sábado, 29 de marzo de 2014
Emociones vespertinas
Corriste hacia la puerta con el tercer llamado de Sebastián. Cuando tu padre levantaba la voz hasta las modulaciones de Enrico Caruso en "O Sole mío", aparecían varias perlas de sudor en las manos y sentías los pies descalzos en el más ebullente asfalto de aquel mediodía cumanacoense. La atmósfera de principios de octubre traía pedazos de hojas secas con aromas de cun de amor y vahos tenues de dióxido de azufre.
Deja ya de ver ese juego de pelota. Si me llego a enterar que has perdido el principio de un examen o una clase, te vas a quedar sin ver ni escuchar, nada de beisbol en la radio, en la televisión y en la prensa.
Bajaste la cabeza y apretaste la mano en el morral. Aún sobre la más brillante de las miradas de Sebastían balbuceaste. Pero papá, es la Serie Mundial. Los Orioles de Baltimore de Brooks y Frank Robinson, además de ese negrito que juega el jardín central detrás de segunda base; contra los Rojos de Cincinnati de David Concepción y Pete Rose, y Johnny Bench.
Cuando Sebastián levantó el brazo y señaló la puerta arrancaste a correr, solo viste de reojo cuando Paul Blair se soltó en veloz carrera desde el abanico hasta alcanzar un batazo largo de Tany Pérez en las proximidades de la zona de seguridad.
Caramba papá, me voy a perder un tremendo juego de pelota.
Te vas a perder de unas tremendas lecciones en la clase de quinto grado si te quedas aquí. ¡Vamonos!
Las atrapadas de Brooks Robinson detrás de tercera base, sobre la línea de cal o corriendo hacia a delante para desactivar un toque de pelota. Los embalajes de Blair hacia la zona de seguridad del jardín central, todo eso estalló sobre la hoja a rayas azules del cuaderno. ¡Luis Alcántara! Por última vez, resuelva la operación matemática de la pizarra. Poco a poco el diamante quedó vacío, mientras recuperabas la noción de las matemáticas, apretabas la tiza en las manos. Casi escribiste la resolución con el dedo índice empolvado de tiza. La maestra, hizo varias observaciones y escribió un catorce encerrado en un círculo abierto. Aquella calificación motivó que Sebastián dejara sin béisbol a Luis por una semana íntegra.
La próxima vez que volviste a jugar pelota en el terreno aledaño a la escuela, te quedaste mirando al tercera base de su equipo. El muchacho casi se caía de boca sobre los guijarros del infield intentaba imitar las jugadas por las que llamaban a Brooks Robinson “La aspiradora humana”. Sonó un impacto vítreo. Apenas viste la mesa del zapatero en el local de la esquina allende la calle. Sonidos de hojas cortadas atravesaron cual bandada de pericos las hojas de bucares y jabillos. Intentabas guiarte con la sombra de los pájaros y lo que pensabas podía ser aquella pelota de cubierta descosida. Desde el diamante llegaban voces antípodas, ¿jonrón? ¡corre más duro que tu le llegas! El círculo oscuro empezó a proyectarse sobre la acera, te paraste por el paso de un hombre con una carretilla y una camioneta pick-up. En dos saltos llegaste a la esquina, traías tanto impulso y sin embargo te estrellaste contra la mesa del zapatero. La pelota abrió una concavidad en la pared de bahareque.
Aquella tarde Sebastián pasó varios minutos tratando de convencer al zapatero para que disculpara a Luis y sus compañeros de juego. El tipo estaba furioso, le habían desbaratado su mesa de trabajo y además la tierra que cayó de la pared manchó unos zapatos blancos recién pintados. Luego de cancelar los daños, procurabas ubicarte lo más lejos de Sebastián. Al llegar a casa te llamó. Tranquilo hijo. Estas cosas ocurren cuando uno es niño. Pero de verdad hubiera preferido que hoy te hubieras quedado viendo en televisión a Brooks Robinson y Paul Blair.
Alfonso L. Tusa C.
viernes, 28 de marzo de 2014
Un jardinero de los Cascabeles de Arizona que lanza strikes.
Un jardinero de los Cascabeles de Arizona que lanza strikes.
Tyler Kepner. The New York Times. 17-02-2014.
Scottsdale, Ariz.- Los Cascabeles de Arizona tuvieron una práctica corta el lunes, justo lo suficiente para sudar antes de regresar a su clubhouse antes de las 11 am. Era el día de jugar a la guerra con esferas plásticas coloreadas, los Cascabeles se pusieron un uniforme de camuflaje y salieron a hacer un ejercicio en equipo, en el cual tratarían de imitar esencialmente a Gerardo Parra.
Parra, su sublime jardinero derecho, dispara pelotas de beisbol, no esferas plásticas, con una fuerza y precisión extraordinarias. En 2013, Parra tuvo la mejor temporada defensiva que haya tenido un jardinero derecho, tiene un brazo izquierdo envidiable.
"Cada vez que hace un lanzamiento, me sorprende, me paraliza", dijo J. Pollock, el jardinero central de los Cascabeles. "Es una actitud diferente a la que le haya visto a otro jardinero. El quiere que los corredores sigan. Los reta a que se vayan. Es tan rápido y preciso, él es como un shortstop a 300 pies de distancia".
El guante y el brazo de Parra son tan reconocidos que parecía casi fuera de lugar con un bate en su mano la mañana del lunes, en un pasillo del clubhouse. Un compañero pasó por ahí, tocó el bate y le preguntó a Parra si sabía como usarlo. Otro lo llamó Billy Wagner, en referencia al cerrador retirado que lanzaba a 100 millas por hora.
Parra desestimó la comparación, más por precisión que por modestia. Parra nunca podría lanzar 100 millas. Dijo que era más como el dos veces ganador del premio Cy Young Johan Santana.
“Yo era pitcher antes de firmar”, dijo Parra. “Cuando firmé con los Cascabeles, lanzaba 92, 93 millas. Pero me gusta más la defensiva, me gusta jugar todos los días”.
Parra, 26, puede batear lo suficientemente bien; la temporada pasada conectó para .268, con 43 dobles, 10 jonrones y 48 carreras empujadas. Pero históricamente, se distingue por su desempeño al campo.
De acuerdo al sitio web de Baseball Reference, el cuatro en WAR defensivo( número de victorias adicionales que los Cascabeles consiguieron por el desempeño defensivo en referencia a las victorias que se hubieran logrado si el pelotero hubiese sido suplantado por un jugador de nivel) que logró Parra la temporada pasada fue el máximo para un jardinero derecho en una base de datos que se extiende por más de 100 años. Wilson lo nombró jugador defensivo de la Liga Nacional del año, y Rawlings le dio su segundo guante de oro.
“Su brazo es un modificador del juego”, dijo el pitcher de Arizona Brandon McCarthy. “Se pudo ver a medida que avanzaba el año. Las personas se mantuvieron retándolo, por cualquier razón, y estoy completamente seguro que este año harán igual, luego a mitad de año, todos se quedarán tranquilos”.
“Hay muy pocos peloteros que pueden mejorar a un equipo defensivamente, y él es uno de ellos, es del tipo de Andrelton Simmons. Se gana una carrera sólo con verlo sacar fuera a un corredor del otro equipo”.
Simmons, de los Bravos de Atlanta, puede haber generado el mayor valor defensivo de cualquier jugador en la historia. Pero Simmons, como shortstop, tiene muchos lances en el terreno. Que Parra se haya aproximado al impacto defensivo de Simmons fue muy resaltante.
“Cuando haces una buena jugada en los jardines, es igual a cuando bateas un jonrón”, dijo Parra, quien algunas veces realiza ambas acciones. El pasado 18 de mayo en Miami, bateó un jonrón ante el primer lanzamiento del juego y también hizo out a un corredor en el plato. Los Cascabeles ganaron 1-0.
El relevista Brad Ziegler tenía otra jugada importante de Parra. Ziegler recordó un juego en Dodger Stadium donde Yasiel Puig ignoró una señal de pararse en tercera base para retar a Parra, quién fácilmente lo hizo out desde el jardín derecho corto.
“Parra se voltea hacia el bullpen, nos mira y hace el movimiento con los dedos de Dikembe Mutombo”, dijo Ziegler. “Como diciendo: ‘Más les vale que no me corran’”.
Los Cascabeles firmaron a Parra en Venezuela en 2004. Un reporte de buscadores de talento de la exposición de jugadores amateur Perfect Game lo definió como “extremadamente similar y tal vez un nivel mejor que Santana”, pero era considerado un mejor prospecto como jugador de posición y llegó a las Grandes Ligas en 2009.
(Eventualmente, los Cascabeles firmarían a Parra como pitcher. El hermano de Gerardo, Geordy, tuvo 39 ponches en 27 innings con dos equipos de bajo nivel en las granjas de Arizona la temporada pasada).
Parra refinó con estabilidad sus destrezas en el campo. Kirk Gibson, quien asumió como manager a mediados de la temporada de 2010, dijo que Parra había mejorado su precisión en parte porque aprendió a utilizar su fuerza. “Parra aplica tal efecto a la pelota”, dijo Gibson, “que sus tiros se desarrollan más bajos que la mayoría de los jardineros”. Ha aprendido donde hacer rebotar un tiro, si debe hacerlo, de manera que el otro jugador lo pueda controlar.
Dave McKay, el nuevo coach de jardineros de los Cascabeles, dijo que Parra lo había impresionado con su sabiduría. En las prácticas, Parra usa un guante pequeño, lo que lo obliga a concentrarse en usar sus manos, en vez de depender de las dimensiones más grandes del guante que usa en el juego. También muestra un método digno de un libro en su juego con los cortadores.
“Muchos tipos que tienen un gran brazo, tienden a querer hacerlo todo en la jugada”, dijo McKay. “Me imagino, que a través de los años, él ha llegado a la conclusión de que ‘No tengo que prescindir de todos, puedo interactuar con la gente’. El tiro perfecto ocurre a través del cortador, no sobre este”.
Parra tiene la velocidad y los instintos para adaptarse a los amplios jardines del oeste de la Liga Nacional; solo Hunter Pence de los Gigantes de San Francisco tuvo un factor de rango mejor entre los jardineros derechos de la Liga Nacional. Pero el brazo es la diferencia, con la precisión de Jim Edmonds, dijo McKay, y el poder de Andre Dawson.
Esos jardineros ganaron ocho guantes de oro cada uno, y Parra está construyendo un legado similar, lanzamiento a lanzamiento.
“Él mejora cada año”, dijo el catcher Miguel Montero. “Estoy seguro, desde ahora, de que el guante de oro es para él”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 25 de marzo de 2014
Desnaturalizar el juego
El tipo sonreía. Las manos en jarra templaban las franjas anaranjadas de su camisa desgastada, propia de un ser humano que experimenta en carne propia las vicisitudes del día a día. Quienes pretendan reescribirle la historia de la realidad solo recibirán hechos contundentes, en sus gestos, en su rostro, en sus cicatrices, esas que ni cien mil pasquines, o emisoras de radio y televisión diseñadas al patrón del traje del emperador podrán desdibujar bajo el manto de una supuesta sensibilidad social. Respiraba profundo. Necesitaba purificar los pulmones de tantas realidades subvertidas, de tantos crímenes negados, de tanto dolor burlado, de tanta violencia agazapada. Julio se frotó los antebrazos y lanzó la página deportiva sobre la mesa, miró hacia las cañas bravas alineadas en el techo.
¿Para ti el béisbol sigue siendo el mismo? Julio se acercó a la biblioteca y sacó una revista amarillenta del tramo más cercano al piso. Basilio estiró la piel de los antebrazos, refrescando un poco las quemaduras de gases lacrimógenos y laceraciones de perdigonazos. Puede ser que el juego mantenga su esencia. Anotar carreras, lanzar strikes, hacer los outs. Pero este béisbol dista mucho del que se jugaba hace cuarenta, cincuenta, sesenta años. Y para mí, que se haya incluido un bateador designado en la alineación regular significa más involución que evolución. Primero porque se priva al pitcher de batear, con lo cual el juego pierde una parte importante de su estrategia, el toque de sacrificio, la velocidad de piernas para embasarse con cualquier rodado al infield, la visión más profunda de los pitchers sobre los movimientos de sus rivales monticulares. Con esta visión completa de las dos fases del juego, el pitcher desarrolla cualidades físicas y mentales más profundas. Segundo, por que se promueve la proliferación de jugadores unidimensionales, lo cual los hace olvidar la otra faceta del juego, en este caso la defensiva. Eso, desconecta al bateador designado de la integridad del juego.
Mira lo que dice aquí. El sonido de las páginas revolcaba residuos arqueológicos, de especies casi prehistóricas. Un pitcher decidió un juego con un jonrón dentro del campo. Bueno papá, eso no lo vemos ahorita ni en la Liga Nacional. A los pitchers los tienen tan limitados en los lanzamientos que pueden hacer en un juego, imagínate a que ritmo les permitirán correr en las bases. Basilio estornudó y se alejó un poco de la revista. Pero sin embargo les permiten lanzar a toda velocidad. ¿Quién habrá determinado que la velocidad es el rasgo fundamental de un pitcher? Si, es importante tener algo en la bola. Lo principal es mantener la pelota baja y poder lanzar adentro cuando sea necesario. Para eso es necesario el control y ese viene con un equilibrio entre velocidad y raciocinio. Saber lanzar va más allá de ponchar. Para ponchar al menos hacen falta tres pitcheos. Si el pitcher es capaz de obligar al bateador para que haga swing a los envíos que él quiera puede llegar a lograr tres outs con tres lanzamientos.
Julio alisó la portada de la revista, un recuadro anaranjado resaltaba en la esquina superior izquierda. Pero dicen que en las ligas donde hay bateador designado los pitchers son más exigidos porque eliminan el out fácil del pitcher. Por eso se habla de que el pitcheo de la Liga Americana es mejor que el de la Nacional. Basilio se pasó los dedos por el bigote incipiente de espinas. Eso es muy relativo hijo. Hay pitchers que son muy buenos bateadores. Y a la larga los más débiles también mejoran, la práctica, la dedicación y el compromiso los llevan a ello. Además, los pitchers de la Liga Nacional tienen que estar pendientes de todos esos detalles porque ignoran en que momento un pitcher dejará de ser débil con el bate, eso los hace crecer en su estrategia de cómo encarar un juego, que por cierto va mucho más allá de lanzar 100 millas. Esos lanzamientos son los que hacen más indefensos a los pitchers ante los linietazos que salen dirigidos hacia ellos a más de 100 millas.
¿Y qué te parece esa nueva modificación del reglamento que hizo MLB con respecto a los catchers y cuando deben bloquear el plato? Julio metió la revista en el polvoriento último tramo de la biblioteca, tosió y sacudió las manos. Basilio salió al patio y respiró profundo. Puedo entender que se quiera evitar los encontronazos en el plato, pero hay situaciones de situaciones. ¿Cómo pedirle a un catcher que deje el “home” libre cuando el tiro desde los jardines viene en camino y el corredor te va a ganar el pentágono antes de que la pelota se incruste en la mascota? Es como castrar una de las jugadas más épicas y trascendentales del juego. Parecido a lo que hicieron la última vez que el béisbol fue deporte olímpico. Fue muy triste ver en un juego de extrainning como empezaba una entrada con hombres en segunda y tercera sin outs. Eso es cualquier cosa menos béisbol.
Alfonso L. Tusa C.
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