viernes, 8 de enero de 2016
El accidente de cacería de Monty Stratton en 1938 ocasiona un regreso inspirador, y película ganadora del Oscar.
MLB.com 28-11-2015. Mike Bertha.
Monty Franklin Pierce Stratton fue el orgullo de los Medias Blancas en 1937. Lideró al equipo en victorias y efectividad, lideró la Liga Americana en BB/9 y lideró todas las Grandes Ligas con un WHIP de 1.087. Stratton ganó una selección al Juego de Estrellas esa temporada, y siguió con una temporada de 1938 en la cual ganó votos para el jugador más valioso de la Liga Americana.
Entonces, el 28 de noviembre de 1938, Stratton perdió su pierna derecha como resultado de un horrible accidente de cacería. Stratton se cayó mientras cazaba conejos el día antes y se le disparó una pistola, lesionándole la pierna hasta el punto de que fue necesaria la amputación.
Como se muestra en una fotografía, Stratton firmó con los Medias Blancas como coach y pitcher de práctica de bateo mientras trataba de aprender a pitchear efectivamente con una prótesis en su pierna, principalmente lanzándole a su esposa, Ethel, y a un lado del granero familiar.
Eventualmente, Stratton regresó al beisbol semiprofesional como lanzador para los 1946 Sherman Twins de la East Texas League. Acumuló una marca de 18-8 esa temporada y mantuvo una efectividad de 4.17. Jugó para otro equipo de Texas la siguiente temporada, pero nunca jugó una temporada completa después de 1947, a pesar de pequeñas apariciones con un puñado de equipos hasta 1953.
La historia de Stratton fue adaptada para la pantalla de plata, Jimmy Stewart y June Allyson protagonizaron como los Stratton. Ese fue un éxito crítico y comercial, ganó casi 4 millones de dólares para MGM. El escritor Douglas Morrow ganó el mejor guión original en los premios de la academia de 1950 por su escritura de “The Stratton Story”. Ningúna película de beisbol ha ganado un Oscar desde entonces.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 5 de enero de 2016
Cooperstown Confidencial: La extraña temporada de Don Clendenon en 1969
28 de julio de 2015. Bruce Markusen. The Hard Ball Times.
Don Clendenon se convirtió en el pelotero perfecto de los Mets de Nueva York.
Si usted es un seguidor de los Mets de Nueva York, usted sabe que los aficionados y los medios han estado clamando al gerente general Sandy Alderson para que haga algo (¡cualquier cosa!) que resuelva los problemas ofensivos que ha tenido el equipo a lo largo de la temporada. Último en carreras anotadas en la Liga Nacional, los Mets han necesitado encarecidamente uno o dos bateadores. Así que la semana pasada, el equipo agregó dos veteranos, Juan Uribe y Kelly Johnson, para suministrar profundidad en el cuadro interior y los jardines. También agregaron a Tyler Clippard ayer, para proteger el bullpen. Presumiblemente, ellos continuaran revisando el mercado a medida que se acerca la fecha límite del viernes.
La situación actual recuerda lo que los Mets enfrentaron en 1969. Un comienzo decente en la temporada, encabezado por una seguidilla de 11 victorias que unió mayo y junio, tenía a los aficionados de los Mets pensando que el equipo podía competir de manera legítima por el primer lugar por primera vez en la historia de la franquicia. Pero los aficionados, junto a la oficina principal, tenían la sospecha de la ofensiva de los Mets simplemente no era lo suficientemente buena para mantener el paso de los punteros cachorros de Chicago. Para mediados de junio, los Mets promediaban menos de cuatro carreras por juego. Se necesitaba desesperadamente un bate para darle algo de vida a la ofensiva y respaldar a un magnífico cuerpo de lanzadores encabezado por Tom Seaver, Jerry Koosman y Tug McGraw.
En esa época, la fecha límite para los cambios era mucho más temprano en la temporada, 15 de junio. La tempranera fecha límite forzaba a los equipos a comprometerse con la carrera por el banderín (una posibilidad que podía o no ser sostenible), o empezar a pensar en la próxima temporada. Así que solo horas antes del límite de la medianoche, el gerente general de los Mets, Johnny Murphy decidió arriesgarse. Murphy apostó por un cambio significativo de seis jugadores, envió cinco peloteros al equipo de expansión Expos de Montreal por el primera base de poder, Don Clendenon. El cambio alteraría el curso de la historia para los Mets.
Clendenon habría cumplido 80 años este mes, pero lo perdimos ante una leucemia aguda hace una década. Él falleció en septiembre de 2005 a la edad de 70 años luego de una larga batalla. Una vez compartí un programa en MLB Radio con él, y mientras puedo decir que apenas lo conocía, él no pudo haber sido más amigable o cordial durante nuestro breve tiempo al aire. Don nunca me recordó que él había jugado beisbol profesional, y yo no, en vez de eso me trató con respeto. Me pareció un verdadero caballero.
Para ponerlo más sencillo, Clendenon era un hombre fascinante, un hombre de principios. Durante sus días de jugador activo, él trabajaba en la oficina del abogado del distrito en Allegheny County como parte de el esfuerzo para ayudar a la delincuencia juvenil. Luego que su carrera terminara en 1972, el estudió con éxito para conseguir un grado en leyes, se convirtió en un raro pelotero que tuvo una segunda profesión como abogado.
Clendenon también encontró la controversia durante su vida. Debido a sus fuertes creencias, algunas veces él tenía encontronazos con la gerencia. Y a la edad de 50, experimentó con cocaína. “Quedé enganchado inmediatamente”, confesó después a William Rhoden del New York Times. Clendenon fue a rehabilitación y se sobrepuso de su adicción.
En 1969, Clendenon experimentó una de las temporadas más extrañas de la historia; fue cambiado dos veces, se retiró brevemente para convertirse en ejecutivo de una compañía de bolígrafos, y luego regresó al juego. En ese transcurso, él inspiró dos versiones diferentes de barajitas de beisbol Topps.
Empecemos la historia de Clendenon con sus días en la universidad. Uno de los relativamente pocos jugadores afroamericanos de su época quien asistió a la universidad, Clendenon se había graduado en Morehouse College de Atlanta a finales de los años ’50. Como atleta amateur en las clasificaciones universitarias, Clendenon tuvo varias opciones para escoger su camino. Clendenon, un tipo espigado, era un talentoso baloncetista y futbolista; lo llamaban “Big Train” por su estilo poderoso para correr. Recibió ofertas de contrato de los Trotamundos de Harlem y los Browns de Cleveland de la NFL. Al final, Clendenon escogió el beisbol, firmó un contrato profesional con los Piratas de Pittsburgh.
Mientras asistía a Morehouse, Clendenon había estado bajo la tutela del Dr. Martin Luther King, un alumno de la escuela quien servía como “hermano mayor” para algunos de los estudiantes de Morehouse. Las familias King y Clendenon se conocían bien, así que era natural que King tomara tal deber voluntario. King ayudó a Clendenon a adaptarse a la vida universitaria en Morehouse y ocasionalmente invitaba al estudiante de primer año a cenar en su casa.
Cuando llegó la noticia del asesinato de King durante la primavera de 1968, eso afecto mucho a Clendenon. Con 11 peloteros negros en el roster de los Piratas para el día inaugural, ningún equipo era más emblemático del trabajo de King.. Los peloteros negros de los Piratas, incluyendo a Clendenon, hicieron dos reuniones para discutir su respuesta a la tragedia. Los Piratas enfrentaban el inicio de su temporada regular, el 8 y 9 de abril, un lunes y martes, pero había un sentimiento entre los peloteros para posponer los juegos.
Después de las reuniones, Maury Wills, el representante de los peloteros de los Piratas, anunció que los peloteros preferían no jugar el juego final del entrenamiento primaveral del domingo, el cual estaba programado para el 7 de abril contra los Yanquis de Nueva York. Más significativamente, Wills dijo que los peloteros, en respeto por el activista de derechos civiles, no querían jugar el juego inaugural contra los Astros de Houston, programado para el lunes en el Astródomo . Cuando los peloteros supieron que King sería enterrado el martes, y no el lunes como se había anunciado originalmente, pidieron a la gerencia de los Piratas posponer el segundo juego también. Varios jugadores simplemente no querían jugar el día del funeral de King.
“Sentimos que no podemos jugar estos juegos en respeto del Dr. King”, dijo Clendenon a The Sporting News, “porque tenemos la representación más grande de negros en el beisbol con los Piratas”.
El gerente general de los Piratas, Joe Brown acordó cancelar el juego final del entrenamiento primaveral contra los Yanquis, programado para jugarse en Richmond, pero dijo que no podía posponer los primeros dos juegos de la temporada regular contra Houston sin el permiso de la gerencia de los Astros. Como equipo anfitrión, los Astros tenían la palabra final.
Otros dos equipos, los Rojos y los Senadores de Washington, anunciaron rápidamente la posposición de sus juegos inaugurales en casa el lunes. Pero los Astros dudaron.
A los peloteros de los Piratas no les gustó la respuesta de su oficina principal o la de los Astros, y votaron mantenerse firmes en su decisión de no jugar los primeros dos juegos de lunes y martes. Luego de discutir con los oficiales de los Astros, Brown ofreció un compromiso: el equipo no jugaría lunes ni martes, pero jugaría el miércoles 10 de abril, el cual había sido programado como un día de viaje. En una reunión de clubhouse, todos los peloteros de Pittsburgh, negros, latinos y blancos, votaron para aceptar el plan de Brown. La influencia de Clendenon jugó un papel substancial en la decisión.
Esa temporada, Clendenon bateó 17 jonrones y robó 10 bases para los Piratas. Él agenció un OPS de .708, lo cual no era terrible en el año del, pitcher. Pero también se ponchó 163 veces, un total que lideró la Liga Nacional. Los frecuentes ponches provocaron los abucheos de los aficionados en Forbes Field, la reacción molestó a Clendenon. “Estoy cansado de los abucheos, las críticas, y la tensión nerviosa que trae una temporada pobre”, dijo Clendenon al periodista deportivo Les Biederman. “No puedo resistirlo más”.
La tensión entre Clendenon y los aficionados puede haber convencido a los Piratas de no protegerlo en el inminente draft de expansión. Seguramente, Clendenon sería reclamado por uno de los cuatro equipos nuevos, los Expos de Montreal lo tomaron en su 11ma escogencia.
Debido a lo difícil que había sido 1968 debido al asesinato de King y las subsecuentes dificultades en el terreno, la decisión de reclamar a Clendenon por parte de los Expos marcaría el comienzo de otra temporada tumultuosa. Esta no sería trágica, pero sería un año de erupción personal. Los Expos en verdad no querían a Clendenon, quien tenía 33 años de edad y había visto pasar los mejores años de su producción en 1965 y 1966. Los Expos lo quería para cambiarlo por talento joven. El 22 de enero, los Expos lo enviaron a él y el jardinero Jesús Alou (tomado de los Gigantes de San Francisco) a los Astros de Houston por Rusty Staub. Esto explica la primera versión de la barajita de Clendenon en 1969, la cual lo muestra con “Houston”.
Inicialmente, Clendenon no expresó desacuerdo con el cambio. Asistió a una conferencia de prensa en el Astródomo, donde habló de la proximidad relativa de Houston con su hogar en Atlanta. Todo parecía ir bien.
En realidad, fue un mal cambio para los Astros, quienes estaban entregando una joven promesa en Staub, quien tenía solo 24 años, y recibieron a un veterano en decadencia como Clendenon. La negociación empeoró cuando Clendenon cambió de opinión y decidió que no quería jugar para Houston. El 28 de febrero, Clendenon anunció que pensaba retirarse y no se reportaría a su nuevo equipo. Clendenon le dijo a los reporteros que trabajaría a tiempo completo como ejecutivo de una compañía, Scripto Inc., la cual manufacturaba bolígrafos.
¿Por qué Clendenon rechazó el cambio? En parte, estaba molesto con su contrato y el nivel de su salario. Pero la razón principal era esta: Él no quería para nada al manager de los Astros, Harry Walker, quien tenía una mala reputación en sus relaciones con peloteros negros. Muchos peloteros afroamericanos, un grupo que incluía a Clendenon y estrellas de los Astros como Jimmy Wynn y Joe Morgan, sentían que Walker era racista. Clendenon había jugado para Walker cuando este dirigió en Pittsburgh. Él no quería experimentar un segundo capítulo bajo el mando de Walker.
En el pasado, cuando un pelotero anunciaba su retiro, como había hecho Clendenon, usualmente habría resultado en la anulación del cambio. Eso era lo que querían los Astros. En contraste, los Expos habían empezado a formar su equipo alrededor de Staub, quien rápidamente aprendió a hablar francés y empezó a conocerse como “Le Grand Orange” debido a su brillante cabello rojo.
La oficina del comisionado, liderada por el recientemente electo Bowie Kohn, decidió a favor de los Expos, permitió a Staub reportarse a Montreal y a Alou a Houston, mientras permitía a Clendenon permanecer en Montreal mientras estuviera en la lista de retirados. Kuhn también demandó que los dos equipos reestructuraran el resto de la negociación para compensar la exclusión de Clendenon. El 8 de abril, justo antes del comienzo de la temporada, los Expos enviaron al pitcher derecho Jack Billingham y al zurdo Skip Guinn a Houston como reemplazos.
Aún así, Clendenon no estaba convencido de que debía regresar al beisbol. Solo después que Monte Irving, quien trabajaba para la oficina del comisionado en ese momento, visitara a Clendenon y le explicara sus opciones en el beisbol, Clendenon cambió su punto de vista. Él recibiría un aumento de 14.000 $. Con Clendenon reportándose a los Expos, Topps emitió una barajita actualizada de Clendenon, una que lo mostraba con su nuevo equipo.
Aunque Clendenon insistía en que su deseo de retirarse había sido legítimo, su decisión le mostró a otros peloteros que no necesariamente tenían que cumplir con cambios indeseables que los llevaba a equipos donde no querían estar. Ellos también podían usar usar el apalancamiento para lograr mejores términos de contrato. En abril de 1969, Ken Harrelson desarrollaría una estrategia similar cuando los Medias Rojas de Boston lo cambiaron a los Indios de Cleveland. Al no querer jugar en Cleveland y tener que abandonar sus intereses de negocios en el area de Boston, Harrelson se “retiró” por 48 horas, lo cual ocasionó un nuevo contrato de dos años de parte de Cleveland durante su breve retiro. Aún más significativo, la decisión de Clendenon pudo también haber influenciado a Curt Flood, quien fue cambiado por los Cardenales de San Luis a los Filis de Filadelfia luego de la temporada de 1969 pero rechazó reportarse a su nuevo equipo, preparando el escenario para una de las grandes batallas beisboleras en la corte.
Despues de sentarse con Irvin, Clendenon se reportó a los Expos. Desafortunadamente, estaba fuera de forma, al haber perdido todo el entrenamiento primaveral. Tuvo dificultades en el plato, lo cual hizo que el manager Gene Mauch lo utilizara esporádicamente.
Disgustados con Clendenon, los Expos decidieron cambiarlo por segunda vez. El 15 de junio, con los Mets detrás de Chicago por ocho juegos en la tabla de clasificación y la ofensiva produciendo solo 3.8 carreras por juego, los Mets lanzaron el dado con un cambio. Ellos habían estado interesados en Clendenon desde finales de la temporada de 1968, así que pujaron. Enviaron al infielder de respaldo, Kevin Collins, tres pitchers de ligas menores, y un jugador a ser nombrado después a Montreal por Clendenon.
Esta vez, Clendenon no vetó el cambio. Estaba saliendo de un equipo sotanero de expansión hacia un equipo que tenía oportunidad de ser contendor. También tendría la oportunidad de jugar para uno de los mejores managers, Gil Hodges. Inicialmente, Clendenon compartió la primera base con Ed Kranepool. Clendenon inmediatamente fortaleció la alineación de los Mets contra pitchers zurdos y le dio profundidad a una banca relativamente escasa e inexperta. A su debido tiempo, se convirtió en el primera base regular de los Mets, en una importante decisión hecha por Hodges. El manager notó que Clendenon era mejor jugador que Kranepool, quien estaba mejor capacitado para venir de la banca como emergente.
En 72 juegos con los Mets, Clendenon terminó con 12 jonrones, 37 carreras empujadas, y .777 de OPS, números sólidos, pero difícilmente impactantes. Aún así, Clendenon le dio a los Mets una presencia más poderosa ante los lanzadores zurdos y jugó una maravillosa primera base, encajó bien en un equipo que enfatizaba en el pitcheo y la defensa. También llevó sentido del humor, y una habilidad para azuzar a sus compañeros de una manera moderada. Con Clendenon aportando un empuje espiritual y en el terreno, los Mets se sobrepusieron a una diferencia de nueve juegos y medio y ganaron la División Este por ocho juegos sobre los Cachorros, quienes tenían el equipo más talentoso.
Más significativamente, Clendenon guardó sus mejores batazos para la postemporada. Luego de no aparecer en la Serie de Campeonato de la Liga, Hodges alineó a Kranepool contra los tres abridores derechos de los Bravos de Atlanta, Clendenon se convirtió en la pieza central de la ofensiva de los Mets en la Serie Mundial contra los sustancialmente favorecidos Orioles de Baltimore. En el primer juego, Clendenon bateó doble y sencillo en un juego que perdieron. En el segundo juego, él descargó un crítico jonrón solitario que llevó a los Mets a ganar 2-1. Clendenon entonces jonroneó en el cuarto juego, y de nuevo en el definitivo quinto juego, mientras los Mets finalizaban su batacazo ante los aparentemente invencibles Pájaros de Baltimore. Al aparecer en cuatro de cinco juegos contra un cuerpo de lanzadores dominado por lanzadores zurdos, Clendenon fue elegido jugador más valioso de la Serie Mundial.
Si los Mets probablemente pudieron haber ganado el Este de la Liga nacional sin Clendenon, eso no habría ocurrido tan fácilmente. Y podrían haber estado muy presionados para superar a los talentosos Orioles, en cinco juegos nada más, sin la presencia de Big Train. Por eso los aficionados de los “Amazin’ Mets” siempre recordarán la importancia de Clendenon.
Ahora se olvida con facilidad, pero Clendenon jugó aún mejor para los Mets en 1970 que en 1969. Con un porcentaje de slugging de .515 y un OPS de .863, Clendenon emergió como el principal jugador ofensivo de los Mets. Esa fue su mejor temporada desde 1967, un último adiós para un pelotero que había cumplido 34 años de edad.
Para hacer el cambio aún más unilateral, de los jugadores que los Mets negociaron, solo el joven pitcher derecho Steve Renko haría algo importante por los Expos, al convertirse en un efectivo miembro de la rotación de abridores y ganar 134 juegos en una respetable carrera de ligas mayores. Collins y los tres jugadores de ligas menores (los pitchers Jay Carden y David Colon y el tercera base Terry Dailey) todos se desvanecieron. Collins estaba fuera de las Grandes Ligas en 1971, mientras los otros tres nunca usaron uniformes de Grandes Ligas.
En total, los Mets no podían haber aspirado más en el cambio de Don Clendenon. El cambio podría no haber sido el mejor que hayan hecho los Mets, los movimientos de Gary Carter, Keith Hernández y Mike Piazza todos están por encima, pero llegó en el momento preciso en la historia de la franquicia. Don Clendenon resultó ser la adición perfecta.
Él fue el tipo de jugador que a los seguidores de los Mets les gustaría ver que la actual oficina principal agregara al roster justo ahora, en otro tiempo cuando la franquicia necesita el apoyo.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
lunes, 4 de enero de 2016
“Este Viejo” (“This Old Man”) es la continuación de Roger Angell de una memoria anterior.
Michiko Kakutani. 07-12-2015. The New York Times.
A los 95 años de edad, el escritor y editor neoyorquino Roger Angell ha visto muchos cambios en la ciudad de Nueva York. Los caballos se han desvanecido de las calles de la ciudad, a menos que usted cuente las carrozas de caballos que pasean a los turistas alrededor de Central Park. Los viejos intercambios de números telefónicos de Gotham (BUtterfield 8, Bryant 9) hace tiempo dieron paso a números de siete dígitos y, más recientemente a otros más largos de 11 dígitos. El viejo Yankee Stadium desapareció, y también su “Voz de Dios” (Voice of God”), Bob Sheppard; y un “original pastel dulce”, Don Zimmer cuya “cabeza de bala de cañón y cuerpo esférico y sonrisa de linterna” y “la sabiduría acumulada de decenas de miles de innings” hacía sentir a los aficionados conectados a la historia del beisbol.
Mr. Angell es lo suficientemente viejo para haber visto a los Medias Rojas pasar de perennes perdedores a ganadores de tres campeonatos mundiales en 10 años; lo suficientemente viejo para haber visto a Babe Ruth y Lou Gehrig jugar; y joven lo suficiente para haber visto a mariano rivera y Derek Jeter retirarse.
Ciertamente Mr. Angell es mejor conocido por sus escrituras mágicas sobre béisbol, libros ((“The Summer Game,” (“El Juego del verano”). “Five Seasons,” (Cinco Temporadas”). “Season Ticket” (“Boleto de Temporada”) que provocan la pasión del aficionado por el juego con la mirada sazonada del buscador de talento. Pero como su memoria de 2006, “Let Me Finish”, (Dëjame Terminar”), testifica, él puede escribir con similar fluidez y encanto acerca de cualquier cosa a que le preste atención. Lo cual en el caso de “This Old Man”, significa perfiles, cartas, ensayos, poemas de su fox terrier Andy, y reminiscencias de los miembros de la familia y colegas del New Yorker, quienes a menudo son los mismos, dados su nexos familiares (su madre, Katharine S. White, fue la editora de ficción de la revista por mucho tiempo; su padrastro, el renombrado ensayista y autor de libros infantiles E.B. White) y su estadía de seis décadas en la revista.
Mr. Angell parece haber canalizado el consejo que White dispensara en su edición revisada de “The Elements of Style” (“Los Elementos del Estilo”), “sé claro” y “escribe de manera natural”: Su prosa es brillante y conversacional y casi infinitamente elástica. Él es adepto a convertir vistas de renos camino a Maine o encuentros con Garbo en Central Park en anécdotas que se leen como clásicos casuales en The New Yorker; y él es adepto en el arte del perfil, y darle sentido a los regalos de sus temas, sean literarios, artísticos o atléticos.
El título de esta colección es una mediación activa pero elegíaca sobre la edad y la pérdida y el montón de memorias, y este volumen entero tiene un aire de adió en él. Como nota Mr. Angell el “amplio directorio” de familiares muertos, vecinos, compañeros de clase y oficina, asuntos colaterales que los “mayores” como él les gusta acumular.
Aquí hay retratos de algunos de los héroes desaparecidos de Mr. Angell, incluyendo a Donald Barthelme (sus oraciones “era un cielo azul, claro y fresco, libre de todos los climas previos a escribir”; V.S. Pritchett (“sus personajes tienden hacia lo excéntrico, son todos codos y actitud, y revestidos de preocupaciones histéricas”); y William Steig (“ un artista de la luz solar”, en contraste con, Maurice Sendak, “un artista de la noche”). Tambien hay comentarios reflexivos sobre la relectura. Con “La Aventuras de Huckleberry Finn”, Mr. Angell dice que encuentra “menos brillo solar cada vez que la lee”, y con “Lolita”, se pregunta como los cambios de las épocas y los programas de conversaciones reveladoras de hoy podrían haber afectado la una vez impactante historia del libro.
Mr. Angell lamenta la desaparición de la edición impresa de la Enciclopedia Británica, al recordar la delicia con que a sus doce años regresaba a su palabra favorita “Ship” (“Barco”) (la cual, recuerda, tenía una longitud de 63 páginas con 95 fotografías), en el Volumen XXIV (“Sainte-Clair Deville to Shuttle”) de la popular y aclamada por la crítica 11ma edición. Así por como el correo electrónico ha cambiado la correspondencia literaria, él nota que John Updike “fue el último escritor en The New Yorker en usar el correo”, aunque escribía sus cuentos y novelas y revisiones en un procesador de palabras, “él reservaba una máquina de escribir para sus cartas y postales privadas”.
Como editor de ficción en The New Yorker, Mr. Angell podía ser brusco, al rechazar una historia de Ann Beattie, el escribió. “Nadie aquí podría reconocer a estas personas, ellas no parecen tener ninguna conexión con la vida real”. El también era exacto y atento, un ardiente creyente de la revisión y el arte de la perfección. Él recuerda hablar “voluminosamente por teléfono” con Updike, avanzando cuidadosamente sobre palabras y oraciones: El novelista “quería ver cada tipo, cada pequeño cambio, hasta el final de las páginas de prueba, lo cual él a menudo solventaba y los devolvía por correo nocturno alrededor de una hora antes de cerrar, con oraciones nuevas o pasajes, escritos a mano en los márgenes con lápiz, que eran más frescos y más ingeniosos y reveladores que lo que había estado ahí antes”.
Muchas de las cualidades que Mr. Angell admira en los escritores con los que trabajó parecen haber recaido en él, o quizás, él ayudó a pulir esas cualidades en ellos. Como V.S. Pritchett, su propia “lectura sin fondo” parece nunca haber afectado “la agilidad de su mente” o el rebote y velocidad de su prosa, la cual, como la de Updike, posee un desafío a la gravedad “levante y ligereza e inteligencia”. Quizás más que todo, Mr. Angel, como Updike y White, es un “observador de primera vista”: un coleccionista de detalles recogidos a lo largo de casi 10 décadas, y dispensados aquí, con arte, en estos esbozos de una larga vida en la escritura.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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