio una charla intensiva a Pluto sobre cachicamos, sus hábitos, características, y probablemente sus costumbres alimenticias.
Dada la naturaleza peculiar de Grimsley, todo le pareció muy normal a Pluto, quién escribió sobre la finca de cachicamos en su columna del periódico. En su próxima visita al clubhouse de los Indios, los jugadores saludaron a Pluto con oleadas de carcajadas. La historia de Grimsley sobre la finca de cachicamos había sido un completo invento. Aparentemente armó esa historia para tomar desquite por las críticas que Pluto le había hecho durante sus días con Cleveland.
¿Una finca de cachicamos? Hasta un gran periodista como Pluto puede ser burlado por el hombre de los ojos locos.
El profesor.
Paul Splittorff no podría ser catalogado como un zurdo espigado en el molde de Grimsley. Aunque era un pitcher de estilo similar y tuvo un éxito más consistente. Tristemente, el nombre de Splitorff apareció en las noticias esta semana, de acuerdo a reportes venidos de KansasCity, Splittorff de 64 años fue hospitalizado debido a cáncer oral y melanoma, y aparentemente está próximo a morir. Estas son noticias especialmente tristes para los aficionados de los Reales de 35 y más años quienes recuerdan la presencia anual de Splittorff a través de finales de los años ’70 y comienzos de los ’80. (Por coincidencia, Splittorff y Harmon Killebrew, quién falleció recientemente de cáncer de esófago, fueron compañeros de equipo en 1975 con los Reales).
Al carecer de una recta poderosa, Splittoff fue seleccionado originalmente en la ronda 25 del draft de 1968, pobre indicativo de que se trataba de un prospecto valioso. Los Reales estuvieron dispuestos a arriesgarse con él debido a su estatura y a que era zurdo. Rápidamente se convirtió en una ganga en ascenso, debutó en Grandes Ligas en 1970 con una taza de café y luego ganó algunos votos para el Novato del Año de la Liga Americana en 1971.
Para mediados de los ’70, él había emergido como un consistente segundo o tercer abridor. Con su recta que se hundía (la cual fue algunas veces traicionada por la grama artificial de Royals Stadium), su destreza para cambiar velocidades, y su habilidad para estudiar y analizar a los bateadores rivales, Splittorff se convirtió en un bastión de aquellos maravillosos Reales inspirados por Whitey Herzog, quienes ganaron tres títulos divisionales seguidos entre 1976 y 1978. Primero terció con Dennis Leonard y Al Fitzmorris y después con Leonard y el zurdo Larry Gura. Splittorff ayudó a conformar uno de los mejores tríos de abridores de la Liga Americana.
Splittorff mostraba una imagen conspícua en el montículo. Usaba anteojos grandes de montura metálica que lo hacían lucir como un profesor universitario. También tenía un estilo distintivo que exhibía una patada pronunciada. Particularmente recuerdo a Splittorff dándole dificultades a los Yanquis, escarbando una alineación llena de zurdos donde destacaban Reggie Jackson, Chris Chambliss y Graig Nettles. Splittorf tenía cuatro lanzamientos que mezclaba bien: la recta que se hundía, una slider, una curva y el cambio. Él era especialmente efectivo cuando tenía un reporte de escauteo detallado desde el cual trabajar. Quizás eso explica porqué era tan efectivo en la postemporada. En siete juegos dispersos en cinco series de postemporada (principalmente contra los Yanquis), Splittorff dejó una efectividad de 2.79.
Cuatro de esas series terminaron en eliminación para los Reales. Splittorff se retiró en 1984, victima de un brazo de 37 años desgastado. Desafortunadamente, eso fue un año antes que los Reales ganaran su primer campeonato mundial en la historia de la franquicia.
Dada su inteligencia y naturaleza estudiosa, fue un poco sorpresivo cuando Splittorff siguió una carrera como narrador después de sus días como pitcher. Splittorff se tomó el trabajo en serio, primero hizo el jugada a jugada a nivel de escuela secundaria antes de ir a la caseta de transmisión de los Reales. Al trabajar duro, se convirtió en un analista efectivo y popular, proveía visiones sutiles sobre el arte del pitcheo y las estrategias para enfrentar a los bateadores.
A diferencia de muchos en la industria de las transmisiones, a Splittorff no le gustaba promocionarse por su trayectoria como pelotero. Se resistía a hablar de sí, aún después de enfermar, Splittorff permaneció siendo un hombre privado a quien no le gustaba quejarse por su enfermedad o buscar la compasión de otros. Prefería discutir de los Reales y sus esfuerzos por recuperar la gloria de los ’80.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 5 de agosto de 2015
Esquina de las Barajitas: 1972 Topps: Lee May
27-07-2012. Bruce Markusen.
Me gusta cuando una barajita de beisbol muestra a un pelotero sudando. Es una parte integral de practicar el juego. Al ver el rostro de Lee May, es fácil la humedad que está brotando allí. Es como si el fotógrafo de Topps hubiese tomado la foto momentos después que May terminara una agitada sesión de bateo. May no tuvo ni un segundo para secarse, en su lugar, fue directo desde la jaula de bateo hasta la pose fotográfica.
El otro aspecto a tomar en cuenta en la barajita es el uniforme de May. Mientras su casco ha sido pintado con el logo de su nuevo equipo, los Astros, el uniforme pertenece a los Rojos, para quienes el jugó en 1971. Podemos ver claramente el número 23 en el lado derecho de la camiseta de May. Los uniformes de visitante de los Rojos de esa época mostraban números visibles en la parte anterior de la camiseta, pero los de los Astros no. Los tipos de Topps probablemente pensaron que no necesitaban alterar el uniforme porque los Rojos y los Astros usaban el rojo como su color distintivo. Pero el ojo que escruta una barajita de beisbol descubre todo.
Aún queda un misterio por descifrar en la barajita. ¿Dónde fue tomada la foto? Excepto por una pequeña parte de una torre de alumbrado apenas visible detrás del cuello del corpulento May, todo lo que vemos es el cielo azul en el entorno. Como muchas fotos de Topps, me parece que esa es una toma de una gira en el campo de entrenamiento primaveral, realizada en cualquier lugar de la Liga de la Toronja, pero no estoy seguro.
Estoy más que convencido de que Lee May fue uno de los bateadores derechos más imponentes de finales de los años ’60 y comienzos de los ’70. Él se hizo más temido por la manera distintiva como movía el bate mientras se paraba en la caja de bateo. May mantenía el bate casi vertical y abajo, pero lo agitaba en sus manos, una y otra vez hasta que el pitcher soltaba la pelota. Los insistentes movimientos de May con el bate, el cual parecía un arma en sus manos inmensas, debieron dejar a algunos pitchers un poco nerviosos.
La carrera profesional de May empezó en 1961, luego de firmar con los Rojos como agente libre amateur. Desde ahí, May inició el largo camino hacia las ligas mayores. Le tomó casi seis temporadas de ligas menores, excepto por una pequeña taza de café en 1965 y otra un poco más grande en 1966, para llegar a los Rojos en 1967.
Al principio, May no jugaba mucho, Tany Pérez le bloqueaba el camino en primera base. Pero cuando el tercera base regular Deron Johnson se lesionó, los Rojos ajustaron su cuadro interior. Rotaron a Pérez hacia tercera, lo cual abrió un espacio para que may jugara regularmente en primera base. Cuando Johnson regresó, él y May compartieron tiempño de juego. May jugó lo suficiente, y bateó lo suficiente, para ganar el premio de Novato del Año de The Sporting News.
May también se ganó un apodo, el cual llegó cortesía del segunda base Tommy Helms. Al jugar al lado de May en el infield de los Rojos, Helms lo llamó “The Big Bopper from Birmingham”. (El Gran Golpeador de Birmingham). El sobrenombre fue eventualmente recortado a The Big Bopper.
Despues de la temporada, los Rojos decidieron que el Big Bopper representaba el future, y cambiaron a Johnson a los Bravos. El ajuste del infield, con Pérez en tercera y May en primera, era el empujón que necesitaba la carrera de May.
Para 1968, May se había establecido como un toletero de pelotas malas. Negoció solo 38 boletos contra 100 ponches durante el verano del ’68 pero aún se las arregló para agenciar un OPS de .805, una figura impresionante en “El Año del Pitcher”.
May tuvo una temporada aún mejor en 1969, ayudado por la disminución de la altura del montículo de lanzar y los cambios que reducían la zona de strike. Él levantó su OPS hasta .860, mientras bateaba 38 jonrones y empujaba 110 carreras.
Uno de los principales bateadores derechos de poder del juego, May siguió siendo un bateador productivo para los Rojos en las temporadas de 1970 y 1971. En 1970, se ganó la atención a nivel nacional por su feroz bateo en la Serie Mundial, aún si Brooks Robinson le robaba algunos extravases adicionales. Al enfrentar a un enormemente talentoso cuerpo de lanzadores de los Orioles, May bateó .389 y tuvo un porcentaje de slugging de .833 en una derrota en cinco juegos ante Baltimore.
May continuó su ataque en 1971. Tuvo un porcentaje de slugging de .532 con los Rojos esa temporada, lo cual estimuló alguna conversación de que él podría estar en camino al Salón de la Fama. Extrañamente, ese año terminó siendo su último con los Rojos, pero no debido a alguna debilidad ante el pitcheo de la Liga Nacional. De hecho, alcanzó topes personales en OPS con una marca de .864 y en jonrones con 39.
Fuera del campo, May también se había convertido en figura importante de los Rojos. Si Sparky Anderson sentía que algún problema se estaba gestando en el clubhouse, May podía hacerse cargo de eso. Entre su estatura intimidante y su entusiasta sentido del humor, May ayudaba a disolver potenciales disputas en el clubhouse de Cincinnati. Llevadero y dispuesto a conversar, May sigue usando ese sentido del humor hoy, al participar en las caravanas invernales de los Rojos como embajador de buena voluntad.
Como jugador más valiose del equipom en 1971, May no había hecho nada malo para provocar que Cincinnati lo cambiara. Los Rojos simplemente sentían que tenían un pelotero idéntico en Tany Pérez, u bateador derecho de características similares. Al cambiar a May, abrirían la primera base para Pérez, mejorarían defensivamente en otras posiciones del infield, y agregarían algo de la velocidad que el equipo necesitaba.
Con esos pensamientos en mente, los Rojos hicieron un cambio de varios jugadores en la reunión invernal de 1971 en Arizona. Enviaron a May junto al segunda base defensivo Helms y al utility Jimmy Stewart a los Astros por Joe Morgan, el tercera base/shortstop Denis Menke, los jardineros Cesar Gerónimo y Ed Armbrister y el pitcher derecho Jack Billingham. El cambio representaría un robo monumental para Cincinnati, con Morgan convirtiéndose en un pelotero de calibre del Salón de la Fama, coliderando a la Gran Maquinaria Roja en apariciones de Serie Mundial en 1972, ’75 y ’76.
El cambio devastó a May, quién había estado con la organización de los Rojos por 12 años y se consideraba parte de su familia beisbolera. Para complicar las cosas, el surgimiento de Morgan en Cincinnati hizo del cambio uno de los más inclinados hacia un lado de la historia; se hizo conocido como un movimiento infame para los Astros, con May asumiendo la parte gruesa de la culpa.
Y eso realmente no era justo. May siguió teniendo sus números de poder impresionantes con los Astros, aunque sus totales de jonrones cayeron de los 30 a los 20 debido a las dimensiones colosales del Astródomo de Houston. (Nunca bateó más de 29 jonrones en una temporada con Houston). Los Astros no podían haberle dado a un bateador de poder como May un peor ambiente para batear jonrones. Adicionalmente, a él no le gustaba jugar en la grama artificial del domo, la cual le dejaba sus piernas adoloridas. Pero May dio lo mejor para ajustarse, ganó votos para el jugador mas valioso en las temporadas de 1972 y ’73, ambas de muchas dificultades para los Astros.
Una temporada para el olvido en el plato en 1974 (un año en el cual solo negoció 17 boletos en todo el verano), junto a un certificado de nacimiento que ahora lo colocaba del otro lado de los 30 años, convencieron a los Astros de mover a May en un cambio invernal. Lo enviaron junto a un jardinero de ligas menores llamado Jay Schlueter a los Orioles por los jugadores del cuadro Enos Cabell y Rob Andrews.
Esta vez el equipo que adquirió a May emergió como claro ganador. Aunque Memorial Stadium era difícilmente un paraíso para los bateadores, fue un mejor estadio para un bateador como May que el Astródomo. May pudo también ser bateador designado de vez en cuando, así los Orioles tenían la oportunidad de colocar al talento defensivo de Tony Muser en primera base mientras mantenían a May en la alineación. El cambio a la Liga Americana también le dio a May la oportunidad de jugar frente a frente contra su hermano, Carlos May, quien desarrollaba su carrera como bateador designado con los Medias Blancas y los Yanquis.
May alcanzó números respetables con Baltimore en 1975 y 1976. Una vez más, logró algunos votos para jugador más valioso en ambas temporadas. En 1976, hizo lo que se le daba mejor, lideró la Liga Americana en carreras empujadas.
No fue hasta 1977 cuando la producción de May empezó a decaer. También se mudó desde la primera base a bateador designado para acomodar a un joven pelotero llamado Eddie Murray. Todavía era el bateador designado en 1979, pero simplemente por casualidad, casi no recibió tiempo de juego en la Serie Mundial , solo fue a batear dos veces ante los Piratas. (En ese tiempo, la Serie Mundial alternaba al bateador designado con los años, y 1979 resultó ser un año sin bateador designado).
Con sus totales de jonrones y boletos disminuyendo por tres años seguidos, los Orioles decidieron reducir drásticamente las funciones del Big Bopper en 1980. Lo usaron como reserva y bateador designado alternativo, antes de permitir que se fuera como agente libre al terminar la temporada.
Ahora con 37 años de edad, May parecía estar acabado. Pero los Reales pensaron que May podía aportar algo de profundidad y fuerza en el banco de un equipo que había sido un contendor perenne desde 1976. Viendo tiempo de juego como emergente y bateador designado a medio tiempo, May se convirtió en un buen jugador de banca en Kansas City. Hasta en su temporada final, alcanzó un tope personal con un OPS de .898, aunque en solo 107 turnos al bate.
A los 38 años, May parecía tener mucha destreza bateadora para seguir siendo un jugador de banca de calidad. Pero los Reales sorpresivamente lo dejaron en libertad en noviembre de 1982, así terminó su carrera de 18 años en las Grandes Ligas.
Aún, esa no fue la despedida de May. En 1985, los Reales trajeron de vuelta a May como su coach de bateo, a tiempo de ganar un anillo de campeonato de Serie Mundial ese octubre.
En general, May disfrutó de una carrera ejemplar. En los años ’80, yo solía pensar en él como un potencial candidato al Salón de la Fama. Eso se basaba principalmente en mi suprema creencia en las carreras empujadas como una estadística. May tuvo tres temporadas donde alcanzó la marca de las 100 empujadas, y otras cuatro donde tuvo 98 o 99 empujadas. Dado su impresionante total de jonrones (354 en su carrera), yo sentía que May podía ser un caso a discutir para Cooperstown.
A medida que avanzaron los ’80, empecé a aprender de las carreras empujadas en contexto, que ellas eran parcialmente una función de la fuerza y la oportunidad de un equipo. También empecé a ver que el porcentaje de embasado de May (.313) dejaba cabos sueltos, que se ponchaba tres veces por cada boleto que recibía, y que su juego defensivo era cuando mucho ordinario, y quizás por debajo del promedio. A comienzos de los ’90, me di cuenta que Lee May no era un serio candidato al Salón de la Fama.
Esto no debe ser interpretado como un insulto para May. El fue un buen jugador, un jugador en la categoría de un Boog Powell, un Willie Horton, un George Scott, y no hay nada malo con eso. May fue un bateador quién alcanzó sus mejores números en una época de pitcheo, un bateador de poder puro quien era muy bueno empujando carreras. Se podía ganar con un hombre como May jugando regularmente, como lo, hicieron los Rojos en 1970 y los Orioles en 1979.
Por todo esto, me siento orgulloso de ver a Lee May sudar en su barajita Topps 1972.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Lee May en LVBP con los Industriales del Valencia (1964-65, 1965-66, 1966-67):
172 juegos, 654 turnos al bate, 95 carreras anotadas, 197 imparables, 38 dobles, 6 triples, 21 jonrones, 91 carreras empujadas, 43 boletos, 120 ponches, 6 bases robadas, .301 promedio al bate.
martes, 4 de agosto de 2015
Billy Pierce, lanzador de poder de los Medias Blancas, fallece a los 88 años.
Richard Goldstein. 31-07-2015. The New York Times.
Billy Pierce, el zurdo de los Medias Blancas de Chicago con una recta cortante, quien se convirtió en uno de los principales lanzadores de los años ’50, y dedicó 46 años de su vida a recaudar dinero para combatir el cáncer, falleció el viernes 31 de julio en Palos Heights, Ill., un suburbio de Chicago.
La causa fue cáncer de próstata, dijo su hijo Robert.
Pierce era de contextura pequeña, pero su mecánica fluida lo capacitó para convertirse en un pitcher de poder con el equipo conocido entonces como los Go-Go Sox, el cual dependía del pitcheo, la velocidad y la defensiva en una época dominada por los poderosos Yanquis.
Lanzó en 18 temporadas de Grandes Ligas, Detroit (1945-48), Medias Blancas (1949-61) y San Francisco (1962-64). Pierce ganó 211 juegos, fue siete veces al Juego de Estrellas, agenció una efectividad de 1.97 que lideró la Liga Americana en 1955, acumuló 1999 ponches, 3.27 de efectividad (1201 carreras limpias/3306 innings lanzados), 32 salvados, 193 juegos completos, 38 blanqueos y un promedio de bateo de sus oponentes de .240 en 585 juegos (432 aperturas). Estuvo entre los 5 mejores en las Grandes Ligas en juegos completos (4to.), innings lanzados (4to.), ponches (4to.), victorias (5to.), aperturas (5to.) y blanqueos (5to.) entre 1945 y 1964.
El zurdo se encuentra entre los lideres de todos los tiempos de los Medias Blancas en ponches (1ro., 1.796), blanqueos (3ro., 35), aperturas (3ro., 390), victorias (4to., 195), innings lanzados (4to., 2.931), promedio de bateo de oponentes (5to., .240), juegos completos (5to., 183) y efectividad (10mo., 3.19).
“Generaciones de aficionados de los Medias Blancas perdieron a uno de sus héroes”, dijo el viernes el dueño del equipo Jerry Reinsdorf.
Durante sus 13 temporadas con los Medias Blancas, Pierce a menudo se enfrentaba al as zurdo de los Yanquis, Whitey Ford (durante los años ’50 se enfrentaron 15 veces, quedaron 7-7 y los Medias Blancas ganaron 8 de los 15 juegos), quien era respaldado por los batazos de Mickey Mantle y Yogi Berra, entre otros. Los Medias Blancas tenían pocos bateadores de poder en alineaciones que usualmente tenían a Luis Aparicio en las paradas cortas y Nellie Fox en segunda base, con Minnie Miñoso en los jardines y Sherm Lollar como cátcher.
“Hubo una vez cuando debía abrir un juego luego que nuestro equipo había sido silenciado por tres juegos seguidos”, le dijo Pierce a la página web de Major League Baseball en 2013. “A principios del juego, Louie bateó un imparable, robó segunda. Nellie lo llevó a tercera con un toque y alguien lo trajo al plato. Nellie, quien era mi compañero en la carretera, vino y me dijo, ‘Bien, amigo, ya tienes tu carrera, ahora mantenla’”.
Pierce a menudo hacía eso. Hacía envíos por encima del brazo, dependía de las rectas pero las mezclaba con las curvas, sliders y cambios, él fue dos veces ganador de 20 juegos (1956 y 1957) y lanzó 38 blanqueos.
“Tiene una coordinación maravillosa”, le dijo Lollar a Sports Illustrated en 1957. “Es agradable ver la manera como él bombea y zumba y lanza”.
Mientras enfrentaba a los Senadores de Washington en el Comiskey Park de los Medias Blancas el 27 de junio de 1958, Pierce estaba a un out de un juego perfecto cuando el cátcher de reserva, Ed Fitzgerald despachó un doble como emergente a la raya del jardín derecho. Él terminó apuntándose una victoria 3-0, su tercer blanqueo seguido. Pierce lanzó 4 juegos de un hit y 7 de dos imparables durante su carrera.
El jardinero central de los Medias Blancas, Jim Landis está impresionado de la ecuanimidad de Pierce ante el evento de un disgusto.
“Íbamos al clubhouse y miraba a Billy, y no había manera en el mundo de saber que había pasado”, le dijo Landis a Danny Peary en la historia oral “Jugamos el juego” (1994). “Él se duchaba como lo hacía cada día y se iba a casa para estar con su familia. Eso es liderazgo, fuerte y silencioso”.
“Él era un pitcher de control con una tremenda recta y una gran curva. Cuando yo llegué a Chicago, fui el primer jugador negro, y él siempre me trató con respeto. Era especial dentro y fuera del campo”, dijo Minnie Miñoso quien falleció el 1 de marzo.
Los Medias Blancas vencieron a los Indios de Cleveland y a los ocupantes del terecr lugar Yanquis de Nueva York por el banderín de la Liga Americana en 1959, el primero de la franquicia desde los infames Medias Negras de 1919. Pero Pierce, afectado por una lesión en la cadera a finales de la temporada del ’59, fue relegado al bull pen mientras los Medias Blancas perdían la Serie Mundial ante los Dodgers de Los Angeles en seis juegos.
Los Medias Blancas cambiaron a Pierce a los Gigantes de San Francisco antes de la temporada de 1962. Él rejuveneció su carrera en la Liga Nacional, tuvo marca de 16-6 con un blanqueo además de 3.49 de efectividad (ese año tuvo marca de 12-0 en Candlestick Park), y se apuntó una victoria y un salvado en el playoff de de 1962 donde los Gigantes vencieron a los Dodgers. Abrió dos veces en la Serie Mundial, con una marca de 1-1, mientras San Francisco perdía en siete juegos ante los Yanquis.
En el playoff de tres juegos ante los Dodgers de Los Angeles por el banderín de la Liga Nacional, Mr. Pierce lanzó un blanqueo de hits para vencer a Sandy Koufax 8-0 en el primer juego, y se apuntó el salvado en el juego decisivo al retirar a los Dodgers por la vía del 1-2-3 en el noveno inning.
En el tercer juego de la Serie Mundial contra los Yanquis, Mr. Pierce en enzarzó en un duelo de pitcheo sin carreras cuando los anfitriones Yanquis atacaron en el séptimo episodio para ganar el juego 3-2 y ponerse adelante 2-1 en la serie. Pero Mr. Pierce escapó de la eliminación en el sexto juego en Candlestick, al lanzar un juego completo para darle la victoria 5-2 a los Gigantes frente a Whitey Ford.
Walter William Pierce nació el 2 de abril de 1927, en Detroit, donde su padre era farmaceuta. Fue una estrella de pitcheo de la escuela secundaria e impresionó a los scouts mientras lanzaba en un juego de las estrellas amateur en Polo Grounds en Nueva York en 1944.
Firmó con los Tigres y lanzó brevemente en la temporada regular como novato de 18 años con el equipo de Detroit que derrotó a los Cachorros de Chicago en la Serie Mundial de 1945, allí ganó su único anillo de campeonato. Luego de oscilar entre las menores y los Tigres, Pierce fue cambiado a los Medias Blancas antes de la temporada de 1949.
Tuvo una marca vitalicia de 211-169, lideró la Liga Americana en juegos completos tres temporadas seguidas y tuvo una efectividad de 3.27.
Pierce, quién vivía en el suburbio de Chicago de Lemont, Ill., trabajó en ventas para una compañía de sobres después de retirarse del beisbol y recaudaba fondos para la investigación del cáncer. Los Medias Blancas retiraron su número 19 y erigieron una estatua de él a mitad de wind up en su U.S. Cellular Field en 2005.
Además de su hijo Robert, es sobrevivido por su esposa, Gloria; su hijo William; su hija, Patricia Crowley; cinco nietos; y un biznieto.
Pierce tenía costumbres sanas, evitaba la vida nocturna y la bebida.
En sus primeros años con los Medias Blancas, recibió algún consejo del campocorto Luke Appling, quien estaba cerca del final de una larga carrera de Salón de la Fama.
“Él dijo: ‘Muchacho, tienes que aprender a beber escocés. Es bueno para ti y te dará fuerza’”, recordó Pierce en “Jugamos el Juego”. “Así que bebí un poco. Fue lo más horrible que probé en mi vida. Pensé que era medicina”.
Pero Pierce dijo: “Nunca tuve problemas con otros peloteros, donde si no bebía no era parte del grupo. Ellos entendían que mejor era que me fuera al cine”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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