jueves, 15 de agosto de 2019
Visión de Tunel.
Noah Syndergaard. New York Mets. The Players’ Tribune. 29 de marzo de 2018.
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Mi mamá era esa mamá que siempre gritaba en mis juegos de pequeñas ligas. Una vez, cuando tenía ocho años de edad y estaba en un juego, esperaba mi turno al bate en el círculo de prevenidos, y mi mamá gritaba mi nombre. No estaba gritando desde la zona más lejana de la tribuna. Estaba como a un metro de distancia, estremeciendo la alambrada, gritando:
“¡Noooooooooooaaaaaah!”
Pero nunca la escuchaba. Estaba bloqueado. Siempre, desde que era niño, he tenido visión de túnel, especialmente en el deporte. No fue hasta que mi mamá estaba gritando prácticamente en mi oreja que noté que estaba allí, y entonces fue que le grité de vuelta.
Ahora, no estoy orgulloso de lo que dije, pero estaba disgustado.
“Mamá”, le dije.
“¡Cállate!”
Supe que había cometido un error tan pronto como lo hice porque…hombre, la manera como mi mamá me miró, su rostro cambió como si dijese ¿En verdad dijo eso?
Fue probablemente una arrancada de niño rebelde, una actitud inadecuada con mi mamá. Pero también pudo haber sido que quizás todavía estaba un poco molesto con ella por obligarme a jugar beisbol como primera prioridad. Eso fue su idea. Cuando tenía siete años de edad, me preguntó si quería jugar, le dije que no. El beisbol no me parecía divertido. Quería jugar futbol (soccer).
De todas maneras me inscribió para jugar beisbol.
Entonces ella y mi papá me llevaron a Walmart para comprar los implementos de beisbol. Estábamos parados en uno de los anaqueles viendo los protectores, y mis padres hablaban muy alto acerca de los diferentes tipos de protección. Todos los podían escuchar.
Yo estaba tan avergonzado que armé el berrinche más grande que puedan imaginar. Me refiero al grito más estridente de un niño de siete años de edad, zapateando y llorando. Fue ridículo.
Mis padres todo lo que hicieron fue reir.
Pensaron que eso era gracioso.
Pero ahora, después que le dije que se callara, mi mamá no reía. Estaba molesta. Me señaló y me habló con su voz más seria de mamá.
“¡Está castigado, señor!”
Allí mismo. Sin dudas. Sin preguntas.
Cuando fue mi turno de ir a batear, mi visión de túnel regresó. Mi mamá volvió a gritar, y olvidé el hecho de que estaba castigado.
Entonces fui a batear…
Y bateé un jonrón.
Mi mama se volvió loca.
Cuando regresé al dugout, estaba tan emocionada que me levantó el castigo.
No sé si me disculpé por lo que dije (¿Lo siento mama?) Pero definitivamente le he agradecido varias veces a través de los años. Porque si no me hubiera forzado a jugar beisbol, y si no hubiera sido esa clase de mamá fanática alocada que dejaba que un jonrón le hiciera olvidar que su hijo le había faltado el respeto, probablemente no estaría aquí escribiendo esto.
Fui afortunado en tener unos grandes padres.
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Todavía tengo esa misma visión de túnel que tenía cuando niño. Cuando estoy en el montículo en Citi Field frente a 42.000 aficionados de los Mets, y estoy arriba en la cuenta 0-2, no oigo nada.
Ni a los fanáticos. Ni al órgano. Ni a mi mamá.
Nada.
Estoy concentrado en mi cátcher y el bateador. Enfocado completamente en dominar a mi oponente. Quiero intimidarlo. Quiero ser temido.
Esa siempre ha sido mi mentalidad. Ser agresivo. Atacar a los bateadores. Lanzar adentro y reclamar mi territorio.
Eso no significa que intento golpear a los bateadores. Solo hablo de hacerles saber quien tiene el control. Y si le lanzó algo más adentro a alguien, y no le gusta, se puede reunir conmigo a veinte metros de distancia y podemos discutir sobre eso. Porque así es como pitcheo. Para mí, se trata de ganar primero la batalla mental.
Un buen ejemplo es el primer pitcheo del tercer juego de la Serie Mundial contra los Reales en 2015. Le lancé alto y pegado al primer bateador, después de ese envío, lo tuve sobre sus talones el resto del turno.
Tres envíos y una recta de 99 millas después, él caminaba de vuelta al dugout, probablemente preguntándose que había ocurrido.
Ahora que pienso en eso…parece mentira que eso haya pasado hace más de dos años. Recuerdo vívidamente la sensación de pitchear ese juego de Serie Mundial en casa…y ganarlo. Todavía recuerdo eso con claridad.
Pero también recuerdo la sensación de ver a los Reales celebrar en nuestro estadio. Me quedé ahí por un minuto, mirándolos, procesando lo que había ocurrido y dejando que todo decantara.
Entonces, cuando salí del estadio y fui a casa, pensé, Bien, me parece que lo intentaremos otra vez el año entrante.
Entonces viene el año siguiente, y tenemos una arrancada desastrosa. Entramos en carrera hacia el final de la temporada, pero perdemos el juego del comodín.
Luego llega 2017, y las lesiones nos juegan una mala pasada.
Sobre la marcha, me di cuenta que los equipos no van a la Serie Mundial todo el tiempo. Va a ser muy duro regresar.
Por eso me gusta mucho la primavera y el dia inaugural es uno de mis favoritos del año.
Porque las posibilidades son infinitas.
Todo empieza de nuevo.
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Para mí. Este día inaugural es particularmente emocionante, porque siento que todo lo que ha ocurrido en las últimas tres temporadas, ganar, perder, los ajustes, las lesiones, todo eso me ha preparado para lo que viene ahora.
La temporada de 2015 puede haber terminado con nosotros en la Serie Mundial, pero empezó conmigo preguntándome porqué estaba en las grandes ligas. Estaba muy impresionado por haber llegado hasta allí, especialmente después de llegar a Nueva York y ver que otros tipos pitcheaban adentro.
No me tomo mucho tiempo notar que mi mecánica era inservible.
Me dije, guao, está bien…Voy a tener que ajustar algunas cosas, o no voy a durar mucho aquí.
Lanzaba tan duro como deGrom, pero costaba más batear su recta, me preguntaba porqué. Luego de observarlo, noté que era porque esconde la pelota muy bien. Me estaba descubriendo muy temprano y los bateadores podían ver la pelota. Así que empecé a trabajar en esconder mejor la pelota y disimular mejor.
Entonces vi lo duro que lanzaba Harvey, igual que deGrom y yo, y noté que en las grandes ligas todos lanzan duro. Así que además de aprender a esconder mi recta, tenía que ubicarla mejor también.
Aún después de eso, entendí que en este nivel no te puedes mantener solo con la recta. Así que tuve que desarrollar mis otros pitcheos para mantener en vilo a los bateadores. Alteré el agarre de mi cambio para hacerlo parecer a mi recta de dos costuras, y pasó de ser solo otro pitcheo de mi repertorio a uno de mis mejores envíos. También cambié el agarre de mi sinker, trabajé con mi curva y agregué una slider.
Básicamente me convertí en pitcher en vez de un tirador.
Pero pienso que lo que aprendí fuera del terreno fue tan importante y tal vez más divertido, que aprender a ser un pitcher de grandes ligas.
Aprendí a ser neoyorquino.
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Cuando me subieron la primera vez, quería conseguir un lugar en la ciudad de inmediato porque quería sentirme un verdadero residente de la ciudad de Nueva York. Así que encontré un apartamento tipo estudio en la 21 y Park por Union Square, y tan pronto como entré supe que tenía que conseguir ese lugar.
Estaba completamente amoblado, y las paredes estaban decoradas con verdadero “New York City art”. Me refiero a que cuando se pasaba la puerta, había una pintura de Cambell’s Tomato Soup en la pared. ¿Conocen la fotografía de los obreros de construcción cenando en las alturas en una viga de acero? Esa también estaba enmarcada en la pared. El lugar tenía piso de parqué y un sofá super moderno de cuero en el que solo te podías sentar en ángulo de 90 grados. Lucía bien, pero era muy incómodo. Te reventaría la espalda.
Pero eso no me importó. El lugar tenía mucha personalidad, el lugar perfecto que un tipo de 22 años de Mansfield, Texas podía llamar hogar por un tiempo.
También había una ventana que miraba hacia el este, nunca conseguí algo lo suficientemente solido para impedir la entrada de la luz solar. En vez de eso, establecí una rutina, dejé que la luz solar me despertara temprano, entonces me duchaba y desayunaba. Luego bajaba y saludaba al vigilante, todavía paso por ahí y lo saludo de vez en cuando, caminaba por las aceras, escogía un lugar y exploraba.
Tal vez me detenía y compartía con los tipos de Rothman’s, la tienda de ropa, ellos siempre me atendían. Tal vez compraba algo. Tal vez no. Tal vez iba a un nuevo café o fuente de soda alrededor de Union Square, hay muchos. Tal vez tomaba el metro hacia las afueras o un metro para ir al centro. Tal vez iba al teatro o visitaba un museo.
Me daba igual.
Solo quería perderme en la ciudad.
Pienso que la experiencia de vivir en ese pequeño apartamento tipo estudio me ayudó para mi evolución en el montículo, especialmente en casa. Porque cuando salí al terreno y miré a los fanáticos, especialmente en la Serie Mundial, puedo decir que me sentí como uno de ellos.
Como si fuese un neoyorquino.
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Vivi en ese apartamento hasta alrededor de tres o cuatro semanas después de la Serie Mundial. Luego regresé a Texas para alistarme para la temporada de 2016, lo cual consistía en reanudar las cosas desde donde las había dejado en 2015. Me refiero a que una vez que ganas un juego de postemporada, especialmente en la Serie Mundial, no hay nada que se le compare. Así que emplearía todo mi tiempo y energía para regresar a esa instancia.
Todavía estoy tratando de regresar allí.
Después que me lesioné el año pasado y perdía casi toda la temporada, cambié mi rutina de trabajo. Mi problema es…me gusta ejercitarme. Soy un hombre. Me gusta levantar cosas pesadas. Y despues de ejercitarme, quiero sentir como que me ejercité.
Pero los ejercicios de los pitchers no están precisamente orientados a construir musculatura y lucir bien en la playa. Tienen que ver con mucho trabajo en la parte baja del cuerpo y estabilidad en los hombros y asuntos de mecánica. Así que antes de la última temporada, después de mis ejercicios de pitcheo, me fajaba en la barra de flexiones en casa hasta conseguir esa sensación de “haberme ejercitado”, y no estaba haciendo necesariamente lo recomendado.
Mi cuerpo me lo dejó saber.
Ahora he rediseñado todo mi programa. Me ejercito tan duro como siempre, pero hago el trabajo adecuado. Mantengo algo de volumen, pero sin sacrificar la funcionalidad o dejar que mi mecánica sufra. He aprendido que hay un balance, y estoy mejorando en mantenerlo.
Ahora, al acercarme al dia inaugural, me siento más fuerte y sano que en toda mi vida.
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La actitud alrededor del equipo definitivamente ha sido algo diferente esta primavera. Pienso que Mickey Callaway tiene mucho que ver con eso. Su presencia es la de un verdadero líder. Es el tipo de persona quien no te dice como halar la cuerda…se acerca y hala la cuerda contigo. Es un tipo llevadero.
Pero para mí, puedo decir que esta temporada iba a ser diferente después de mi primera interacción con nuestro nuevo coach de pitcheo, Dave Eiland.
Dave estaba en el dugout de los visitantes con los Reales en la Serie Mundial de 2015, y en uno de sus primeras grandes reuniones de esta temporada, cuando presentó nuestro cuerpo de pitcheo completo, habló del tercer juego.
El juego que yo lancé.
Habló del primer pitcheo.
Alto y pegado.
Dijo que tan pronto hice ese pitcheo, miró hacia uno de los masajistas en el dugout y dijo, “Eso es todo. Estamos listos”. Porque después de un pitcheo, el sabía que yo estaba ahí para respaldarme.
Reconoció eso porque así es como es él.
Y eso era todo lo que necesitaba saber.
Dave es intenso. Le gusta quemarse. Es el tipo de persona con quien te gustaría contar en los momentos duros.
Y cuando le dijo a todos en nuestro cuerpo de pitcheo que estaba buscando ese tipo de agresividad en nosotros ese año, de tipos que tuviesen las agallas de lanzar alto y pegado…en el primer lanzamiento…cuando se está abajo dos juegos a cero en la Serie Mundial, supe que nos íbamos a llevar muy bien.
Esa es una de las razones por las que estoy muy emocionado con el día inaugural y la temporada en general. Me refiero a que…me siento como nunca, deGrom se ve muy bien y Matz está lanzando bien.
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Y tengo que decir…que tengan en cuenta a Matt Harvey. Siento que recuperó su nivel de 2013, en términos de agresividad y actitud. Sabemos lo bueno que es su repertorio, pero han sido unos años muy duros para él, la operación Tommy John, el síndrome torácico y la fractura de escápula.
Quiero decir, que si Harvey está bien físicamente, no hay que decir de lo que es capaz.
Estoy emocionado por ver eso.
Y ahora, con Lugo como quinto abridor hasta que Vargas regrese y con Zack Wheeler también disponible, tenemos confianza en toda nuestra rotación, de arriba abajo.
Todo lo que necesitamos ahora es un apodo divertido…
Durante toda su existencia, los Mets han tenido una filosofía enfocada en traer campeonatos a Nueva York. Y en eso estamos enfocados esta temporada. Esa es la meta.
Estoy listo.
Estamos listos.
Mi mamá está lista.
Y sé que Nueva York también está lista.
Es como si tuviéramos visión de túnel. Estamos bloqueados. Y lo único que podemos ver es el trofeo de la Serie Mundial.
Y esta vez, queremos completar el trabajo.
Traducción: Alfonso L. Tusa C. 12 de agosto de 2019.
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