miércoles, 27 de abril de 2016

Esquina de las Barajitas: 1966 Topps: La Vida Dificil de Clay Carroll.

The Hard Ball Times. Bruce Markusen. 16-03-2016. Clay Carroll podría ser uno de los relevistas más subestimados de la historia del beisbol. Con el entrenamiento primaveral en su apogeo, es un buen momento para girar nuestra atención al juego de barajitas de beisbol Topps que salieron hace 50 años. En 1966, Topps introdujo una colección con un diseño simple, con una banda coloreada, en la parte baja (mostraba el nombre del pelotero y la posición) y otra banda coloreada, diagonal, desplegada en la esquina superior izquierda (mostraba el equipo del jugador). No hay nada espectacular en el formato, pero este permite que la fotografía respire, y eso es algo bueno para esta colección de barajitas y su entramado de retratos y tomas de poses. De las barajitas que Topps produjo esa primavera y verano, esta podría ser la más extraña de la colección, si no de todos los años ’60. Clay Carroll, quien una vez fuera un buen pitcher relevista, toma una apariencia distintiva para su barajita de 1966. Con su mentón levantado, cabello recogido y expresión desentendida, Carroll parece una cruz entre un gran pájaro y Jack Nicholson, una referencia que parece especialmente apropiada en un momento del año cuando los premios de la academia tienen tantos titulares por muchas razones diferentes. La gran nariz de Carroll, la cual le valió el apodo de “The Hawk” (“El Halcón”) ideado por sus compañeros de equipo, también está en completa evidencia en la barajita. También es muy aparente que Carroll está sudando profusamente. No solo su cabello está mojado, sino que hay algo de humedad visible alrededor de su boca, como si hubiera terminado un rudo ejercicio de entrenamiento primaveral. Me imagino que en la mayoría de las ocasiones el fotógrafo le da a los peloteros la oportunidad de refrescarse y secarse antes de tomar la foto, pero parece que a Carroll no le permitieron ese lujo aquí. A pesar del sudor y la apariencia extraña, Carroll sonría para el fotógrafo de Topps. Como fue indicado antes, es una sonrisa enigmática, del tipo que Nicholson nos ofreció en sus mejores días en películas como Chinatown, Atrapado sin salida y El Resplandor. Esa sonrisa se ha convertido en una marca de fábrica de Nicholson, a quién algunos han llamado el mejor actor de los últimos 50 años. Como Nicholson, Carroll nos da la impresión de que sabe algo que nosotros no sabemos. Entonces de nuevo, quizás está complacido de que tendrá su propia barajita por primera vez, sin tener que compartir espacio con otro jugador, como lo hizo con el inquilino del Salón de la Fama, Phil Niekro, en 1965. Por muchas razones, la apariencia de Carroll en esta barajita es memorable, pero su carrera ha sido olvidada por muchos aficionados. Eso no es justo, dado lo bueno que fue Carroll en gran parte de su carrera. Ciertamente él no fue un inquilino del salón de la Fama, pero se puede discutir que Carroll clasifica como uno de los pitchers más subestimados en la historia del pitcheo de relevo. También se sobrepuso a su cuota de dificultades, incluyendo una crianza relativamente pobre y una tragedia más adelante en su vida. Carroll creció en el pequeño pueblo de Clanton, Ala., conocido por sus industrias textiles y dificultades económicas. Uno de nueve hijos, Carroll vivió en una casa superpobalda que era pagada por su padre, un trabajador de la industria algodonera con una ética de trabajo a la antigua. Mr. Carroll solo ganaba 45 $ semanales, pero se aseguraba de que sus nueve hijos tuvieran suficiente que comer. Clay trabajó en la industria por un par de años, y también hacía la tarea laboriosa de cargar patillas en los camiones, antes que su recta llamara la atención del scout de los Bravos de Milwaukee, Dixie Walker. Los Bravos ofrecieron a Carroll un contrato que incluía un bono de 1000 $. “Firmé”, le dijo Carroll al Cincinnati Enquirer en su maravilloso acento sureño. “Parecía mucho dinero. Nunca había visto tanto dinero en mi vida”. Carroll compró su primer carro y empezó a trabajar de manera estable en el sistema de granjas de Milwaukee. Al principio, solo tenía una recta y una curva, pero pronto aprendió a lanzar una slider y un cambio. Para 1964, ese repertorio le ayudó a debutar en Grandes Ligas, lanzó casi impecable en 20 innings de trabajo. Para 1966, el mismo año cuando los Bravos se reubicaron en Atlanta, Carroll emergió como caballito de batalla desde el bullpen. Lideró la Liga Nacional con 73 apariciones, lanzó 144 innings, tuvo efectividad de 2.73, y salvó 11 juegos. El último número podría no parecer muy alto, pero recuérdese que en los años ’60, los managers no programaban a sus cerradores para situaciones de salvamentos. De hecho, el juego salvado aún no se había convertido en estadística oficial. En 1967, Carroll experimentó una pobre temporada, ocasionada en parte por dejar que su peso subiera hasta los 108 kilos. (Las barajitas posteriores de Carroll lo muestran con una cara mucho más llena que la versión de 1966, una indicación del peso que ganó mientras su carrera progresó). Esa también fue la temporada que siguió a la muerte de su padre; tristemente, el señor Carroll nunca tuvo la oportunidad de ver a su hijo pitchear en las mayores. Entonces vino un comienzo mediocre en la temporada de 1968, lo cual provocó que la oficina principal de los Bravos lo ofreciera como parte de un cambio. Preocupados porque Carroll había perdido su efectividad, los Bravos lo negociaron junto al derecho Tony Cloninger a los Rojos de Cincinnati como parte de un cambio de seis peloteros por Milt Pappas. El cambio de escenario funcionó bien. Carroll se convirtió en el cerrado de los Rojos, al pitchear brillantemente por el resto de 1968. Con su buena recta y su estilo agresivo en el montículo, Carroll probó ser una opción perfecta para los ínnings finales. Pero en 1969 y 1970, tuvo que hacer otro ajuste en su carrera, convertirse en un relevista capaz de prepararle la escena al nuevo as relevista del equipo, el especialista de envios por el lado del brazo, Wayne Granger. Cuando Granger resbaló en 1971, Carroll recuperó el papel de cerrador. Más que depender principalmente en su recta, Carroll ahora dependía de su habilidad para mezclar cuatro envíos diferentes, junto a un control impecable. A Sparky Anderson, quien se convirtió en su manager en 1970, le gustaba mucho su confiabilidad y voluntad para tomar la pelota, lo llamaba con más frecuencia de lo que lo hacía con cualquier otro relevista de los Rojos durante su estadía como manager. La actuación de Carroll en 1972 se convertiría en una temporada para el recuerdo. Lideró la Liga Nacional al hacer 65 apariciones. Al limitar a los rivales con una efectividad de 2.25, Carroll estableció una marca de Grandes Ligas al salvar 37 juegos. Aunque su marca ha sido rota varias veces desde entonces, fue un total nunca antes visto para un relevista en 1972. Carroll se hizo tan confiable hacia el final de los juegos cerrados que Anderson lo llamaba reiteradamente para hacer ese trabajo, a veces pidiéndole que lanzara más de un inning. Para 1972, Carroll también estaba haciendo buen dinero, al menos para los patrones del día. Como le explicó a un reportero de Associated Press, el beisbol le había dado la oportunidad de vivir una “vida confortable”. Eso era algo muy distante de su modesta crianza en Clanton. En 1973, Carroll estuvo afectado por una gripe severa, seguida de una puja dolorosa con la lechina, pero siguió pitcheando. Para 1974, Carroll había perdido su papel como cerrador de los Rojos, pero continuó lanzando efectivamente en los innings intermedios. Permaneció con los Rojos a través de la temporada de 1975, lo que le dio la oportunidad de ganar su primer y único anillo de Serie Mundial. (Para hacer el logro más dulce, Carroll se apuntó la victoria en el séptimo juego en Fenway Park). Aunque Carroll lanzó muy bien esa temporada, Anderson no lo llamaban con tanta frecuencia, parecía preferir a dos pitchers jóvenes, Rawly Eastwick y Will McEnaney. Ahora de 34 años, Carroll, Carroll se convirtió en transferible ese invierno. Los Rojos lo enviaron a los Medias Blancas de Chicago por dos jóvenes jugadores, el pitcher zurdo Rich Hinton y un receptor de ligas menores llamado Jeff Sovern. En total, Carroll lanzó ocho temporadas para los Rojos, desde 1968 hasta 1975. Excepto por una temporada, fue estable y efectivo en cualquier trabajo que le encomendó Anderson. Y no solo fue bueno en la temporada regular; en las series de campeonato, dejó una efectividad de 1.50, y en Series Mundiales, lo hizo aun mejor, al bajar su efectividad a 1.33. No le tomo mucho tiempo a Carroll en convertirse en el mejor relevista de un mal equipo de los Medias Blancas. Lanzó bien al empezar la temporada, pero entonces sufrió una fractura en la mano a finales de junio, lo cual lo mantuvo lesionado por más de un mes. La siguiente primavera, los Medias Blancas optaron por la juventud, al enviar a Carroll a los Cardenales de San Luis por otro relevista derecho grande, Lerrin LaGrow. Carroll hizo un buen trabajo para los Cardenales, solo para regresar a los Medias Blancas más adelante ese verano cuando los “South Side Hit Men” se encontraron compitiendo en el oeste de la Liga Americana. Luego de un rudo final de temporada, Carroll pidió su libertad la primavera siguiente y firmó con los Piratas de Pittsburgh, donde hizo un par de apariciones como relevista. En 1979, firmó un contrato de liga menor con los Cerveceros de Milwaukee, pero nunca hizo el equipo de Grandes Ligas. Carroll se fue del beisbol por completo, estableció una vida normal de retiro postbeiosbolero. Trágicamente, esa normalidad terminó en 1985. Para entonces, Carroll había estado casado con su segunda esposa, Frances, por cuatro años. El hijastro de Carroll, Frederick Nowitzke, empezó a mostrar una conducta extraña. Un día horrible, enloqueció en un episodio de violencia, hizo disparos mortales a Frances y a su hermanastro. El propio Carroll recibió un disparo, tuvo una herida en la cara, pero sobrevivió el incidente. Sentenciado culpable de asesinato, Frederick permanece en prisión hasta el presente. Cuando la noticia llegó a los periódicos, algunos de los compañeros de equipo de Carroll reaccionaron públicamente. Uno de ellos fue el derecho Jack Billingham, quien recordó algunas de las dificultades previas de Carroll, incluyendo la muerte previa de un hijo. “Él ha tenido algunos momentos difíciles luego que salió del beisbol”, le dijo Billingham a USA Today. “Ha tenido experiencias muy feas a través de su vida”. Poco después de los asesinatos, Carroll se mudo a Chatanooga, Tenn., donde fue a trabajar en la construcción. Ahora completamente retirado, él sigue haciendo apariciones para los rojos como miembro de su Salón de la Fama y como participante de sus campamentos de fantasía. Por todos los medios, Carroll permanece como uno de los tipos buenos del juego, mantiene su sentido del humor a pesar de los eventos traumáticos que rodean su familia. Es difícil imaginar por lo que ha pasado, y como se las ha arreglado para seguir adelante, pero Carroll sigue perseverando en sus años de retiro. Como lo hizo por 15 temporadas de Grandes Ligas, Clay Carroll ha encontrado una manera de sobrevivir. Referencias y Recursos • Clay Carroll’s biographical file at the National Baseball Hall of Fame Library • Joe Posnanski, The Machine Acerca de Bruce Markusen Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Nota del Traductor: En el tercer juego de la Serie Mundial de 1975, Bernie Carbo le bateó un jonrón como emergente a Clay Carroll. Luego que terminó el juego, Carroll fue al casillero de Carbo en el clubhouse de los Medias Rojas y violentó todas las pertenencias de Carbo, hasta una foto que le había autografiado antes del juego, ambos fueron compañeros de cuarto con los Rojos de Cincinnati. (The Game I’ll Never Forget. Bernie Carbo as told to Al Doyle. Baseball Digest. November 2005). Actuación de Clay Carroll con los Tiburones de La Guaira en la temporada 1964-65: 9 juegos, 4 aperturas, 1 juego completo, 1 ganado, 3 perdidos, 1 salvado, 26.2 innings, 24 hits permitidos, 13 carreras limpias, 20 ponches, 9 boletos, 4.39 efectividad.

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