martes, 8 de noviembre de 2016
Como el amor inspira a la voz de los Dodgers a levantarse en canción.
Richard Sandomir. The New York Times. 01-10-2016.
Por años, cada vez que le preguntaban a Vin Scully si regresaría para otra temporada como la voz de los Dodgers de Los Angeles, él respondía que necesitaba la bendición de su esposa, Sandi.
Así lo hizo en 2008, antes de regresar para su sexagésima temporada. Y de nuevo fue decisión de Sandi en 2013, como en 2014 y 2015. Cada vez, dijo él, primero consultó con Sandi, o Mrs. Scully, como siempre la ha llamado en público.
Ella siempre aceptaba.
“Ella es tan desinteresada que probablemente dirá, ‘Cualquier cosa que sientas que debes hacer la haremos’, y entonces regresábamos al cuadrante 1”, dijo él en 2008.
Pero después del juego del domingo 02 de octubre contra los Gigantes de San Francisco, Scully se retirará luego de 67 temporadas, desde los días de los Dodgers de Brooklyn. Esa es una decisión que Mrs. Scully dijo que siempre tomó él, no ella. Pero las personas que conocen la pareja dicen que él no habría regresado a la cabina de transmisión todas esas veces si ella hubiese estado contra eso.
“Él me dio mucho poder en la prensa”, dijo ella en una entrevista telefónica este lunes, después de un fin de semana lleno de homenajes como el llamó sus juegos finales en Dodger Stadium. “¿Cómo puede alguien decir si debe o no hacer lo que ama?”
Mrs. Scully, 71, es una asídua a Dodger Stadium, se sienta detrás de él en la cabina. En casa, ellos ven los juegos de los Dodgers en las giras por televisión. Pero, ella admitió, “A veces, cambiamos de canal”.
A través de la mayor parte de su carrera, ella ha sido el padre presente en casa, para ayudar a levantar a sus hijos, y sirvió como directora de una iniciativa de caridad, Share Inc., la cual ayuda a niños víctimas del abuso y discapacitados en su desarrollo.
Aún así, aunque ella casi siempre ha permanecido fuera de la luz pública, amigos de la pareja dijeron que ella ha sido una fuerza poderosa en las decisiones grandes y pequeñas de la vida de su esposo.
Dennis Gilbert, un amigo quién es un antíguo agente, dijo que ella había considerado todo desde que comer hasta cuando alejarse.
“Él nunca toma ninguna decisión sin ella”, dijo él. “Su mundo gira alrededor de ella y el de ella alrededor de él”.
Mrs. Scully, sin embargo, insiste que fue decisión de su esposo alejarse del micrófono.
“Él va a cumplir 89 años en noviembre”, dijo ella. “Sus hijos están en sus cuarentas y cincuentas. Hay un tiempo para estar con ellos. Él llegó a la conclusión de que ha hecho lo que debe hacer”.
Como parte de las despedidas de Dodger Stadium, ella lo acompañó al terreno el 23 de septiembre para una ceremonia que incluyó al otro Sandy de su vida, Koufax.
Y el domingo pasado, ellos se abrazaron y besaron mientras su interpretación de “Wind Beneath My Wings”, una grabación que él hizo para ella una navidad en una máquina de karaoke, sonaba en el sistema de sonido del estadio.
“Sé que es una interpretación aficionada”, le dijo a los fanáticos mientras presentaba la canción. “¿Les molestaría escucharla?” Mientras Sandi Scully escuchaba la canción escurrirse entre los fanáticos y los peloteros, recordó, “Quería llorar. Era verdadero desde su corazón, primero para mí, y luego para todos ellos”.
Los Scully asistieron a la misa esa mañana en Dodger Stadium. “Me senté y le recé a Dios, diciendo, ‘Dios, este es el último juego, no puedes dejarlo ir con una derrota, no puedes dejar que eso ocurra’”, dijo ella.
Con dos outs en el cierre del décimo inning, los Rockies y los Dodgers estaban empatados a 3 y el segunda base de los Dodgers, Charlie Culberson fue a batear.
“Dios, ¿por qué trajiste a alguien que no conozco?” recordó ella decir acerca de Culberson, un pelotero llamado a finales de temporada.
Pero él bateó el jonrón para ganar el juego, “¿Creerían este jonrón? Dijo Scully en su narración, y ella rezaba, con alegría.
“Dios, lo sabes todo”.
Mrs, Scully fue una de siete hijos criados en Lexington, N.C., donde ella era fanática del beisbol en una familia de tres hermanos quienes practicaban el juego.
Pero ella conoció a Scully a través del futbol americano, no del beisbol.
Ella era la asistente ejecutiva del dueño de los Rams de Los Angeles, Carroll Rosenbloom en 1973, trabajaba muy de cerca en los contratos del equipo con Ed Hookstratten, el consultor general de los Rams cuyos clientes externos incluían a Scully. Hookstratten jugó al casamentero.
“Sin que yo lo supiera, le dijo a Vin acerca de esta rubia joven que él debía evaluar”, dijo Mrs. Scully. “Y Vin le dijo, ‘No estoy en el negocio de evaluar rubias jóvenes’”.
Pero un día, Scully encontró una razón para ir a la oficina de los rams cuando ella estaba sustituyendo a otra mujer en el mostrador.
“Y de pronto”, dijo ella, “este hombre entre y es un tipo tan iluminado y estaba a hí para evaluarme”.
Al poco tiempo salían.
Ella era divorciada con dos hijos u había esperado conocer un hombre quien fuese buen padre para sus hijos y un buen esposo, dijo ella. Él era viudo con tres hijos pequeños.
Un día, él la llevó a ver una casa que planeaba comprar.
Le preguntó a ella que pensaba de la casa.
“’Esto no es para ti’”, recordó decir ella. “’Tienes tres hijos y no hay espacio para que ellos jueguen’”.
Entonces él le pidió que sacara una cajita de la guantera del carro, la cual contenía un anillo de compromiso. “Yo estaba impactada porque él nunca había dicho nada de casarse conmigo”. Ella agregó: “No puedo decir lo que dije. No fue propio de una dama. Pero dije si ese día”.
Ella tuvo un lamento, dijo ella. “Me gustaba el trabajo. Era maravilloso. Estaba casi deprimida por tener que renunciar”.
Despues que se casaron en 1973, tuvieron una hija (pero perdieron uno de los hijos de Scully de su primer matrimonio, Michael, en un accidente de helicóptero en 1994).
Scully ha acreditado a su esposa por mucho tiempo, por ser la fuerza conductora de la familia y ama oírla cantar canciones cristianas alrededor de la casa. Hoy, fuera del beisbol, sus vidas girarán alrededor de sus cinco hijos, 16 nietos y 3 bisnietos.
“Como fue ella capaz de hacer el entramado que es la familia Scully, solo ella puede decirlo”, dijo él de su esposa el año pasado.
Cualquier desavenencia que ellos hayan tenido, nadie lo menciona.
El hermano de Mrs. Scully, David, un vinatero, dijo: “Él siempre habla tan perfecto de ella como su ‘novia amorosa’. Dice cosas como, ‘Tu maravillosa hermana te espera para hablarte’”. Él agregó: “Ellos se tratan muy bien. Es un buen matrimonio”.
Ellos van a ferreterías, donde Scully compra herramientas “de las cuales no tenemos idea de como se usan”, dijo ella, y a un Costco de los suburbios de Los Angeles, donde él es detenido con frecuencia parta tomarse fotografías y firmar autógrafos. Un día de finales de 2014, ellos llenaban su carrito para una reunión navideña de la familia. Scully se encargó de embalar las costillas en bolsas plásticas.
“Revisamos todo y de pronto, Vin mira su mano y su anillo desapareció”, dijo ella en referencia al anillo de él de la Serie Mundial de 1988. “Buscamos en todas partes en el carro y no lo encontramos. Regresamos a la tienda y le dijimos al gerente y ellos pasaron la novedad y todos en el departamento de carnicería hicieron su búsqueda. Cada quien trataba de recordar por donde había pasado él”.
Al llegar a casa llamaron a los Dodgers, quienes publicaron un alerta de anillo perdido en Twitter.
Entonces, ella dijo que empezó a vaciar las bolsas de las costillas, y ahí, en una de ellas, estaba el anillo.
Ella concluyó: “Su mano se enfrió al tocar la carne y el anillo se aflojó”.
Por años, ella ha estado observando la virtual aclamación universal por su esposo en casi cualquier lugar donde van.
“Todos tienen un teléfono celular, asi que no tienes privacidad en cualquier lugar donde vayas”, dijo ella. Hace alrededor de tres años, ellos salían de Petco Park en San Diego luego de un juego de los Padres y apenas podían caminar desde el ascensor hacia el pasillo que conduce al hotel.
“Vin me tomó de la mano y no me soltaba”, dijo ella. “El ruido. El amor. La adulación. Nunca estuve más impresionada. Las personas decían, ‘Te queremos’, ‘¿Me puedo tomar una foto con usted?’ y todo ese ruido reverberaba en el concreto. Era asustante”.
Pronto él no estará obligado a salir de su casa a las 2¨30 pm, como lo hace para ir a los juegos nocturnos. No más transmisiones de los juegos en casa, y los de visita en San Francisco y San Diego. Él hará algún trabajo para los Dodgers, pero solo como a él le agrade.
“Nunca hemos estado juntos todo el tiempo en 43 años”, dijo ella. Ella rió y agregó: “Él puede ponerse terco por todo lo que sé y no ser esa persona iluminada que conozco”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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