viernes, 3 de marzo de 2017

Ned Garver, ganador de 20 juegos con los Carmelitas que perdieron 102 veces, fallece a los 91 años de edad.

Richard Goldstein. The New York Times. 28-02-2017. Ned Garver, el único pitcher en la historia de la Liga Americana en ganar al menos 20 juegos en una temporada para un equipo que perdió por lo menos 100 veces, hecho que logró con los Carmelitas (Browns) de San Luis, falleció este domingo 26 de febrero en Bryan, Ohio. El deceso fue confirmado por su hijo Don. “La multitud ni siquiera nos abucheaba”, dijo una vez Garver de sus casi cinco años con los Carmelitas ante asistencias muy bajas en Sportman’s Park, el cual compartían con los populares Cardenales. “Había más peloteros que público”. Garver tuvo marca de 20-12 en 1951 con un equipo sotanero que terminó con registro de 52-102. También bateó .305 y despachó un jonrón para romper un juego empatado con los Medias Blancas de Chicago el día final de la temporada, cuando logró su vigésima victoria. Fue segundo en el premio al jugador más valioso de la Liga Americana. Perdió con Yogi Berra, cuyos Yanquis ganadores del banderín terminaron 46 juegos por delante de aquellos Carmelitas. Garver lideró la liga en juegos completos en 1951 con 24, la segunda temporada consecutiva que era el número 1, y fue el pitcher abridor de la Liga Americana en su único juego de estrellas, permitiendo un imparable y una carrera sucia en tres innings. Garver, un derecho de estatura normal, se defendía con sinkers, sliders y cambios de velocidad para sacar ventaja ante las fortalezas y debilidades de los bateadores. Lanzó durante 14 temporadas en la Liga Amerciana y ganó 129 juegos. Perdió 157 veces, pero nunca pitcheó para un equipo de primera división. “Junto conmigo, Ned sabía más de beisbol que cualquier pitcher de la Liga Americana”, recordó en su memoria de 1962 (“Maybe I’ll Pitch Forever”, escrita con David Lipman), Satchel Paige, compañero de Garver en los Carmelitas. “Aún con sus lanzamientos lentos, lo hacía muy bien todo el tiempo, solo usando su inteligencia”. Los Carmelitas probablemente son más recordados por su extravagante dueño Bill Veeck, quien una vez envió a batear como emergente al enano Eddie Gaedel en un juego de agosto de 1951 contra los Tigres de Detroit. (Gaedel se agachó, creando una situación de zona de strike inexistente y negoció un boleto en cuatro lanzamientos). Cinco días después, Garver estaba en medio de otra de las ocurrencias promocionales de Veeck. A los aficionados les habían solicitado que votaran para escoger la lineación de los Carmelitas para su juego del 24 de agosto en casa contra los Atléticos de Filadelfia. A más de 1100 de ellos les facilitaron asientos detrás del dugout de los Carmelitas el Grandstand Managers Day con tarjetas que leían “Si” por un lado y “No” en el otro. A medida que el juego avanzaba, Bob Fishel, el director de publicidad de los Carmelitas, les pidió que votaran por la estrategia, acerca de si debían cambiar al pitcher u ordenar un intento de robo. El consenso era entregado rápidamente cada vez a un coach de los Carmelitas, quien llevaba las directrices mientras el manager Zack Taylor, se relajaba en una mecedora en un palco de terreno. Garver, el pitcher abridor de los Carmelitas de ese día, fue bateado duro en el primer inning. “Con tres carreras en contra y corredores en primera y tercera, Fishel mostró la pregunta ‘¿Debemos poner a calentar un pitcher?’” Recordó Veeck en su memoria de 1962, “Veeck as in Wreck”, escrita con Ed Linn. Los managers de la tribuna vetaron la idea, recordó Veeck, “presumiblemente en la teoría de que podían herir los sentimientos de Garver”. Garver los recompensó al pitchear un juego completo en la victoria de los Carmelitas 5-3. Ned Franklin Garver nació el día de Navidad de 1925 en el pueblo noroccidental de Ohio de Ney (pronunciado Nay), donde sus padres, Arl y Susie, eran propietarios de una granja. Ned jugó beisbol semipro después de sus días de escuela secundaria. Fue firmado por la organización de los Carmelitas al ser descartado del servicio militar para la segunda guerra mundial por tener los pies planos. Garver se unió a los Carmelitas en 1948 y se convirtió en el pilar de su cuerpo de lanzadores. Ningun otro pitcher de los Carmelitas ganó más de seis juegos en 1951. Pero Garver fue afectado por un nervio presionado en su cuello en 1952 y fue cambiado a los Tigres en agosto. Lanzó cuatro temporadas completas con Detroit, otras cuatro con los Atléticos de Kansas City, y entonces se retiró luego de una breve estancia con los Angelinos de Los Angeles en 1961. Solo otro pitcher de la historia moderna de las ligas mayores, Irv Young de los Beaneaters de Boston de la Liga Nacional en 1905, un ancestro de los Bravos de Boston (y Milwaukee y Atlanta), ha alcanzado la meseta de las 20 victorias con un equipo de 100 derrotas. Young tuvo marca de 20-21 con un equipo de Boston que jugó para 51-103. Además de su hijo Don, Garver, quién vivía en Bryan, es sobrevivido por su segunda esposa, la antigua Dolores Hart; otro hijo, Ned, y una hija, Cheryl Garver, de su primer matrimonio, con la antígua Dorothy Sims, quien falleció en 1955; sus hijastros Kevin Cottrell, Tonya Cottrell y Tammy Berenyi; cuatro nietos; y una bisnieta. Despues de sus días como pitcher, Garver fue scout de los Rojos de Cincinnati e hizo trabajo promocional para una compañía empacadora de carne de Ohio. Fue alcalde de Ney por ocho años. Los Carmelitas pasaron a la historia del beisbol en 1954, cuando se mudaron a Baltimore y se convirtieron en Orioles. “Aunque éramos un equipo perdedor, estoy orgulloso de haber sido parte de los Carmelitas de San Luis”, le dijo Garver a Baseball Digest en 2004. “Todos mis carros todavía tienen calcomanías de los Carmelitas”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

¿Sin boletos Intencionales? ¡Eso no debe ser!

Escritorio Editorial. The Chicago Tribune. 24-02-2017. El juego promedio de Major League Baseaball dura tres horas. Eso es muy largo. Los aficionados pueden disfrutar un juego sin tener que ver crecer la grama, por lo cual el beisbol es inteligente para introducir cambios de reglas para agilizar el paso del juego. El cambio más nuevo, sin embargo, es un swing fallido. Desde el inicio de esta temporada, los pitchers de las grandes ligas no tendrán que lanzar los cuatro envíos para conceder un boleto intencional. El manager hará la señal de su decisión al árbitro y el bateador trotará hacia primera base, para ahorrar algo así como un minuto. Pensamos que se trata de mejorar la eficiencia, pero a un costo que altera la manera como se juega el beisbol. Si se quiere ser filosófico respecto a eso, esto es beisbol, después de todo, las metáforas de la vida son una especialidad, la pérdida llega profundo: Un pedazo integral del pasatiempo nacional está siendo reducido a un acto mecánico. Una solicitud automática. En algún lugar los dioses del beisbol ven sus hojas de anotación incrédulos. “Boleto intencional”, no es solo una gran frase de beisbol. (¿Quién no disfruta un boleto intencional una tarde veraniega?) La opción del manager de conceder un boleto intencional es una decisión estratégica para quitarle el bate de las manos a un adversario. A veces porque el bateador es muy peligroso, o el pitcher podría tener mejor suerte ante el bateador siguiente, o el equipo al campo quiere crear la situación de outs forzados. Esos cálculos no cambiarán, pero ahora el pitcher y el catcher no tendrán que pasar por el acto de lanzar y recibir. Casi siempre, el boleto intencional ocurre sin sobresaltos. El catcher se levanta para recibir cuatro envíos fáciles alejados del plato de manera que no puedan ser bateados. Pero de vez en cuando ocurren imprevistos porque los peloteros son falibles y en el beisbol, como en la vida, se comete errores. El año pasado, Gary Sánchez de los Yanquis de Nueva York, logró conectar un lanzamiento intencional defectuoso y lo sacó de jonrón contra Tampa Bay. Miguel Cabrera jugando para los Marlisn hizo algo similar en 2006. La Society for American Baseball Research encontró 16 casos de swings sorpresivos que pusieron la pelota en juego a través de los años y trata de confirmar otros. Los bateadores han sido avergonzados también, el caso más famoso ocurrió cuando Johnny Bench se ponchó con un lanzamiento intencional simulado en la Serie Mundial de 1972. En otras palabras, nunca se sabe lo que ocurrirá en el terreno, por eso hay que efectuar las jugadas. Hay tensión involucrada en realizar esos envíos suaves hacia el plato. Es un acto fuera de lo normal que un lanzallamas de pronto deba hacer envíos azucarados. El pitcher debería estar preparado física y mentalmente para hacer esos envíos. El cátcher debería asegurarse de atrapar esos envíos para evitar que avancen los corredores. Y el bateador debería pararse en el plato, alerta, y ganarse su pase a primera base. Mientras más pensamos en eso, se siente que el cambio de la regla afecta más el legado y la influencia del juego. El beisbol tiene un fuerte impacto en la cultura estadounidense: Se “mantiene la vista en la pelota” y se “recorre todas las bases” y se hace “swing de gradas”, debido al beisbol. Los fundamentos del juego aportan lecciones para cada situación competitiva. Ahora el beisbol postula que no todos los detalles son importantes y algunas tareas rutinarias pueden ser obviadas si todos están de acuerdo. ¿No se quiere hacer la llamada larga de ventas, o hacer la inspección de un puente largo o realizar una prueba más de laboratorio? Hay la posibilidad de que no ocurra nada malo, así que se dice, “Hago la señal desde el banco para que se otorgue un boleto intencional”. Eso es prácticamente la misma cosa que hacer el trabajo ¿cierto? ¡Eso no debe ser! Si Major League Baseball quiere agilizar los juegos, hay muchas maneras amigables a los aficionados para hacerlo. Los árbitros pueden regularizar la zona de strike y limitar las visitas al montículo. Los pitchers pueden resumir el tiempo entre envíos y los bateadores pueden dejar de presumir con sus guantines Velcro y de sacudirse los zapatos antes de cada lanzamiento. A veces los cambios para ahorrar tiempo requieren del acuerdo con el sindicato de peloteros; otras veces pueden llegar via mandato de MLB o persuasión. Pero jugar con la esencia del juego está equivocado. Copyright © 2017, Chicago Tribune Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 1 de marzo de 2017

Bill Buckner: Recordando el Campeonato de la Liga Americana de los Medias Rojas de Boston en 1986.

Herb Crehan. 09-04-2016. Bostonbaseballhistory.com Bill Buckner, quien jugara primera base para los Medias Rojas de Boston desde 1984 hasta 1987 y en 1990, está clasificado entre los 100 mejores peloteros de grandes ligas en ocho importantes categorías vitalicias. De hecho, solo 53 peloteros en la historia del beisbol de grandes ligas han acumulado más imparables vitalicios que los 2715 de Buckner. La carrera de Bill Buckner, que empezó en 1969 con los Dodgers de Los Angeles y terminó en 1990 con los Medias Rojas, se extendió por cuatro décadas. Es uno de solo veinticinco grandeligas en lograr esa distinción. Su carrera de cuatro décadas lo coloca al lado de luminarias como Ted Williams, quién jugó para los Medias Rojas desde 1939 hasta 1960, y Carlton Fisk cuya carrera empezó en 1969 con los Medias Rojas y terminó en 1993 con los Medias Blancas de Chicago. Buckner también fue uno de los grandes ‘bateadores de contacto’ de todos los tiempos, al poncharse solo una vez cada 22 apariciones al plato. Para poner esa estadística en perspectiva, los dos mejores bateadores de contacto de los Medias Rojas de 2006, Mark Loretta y Mike Lowell, se poncharon una vez por cada 11 apariciones al plato. Mirando hacia atrás en la historia, el inquilino del Salón de la Fama, Wade Boggs, quien fue reconocido como un bateador de contacto excepcional, se ponchó una vez por cada 15 apariciones al plato durante su carrera con los Medias Rojas. Pero a pesar de esas relucientes estadísticas, Bill Buckner selecciona la siguiente cita de su carrera como jugador activo, como la manera que le gustaria ser recordado: “A Los aficionados les gustan los peloteros quienes salen a fajarse. Hago lo mejor que puedo. Es todo lo que he hecho”. Entrevistado en su hogar de Boise, Idaho, dice Buckner, “Eso lo resume todo. De eso fue que trató toda mi carrera”. MultiAtleta Bill Buckner nació y creció en Vallejo, California, un pueblo pequeño “en medio del campo”, de acuerdo a las palabras de él, cerca de 50 millas al norte de San Francisco. Su hermano mayor Bob y el menor Jim destacaron en los deportes escolares y jugaron beisbol de ligas menores. Bill reconoce de inmediato que procede de una familia deportiva. “Se jugaba mucha pelota de goma en el patio y mucho softbol en la casa. Siempre había algunas ventanas rotas. Me temo que distraíamos a nuestra madre”, se ríe con el recuerdo. ¿Y como encajaba en esas actividades su hermana menor Jan, la melliza de Jim? “Ella siempre andaba con nosotros: Era muy atlética. En esa época no había muchas oportunidades para las muchachas en los deportes, pero si hubiesen existido, pienso que lo hubiese hecho muy bien”, recuerda al hacer una retrospectiva. ¿Y quien era el mejor atleta entre los hermanos Buckner? “Para ser honesto”, responde él, “Pienso que estábamos muy parejos. Bob y Jim eran tremendos atletas y tuvieron buenas carreras. Pienso que fue probablemente un caso donde yo estuve un poco más motivado y probablemente tuve un poco de mejor instrucción”. Buckner destacó en los deportes en la cercana Napa High School. Fue un sobresaliente recibidor de futbol americano y luego fue elegido al Northern California High School Football Hall of Fame. Pero el beisbol fue su primer amor. “Cuando yo tenía doce años de edad, un amigo llamado Augie Garrido, padre, (Augie Garrido, hijo, es el entrenador de beisbol, nacionalmente conocido, de la University of Texas) quien era árbitro y scout a medio tiempo, me dijo que él pensaba que yo tenía futuro en el beisbol. Y eso se quedó conmigo. Yo disfrutaba los otros deportes, pero siempre pensé que el beisbol era mi futuro”. Luego de graduarse, Buckner se matriculó en USC con una beca combinada de beisbol y futbol americano. Esto puede sorprender a los aficionados de los Medias Rojas quienes lo vieron diez años después cuando una seria lesión en los tobillos lo hizo lento, pero la velocidad fue un arma primordial del joven Buckner. “Cuando estábamos en USC, yo solía correr con Bobby Valentine (entonces un futuro pelotero y manager de grandes ligas) a clases. Él siempre ganaba. Fue una estrella de pista en Connecticut”. Los Dodgers de Los Angeles seleccionaron a Buckner en la segunda ronda del draft de junio de 1968. Él recuerda que fue difícil firmar un contrato profesional. “Fue un momento duro. Yo estaba afectado. Reconocía el valor de una beca universitaria y siempre había querido graduarme”. “Y odiaba a los Dodgers porque siempre fui seguidor de los Gigantes de San Francisco”, añade él. “Recuerdo haberlos visto en el Seals Stadium (el primer hogar de los Gigantes luego de mudarse desde Nueva York) y ver peloteros como Willie Mays, Leon Wagner y los hermanos Alou. Pero al final, decidí firmar con los Dodgers”. Bienvenido al Beisbol Profesional. La primera parada de Bill Buckner en el camino a las grandes ligas fue Ogden, Utah, con el equipo de los Dodgers de temporada corta en Pioneer League. Buckner recuerda su presentación al manager de Ogden, y subsecuente leyenda Dodger, Tommy LaSorda. “Teníamos un juego interescuadras y Tommy lanzaba para ambos equipos. Bateé un doble contra la pared y me detuve en segunda base”. “Tommy lanzó su guante contra el suelo y dijo, ‘¡si hace eso otra vez (pararte en segunda en vez de intentar buscar el triple) te cortaré el cuello!’ Yo estaba muy sorprendido. No hacía ni una hora que me había puesto un uniforme de beisbol profesional, y el manager me amenaza con cortarme el cuello. No sabía que pensar”, recuerda él, sonriendo con la memoria. “Pero Tommy era muy bueno, aprendí mucho de él. Nos hacía jugar cada juego como si fuese la Serie Mundial”, dijo Buckner. “Y teníamos grandes jugadores en ese equipo. Bobby Valentine estaba en ese equipo. Steve Garvey y Tom Paciorek jugaban con nosotros. ¡Y Tommy LaSorda se aseguraba de que ganáramos!” Bill Buckner estaba en el canal rápido de los Dodgers hacia Los Angeles. Empezó la temporada de 1969 con el equipo filial de los Dodgers en Albuquerque, New México, pero fue promovido al Spokane AAA luego de solo 70 juegos en AA. Luego de batear .315 en Spokane se encontró en Los Angeles como uno de los ascendidos de septiembre. Debutó en las ligas mayores como bateador emergente en un juego del 21 de septiembre de 1969, contra los Gigantes. Al preguntarle que tan bien recuerda su primer turno al bate en grandes ligas, Buckner responde, “¡Nunca lo olvidaré! Jugábamos en San Francisco contra el equipo que seguía de niño. Los Gigantes estaban disputando el primer lugar de la división con los Bravos. Y yo tenía cerca de 30 familiares y amigos en las tribunas. Como ascendido de septiembre yo había estado sentado y observando, pero Walter Alston (manager de los Dodgers e inquilino del Salón de la Fama) me envió a batear de emergente con las bases llenas y dos outs en el noveno inning. “Recuerdo que tan duro estaba latiendo mi corazón, y pensar, ‘¿Cómo voy a jugar en las grandes ligas si me voy a sentir así cada vez que salga a batear?’ Enfrenté a Gaylord Perry, uno de los mejores pitchers de los Gigantes. El árbitro del plato notó lo nervioso que estaba yo, y dijo, ‘Relájate hijo’. Pero bateé de foul cuatro de cinco pitcheos. Finalmente bateé uno hacia el jardín derecho que parecía iba a caer, pero Ron Hunt (el segunda base de los Gigantes) hizo una buena atrapada y el juego terminó”. Azul Dodger Ese joven de 19 años de edad acumularía otros 9.396 turnos oficiales al bate en las ligas mayores. Como ese total se ubica en el puesto 39 de la lista de todos los tiempos, es claro que Bill Buckner se sobrepuso al nerviosismo de su primer turno al bate. Y luego de una temporada digna de una superestrella con Spokane el año siguiente, regresó a los Dodgers al final de la temporada de 1970 para aparecer en 28 juegos. La Lesión que cambió su carrera El 18 de abril de 1975, Bill Buckner sufrió un severo estiramiento en el tobillo izquierdo al deslizarse en segunda base. “Regresé a jugar después de pasar algun tiempo en la lista de incapacitados”, recuerda él. “Pero mi tobillo no estaba bien, y si, ese fue el comienzo de mis problemas con los tobillos. Me practicaron una cirugía en septiembre para remover un tendón doblado y en octubre me sacaron fragmentos de hueso”. Las cirugías ayudaron, y en 1976 volvió a batear .301 y robó 28 bases. Pero en enero de 1977 los Dodgers de Los Angeles cambiaron a Bill Buckner y otros dos peloteros a los Cachorros de Chicago por el jardinero Rick Monday y el pitcher Mike Garman, “Ese cambio dolió”, dice Buckner enfáticamente. “Los Dodgers eran como mi familia. Había estado con la organización toda mi carrera y me habían tratado muy bien. Pero cuando eres cambiado de esa manera tienes que recordar que alguien más te quiere”. La carrera de Buckner tuvo un sólido inicio con los Cachorros cuando bateó .284 en 1977, al jugar exclusivamente en primera base. Él reconoce que tuvo que hacer algunos ajustes significativos. “No fue solo jugar para un equipo nuevo en una ciudad nueva. En el otoño de 1976 había tenido otra cirugía por espolones oseos que terminó con una infección por estafilococos. El tobillo nunca sanó bien y tuve que cambiar mi enfoque. Pasé de ser un pelotero rápido, a otro que se enfocaba en empujar carreras”. Bill Buckner se ajustó rápidamente, porque en 1978 bateó para .323 y empujó 74 carreras a pesar de aparecer en solo 117 juegos. Los periodistas de Chicago lo eligieron “Pelotero del Año de Chicago”, en reconocimiento a su destacada actuación. Pero lo que más recuerda de esa temporada es que los Cachorros, quienes habían tenido varios años difíciles, estuvieron compitiendo la mayor parte de la temporada. “Recuerdo que estuvimos en o cerca del primer lugar alrededor del receso del Juego de Estrellas y los aficionados estaban motivados. Los Dodgers habían sido contendores la mayor parte de mi tiempo allí y fue agradable sentir que los Cachorros tenían oportunidad. Los aficionados de los Cachorros son grandiosos. Llegué a disfrutar el vivir y jugar en Chicago. Yo vivía en el centro y solía ir en bicicleta a Wrigley Field”. Como Fenway Park, Wrigley Field es un estadio único: especialmente cuando el viento sopla. Un juego efectuado en Wrigley Field el 17 de mayo de 1979, permanece en la mente de Bill. “El viento soplaba mucho ese día y en un punto perdíamos 19-6 con los Filis. Pero regresamos para empatar 22-22. Recuerdo que bateé un jonrón de bases llenas y empujé siete carreras. Perdimos 23-22, pero fue un juego que siempre recordaré”. Campeón de Bateo de la Liga Nacional En 1980, Bill Buckner se encontró en una cerrada batalla por el título de bateo de la Liga Nacional. La carrera por la corona de bateo llegó hasta el juego final de la temporada contra los Piratas de Pittsburgh. Buckner necesitaba un imparable para asegurar el liderato sobre el primera base de los Cardenales de San Luis, Keith Hernández. “Pude haberme quedado en el banco y ganar el título, pero no quería ganarlo así. John Candelaria pitcheaba por los Piratas y lo vi en la práctica de bateo. Me dijo, ‘No quiero que gane Keith Hernández. Te la voy a dejar ahí para que batees’. No sabía que pensar, pero el primer envío que me lanzó fue su gran curva que yo no podía batear. ¡Eso se mantuvo todo el juego y me fui de 5-0! Pero Keith no hizo nada tampoco y gané el título de bateo con promedio de .324”. La temporada siguiente, Bill Buckner estuvo en el equipo de Todos Estrellas de la Liga Nacional. “Eso fue emocionante”, recuerda él. También tuvo la distinción de empujar el 20 % de las carreras de los Cachorros en 1981. Ningun grandeliga igualó ese logro hasta que Sammy Sosa, también de los Cachorros, empujó el 21 % de las carreras de su equipo con 160 impulsadas en 2001. Bill Buckner continuó siendo un factor clave para los Cachorros las próximas dos temporadas. En 1982 se convirtió en el primer Cachorro con más de 200 imparables en una temporada desde que el inquilino del Salón de la Fama, Billy Williams, alcanzara ese nivel en 1970. En 1983 estableció topes para su carrera en dobles (38) y jonrones (16) y estableció una marca de grandes ligas para inicialistas con 161 asistencias. Pero cuando los Cachorros de Chicago empezaron su temporada de 1984, Bill Buckner pasaba la mayor parte del tiempo en el banco. Los Cachorros habían decidido que Leon Durham fuese su primera base en lo sucesivo. Rumbo a Boston. El 25 de mayo de 1984, los Cachorros de Chicago cambiaron a Bill Buckner a los Medias Rojas de Boston por el pitcher Dennis Eckersley y un infielder de ligas menores. “Había llegado a gustarme Chicago”, recuerda Buckner. “Tuve buenos años allí, mi hija mayor Brittany, nació mientras yo jugaba allí, y los aficionados eran maravillosos. Pero era tiempo de moverse. Yo sabía que en Chicago iba a estar en el banco, pero en Boston iba a jugar todos los días. Era bueno cambiar de liga, empezar de nuevo”. Los Medias Rojas estaban anclados en el sexto lugar de la división este de la Liga Americana, con marca de 19-25, cuando Bill Buckner fue insertado en la alineación patirroja el 26 de mayo. En los 113 juegos que él empezó en primera base en el resto de la temporada, los Medias Rojas tuvieron marca ganadora de 67-46. Buckner lideró al equipo con promedio de .352 con corredores en posición anotadora, y el equipo terminó en el cuarto lugar de la división este con unas respetables 86 victorias. Bill Buckner recuerda que tuvo que ajustar su swing para acomodarse a las dimensiones de Fenway Park. “Cuando llegué a Boston mi poder estaba dirigido hacia el jardín derecho. Todo lo que hay que hacer es mirar la señal de 380 pies del bullpen para saber que ese no es el mejor lugar hacia donde batear. Walter Hriniak (instructor de bateo de los Medias Rojas por mucho tiempo) trabajó bastante conmigo para cambiar mi estilo de bateo. Hice algunos ajustes y fui capaz de dirigir la pelota hacia la pared del jardín izquierdo y también de aprovechar todo el espacio del jardín derecho. Walter fue una gran ayuda para mí”. En el receso entre temporadas, él tuvo una cirugía para remover un fragmento suelto en su codo izquierdo. Regresó en 1985 para tener una de sus mejores temporadas en las ligas mayores, empezó todos los 162 juegos con los Medias Rojas. Tuvo un tope para su carrera de 110 carreras empujadas, sus 201 imparables lo ubicaron tercero en la Liga Americana, y tuvo el mejor radio de ponches por veces al plato de la liga. Y lideró a los Medias Rojas con 18 bases robadas en solo 22 intentos. ¿Cómo hace un pelotero de 35 años de edad con un tobillo izquierdo malo para robarse 18 bases? Buckner responde: “Primero se necesita un manager quien te dé la oportunidad de correr cuando llegue el momento. Y John McNamara confiaba en mi habilidad para tomar mis oportunidades. Escoges el pitcher y la oportunidad adecuados. Mi velocidad se había esfumado, no podía correr, pero había sido entrenado para robar bases. Buscaba momentos que no afectaran al equipo si yo era sorprendido”. Empezar en primera base todos los 162 juegos le dio la oportunidad de romper su propia marca de ligas mayores de asistencias para un inicialista. Sus 184 asistencias terminaron con su vieja marca de 161 con los Cachorros de 1983. “No es algo tan grande como parece”, insiste Buckner. “Jugaba profundo en primera base porque eso me permitía alcanzar muchas pelotas que podían haber pasado por el hueco entre primera y segunda. Como resultado estaba fildeando más pelotas y tenía más jugadas donde el pitcher entraba a cubrir la base. Luego que me lesioné el tobillo jugué casi exclusivamente en primera y trabajé duro en mi defensiva. Me enorgullecía mucho de mi defensiva en primera base”. Los Medias Rojas de 1985 tuvieron un buen comienzo, y estuvieron en el segundo lugar a solo dos juegos y medio del primer lugar el 17 de junio. Pero las lesiones pasaron su factura y el equipo terminó con marca de 81-81, en el quinto lugar de la división este de la Liga Americana. Contra todos los pronósticos. Se esperaba poco de los Medias Rojas de Boston en 1986. Despues de terminar dieciocho juegos y medio detrás de los Azulejos de Toronto campeones de la división este la temporada anterior, el equipo fue una escogencia generalizada en los medios para terminar en quinto lugar en 1986. Pero Bill Buckner no compró ese pesimismo de los medios. “Cuando empezamos el entrenamiento primaveral me sentí muy esperanzado en nuestras posibilidades. Teníamos algunos pitchers jóvenes y yo sabía que la versatilidad de Bob Stanley nos ayudaría. La lesiones nos afectaron el año anterior, pero habíamos terminado fuerte”, observa Buckner, en referencia a la marca de 21-13 del equipo en las últimas 5 semanas de la temporada. La marca de 20 ponches de Roger Clemens en una victoria sobre los Marineros de Seattle el 29 de abril, pareció ajustar el tono para la temporada, recuerda Buckner. “Roger Clemens fue el mejor pitcher del beisbol esa temporada. Cada vez que necesitábamos ganar se aparecía él”. A mediados de temporada el promedio de bateo de Bill Buckner estaba sustancialmente por debajo de su promedio vitalicio, pero él continuó siendo el mejor bateador de contacto del equipo. En el transcurso de la temporada empujó 24 de 37 corredores quienes estaban en tercera con menos de dos outs. Él reconoce que su destreza como bateador de contacto fue un factor importante en su éxito para avanzar los corredores. “Odiaba poncharme”, recuerda él, “y eso era parte de la razón por la que siempre ponía la pelota en juego. Pero me enseñaron que mi trabajo era adelantar los corredores. Ese era ‘el estilo de los Dodgers’. Si había un corredor en segunda sin outs, tu trabajo era mover ese corredor a tercera. Y si ibas a batear con un corredor en tercera con menos de dos outs, era tu responsabilidad traerlo al plato”. No hay estadísticas de avanzar corredores desde segunda a tercera sin outs. Pero si registran los elevados de sacrificio. Y Bill Buckner ocupa el lugar 36 en la historia de las ligas mayores con 97 elevados de sacrificio vitalicios. El 18 de agosto estaban en primer lugar y Bill Buckner bateaba solo .248. Pero a medida que el equipo se afianzaba en el primer lugar, Buckner se encendió. Bateó 8 jonrones con 20 carreras empujadas en 12 juegos entre el 2 y el 14 de septiembre. Fue nombrado pelotero de la semana de la Liga Americana en el lapso del 8 al 14 de septiembre. Tuvo una seguidilla de 17 juegos bateando imparables que llegó hasta el 28 de septiembre. Y el 28 de septiembre los Medias Rojas vencieron a los Azulejos de Toronto 12-3 en Fenway Park para asegurar el campeonato de la división este en 1986. El juego terminó cuando Bill Buckner atrapó un elevado con su mascotín de primera base. “Esa es una memoria maravillosa”, dijo Buckner al reflexionar sobre la celebración que ocurrió en el terreno luego de haber ganado la división este. “Teníamos mucho que celebrar. Ese fue un gran equipo”. Recordada Postemporada Los Medias Rojas de Boston de 1986 se enfrentaron a los Angelinos de California, ganadores de la división oeste de la Liga American en la serie de campeonato de dicha liga. Los Angelinos sorprendieron a los Medias Rojas con una victoria sobre Roger Clemens en el primer juego en Fenway Park, pero los Medias Rojas respondieron con una victoria 9-3 en un juego diurno en casa para igualar la serie. Los dos equipos viajaron 3000 millas hasta Anaheim, California, para los juegos tres, cuatro y cinco. Después de perder el tercer y el cuarto juego en Anaheim Stadium, los Medias Rojas estaban al borde de la eliminación cuando los Angelinos llegaron ganando 5-2 al noveno inning del quinto juego. Una imagen duradera, es el turno de Bill Buckner para empezar ese inning contra el abridor de los Angelinos, Mike Witt. Buckner se mantuvo saliéndose de la caja de bateo y en algun momento se vio a Witt gritándole que regresara. “Yo estaba muy intenso”, recuerda Buckner. “Sabía que ese podría ser mi último turno al bate de la temporada, y no estaba listo para que la temporada terminara”. Entonces conecto imparable por el medio del campo y anotó con jonrón de Don Baylor mientras los Medias Rojas se acercaban 5-4. El dramático jonrón de Dave Henderson puso a ganar a los Medias Rojas 6-5, y después que los Angelinos empataron en el cierre del noveno, un elevado de sacrificio de Henderson en el undécimo inning le dio la victoria a los Medias Rojas 7-6. Los Medias Rojas ganaron el sexto juego en Fenway Park con pitcheo de Dennis “Oil Can” Boyd. Roger Clemens lanzó magistralmente en el séptimo juego para delirio de los asistentes a Fenway, y los Medias Rojas ganaron 8-1 para alcanzar su primer banderín de la Liga Americana desde 1975. La escena estaba servida para una histórica Serie Mundial contra los Mets de Nueva York. La Serie Mundial de 1986 Los Medias Rojas de Boston sorprendieron a los grandes favoritos Mets con una victoria 1-0 en el juego inaugural en Shea Stadium. Y continuaron su tendencia ganadora con un fácil triunfo 9-3 en el segundo juego en Nueva York. La serie se mudó a Fenway Park con los Medias Rojas adelante sorpresivamente. Pero el momento cambió rápidamente en los primeros dos juegos en Fenway Park. Boyd nunca encontró su ritmo como abridor en el tercer juego y los Mets ganaron con facilidad por margen de 7-1. Cuando Nueva York ganó el cuarto juego 6-2, la ventaja de la localía había cambiado hacia los Mets. Pero Bruce Hurst lanzó completo para ganar el quinto juego, al vencer al as de los Mets, Doc Gooden, 4-2. La serie regresaba a Nueva York con los Medias Rojas a una victoria de su esquivo campeonato de Serie Mundial. Los Medias Rojas tomaron una temprana ventaja de 2-0 en el sexto juego al anotar carreras en el primer y segundo innings. Los Mets igualaron el juego con un par de carreras en el quinto inning, pero los Medias Rojas marcaron una carrera en el séptimo para recuperar la ventaja. Roger Clemens lanzó siete innings brillantes pero fue sacado por un emergente en el octavo luego de aparecerle una ampolla. Los Mets igualaron el juego en el cierre del octavo con una carrera ante el relevista Calvin Schiraldi y el juego llegó al décimo episodio con el marcador empatado a 3. Dave Henderson abrió el décimo inning con otro heroíco jonrón, y los Medias Rojas marcaron la carrera del seguro para tomar ventaja de 5-3. Pero los Mets convirtieron tres sencillos y un wild pitch en dos carreras para empatar el juego 5-5. Con Ray Knight en segunda base y la cuenta en 3 y 2, Mookie Wilson bateó un roletazo por primera base que eludió a Buckner, y siguió hacia el jardín derecho, lo cual permitió a Knight anotar la carrera ganadora. Bill Buckner le dijo a los reporteros, “Estaba jugando más profundo de lo usual, y sabía que Wilson era muy rápido. La pelota pareció salir girando del bate, y yo la estaba viendo bien. La pelota tenía mucho efecto giratorio; seguí mirándola esperando que rebotara. Pero nunca lo hizo. Siguió girando y girando y pasó debajo de mi guante. Es difícil creer que perdí esa pelota. No recuerdo haber perdido una pelota como esa en el pasado”. Al reflexionar sobre esa cita casi treinta años después, Buckner dice, “Eso fue lo que ocurrió. No podría decirte cual fue el último error que había hecho antes de esa jugada. No hice muchos errores (su promedio de fildeo vitalicio en primera base fue .992) y la mayoría fueron en tiros, no con roletazos. Fue solo una de esas cosas que pasan”. El relevista de los Medias Rojas, Bob Stanley, quien estaba lanzando en el décimo inning, probablemente hace una mejor perspectiva del juego. “Todos quieren hablar del último inning y la última jugada”, dijo Stanley después. “Pero eso no es correcto. Dejamos 14 corredores en base esa noche. Hay que mirar el juego completo”. Bill Buckner recuerda sentirse bien acerca de la oportunidad de los Medias Rojas en el séptimo juego. “Pensé que teníamos mejor equipo. Bateamos bien otra vez esa noche y tomamos la delantera. Bruce Hurst estaba lanzando de maravillas, pero había pitcheado mucho en la postemporada y se cansó. Eso no era lo esperado”. Hacia su cuarta Década Los Medias Rojas de Boston colocaron a Bill Buckner en la lista de asignaciones incondicional el 23 de julio de 1987. Lou Gorman, quien era el gerente general de los Medias Rojas en ese momento, llama la decisión, “Una de las cosas más dificiles que tuve que hacer en el beisbol, y quizás la decisión más dura que tomé con los Medias Rojas. Buckner era un competidor intenso y un buen tipo. Un profesional consumado, pero el equipo andaba mal y tuvimos que ir en otra dirección”. La memoria de Bill Buckner es similar a la de Gorman. “Fue difícil”, está de acuerdo. “Pero yo no estaba jugando bien, solo tenía dos jonrones, así que lo entendí. Si hubiera sido Lou probablemente hubiera hecho lo mismo. Lou Gorman es un hombre muy agradable”, agrega él. Bill Buckner fimó cinco días después con los Angelinos de California donde jugó hasta mayo de 1988. Firmó como agente libre con los Reales de Kansas City el 13 de mayo de 1988, y dividió su tiempo de juego entre la primera base y el turno del bateador designado por el resto de 1988 y toda la temporada de 1989. Y Bill Buckner estuvo de nuevo enfundado en el uniforme de los Medias Rojas de Boston para el día inaugural de 1990. “Regresar a jugar con el equipo de los Medias Rojas a los 40 años de edad fue una de las mejores cosas que hice en el beisbol”, dice Buckner. “Ellos me invitaron al entrenamiento primaveral en parte como una cortesía y en parte debido a que los medios los presionaron. Mi casillero estaba junto a los jugadores de ligas menores, pero jugué tan bien que tuvieron que incluirme en el roster”. Y el día inaugural de 1990, los aficionados de Boston le dieron a Bill Buckner una prolongada ovación de pie. “Eso fue muy conmovedor”, enfatiza Buckner. “Hasta ahora, al hablarte de eso y recordarlo, me da escalofríos. Nunca lo olvidaré”. Jugó bien al principio de esa temporada, hasta bateó un jonrón dentro del parque en Fenway Park. Pero una lesión en el hombro le puso fin a su regreso. “En ese momento, no podía batear, no podía lanzar, y por supuesto, no podía correr. Sabía que todo había terminado”, sonríe levemente. Boise, Idaho. Bill Buckner y su familia se mudaron a Boise, Idaho, en 1993. “Cuando era niño”, explica Buckner, “Yo tenía un tío político quien tenía una finca en Idaho. Yo iba de visita en el verano y me enamoré de esa parte del país, de todo el noroeste. Cuando conocí a mi esposa, solía decirle que cuando terminaran mis días de jugador activo quería mudarme a Idaho y vivir en una finca. No estoy seguro de que ella me creyese, pero mientras aun jugaba beisbol compré una finca y le pedí a mi hermano Jim que la administrara”. “Hice algun trabajo con los Medias Rojas en su sistema de ligas menores después de retirarme. Una vez que terminé con todo eso, era tiempo de mudarme aquí. Amamos esto. Además, cuando era niño, ¡Bonanza era mi programa favorito!” Hoy Bill Buckner está activo en el desarrollo de bienes raíces y es propietario de cuatro negocios de automóviles. “La clave está en tener buenos socios”, enfatiza él. Uno de los desarrollos de viviendas que construyó es llamado Fenway Park. “Eso fue muy exitoso”, agrega él. Bill Buckner y su esposa Jody tienen dos hijas adultas, Brittany y Christen Alley. Su hijo Bobby empezará su último año en Boise High en el otoño, y muestra considerable potencial como campocorto ambidextro. “Me hubiese gustado haber estado en la reunión del equipo de 1986 en Fenway, habría sido grandioso regresar y ver a los muchachos. Pero tenía un compromiso con Bobby y eso era mi prioridad. El 1 de julio era el primer día cuando las universidades de la División 1 podían contactar a los estudiantes de último año de educación secundaria, y él recibió ofertas de 15 universidades. Eso fue agradable”. Bill Buckner jugó duro, jugó adolorido, y jugó con gran distinción. Fue un “jugador de jugadores”. Todos esos son atributos que los aficionados de los Medias Rojas de Boston valoran mucho. Bill Buckner no pudo estar cuando los Medias Rojas homenajearon al equipo de 1986 el 27 de junio. Pero cuando su nombre apareció en la pantalla de videos del jardín central, la multitud de Fenway Park se levantó y aplaudió por 30 segundos. Seria bueno tener la oportunidad de repetir esa ovación con Bill Buckner presente para que la disfrute. COMO SE UBICA BILL BUCKNER EN LA HISTORIA DE MAJOR LEAGUE BASEBALL CATEGORÍA TOTALES VITALICIOS CLASIFICACIÓN DE TODOS LOS TIEMPOS EN MLB Juegos efectuados 2,517 51ero Veces al bate 9,397 46to Imparables 2,715 62do Sencillos 1,994 49no Dobles 498 60mo Bases Totales 3,833 107mo Elevados de sacrificio 97 36to (Empate) Boletos intencionales 111 97mo FUENTE: www.mlb.com Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del traductor: Numeritos de Bill Buckner con los Tiburones de La Guaira en la temporada 1970-71: 19 J, 79 VB, 11 CA, 23 H, 1 2H, 1 3H, 1 HR, 5 CI, 1 BB, 5 K, 3 BR, .291 AVG.