miércoles, 9 de septiembre de 2015

Medio siglo del juego sin hits ni carreras de Dave Morehead.

No-Hitters, The 225 Games, 1893-1999. Rich Westcott and Allan Lewis. Boston 2, Cleveland 0, 16 de septiembre de 1965. Se vaticinaban grandes cosas para David Michael Morehead desde que saltara desde la escuela secundaria hasta la categoría AA y dos temporadas después llegara a lanzar en Grandes Ligas. Pero dificultades de control alejaron al derecho especialista de la curva de alcanzar la promesa proyectada para él. El espigado lanzador nació el 5 de septiembre de 1942 en San Diego, California. Asistió a la misma escuela secundaria (Hoover) de Ted Williams y los Medias Rojas de Boston le dieron un bono de 80000 $ por firmar. Morehead irrumpió en el profesional con el Johnstown de la Eastern League. Llegó a Boston en 1963. Al final de su carrera, lanzó con los Reales de Kansas City. Totales de Grandes Ligas: Años: 8 (1963-1970), Juegos: 177, Ganados 40, Perdidos 64. Cuando Dave Morehead subió al montículo el martes 16 de septiembre en Fenway Park contra los Indios de Cleveland ocupantes de la quinta posición, una gran historia ya estaba en camino. Pero no tenía nada que ver con el casi juego perfecto del lanzador de 22 años. Temprano en el juego, el palco de prensa fue informado de que habría un anuncio importante 30 minutos después del juego. Resultó que ese anuncio hizo que la obra maestra de Morehead ocupara un lugar secundario en las noticias. Los Medias Rojas anunciaron que el gerente general Mike Higgins, un directivo de Boston por mucho tiempo, había sido despedido. Para ese momento los patirrojos estaban sumidos en la novena posición. Antes de que apareciera esta noticia, sin embargo, Morehead había lanzado un juego brillante ante una escasa concurrencia de 1247 aficionados. Había llegado al encuentro con marca de 9-16, para enfrentar al veterano Luis Tiant. Mientras hacía 105 lanzamientos, Morehead solo permitió que se le embasara un corredor. Concedió boleto a Rocky Colavito en el segundo episodio. Al mezclar rectas, curvas y sliders, Morehead ponchó ocho para vencer a Tiant, quien permitió seis imparables y ponchó 11. Solo cinco pelotas fueron bateadas hacia los jardines. Morehead empezó a toda mecha al obligar a Dick Howser a roletear al campocorto, ponchar a Max Alvis, dominar a Leon Wagner con elevado de foul detrás del plato. Colavito dejó pasar la cuarta bola en conteo de 3-2 para empezar el segundo inning. Pero Morehead apretó el brazo para ponchar en orden a Fred Whitfield, Chuck Hinton y Pedro Gonzalez. Mientras retiraba en orden a los últimos 24 bateadores del juego, Morehead necesitó el apoyo de algunas gemas defensivas de sus compañeros. Una ocurrió en el cuarto inning, cuando con dos outs el peligroso Colavito bateó un roletazo hirviente por el medio. El campocorto Eddie Bressoud corrió hacia su izquierda para recoger la pelota, luego sacó al corredor por medio paso con su tiro al primera base Lee Thomas. Morehead tuvo un gran sexto inning al ponchar a Duke Sims y a Tiant, y retirar a Howser con rodado al campocorto. Los Medias Rojas rompieron el empate sin carreras en el cierre del sexto con sencillo de Jim Gosger y triple de Dalton Jones. Boston agregó su carrera final en el séptimo episodio mediante cuadrangular de Thomas. En el octavo Morehead estuvo a punto de perder la gema cuando Whitfield abrió el episodio. Dos años antes Whitfield había terminado con un juego perfecto de Morehead con u imparable de botes inesperados en el octavo. Esta vez despachó un roletazo candente entre primera y segunda. Thomas hizo una atrapada espectacular con el guante de revés e hizo el tiro a Morehead quien cubrió primera para completar el out. Morehead entonces ponchó a Hinton y retiró a al emergente Bill Davis con elevado al centro. El manager de Cleveland Birdie Tebbetts puso toda la carne en el asador en el noveno inning al sacar a tres emergentes seguidos. Larry Brown salió en línea hacia Bressoud y Lu Clinton bateó un elevado de rutina a manos de Gosger en el centro. Entonces Victor Davalillo dejó pasar los primeros dos strikes, entonces Tebbets pidió tiempo y advirtió a Davalillo de que no fuese a dejar pasar un tercer strike. Davalillo hizo swing y salió un roletazo al montículo. Morehead pomponeó la pelota momentáneamente, luego lanzó hacia Thomas para el último out. Morehead fue recompensado después del juego con un aumento salarial de 1000 $. Terminó la temporada con marca de 10-18, lideró la Liga Americana en derrotas. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

Preguntas y respuestas con Jane Leavy, Parte III.

David Laurila. Baseball Prospectus. 24-11-2010. David Laurila: ¿Cuanto tenían en común Mickey Mantle y Babe Ruth? Jane Leavy: Ellos fueron más grandes que la vida. Tenían personalidades inmensas y generaban apetitos y el tipo de mitología que no tiene el pelotero ordinario. En parte eso ocurría debido a quienes eran ellos, cuando jugaban, y a la la exposición pública que tenían porque jugaban el jardín central de los Yanquis de Nueva York cuando Nueva York era el centro del mundo beisbolero sino del mundo entero. Había una apertura hacia ellos, y eso irradiaba desde sus rostros. Ellos pudieron haber sido autodestructivos en sus conductas pero no eran crueles. La gente habla del atractivo que veían en el lenguaje corporal de Willie Mays, Mantle lo tenia en su sonrisa. Piensa en el pestañeo de Babe Ruth cada vez que se acercaba una cámara. Estos tipos disfrutaban ser quienes eran. DL: En el libro, usted cita a Howard Cosell diciendo, “Mickey Mantle debería estar en la cárcel. Es un puto borracho”. ¿Hasta que punto era hiperbólica esa declaración? JL: Pienso que fue una manera muy ruda de decir que él tenía problemas con la bebida, que él era un alcohólico, y que él era muy despreocupado. Las personas no son encarceladas por ser alcohólicos o mujeriegos. No me crucé con ninguna conducta criminal que me indicara, de alguna manera, “Caramba, él debió haber ido a la cárcel”, más que las historias que me contaron de él y Billy Martin encerrados en suis habitaciones durante la noche por ser desordenados o por dispararle a los pájaros desde su carro mientras paseaban alrededor de Commerce en el receso entre temporadas. Los locales llamaban eso “persecución en caliente”. DL: ¿Como se compara la carrera de jonrones de Mantle y Maris en 1961 con la de McGwire y Sosa en 1998? JL: Pienso que la carrera de McGwire-Sosa ha sido expuesta como una competición entre pantalleros. Ambos eran emperadores que necesitaban ropa nueva, cinco tallas más pequeñas. McGwire y Sosa usaron esteroides para hacerse más grandes que la vida. Mantle y Maris eran reales. Como lo dije en el libro, Mantle tenía músculos honestos. Si los había alterado, era en el antiguo sentido de la palabra, y por cierto, ninguno de sus compañeros de equipo pensaba que él iba al estadio borracho; enratonado quizás pero no ebrio. No había nada de alteración en su bate. Dado que ahora sabemos acerca de las “magnificaciones” de la carrera McGwire-Sosa, miro hacia atrás a lo que hicieron Mantle y Maris con más entrega. Fue extraordinario. Tambien pienso que es un crimen absoluto que Maris no esté en el Salón de la Fama. Yo no voto, pero pienso que es vergonzoso que él no esté ahí. Pienso que luce mejor y mejor a medida que pasan los años. Mantle siempre dijo que Maris era el mejor jardinero derecho que había visto. DL: Mientras Maris obviamente eclipsó la marca de Ruth, Mantle solo bateó cuatro jonrones luego del dia del trabajo y se quedó corto. Usted explica en el libro una de las razones del porque. JL: Si, Mantle perdió mucho tiempo en septiembre, y yo encontré la gran historia no escrita. La leyenda era que él contrajo un resfriado, el cual se convirtió en refriado de cabeza, el cual se convirtió en resfriado de pecho, el cual se convirtió en resfriado de ojos, y entonces, de acuerdo al New York Post, se “alojó en su nalga”. Lo cual es cómico e irreal. Lo que me enteré por varias personas, comenzando por Clete Boyer, es que luego de pasar la mayor parte del verano en Queens con Maris y Bob Cerv, y tener el mejor verano de su vida desde 1956 y 1957, llegó el dia del trabajo y se autodestruyó. Había tenido suficiente de las estrecheces de portarse bien y dijo, “Me voy de vuelta a la ciudad”, lo cual significaba para él, Manhattan. Cerv dijo que pocas semanas después estaba tan afectado que no podía jugar en la Serie Mundial. Mel Allen lo envió a ver a “Dr. Feel Good”, Max Jacobson, quien trataba al Presidente Kennedy, a Eddie Fischer, y a la abuela de Billy Crystal, entre otros. Ellos recibían una dosis de inyecciones de una mezcla de anfetaminas y placenta de anguila. Boyer no creía la historia que habían comprado los reporteros. “Por qué iría él a ver a otro que no fuera el doctor del equipo?” dijo él. Le dije, “Porque él no quería que el doctor del equipo supiera lo que andaba mal”. Clete pensó que yo era algún tipo de genio por elucubrar eso. “El broche de oro”, dijo él. Algunas personas han leido ese pasaje del libro y han concluido que Max Jacobson le suministró anfetaminas. Yo no lo creo y no lo escribí, de hecho el hijo de Jacobson, también doctor, me dijo que no pensaba que Mantle recibiera tratamiento de ese tipo. Pienso que Mantle fue y recibió una gran inyección de penicilina en su trasero, lo cual resultó en una herida infectada en su nalga. Si la aguja estaba sucia, como Mantle decía, o si la aguja fue colocada de manera indebida y toco un hueso, o ambas, nunca lo sabremos. Mantle dijo que nunca supo lo que había en la jeringa, pero sabía que el dolor fue inmediato y extraordinario. Él tuvo que ser hospitalizado, se le practicó una cirugía para abrir la herida. No la cerraron para que drenara. Sus compañeros de equipo describieron la incisión del tamaño de un platillo de café con jirones de piel retraída. Joe DeMaestri me dijo que Mantle se acostaba en la mesa del masajista en el clubhouse y movía los dedos de los pies y se podía ver los ligamentos de los músculos y tendones moviéndose. Esa es una imagen sorprendente y otro caso, tristemente, de autodestrucción. Eso llevó a la simbólica escena de Mantle tratando de correr las bases en la Serie Mundial en Cincinnati, Jim Brosnan y Jim Maloney dijeron que todo el cuerpo de lanzadores conocía la historia antes de empezar la serie, y la sangre saliendo a través de su uniforme. Cuando Ralph Houk dijo que lo iba a sacar del juego, Mantle se aflojó el cinturón y se bajó los pantalones en el dugout para ver que podían encontrar. La ironía es, él me lo dijo después, que perder la carrera de jonrones con Maris lo hizo un héroe más grande. Maris era el tipo malo quién le quitó el record a Ruth y también a Mantle, su justo heredero. Mantle dijo que todo lo que tuvo que hacer fue salir fuera del dugout para recibir una ovación de pie. DL: ¿Sería justo decir que la historia de Mickey Mantle es, en alto grado, una de grandeza intercalada con autodestrucción? JL: Si, pero tienes que entender que la autodestrucción estaba enraizada en sus experiencias y una carga genética la cual no tenía manera alguna de entender y asuntos que nadie en Estados Unidos estaba listo para discutir. Él no habría entendido, y nadie en el país entendió, que el alcoholismo era genético. No hubo nadie quien le dijera: “Hey muchacho, mejor ten cuidado porque tu familia tiene esta predisposición, y no sabemos como eso te puede afectar”. No hubo nadie quien le dijera, “Mejor hablas con alguien acerca de lo te que pasó con tu media hermana mayor”. No hubo nadie con quien hablar. Cuando no hablas de cosas como esas, ellas te afectan, como la infección le afectaba su trasero. No había lugar para que el fuese a hablar de eso, así que lo mantuvo dentro. Y eso se lo comió, y se lo comió más. Entre las más sentidas de las 563 entrevistas que hice, estaba una con su compañero de equipo de ligas menores, Cromer Smotherman, quien fue encargado por el manager Harry Craft para ser el confidente de Mantle durante la temporada de 1950 en Joplin, Missouri. Le pregunté, si él pudiera hablar con Mantle hoy, cual sería la pregunta que le gustaría hacerle. Cromer tragó saliva y dijo: “Mickey, ¿que paso? ¿Por qué escogiste esa vida? Porque tú no eras ese tipo de persona. Ese no eras tú”. Tomé esas como mis ordenes de marcha. Yo quería encontrar que le pasó a él, como ser físico quien se deterioró ante los ojos de Estados Unidos y como ser humano. Como Bob Costas dijo en su eulogía, pudimos sentir la emotividad en él antes de saber el significado de la palabra. Esa famosa rodilla derecha lesionada, dolía en los jardines durante la Serie Mundial de 1951 porque el destino conspiró con el cuidador del terreno quien olvidó cerrar la tapa del drenaje enclaustrado en la grama, eso se convirtió en el locus de la enfermedad. Resultó que la lesión fue solo el comienzo, solo a flor de piel y los huesos y el tejido suave. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

martes, 8 de septiembre de 2015

Preguntas y respuestas con Jane Leavy, Parte II.

David Laurila. Baseball Prospectus. 23-11-2010. David Laurila: Los Yanquis firmaron a Mantle en 1949. ¿Cómo fue descubierto? Jane Leavy: Ese es un tema de cierta discusión. El mito es que eso ocurrió en un campo de beisbol en Baster Springs, Kansas cuando un scout, Tom Greenwade, pasaba manejando y vio las luces prendidas tarde una noche. Las luces fueron compradas por un hombre llamado Barney Barnett, quien trabajaba en las minas con Mutt Mantle y tenía un equipo semiprofesional, de muy, muy alta calidad llamado los Whiz Kids. La otra versión es que Greenwade quería ir a ver a un tercera base de nombre Billy Johnson, con quien nunca habló hasta que lo vio pitcheando para la fuerza aérea. Los locales, incluyendo a Cloyd Boyer, el hermano de Clete y Kenny, dice que a Greenwade no le llamaba mucho la atención Mantle, y que fue realmente Johnny Sturm, un manager del sistema de ligas menores, quien vio su potencial pero nunca recibió ningún crédito. Ellos dicen que Sturm tuvo que pasar por encima de Greenwade para hacer que los Yanquis prestarna atención. La familia de Greenwade dice, “No, no, no: él se estaba haciendo el desentendido porque no quería que otras personas supieran de su interés”. Probablemente hay elementos de verdad en todo eso, pero una cosa es segura: Cuando Mantle jugó sus primeros juegos con los Whiz Kids en el verano de 1947 todavía era muy pequeño. Ellos no tenían uniformes lo suficientemente pequeños que le sirvieran a él. Luego de su última hospitalización por osteomielitis, él parecía crecer todas las noches. Greenwade lo vio por primera vez en 1948, le preguntó si quería jugar para los Yanquis de Nueva York y prometió ir a verlo después que se graduara en la secundaria. Bunch Greenwade, el hijo de Tom, dijo que su padre regresaba a verlo constantemente a pesar de la regla que prohibía hablarle a los jugadores de secundaria. Lee McPhail me dijo que él fue y visitó la casa de familia cuando estaban viendo a Mickey. Cuanto de esto es ficción porque ellos no querían ser sorprendidos con alguien menor de edad, o cuanta de la influencia de Sturm estaba ahí…He oído todas las versiones. Pero Greenwade lo vio la noche que se graduó contra un equipo de Coffeyville, Kansas. Mutt y Greenwade hicieron los arreglos para que él recibiera su diploma temprano esa tarde de manos del superintendente de escuela. “Aquí tienes, graduado”. Johnny Lingo, el entrenador de beisbol de Commerce, tuvo que comprarle un par de spikes porque el tuvo que regresar los implementos a la escuela una vez que recibió su diploma. DL: De acuerdo al libro, Mantle obtuvo muy poco dinero por firmar con los Yanquis. JL: El obtuvo nada. Recibió un bono de 1150 $, 400 $ por firmar y el resto el 30 de junio de 1949 si se mantenía con los Yankees de Independece (Class D) en la K-O-M League. Su primer compañero de cuarto, Bob Mallon, me dijo que Mantle estaba asustado de que lo fueran a botar. No fue hasta después que ellos supieron que realmente tenían algo. Él ciertamente no podía jugar en el campocorto, lo cual todos parecían saber; el manager Harry Craft dijo que él no era un prospecto de Grandes Ligas en el shorstop. Aún así, no fue movido a los jardines hasta la primavera de 1951. Casey Stengel lo sacó lejos del shortstop en 1950, pero Craft lo puso de nuevo a jugar en el campocorto en 1951 con el Joplin Class C donde lideró la liga con .383 de promedio de bateo e hizo 55 errores. DL: Mantle se convirtió en compañero de equipo de Joe DiMaggio en 1951 y luego lo reemplazó como jardínero central de los Yanquis en 1952. ¿Cómo fue su relación? JL: Lo único más duro que renunciar a una posición central es desgastarla. Esa no iba a ser una transición fácil para cualquiera de ellos. Jerry Coleman dijo, “¿Cómo te gustaría seguir al padre de tu país?” Tenías a este muchacho quien aparece en el entrenamiento primaveral, y tiene quizás el mejor entrenamiento primaveral que nadie jamás ha tenido, y DiMaggio y todos los demás fue tomado por sorpresa. Stengel quería desesperadamente tener su propia persona moldeada. Quería ser conocido como alguien que mereciera el nombre de “Ol’ Perfesser”. Así como Mutt había tratado a su hijo como un mineral, un recurso natural que explotar, forjar y modelar, Stengel quería producir un gran jugador de la forma como John McGraw produjo a Mel Ott. Stengel estaba listo para que Joe D se fuera. Mantle pensó que iba de regreso, quería regresar, a Triple-A a jugar otro año para Harry Craft. De pronto, él está ahí, empujado a jugar una posición a la cual no está acostumbrado (jardín derecho) en un mundo que tenía que ser tan extraño para él como sería Nueva York para alguien del tercer mundo. Era una situación ruda con posibilidades para malentendidos y distancia. Hay una foto tomada el día inaugural de 1951 que muestra a DiMaggio parado frente a este muchacho en el club house. Los pantalones de Mickey son muy cortos para cubrir sus medias balncas, y DiMaggio está todo brilloso y humedecido, con sus yuntas y su corbata Countess Mara. Mantle tuvo que sentirse pequeño. Tuvo que sentirse intimidado. Al contrario, DiMaggio tuvo que sentirse amenazado. En si columna Opening Day del New York Herald Tribune, Red Smith habló acerca de la llegada de los Medias Rojas y Ted Williams al estadio. El fotógrafo hizo posar a los tres, Mantle, DiMaggio y Williams para una foto. DiMaggio no quiso presentarle a Williams a Mantle. Williams tuvo que presentarse por su cuenta. “Hola, soy Ted Williams”. La mitología es que debido a que DiMaggio lo trató muy pobremente, Mantle resolvió que sería distinto y que siempre sería el opuesto de DiMaggio en el clubhouse. Le daría la bienvenida a los novatos, sería el “mejor tipo”, todo lo contrario de un tipo distante. Pero personas como Tony Kubek y Gene Michael, a quienes respeto mucho, dicen, y les creo, que Mickey hubiese sido de esa manera de cualquier modo. Esa era se naturaleza. Él hubiera querido compartir y ser el gran compañero. DL: La pregunta famosa es:” ¿Quién es mejor, Mantle o Mays?” pero ¿era Mantle tan bueno o mejor que DiMaggio? JL: No sé si yo sería la mejor persona para responder eso, pero pienso que tendrías que estar muy presionado para decir que Mantle fue tan bueno como DiMaggio, estadística o defensivamente. Ellos fueron tan endémicos de sus épocas, tan diferentes en la manera como se comportaban, y de donde venían. Pero pienso que lo que distinguíó a Mantle, siempre, fue el sentido de la posibilidad que llevaba a cada turno al bate. Se podía ver algo imposiblemente grande o algo imposiblemente feo. No se sabía. Como dijo el recogebates Justin Dedeaux en aquel juego de exhibición contra USC: “¿Qué hay en ese bate?” Había una dimensión extra de drama conectad a él que era diferente a la producción o la calidad. DL: Mantle bateó algunos de los jonrones más largos en la historia del beisbol, y lo hizo desde ambos lados del plato. ¿Cómo un hombre de su tamaño fue capaz de hacer eso? JL: Esa es una de las cosas que de verdad quería averiguar, por eso fue que tomé todo el material fílmicoque pude y se lo entregué a un distinguido coach de bateo en Atlanta, Preston Peavy. Yo quería que me explicaran como alguien de menos de 1,80 metros y 100 kg, lo cual era más o menos el tamaño de Mays, podía generar tal poder. El tomó la película y produjo un grupo de figuras cinemáticas, móviles y digitales que muestran cada parte del cuerpo de Mantle mientras este se mueve en el espacio. Puedes ir a la página web de Peavy, www.peavynet.com , y verlas. Ellas muestran la diferencia entre él bateando a la derecha y a la zurda, la cual era muy pronunciada a pesar de lo que DiMaggio dijo en el año de novato de Mantle, que sus swings eran iguales a la derecha y a la zurda. Ellas también ayudan a explicar como su swing a la zurda contribuyó a su deterioro físico. Él descargaba tanto peso y fuerza, sobre la frontal pierna derecha, que la dañó. Su swing desde el lado derecho era como un hacha, pero desde el lado izquierdo era como un remolino violento de la pradera. Era una fuerza de la naturaleza, aún así era construido, estudiado y opuesto a su swing derecho, el cual era natural para él. Con todo el que hablé me dijo que el bateaba más duro a la derecha. Y él también bateaba la pelota más a menudo, de manera porcentual, a la derecha. Por supuesto, él bateaba a la zurda dos tercios del tiempo, y hay personas que discutirían que él hubiese sido mejor si hubiera bateado a la derecha en toda su carrera. Nunca lo sabremos, pero es algo interesante a considerar. Una vez en 1963 él decidió batear a la derecha contra Tom Sturdivant porque quería ver si podía batear la pelota fuera del estadio, para completar lo que no hizo a principios de ese año contra Bill Fischer, cuando bateó una contra la fachada del right field. Sturdivant estuvo de acuerdo en tratar de ayudarlo y le dijo lo que le iba a lanzar desafiando a su manager, Eddie Lopat. Mantle envió la pelota hacia los monumentos del center field. Sturdivant, quien era su amigo muy cercano, se rió y dijo, “No me puedes batear”. DL: ¿Qué personificaba el trio de “Willie, Mickey y el Duque” en el contexto social de su época? JL: Cada uno tenía un grupo de apoyo. Una profesora universitaria mía, una psiquiatra llamada Ethel Person, escribió un libro llamado “Feeling Strong”, en el cual ella discute todos esos debates de “¿Quién es mejor?” y la importancia psicológica de ellos en las vidas de los jóvenes. Básicamente, dice ella, la discusión a favor de uno de estos tipos es el equivalente de tratar de ponerte los tacones de tu madre. Se refiere a como vas a lucir como adulto y que clase de adulto querías ser. Duke era, como Carl Erkisne dijo, el perfecto emblema del Brooklyn subestimado. ¿Qué otra cosa tienes que decir que su primer día en las mayores fue igual que el de Jackie Robinson? Él estaba destinado a ser subestimado. En cuanto a Willie, Mantle dijo que era el jugador más grande de cada día que él vió y él jugaba todos los días. Mays se mantuvo saludable. Tuvo longevidad. Y tuvo un sistema de GPS en su sistema nervioso. Don Newcombe me contó una historia de Mays jugando un partido en la Liga Mexicana donde había, crealo o no, una vía férrea de ferrocarril que pasaba por el medio del jardín central. . Batearon una pelota sobre la cabeza de Mays, él corrió a través de la vía férrea, y regresó con la pelota. Mantle nunca reclamó ser el jugador defensivo que fue Mays. Pero dijo, que cuando se sentía bien, sentía que era un buen jugador ofensivo, quizás muy bueno. Willie tenía una especie de libertad, que era opuesta al beisbol aburrido, blanco, de estación en estación que se jugaba antes de Mays y Robinson. Había un elemento de jazz en él. Él tenía un atractivo casi improvisado. Mantle atraía a aquellos que temían la pérdida de la hegemonía blanca en el beisbol. Eso era parte del lema “este es nuestro muchacho”. Todos podían ver el manuscrito en la pared con el gran influjo de talento afroamericano que estaba a punto de transformar el beisbol. Mantle era este muchacho blanco del medio de los Estados Unidos quien podía hacerlo todo. Era un muchacho blanco quien corría como negro. Tenía la clase de poder que nos recordaba que éramos grandes. Nos recordaba lo increíble de los recursos naturales del continente americano. Lo tenía todo. Tenía velocidad, poder, poder desde ambos lados del plato. Y también pienso que él respaldaba el mito de que si eres lo suficientemente bueno en Estados Unidos alguien te descubrirá, la noción de que esto es una meritocracia, y si eres lo suficientemente bueno, alguien te reconocerá. DL: En el libro, usted hace la pregunta: ¿Qué tal si Mantle hubiese sido negro y Mays blanco? JL: Esa fue una pregunta que le hice a muchas personas, y nadie quería contestarla con la excepción de Reginald Martínez Jackson y Monte Irvin. Lo que yo trataba de preguntar era: ¿Cuánto se benefició Mantle de lo que solíamos llamar “escuela de privilegio blanco” en los años ’60? ¿Cuánta de nuestra adhesión a él, y cuanta de nuestra evaluación de él, fue magnificada por el hecho de que era el muchacho blanco, porque los muchachos blancos quieren ver que el muchacho blanco sea el grande? ¿Cuanto explica esto su presencia duradera en la imaginación estadounidense? Monte Irvin dijo que Mantle no habría sido tan adorado y querido si hubiese sido negro. Y Monte Irvin lo quería y adoraba; no habría existido un debate sobre quien era el mejor. Willie McCovey dijo, y Monte estuvo de acuerdo, que si sus razas hubiesen sido intercambiadas no hubiera existido tanta voluntad para cubrir algunos de los eventos fuera del terreno. En la parte III, Leavy habla de porqué Mantle se quedó corto en la carrera de jonrones de 1961, como su vida fue similar a la de Babe Ruth, y más. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Preguntas y respuestas con Jane Leavy, Parte I.

David Laurila. 22-11-2010. Baseball Prospectus. Mickey Mantle es un ícono estadounidense, pero el jardinero del Salón de la Fama es también, de muchas maneras, una figura trágica. The “Commerce Comet” fue el niño dorado del beisbol durante los años ’50 y principios de los ’60, pero su vida fue mucho más compleja y tormentosa que las bien reportadas lesiones y el alcoholismo asociados con los 536 jonrones y 172 de OPS ajustado. La historia de Mantle es contada, a una gran profundidad, por la autora Jane Leavy en The Last Boy: Mickey Mantle and the End of America’s Childhood. Leavy habló de la leyenda de los Yanquis, dentro y fuera del campo, en una entrevista de tres partes para Baseball Prospectus. David Laurila: El libro se llama “The Last Boy”. ¿Qué significa ese título? Jane Leavy: Fue inspirado por una fotografía de la última página del inserto de gráficas en blanco y negro del libro. Fue tomada por Fredrich Cantor, quién realizó una serie completa de fotografías en un día de viejas glorias en Shea Stadium cuando los Yanquis estaban ahí alquilados hacia mediados de los años ’70. Mantle está sentado entre Whitey Ford y Billy Martin en el dugout. Las rayas de su uniforme están dispersas en una barriga amplia, sus patillas son grises, tiene la gorra puesta hacia atrás de la manera como lo haría un muchacho, es el mismo Mickey Mantle de potentes brazos y antebrazos pero tiene esa expresión de risa tonta de Jerry Lewis en su cara, como un niño remedando a Jerry Lewis en el pavimento del recreo. Yo miraba la disonancia entre la manera como se mostraba, esa presencia de sus juegos juveniles, y la creciente barriga, los pies de cuervo y las patillas, y pensé, “él era el último niño” el último muchacho, para mí, que era capaz de jugar de acuerdo al antiguo libro de juegos de “los muchachos son muchachos”. Él era un producto de “no ves maldad, no oyes maldad, no hablas maldad” y ciertamente no escribes maldad, de los años ’50. Lo que fuera que las personas podían haber visto, o sabido, o sospechado entonces, los jugadores sabían que o sería tomado con calma o lo veían y se reían, porque después de todo, los muchachos son muchachos. Brett Favre y Tiger Woods solo pudieron mantener esa imagen por un tiempo. No estoy discutiendo que el péndulo se haya desplazado muy lejos hacia el otro extremo, de saber y ver demasiado, pero Mickey Mantle fue el fin de esa era. Al haber sobrevivido como personaje público en la era actual, aunque no al cyber lunatismo de hoy, él estaba continuamente sorprendido, hasta ofendido, cuando la gente lo citaba completa y precisamente. Traté de explicarle las nuevas reglas de compromiso. Pero él no podía aceptar que las cosas no fuesen igual. ¿Por qué ella escribió eso? diría él. “Porque ella estaba tratando de dar una idea de la manera como eres”, le respondía yo. “¡Pero ella no dijo que yo estaba bromeando!” Él no lo entendía. Yo discutiría que él podría haber sido mejor si hubiese vivido en una generación y una época cuando cada quién tiene un teléfono celular. Eso pudiera haberlo hecho revisar algo de su descuido, y si no hubiera cambiado su conducta, después de todo la única persona que puede cambiar la conducta de alguien es esa persona, ciertamente habría cambiado la manera como lo mirábamos, y de lo que nos reíamos con o de él. DL: Mantle creció en Commerce, Oklahoma. ¿Qué impacto tuvo eso en su vida? JL: De verdad me alegra que haya preguntado eso. Pienso que a menos que entiendas el mundo de donde vino, no puedes entender a Mickey Mantle. Esa es la verdad de cualquier biografía y cualquier biógrafo, pero pienso que nadie en Nueva York entendió, yo no entendí, de donde venía Mantle y como realmente era Commerce, Oklahoma. El difunto Maury Allen, quién cubría a los Yanquis para el New York Post, me hizo una observación en broma: “Todos pensábamos que Commerce era un nombre inventado”. Sonaba muy bueno para ser verdad. Pero era cualquier cosa menos muy bueno para ser verdad. Commerce estaba en el centro del territorio minero de cinc y plomo de los Estados Unidos. El plomo con el que se hacían las balas para pelear en la primera guerra mundial salió de ese suelo, y el cinc para hacer las primeras baterías. Deliberadamente solapé el accidente, y por accidente me refiero a la lesión en la rodilla de Mantle entre el jardín central y el derecho en el segundo juego de la Serie Mundial de 1951 cuando el mundo se abrió bajo sus pies, con un capitulo acerca de Commerce, al cual llamé “Undermined” (Minado), porque pienso que él siempre sintió que la vida era precaria. Él vino de un mundo marcado por la expectativa de la incertidumbre. Si algo era cierto, y esto no era propio de los Mantle, era que el mundo era un lugar incierto y no tendrías una vida completa si trabajabas en esas minas donde trabajó su padre. El número de historias que oi de la gente, diciendo, “Mi tío manejaba por la carretera 66 un día y la tierra se abrió debajo de él”, era impresionante. Cuando fui a Commerce por primera vez, y fui dos veces, yo no podía encontrar lo que me hacía sentir incómoda de estar ahí. Había un sentimiento extraño acerca de eso. Me quedé mirando esas dunas blanqueadas de desechos de actividad minera, y finalmente lo vi: Si todo ese material estaba ahí arriba, ¿qué había debajo de tus pies? La respuesta es nada. Literalmente nada, en muchos lugares. El mundo de Mantle estaba literalmente minado. Había una mina debajo de Picher, Oklahoma, el cual era el lugar natal de la esposa de Mantle, Merlyn, y era tan grande como el Astródomo de Houston. Así, que la gente estaba acostumbrada a que los hombres muriesen jóvenes. El padre de su mejor amigo voló una tarde cuando fue a encender las cargas para el trabajo del día siguiente, lo cual ellos hacían cada día a un cuarto para las cuatro. La tierra se estremeció y todos aguantaron la respiración por un instante. Ese día el padre de Bill Mosely no salió a tiempo. Los mineros morían por derrumbes de rocas y morían de silicosis y tuberculosis. Pequeñas partículas de polvo se adherían en sus pulmones y formaban lesiones y cuando ellos tosían las lesiones se rompían y sangraban. Ellos literalmente se ahogaban en su sangre. Mark Osborne es doctor en la cercana Miami, Oklahoma, cuyo abuelo, un minero, murió de silicosis y quien hace investigación en temas de salud en el Tri-State Mining District. Él recordaba ver hombres desaparecer de sus portales. Todos tenían las mismas casas pequeñas, esas pequeñas cabañas mineras, como la casa de Mantle en Commerce, y caminabas por ahí un día y había un tipo tosiendo sangre en un pañuelo, dos semanas después caminabas por ahí y el tipo había fallecido y había otro tipo tosiendo sangre en un pañuelo. Para mí, eso fue revelador, porque mucha de la mitología de Mantle está relacionada con su refrán, “Nunca llegaré a los 40 años. Ninguno de los hombres Mantle vivieron más de 40 años”, lo cual el achacaba al linfoma no-Hodgkin, el cáncer que mató a Mutt Mantle. Esto cambió fundamentalmente mi percepción de él y el alcance de la historia, porque el heredó ese fatalismo del mundo que lo produjo. Era el derecho de nacer en esa parte del país. Eso estaba compuesto por la osteomielitis que contrajo en la adolescencia, la cual fue mucho peor que lo que Mantle decía. El tratamiento fue más extensivo de lo que él siempre decía. Siempre sonaba como, “bien, recibí una patada en la barbilla en una práctica de futbol americano un día, y mi papá dijo ‘no hay lugar en el mundo para un hombre de una pierna’ y mi mamá dijo ‘son como el infierno’ cuando quisieron cortar mi pierna, así que me dieron penicilina y me puse bien”. Pero cuando encontré que en realidad él había estado hospitalizado cinco veces en un período de 13 meses, y pasó 40 días en el hospital, incluyendo su cumpleaños 16, empecé a darme cuenta que había ese nexo de muerte. Su propia vida y ciertamente la expectativa de vida que su padre vislumbraba para él, estaba en gran dificultad. La gente moría de osteomielitis todo el tiempo. Es una infección de los huesos, la cual la gente de Commerce llamaba “TB del hueso” o “cáncer de los huesos”. Hasta la invención de la penicilina, el único tratamiento era excentricismo o amputación. Fue un milagro que hubiesen tenido penicilina en Picher, Oklahoma en 1946 cuando Mantle fue hospitalizado por primera vez y fue aun más milagroso que se mejorara recibiendo solo siete por ciento de la dosis que usted recibe hoy. Es fácil entender porque tardó tanto en controlar la infección, solo recibía una fracción de lo que necesitaba para vencerla. Él estaba en el hospital cuando el hermano de Mutt, Tunney, falleció a los 34 años, dos años después del padre de Mutt, el abuelo Charlie. Su tío Emmet también murió a los 34 años pero a mediados de los años ’50. Lo que Mantle le decía a la gente, incluyendo a sus compañeros de equipo, a finales de los años ’40 era, “No llegaré a los 40 años; ninguno de los Mantle lo hace”. Fue pura coincidencia que yo notase que su abuelo Charlie llegó casi hasta los 61 años, y yo estaba impresionada por eso porque la cosa completa de “ninguno de los Mantle llegan a los 40” estaba muy bien establecida en la mitología. Yo casi no le creía a mis ojos. Me dije “¡Eso no puede ser!” Su primo Max se ofreció de voluntario y manejó hasta Adair, Oklahoma para revisar esos datos para mí, y lo hizo. Así que lo que pienso que ocurrió, y sé que esta es de verdad una respuesta larga, pero aprecio la pregunta, es que había ese sentido de línea de base de la incertidumbre de la vida, el cual estaba compuesto por su propia enfermedad, y por lo que vio en su familia y los otros hombres quienes trabajaban con Mutt y murieron. Él creó una narrativa para para darle estructura al miedo. Eso se convirtió en una especie de abreviatura emocional para él. Pienso que fue una juventud muy dura, aún sin la carga genética del alcoholismo de la familia de su madre, y aun sin el abuso sexual de su media hermana mayor. Cuando uno todo eso, y me echo hacia atrás y lo miro, el muchacho de pronto tiene sentido. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Esta serie continuará. En la parte II, Leavy habla de la relación de Mantle con Joe DiMaggio, la mecánica de su swing desde ambos lados del plato, el significado cultural de “Willie, Mickey y el Duque”, incluyendo la pregunta , “¿Qué hubiera pasado si Mantle fuese negro y Mays blanco?”, y más.