jueves, 6 de noviembre de 2014
Pitcher prehistórico
Al ver a Madison Bumgarner afrontar el imparable de Alex Gordon, que luego se convirtió en triple por algún parpadeo defensivo, con tal entereza, con tal flujo glacial en las venas, cierre del noveno inning, séptimo juego de la Serie Mundial ante una afición delirante aupando a los Reales de Kansas City, centelleó en mis archivos beisboleros un cliché que se tambalea ante este tipo de evidencia.
Muchos analistas del juego en los últimos tiempos han razonado que además de pitcheo, un equipo de béisbol necesita un equilibrio entre defensa y bateo, lo cual es acertado solo hasta el instante específico cuando el habitante del montículo, se inclina, asiente o niega con el cuello, discute las señas con su receptor y despliega tantas alternativas para dominar al bateador, asume tal o cual actitud sobre seguir confiando en sí mismo y su equipo luego de cualquier error físico o mental, demuestra obstinación al seguir efectuando sus envíos hacia las coordenadas más intrincadas de la zona de strike; entonces el rostro de Bumgarner muestra facciones de Christy Matthewson, Lefty Grove, Carl Hubbell, Lew Burdette, Sandy Koufax, Luis Tiant, Rich Gossage, Jack Morris, Curt Schilling, Mariano Rivera y tantos otros que se encargan de hacer refulgir la vigencia de que el pitcheo es el 75 % del juego.
Tal como lo dice el periodista deportivo Rob Neyer, “El lanzador también tiene responsabilidad en las carreras sucias porque seguramente su estado de ánimo luego que su defensa incurre en algún error, puede influir en el tipo de lanzamiento que haga ante el próximo bateador”.
Bumgarner demostró el miércoles 29 de octubre de 2014, que el béisbol, como la vida, es un evento que requiere reflexión contínua para entender que se puede mejorar si se reconocen los errores y se hacen los ajustes. Desde su blanqueo del sábado 25, empezó a decirle al manager de los Gigantes de San Francisco, Bruce Bochy, que podía contar con él si había un séptimo juego, rompiendo los ”¿tecnicismos?” del juego actual, que entre otras minucias, casi convierte al pitcher en estatua a la hora de fildear un elevado o roletazo por sus predios ¿Qué tan técnico puede considerarse un juego cada vez más limitante? Bumgarner llegó hasta asomar la posibilidad de que contaran con él como abridor o relevista desde el primer inning.
Aunque tuvo pocas oportunidades de probarlo en la Serie Mundial, Bumgarner tal cual los lanzadores prehistóricos, es capaz de batear a un nivel respetable, esto describe como estudia y detalla cada movimiento del pitcher rival. En el tercer juego de la serie divisional ante los Nacionales de Washington, despachó cuadrangular de bases llenas. En el transcurso de la temporada 2014 largó cuatro jonrones, los del 11 de abril y el 13 de julio también los descargó con bases repletas. Bumgarner entiende que la función de un pitcher va más allá de soltar envíos hacia la mascota del receptor, que en la medida que asuma el juego de manera integral habrá más posibilidades de aportar al equipo. Para eso es necesario practicar todos los días hasta las rutinas más sencillas del pitcher, correr a diario en los jardines, y hasta tomar un poco de práctica de bateo el día del juego, desde el toque de bola hasta el batazo largo. Quizás parezca un pedazo de celuloide de principios del siglo XX, sin embargo, la mejor versión del pitcher reside en su conexión con todas las facetas del juego.
Alfonso L. Tusa C.
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