miércoles, 27 de abril de 2022

¿De verdad el beisbol sigue siendo el mismo juego?

Es casi normal escuchar antiguos peloteros, periodistas, comentaristas, conocedores del beisbol decir que el beisbol en esencia es el mismo de siempre. Se juega entre dos equipos de ¿nueve? No, ahora son diez los peloteros regulares que conforman la configuración de los equipos a lo largo de los nueve innings; los nueve que salen al campo más el bateador designado que permanece en el dugout y solo participa para tomar turnos al bate cada vez que lo indique la alineación. Por espacio de nueve innings, ahora si se va a extrainning, aparece en segunda base un corredor con la excusa de acelerar el resultado del juego. En cada inning hay que realizar tres outs y los límites de lanzamientos buenos (strikes) y malos (bolas) son tres y cuatro respectivamente para determinar un ponche o un boleto. Si un manager quiere conceder un boleto intencional ya el pitcher no tiene que hacer los cuatro envíos con el cátcher de pie y fuera del plato, ahora solo hace una seña y el árbitro principal envía el bateador a primera base. Es casi seguro que los conocedores de beisbol se expresan en un sentido muy general al enfatizar que el juego sigue siendo el mismo, solo que al seguir un juego, los detalles definen otra realidad. Por ejemplo un pitcher abridor es muy difícil que complete seis innings en la actualidad. Hace pocos días Dave Roberts, el manager de los Dodgers de Los Ángeles sacó del juego en el octavo inning a Clayton Kershaw cuando solo había realizado 80 lanzamientos y además estaba lanzando juego perfecto, una hazaña pocas veces vista. También pocos días atrás fue develada una estatua del legendario pitcher de los Mets de Nueva York: Tom Seaver. Durante la temporada cuando Tom y sus compañeros transformaron a su equipo desde el hazmerreir de la Liga Nacional hasta ganar el campeonato de la Serie Mundial ante los todopoderosos Orioles de Baltimore, Seaver estuvo lanzando un juego perfecto por más de ocho innings ante los Cachorros de Chicago.
Cuando se modificó la regla del boleto intencional uno de los momentos más recordados para ilustrar lo que perdía el beisbol al eliminar los cuatro lanzamientos del pitcher hacia el cátcher parado a cierta distancia del plato fue el en el tercer juego de la Serie Mundial de 1972. Cincinnati ganaba 1-0, Johnny Bench bateaba en la apertura del octavo inning en cuenta de dos strikes, con corredores en segunda y tercera bases. Dick Williams, manager de los Atléticos de Oakland salió a conversar con el pitcher Rollie Fingers, el cátcher Gene Tenace y el resto del cuadro interior. Al terminar la conferencia Williams ordenó el boleto intencional para Bench. Tenace se paró detrás de Bench y estiró el brazo derecho, cuando Fingers estaba a punto de lanzar se agachó detrás del plato y recibió el tercer strike para retirar a Bench. Cincinnati ganó 1-0 pero esa jugada mantuvo una gran emoción en el juego hasta el último out.
Roberts tiene historia de sacar a sus pitchers abridores del juego mientras lanzaban un juego sin imparables ni carreras. El conteo de pitcheos es el argumento más recurrente. La medicina deportiva ha comprobado que el movimiento de lanzar una pelota de beisbol representa un esfuerzo antinatural que termina por desgastar o lesionar el hombro y el codo principalmente. El propio Koufax reconoce que tuvo que retirarse antes de tiempo debido al desgaste que sufrió en su brazo de lanzar a consecuencia de esforzarlo excesivamente. Limitar los lanzamientos de los pitcher tiene sentido, lo preocupante es que a medida que pasa el tiempo pareciera que la tendencia es que los pitchers lancen con más velocidad, lo cual implica mayor desgaste en el brazo y por tanto los límites de pitcheos para los lanzadores abridores han bajado hasta 80 y se teme que puedan bajar más. Por eso Roberts sacó a Ross Stripling el 8 de abril de 2016 luego de100 pitcheos y siete innings y un tercio, a pesar de no haber permitido imparables a los Gigantes de San Francisco. También al zurdo Rich Hill luego de siete innings perfectos y 89 envíos ante los Marlins de Miami, el 10 de septiembre de 2016. El último trabajo inmaculado que dejó de lado Roberts antes de los siete innings perfectos de Kershaw este 13 de abril de 2022, fue el de Walker Buehler el 4 de mayo de 2018, en seis innings Buehler no permitió imparables a los Padres de San Diego en un juego escenificado en Monterrey, México, había ejecutado 93 pitcheos.
El 9 de julio de 1969, cuando los Mets de Nueva York empezaban su escalada hacia el primer lugar de la división este de la Liga Nacional, Tom Seaver llegó venciendo 4-0 a los Cachorros de Chicago 4-0 al noveno inning. Luego de retirar a Randy Hundley en intento de tocar la bola hacia el montículo, lo cual representó el bateador 25 que retiraba en fila, Seaver enfrentó a Jimmy Qualls, un jardinero de reserva que esa noche reemplaza al jardinero central titular Don Young. Qualls depachó línea a lo profundo entre el jardín central y el derecho y la magia del juego perfecto había acabado. ¿Se le habría ocurrido al manager Gil Hodges salir al montículo para sacar a Seaver y traer por ejemplo a Tug McGraw? Ni con una grúa sacaban a Tom el Terrífico de ahí, aunque disgustado por perder el juego perfecto, Seaver pasó la página para dominar a Willie Smith con elevado de foul a primera base y a Don Kessinger mediante elevado a la izquierda.
Tampoco Alvin Dark o Bobby Bragan siquiera imaginaron sacar a sus lanzadores Juan Marichal y Warren Spahn después que estos completaron nueve innings y la pizarra mostraba empate 0-0 entre los Gigantes de San Francisco y los Bravos de Milwaukee la noche del 2 de julio de 1963. Ni Marichal ni Spahn terminaron sus carreras abruptamente debido a lesiones en sus brazos de lanzar. El dominicano lanzó por espacio de 16 temporadas de las cuales en 13 lanzó más de 100 innings, dejó marca vitalicia de 243-142. Mientras que Spahn se mantuvo por 21 temporadas en la gran carpa, 363 ganados-245 derrotas. Aquella batalla épica de entradas sin carreras se mantuvo hasta el inning 16. Mientras cada pitcher se esmeraba y recurría a sus envíos más ingeniosos, nadie en las tribunas de Candlestick Park ni mucho menos en los dugouts consideraba la posibilidad de relevar a los pitchers abridores. Cuando a Dark se le ocurrió preguntarle a Marichal si estaba cansado, este le respondió algo como, “Si ese señor mayor sigue ahí en la lomita, yo también puedo seguir pitcheando”. El juego se decidió con jonrón de Willie Mays y ambos pitchers lanzaron completo, cada cual lanzó más de 200 envío al plato.
El 9 de septiembre de 1965 Sandy Koufax y Bob Hendley protagonizaron uno de los duelos de pitcheo más memorables en la historia de MLB. En medio de la carrera por el banderín ambos lanzadores estuvieron intratables, Hendley apenas permitió una carrera inmerecida a los Dodgers en el quinto inning y solo un imparable. Koufax retiró 27 Cachorros de Chicago en fila en ruta a un juego perfecto. Lanzó otros tres blanqueos ese septiembre y regresó con dos días de descanso, como lo hizo en el séptimo juego de la Serie Mundial, para vencer a los Bravos de Milwaukee 3-1; solo permitió cuatro imparables y recetó 13 ponches, el 2 de octubre, para dejar atrás a los Gigantes de San Francisco y asegurar el banderín. Proteger y dosificar a los pitchers resulta prudente y necesario, sin embargo puede haber contrasentido cuando se exagera y se trasciende el punto de equilibrio. Si a un pitcher no se le permite hacer más de 80 lanzamientos por juego durante la temporada con la explicación de que se está guardando o dosificando para la Serie Mundial, se podría dar el caso que dichos lanzadores difícilmente estén a tono para responder a los requerimientos de una Serie Mundial. La única manera de poder lanzar alrededor de 100 envíos en la citada instancia es mediante el entrenamiento desplegado durante la temporada regular. Si esos pitchers siempre van a estar lanzado 80, 70 o 60 envíos por partido, difícilmente van a poder ir más allá de eso porque no tienen la preparación física ni mental para afrontar el reto de ir más allá de ocho innings en el clásico de octubre. Alfonso L. Tusa C. 23 de abril de 2022. ©