martes, 21 de junio de 2016
Carl Erskine ayuda a rendirle honores a un amigo de la niñez.
Michael Tackett. The New York Times. 28-05-2016.
Anderson, Ind. – Mientras se acerca a su cumpleaños 90, Carl Erskine no siente que le queden muchas cosas por revisar. Pero había una. Él quería ver que su amigo de la infancia Johnny Wilson fuese homenajeado apropiadamente en su pueblo natal. Ese momento llegó este viernes cuando una escultura de bronce de tres metros de Wilson saltando, sus brazos estirados, una pelota de baloncesto en la mano derecha, fue develada en Anderson High School.
Erskine, el lanzador de los Dodgers de Brooklyn quien apareció en 11 Series Mundiales y ejecutó dos juegos sin hits ni carreras en los años ’50, y Wilson ha sido amigos desde que se conocieron siendo niños, en un callejón donde había un aro de baloncesto pegado a un granero, Erskine hizo una invitación inocente: “¿Quieres jugar?”
Un niño blanco, otro negro, estuvieron juntos desde entonces por su amor al deporte y sus delicadas circunstancias económicas durante la depresión en este pueblo de fábricas del centro-norte de Indiana. La amistad con Wilson fue el puente de Erskine para su cálida relación con Jackie Robinson, con quien se unió en los Dodgers en la segunda temporada de Robinson después de romper la barrera racial de Major League Baseball.
Un día, Robinson se salió de su rutina para agradecer a Erskine por hablar con su esposa Rachel, e hijos frente a aficionados blancos. Erskine dijo que no era necesario el agradecimiento, y el viernes él dijo que un nombre lo explicaba todo: Johnny Wilson.
La de ellos es una amistad que tiene ocho décadas y ambos hombres la ven como una poderosa contranarrativa a las tensiones raciales que han consumido muchas ciudades estadounidenses y por momentos inflamaron la campaña presidencial. Ellos simplemente nunca se vieron a través del prisma de la raza.
Erskine dijo que la escultura era un tributo merecido para Wilson.
“Mi esperanza es que esto significará mucho más que los méritos deportivos de Johnny”, dijo Erskine en una entrevista. “Lo que Johnny significa para mí es que el venció todos los pronósticos. La segregación era implacable en eso días. Blancos y negros estaban separados, excepto por la amistad, y entonces eso no hacía ninguna diferencia”.
Wilson fue un atleta todo terreno al estilo de Robinson, al jugar cuatro deportes y ganar el máximo honor de la secundaria, Mr. Basketball, luego de llevar a Anderson al título estadal en 1946, al anotar 30 de los 67 puntos de su equipo en el juego por el campeonato. También compartía el campeonato estadal de salto alto, y jugaba futbol americano. En verano, se unía a Erskine para jugar beisbol y tenía sueños de jugar en Grandes Ligas.
Pero mientras Erskine había tenido una vida de aceptación y adulación, Wilson a menudo era recibido con rechazo. Quería asistir a Indiana University, pero el entrenador de baloncesto le dijo que n o era lo suficientemente bueno aunque había sido nombrado mejor jugador del estado. No había que decir que la conferencia Big Ten no ofrecía becas deportivas a atletas negros.
Luego que Wilson lideró al estado entre los anotadores mientras jugaba para la pequeña Anderson College, las ligas profesionales de baloncesto tampoco le ofrecieron oportunidad alguna. Así que Wilson firmó con los Globetrotters de Harlem en la época cuando el equipo era altamente competitivo, iban de gira por todo el país para enfrentar equipos de estrellas de las universidades y equipos profesionales de blancos, viajaban hasta Europa y Asia.
Por más que Wilson fuese muy talentoso para el baloncesto, su primer amor fue el beisbol. Tuvo una prueba con los Cardenales de San Luis, bateó dos jonrones, y otros cuatro imparables, además de registrar los tiempos más rápidos en las carreras. Cuando le preguntaron al scout de los Cardenales que pensaba de Wilson, dijo, “¿Cuál era Wilson?” Era el único pelotero negro.
Wilson firmó con los American Giants de Chicago, un equipo de las ligas negras, jugó una temporada antes de regresar a los Globetrotters.
Desde muy jóvenes, Erskine y Wilson se las arreglaron alrededor de la segregación del momento. Wilson fue vetado de la piscina de YMCA, así que Erskine nadaba con él en la piscina para personas de color. Las personas negras no se podían sentar en la planta baja del cine el centro, Erskine subía al balcón para sentarse con su amigo. Cuando un restaurant rechazaba servirles, simplemente se retiraban juntos.
Cuando Erskine le pidió a Wilson que jugara con el equipo juvenil de beisbol de puros blancos de la ciudad, estos ganaron fácilmente. El día siguiente, la ciudad hizo perder al equipo de Erskine en la mesa por usar un jugador negro, dijo Erskine.
Cuando Erskine brillaba con los Boys of Summer de esa época de los Dodgers, Wilson trataba de conseguir un radio para escuchar los juegos donde lanzaba su amigo. Un día, sus equipos de beisbol coincidieron en Pittsburgh, y se encontraron en Schenley Park frente a Forbes Field y hablaron de lo lejos que habían llegado.
“Mira todo lo que hemos avanzado desde el viejo vecindario”, recordó Erskine decirle a su amigo.
Erskine regresó a Anderson luego del beisbol, para trabajar primero en seguros y después en una institución bancaria. También ha colaborado mucho en Special Olympics; su hijo más joven, Jimmy, nación con síndrome de Down, y Erskine aun lo lleva y lo trae en carro al trabajo. De muchas maneras es la cara más popular de la ciudad.
Wilson, quién cumplirá 89 años en julio, tuvo un destino diferente. Fue rechazado dos veces como candidato a convertirse en el entrenador del equipo de baloncesto de la escuela secundaria, por razones que siempre ha asociado con asuntos raciales. Aún así, Wilson dice que no tiene tiempo para la amargura.
Cuando le era negada una oportunidad, Wilson dijo, que su madre, Hazel, le decía. “Ellos son los que pierden. Te necesitan más de lo que tú a ellos. No vayas donde no te quieran”.
Y así hizo Wilson.
Wilson vive por su cuenta y rara vez se pierde un juego de baloncesto de Anderson High School. Cada semana, él es voluntario en la recolección de ropa de su iglesia, a menudo les hace llegar artículos a las familias necesitadas. Su pueblo ha llegado a valorarlo por completo. Fue premiado con un doctorado honorario de lo que ahora es Anderson University. Fue inducido al Salón de la Fama de Anderson High School, y el estado de Indiana le rindió honores como Sagamore of the Wabash, un premio entregado a aquellos quienes pasan a ser la herencia del estado.
Wilson y Erskine hablan frecuentemente por teléfono, desayunan o juegan golf. Durante una ronda el pasado verano, Erskine hizo un hoyo en uno, y Wilson fue su testigo.
Erskine quien ayudó a recaudar fondos para la escultura, la cual costó más de 60.000 $, dijo qu los terrenos de la escuela secundaria eran un lugar apropiado para rendir honor a uno de sus egresados más inspiracionales.
Wilson fue más gráfico, al decir: “Si un muchacho puede mirar esa estatua y decir ‘Pienso que puedo hacer eso’, eso me satisfaría.
En la mañana calienta y vaporosa, Erskine ayudó a desprender la envoltura púrpura de la escultura mientras esta se develaba, con Wilson en su uniforme de los Globetrotters de Harlem, con el cuerpo inclinado saltando hacia el cielo.
“Él es mi hermano del alma”, dijo Erskine.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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