domingo, 8 de junio de 2014

Bill Fischer, antíguo pitcher y entrenador.

Sabiduría de caminar. El una vez abridor y relevista de Grandes Ligas ofrece “cuatro absolutos” necesarios para convertirse en un lanzador exitoso. Joe Posnanski. The Kansas City Star. Agosto 2008. Ellos llaman a Bill Fischer “Sabiduría de Caminar”, lo cual hace reir al tipo. Sabiduría al caminar eh? Si, ellos debieron estar ahí aquel día de 1963 en el undécimo inning, cuando el viejo Sabiduría de Caminar lanzaba para los Atléticos de Kansas City y decidió lanzarle una condenada recta a Mickey Mantle. El Mick la sacó por la condenada fachada del right field de Yankee Stadium. Dijeron que el batazo recorrió 620 pies. Dijeron que fueron 734 pies. Lo que sea, fue rematadamente lejos. “Claro, si Mickey Mantle jugara hoy en Yankee Stadium”, dice Fischer. “Con las condenadas bardas más cerca, con la del center field a 400 pies, batearía 800 condenados jonrones”. Probablemente se pueda decir que Bill Fischer no comulga con el asunto de sabiduría de caminar. Primero que todo Fish no está caminando muy bien. Tiene 77 años, le consiguieron un carrito de golf para que se movilizara como asesor de pitcheo en el campo de entrenamiento de los Reales de Kansas City. Fish ha permanecido en el béisbol por 60 años; solo Don Zimmer ha permanecido en el béisbol por mayor período de tiempo. Zim ha escrito dos libros al respecto. Fish no ha escrito ningún libro y les dirá porqué. Es porque en 60 años como pitcher abridor, relevista, scout, entrenador, guru, psicólogo, coordinador, niñero y patriarca, él ha aprendido que este negocio del béisbol no es tan complicado. Se reduce a cuatro cosas. Los cuatro absolutos. La gente que usted conoce, gente como Roger Clemens, John Schuerholz, Tom Seaver, Dayton Moore y muchos otros, le dirán que si sigue los cuatro absolutos de pitcheo de Bill Fischer, todo lo demás encaja en su lugar. Por supuesto, otros le dirán que Fish no sabe de que condenado tema está hablando. Eso está bien. Fish dice que algunos estúpidos en este juego también le dirán que el sol sale por el oeste. No entierres tu talón. Ese es el primer absoluto Los pitchers jóvenes se lesionan todo el tiempo. Ellos lesionan sus brazos, sus codos, sus hombros, ellos se agrietan los huesos, se rompen los tendones, y ¿porqué? Fish le dirá porqué, él ha estado en este juego desde que Harry Truman era presidente. Es porque estos cabezaduras, hacen el wind up, lanzan tan duro como pueden y en el movimiento de caer hacia delante entierran el talón del pie delantero en el suelo., BAAM, toda esa fuerza se transmite a través de ellos, estremece el brazo, un miniterremoto en cada lanzamiento. “Es como manejar a toda velocidad y de pronto hundir los frenos hasta el fondo”. Dice Fish. “¿Piensas que eso es bueno para el carro? ¿Conoces algún mecánico automotriz que te recomendaría eso? Estoy hablando de sentido común”. Absoluto número 2 : Lanzar rectas de cuatro costuras. El primer día de Fish en el béisbol profesional fue en un campamento de prueba de los Medias Blancas de Chicago en 1948 en Wisconsin. Red Ruffing el viejo y corajudo lanzador que labró su camino al Salón de la Fama a pesar de haber perdido cuatro dedos de un pie en un accidente minero, dirigía el campamento. A Red le gustó el estilo del muchacho, le ofreció 150 $ mensuales, debía reportarse a Wisconsin Rapids. “Sin bono, sin nada, eso no era mucho dinero”, dice Fish. Nunca dudó. Fish ganó sus primeros 10 juegos en Wisconsin Rapids, y largó cinco jonrones en ese lapso. “Pensaban que era otro Babe Ruth”, dijo. En aquellos días después de la guerra las ligas menores estaban repletas de nuevos Babe Ruths. Era difícil avanzar. Fish lanzó pelota Clase D, luego Clase C, luego Clase B y luego Clase A. Ganó 90 juegos en las ligas menores. Fue instructor de ejercicios en la marina por dos años. No llegó a las Grandes Ligas hasta que tenía 26 años y exhausto. Bueno, la mayoría de ellos era así. Los peloteros eran diferentes entonces, endurecidos por la guerra, amargados por viciosas batallas salariales y extenuantes trabajos luego de la temporada, determinados a mantener su puesto. Fish ganó siete juegos aquel primer año como relevista. Lanzaba strikes y permitió solo un jonrón en todo el año. El año siguiente fue cambiado a Detroit y tres meses después de eso fue despedido. Todo ese tiempo, Fish siguió buscando el secreto, un truco, una manera de hacer out a los bateadores. Empezó a lanzarles curvas lentas a los zurdos. Empezó a inventar con la forma de agarrar la pelota. Nada de eso funcionó muy bien. Tal vez por eso fue que se convirtió en el principal abogado de la recta de cuatro costuras. Usted probablemente sepa que hay dos tipos básicos de rectas, la de cuatro costuras donde el pitcher agarra la pelota a través de las costuras y la de dos costuras, donde el pitcher agarra la pelota en el sentido de las costuras. La recta de dos costuras se ha popularizado porque la pelota tiende a hundirse cuando se usa. No es tan rápida como la de cuatro costuras, pero cuando se lanza bien, la bola se hunde y se hace invisible para los bateadores derechos. En el juego de hoy, todos quieren ese movimiento hacia abajo. Bien, casi todos. “Todos los pitchers tratan de lanzar igual”, dice Fish. “Los escuchas hablar, todo es ‘Manten la pelota abajo, Manten la pelota abajo’. Que montón de porquería es eso. Los peores bateadores le dan bien a las pelotas bajas. El pitcheo más dificil de batear en el béisbol es justo ahí, arriba y adentro, alta y pegada, y no hay manera de lanzar una recta de dos costuras ahí arriba”. La principal razón por la que Fish prefiere la recta de cuatro costuras es que no hay ningún truco con ella. Se lanza la pelota naturalmente, sin giros violentos del brazo, ni movimientos locos de la muñeca. La recta de cuatro costuras es un lanzamiento para retar, tú y yo, de hombre a hombre, vamos a ver. Cada vez que Fish piensa en rectas de dos costuras, su rostro refleja puro disgusto. Lo único que Fish odia más que la recta de dos costuras, es la slider, el primo de esa recta. “Las sliders son ejemplos de lo barato sale caro”, dice Fish. “Los pitchers de sinker-slider son ejemplos de lo barato sale caro. Perderán más de lo que ganarán. Revise cuantos lanzadores de sinker-slider hay en el Salón de la Fama. No muchos”. Esto se plantea sin decir queBill Fischer fue un pitcher de sinkers y sliders. Absoluto número 3 : Evitar lanzar a través del cuerpo. En agosto de 1962 Fish caminó a Bubba Phillips para comenzar un juego en Cleveland. No caminó a otro hombre por casi dos meses. Este permanece como el período más largo sin conceder boletos en la historia del béisbol. El record anterior pertenecía a Christy Mathewson. Lo divertido es que 1962 fue el primer año en que Charlie O. Finley fue el único dueño de los Atléticos de Kansas City, y si había algo que le gustaba a Finley era la publicidad. Los Atléticos de 1962 se disputaban con Washington el último lugar, carecían de pitcheo y de todo notablemente. El período de Fish sin conceder boletos, se convirtió en la historia de aquellos Atléticos. . Finley dijo que le daría a su lanzador un bono de 1000 $ si rompía el record de 68 innings seguidos sin conceder boletos de Mathewson. Fish fue por el record de Mathewson en el segundo de un doble juego ante Baltimore en el viejo estadio municipal de Kansas City. Necesitaba lanzar siete episodios sin boletos. Y Fish no caminó a nadie hasta el séptimo inning. Entonces ponchó a Marv Breeding, permitió par de imparables, dominó a Russ Snyder a levantar un elevado, y finalmente, para establecer la marca, obligó a Brooks Robinson a batear rodado al campocorto. Lo había hecho, había lanzado más innings seguidos sin boletos que nadie. “Aquí está tu bono”, dijo Finley mientras le extendía un cheque de 1000 $. “Y te diré que por cada inning que agregues sin conceder boleto te daré otros 100 $”. Bien eso es todo lo que Fish necesitaba oir. Hay una razón por la cual su tercer absoluto es que los pitchers deben evitar lanzar a través de su cuerpo, eso es antinatural. “Si te voy a pegar no me planto de lado, ¿lo hago?. Me paro de frente. Buuum. Entonces te puedo tumbar”. De frente. Fish sabe que eso funciona. Pasó otros 16 innings sin conceder boleto. Llevó la seguidilla hasta el último juego de la temporada en Detroit., cuando, como él lo recordó, el manager Hank Bauer vino y le dijo, “Hey Fish, deberías hablar con Finley. Me acaba de despedir y me dijo que tampoco te pagará tu bono”. Fischer dice que la conversación ocurrió de la siguiente manera: Fish: “Mr. Finley oi que usted no me va a pagar”. Finley: “Si Mr. Fischer me dejé llevar por el momento y entonces me di cuenta que cometí un error”. Fish: “Usted me pagará ese condenado dinero”. Finley le pagó, eventualmente, meses más tarde y luego descontó ese dinero del próximo contrato de Fish. Asi ocurrió, Fish estuvo 84.1 innings sin conceder boleto, un record que nadie, ni siquiera Greg Maddux ha estado cerca de igualar. La seguidilla terminó cuando Fish caminó a un bateador llamado Bubba Morton, lo cual convierte a la suya en la única seguidilla en la historia del deporte que empieza y termina con alguien llamado Bubba. Absoluto número cuatro: Los pitchers derechos lanzan desde el lado derecho de la goma de lanzar, los zurdos lo hacen desde el lado izquierdo. Si hay algo de lo que Fish está convencido es de que los hombres de béisbol, tienen una cacería contra los pitchers. Ellos quieren ofensiva, la ley del embudo, y eso lo enferma. “Quiero decir esto en mayúsculas, porque todos condenan al pitcheo en estos días”, dice él. “Si ellos quieren que este juego sea justo, deben regresar al condenado montículo a donde estaba cuando ellos lo bajaron. Ellos lo bajaron en 1969 para penalizar a los pitchers porque estaban haciendo muchos outs. Vuelvan a levantar el montículo y denle a los pitchers la oportunidad de batallar de nuevo”. Aquel año 1969, fue también el primero de Fischer como coach. Había sido contratado por los Reales de Kansas City para trabajar en ligas menores luego de ser cesanteado por los Medias Blancas. A él le gustó la oferta. Algunas veces lo ignoraban. A veces los peloteros no le escuchaban, pensaban que tenían todas las respuestas, pero regresaban a él cuando su efectividad se parecía al precio de dos filetes en el restaurant Jess & Jim’s. Se convirtió en el coach de pitcheo de los Rojos de Cincinnati en 1979, donde trabajó con un Tom Seaver más viejo (Él te volvía loco, pero para vencer a tipos como ese casi había que matarlos”). Entonces fue a Boston y trabajó con un joven Roger Clemens (También era un cabeza dura, pero como trabajaba. Eso que dicen de él ahora. El asunto de los esteroides. No creo una sola palabra de eso”). Fish fue despedido en ambos lugares. Así es el béisbol. Fue a trabajar en las ligas menores de Atlanta, para su viejo amigo John Schuerholz. Fue a Tampa para ser coach de pitcheo de Grandes Ligas a los 70 años. Fue despedido otra vez y regresó a Atlanta. Determinó que para darles oportunidad a sus pitchers en este juego injusto, ellos necesitaban un ángulo. Así que los ubicó en la esquina de la goma que correspondía al lado de su brazo de lanzar y les dijo que lanzaran con todo el alma. “¿Usted usa los ángulos en el juego de pool, ¿cierto? Dice Fish. “¿Billar? ¿Sabe de que hablo? La misma cosa. Ángulos”. Fish no sabe por cuanto tiempo más puede seguir en esto. Le duelen las rodillas. Se le están apagando los ojos. No puede oir mucho. Pero sigue trabajando. Dayton Moore, el gerente general de los Reales, sigue hablando con él para sacrlo del retiro. Moore lo estima mucho. Todos lo estiman. Hay un quinto absoluto, uno del que él no habla mucho. El dice, “Tienes que ayudar a alguien cada día. Podría ser con un par de palabras. O con una patada en el trasero. Podría ser tomándolos por el cuello de la camisa y decirles. ‘Ustedes son mejores que eso’. Pero tienes que hacerlo”. Entonces ¿Cuál es el quinto absoluto? “Los regañas, pero los quieres”, dice el viejo Sabiduría de caminar, “Los regañas pero los quieres. De eso trata este gran juego”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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