miércoles, 15 de julio de 2015

Cooperstown Confidencial. Pensando en Al Cowens.

23-03-2012. Bruce Markusen. Hace diez años, recuerdo haber oído en las noticias que Al Cowens había fallecido repentinamente de un ataque cardíaco. La noticia parecía venir de la nada, yo no tenía conocimiento de algunos de los recientes problemas de salud de Cowens. Hacia tres años, en 1999, él había sido diagnosticado con una falla cardíaca congestiva. Él pasaría un tiempo en el hospital con pneumonía. En los meses previos a su muerte algunos de sus amigos notaron un tono decaído en su voz. Quizás Cowens, quien tenía solo 50 años, sabía que el fin estaba cerca. En una época, Al Cowens fue un negocio grande y maravilloso, él surgió como uno de los principales prospectos del sistema de granjas de los Reales. Con su amplio afro, gruesas patillas y grandes anteojos de montura metálica, él no parecía el pelotero típico, pero las apariencias pueden ser engañosas. El hombre jugaba suave y rápido. Dada su velocidad, su estilo para batear entre los callejones, y la habilidad para cubrir hectáreas a la defensiva, Cowens encajaba perfectamente en el estilo de correr y fajarse del manager de los Reales, Whitey Herzog. Al jugar en la rápida grama artificial de Royal Stadium, Cowens parecía una futura estrella para la organización. En el mundo sabermétrico de hoy, Cowens no habría sido catalogado tan alto. La defensa y la velocidad te llevarán solo hasta cierto punto. Cowens no tenía mucho poder. Tampoco tomaba muchos boletos. Primero hacía swing, y después preguntaba. En terminos de porcentaje de slugging y porcentaje de embasado, dos de las bases del pensamiento sabermétrcio, el juego de Cowens tenía carencias. Cowens llegó a las Grandes Ligas en 1974, se convirtió en el otro lado de la moneda de la alternancia por el jardín derecho. Jugaba principalmente ante lanzadores zurdos y servía como respaldo defensivo en los innings postreros., Cowens no bateaba, bateó un solo jonrón en 296 apariciones al plato, bateó para .242, y agenció un OPS por debajo de .600. A los 22 años de edad, no parecía estar listo para manejar el pitcheo de Grandes Ligas. Solo su juego defensivo alcanzaba un nivel aceptable. Con una mezcla robusta de velocidad y brazo, Cowens cubría el jardín derecho como un jardinero central y retiraba a los corredores como un Rocky Colavito de la nueva era, acumuló 13 asistencias en solo 102 juegos. Él empezó su segunda temporada en el mismo papel de medio tiempo, antes de convertirse en el jardinero central regular. Los Reales cambiaron de manager más adelante esa temporada, despidieron a Jack McKeon a mediados de verano y trajeron a Herzog. “La rata Blanca”, un creyente del talento de Cowens, lo convirtió en su jardinero derecho, en reemplazo del envejecido Pinson. Cowens jugó mejor que en su temporada de novato, bateó para .277 con un respetable .340 de porcentaje de embasado, pero su poder continuó bajo con apenas cuatro jonrones. Cowens ahora tenía todo el jardín derecho para él solo, pero desmejoró mucho en 1976, regresó a su forma de 1974 aún jugando 152 juegos. Su porcentaje de embasado cayó por debajo de .300, su porcentaje de slugging cayó a .341, y sus detractores en Kansas City se preguntaban si alguna vez él realizaría las esperanzas de estrellato. Otro manager pudo haber sentado a Cowens, pero Herzog continuó respaldándolo todo el tiempo. Puso a jugar a Cowens todos los días en 1977, y me refiero a cada día, todos los 162 juegos, y vio florecer a su joven jardinero. Cowens tuvo su mejor temporada, y por un margen grande. Despachó un tope personal de 23 jonrones, bateó .312, y tuvo un porcentaje de slugging de .505. Jugó como la estrella que los Reales una vez habían vaticinado. Jugó tan bien que ganó el Guante de Oro, coencabezó a los Reales a un segundo título de la división oeste, y llegó segundo en la votación del jugador más valioso de la Liga Americana. Pudo haber ganado el premio si no es por Rod Carew y su promedio al bate de .388. Al Cowens había llegado a la edad de 25 años. O así parecía. Lo que le ocurrió a Cowens las próximas tres temporadas sigue siendo uno de los misterios del juego. En una edad cuando Cowens debió haber estado en su apogeo, su juego desmejoró, y entonces se estancó. En 1978, su promedió cayó a .274 y su OPS a .707. Mejoró solo un poco en 1979, y de nuevo falló en alcanzar doble figura en jonrones y su porcentaje de slugging fue apenas .345. La temporada de 1979 también traería el capitulo más parecido a una pesadilla en la carrera de Cowens, y por razones ajenas a su juego moribundo. En el quinto inning de un juego efectuado el 8 de mayo, Cowens fue a batear contra el derecho Ed Farmer de los Rangers, quién le lanzó una recta pegada. El pitcheo alto y recostado golpeó a Cowens de lleno en la cara, rompiéndole la mandíbula y varios dientes. El pelotazo hizo que le repararan la mandíbula con alambre luego del juego. Cowens perdió los próximos 21 juegos. Cowens no tenía dudas de que Farmer había intentado golpearlo. “Tengo que decir que me estaba lanzado la pelota a pegármela, tal vez no a la cara, pero fue intencional”, Cowens declaró durante un encuentro con los reporteros después de un juego. La acusación de Cowens pudo haber sido ocasionada por otro incidente ocurrido al principio del juego. Al enfrentar al primer bateador del juego, Farmer le rompió la muñeca a Frank White con un pitcheo adentro. Incidente y lesión aparte, el declive de Cowens desde su pico de 1977 frustró y mistificó a los Reales. Después de todo, Cowens tenía 26 y 27 años en esas temporadas subsecuentes, las cuales debieron ser sus más destacadas. Decidieron que Cowens había alcanzado su punto de quiebre en Kansas City, los Reales lo cambiaron junto al campocorto novato Todd Cruz a los Angelinos por el bateador de poder Willie Aikens (quien era conocido como Willie Mays Aikens para ese momento) y el versátil infielder Rance Mulliniks. Los Angelinos apostaron a que un cambio de escenario mejoraría la fortuna de Cowens. No ocurrió así. Jugó desastroso en el sur de California. Cowens apareció en 34 juegos con los Angelinos, tuvo un OPS de .597, y básicamente jugó el peor beisbol de su carrera. Basados en lo que vieron, los Angelinos decidieron cortar por lo sano rápidamente. A finales de mayo, cambiaron a Cowens a los Tigres por el primera base de poder Jason Thompson, un bateador muy superior a Cowens. Cowens no destacó con los Tigres, pero jugó mejor. Bateó para .280, aunque sin poder, durante toda la temporada. Peo como en 1979, fue un incidente de violencia beisbolera lo que ensombreció la actuación de Cowens. El 20 de junio, en el viejo Comikskey Park de Chicago, Cowens se encontró enfrentando a Ed Farmer (quién ahora lanzaba como relevista de los Medias Blancas) por primera vez desde el pelotazo de 1979. Cowens bateó un roletazo hacia Todd Cruz en el campocorto. Farmer se volteó para ver a su infielder, pero Cowens no corrió hacia primera. Aún furioso con Farmer por lo que él consideraba había sido un pelotazo intencional el pasado verano, se dirigió hacia Farmer. Mientras Farmer estaba aún de espaldas, Cowens atacó al veterano lanzador derecho, lanzándole varios puñetazos furiosos. Como era de esperarse, la embestida de Cowens hacia el montículo terminó en que las bancas de ambos equipos se vaciaron. Para cuando el incidente había concluido, Cowens recibió una suspensión de siete juegos de la Liga Americana. De más significación resultó que las autoridades de Illinois dictaran una orden de arresto. Con Cowens buscado por la justicia en la ciudad de los vientos, los Tigres optaron por no ponerlo a jugar por el resto de la serie en Chicago. El amargo enfrentamiento público entre Cowens y Farmer aumentó. Farmer tuvo poca consideración con Cowens. Él sentía que Cowens debió haber recibido una suspensión de por lo menos 30 días. También hizo una declaración ruda sobre Cowens. “Me conectó su mejor golpe y todo lo que hizo fue arañarme un poco la nariz”, le dijo Farmer a The Sporting News. “He tenido peleas más duras con mujeres”. Los resentimientos persistieron hasta que Farmer anunció que él retiraría los cargos contra Cowens a cambio de un apretón e manos y una disculpa. Cowens aceptó el acuerdo informal. Sus managers arreglaron todo para que los dos peloteros entregaran las alineaciones antes del juego del 1 de septiembre. Al encontrarse en el plato, los antiguos combatientes estrecharon sus manos para terminar oficialmente la disputa. Cowens estaba aliviado. “Seguro que lo estoy”, le dijo al periodista deportivo de Detroit Tom Gage. “Se hizo mucho con esto. Cada vez que me volteaba, había titulares sobre esto. Todo esto ha sido duro, pero ahora es pasado”. Mientras Farmer disculpó a Cowens, muchos fanáticos de los Medias Blancas no lo hicieron. Ellos lo abucheaban repetidamente cada vez que los Tigres regresaban a Chicago. Algunos fanáticos hicieron una pancarta que decía “Coward Cowens” (“Cowens Cobarde”) y la desplegaban durante sus apariciones en Comiskey Park.En un memorable intercambio con los árbitros, el manager de los Tigres, Sparky Anderson pidió que sacaran la pancarta del estadio. Con la controversia superada para 1981, los Tigres esperaban que Cowens destacara en un nuevo papel, como jugador alternativo con el joven Kirk Gibson. Cowens se molestó con la idea de alternarse, y su hundimiento se profundizó. Al batear solo un jonrón en 85 juegos, cayó en desgracia en Detroit. La primavera siguiente, los Tigres vendieron a Cowens a los Marineros. Cuando parecía que Cowens había llegado al final del camino, sus destrezas se habían deteriorado a los 30 años y su psique se había dañado por el incidente de Farmer, Cowens resucitó su carrera. Al encontrarse a gusto en el area de Seattle y en el amigable para los bateadores Kingdome, Cowens bateó 20 jonrones y alcanzó el nivel de .800 en OPS por primera vez desde su casi temporada de jugador más valioso en 1977. Al jugar principalmente con peloteros jóvenes e inexpertos, Cowens emergió no solo como el mejor jugador del equipo en todos los frentes, sino también como el líder de los Marineros en construcción. Desafortunadamente, las tendencias a los altibajos de Cowens continuaron en 1983. Afectado por una tendinitis en su hombro derecho, Cowens tuvo dificultades en una atroz segunda temporada en Seattle. Al cambiar su forma de pararse a batear muchas veces para ajustarse al dolor, Cowens tuvo momentos muy duros en el plato. Para empeorar las cosas, tampoco podía hacer los tiros de rutina desde los jardines. Pero entonces, al mejorar del hombro, regresó con dos sólidas temporadas en 1984 y 1985. La próxima primavera, el cuerpo de Cowens envejecido para el beisbol claudicó por su bien, al batear .183 en 28 juegos. Con los jóvenes jardineros Iván Calderón y DAnillo Tartabull listos para jugar, Cowens se convirtió en el hombre a desechar. Tres días antes del límite para realizar cambios del 15 de junio, los Marineros dejaron libre a Cowens. A los 34 años de edad, estaba acabado. Llamar la suya una carrera extraña sería una desconsideración. Luego de tener el mejor OPS de su carrera en 1977, él nunca se acercaría a menos de 80 puntos de esa marca. Los 23 jonrones que bateó ese año representaron casi un cuarto de su total de 13 años de carrera. Sin advertencia, su actuación desmejoraba y luego volvía a tener un pico. Y ahí estaba la mancha de ese amargo encontronazo con Farmer, el incidente por el cual Cowens se hizo más conocido. Luego de su carrera como jugador activo, Cowens regresó a la consciencia pública de una manera lamentable. Fue a mediados de los años ’90, como parte del caso de asesinato de O.J. Simpson. La noche cuando Simpson evadió a las autoridades en una Bronco blanca, algunos fanáticos creyeron que era Cowens quien manejaba la camioneta para trasladar al acusado de asesinato. Ellos habían oído mal la historia; era Al Cowlings, un antiguo jugador de la NFL, quien manejaba la Bronco. La similitud de sus nombres creó confusión, asociando injustamente a Cowens con el sórdido episodio. Cowens no estaba ahí y no tenía nada que ver con Simpson. Como parte de sus verdaderas actividades luego de retirarse como jugador, Cowens había tratado de quedarse en el beisbol. Regresó a la organización de los Reales para trabajar como scout, pero su salud lo forzó a renunciar. Entonces salió completamente del beisbol. Justo cuando estaba cerca de regresar al juego, la salud de Cowens empeoró. Entonces llegó el fatal ataque cardíaco. Tristemente, Cowens se ha convertido en una de las figures trágicas del beisbol. Su ataque sobre Farmer pareció fuera de lugar, una aberración. Sus compañeros recordaban a Cowens, quién era conocido afectuosamente como “A.C.”, por ser de voz suave y llevadero, no por ser un criminal vengativo. Y luego su pobre salud impidió su regreso al juego, lo cual dicen sus amigos, es lo que el quería en realidad. Yo solo deseo que las cosas hubieran salido mejor para Al Cowens. References & Resources The Sporting News Traducción: Alfonso L. Tusa C.

No hay comentarios:

Publicar un comentario