viernes, 27 de abril de 2018

Harold Patrick Reiser (Pistol Pete)

Red Smith. The New York Times. 1981. Durante la Serie Mundial, Harold Patrick Reiser, falleció en Palm Springs, Calif. Pete Reiser, llamado Pistol Pete, tenía 62 años de edad y había sufrido de dificultades cardíacas por 25 años. Pete pudo haber sido el mejor beisbolista de la historia pero nunca hubo un estadio suficientemente grande para contener su esfuerzo. Fue un hombre de muchísimas destrezas y un espíritu indomable quien jugaba de la única manera que conocía, batear, correr, deslizarse, estrellarse contra las cercas de los jardines, hasta que literalmente rompió en pedazos su magnífico cuerpo. Pasó la mayor parte de sus 10 temporadas en grandes ligas con los Dodgers de Brooklyn y después, cuando alguien le preguntó por las siete veces que se estrelló contra las cercas, se ponía a la defensiva, replicando raudo que en cada ocasión perseguía un elevado que pudo haber costado el juego. Bill Heinz tabula sus lesiones en su libro “Once They Heard the Cheers”: Fue sacado del terreno de juego 11 veces. En nueve ocasiones recuperó la consciencia en el clubhouse o en el hospital. Una vez le dieron la extremaunción. Se rompió un hueso de su codo derecho al lanzar, y aprendió a lanzar con la mano izquierda. Siete de las nueve veces que chocó contra una cerca, se dislocó el hombro o se rompió la clavícula. Fue golpeado en la cabeza dos veces por los pitchers. Una vez fue operado para extraer un coágulo sanguíneo de su cerebro. Todo empezó en 1938, cuando tenía 19 años de edad, con el Superior, Wis., de la Northern League. Al avanzar hacia segunda base en un juego de exhibición en Oslo, N.D., sintió que algo sonó en su rodilla izquierda. Por consejo de un médico rural, quien le normalizó la articulación al llevarla a su lugar correcto, él rechazó que nadie le operara la rodilla y esta se curó por su cuenta. Fue uno de los 73 jugadores de las granjas de los cardenales de San Luis a quienes el comisionado Kenesaw M. Landis declaró agentes libres en la primavera de 1938 y los Dodgers lo firmaron por un bono de 100 dólares. En su primer turno al bate en su primer campo de entrenamientos de grandes ligas, Pete bateó un jonrón ante Ken Raffensberger, un novato de los Cardenales. En sus primeros 12 turnos al bate esa primavera se embasó 12 veces, tres jonrones, cinco sencillos, y cuatro boletos. Antes que hubiese jugado un juego de campeonato en las mayores, los Yanquis ofrecieron 100.000 dólares y cinco peloteros por él. Larry McPhail, quien estaba al frente de los Dodgers, rechazó la oferta, y envió a Reiser a Elmira. En 1941, su primera temporada completa en Ebbets Field, fue golpeado en la cabeza dos veces, se estrelló una vez contra la cerca, y aún así bateó .343 para convertirse en el primer novato en ganar el campeonato de bateo de la Liga Nacional. Lideró la liga en triples, carreras anotadas, bases totales y promedio de slugging y empató a Johnny Mize con 39 dobles. Ike Pearson de los Filis, fue el primero en golpearlo con un pitcheo. Pete despertó a las 11:30 esa noche en Peck Memorial Hospital. Caminó toda la noche, todavía tenía el uniforme puesto. Era el quinto día de la temporada. La mañana siguiente, cuando le mostró al médico que podía caminar sin caerse, este le dio de alta con la promesa de no jugar pelota por una semana. Fue a Ebbets Field y leo Durocher, el manager, lo persuadió de que se uniformara y se sentara en la banca “para animar a nuestros muchachos”. Durocher prometió no ponerlo a jugar, pero en el octavo la pizarra estaba igualada 7-7, los Dodgers tenían las bases llenas y Ike Pearson venía a relevar. “Pistol”, dijo Durocher, “toma ese bate”. Pete bateó el primer lanzamiento sobre la cerca del jardín central y Brooklyn ganó 11-7. Pete apenas pudo recorrer las bases. Cinco días después Pete persiguió una pelota bateada por Enos Slaughter de los Cardenales hacia la pared del centro. Atrapó la pelota pero se cortó la cabeza y el trasero en el rincón de la puerta de salida. Su cabeza sangraba y la sangre empapaba la parte posterior de sus pantalones. En el cuarto del masajista le pusieron una placa de metal en la cortada del trasero. “No te deslices”, le dijeron, “te vamos a coser la herida después del juego”. Eso fue en agosto, antes de recibir otro pelotazo en el cráneo. Paul Erickson, el grandote de Chicago lo golpeó. Pasó otra noche en el hospital pero la mañana siguiente se fue para unirse al equipo en San Luis. Al iniciar una gira por el oeste en Chicago en 1942 y seguir hacia Cincinnati, Pete tenía 19 imparables en 21 turnos al bate. Bateó de cinco-cinco en el primer juego de una doble tanda en Chicago, y logró otro inatrapable en el segundo, la única vez que no le concedieron boleto. Su promedio de bateo era .391. En un juego de 12 innings en San Luis, Slaughter bateó otra línea hacia el jardín central, Pete persiguió y atrapó la pelota, se golpeó contra la cerca y esa fue la única vez en su vida que soltó la pelota. Dio un paso y colapsó. Despertó en St. John Hospital donde el Dr. Robert F. Hyland habló con él para que dejara de jugar por esa temporada. Dos días después, con la cabeza vendada, Pete tomó un tren hacia Pittsburgh. Durocher habló con él para que se uniformara, de nuevo prometió no ponerlo a jugar. En el décimo cuarto inning los Dodgers tenían dos corredores en base y Ken Heintzelman lanzaba por los Piratas. Durocher se había quedado sin bateadores emergentes. Reiser caminó hacia el estante de los bates y tomó un madero. “Tienes un bateador”, le dijo. Bateó una línea sobre segunda base que empujó las carreras de la victoria pero Pete solo llegó hasta primera base con lo que debió ser un triple. Colapsó en primera base y despertó en un hospital. Allí, Leo Durocher le dijo. “Eres major conn una pierna y un ojo que cualquiera a quien haya tenido”. De regreso del servicio militar en 1946, Pete quedó inconsciente luego de hacer una atrapada lanzándose de cabeza, se desgarró los músculos de su pierna izquierda al correr para lograr un sencillo de piernas, se rompió una pierna deslizándose, se fracturó la clavícula, se dislocó el hombro y lideró la liga con 34 bases robadas. Estableció una marca de grandes ligas al robarse el plato siete veces. Dijo que debieron haber sido ocho, que George Magerkurth lo sentenció out en el plato una vez, luego se le quebró la voz y dijo, “Me equivoqué”. En un juego de exhibición en Springfield, Mo., un locutor de radio preguntaba a los Dodgers donde pensaban que terminarían ese año. “Primer lugar”, dijo Pee Wee Reese. Hugh Casey y Dixie Walker dieron la misma respuesta. “Aquí viene Pistol Pete Reiser”. Dijo el locutor. “¿Dónde piensas que terminarás este año Pete?” “En el Peck Memorial Hospital”, dijo Pete. Traducción: Alfonso L. Tusa C. 27 de abril de 2018. ©