lunes, 19 de octubre de 2015

En medio de una escena caótica, llega la redención para Russell Martin.

David Waldstein. The New York Times. 15-10-2015. Toronto.- Russell Martin estaba sentado tranquilo en el dugout seis horas antes de lo que él llamó uno de los mejores momentos de su vida. Roger Centre estaba casi silente. El único sonido era trepidar de los bates mientras sus compañeros de los Azulejos tomaban práctica de bateo. Martin mostraba un inmenso positivismo, hablaba de cómo había pasado el día anterior al juego decisivo de Toronto en la serie divisional de la Liga Americana, jugando video juegos y revisando el mundo del beisbol. “¿Ganaron los Dodgers? Le preguntó a alguien sentado a su lado en el banco. ¿Qué pasó en el juego de los Cachorros? Martin, sin embargo, se convirtió en espectador del quinto juego de la serie divisional de la Liga Americana contra los Rangers de Texas. Pasó de ser la figura central en lo que pudo llegar a ser uno de los episodios más infames en la historia de la postemporada, junto con el strike que se le cayó a Mickey Owen, la privada de Merkle y el error de Bill Buckner, a aupar a sus compañeros junto a millones de canadienses, al mirar como se desarrollaba el séptimo inning. “Miraba desde la banca y esperaba que ocurriera lo mejor como cualquier otro”, dijo Martin, “Y lo conseguimos”. Martin estaba devastado cuando hizo una jugada bizarra, pocas veces vista que casi terminó la temporada de los Azulejos. En la apertura del séptimo inning su lanzamiento de vuelta al pitcher golpeó el bate de Shin-Soo Choo. La pelota rodó hacia el campo, permitiendo que Rouglas Odor anotara la carrera de pasar al frente desde tercera base (luego de largas discusiones entre los managers y los árbitros, varias repeticiones de la jugada y feos desordenes entre los fanáticos). “Hay dos maneras de manejar eso”, dijo Martin. “O te compadeces de ti, o haces algo al respecto”. Martin y los Azulejos decidieron hacer algo al respecto. Él abrió el cierre del inning con un rodado de rutina al campocorto y corrió con el alma hacia primera base. El shortstop Elvis Andrus atacó mal la pelota, el primero de tres errores en el inning, y Martin fue quieto. Él dijo que corrió tan duro como había corrido toda la temporada. “Pensé, ‘Más me vale que haga algo’”, dijo él. “Me refiero a que sabía lo que hacía”. Martin llegó hasta segunda base por error de Mitch Moreland y luego fue sustituido por un corredor emergente. Él tomo asiento en el dugout y observó como se desarrollaba la historia, otro error, un out que permitió el empate 3-3, y entonces uno de los mejores momentos de su vida: José Bautista descargó un jonrón de tres carreras que pegó en la fachada del segundo piso y luego agitó su bate hacia el dugout de los Rangers como un matador desafiante agitando su capa mientras Rogers Centre explotaba en delirio. Ahora Martin nuca sería recordado como villano en su país. “No sé si fue karma o algo fuera de control lo que nos ayudó en ese momento•, dijo Martin. “Pero, en conteo de 1-1, él la castigó. Él lo sabía, nosotros sabíamos, el estadio entero lo sabía. El lugar se convirtió en manicomio. Momento mágico, uno de los mejores momentos de mi vida”. Que eso ocurriera en Toronto, a menos de cinco millas de donde Martin nació en el hospital West York, hizo al momento más disfrutable y quizás más cósmico para Martin. Él creció en Montreal, y pasó un tiempo en París como muchacho y fue aficionado de los Expos de Montreal. Él siempre también disfrutaba a los Azulejos, pero nunca que este miércoles 14 de octubre. La odisea que trajo a Martin de vuelta a su pueblo natal lo había llevado a otras ciudades norteamericanas, Los Angeles, Nueva York, y Pittsburgh, y ahora Martin a la serie de campeonato de liga por primera vez desde que fue con los Dodgers en 2008 y 2009. El primer juego es el viernes en Kansas City, y será el primer juego de serie de campeonato de Martin representando a su país. “”Es un gran sentimiento”, dijo él mientras sus compañeros celebraban en el clubhouse. Martin ha estado en la postemporada con cada equipo que ha jugado. Él ayudó a los Piratas y los Azulejos a terminar sequías de playoffs de al menos 20 años. Cuando él salió de los Yanquis como agente libre después de la temporada de 2012 los Yanquis fallaron en llegar a los playoffs por dos años. Coincidencia o no, el próximo año los Piratas de Martin ganaron el comodín de la Liga Nacional para romper una sequía de 20 años sin playoff. Pittsburgh perdió con los Cardenales de San Luis en la serie divisional. Los Piratas llegaron de nuevo al juego del comodín en 2014, y entonces Martin se fue a los Azulejos como una de las adquisiciones clave del receso entre temporadas. Llámelo otra coincidencia, pero los Azulejos terminaron una ausencia de 22 en los playoffs. “Él es un ganador”, dijo recientemente el gerente general de los Azulejos Alex Anthopoulos. Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Trevor Rosenthal, el cerrador de los Cardenales, disfruta acercarse al pasado. Tyler Kepner. The New York Times. 10-10-2015. St. Louis.- Bob Gibson tiene casi 80 años de edad, un inquilino del Salón de la Fama y un titán de octubre, nunca tímido para emitir una opinión. Su equivalente espiritual en su viejo equipo, los Cardenales de San Luis, es Trevor Rosenthal, un relevista de 25 años quien apenas había pitcheado antes de convertirse en profesional. “Te lo diré ahora: Hay un pelotero en las Grandes Ligas que me pregunta más por mi forma de pitchear que cualquiera, en todas las veces que lancé o entrené, y ese es el cerrador de los Cardenales”, dijo Gibson. “Cada vez que me ve, yo hago cuatro o cinco viajes para acá durante el año, él me busca y se sienta a mi lado, y hablamos”. Gibson ha escrito un libro nuevo, “Pitch by Pitch” para ilustrar su actuación en la marca de 17 ponches en el primer juego de la Serie Mundial de 1968 contra los Tigres de Detroit. Esa fue la mejor de nueve aperturas de Serie Mundial de Gibson, quién dejó balance de 7-2 con efectividad de 1.89 y fue nombrado dos veces el jugador más valioso. Gibson fue a menudo su propio cerrador, completó ocho de sus nueve aperturas de Serie Mundial. Los Cardenales de 2015 tuvieron un juego completo en toda la temporada, y Rosenthal es su especialista del noveno inning. El juego ha cambiado, pero la presión de asegurar los outs finales no. “Definitivamente sientes que él dio todo lo que tenía, cada pitcheo”, dijo Rosenthal recientemente. “Eso es algo muy evidente cuando hablo con él: el esfuerzo que él dio. Él no tuvo que decirme eso”. Rosenthal, quien jugó shortstop la mayor parte de su tiempo en Cowley County Community College en Kansas, hizo su primer equipo de Todos Estrellas esta temporada. Tuvo efectividad de 2.10 con 48 salvados, y solo tres relevistas lanzaron más pitcheos en la Liga Nacional. Él fue probado como abridor en las menores, con una mezcla de pitcheos, cambio, curva y recta que ahora promedia 97.6 millas por hora, parecía que encajaría en ese papel. Pero Rosenthal ha lanzado exclusivamente desde el bull pen con San Luis, y Gibson puede sentir su frustración en sus conversaciones. “Estábamos los dos sentados ahí, y él se lamentaba del hecho de que no consiguió ser pitcher abridor”, dijo Gibson. Le dije: ‘Está bien, pero ¿te das cuenta de lo importante que eres para este equipo, siendo el cerrador? ¿Te das cuenta de eso?’ Él pestañeó debido a que su mente estaba enfocada en ser abridor, por la razón que fuese”. “Pero en realidad él es más importante para el equipo que lo que sería como abridor porque no lanza una vez a la semana, una vez cada cuatro o cinco días. Tiene la oportunidad de salir cada día o cada dos días y ser significativo para el equipo. Se lo expliqué y el sonrió. No dijo nada; solo sonrió. Pero pienso que empezó a entender cuan importante es su trabajo para el equipo”. Rosenthal principalmente escucha, dijo Gibson, trata de absorber todo lo que pueda. Rosenthal dijo que particularmente disfrutaba aprendiendo porque Gibson se paraba donde lo hacía sobre la goma de lanzar, en el extremo derecho contra bateadores derechos, para aumentar la decepción y hacer que la pelota pareciera venir desde atrás del hombro frontal de los bateadores. Rosenthal, quién también citó al inquilino del Salón de la Fama, Red Schoendienst, dijo que siempre que alguno de los grandes jugadores de los Cardenales estuviera dispuesto a compartir su tiempo, él escucharía. “Bob es un tipo de quien no necesariamente sabía mucho hasta que llegué aquí y empecé a oir de él y a ver sus estadísticas y las cosas que hizo”, dijo Rosenthal. “No sé si de verdad buscaba algo, solo traté de abrir la puerta para escuchar las conversaciones”. “Es muy sorprendente cuando empiezas a hablar con esos tipos, cuanta atención le prestan a cada juego que jugamos. Hasta Red, ellos saben como lanzo, ellos prestan atención y de verdad les importa”. Gibson dijo que estaría en San Luis si los Cardenales vencían a los Cachorros y avanzaban a la serie de campeonato de la Liga Nacional. Gibson dio a menudo lo mejor de sí ante los Cachorros; los blanqueó 11 veces, su mayor número ante cualquier equipo. “Hasta que me lo dijiste, no sabía eso, que lancé 11 blanqueos contra los Cachorros”, dijo Gibson. “Si tuviera que recordar, yo habría pensado que probablemente blanqueé a los Mets más que a cualquier otro. Pero nunca pensé en cosas como esa”. Gibson (quien realmente solo blanqueó cuatro veces a los Mets) no pensó mucho en su marca de ponches en la Serie Mundial mientras silenciaba a los Tigres en el juego que recrea en su libro, el cual fue escrito con Lonnie Wheeler. Él tomó un momento para levantar su gorra hacia la multitud luego de romper la marca, pero la dejó de lado, escribe él, como si secara el sudor de sus cejas. Gibson venció a Detroit de nuevo en el cuarto juego antes de caer ante Mickey Lolich en el séptimo juego. Aún así, su temporada de 1968 permanece como una referencia en la historia de las mayores, a menudo citada cuando un pitcher como Jake Arrieta de los Cachorros se pone muy caliente. Arrieta tuvo una efectividad de 1.77 esta temporada, entonces blanqueó a Pittsburgh en el juego del comodín. De seguro, impresionante, pero Gibson, en 1968 tuvo una efectividad record de 1.12 antes de llegar a la Serie Mundial “Nunca sabes si eso va a durar”, dijo Gibson. “Alguien lo va a hacer mejor y lo va a romper. Esa es lo último que piensas: ‘Esto es grande, nadie tocara esto’. No tú no piensas de esa manera”. “Pero es realmente agradable oir a la gente elogiarte cuando alguien más ha hecho algo bueno. Entonces sabes eso, lo que ice fue muy bueno”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.