viernes, 11 de octubre de 2013

Dick Williams: Presencia de un manager

“Su segundo nombre era Oscar. Él firmaba Charlie O. Finley, porque decía que O significaba “el dueño” (owner)”. Dick Williams. En muchas ocasiones cometemos el error de etiquetar a los seres humanos por algún rasgo de su personalidad que resalta en determinado momento. Dick Williams creó una apariencia de manager duro y despiadado, lo más cercano a un sargento en un campo de béisbol. A medida que pasa el tiempo, mientras se registran páginas de libros y se escuchan otras versiones del personaje, llegamos a entender su verdadera esencia. En una ocasión leí un libro sobre Tony Conigliaro, uno de los peloteros de los Medias Rojas de Boston en la temporada de 1967. Tenía ciertas diferencias con Williams por la forma como dirigía al equipo. Esta situación se complicó más cuando Conigliaro recibió un pelotazo en el ojo izquierdo y resintió que Williams se hubiera abstenido de visitarlo en el hospital. En su autobiografía, Williams escribió que intentó visitar a Conigliaro la misma noche del accidente y regresó la mañana siguiente. En ambas ocasiones le impidieron entrar a la habitación de su pelotero. Se sintió muy triste porque quería llevarle una palabra de aliento. En su tercera temporada como manager de los Atléticos de Oakland, Williams solicitó al dueño de los Atléticos, Charlie O. Finley, contratar a su antiguo segunda base con los Medias Rojas de Boston, Mike Andrews, quería reforzar su cuadro interior. Así luego del Juego de las Estrellas, Finley contrató a Andrews vía agencia libre. Quizás el momento más difícil en su carrera como manager llegó para Williams el 14 de octubre de 1973. Oakland había derrotado 2-1 a los Mets de Nueva York en el primer juego. Para el segundo juego en el Coliseo de Oakland. Jerry Koosman abrió por los metropolitanos, y Vida Blue por los A’s. Andrews entró a batear de emergente por Ted Kubiak en el cierre del octavo inning, quién había suplantado a Ángel Mangual al campo en la apertura del séptimo inning, éste a su vez había sustituido a Dick Green en el cierre del sexto episodio. El juego llegó igualado a seis carreras al inning 12. Bud Harrelson abrió con doble ante Rollie Fingers. Tug McGraw tocó la pelota y llegó a primera con infield-hit. Harrelson pasó a la antesala. Wayne Garrett se ponchó. Félix Millán salió en elevado a primera base. Willie Mays sencilleó al centro, Harrelson anotó la de irse arriba. McGraw pasó a segunda. Cleon Jones soltó imparable a la derecha para llenar las bases. Paul Lindblad reemplazó a Fingers. John Milner bateó un roletazo por segunda que le hizo un extraño a Mike Andrews y entraron las carreras de McGraw y Mays. Jones llegó a tercera y Milner a la intermedia. Jerry Grote descargó otro roletazo hacia Andrews, esta vez el inicialista Gene Tenace sacó el pie antes de tiempo, le cargaron otro error a Andrews. Luego en la repetición se comprobó la equivocación del árbitro por cuanto Tenace había mantenido el pie en la base. Jones anotó la cuarta carrera del inning. Milner pasó a tercera y Grote quedó en primera. Don Hahn salió de tercera a primera. Oakland amenazó en el cierre del inning, sólo pudieron anotar un carrera. Mets 10, Atléticos 7. Luego del juego Williams pasó por el club house y le dio varias palmadas a un apesadumbrado Mike Andrews. “Recuerda que los errores físicos son parte del juego. Eres un ser humano”. Finley pensaba distinto e intentó sustituir a Andrews con Manny Trillo alegando una lesión. Para ello hizo que uno de los médicos del equipo redactara un informe donde diagnosticaba dolencias en la espalda de Andrews. Al principio Andrews se negó a firmar un papel reconociendo que estaba lesionado porque no lo estaba. Luego lo firmó bajo amenaza de Finley. Ese fue uno de los momentos más duros de la carrera de Williams como manager. Hubo de pasar un buen rato acompañando a Andrews quien se sentía muy mal anímicamente. Antes del tercer juego el comisionado Bowie Kuhn anunció que Finley no podía activar a Trillo y que debía reenganchar a Andrews. También antes de ese juego Williams convocó una reunión con sus peloteros donde dejó saber que desaprobaba totalmente los manejos de Finley y que continuaba al frente del equipo sólo por los peloteros, al final de la Serie Mundial renunciaría. Los peloteros usaron un parche con el número 17 en solidaridad con Andrews. Andrews regresó al equipo para el cuarto juego. En el octavo inning de un juego que perdía 6-1, Williams sacó de emergente a Mike Andrews por el pitcher Horacio Piña. 55000 aficionados de los Mets en Shea Stadium se levantaron para ovacionar a un pelotero del equipo rival. Aunque Oakland ganó la Serie Mundial la celebración fue muda. Alfonso L. Tusa C. Mike Andrews jugó en LVBP con Magallanes en la temporada 1965-66, fue quién anotó la carrera que le dio el triunfo a Graciliano Parra en el décimo inning de un juego inaugural donde Parra mantuvo sin hits ni carreras a los Tiburones de La Guaira por nueve episodios. 32 juegos. 108 turnos oficiales. 12 anotadas. 30 imparables. 1 doble. 1 triple. 9 empujadas. .278 de promedio al bate. Dick Williams jugó en la Liga Occidental con Cabimas y Rapiños en la temporada 1962-63. 33 juegos. 130 turnos al bate.30 imparables. 1 triple. 2 jonrones. 9 empujadas. .231 promedio al bate.

jueves, 10 de octubre de 2013

Tres…dos…uno… ¡Rombo y esférica!

Las 118 costuras centrifugarán con más vértigo que en los play offs y la Serie Mundial de Grandes Ligas. Ecos de una noche decembrina de 1968 traen la celebración de mis hermanos. La voz ebullente de Delio Amado León sacudía la tela blanca de las cornetas. El radio de tubos dominaba la escena del comedor. “La bola se va, se va, se va…joooooonróoooooon de Clarence Gaston. Magallanes deja en el terreno al Caracas. ¡Que momento tan emotivo señores, se puede sentir el latido cardíaco de los aficionados! Es una emoción que sólo se puede vivir en un juego de béisbol…” Ahora esperamos el vuelo de la esférica ante el inicio de una nueva temporada de béisbol profesional venezolano. Quizás un poco afectada por la ausencia del Winter Agreement que impide hasta el momento, la participación de todos los peloteros en roster de 40 de los 30 equipos de la Gran Carpa. Aún así, los equipos se las han ingeniado para diseñar sus equipos y mantener la esperanza de garantizar la competitividad del campeonato. Una etapa más en el largo camino de obstáculos que MLB ha venido incrementando en los últimos años con respecto a las ligas del Caribe. Hay quienes piensan que en los próximos días habrá acuerdo y los peloteros inhabilitados podrán jugar. Mientras tanto hay razones para pensar que habrá buen béisbol, a pesar de la ausencia de mucho del talento emergente venezolano. La tendencia en los últimos torneos es que esos peloteros cada vez juegan menos partidos y quienes terminan animando la parte decisiva de las temporadas son los mismos peloteros de ligas independientes, agentes libres, jugadores que se recuperan de lesiones. Son incontables los episodios de la historia cuando por diferentes razones el pelotero que debió suplantar al titular resultó tan bueno o mejor. Ahí están Wally Pip y Lou Gehrig, Humberto Pipita Leal y Luis Camaleón García. Es muy probable que en estas primeras de cambio de la 2013-14 varios peloteros asuman protagonismos dificiles de apagar, aún cuando lleguen después los peloteros de roster de 40. Ese será otro reto que pondrá más sabor a un evento que tantos momentos intensos ha proporcionado a sus seguidores. De hecho hay equipos que sin sus peloteros de roster de 40, presentan rostros respetables. ¿Quién sabe si Carlos Pérez se adueña de la receptoría caraquista? ¿O si Bob Abreu desbanca a alguno de los jardineros importados? Magallanes presentará una alineación casi completa, quizás se puedan colar Francisco Martínez y Reegie Corona se mantenga en la intermedia ante el impedimento de Rougned Odor y Wilfredo Tovar. En La Guaira Luis Sardiñas y Miguel González podrían convertirse en un agradable dolor de cabeza si están dando la talla cuando autoricen a jugar a Ehire Adrianza y Salvador Pérez. La LVBP presenta un manto de peculiaridades que quizás permita entender mejor temas de actualidad como la sabermetría, un recurso muy a tener cuenta en la conformación de cualquier equipo de béisbol, sin embargo la verdad absoluta pertenece a muchos conceptos, ideas y lugares equilibrados mediante un sin fin de circunstancias que evolucionan en una dinámica incandescente. De allí que cuando un pelotero debe partir en algún momento de la temporada, por más sabermetría que se aplique, existe un factor determinante, la actitud, la capacidad de adaptación y ajuste en un ambiente nuevo y ante contrincantes que se ajustaran a su vez de acuerdo a las fortalezas de cada quién. Es un gran reto detallar las costuras de la pelota a 140 km/h, tal vez similar al de apagarle el radio a mis hermanos aquella noche del jonrón de Gaston, tanto que una vez incrustados en la esencia del juego, resulta vertiginoso, como transcurren los días entre octubre y enero. Alfonso L. Tusa C.