viernes, 15 de agosto de 2014
Un brillo de la infancia reflejado en el box score.
Billy Altman. 03-08-2014
Mientras crecía en la parte alta de Manhattan en los años '60, nunca me cansé de mirar por la ventana de mi habitación en el apartamento de mis padres en Amsterdam Avenue durante la temporada de beisbol, veía las luces de ambos parques, Yankee Stadium en el cercano Bronx y empezando en 1964, Shea Stadium a la distancia en Queens.
Mientras nunca he querido sugerir que aprendí mucho por simplemente ver ambos estadios desde mi casas, me ha impresionado recientemente que puede haber existido un significado mayor en todo esto. El beisbol me llamaba, y ahora yo hago los llamados, septiembre marcará mi décimo aniversario como anotador oficial de los Mets y los Yanquis.
El trabajo significa estar enfocado en un promedio de 300 pitcheos por juego, los juegos duran más de tres horas. Esto significa tratar con un número creciente de ajustes defensivos en los cuales el tercera base puede terminar parado al lado del primera base. Y eso significa un rápido desarrollo de una piel gruesa, porque lo que sea que decida, hit o error, a menudo creará algún disentimiento.
Mi ruta hacia convertirme en parte de esta fraternidad inusual, nuestra membresía a través de los 30 equipos de Grandes Ligas del país llega a un número menor de 100, se desprende de las obsesiones usuales que la mayoría de los aficionados del beisbol comparten desde la niñez. Todavía me gusta recordar que más que hacer mi tarea escolar despues de la escuela primaria, prefería escuchar rock 'n' roll en el radio mientras devoraba la información de los reversos de las barajitas de beisbol. Si un profesor de geografía me preguntaba donde quedaba Albuquerque, mi respuesta era algo como "Texas League".
Al final, no fui músico, ni atleta. En su lugar, me hice de una carrera en periodismo, como crítico de música pop en los años '70, y no mucho después, escritor de beisbol. Una vez que empecé a pasar tiempo en el palco de prensa, me fasciné con las tortuosidades de anotar, una de las lineas de trabajo más extrañas de los deportes profesionales.
Así fue como empecé: Un día de 2003, estaba sentado junto a Bill Shannon en el palco de prensa de Shea Stadium y, como siempre, maravillado con la facilidad con que él manejaba las distintas facetas de llevar la anotación, de mantener inmaculada y llena de detalles la hoja de anotación para de manera rápida y confidencial tomar una decisión que cualquier jugada en el campo requiriera.
Shannon era una leyenda, al menos entre otros escritores, finalmente le pregunté como se hacía para aprender lo que él hacía.
Él me miró, algo divertido, y respondió con una pregunta ¿Quieres hacer esto?.
Si quería. Así empezó un período de poco más de un año que Shannon llamó anotación de "sombra" cada vez que estaba en alguno de los estadios de Nueva York en una asignación periodística y por tanto podía sentarme a su lado. En varios momentos del juego, Shannon me preguntaba la "línea" del pitcher abridor, su total de innings, hits, careras, carreras limpias, boletos y ponches. O lo que había hecho el tercer bateador en el quinto inning. Y si había que tomar una decisión, si yo pensaba si era hit o error, y preferiblemente antes de que se mostrar cualquier repetición en el monitor del palco de prensa. Hazlo desde tu percepción.
Shannon hacía entonces su propia observación a través del sistema público de comunicación interno del palco de prensa. Como cualquier juez, entendí que el anotador necesitaba interpretar la evidencia presentada ante él,tomar la decisión necesaria y seguir adelante. Y si no estaba seguro, podía revisar la decisión más tarde, si era pertinente, podía revertirla.
De hecho, los anotadores tienen hasta 24 horas para cambiar una decisión. También se permiten apelaciones, pero ese es otro proceso.
Este internado informal con Shannon también comprendió estudiar el libro de reglas del beisbol, específicamente las 30 (de 119 páginas) dedicadas a la anotación. Una de mis favoritas es la 10.06 (c), bajo el encabezado "Para determinar el valor de los imparables". Esta dice que si un bateador conecta una pelota entre dos y busca el extrabase, se le acredita doblete si se pasa de segunda base corriendo y es tocado tratando de regresar. Pero si se pasa de segunda base deslizándose y es tocado, es un sencillo. Vaya usted a saber porque.
Hacia finales de 2004, cuando una serie de lluvias obligó a los Yanquis a jugar varios doblejuegos nocturnos, Shannon recibió permiso del vicepresidente de Major League Baseball y supervisor de anotadores, Phyllis Merhige, para dejarme trabajar en un juego.
Naturalmente, me vi envuelto en un asunto truculento. Fue en el segundo de un doblejuego contra Tampa Bay, con los Ynaquis ganando 7-3 en el cuarto inning, su abridor novato, Brad Halsey, llenó las bases con un out. El manager Joe Torre lo sacó del juego.
Como Halsey no había pitcheado los reglamentarios cinco innings para ser elegible para la victoria, la regla 10.17 entró en juego. Si los Yanquis mantenían la ventaja por el resto del juego, sería responsabilidad del anotador oficial, que era yo, "acreditar como pitcher ganador al relevista, si hay solo uno, o el relevista que a juicio del anotador oficial fue más efectivo, si hay más de un relevista".
La decisión era mía, o como dijo en voz alta Pete Caldera de The Record of Hackensack en el palco de prensa. "¡Hey, Billy, es tu primer juego, y tienes que hacer de Dios!" Afortunadamente, Tanyon Sturtze, el primer relevista de los tres que se combinaron para lanzar el resto del juego, no solo sacó a Halsey del problemón de bases llenas sino que lanzó 3.2 innings en los que solo permitió 2 imparables sin carreras en ruta a una victoria de los Yanquis 10-5. Acreditarle la victoria era un tiro al piso.
En mi primera decisión para cargar un error, en un elevado de foul que se le cayó al tercera base de los Rayas cerca de la tribuna, hubo algunas desaprobaciones audibles de mis colegas. Fue, en efecto, mi bienvenida a las Grandes Ligas. A través de los años, por supuesto, vinieron más desaprobaciones.
Lamentablemente, Shannon murió en 2010 en un incendio en la casa de su madre en Nueva Jersey. Tenía 69 años, nos dejó a mi y otros tres anotadores, a quienes también había entrenado, para llenar el vacío. Jordan Sprechman y Howie Karpin estan trabajando en más de 60 juegos cada uno esta temporada. David Freeman y yo nos dividimos el resto de los 162 juegos en casa que los Mets y los Yanquis tienen programados.
Por supuesto, mientras más juegos anoto, más me encuentro con eventos memorables. En 2011, fui el anotador oficial de un juego de finales de agosto en el cual los Yanquis vencieron a los Atléticos de Oakland 22-9. Tres yanquis, Russell Martin, Robinson Canó y Curtis Granderson, batearon jonrones con las bases llenas. Es el único juego en la historia del beisbol donde un equipo ha hecho eso.
Tambien está el creciente número de configuraciones defensivas que hacen los equipos para tratar de contrarrestar a los bateadores zurdos que halan la pelota hacia el lado derecho del campo. ¿Genera eso un problema para el anotador oficial?
En cierta forma. Cualquiera que haya anotado un juego sabe que los jugadores a la defensiva están representados por números que identifican sus posiciones:
1 para el pitcher, 2 para el catcher, 3 para el primera base y así sucesivamente. Si el tercera base (tradicionalmente el número 5) de pronto es ubicado a la derecha de la segunda base, hacíéndolo en esencia el segunda base (N° 4), y él hace un tiro a primera base luego de recoger un rodado en su dirección, no sería lógico anotarlo 4-3 y no 5-3?
Mi respuesta es, realmente no. El tercera base, independientemente de donde esté ubicado para cualquier pitcheo, si el atrapa la pelota y la lanza a primera para completar un out, eso sigue siendo out 5-3 en mi libreta de anotación. Usualmente hago una pequeña marca en mi tarjeta de anotación para indicar la coreografía, en caso de que alguien necesite saberlo.
En cuanto a lo que estas configuraciones significan para los factores de alcance defensivos asignados a los jugadores del cuadro, eso es algo con lo que tiene que lidiar el batallón de sabermétricos del béisbol.
Estoy más que satisfecho de estar donde estoy, arriba en el palco de prensa, lejos del campo de juego pero manteniéndome en el rodaje del juego. Y 10 años despues, el trabajo aun tiene su fulgor, como aquellas luces brillantes que veía desde mi ventana hace todos esos años.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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