jueves, 28 de febrero de 2013
El manager de las pequeñas cosas
Hay una especie de hombre de béisbol que permanece buena parte del día analizando, punzando, observando las particularidades del juego en busca de encontrar nuevas formas de ganar un desafío, esa era la esencia de Pompeyo Davalillo quién falleciera este 28 de febrero en Ocumare del Tuy.
Hablar de Pompeyo es visualizar el juego a través del toque de bola, el bateo y corrido, el squeeze play suicida y el sacar de concentración al contrario como lo hizo en un juego de la final 1991-92, entonces lanzaba Royal Clayton por los Tigres de Aragua y Pompeyo como manager de las Águilas del Zulia salió a reclamarle a árbitro principal que un arete que el pitcher usaba en su oreja molestaba a los bateadores por el reflejo de las luces. Ese incidente desconcertó a Clayton y por allí se metieron los aguiluchos.
Llegó a las Grandes Ligas con los Senadores de Washington, propulsado por sus habilidades defensivas y su agilidad en las bases, sólo una lesión en un tobillo pudo detenerlo y luego se le hizo imposible regresar a la Gran Carpa. Su devenir como pelotero activo tuvo paradas en la Liga International AAA con los Sugar Kings y en varios equipos de la Liga Mexicana de verano.
Pompeyo debutó como manager en la liga venezolana en la temporada 1969-70 y la experiencia fue difícil. Había sido coach de Regino Otero y después empezó una dilatada trayectoria como técnico, scout, y coach de varios equipos de la liga venezolana. Tuvo largas pasantías en el Caracas y La Guaira, se recuerda mucho su relación con el desarrollo de aquella generación brillante de peloteros que se llamó “la guerrilla” en el club de La Guaira. Argenis Salazar, Luis Salazar, Oswaldo Guillén, Alfredo Pedrique, Raul Pérez Tovar, Norman Carrasco, Gustavo Polidor, Café Martínez, Antonio Córdova, entre otros.
También estuvo involucrado en la llegada de César Gutiérrez al béisbol profesional y en el regreso de Antonio Armas a las Grandes Ligas con los Angelinos de California.
Más su momento cumbre como manager ocurrió con las Águilas del Zulia con las cuales llegó a ganar dos campeonatos (1991-92 y 1992-93). Luego también sería campeón con los Leones del Caracas en la 1994-95.
Siempre se las arreglaba para ganar o al menos batallar los juegos hasta el último out con los peloteros que tenía, hubiese sido una gran lección haberlo visto dirigir o ser coach del equipo venezolano en el Clásico Mundial de Beísbol, de seguro hubiese generado grandes situaciones positivas para el equipo.
En el encuentro decisivo de la temporada 1966-67, que La Guaira ganaba algo así como 7-0 en el quinto inning, tuvo mucho que ver con la reacción anímica del Caracas a raíz de un robo del plato que ejecutó Adolfo Phillips, lo cual representa una afrenta cuando existe una gran diferencia en el marcador. El bateador era Roberto Muñoz, el próximo envío fue un bolazo en el codo propinado por Diego Seguí y Muñoz no pudo seguir lanzando por La Guiara. Luego vendría la jugada del roletazo de Jim Hicks con el cual entraban dos carreras más para el Caracas que seguía acercándose en el marcador. El batazo fue anulado porque el árbitro de tercera base Juan José Rivas Prim había pedido tiempo antes que lanzara Jim Brabender, y por ende las carreras. Se inició una trifulca en la que participó el público y Pompeyo junto Alejandro Carrasquel enfrentaron y se fueron a las manos con Rivas Prim. Una vez que pasó el vendaval, se concretó el torbellino ofensivo que le dio el título al equipo Caracas.
Pompeyo Davalillo, gran hombre de béisbol, competitivo como ninguno, conocedor excelso del juego, siempre dispuesto a darle una mano a las nuevas generaciones de peloteros, que Dios lo tenga en su gloria y gracias por todos los momentos vividos en el deporte.
Alfonso L. Tusa C.
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