lunes, 7 de septiembre de 2015

Preguntas y respuestas con Jane Leavy, Parte I.

David Laurila. 22-11-2010. Baseball Prospectus. Mickey Mantle es un ícono estadounidense, pero el jardinero del Salón de la Fama es también, de muchas maneras, una figura trágica. The “Commerce Comet” fue el niño dorado del beisbol durante los años ’50 y principios de los ’60, pero su vida fue mucho más compleja y tormentosa que las bien reportadas lesiones y el alcoholismo asociados con los 536 jonrones y 172 de OPS ajustado. La historia de Mantle es contada, a una gran profundidad, por la autora Jane Leavy en The Last Boy: Mickey Mantle and the End of America’s Childhood. Leavy habló de la leyenda de los Yanquis, dentro y fuera del campo, en una entrevista de tres partes para Baseball Prospectus. David Laurila: El libro se llama “The Last Boy”. ¿Qué significa ese título? Jane Leavy: Fue inspirado por una fotografía de la última página del inserto de gráficas en blanco y negro del libro. Fue tomada por Fredrich Cantor, quién realizó una serie completa de fotografías en un día de viejas glorias en Shea Stadium cuando los Yanquis estaban ahí alquilados hacia mediados de los años ’70. Mantle está sentado entre Whitey Ford y Billy Martin en el dugout. Las rayas de su uniforme están dispersas en una barriga amplia, sus patillas son grises, tiene la gorra puesta hacia atrás de la manera como lo haría un muchacho, es el mismo Mickey Mantle de potentes brazos y antebrazos pero tiene esa expresión de risa tonta de Jerry Lewis en su cara, como un niño remedando a Jerry Lewis en el pavimento del recreo. Yo miraba la disonancia entre la manera como se mostraba, esa presencia de sus juegos juveniles, y la creciente barriga, los pies de cuervo y las patillas, y pensé, “él era el último niño” el último muchacho, para mí, que era capaz de jugar de acuerdo al antiguo libro de juegos de “los muchachos son muchachos”. Él era un producto de “no ves maldad, no oyes maldad, no hablas maldad” y ciertamente no escribes maldad, de los años ’50. Lo que fuera que las personas podían haber visto, o sabido, o sospechado entonces, los jugadores sabían que o sería tomado con calma o lo veían y se reían, porque después de todo, los muchachos son muchachos. Brett Favre y Tiger Woods solo pudieron mantener esa imagen por un tiempo. No estoy discutiendo que el péndulo se haya desplazado muy lejos hacia el otro extremo, de saber y ver demasiado, pero Mickey Mantle fue el fin de esa era. Al haber sobrevivido como personaje público en la era actual, aunque no al cyber lunatismo de hoy, él estaba continuamente sorprendido, hasta ofendido, cuando la gente lo citaba completa y precisamente. Traté de explicarle las nuevas reglas de compromiso. Pero él no podía aceptar que las cosas no fuesen igual. ¿Por qué ella escribió eso? diría él. “Porque ella estaba tratando de dar una idea de la manera como eres”, le respondía yo. “¡Pero ella no dijo que yo estaba bromeando!” Él no lo entendía. Yo discutiría que él podría haber sido mejor si hubiese vivido en una generación y una época cuando cada quién tiene un teléfono celular. Eso pudiera haberlo hecho revisar algo de su descuido, y si no hubiera cambiado su conducta, después de todo la única persona que puede cambiar la conducta de alguien es esa persona, ciertamente habría cambiado la manera como lo mirábamos, y de lo que nos reíamos con o de él. DL: Mantle creció en Commerce, Oklahoma. ¿Qué impacto tuvo eso en su vida? JL: De verdad me alegra que haya preguntado eso. Pienso que a menos que entiendas el mundo de donde vino, no puedes entender a Mickey Mantle. Esa es la verdad de cualquier biografía y cualquier biógrafo, pero pienso que nadie en Nueva York entendió, yo no entendí, de donde venía Mantle y como realmente era Commerce, Oklahoma. El difunto Maury Allen, quién cubría a los Yanquis para el New York Post, me hizo una observación en broma: “Todos pensábamos que Commerce era un nombre inventado”. Sonaba muy bueno para ser verdad. Pero era cualquier cosa menos muy bueno para ser verdad. Commerce estaba en el centro del territorio minero de cinc y plomo de los Estados Unidos. El plomo con el que se hacían las balas para pelear en la primera guerra mundial salió de ese suelo, y el cinc para hacer las primeras baterías. Deliberadamente solapé el accidente, y por accidente me refiero a la lesión en la rodilla de Mantle entre el jardín central y el derecho en el segundo juego de la Serie Mundial de 1951 cuando el mundo se abrió bajo sus pies, con un capitulo acerca de Commerce, al cual llamé “Undermined” (Minado), porque pienso que él siempre sintió que la vida era precaria. Él vino de un mundo marcado por la expectativa de la incertidumbre. Si algo era cierto, y esto no era propio de los Mantle, era que el mundo era un lugar incierto y no tendrías una vida completa si trabajabas en esas minas donde trabajó su padre. El número de historias que oi de la gente, diciendo, “Mi tío manejaba por la carretera 66 un día y la tierra se abrió debajo de él”, era impresionante. Cuando fui a Commerce por primera vez, y fui dos veces, yo no podía encontrar lo que me hacía sentir incómoda de estar ahí. Había un sentimiento extraño acerca de eso. Me quedé mirando esas dunas blanqueadas de desechos de actividad minera, y finalmente lo vi: Si todo ese material estaba ahí arriba, ¿qué había debajo de tus pies? La respuesta es nada. Literalmente nada, en muchos lugares. El mundo de Mantle estaba literalmente minado. Había una mina debajo de Picher, Oklahoma, el cual era el lugar natal de la esposa de Mantle, Merlyn, y era tan grande como el Astródomo de Houston. Así, que la gente estaba acostumbrada a que los hombres muriesen jóvenes. El padre de su mejor amigo voló una tarde cuando fue a encender las cargas para el trabajo del día siguiente, lo cual ellos hacían cada día a un cuarto para las cuatro. La tierra se estremeció y todos aguantaron la respiración por un instante. Ese día el padre de Bill Mosely no salió a tiempo. Los mineros morían por derrumbes de rocas y morían de silicosis y tuberculosis. Pequeñas partículas de polvo se adherían en sus pulmones y formaban lesiones y cuando ellos tosían las lesiones se rompían y sangraban. Ellos literalmente se ahogaban en su sangre. Mark Osborne es doctor en la cercana Miami, Oklahoma, cuyo abuelo, un minero, murió de silicosis y quien hace investigación en temas de salud en el Tri-State Mining District. Él recordaba ver hombres desaparecer de sus portales. Todos tenían las mismas casas pequeñas, esas pequeñas cabañas mineras, como la casa de Mantle en Commerce, y caminabas por ahí un día y había un tipo tosiendo sangre en un pañuelo, dos semanas después caminabas por ahí y el tipo había fallecido y había otro tipo tosiendo sangre en un pañuelo. Para mí, eso fue revelador, porque mucha de la mitología de Mantle está relacionada con su refrán, “Nunca llegaré a los 40 años. Ninguno de los hombres Mantle vivieron más de 40 años”, lo cual el achacaba al linfoma no-Hodgkin, el cáncer que mató a Mutt Mantle. Esto cambió fundamentalmente mi percepción de él y el alcance de la historia, porque el heredó ese fatalismo del mundo que lo produjo. Era el derecho de nacer en esa parte del país. Eso estaba compuesto por la osteomielitis que contrajo en la adolescencia, la cual fue mucho peor que lo que Mantle decía. El tratamiento fue más extensivo de lo que él siempre decía. Siempre sonaba como, “bien, recibí una patada en la barbilla en una práctica de futbol americano un día, y mi papá dijo ‘no hay lugar en el mundo para un hombre de una pierna’ y mi mamá dijo ‘son como el infierno’ cuando quisieron cortar mi pierna, así que me dieron penicilina y me puse bien”. Pero cuando encontré que en realidad él había estado hospitalizado cinco veces en un período de 13 meses, y pasó 40 días en el hospital, incluyendo su cumpleaños 16, empecé a darme cuenta que había ese nexo de muerte. Su propia vida y ciertamente la expectativa de vida que su padre vislumbraba para él, estaba en gran dificultad. La gente moría de osteomielitis todo el tiempo. Es una infección de los huesos, la cual la gente de Commerce llamaba “TB del hueso” o “cáncer de los huesos”. Hasta la invención de la penicilina, el único tratamiento era excentricismo o amputación. Fue un milagro que hubiesen tenido penicilina en Picher, Oklahoma en 1946 cuando Mantle fue hospitalizado por primera vez y fue aun más milagroso que se mejorara recibiendo solo siete por ciento de la dosis que usted recibe hoy. Es fácil entender porque tardó tanto en controlar la infección, solo recibía una fracción de lo que necesitaba para vencerla. Él estaba en el hospital cuando el hermano de Mutt, Tunney, falleció a los 34 años, dos años después del padre de Mutt, el abuelo Charlie. Su tío Emmet también murió a los 34 años pero a mediados de los años ’50. Lo que Mantle le decía a la gente, incluyendo a sus compañeros de equipo, a finales de los años ’40 era, “No llegaré a los 40 años; ninguno de los Mantle lo hace”. Fue pura coincidencia que yo notase que su abuelo Charlie llegó casi hasta los 61 años, y yo estaba impresionada por eso porque la cosa completa de “ninguno de los Mantle llegan a los 40” estaba muy bien establecida en la mitología. Yo casi no le creía a mis ojos. Me dije “¡Eso no puede ser!” Su primo Max se ofreció de voluntario y manejó hasta Adair, Oklahoma para revisar esos datos para mí, y lo hizo. Así que lo que pienso que ocurrió, y sé que esta es de verdad una respuesta larga, pero aprecio la pregunta, es que había ese sentido de línea de base de la incertidumbre de la vida, el cual estaba compuesto por su propia enfermedad, y por lo que vio en su familia y los otros hombres quienes trabajaban con Mutt y murieron. Él creó una narrativa para para darle estructura al miedo. Eso se convirtió en una especie de abreviatura emocional para él. Pienso que fue una juventud muy dura, aún sin la carga genética del alcoholismo de la familia de su madre, y aun sin el abuso sexual de su media hermana mayor. Cuando uno todo eso, y me echo hacia atrás y lo miro, el muchacho de pronto tiene sentido. Traducción: Alfonso L. Tusa C. Esta serie continuará. En la parte II, Leavy habla de la relación de Mantle con Joe DiMaggio, la mecánica de su swing desde ambos lados del plato, el significado cultural de “Willie, Mickey y el Duque”, incluyendo la pregunta , “¿Qué hubiera pasado si Mantle fuese negro y Mays blanco?”, y más.

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