viernes, 29 de abril de 2016
Cooperstown Confidencial: La inauguración de un libro nuevo sobre Thurman Munson.
Bruce Markusen. The Hard Ball Times. 31-07-2009.
Usualmente rechazo hacer revisiones de libros, porque soy autor y considero el proceso un potencial conflicto de intereses. Pero cuando un libro es bueno, no dudaré en recomendarlo. Ese es el caso de Munson de Marty Appel, publicado este verano por Doubleday.
Una biografía a profundidad que examina al pelotero y al hombre de familia, Munson detalla las dolorosas experiencias infantiles, la a menudo carrera controversial con los Yanquis, y la trágica y prematura muerte a la edad de 32.
El 2 de agosto marcará el trigésimo aniversario de la muerte del capitán y catcher yanqui, Thurman Munson. Pocos días antes del aniversario, Appel contestó algunas preguntas acerca del libro y el personaje influyente que Munson llegó a ser.
Markusen: Marty, entiendo tu decisión de escribir una biografía detallada de Thurman Munson, dado que él no fue tan directo como hubieses querido cuando escribiste el primer libro. ¿Qué determinó la decisión de publicar el libro ahora? ¿Se debió estrictamente a que este es el aniversario 30 de su deceso, o hubo otros factores que influyeron?
Appel: El otro factor que influyó fue la miniserie de ESPN, “The Bronx is Burning”, al revivir el interés en Thurman. La interpretación del actor Erik Jensen fue magistral, y una nueva generación pareció decir, “Este es un personaje interesante”. Eso hizo que Doubleday se interesara en el libro.
Markusen: Los pasajes que escribes acerca del padre de Munson, especialmente del abuso físico que él le infligió a Thurman junto al constante desprecio por las habilidades de su hijo, son muy crudos. Dado lo traumático de la niñez de Munson ¿Te sorprende que Thurman llegara a ser tan exitoso como fue, como pelotero y hombre de familia?
Appel: Esa es una parte muy positiva de la historia, como Thurman pudo romper ese ciclo (el cual por lo menos duraba dos generaciones) y a través de una firme determinación, crear una hermosa familia propia. Ese fue su logro más grande. Por supuesto, ese hogar problemático también le sirvió para prepararlo, de alguna manera, para estar en el clubhouse durante los años del Zoológico del Bronx (‘Bronx Zoo’).
Markusen: La durabilidad y rudeza de Munson le permitieron recibir de 130 a 140 juegos por año, lo cual dejaba poco tiempo de juego a sus muchos catchers de respaldo a través de los años. ¿Estuvieron algunos de esos respaldos resentidos con Munson por la manera como el monopolizó (a falta de una mejor palabra) del tiempo de juego detrás del plato?
Appel: Bien, si. Pero era difícil resentir de Thurman como persona, todos lo quería y admiraban, Pero cuando tuvo su lesión en la mano por dos años que lo privaba de hacer out a los corredores con mucha frecuencia, eso le dio oportunidades a Rick Dempsey, quién tenía un rifle en el brazo. Pero los pitchers querían que les recibiera Thurman; era un maestro en el conocimiento de los bateadores y llamando los juegos.
Markusen: Thurman tenía una personalidad fuerte, igual que Billy Martin. ¿Fue sorpresivo para ti que ellos llegaran a ser tan cercanos como lo fueron?
Appel: Billy tenía una personalidad que rondaba la simpatía cuando tenía necesidad, pero aún así demandaba respeto como genio de beisbol en los confines del dugout. Thurman respetaba a ese genio, y Billy sabía que Thurman era un jugador a la antígua, un tipo quien podía haber sido una estrella en cualquier época del juego.
Markusen: La difícil relación de Munson con Reggie Jackson está bien documentada en tu libro. ¿Hubo algunos otros yanquis con los que Munson no se llevara bien?
Appel: Ni uno. Él era un jugador de los jugadores.
Markusen: Recuerda claramente lo que yo estaba haciendo cuando oi en las noticias que Thurman había muerto. Yo estaba cenando mientras veía un episodio de “La Isla de Gilligan”, cuando John Roland irrumpió con un boletín de noticias en Metromedia Channel Five. ¿Qué estabas haciendo cuando oiste la noticia y que pasó por tu mente en ese momento?
Appel: Sorprendentemente, mis reacciones fueron algo como, oh Dios, que tragedia…un yanqui…un capitán…campeón mundial…mi amigo…¡su familia!...tan duro…y muy abajo en la lista, recordé que había hecho su libro con él. Estaba sorprendido de no haber pensado en eso antes en el proceso.
Markusen: La mayoría de los observadores de los Yanquis creen que, áun si hubiese sobrevivido el accidente aéreo, los días de Thurman como receptor habían pasado. ¿Qué posición piensas que él habría jugado, y cuanto hubiera sido capaz de colaborar a la ofensiva?
Appel: Habría sido bateador designado, y primera base-jardinero ocasional, pero él no tenía suficiente poder para ser un primera base o jardinero de las esquinas. Sin embargo, hubiera sido un bateador designado terrífico.
Markusen: Munson no necesariamente hubiera ganado el favor de los sabermétricos de hoy porque él no negociaba muchos boletos y no bateaba muchos jonrones. ¿Es justo decir que Thurman era el tipo de pelotero que tenía que ser visto para ser apreciado completamente?
Appel: Si, sus destrezas era más apreciadas en el dugout que en las gradas, pero los aficionados veían su juego agresivo, su liderazgo de hacerse cargo y su juego oportuno. Las cosas más sutiles, como llamar los pitcheos, hasta provocar a los oponentes, eran más dificiles de apreciar. Él era más un pelotero del lado interno del beisbol.
Markusen: Treinta años después de su fallecimiento, ¿Qué tan importante es Munson para el legado de la franquicia de los Yanquis? ¿Por qué los aficionados jóvenes deberían saber de él?
Appel: Él jugaba el juego duro y de verdad cada día… pasaba la temporada queriendo tener marca de 162-0, no aceptaba que todos los equipos perdieran 60 juegos. Aun en los años cuando los Yanquis no eran contendores, jugaba para ganar cada juego. Por eso es que él y George Steinbrenner se llevaban bien. Tenían la misma actitud.
Acerca de Bruce Markusen
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
jueves, 28 de abril de 2016
‘No quieres creer que eso ocurrió’.
Hace casi 24 años, mientras estaba en Chicago para jugar ante los Medias Blancas, Lyman Bostock de los Angelinos de California recibió un disparo y fue asesinado en un carro en Gary, Ind.
Chicago Tribune. K.C. Johnson. 23-06-2002.
Los días han pasado, los juegos han continuado y casi 24 años han caido en el calendario.
Thomas Turner no puede creerlo, y aun tiene el dolor fresco en su mente.
Si alguien entiende por lo que está pasando la familia de Darryl Kile, ese es Turner, un trabajador retirado de la industria acerera de Gary, Ind.
Turner es el tío de Lyman Bostock, el jardinero de los Angelinos de California quien fue asesinado mientras paseaba en un carro manejado por Turner luego de participar en un juego en el viejo Comiskey Park, el 23 de septiembre de 1978.
Turner y los compañeros de equipo de Bostock en los Angelinos, entre los cuales estaba el manager de los Cachorros Don Baylor, saben lo que es salir de un juego de beisbol y ver que el orden del mundo deportivo es destruido por la desordenada realidad de la vida.
Ellos saben lo que es regresar al diamante, como lo harán los compañeros de equipo de Kile el domingo, y tratar de jugar o ver un juego, aun con sus mentes oscilando en una ausencia fuera de las líneas de cal.
“Amo el beisbol, pero verlo todavía es muy difícil, especialmente en el mes de septiembre”, dijo Turner desde su hogar de Gary el sábado en la noche. “Cuando veo a los Angelinos, espero verlo en el campo”.
Bostock fue el último out en la derrota 5-4 de los Angelinos ante los Medias Blancas esa tarde sabatina antes de salir hacia Gary con Turner.
Más tarde esa noche, Bostock de 27 años, paseaba en un carro con Turner y dos mujeres en el centro de Gary cuando el furioso esposo de una de las mujeres se acercó al carro con una pistola e hizo un disparo a través de la ventanilla trasera. Bostock recibió el impacto en el lado derecho del cráneo, falleció poco después de medianoche el 24 de septiembre.
Horas después, la policía de Gary arrestó a Leonard Smith por cargos de asesinato. Smith eventualmente fue declarado inocente por razones de insanidad.
Los Angelinos y los Medias Blancas, efectuaron un juego de beisbol, en las horas siguientes.
Se guardó un minuto de silencio antes del juego. Las banderas estaban a media asta. Pero la victoria de los Angelinos 7-3 no significó nada comparada a la pérdida de Bostock, el hijo de una estrella de las Ligas Negras.
Baylor, quien jonroneó en el juego, ha tenido malas memorias de Chicago por mucho tiempo debido al incidente.
“Cada vez que entro al viejo Comiskey Park, pienso en Lyman principalmente”, escribió Baylor en "Nothing But the Truth: A Baseball Life", su autobiografía. “En retrospectiva, deseo haberle dicho aquel último consejo antes que saliera del clubhouse para siempre”.
Turner conoce ese sentimiento.
“Cuando supe lo de Kile, Lyman fue la primera persona que me vino a la mente”, dijo Turner. “Es devastador. No quieres creer que eso ocurrió. No puedes enfrentar la realidad. Pasará mucho tiempo antes que dejes de lastimarte”.
¿Qué tipo de pelotero era Bostock?
En 526 juegos en cuatro temporadas de Grandes Ligas, bateó para .311. En 1977, Bostock terminó segundo de su compañero en los Mellizos, Rod Carew, por la corona del título de bateo de la Liga Americana con promedio de .336.
¿Qué clase de persona era Bostock?
Haber llegado segundo en la carrera por el título de bateo le permitió firmar un contrato como agente de cinco años por 2.25 millones de dólares con los Angelinos, para entonces uno de los más grandes del beisbol. Cuando Bostock tuvo un lento comienzo en la temporada de 1978, al batear solo .150, él ofreció devolver su salario de abril al equipo.
Como el equipo no lo aceptara, él lo donó a la caridad.
Hubo otros ejemplos de tal generosidad de espíritu.
Poco después de firmar su gran contrato como agente libre, Bostock donó 10.000 $ para pagar la reparación de la escuela Sunday en una iglesia de su nativa Birmingham, Ala. También hizo trabajo voluntario con niños de escasos recursos en el area de Los Angeles.
“Él creía en ayudar”, dijo Turner. “Siempre hablábamos, y el tenía grandes ideas, especialmente con niños”.
Baylor, uno de los amigos más cercanos de Bostock, sabía que el hombre fuera del campo estaba por encima del pelotero, por eso se tomó la tragedia tan a pecho. El día siguiente, a Baylor le pidieron una entrevista para la TV.
Baylor no respondió. Empezó a llorar.
A Turner le preguntaron si tenía algún consejo para la familia de Kile.
“Ellos tienen que creer y confiar en el Señor y seguir adelante”, dijo.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 27 de abril de 2016
Esquina de las Barajitas: 1966 Topps: La Vida Dificil de Clay Carroll.
The Hard Ball Times. Bruce Markusen. 16-03-2016.
Clay Carroll podría ser uno de los relevistas más subestimados de la historia del beisbol.
Con el entrenamiento primaveral en su apogeo, es un buen momento para girar nuestra atención al juego de barajitas de beisbol Topps que salieron hace 50 años. En 1966, Topps introdujo una colección con un diseño simple, con una banda coloreada, en la parte baja (mostraba el nombre del pelotero y la posición) y otra banda coloreada, diagonal, desplegada en la esquina superior izquierda (mostraba el equipo del jugador). No hay nada espectacular en el formato, pero este permite que la fotografía respire, y eso es algo bueno para esta colección de barajitas y su entramado de retratos y tomas de poses.
De las barajitas que Topps produjo esa primavera y verano, esta podría ser la más extraña de la colección, si no de todos los años ’60. Clay Carroll, quien una vez fuera un buen pitcher relevista, toma una apariencia distintiva para su barajita de 1966. Con su mentón levantado, cabello recogido y expresión desentendida, Carroll parece una cruz entre un gran pájaro y Jack Nicholson, una referencia que parece especialmente apropiada en un momento del año cuando los premios de la academia tienen tantos titulares por muchas razones diferentes.
La gran nariz de Carroll, la cual le valió el apodo de “The Hawk” (“El Halcón”) ideado por sus compañeros de equipo, también está en completa evidencia en la barajita. También es muy aparente que Carroll está sudando profusamente. No solo su cabello está mojado, sino que hay algo de humedad visible alrededor de su boca, como si hubiera terminado un rudo ejercicio de entrenamiento primaveral. Me imagino que en la mayoría de las ocasiones el fotógrafo le da a los peloteros la oportunidad de refrescarse y secarse antes de tomar la foto, pero parece que a Carroll no le permitieron ese lujo aquí.
A pesar del sudor y la apariencia extraña, Carroll sonría para el fotógrafo de Topps. Como fue indicado antes, es una sonrisa enigmática, del tipo que Nicholson nos ofreció en sus mejores días en películas como Chinatown, Atrapado sin salida y El Resplandor. Esa sonrisa se ha convertido en una marca de fábrica de Nicholson, a quién algunos han llamado el mejor actor de los últimos 50 años.
Como Nicholson, Carroll nos da la impresión de que sabe algo que nosotros no sabemos. Entonces de nuevo, quizás está complacido de que tendrá su propia barajita por primera vez, sin tener que compartir espacio con otro jugador, como lo hizo con el inquilino del Salón de la Fama, Phil Niekro, en 1965.
Por muchas razones, la apariencia de Carroll en esta barajita es memorable, pero su carrera ha sido olvidada por muchos aficionados. Eso no es justo, dado lo bueno que fue Carroll en gran parte de su carrera. Ciertamente él no fue un inquilino del salón de la Fama, pero se puede discutir que Carroll clasifica como uno de los pitchers más subestimados en la historia del pitcheo de relevo. También se sobrepuso a su cuota de dificultades, incluyendo una crianza relativamente pobre y una tragedia más adelante en su vida.
Carroll creció en el pequeño pueblo de Clanton, Ala., conocido por sus industrias textiles y dificultades económicas. Uno de nueve hijos, Carroll vivió en una casa superpobalda que era pagada por su padre, un trabajador de la industria algodonera con una ética de trabajo a la antigua. Mr. Carroll solo ganaba 45 $ semanales, pero se aseguraba de que sus nueve hijos tuvieran suficiente que comer. Clay trabajó en la industria por un par de años, y también hacía la tarea laboriosa de cargar patillas en los camiones, antes que su recta llamara la atención del scout de los Bravos de Milwaukee, Dixie Walker.
Los Bravos ofrecieron a Carroll un contrato que incluía un bono de 1000 $. “Firmé”, le dijo Carroll al Cincinnati Enquirer en su maravilloso acento sureño. “Parecía mucho dinero. Nunca había visto tanto dinero en mi vida”. Carroll compró su primer carro y empezó a trabajar de manera estable en el sistema de granjas de Milwaukee. Al principio, solo tenía una recta y una curva, pero pronto aprendió a lanzar una slider y un cambio. Para 1964, ese repertorio le ayudó a debutar en Grandes Ligas, lanzó casi impecable en 20 innings de trabajo.
Para 1966, el mismo año cuando los Bravos se reubicaron en Atlanta, Carroll emergió como caballito de batalla desde el bullpen. Lideró la Liga Nacional con 73 apariciones, lanzó 144 innings, tuvo efectividad de 2.73, y salvó 11 juegos. El último número podría no parecer muy alto, pero recuérdese que en los años ’60, los managers no programaban a sus cerradores para situaciones de salvamentos. De hecho, el juego salvado aún no se había convertido en estadística oficial.
En 1967, Carroll experimentó una pobre temporada, ocasionada en parte por dejar que su peso subiera hasta los 108 kilos. (Las barajitas posteriores de Carroll lo muestran con una cara mucho más llena que la versión de 1966, una indicación del peso que ganó mientras su carrera progresó). Esa también fue la temporada que siguió a la muerte de su padre; tristemente, el señor Carroll nunca tuvo la oportunidad de ver a su hijo pitchear en las mayores. Entonces vino un comienzo mediocre en la temporada de 1968, lo cual provocó que la oficina principal de los Bravos lo ofreciera como parte de un cambio. Preocupados porque Carroll había perdido su efectividad, los Bravos lo negociaron junto al derecho Tony Cloninger a los Rojos de Cincinnati como parte de un cambio de seis peloteros por Milt Pappas.
El cambio de escenario funcionó bien. Carroll se convirtió en el cerrado de los Rojos, al pitchear brillantemente por el resto de 1968. Con su buena recta y su estilo agresivo en el montículo, Carroll probó ser una opción perfecta para los ínnings finales. Pero en 1969 y 1970, tuvo que hacer otro ajuste en su carrera, convertirse en un relevista capaz de prepararle la escena al nuevo as relevista del equipo, el especialista de envios por el lado del brazo, Wayne Granger. Cuando Granger resbaló en 1971, Carroll recuperó el papel de cerrador.
Más que depender principalmente en su recta, Carroll ahora dependía de su habilidad para mezclar cuatro envíos diferentes, junto a un control impecable. A Sparky Anderson, quien se convirtió en su manager en 1970, le gustaba mucho su confiabilidad y voluntad para tomar la pelota, lo llamaba con más frecuencia de lo que lo hacía con cualquier otro relevista de los Rojos durante su estadía como manager.
La actuación de Carroll en 1972 se convertiría en una temporada para el recuerdo. Lideró la Liga Nacional al hacer 65 apariciones. Al limitar a los rivales con una efectividad de 2.25, Carroll estableció una marca de Grandes Ligas al salvar 37 juegos. Aunque su marca ha sido rota varias veces desde entonces, fue un total nunca antes visto para un relevista en 1972. Carroll se hizo tan confiable hacia el final de los juegos cerrados que Anderson lo llamaba reiteradamente para hacer ese trabajo, a veces pidiéndole que lanzara más de un inning.
Para 1972, Carroll también estaba haciendo buen dinero, al menos para los patrones del día. Como le explicó a un reportero de Associated Press, el beisbol le había dado la oportunidad de vivir una “vida confortable”. Eso era algo muy distante de su modesta crianza en Clanton.
En 1973, Carroll estuvo afectado por una gripe severa, seguida de una puja dolorosa con la lechina, pero siguió pitcheando. Para 1974, Carroll había perdido su papel como cerrador de los Rojos, pero continuó lanzando efectivamente en los innings intermedios. Permaneció con los Rojos a través de la temporada de 1975, lo que le dio la oportunidad de ganar su primer y único anillo de Serie Mundial. (Para hacer el logro más dulce, Carroll se apuntó la victoria en el séptimo juego en Fenway Park). Aunque Carroll lanzó muy bien esa temporada, Anderson no lo llamaban con tanta frecuencia, parecía preferir a dos pitchers jóvenes, Rawly Eastwick y Will McEnaney. Ahora de 34 años, Carroll, Carroll se convirtió en transferible ese invierno. Los Rojos lo enviaron a los Medias Blancas de Chicago por dos jóvenes jugadores, el pitcher zurdo Rich Hinton y un receptor de ligas menores llamado Jeff Sovern.
En total, Carroll lanzó ocho temporadas para los Rojos, desde 1968 hasta 1975. Excepto por una temporada, fue estable y efectivo en cualquier trabajo que le encomendó Anderson. Y no solo fue bueno en la temporada regular; en las series de campeonato, dejó una efectividad de 1.50, y en Series Mundiales, lo hizo aun mejor, al bajar su efectividad a 1.33.
No le tomo mucho tiempo a Carroll en convertirse en el mejor relevista de un mal equipo de los Medias Blancas. Lanzó bien al empezar la temporada, pero entonces sufrió una fractura en la mano a finales de junio, lo cual lo mantuvo lesionado por más de un mes. La siguiente primavera, los Medias Blancas optaron por la juventud, al enviar a Carroll a los Cardenales de San Luis por otro relevista derecho grande, Lerrin LaGrow.
Carroll hizo un buen trabajo para los Cardenales, solo para regresar a los Medias Blancas más adelante ese verano cuando los “South Side Hit Men” se encontraron compitiendo en el oeste de la Liga Americana. Luego de un rudo final de temporada, Carroll pidió su libertad la primavera siguiente y firmó con los Piratas de Pittsburgh, donde hizo un par de apariciones como relevista. En 1979, firmó un contrato de liga menor con los Cerveceros de Milwaukee, pero nunca hizo el equipo de Grandes Ligas.
Carroll se fue del beisbol por completo, estableció una vida normal de retiro postbeiosbolero. Trágicamente, esa normalidad terminó en 1985. Para entonces, Carroll había estado casado con su segunda esposa, Frances, por cuatro años. El hijastro de Carroll, Frederick Nowitzke, empezó a mostrar una conducta extraña. Un día horrible, enloqueció en un episodio de violencia, hizo disparos mortales a Frances y a su hermanastro. El propio Carroll recibió un disparo, tuvo una herida en la cara, pero sobrevivió el incidente. Sentenciado culpable de asesinato, Frederick permanece en prisión hasta el presente.
Cuando la noticia llegó a los periódicos, algunos de los compañeros de equipo de Carroll reaccionaron públicamente. Uno de ellos fue el derecho Jack Billingham, quien recordó algunas de las dificultades previas de Carroll, incluyendo la muerte previa de un hijo. “Él ha tenido algunos momentos difíciles luego que salió del beisbol”, le dijo Billingham a USA Today. “Ha tenido experiencias muy feas a través de su vida”.
Poco después de los asesinatos, Carroll se mudo a Chatanooga, Tenn., donde fue a trabajar en la construcción. Ahora completamente retirado, él sigue haciendo apariciones para los rojos como miembro de su Salón de la Fama y como participante de sus campamentos de fantasía.
Por todos los medios, Carroll permanece como uno de los tipos buenos del juego, mantiene su sentido del humor a pesar de los eventos traumáticos que rodean su familia. Es difícil imaginar por lo que ha pasado, y como se las ha arreglado para seguir adelante, pero Carroll sigue perseverando en sus años de retiro. Como lo hizo por 15 temporadas de Grandes Ligas, Clay Carroll ha encontrado una manera de sobrevivir.
Referencias y Recursos
• Clay Carroll’s biographical file at the National Baseball Hall of Fame Library
• Joe Posnanski, The Machine
Acerca de Bruce Markusen
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del Traductor: En el tercer juego de la Serie Mundial de 1975, Bernie Carbo le bateó un jonrón como emergente a Clay Carroll. Luego que terminó el juego, Carroll fue al casillero de Carbo en el clubhouse de los Medias Rojas y violentó todas las pertenencias de Carbo, hasta una foto que le había autografiado antes del juego, ambos fueron compañeros de cuarto con los Rojos de Cincinnati. (The Game I’ll Never Forget. Bernie Carbo as told to Al Doyle. Baseball Digest. November 2005).
Actuación de Clay Carroll con los Tiburones de La Guaira en la temporada 1964-65: 9 juegos, 4 aperturas, 1 juego completo, 1 ganado, 3 perdidos, 1 salvado, 26.2 innings, 24 hits permitidos, 13 carreras limpias, 20 ponches, 9 boletos, 4.39 efectividad.
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