lunes, 23 de marzo de 2015
Premiar al perdedor
Cuando escuché la noticia se detuvo el tránsito. A la distancia se veían rostros alargados y un enjambre de motorizados rodeaba a un Audi. En el pavimento zumbaba la combustión de la motocicleta, el piloto se incorporaba con un manchón de sangre en la rodilla derecha. Ignoro porque aquella diagonal abrupta de la moto hacia el carro y la posterior discusión más la sentencia de los “dueños de la calle” ante el solitario automovilista, reflejaba la decisión de la Liga Venezolana de Beisbol Profesional de cambiar el formato de su competencia.
Que clasifiquen seis de ocho equipos en una temporada de 70 juegos por club, resulta absurdo hasta para las más altas aspiraciones económicas. Al agredir la competitividad se resiente la integridad del deporte. Si casi cualquiera puede trascender a la postemporada, aumentan las posibilidades de un bajón en la calidad del nivel de juego.
El ataque a la competitividad continúa en la postemporada. Habrá tres series, primero versus sexto, segundo versus quinto, tercero versus cuarto. Clasifican los tres ganadores y ¡qué pena! El mejor perdedor, producto de un juego entre descalificados. Nada más pernicioso para cualquier tipo de torneo deportivo.
La derrota debe significar una importante oportunidad para reflexionar, reconocer y corregir errores, antes que la sensación de correr la arruga y continuar cual si todo anduviera a las mil maravillas.
Ese sistema fue implementado hace algún tiempo por la Liga de Baloncesto Profesional Los resultados arrojaron desinterés de la afición por las instancias intermedias de postemporada.
Quizás una opción que debió discutir LVBP fue el formato actual de LBP o implementar un juego de muerte súbita entre los ocupantes de los puestos quinto y sexto para definir el quinto clasificado de la semifinal todos contra todos.
El chofer del Audi, parecía estampillado en el parabrisas. Los motorizados casi lo escupían con epítetos de, “te tenemos precisado, o me pagas el médico y los repuestos, o te haremos una visita a domicilio”.
Alfonso L. Tusa C.
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