viernes, 25 de abril de 2014

Un maestro abnegado orquesta a los Cardenales desde el plato.

Tyler Kepner. 20-04-2014. Ver el beisbol por televisión es muy distinto del baloncesto o el futbol americano. En esos deportes el ángulo de la cámara principal, muestra en su mayoría, sino el total, de los participantes. En beisbol primordialmente se ve solo a dos de los jugadores defensivos en cada lanzamiento. Que suerte, para los estudiosos del juego, que una de esas posiciones es el catcher. Cientos de veces, como cuando los Mets reciben esta semana a los Cardenales en Citi Field para una serie de cuatro juegos, Yadier Molina de los Cardenales enfrentará la cámara del center field desde su posición agachada detrás del plato, para ofrecer una vista del maestro en acción. "Parece un shortstop detrás del plato", dijo Brian McCann de los Yanquis, un receptor que ha jugado siete veces el Juego de Estrellas. "Lo hace parecer tan fácil y es tan duro. Cada vez que juego contra él lo observo al milímetro". Molina dicta un curso de receptoría avanzada, un seminario diario sobre las particularidades de la posición más exigente del juego. Pero solo él tiene las respuestas. "La cosas que hace en medio del juego, tienes que seguirlo con un ojo muy educado para darte cuenta que hace algo con significado", dijo Mike Matheny, el manager de los Cardenales y predecesor de Molina como su catcher regular. "Los rivales nunca se darán cuenta". Matheny hablaba en la oficina del manager visitante de Miller Park la semana pasada antes de un juego ante los Cerveceros. En el segundo inning esa noche, el abridor Shelby Miller, quien había caminado los últimos dos bateadores, se puso en cuenta de 3-0 ante Khris Davis. Molina pidió tiempo y caminó hacia el montículo. "Ando mal", le dijo Miller a Molina. "Voy a tratar de mejorar ahora mismo". Molina continuó sus pasos. Agarró la bolsa de la pezrrubia, la lanzó al suelo y regresó al plato. "No dijo una palabra", dijo Miller después. "Pienso que solo me estaba dando un respiro". Este es Molina en su mejor expresión, reconocer el peligro antes que ocurra. Miller lanzó otra bola en el siguiente envío, pero ponchó al próximo bateador con tres lanzamientos. Después Molina le dijo a Miller que se estaba cayendo hacia el lado izquierdo al lanzar. Miller realineó su cuerpo y avanzó hacia su primera victoria de la temporada, sin conceder otro boleto. "Respeto mucho lo que él hace", dijo Miller, quien dejó marca de 15-9 como novato la temporada pasada. "Sé que era un tirapiedras en las ligas menores. Tenemos muchos grandes catchers allá abajo, pero una vez que se llega al nivel de Grandes Ligas, es raro porque cuando sientes que deberías tener más presión, tienes menos". Molina es la razón, dijo Miller, debido a su impecable selección de pitcheos. Molina a menudo llega seis horas antes del juego para prepararse, pero es un maestro de la improvisación basado en las claves que lee de sus pitchers y los bateadores contrarios. "A menudo he oído a varios tipos decir de Yadi, 'Hombre, siento que él es psíquico'", dijo Jonathan Lucroy, el catcher de los Cerveceros. "Él sabe lo que estás pensando, y hace exactamente lo opuesto". Miller dijo que únicamente rechazó las señas de Molina no más de cinco veces en el año. Kevin Siegrist, un relevista de los Cardenales que tuvo 45 apariciones el año pasado, su temporada de novato, dijo que nunca rechazó una seña de Molina. El veterano Adam Wainright dijo que él y Molina se conocen tan bien que algunas veces se comunican las señas por una simple mirada o una encogida de hombros, sin necesidad de usar los dedos. Las razones que determinan la selección de pitcheo de Molina, usual y comprensiblemente, permanecen en el misterio. Molina, quien llama cada envío por su cuenta y a menudo posiciona la defensa, no ganaría nada al explicar sus cientos de decisiones en cada juego. El menor de tres hermanos, todos catchers de Grandes Ligas, Molina dijo que su atención al detalle vino de un sentido del deber. Mi familia me enseñó eso, sobre ser líder, estar ahí para tus compañeros y estar pendiente de todo durante el juego, despues del juego, antes del juego", Molina, 31, dijo en su casillero la semana pasada."Sólo ocúpate de tus compañeros, del juego, trata de ser bueno cada día. Esa es la forma en que hago mi parte del trabajo". Cuando él llegó a las mayores en 2004, dijo Molina, se ocupaba tanto de la defensa y en ayudar a los pitchers que no tuvo tiempo de concentrarse en su bateo. En 2006, el año cuando su jonrón en el séptimo juego de la serie de campeonato de la Liga Nacional devastó a los Mets, él sólo bateó .216 en la temporada regular. Constantemente cambiaba su manera de pararse en el plato y parecía desconfiar de si mismo como bateador. "Ahora él sabe que tipo de bateador es, es un tipo de bateador del jardín derecho, jardín derecho y central", dijo Carlos Beltrán de los Yanquis, quien jugó con Molina en San Luis las últimas dos temporadas. "Ahora no trata de batear jonrones, y por no tratar, ahora está bateando jonrones". Molina ha bateado sobre .300 en cada una de las últimas tres temporadas, con un tope de 22 jonrones en 2012, y su promedio este año era de .338 hasta el domingo. Molina puede ser tan engañoso en el plato como detrás de este. Pat Neshek, un relevista veterano que firmó con los Cardenales en febrero, dijo que había visto a Molina hacer pensar a los pitchers contrarios que no haría swing, y luego los sorprendía descargando un imparable. Molina, quién llegó a las mayores a los 21 años, dijo haber caído en engaños similares cuando era mas joven, y algunas veces lograba su cometido aún engañado. "Soy humano", dijo. "Va a haber momentos en que eso ocurra. Pero ahora soy más rápido. Juegas más juegos, ganas madurez y te haces más listo". Molina dijo que las partes físicas de su trabajo están tan engranadas que no necesita pensar en ellas. El viernes, cometió un raro error cuando no fue capaz de mantener un wild pitch frente a él y su tiro errático permitió que entrara una segunda carrera. Sus compañeros, sin embargo, dicen que él llega al complejo de los Cardenales a las 6 a.m. en los entrenamientos primaverales para practicar ejercicios de bloqueo de manera que los pitchers se sientan confiados de lanzar envíos quebrados con corredor en tercera base. Él controla el movimiento en las bases con una transferencia rápida mascota-mano y un brazo fuerte y preciso. Él consigue strikes cantados en los límites de la zona principalmente al mantener intacta la mascota. "Observe la manera como Yadi recibe los envíos, cuan relajadas mantiene las manos", dijo Wainright. "No hay nada de violencia. Si él captura una pelota que está debajo de la zona, nunca la empuja hacia abajo. Siempre la recibe con cuidado. Tratará de subirla a la zona imperceptiblemente, o mantendrá la ubicación. Tiene las manos tan relajadas que ejecuta sin máculas. "Ofrece un blanco tan amplio como sea posible, lo ubica en el medio de su cuerpo, y no se mueve. Hay muchos receptores que ofrecen un blanco y luego bajan la mascota un poco para después volver a subirla. Si se es un pitcher como yo que sigue la mascota, se estará tratando de darle a un blanco móvil en contraposición al que ofrece una mascota fija que es mucho más fácil de acertar". Wainright, quién saltó a los brazos de Molina para celebrar el out final de la Serie Mundial de 2006, sonrió y agregó, "Pequeñas cosas". La acumulación de esas pequeñas cosas, y la combinación de talento, esfuerzo y consciencia, han hecho de Molina alguien tan respetado como quizás cualquier jugador a quien se refiera con el tipo de reverencia que se pueda escuchar por Derek Jeter, o los retirados Roy Halladay y Mariano Rivera. Molina dijo estar orgulloso de esa reputación, aún si los aficionados no siempre lo aupan. Molina no ha jonroneado ante los Mets desde aquel estacazo de la serie de campeonato de la Liga Nacional, pero la espina de ese batazo reverbera en los abucheos que oye en Citi Field. Molina le resta atención a eso. Para ese momento está trabajando, un maestro para observar, amnésico de cualquier cosa, menos de su trabajo. "Eso me tiene sin cuidado", dijo. "En serio. Cada vez que estoy sobre el terreno soy otra persona". Traducción: Alfonso L. Tusa C.

miércoles, 23 de abril de 2014

Jon Lester y Chris Sale lanzan sin hits ni carreras hasta el sexto inning en juego donde los Medias Rojas vencen a los Medias Blancas.

Jay Jaffe. 18-04-2014. CNNSI.com La noche posterior a un maraton de cinco horas y catorce episodios que se decidió con un jugador de posición en el montículo, a los bates de los Medias Rojas y los Medias Blancas les tomó un tiempo despertar. Jon Lester de los patirrojos y Chris Sale de los patiblancos llegaron al sexto inning sin permitir imparables, la segunda vez esta temporada en que dos lanzadores lanzan al menos cinco innings en el mismo juego. Una vez que ambos lanzadores salieron del juego, habiéndole dado a sus extenuados bullpens un descanso combinado de 15 innings, 19 ponches y sólo dos carreras permitidas, los Medias Rojas marcaron dos rayitas en el noveno para ganar 3-1. Este ha sido el último intento de dos lanzadores de al menos igualar la gesta de Fred Toney y Jim "Hippo" Vaughn de hace casi un siglo. El 2 de mayo de 1917, Toney de los Rojos y Vaughn de los Cachorros, cada cual mantuvo a los bateadores sin conectar imparables por nueve innings. Cincinnati anotó en la apertura del décimo al batearle dos imparables a Vaughn, Toney terminó su trabajo sin permitir imparables en 10 innings. El 2 de abril de esta temporada Matt garza de los Cerveceros y Aaron Harang de los Bravos mantuvieron el juego sin imparables hasta el séptimo en un victoria 1-0 de Atlanta. Aunque concedió un boleto con dos outs a David Ross en el segundo inning y golpeó a Xander Bogaerts con un lanzamiento en el cuarto, Sale trabajó 5.2 innings y recetó nueve ponches antes de permitir un imparable. Desafortunadamente para el zurdo de 25 años, fue uno muy costoso. Al enfrentar de nuevo a Bogaerts, su recta de 92 millas se quedó sobre el plato y el campocorto de 21 años la devolvió hacia el jardín izquierdo para su primer jonrón de la temporada, y el segunda de su carrera en Grandes Ligas. Sale se mantuvo por otro episodio y un tercio, hizo 25 lanzamientos y concedió dos boletos en el séptimo. Terminó la noche con 127 envíos, uno menos que el registro más alto de la temporada de Cliff Lee el miércoles en la noche. Lanzó tres veces al menos 21 pitcheos en un inning, y nunca terminó uno sin lanzar menos de 12. De acuerdo a BrooksBaseball.net, consiguió 18 envíos a los que le hicieron swing sin conectar, incluyendo ocho por cabeza con su recta de cuatro costuras y el cambio. Ponchó 10, su tope en esta temporada. En la acera de enfrente, Lester retiró los primeros 16 bateadores que enfrentó, seis ponches. Hizo 21 lanzamientos en el cuarto inning, el único episodio de los primeros cinco donde necesitó más de 13 pitcheos. Finalmente recibió su primer imparable mediante un roletazo de Tyler Fowler que Bogaerts alcanzó con el guante pero no lo pudo controlar. Los imparables siguieron llegando. Leury García, quién perdió la noche del miércoles al ser traído como pitcher de emergencia en la apertura del décimo cuarto inning, bateó un doble por reglas, y Adam Eaton siguió con un infield-hit que remolcó el empate. Lester salió del lío al ponchar a Marcus Semien y obligando a Dayan Viciedo a elevar, pero casi permitió otra carrera en el séptimo. Adam Dunn abrió con sencillo, luego de dos outs, dobló por tercera rumbo al plato con el doble de Alejandro De Aza a la esquina del right field. Daniel Nava lanzó la pelota a Dustin Pedroia y esté se la pasó a David Ross a tiempo para tocar a Dunn y mantener el marcador 1-1. En el octavo, Lester hubo de sortear otro imparable de Fowlers, un sacrificio, y un infield hit de Semien, el séptimo imparable que permitía en sus tres últimos innings, pero se recuperó para ponchar a Viciedo, su séptimo ponche de la noche con su lanzamiento 105. Los Medias Rojas rompieron el empate en la apertura del noveno. Con Ronald Belisario en el montículo y un out, Mike Napoli bateó un infield-hit y Mike Carp (emergiendo popr Jonny Gomes) siguió con otro sencillo. Ross descargó doblete a la derecha que remolcó a Napoli. Entonces el manager de los Medias Blancas, Robin Ventura, ordenó el boleto intencional para Nava. Scott Downs vino a relevar, y Jonathan Herrera (de emergente por Ryan Roberts) ejecutó un toque perfecto por la línea de primera base ante el cual los Medias Blancas quedaron como estatuas. Chicago se escapó de daños mayores cuando Jackie Bradley Jr. soltó un linietazo que tomó Alexei Ramírez y luego dobló a Ross en tercera. En su regreso de una lesión de rigidez en el hombro que lo inhabilitó por una semana, Koji Uehara retiró los primeros dos bateadores que enfrentó, ponchó a Dunn, obligó a Paul Konerko a levantar elevadito de foul, antes de permitir el imparable de Alexei Ramírez. Aseguró el triunfo al obligar al emergente José Abreu a rodarla por tercera. Boston obtenía sus primeros dos triunfos seguidos desde el 2 y el 3 de abril contra los Orioles. Traducción: Alfonso L. Tusa C.