viernes, 3 de marzo de 2017
¿Sin boletos Intencionales? ¡Eso no debe ser!
Escritorio Editorial. The Chicago Tribune. 24-02-2017.
El juego promedio de Major League Baseaball dura tres horas. Eso es muy largo. Los aficionados pueden disfrutar un juego sin tener que ver crecer la grama, por lo cual el beisbol es inteligente para introducir cambios de reglas para agilizar el paso del juego.
El cambio más nuevo, sin embargo, es un swing fallido. Desde el inicio de esta temporada, los pitchers de las grandes ligas no tendrán que lanzar los cuatro envíos para conceder un boleto intencional. El manager hará la señal de su decisión al árbitro y el bateador trotará hacia primera base, para ahorrar algo así como un minuto.
Pensamos que se trata de mejorar la eficiencia, pero a un costo que altera la manera como se juega el beisbol. Si se quiere ser filosófico respecto a eso, esto es beisbol, después de todo, las metáforas de la vida son una especialidad, la pérdida llega profundo: Un pedazo integral del pasatiempo nacional está siendo reducido a un acto mecánico. Una solicitud automática. En algún lugar los dioses del beisbol ven sus hojas de anotación incrédulos.
“Boleto intencional”, no es solo una gran frase de beisbol. (¿Quién no disfruta un boleto intencional una tarde veraniega?) La opción del manager de conceder un boleto intencional es una decisión estratégica para quitarle el bate de las manos a un adversario. A veces porque el bateador es muy peligroso, o el pitcher podría tener mejor suerte ante el bateador siguiente, o el equipo al campo quiere crear la situación de outs forzados. Esos cálculos no cambiarán, pero ahora el pitcher y el catcher no tendrán que pasar por el acto de lanzar y recibir.
Casi siempre, el boleto intencional ocurre sin sobresaltos. El catcher se levanta para recibir cuatro envíos fáciles alejados del plato de manera que no puedan ser bateados. Pero de vez en cuando ocurren imprevistos porque los peloteros son falibles y en el beisbol, como en la vida, se comete errores.
El año pasado, Gary Sánchez de los Yanquis de Nueva York, logró conectar un lanzamiento intencional defectuoso y lo sacó de jonrón contra Tampa Bay. Miguel Cabrera jugando para los Marlisn hizo algo similar en 2006. La Society for American Baseball Research encontró 16 casos de swings sorpresivos que pusieron la pelota en juego a través de los años y trata de confirmar otros. Los bateadores han sido avergonzados también, el caso más famoso ocurrió cuando Johnny Bench se ponchó con un lanzamiento intencional simulado en la Serie Mundial de 1972.
En otras palabras, nunca se sabe lo que ocurrirá en el terreno, por eso hay que efectuar las jugadas. Hay tensión involucrada en realizar esos envíos suaves hacia el plato. Es un acto fuera de lo normal que un lanzallamas de pronto deba hacer envíos azucarados. El pitcher debería estar preparado física y mentalmente para hacer esos envíos. El cátcher debería asegurarse de atrapar esos envíos para evitar que avancen los corredores. Y el bateador debería pararse en el plato, alerta, y ganarse su pase a primera base.
Mientras más pensamos en eso, se siente que el cambio de la regla afecta más el legado y la influencia del juego. El beisbol tiene un fuerte impacto en la cultura estadounidense: Se “mantiene la vista en la pelota” y se “recorre todas las bases” y se hace “swing de gradas”, debido al beisbol. Los fundamentos del juego aportan lecciones para cada situación competitiva.
Ahora el beisbol postula que no todos los detalles son importantes y algunas tareas rutinarias pueden ser obviadas si todos están de acuerdo. ¿No se quiere hacer la llamada larga de ventas, o hacer la inspección de un puente largo o realizar una prueba más de laboratorio? Hay la posibilidad de que no ocurra nada malo, así que se dice, “Hago la señal desde el banco para que se otorgue un boleto intencional”. Eso es prácticamente la misma cosa que hacer el trabajo ¿cierto?
¡Eso no debe ser!
Si Major League Baseball quiere agilizar los juegos, hay muchas maneras amigables a los aficionados para hacerlo. Los árbitros pueden regularizar la zona de strike y limitar las visitas al montículo. Los pitchers pueden resumir el tiempo entre envíos y los bateadores pueden dejar de presumir con sus guantines Velcro y de sacudirse los zapatos antes de cada lanzamiento. A veces los cambios para ahorrar tiempo requieren del acuerdo con el sindicato de peloteros; otras veces pueden llegar via mandato de MLB o persuasión. Pero jugar con la esencia del juego está equivocado.
Copyright © 2017, Chicago Tribune
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 1 de marzo de 2017
Bill Buckner: Recordando el Campeonato de la Liga Americana de los Medias Rojas de Boston en 1986.
Herb Crehan. 09-04-2016. Bostonbaseballhistory.com
Bill Buckner, quien jugara primera base para los Medias Rojas de Boston desde 1984 hasta 1987 y en 1990, está clasificado entre los 100 mejores peloteros de grandes ligas en ocho importantes categorías vitalicias. De hecho, solo 53 peloteros en la historia del beisbol de grandes ligas han acumulado más imparables vitalicios que los 2715 de Buckner.
La carrera de Bill Buckner, que empezó en 1969 con los Dodgers de Los Angeles y terminó en 1990 con los Medias Rojas, se extendió por cuatro décadas. Es uno de solo veinticinco grandeligas en lograr esa distinción. Su carrera de cuatro décadas lo coloca al lado de luminarias como Ted Williams, quién jugó para los Medias Rojas desde 1939 hasta 1960, y Carlton Fisk cuya carrera empezó en 1969 con los Medias Rojas y terminó en 1993 con los Medias Blancas de Chicago.
Buckner también fue uno de los grandes ‘bateadores de contacto’ de todos los tiempos, al poncharse solo una vez cada 22 apariciones al plato. Para poner esa estadística en perspectiva, los dos mejores bateadores de contacto de los Medias Rojas de 2006, Mark Loretta y Mike Lowell, se poncharon una vez por cada 11 apariciones al plato. Mirando hacia atrás en la historia, el inquilino del Salón de la Fama, Wade Boggs, quien fue reconocido como un bateador de contacto excepcional, se ponchó una vez por cada 15 apariciones al plato durante su carrera con los Medias Rojas.
Pero a pesar de esas relucientes estadísticas, Bill Buckner selecciona la siguiente cita de su carrera como jugador activo, como la manera que le gustaria ser recordado: “A Los aficionados les gustan los peloteros quienes salen a fajarse. Hago lo mejor que puedo. Es todo lo que he hecho”. Entrevistado en su hogar de Boise, Idaho, dice Buckner, “Eso lo resume todo. De eso fue que trató toda mi carrera”.
MultiAtleta
Bill Buckner nació y creció en Vallejo, California, un pueblo pequeño “en medio del campo”, de acuerdo a las palabras de él, cerca de 50 millas al norte de San Francisco. Su hermano mayor Bob y el menor Jim destacaron en los deportes escolares y jugaron beisbol de ligas menores. Bill reconoce de inmediato que procede de una familia deportiva.
“Se jugaba mucha pelota de goma en el patio y mucho softbol en la casa. Siempre había algunas ventanas rotas. Me temo que distraíamos a nuestra madre”, se ríe con el recuerdo. ¿Y como encajaba en esas actividades su hermana menor Jan, la melliza de Jim?
“Ella siempre andaba con nosotros: Era muy atlética. En esa época no había muchas oportunidades para las muchachas en los deportes, pero si hubiesen existido, pienso que lo hubiese hecho muy bien”, recuerda al hacer una retrospectiva. ¿Y quien era el mejor atleta entre los hermanos Buckner?
“Para ser honesto”, responde él, “Pienso que estábamos muy parejos. Bob y Jim eran tremendos atletas y tuvieron buenas carreras. Pienso que fue probablemente un caso donde yo estuve un poco más motivado y probablemente tuve un poco de mejor instrucción”.
Buckner destacó en los deportes en la cercana Napa High School. Fue un sobresaliente recibidor de futbol americano y luego fue elegido al Northern California High School Football Hall of Fame. Pero el beisbol fue su primer amor.
“Cuando yo tenía doce años de edad, un amigo llamado Augie Garrido, padre, (Augie Garrido, hijo, es el entrenador de beisbol, nacionalmente conocido, de la University of Texas) quien era árbitro y scout a medio tiempo, me dijo que él pensaba que yo tenía futuro en el beisbol. Y eso se quedó conmigo. Yo disfrutaba los otros deportes, pero siempre pensé que el beisbol era mi futuro”.
Luego de graduarse, Buckner se matriculó en USC con una beca combinada de beisbol y futbol americano. Esto puede sorprender a los aficionados de los Medias Rojas quienes lo vieron diez años después cuando una seria lesión en los tobillos lo hizo lento, pero la velocidad fue un arma primordial del joven Buckner. “Cuando estábamos en USC, yo solía correr con Bobby Valentine (entonces un futuro pelotero y manager de grandes ligas) a clases. Él siempre ganaba. Fue una estrella de pista en Connecticut”.
Los Dodgers de Los Angeles seleccionaron a Buckner en la segunda ronda del draft de junio de 1968. Él recuerda que fue difícil firmar un contrato profesional. “Fue un momento duro. Yo estaba afectado. Reconocía el valor de una beca universitaria y siempre había querido graduarme”.
“Y odiaba a los Dodgers porque siempre fui seguidor de los Gigantes de San Francisco”, añade él. “Recuerdo haberlos visto en el Seals Stadium (el primer hogar de los Gigantes luego de mudarse desde Nueva York) y ver peloteros como Willie Mays, Leon Wagner y los hermanos Alou. Pero al final, decidí firmar con los Dodgers”.
Bienvenido al Beisbol Profesional.
La primera parada de Bill Buckner en el camino a las grandes ligas fue Ogden, Utah, con el equipo de los Dodgers de temporada corta en Pioneer League. Buckner recuerda su presentación al manager de Ogden, y subsecuente leyenda Dodger, Tommy LaSorda. “Teníamos un juego interescuadras y Tommy lanzaba para ambos equipos. Bateé un doble contra la pared y me detuve en segunda base”.
“Tommy lanzó su guante contra el suelo y dijo, ‘¡si hace eso otra vez (pararte en segunda en vez de intentar buscar el triple) te cortaré el cuello!’ Yo estaba muy sorprendido. No hacía ni una hora que me había puesto un uniforme de beisbol profesional, y el manager me amenaza con cortarme el cuello. No sabía que pensar”, recuerda él, sonriendo con la memoria.
“Pero Tommy era muy bueno, aprendí mucho de él. Nos hacía jugar cada juego como si fuese la Serie Mundial”, dijo Buckner. “Y teníamos grandes jugadores en ese equipo. Bobby Valentine estaba en ese equipo. Steve Garvey y Tom Paciorek jugaban con nosotros. ¡Y Tommy LaSorda se aseguraba de que ganáramos!”
Bill Buckner estaba en el canal rápido de los Dodgers hacia Los Angeles. Empezó la temporada de 1969 con el equipo filial de los Dodgers en Albuquerque, New México, pero fue promovido al Spokane AAA luego de solo 70 juegos en AA. Luego de batear .315 en Spokane se encontró en Los Angeles como uno de los ascendidos de septiembre. Debutó en las ligas mayores como bateador emergente en un juego del 21 de septiembre de 1969, contra los Gigantes.
Al preguntarle que tan bien recuerda su primer turno al bate en grandes ligas, Buckner responde, “¡Nunca lo olvidaré! Jugábamos en San Francisco contra el equipo que seguía de niño. Los Gigantes estaban disputando el primer lugar de la división con los Bravos. Y yo tenía cerca de 30 familiares y amigos en las tribunas. Como ascendido de septiembre yo había estado sentado y observando, pero Walter Alston (manager de los Dodgers e inquilino del Salón de la Fama) me envió a batear de emergente con las bases llenas y dos outs en el noveno inning.
“Recuerdo que tan duro estaba latiendo mi corazón, y pensar, ‘¿Cómo voy a jugar en las grandes ligas si me voy a sentir así cada vez que salga a batear?’ Enfrenté a Gaylord Perry, uno de los mejores pitchers de los Gigantes. El árbitro del plato notó lo nervioso que estaba yo, y dijo, ‘Relájate hijo’. Pero bateé de foul cuatro de cinco pitcheos. Finalmente bateé uno hacia el jardín derecho que parecía iba a caer, pero Ron Hunt (el segunda base de los Gigantes) hizo una buena atrapada y el juego terminó”.
Azul Dodger
Ese joven de 19 años de edad acumularía otros 9.396 turnos oficiales al bate en las ligas mayores. Como ese total se ubica en el puesto 39 de la lista de todos los tiempos, es claro que Bill Buckner se sobrepuso al nerviosismo de su primer turno al bate. Y luego de una temporada digna de una superestrella con Spokane el año siguiente, regresó a los Dodgers al final de la temporada de 1970 para aparecer en 28 juegos.
La Lesión que cambió su carrera
El 18 de abril de 1975, Bill Buckner sufrió un severo estiramiento en el tobillo izquierdo al deslizarse en segunda base. “Regresé a jugar después de pasar algun tiempo en la lista de incapacitados”, recuerda él. “Pero mi tobillo no estaba bien, y si, ese fue el comienzo de mis problemas con los tobillos. Me practicaron una cirugía en septiembre para remover un tendón doblado y en octubre me sacaron fragmentos de hueso”.
Las cirugías ayudaron, y en 1976 volvió a batear .301 y robó 28 bases. Pero en enero de 1977 los Dodgers de Los Angeles cambiaron a Bill Buckner y otros dos peloteros a los Cachorros de Chicago por el jardinero Rick Monday y el pitcher Mike Garman, “Ese cambio dolió”, dice Buckner enfáticamente. “Los Dodgers eran como mi familia. Había estado con la organización toda mi carrera y me habían tratado muy bien. Pero cuando eres cambiado de esa manera tienes que recordar que alguien más te quiere”.
La carrera de Buckner tuvo un sólido inicio con los Cachorros cuando bateó .284 en 1977, al jugar exclusivamente en primera base. Él reconoce que tuvo que hacer algunos ajustes significativos. “No fue solo jugar para un equipo nuevo en una ciudad nueva. En el otoño de 1976 había tenido otra cirugía por espolones oseos que terminó con una infección por estafilococos. El tobillo nunca sanó bien y tuve que cambiar mi enfoque. Pasé de ser un pelotero rápido, a otro que se enfocaba en empujar carreras”.
Bill Buckner se ajustó rápidamente, porque en 1978 bateó para .323 y empujó 74 carreras a pesar de aparecer en solo 117 juegos. Los periodistas de Chicago lo eligieron “Pelotero del Año de Chicago”, en reconocimiento a su destacada actuación. Pero lo que más recuerda de esa temporada es que los Cachorros, quienes habían tenido varios años difíciles, estuvieron compitiendo la mayor parte de la temporada.
“Recuerdo que estuvimos en o cerca del primer lugar alrededor del receso del Juego de Estrellas y los aficionados estaban motivados. Los Dodgers habían sido contendores la mayor parte de mi tiempo allí y fue agradable sentir que los Cachorros tenían oportunidad. Los aficionados de los Cachorros son grandiosos. Llegué a disfrutar el vivir y jugar en Chicago. Yo vivía en el centro y solía ir en bicicleta a Wrigley Field”.
Como Fenway Park, Wrigley Field es un estadio único: especialmente cuando el viento sopla. Un juego efectuado en Wrigley Field el 17 de mayo de 1979, permanece en la mente de Bill. “El viento soplaba mucho ese día y en un punto perdíamos 19-6 con los Filis. Pero regresamos para empatar 22-22. Recuerdo que bateé un jonrón de bases llenas y empujé siete carreras. Perdimos 23-22, pero fue un juego que siempre recordaré”.
Campeón de Bateo de la Liga Nacional
En 1980, Bill Buckner se encontró en una cerrada batalla por el título de bateo de la Liga Nacional. La carrera por la corona de bateo llegó hasta el juego final de la temporada contra los Piratas de Pittsburgh. Buckner necesitaba un imparable para asegurar el liderato sobre el primera base de los Cardenales de San Luis, Keith Hernández.
“Pude haberme quedado en el banco y ganar el título, pero no quería ganarlo así. John Candelaria pitcheaba por los Piratas y lo vi en la práctica de bateo. Me dijo, ‘No quiero que gane Keith Hernández. Te la voy a dejar ahí para que batees’. No sabía que pensar, pero el primer envío que me lanzó fue su gran curva que yo no podía batear. ¡Eso se mantuvo todo el juego y me fui de 5-0! Pero Keith no hizo nada tampoco y gané el título de bateo con promedio de .324”.
La temporada siguiente, Bill Buckner estuvo en el equipo de Todos Estrellas de la Liga Nacional. “Eso fue emocionante”, recuerda él. También tuvo la distinción de empujar el 20 % de las carreras de los Cachorros en 1981. Ningun grandeliga igualó ese logro hasta que Sammy Sosa, también de los Cachorros, empujó el 21 % de las carreras de su equipo con 160 impulsadas en 2001.
Bill Buckner continuó siendo un factor clave para los Cachorros las próximas dos temporadas. En 1982 se convirtió en el primer Cachorro con más de 200 imparables en una temporada desde que el inquilino del Salón de la Fama, Billy Williams, alcanzara ese nivel en 1970. En 1983 estableció topes para su carrera en dobles (38) y jonrones (16) y estableció una marca de grandes ligas para inicialistas con 161 asistencias. Pero cuando los Cachorros de Chicago empezaron su temporada de 1984, Bill Buckner pasaba la mayor parte del tiempo en el banco. Los Cachorros habían decidido que Leon Durham fuese su primera base en lo sucesivo.
Rumbo a Boston.
El 25 de mayo de 1984, los Cachorros de Chicago cambiaron a Bill Buckner a los Medias Rojas de Boston por el pitcher Dennis Eckersley y un infielder de ligas menores. “Había llegado a gustarme Chicago”, recuerda Buckner. “Tuve buenos años allí, mi hija mayor Brittany, nació mientras yo jugaba allí, y los aficionados eran maravillosos. Pero era tiempo de moverse. Yo sabía que en Chicago iba a estar en el banco, pero en Boston iba a jugar todos los días. Era bueno cambiar de liga, empezar de nuevo”.
Los Medias Rojas estaban anclados en el sexto lugar de la división este de la Liga Americana, con marca de 19-25, cuando Bill Buckner fue insertado en la alineación patirroja el 26 de mayo. En los 113 juegos que él empezó en primera base en el resto de la temporada, los Medias Rojas tuvieron marca ganadora de 67-46. Buckner lideró al equipo con promedio de .352 con corredores en posición anotadora, y el equipo terminó en el cuarto lugar de la división este con unas respetables 86 victorias.
Bill Buckner recuerda que tuvo que ajustar su swing para acomodarse a las dimensiones de Fenway Park. “Cuando llegué a Boston mi poder estaba dirigido hacia el jardín derecho. Todo lo que hay que hacer es mirar la señal de 380 pies del bullpen para saber que ese no es el mejor lugar hacia donde batear. Walter Hriniak (instructor de bateo de los Medias Rojas por mucho tiempo) trabajó bastante conmigo para cambiar mi estilo de bateo. Hice algunos ajustes y fui capaz de dirigir la pelota hacia la pared del jardín izquierdo y también de aprovechar todo el espacio del jardín derecho. Walter fue una gran ayuda para mí”.
En el receso entre temporadas, él tuvo una cirugía para remover un fragmento suelto en su codo izquierdo. Regresó en 1985 para tener una de sus mejores temporadas en las ligas mayores, empezó todos los 162 juegos con los Medias Rojas. Tuvo un tope para su carrera de 110 carreras empujadas, sus 201 imparables lo ubicaron tercero en la Liga Americana, y tuvo el mejor radio de ponches por veces al plato de la liga. Y lideró a los Medias Rojas con 18 bases robadas en solo 22 intentos.
¿Cómo hace un pelotero de 35 años de edad con un tobillo izquierdo malo para robarse 18 bases? Buckner responde: “Primero se necesita un manager quien te dé la oportunidad de correr cuando llegue el momento. Y John McNamara confiaba en mi habilidad para tomar mis oportunidades. Escoges el pitcher y la oportunidad adecuados. Mi velocidad se había esfumado, no podía correr, pero había sido entrenado para robar bases. Buscaba momentos que no afectaran al equipo si yo era sorprendido”.
Empezar en primera base todos los 162 juegos le dio la oportunidad de romper su propia marca de ligas mayores de asistencias para un inicialista. Sus 184 asistencias terminaron con su vieja marca de 161 con los Cachorros de 1983. “No es algo tan grande como parece”, insiste Buckner. “Jugaba profundo en primera base porque eso me permitía alcanzar muchas pelotas que podían haber pasado por el hueco entre primera y segunda. Como resultado estaba fildeando más pelotas y tenía más jugadas donde el pitcher entraba a cubrir la base. Luego que me lesioné el tobillo jugué casi exclusivamente en primera y trabajé duro en mi defensiva. Me enorgullecía mucho de mi defensiva en primera base”.
Los Medias Rojas de 1985 tuvieron un buen comienzo, y estuvieron en el segundo lugar a solo dos juegos y medio del primer lugar el 17 de junio. Pero las lesiones pasaron su factura y el equipo terminó con marca de 81-81, en el quinto lugar de la división este de la Liga Americana.
Contra todos los pronósticos.
Se esperaba poco de los Medias Rojas de Boston en 1986. Despues de terminar dieciocho juegos y medio detrás de los Azulejos de Toronto campeones de la división este la temporada anterior, el equipo fue una escogencia generalizada en los medios para terminar en quinto lugar en 1986. Pero Bill Buckner no compró ese pesimismo de los medios.
“Cuando empezamos el entrenamiento primaveral me sentí muy esperanzado en nuestras posibilidades. Teníamos algunos pitchers jóvenes y yo sabía que la versatilidad de Bob Stanley nos ayudaría. La lesiones nos afectaron el año anterior, pero habíamos terminado fuerte”, observa Buckner, en referencia a la marca de 21-13 del equipo en las últimas 5 semanas de la temporada.
La marca de 20 ponches de Roger Clemens en una victoria sobre los Marineros de Seattle el 29 de abril, pareció ajustar el tono para la temporada, recuerda Buckner. “Roger Clemens fue el mejor pitcher del beisbol esa temporada. Cada vez que necesitábamos ganar se aparecía él”.
A mediados de temporada el promedio de bateo de Bill Buckner estaba sustancialmente por debajo de su promedio vitalicio, pero él continuó siendo el mejor bateador de contacto del equipo. En el transcurso de la temporada empujó 24 de 37 corredores quienes estaban en tercera con menos de dos outs. Él reconoce que su destreza como bateador de contacto fue un factor importante en su éxito para avanzar los corredores.
“Odiaba poncharme”, recuerda él, “y eso era parte de la razón por la que siempre ponía la pelota en juego. Pero me enseñaron que mi trabajo era adelantar los corredores. Ese era ‘el estilo de los Dodgers’. Si había un corredor en segunda sin outs, tu trabajo era mover ese corredor a tercera. Y si ibas a batear con un corredor en tercera con menos de dos outs, era tu responsabilidad traerlo al plato”.
No hay estadísticas de avanzar corredores desde segunda a tercera sin outs. Pero si registran los elevados de sacrificio. Y Bill Buckner ocupa el lugar 36 en la historia de las ligas mayores con 97 elevados de sacrificio vitalicios.
El 18 de agosto estaban en primer lugar y Bill Buckner bateaba solo .248. Pero a medida que el equipo se afianzaba en el primer lugar, Buckner se encendió. Bateó 8 jonrones con 20 carreras empujadas en 12 juegos entre el 2 y el 14 de septiembre. Fue nombrado pelotero de la semana de la Liga Americana en el lapso del 8 al 14 de septiembre. Tuvo una seguidilla de 17 juegos bateando imparables que llegó hasta el 28 de septiembre. Y el 28 de septiembre los Medias Rojas vencieron a los Azulejos de Toronto 12-3 en Fenway Park para asegurar el campeonato de la división este en 1986. El juego terminó cuando Bill Buckner atrapó un elevado con su mascotín de primera base.
“Esa es una memoria maravillosa”, dijo Buckner al reflexionar sobre la celebración que ocurrió en el terreno luego de haber ganado la división este. “Teníamos mucho que celebrar. Ese fue un gran equipo”.
Recordada Postemporada
Los Medias Rojas de Boston de 1986 se enfrentaron a los Angelinos de California, ganadores de la división oeste de la Liga American en la serie de campeonato de dicha liga. Los Angelinos sorprendieron a los Medias Rojas con una victoria sobre Roger Clemens en el primer juego en Fenway Park, pero los Medias Rojas respondieron con una victoria 9-3 en un juego diurno en casa para igualar la serie. Los dos equipos viajaron 3000 millas hasta Anaheim, California, para los juegos tres, cuatro y cinco.
Después de perder el tercer y el cuarto juego en Anaheim Stadium, los Medias Rojas estaban al borde de la eliminación cuando los Angelinos llegaron ganando 5-2 al noveno inning del quinto juego. Una imagen duradera, es el turno de Bill Buckner para empezar ese inning contra el abridor de los Angelinos, Mike Witt.
Buckner se mantuvo saliéndose de la caja de bateo y en algun momento se vio a Witt gritándole que regresara.
“Yo estaba muy intenso”, recuerda Buckner. “Sabía que ese podría ser mi último turno al bate de la temporada, y no estaba listo para que la temporada terminara”. Entonces conecto imparable por el medio del campo y anotó con jonrón de Don Baylor mientras los Medias Rojas se acercaban 5-4. El dramático jonrón de Dave Henderson puso a ganar a los Medias Rojas 6-5, y después que los Angelinos empataron en el cierre del noveno, un elevado de sacrificio de Henderson en el undécimo inning le dio la victoria a los Medias Rojas 7-6.
Los Medias Rojas ganaron el sexto juego en Fenway Park con pitcheo de Dennis “Oil Can” Boyd. Roger Clemens lanzó magistralmente en el séptimo juego para delirio de los asistentes a Fenway, y los Medias Rojas ganaron 8-1 para alcanzar su primer banderín de la Liga Americana desde 1975. La escena estaba servida para una histórica Serie Mundial contra los Mets de Nueva York.
La Serie Mundial de 1986
Los Medias Rojas de Boston sorprendieron a los grandes favoritos Mets con una victoria 1-0 en el juego inaugural en Shea Stadium. Y continuaron su tendencia ganadora con un fácil triunfo 9-3 en el segundo juego en Nueva York. La serie se mudó a Fenway Park con los Medias Rojas adelante sorpresivamente.
Pero el momento cambió rápidamente en los primeros dos juegos en Fenway Park. Boyd nunca encontró su ritmo como abridor en el tercer juego y los Mets ganaron con facilidad por margen de 7-1. Cuando Nueva York ganó el cuarto juego 6-2, la ventaja de la localía había cambiado hacia los Mets. Pero Bruce Hurst lanzó completo para ganar el quinto juego, al vencer al as de los Mets, Doc Gooden, 4-2. La serie regresaba a Nueva York con los Medias Rojas a una victoria de su esquivo campeonato de Serie Mundial.
Los Medias Rojas tomaron una temprana ventaja de 2-0 en el sexto juego al anotar carreras en el primer y segundo innings. Los Mets igualaron el juego con un par de carreras en el quinto inning, pero los Medias Rojas marcaron una carrera en el séptimo para recuperar la ventaja. Roger Clemens lanzó siete innings brillantes pero fue sacado por un emergente en el octavo luego de aparecerle una ampolla. Los Mets igualaron el juego en el cierre del octavo con una carrera ante el relevista Calvin Schiraldi y el juego llegó al décimo episodio con el marcador empatado a 3.
Dave Henderson abrió el décimo inning con otro heroíco jonrón, y los Medias Rojas marcaron la carrera del seguro para tomar ventaja de 5-3. Pero los Mets convirtieron tres sencillos y un wild pitch en dos carreras para empatar el juego 5-5. Con Ray Knight en segunda base y la cuenta en 3 y 2, Mookie Wilson bateó un roletazo por primera base que eludió a Buckner, y siguió hacia el jardín derecho, lo cual permitió a Knight anotar la carrera ganadora.
Bill Buckner le dijo a los reporteros, “Estaba jugando más profundo de lo usual, y sabía que Wilson era muy rápido. La pelota pareció salir girando del bate, y yo la estaba viendo bien. La pelota tenía mucho efecto giratorio; seguí mirándola esperando que rebotara. Pero nunca lo hizo. Siguió girando y girando y pasó debajo de mi guante. Es difícil creer que perdí esa pelota. No recuerdo haber perdido una pelota como esa en el pasado”.
Al reflexionar sobre esa cita casi treinta años después, Buckner dice, “Eso fue lo que ocurrió. No podría decirte cual fue el último error que había hecho antes de esa jugada. No hice muchos errores (su promedio de fildeo vitalicio en primera base fue .992) y la mayoría fueron en tiros, no con roletazos. Fue solo una de esas cosas que pasan”.
El relevista de los Medias Rojas, Bob Stanley, quien estaba lanzando en el décimo inning, probablemente hace una mejor perspectiva del juego. “Todos quieren hablar del último inning y la última jugada”, dijo Stanley después. “Pero eso no es correcto. Dejamos 14 corredores en base esa noche. Hay que mirar el juego completo”.
Bill Buckner recuerda sentirse bien acerca de la oportunidad de los Medias Rojas en el séptimo juego. “Pensé que teníamos mejor equipo. Bateamos bien otra vez esa noche y tomamos la delantera. Bruce Hurst estaba lanzando de maravillas, pero había pitcheado mucho en la postemporada y se cansó. Eso no era lo esperado”.
Hacia su cuarta Década
Los Medias Rojas de Boston colocaron a Bill Buckner en la lista de asignaciones incondicional el 23 de julio de 1987. Lou Gorman, quien era el gerente general de los Medias Rojas en ese momento, llama la decisión, “Una de las cosas más dificiles que tuve que hacer en el beisbol, y quizás la decisión más dura que tomé con los Medias Rojas. Buckner era un competidor intenso y un buen tipo. Un profesional consumado, pero el equipo andaba mal y tuvimos que ir en otra dirección”.
La memoria de Bill Buckner es similar a la de Gorman. “Fue difícil”, está de acuerdo. “Pero yo no estaba jugando bien, solo tenía dos jonrones, así que lo entendí. Si hubiera sido Lou probablemente hubiera hecho lo mismo. Lou Gorman es un hombre muy agradable”, agrega él.
Bill Buckner fimó cinco días después con los Angelinos de California donde jugó hasta mayo de 1988. Firmó como agente libre con los Reales de Kansas City el 13 de mayo de 1988, y dividió su tiempo de juego entre la primera base y el turno del bateador designado por el resto de 1988 y toda la temporada de 1989.
Y Bill Buckner estuvo de nuevo enfundado en el uniforme de los Medias Rojas de Boston para el día inaugural de 1990. “Regresar a jugar con el equipo de los Medias Rojas a los 40 años de edad fue una de las mejores cosas que hice en el beisbol”, dice Buckner. “Ellos me invitaron al entrenamiento primaveral en parte como una cortesía y en parte debido a que los medios los presionaron. Mi casillero estaba junto a los jugadores de ligas menores, pero jugué tan bien que tuvieron que incluirme en el roster”.
Y el día inaugural de 1990, los aficionados de Boston le dieron a Bill Buckner una prolongada ovación de pie. “Eso fue muy conmovedor”, enfatiza Buckner. “Hasta ahora, al hablarte de eso y recordarlo, me da escalofríos. Nunca lo olvidaré”.
Jugó bien al principio de esa temporada, hasta bateó un jonrón dentro del parque en Fenway Park. Pero una lesión en el hombro le puso fin a su regreso. “En ese momento, no podía batear, no podía lanzar, y por supuesto, no podía correr. Sabía que todo había terminado”, sonríe levemente.
Boise, Idaho.
Bill Buckner y su familia se mudaron a Boise, Idaho, en 1993. “Cuando era niño”, explica Buckner, “Yo tenía un tío político quien tenía una finca en Idaho. Yo iba de visita en el verano y me enamoré de esa parte del país, de todo el noroeste. Cuando conocí a mi esposa, solía decirle que cuando terminaran mis días de jugador activo quería mudarme a Idaho y vivir en una finca. No estoy seguro de que ella me creyese, pero mientras aun jugaba beisbol compré una finca y le pedí a mi hermano Jim que la administrara”.
“Hice algun trabajo con los Medias Rojas en su sistema de ligas menores después de retirarme. Una vez que terminé con todo eso, era tiempo de mudarme aquí. Amamos esto. Además, cuando era niño, ¡Bonanza era mi programa favorito!”
Hoy Bill Buckner está activo en el desarrollo de bienes raíces y es propietario de cuatro negocios de automóviles. “La clave está en tener buenos socios”, enfatiza él. Uno de los desarrollos de viviendas que construyó es llamado Fenway Park. “Eso fue muy exitoso”, agrega él.
Bill Buckner y su esposa Jody tienen dos hijas adultas, Brittany y Christen Alley. Su hijo Bobby empezará su último año en Boise High en el otoño, y muestra considerable potencial como campocorto ambidextro.
“Me hubiese gustado haber estado en la reunión del equipo de 1986 en Fenway, habría sido grandioso regresar y ver a los muchachos. Pero tenía un compromiso con Bobby y eso era mi prioridad. El 1 de julio era el primer día cuando las universidades de la División 1 podían contactar a los estudiantes de último año de educación secundaria, y él recibió ofertas de 15 universidades. Eso fue agradable”.
Bill Buckner jugó duro, jugó adolorido, y jugó con gran distinción. Fue un “jugador de jugadores”. Todos esos son atributos que los aficionados de los Medias Rojas de Boston valoran mucho.
Bill Buckner no pudo estar cuando los Medias Rojas homenajearon al equipo de 1986 el 27 de junio. Pero cuando su nombre apareció en la pantalla de videos del jardín central, la multitud de Fenway Park se levantó y aplaudió por 30 segundos. Seria bueno tener la oportunidad de repetir esa ovación con Bill Buckner presente para que la disfrute.
COMO SE UBICA BILL BUCKNER EN LA HISTORIA DE MAJOR LEAGUE BASEBALL
CATEGORÍA
TOTALES VITALICIOS
CLASIFICACIÓN DE TODOS LOS TIEMPOS EN MLB
Juegos efectuados 2,517 51ero
Veces al bate 9,397 46to
Imparables 2,715 62do
Sencillos 1,994 49no
Dobles 498 60mo
Bases Totales 3,833 107mo
Elevados de sacrificio 97 36to (Empate)
Boletos intencionales 111 97mo
FUENTE: www.mlb.com
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Numeritos de Bill Buckner con los Tiburones de La Guaira en la temporada 1970-71: 19 J, 79 VB, 11 CA, 23 H, 1 2H, 1 3H, 1 HR, 5 CI, 1 BB, 5 K, 3 BR, .291 AVG.
miércoles, 8 de febrero de 2017
Vinculados: Jackie Robinson y Dummy Hoy
Gary Kaschak. The Hard Ball Times. 28 de diciembre de 2016.
Es hora de que la importancia de Dummy Hoy en la historia del beisbol, sea reconocida. (Vía Goodwin & Company)
Para una impresionante mayoría de historiadores de beisbol y aficionados, el término “romper barreras” está únicamente ligado al inquilino del Salón de la Fama, Jackie Robinson. Todos conocemos la historia, o al menos deberíamos, porque esta trasciende al beisbol como ningún otro tópico de la historia del juego. De hecho el término “breaking barriers” ha sido utilizado tan prevalentemente desde que Robinson rompió la barrera del “color” en 1947, que Major League Baseball se unió con Scholastic Inc. Hace más de 20 años en un programa de extensión llamado Breaking Barriers.
En medio de su mensaje de construcción del personaje, el concurso anual de ensayos “Breaking Barriers” combina los valores determinación, compromiso, persistencia, integridad, justicia, coraje, trabajo de equipo, ciudadanía y excelencia mostrados por Robinson. Los estudiantes desde cuarto a noveno grado son instados a compartir sus experiencias propias para sobreponerse a los obstáculos. Hasta la fecha, más de 27 millones de estudiantes y casi 4 millones de maestros han participado.
Comprometida a mantener vivo el nombre de Robinson, MLB ha ido un paso más allá con sus celebraciones del “Jackie Robinson Day” cada 15 de abril, el aniversario del debut de Robinson en las mayores. Enfocándose en saludar y rendir honores a Robinson, todos los peloteros, coaches, managers y árbitros usan el número 42 en sus camisetas ese día especial. Lo que sigue son centenares de artículos e historias de Robinson, escritas por centenares de periodistas. En este celebrado día del beisbol, no se escatima esfuerzo para mantener vivo el icónico nombre de Robinson .
Pero mientras MLB se ha enfocado con justicia, en preservar y mantener a un verdadero campeón del beisbol y lo que él experimentó a favor y en contra, otro pelotero, virtualmente perdido en el entramado de la historia, había roto la primera barrera del beisbol más de 50 años antes que Robinson rompiese la suya. Y al romper la barrera de la comunicación en el beisbol, William “Dummy” Hoy está vinculado a Jackie Robinson en ese respecto. Solo que nadie lo sabe.
Las Señales de Manos
Los historiadores conocen a Hoy como el pelotero sordo más celebrado y exitoso de la historia de las ligas mayores. Con estadísticas meritorias de al menos una buena mirada para ser consideradas dignas de tener un lugar en el Salón de la Fama, el nombre de Hoy aparece usualmente en cualquier discusión acerca de quien fue el responsable de implementar las señales de manos usadas por los árbitros. Hay centenares de referencias de que Hoy fue el catalizador, incluyendo a su difunta nieta, Joan Hoy Sampson, quien dijo antes de su deceso hace pocos años, “Nunca cuestionamos el hecho de que él había iniciado el uso de las señales de manos. Sabíamos que lo había hecho, era un hecho aceptado en nuestra familia”.
El documental ganador del Emmy-award 2009, Signs of The Time, examina el debate desde ambos lados, al citar la edición del Washington Post de 19 de abril de 1906 apoyando fuertemente la campaña de Hoy. En la reseña del juego, el reportero escribe: “El árbitro Silk O’Loughlin se dislocó la laringe este martes al expulsar al manager Stahl del terreno en Washington, y hoy no tenía voz. En lugar de pronunciar sus decisiones, empleó el código de señales mudas de Dummy Hoy”.
A pesar de esta y otras referencias de compañeros de equipo, familia y reporteros, es el árbitro inquilino del Salón de la Fama, Bill Klem, quien es reconocido y acreditado con la introducción de las señales de manos, en su placa del Salón de la Fama se lee en parte, “acreditado con la introducción de señales de brazos que indican strikes y pelotas en zona buena o en foul”.
A pesar de que Hoy es subestimado y hasta suprimido de su verdadera importancia en los anales de la historia del beisbol, él es tan extraordinario y reverenciado para los sordos como lo es Robinson para los afroamericanos. Y los números son impresionantes y escalofriantes. Con la cantidad de sordos estadounidenses (48 millones) sobrepasando a los afroamericanos (45 millones), hay una armada de simpatizantes de Hoy quienes conocen su historia.
Un Nombre Familiar
Pero mientras Hoy es ciertamente un héroe para los sordos, ¿Por qué su nombre todavía no es familiar como lo es el de Robinson? ¿Por qué MLB no ha reconocido a Hoy como un pionero, un verdadero ariete para romper una seria barrera durante tiempos muy difíciles? ¿Es porque los sordos no tienen una voz real para justificar su causa, o es que MLB no está escuchando lo que los sordos han estado tratando de expresar a sus autoridades y otras personalidades del beisbol por décadas?
El U.S. Postal Service anunció recientemente que el afamado abogado sordo y académico Robert Panara sería homenajeado con una estampilla en su honor. Con su imagen en la estampilla, firmada con la palabra “respeto”, Panara hizo un reconocimiento a Hoy, hace unos años al declarar, “Hoy es el Jackie Robinson de la comunidad de sordos, Hoy rompió la barrera de la comunicación”. Esa frase es bien conocida hoy en la Deaf Society.
Ciertamente hay varios paralelismos que vinculan a Hoy y Robinson al romper barreras. Mientras Hoy ciertamente no experimentó el nivel de prejuicio y segregación que vivió Robinson, él tuvo que sobreponerse a la ignorancia y la opinión sesgada durante uno de los períodos más tumultuosos en la historia de los sordos.
La Conferencia de Milano de 1880
En el verano de 1880, solo un puñado de años antes que Dummy Hoy apareciera en la escena beisbolera, un evento internacional agitó la ya inestable base de la cultura sorda. Mientras los sordos habían crecido acostumbrados a una ignorancia prevalente a su alrededor, su lugar común estaba en su lenguaje de señas, la gran mayoría dependía por completo de las señas como su vehículo de comunicación.
Habían empezado a aflorar debates apasionados entre los “expertos” del oralismo y los que apoyaban el lenguaje de señas. Los vientos de cambio estaban soplando, y soplaban duro y rápido. Los partidarios del oralismo pedían un cambio de paradigma, y mientras los acalorados debates se arraigaban y ganaban momento, fue organizada una reunión internacional para establecer los patrones de la vida de los sordos.
La tenebrosa Conferencia de Milano de 1880 fue uno de los fraudes más elaborados en la historia de los fraudes. Con decisiones de largo alcance que retrasaron a los sordos por décadas, la Pereire Society planeó una agenda estratégica diseñada específicamente en función de sus necesidades egocéntricas. Totalmente contraria al uso del lenguaje de señas como patrón o aún como forma alterna de comunicación, la arrogante sociedad logró su cometido al asegurar una victoria sesgada y hacer sus alegatos sagrados. Con presencia de delegados pro-oralistas escogidos a dedo, e incitando reacciones hostiles contra los representantes de la oposición, no fue ninguna sorpresa que el resultado fuese desventajoso para los sordos.
Ocho resoluciones fueron aprobadas, incluyendo una votación desproporcionada de 160-4 que consideró la “incontestable superioridad de la articulación sobre las señas para reinsertar al sordomudo a la sociedad y darle un conocimientos más completo del lenguaje”. El efecto negativo fue inmediato. Los educadores sordos fueron despedidos, y los maestros que oían no permitieron más las señas, dejando a la “escucha” como el único método de aprendizaje para los estudiantes sordos. Los trabajos profesionales para sordos se redujeron dramáticamente, degradando a los sordos aun más que antes, sin líderes a quienes acudir. De acuerdo al autor sordo e investigador Mark Drolsbaugh, la educación de calidad ya “no era accesible, y los estudiantes pasaban horas en aprender a pronunciar, “George Washington”, en vez de tener discusiones dinámicas acerca de quien era ese Mr. Washington, y como él contribuyó en la historia estadounidense.
Las Leyes Feas
Como si el prejuicio intencional ocasionado por las decisiones de la Conferencia de Milano no hubiese sido suficiente, otros obstáculos dentro de nuestras fronteras habían afectado la situación de aquellos etiquetados “diferentes”.
Emitidas para ayudar a reducir la aparición pública de personas “indeseables o repugnantes”, las “Leyes Feas” contribuyeron a un incremento de la depresión, falta de autoestima y al vacío de sentimientos impropio de las personas, “Enfermos, mutilados o de alguna manera deformes como para ser objetos indeseables o repugnantes”. A pesar de que los sordomudos no eran señalados directamente en el enunciado de esas leyes, eran considerados “anormales”.
Similares a las minorías étnicas previas a ellos, los sordos fueron los próximos en sufrir las consecuencias de la élite. Como lo afroamericanos durante los días de Jackie Robinson, y de alguna manera como los indígenas estadounidenses obligados de manera inmisericorde a marchar centenares de millas hacia reservaciones miserables, los sordos se habían convertido en una isla.
Entonces Llega Hoy
Como Jackie Robinson, Dummy Hoy apareció en escena justo en el momento apropiado en la historia. Los sordos necesitaban héroes, héroes que pudieran admirar y emular. Hoy mezclaba talento extremo, moral sobresaliente y una confianza innata y pasión por destacar en todo. En ningún momento, la población sorda había tomado a Hoy como un héroe. Con una preparación de destreza e inteligencia, así como estar consciente de su circunstancia y oportunidad, Hoy penetró una barrera de comunicación en quizás la época más inestable en la historia de los sordos. Penalizado por las restricciones impuestas como reforma social, Hoy se las arregló para sobreponerse a los límites restrictivos de la comunicación, usando su prospecto único para hacer avanzar la causa de los sordos. La historiadora y académica sorda, Susan Burch es citada:
“Los eventos deportivos extendieron las interacciones de las sociedades, Sordos y oyentes…Los atletas sordos buscaban la aceptación de la sociedad, y las personas sordas servían como sus audiencias y jueces primarios. Como miembros de una comunidad sorda más grande, su solicitud de admisión en la sociedad oyente fue hecha en términos sordos. Solo su estado de sordo, no oral, no permitido, permitió a Hoy ganar la aprobación y el reconocimiento de la audiencia sorda”.
Visto como un igual y héroe, el elevado estado de Hoy como “héroe” fue debido parcialmente al énfasis de la comunidad sorda en las señas sobre el discurso. Burch agrega, “Hoy representaba el sueño estadounidense de los sordos. Como no graduado universitario quien se comunicaba solo por señas y escritura, él desplegó las habilidades de las personas sordas comunes”.
El afamado filántropo y escritor Stephen Jay Gould estudió a Hoy extensamente, escribió varios artículos acerca de él en el proceso. Gould estuvo de acuerdo con la consideración de que Hoy fue, y aun es, un héroe gigante en la comunidad sorda, y declaró, “Cuando estudiamos su carrera, descubrimos que él destaca no por su sordera, sino porque fue un actor y ser humano ejemplar. Su determinación, honestidad, carácter y energía dejó una impresión duradera en todo lo que conoció. Se convirtió en héroe de la comunidad sorda y de todas las personas discapacitadas”.
El Proyecto Jackie Robinson: George Washington University
En la primavera de 2015, fui invitado junto al colega de “Hoy For The Hall” (“Hoy Al Salón”) Rex Bishop para hablar en la reunión anual de la Jackie Robinson Society de GWU. Yo había escrito una carta al director, Profesor Richard Zamoff, comparando a Robinson y Hoy, como rompedores de barreras. Esa noción lo intrigó. Como concesión final para los oradores nos permitieron cinco minutos para exponer nuestros puntos a la asamblea de los simpatizantes de Robinson.
En pocos días, recibimos la siguiente carta del Profesor Zamoff:
William “Dummy” Hoy merece ser ingresado en el National Baseball Hall of Fame debido a sus logros beisboleros, su heroísmo frente a la extensión del prejuicio y la discriminación, y al crédito que su heroísmo y logros le otorga al pasatiempo nacional.
A su manera, “El coraje, la perseverancia, la inteligencia y el carácter de ‘Dummy’ Hoy inspiró, y continúa inspirándonos. Como Jackie Robinson, Hoy fue ejemplar y revolucionario en uniforme de beisbol. Como Robinson, él merece reconocimiento no solo de la comunidad minoritaria que representa, sino también de la mayor comunidad a la cual aspiran sus logros ejemplares.
“Jackie Robinson cambió Estados Unidos al animarnos, educarnos, retarnos y obligarnos a pensar diferente acerca de los asuntos raciales. La elección de “Dummy” Hoy al Baseball Hall of Fame proveería la atención nacional que él ha merecido por mucho tiempo. Eso no solo reconocería sus credenciales como pelotero del Salón de la Fama, sino que también proveería evidencia tangible de lo que los impedidos de la audición pueden lograr.
El ingreso de “Dummy” Hoy en Cooperstown nos animaría, educaría, retaría y obligaría a pensar diferente de los asuntos relacionados con los retos físicos y las discapacidades”.
Reconocimientos para Hoy
En octubre de 2015, Topps presentó su colección de Barajitas Pride & Perseverance, que incluía peloteros que se habían sobrepuesto a los obstáculos. Entre los 11 peloteros está Hoy, uno de dos (Curtis Pride) peloteros sordos en la colección. De acuerdo a David Leiner, VP & gerente general de deportes norteamericanos de Topps, “Estos hombres tuvieron que sobreponerse a grandes dificultades no solo para llegar a las grandes ligas, sino a veces con lo que pudo haber sido una desventaja. En vez de eso, ellos son una inspiración y tenemos el honor de mostrarlos en nuestro producto”.
Junto con el reconocimiento que Hoy recibe de Topps, fue publicado un libro infantil más temprano ese año por la autora Nancy Churnin. The William Hoy Story: How A Deaf Player Changed The Game ha recibido extensas revisiones de docenas de grandes industrias. Churnin fue una autora participante de la Hall of Fame’s Summer Author Series de este año, luego visitó el lugar de nacimiento de Hoy en Houcktown, Ohio, así como el Salón de la Fama de los Rojos de Cincinnati.
Otros Salones de la Fama
Mientras la presión es para conseguir la inducción de Hoy en Cooperstown, otras organizaciones notables han reconocido las contribuciones de Hoy. Hasta la fecha, Hoy ha sido inducido por los siguientes salones de la fama:
• 1941: Louisville Colonels Hall of Fame
• 1951: American Athletic Association of The Deaf Hall of Fame
• 1989: Hancock County, Ohio, Sports Hall of Fame
• 1990:Ohio School For The Deaf Hal of Fame
• 1992: Ohio Baseball Hall of Fame
• 2003: Cincinnati Reds Hall of Fame
• 2004: Baseball Reliquary: Shrine of The Eternals
Vinculados: Robinson y Hoy
El investigador e historiador de Hoy, Steve Sandy ha estado estudiando a Dummy Hoy por más de un cuarto de siglo, recabando información y difundiendo las buenas noticias de Hoy. Un ávido abogado de los derechos de los sordos, Sandy (quien es sordo) entiende la causa de los afroamericanos y su prolongada pelea por la igualdad. Al reconocer que la “contribución” de Jackie Robinson al beisbol abrió el camino a los afroamericanos y estableció un nuevo patrón social, Sandy está apenado de que Hoy no haya sido reconocido por lo que hizo por la cultura de los sordos.
“Los sordos pueden entender la ignorancia que resistieron los afroamericanos. Pero los Afroamericanos se han probado una vez y a menudo, y ahora son considerados en la sociedad”. Al notar que los sordos necesitan una fuerte representación, Sandy escribió, “Debemos rendir homenaje a Branch Rickey. Si no fuera por él, ¿Quién habría abierto el camino a Jackie Robinson? Así como Connie Mack, Clark Griffith, Frank Selee, Charlie Comiskey, Tommy McCarthy, Sam Crawford, Honus Wagner y otros habían intercedido por Dummy Hoy, es preciso que lo haga una autoridad más alta. Los sordos todavía tienen “techo de vidrio” y no van a ninguna parte hasta que alguien les abra la puerta”.
Al haber examinado la carrera, vida y legado de Hoy, es claro como el cristal que él es vitalmente importante para la cultura de los sordos como Jackie Robinson lo es para los afroamericanos. El nombre de Hoy merece ser un nombre familiar. Él rompió la primera barrera del beisbol durante la época más difícil de la historia de los sordos. Pero su nombre no solo debería ser conocido, debería estar vinculado con el de Jackie Robinson, como rompedores de barreras pioneros.
Referencias y Recursos
• Signs of the Time
• Charles Reilly & Sen Qi, Gallaudet University, “A Brief Summary of Estimates for the size of the Deaf population in the USA Based upon available Federal data and published research”
• 2014 US Census Data
• Wikipedia, “Second International Congress on Education of the Deaf”
• David Boles, BolesBlogs, “Enforcing the Ugly Laws”
• Dan Thompson, “Ugly Laws: the History of disability regulation in North America”
• R.A.R. Edwards, Sign Language Studies, “No Dummies: Deafness, Baseball, and American Culture”
• Stephen Jay Gould, “The Amazing Dummy,” essay from Susan Ware’s book Forgotten Heroes: Inspiring American Portraits From Our Leading Hist (later reprinted in Gould’s book, Triumph and Tragedy in Mudville: A Lifelong Passion for Baseball)
Acerca de Gary Kaschak
Gary Kaschak es un investigador y escritor del “The Hoy For The Hall Committee”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 7 de febrero de 2017
Esquina de las Barajitas: Lou Johnson 1968.
Bruce Markusen.
Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
El marco fragmentario que Topps utilizó en su colección de barajitas de 1968 es uno de los ejemplos más creativos del trabajo artístico de la compañía. En contraste con los usuales marcos blancos o negros, este le da a las barajitas una dosis de tercera dimensión. La fotografía de la colección está generalmente bien hecha, con muchos buenos primeros planos que nos muestran que los peloteros lucían en su apogeo de los años ’60.
Entre mis favoritas de la colección de 1968 está la barajita de Lou Johnson. Me gustan las barajitas que muestran a los peloteros sudando, como la barajita Topps de Clay Carroll de 1966 (donde aparece casi empapado luego de los ejercicios del entrenamiento primaveral) y la barajita de 1972 del toletero de los Astros de Houston, Lee May. Aunque no suda tan profusamente como Carroll o May, Johnson aun muestra cierta evidencia de humedad en su rostro. Es un buen recordatorio de que el beisbol puede ser un trabajo duro, sea en las calistenias de los entrenamientos primaverales o en las demandas de un juego de temporada regular.
Hay algo más que es inusual en la barajita de Johnson. El movimiento de su boca la hace parecer como si estuviese silbando. O tal vez le está gritando a alguien mientras le toman la fotografía. De cualquier manera, nos da un ángulo diferente de la barajita normal de beisbol. Al haber tantos peloteros que parecen sin expresión, y tan obviamente silenciosos, en sus barajitas. Ver a un pelotero silbando o hablando (o quizás hasta cantando) en su barajita, eso nos proporciona algo inconvencional.
Una cosa que esta barajita de 1968 no provee es alguna evidencia del secreto que Johnson escondía en ese momento. Era un pelotero quien no socializaba con sus compañeros de equipo, un hombre quien no quería que otros peloteros vieran como era él fuera del estadio.
Para sus compañeros de equipo, Louis Brown Johnson era conocido como “Sweet Lou”. De hecho, él es uno de tres “Sweet Lou” en la historia de las ligas mayores. El más conocido es probablemente Lou Piniella, quien tuvo éxito como pelotero y manager. Luego está Lou Whitaker, el buen segunda base de los Tigres de Detroit y socio de dobleplays de Alan Trammell por largo tiempo. El más oscuro de los tres, al menos para la mayoría de los aficionados, sería Johnson, quien pasó buena parte de los años ’60 rebotando en las ligas menores antes de finalmente encontrar su nicho con los Dodgers de Los Angeles. Entonces cerró su carrera como pelotero disminuido con los Cachorros de Chicago, Indios de Cleveland y Angelinos de California. Aunque Johnson solo jugó tres temporadas con los Dodgers, se las arregló para convertirse en uno de los peloteros más populares en la larga historia de la franquicia.
Además del apodo “Sweet Lou”, Johnson tenía otro remoquete, a veces lo llamaban “Slick”. Esa podría ser la palabra usada para explicar su largo camino hacia Los Angeles, angosto y accidentado. Como joven atleta de Lexington, Ky., tenía esperanzas de jugar baloncesto con los Wildcats de Kentucky, pero la Southeastern Conference no reclutaba atletas negros en ese momento. “Mi sueño era jugar baloncesto en la University of Kentucky, donde trabajaban mi padre y mi madre, pero ellos no aceptaban negros”, le dijo Johnson a Ken Gurnick de MLB.com, “así que nunca me involucré con la universidad, y eso me afectó por mucho tiempo”.
Desanimado por el incidente racial del baloncesto, Johnson optó por el beisbol. Firmó con los Yanquis de Nueva York en 1953 pero duró solo una temporada en su sistema de ligas menores antes de ser despedido. Antes de 1954, los Yanquis lo enviaron a un equipo de ligas menores en la Mountain States League en lo que Baseball Reference describe como una “transacción desconocida”- Antes de cada una de las dos temporadas siguientes Johnson de nuevo se movió mediante transacciones desconocidas, primero hacia los Piratas de Pittsburgh y luego hacia los Cachorros. Johnson pudo haber establecido una marca no oficial por estar involucrado en la mayor cantidad de “transacciones desconocidas”.
Johnson también pasó parte de la temporada de 1955 jugando para los Monarchs de Kansas City en la encarnación final de las ligas negras. Para entonces, las ligas negras habían pasado su mejor momento, pero aún representaban oportunidades legítimas para los peloteros afroamericanos con esperanzas de extender sus carreras.
Johnson sentía un orgullo especial de jugar con los Monarchs. “El punto más alto de mi carrera fue jugar con los Monarchs de Kansas City y ser seleccionado para jugar en el Juego de Estrellas Este-Oeste, frente al público de Comiskey Park”, le dijo Johnson a Sports Collectors Digest. “El calibre de la organización era grande. Aprendí a jugar beisbol ahí”. Entre los compañeros de equipo de Johnson estaba Satchel Paige. Jugó para el manager Buck O’Neil, quien luego ganaría fama por su papel en el documental de Ken Burns de 1994, Baseball.
O’Neil, quien fue scout dos veces de los Cachorros, aconsejó a sus jefes que firmaran a Johnson y al toletero George Altman. Por recomendación de O’Neil, los Cachorros compraron el contrato de Johnson a los Monarchs. Ese movimiento le dio a Johnson la oportunidad que necesitaba. El jardinero que bateaba a la derecha pasaría las siguientes cuatro temporadas avanzando en el sistema de los Cachorros, finalmente ganándose una promoción a Chicago en la primavera de 1960. Pero solo bateó .206 en 68 turnos al bate, una decepcionante actuación que le valió el boleto de regreso a las ligas menores. Al jugar con el Houston AAA, Johnson agenció números sólidos: un promedio de bateo de .289, 12 jonrones y 13 bases robadas.
Para ese momento, Johnson tenía 25 años y mucha experiencia jugando pelota de ligas menores. Simplemente, no tenía nada que probar en AAA. El equipo de expansión, Angelinos de Los Angeles mostraron interés, al enviar algun dinero hacia Chicago por el veloz jardinero. Él pasaría la mayor parte de 1961 en AAA antes de recibir la oportunidad de subir a Los Angeles. Jugó exactamente un juego antes de ser cambiado, esta vez a los Maple Leafs de Toronto, un equipo de una liga menor independiente, a cambio del jardinero Leon Wagner.
Johnson pasó el resto de 1961 en Toronto, puso buenos números ofensivos otra vez, antes de ser vendido a los Bravos de Milwaukee ese otoño. Pero los Bravos lo enviaron de vuelta a AAA, así que empezó la temporada de 1962 en Toronto una vez más, antes que los Bravos lo llamaran a mitad de verano.
Los Bravos convirtieron a Johnson en el abridor de su alineación y jardinero central. Eventualmente se desempeñó en las tres posiciones de los jardines, Johnson lo hizo bien con los Bravos. Bateó .282 y tuvo un OPS justo por encima de .800. También jugó bien en los jardines, mostrando alcance y elegancia. Eso debió haber sido lo suficientemente bueno para mantenerlo en Milwaukee en 1963, pero todo terminó en un viaje de regresó a las ligas menores. Los Bravos lo pusieron a jugar muy poco durante la primavera y luego lo bajaron a Denver antes de la inauguración de la temporada. Por alguna razón, la gerencia de los Bravos consideraba a Johnson una pobre influencia para los jugadores jóvenes del equipo.
Años después, Johnson revelaría públicamente algunas de las razones tras esa reputación. “Yo había estado bebiendo desde que tenía 13 años”, dijo Johnson al afamado periodista deportivo Jerome Holtzman. “Siempre fui muy inseguro”.
Esencialmente vetado de Milwaukee, Johnson permaneció en las menores por las próximas tres temporadas, al rebotar desde los Bravos, hacia los Tigres de Detroit y a los Dodgers de Los Angeles. Johnson casi abandona el juego, mientras hablaba de renunciar al beisbol por la relativa seguridad de vender carros. Pero se mantuvo en el juego y regresó a la actividad de ligas mayores en 1965 con los Dodgers. Johnson empezó la temporada en AAA, pero recibió un llamado para subir en mayo cuando Tommy Davis sufrió una severa fractura en el pie. El manager Walter Alston llamó a Johnson para reemplazar a Davis en el jardín izquierdo, tomando su lugar junto a Willie Davis y Ron Fairly en el talentoso outfield de los Dodgers.
Etiquetado el “vagabundo de las menores” por el Sporting News, Johnson sustituyó maravillosamente a Davis, un doble campeón de bateo. Johnson bateó solo .259, pero bateó 12 jonrones (lo cual lo igualó en el liderato del equipo), robó 15 bases, y jugó un excelente jardín izquierdo, También anotó la única carrera del juego perfecto de Sandy Koufax el 09 de septiembre Luego de negociar boleto, robó segunda base, pasó a tercera mediante sacrificio y entonces llegó al plato por un error en tiro del cátcher de los Cachorros de Chicago, Chris Krug. Al realizar eso, Johnson se convirtió en pié de página del día perfecto de Koufax.
En la temporada, Johnson jugó papel importante en el banderín de la Liga Nacional alcanzado por los Dodgers. Los Dodgers apreciaron la entrega y el entusiasmo de él. También les gustaba la manera como el aplaudía para celebrar durante los juegos, aun si el beisbol conservador de los años ’60 disentía de tal exuberancia. Los periodistas que cubrían a los Dodgers y los compañeros de equipo también disfrutaban al conversar con Johnson, cuya inteligencia, humor, y personalidad llevadera convirtieron a su casillero en una parada necesaria en las giras posjuegos. Johnson se refería cómicamente a si mismo como “LBJ”, las cuales no solo eran sus iniciales sino que también le daban algo en común con el Presidente de Estados Unidos Lyndon Baines Johnson.
Un veterano de 13 temporadas de ligas menores, Johnson era uno de los menos conocidos de los ocho regulares de los Dodgers en la Serie Mundial, pero pronto se forjaría un nombre. Al batear en el medio de la alineación de los Dodgers, Johnson atormentó al cuerpo de lanzadores de los Mellizos de Minnesota. Johnson conectó ocho imparables en 27 turnos al bate, incluyendo un par de vuelacercas. El segundo estacazo resultó decisivo para ganar el séptimo juego, de lejos el batazo más importante de su carrera. Los aficionados de los Dodgers celebraron cantando “All the way with LBJ!” Prácticamente un desconocido al inicio de la temporada, Johnson era ahora un héroe.
Cuando Tommy Davis regresó a la alineación de los Dodgers a finales de abril de 1966, Johnson se movió desde el jardín izquierdo al derecho. Los Dodgers también recompensaron a Johnson al colocarlo como tercer bate en la alineación. Johnson respondió con su mejor temporada, incluyendo un promedio de bateo de .272 y 17 jonrones. También fue líder en pelotazos recibidos en la liga con 14, lo cual ayudó a su porcentaje de embasado. Los Dodgers fueron de nuevo a la Serie Mundial, pero no jugaron tan bien como en el clásico de 1965, al perder el campeonato ante los Orioles de Baltimore en cuatro juegos seguidos. Johnson jugó respetablemente, al batear 4 imparables en 15 turnos al bate.
En mayo de 1967, Johnson sufrió la fractura de un tobillo, lo cual lo limitó a jugar solo 104 desafíos en la temporada. Pero su porcentaje de embasado y su OPS subieron, mientras permanecía como un productivo jardinero derecho a medio tiempo.
Mientras los Dodgers se preparaban para la temporada de 1968, decidieron abrir espacio para los jóvenes jardineros Willie Crawford y Len Gabrielson. Johnson se hizo canjeable, lo enviaron de vuelta a los Cachorros (su primer equipo de grandes ligas) por el joven infielder Paul Popovich y un jugador de lias menores. Johnson dijo que los Dodgers lo cambiaron por “razones personales”, las cuales eran atribuibles a sus problemas de bebida.
Los Cachorros pensaron que tenían espacio para Johnson en el jardín derecho, pero una pelota de foul en un juego a finales del entrenamiento primaveral lo golpeó en la cabeza, le fracturó el cráneo. Johnson regresó a la alineación, pero la lesión tuvo un efecto a largo plazo. . Con solo un jonrón en sus primeros 62 juegos, la falta de poder de Johnson preocupó a los Cachorros. La estadía de Johnson con Chicago resultó miserable por otras razones. Pasaba muchas de sus noches en la versión de Chicago de “Skid Row”, vagando con mendigos en la calle. Solitario y sin compromisos, Johnson sintió que se podía identificar con las personas denominadas “vagos” por el resto de la sociedad.
Poco después de la fecha tope para hacer cambios del 15 de junio, los Cachorros lo negociaron a los Indios de Cleveland por el jardinero Willie Smith. Después del cambio, Johnson despotricó públicamente a varios de los Cachorros, incluyendo al manager Leo Durocher y al catcher Randy Hundley. Johnson tuvo muchas dificultades para batear con los Indios, quienes salieron de él la primavera siguiente, lo enviaron a los Angelinos de California por el versátil Chuck Hinton. Al batear solo .203 en 167 juegos, se ganó su despido al final de la temporada. A los 34 años de edad, los bien viajados días de jugador activo de Lou Johnson habían llegado a su fin.
Johnson consiguió trabajo como vendedor en una compañía especializada en sistemas de seguridad, pero eventualmente regresaría al beisbol. En 1978, los Dodgers emplearon a Johnson como instructor de ligas menores. Menos de un año después, lo despidieron. Fue incapaz de cumplir sus deberes, debido a la adicción al alcohol y la cocaína.
Para los años ’70, Johnson estuvo metido en problemas. Uno de sus puntos bajos llegó cuando empeñó su anillo de Serie Mundial a un traficante de drogas, y solo recibió 500 $. “Hacia cualquier cosa para conseguir dinero, por el hábito de la cocaína”, le dijo a Los Angeles Times. “Emitía cheques sin fondos, usaba el dinero de mi esposa, manipulaba a las personas”.
Él trató de suicidarse, dos veces. “Me metía en mi carro y manejaba a 60, 70 millas por hora en una via de 25 millas”, le dijo Johnson a Jerome Holtzman. “Una vez me tomé una sobredosis, una gran sobredosis de calmantes. Estaba cansado. No quería despertar”.
Afortunadamente, Johnson despertó. Eventualmente buscó ayuda. En 1980, se piso en contacto con Don Newcombe, el antiguo gran jugador de los Dodgers de Brooklym quien se las había arreglado para vencer el alcoholismo y lideraba esfuerzos para asistir a otros. Con la ayuda de Newcombe, Johnson ingresó en una clínica de Arizona llamada The Meadows, donde inició el difícil proceso de rehabilitación. Hasta el día de hoy, Johnson agradece a Newcombe por salvar su vida.
Luego de la rehabilitación, Johnson regresó a los Dodgers como parte de su equipo de servicios comunitarios. Se convirtió en uno de ocho antiguos peloteros de los Dodgers en aparecer en eventos comunitarios y cívicos como representante oficial de la organización. Para el efusivo, burbujeante y energético Johnson, el trabajo representó una oportunidad perfecta para sus talentos.
Más de 35 años después; Johnson sigue siendo empleado del departamento de relaciones comunitarias de los Dodgers, trabajando como coordinador del equipo. Ahora de 81 años de edad, él continúa haciendo docenas de apariciones con los Dodgers a través del sur de California, cada año.
Para aquellos quienes dicen que los finales felices no ocurren, Sweet Lou Johnson es la prueba viviente de que esos escépticos están equivocados.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Números de Lou Johnson con los Industriales el valencia en la temporada 1961-62: 45 J, 170 VB, 23 CA, 54 H, 12 2H, 7 3H, 5 HR, 28 CI, 3 BR, .318 AVG. Regresó con los Tiburones de La Guaira en la temporada 1963-64
lunes, 30 de enero de 2017
Los Materiales de libro ‘Ball Four’ de Jim Bouton a la Una, a las Dos…
Tyler Kepner. The New York Times. 13-01-2017.
Paula Kurman conoció a su esposo, Jim Bouton, en 1977, en un evento para recaudar fondos para un hospital en un Bloomingdale de Hackensack, N.J. Ella pensó que era bien parecido, pero no entendía porque las personas querían su autógrafo. Él dijo que una vez lanzó para los Yanquis, pero para Kurman eso no era una buena razón. Ella es doctora, una científica conductual, y mientras más hablaba con Bouton, más notaba que había algo más ahí. Ella lo encontraba divertido, tal vez hasta brillante, y sabía que él le gustaba.
“Pero no pude llamar amor a eso hasta que leí el libro”, dijo Kurman este miércoles 11 de enero, “porque me di cuenta de algo que Jim aún no absorbe, lo cual es que él es uno de los mejores científicos sociales de los alrededores”.
El libro por supuesto era “Ball Four”, el cual hizo a Bouton, quien lo publicó en 1970, mucho más famoso que su carrera como pitcher. Bouton tuvo dos grandes años con los Yanquis y ganó dos veces en la Serie Mundial de 1964. Del resto, fue un pitcher promedio, con una destreza extraordinaria: observación.
Bouton se daba cuenta de todo, y lo anotó todo para la posteridad en 1969, cuando decidió escribir un diario de su temporada con el equipo de expansión Pilotos de Seattle (y, al final de ese año, con los Astros de Houston). Desde un tiraje inicial de 5000 copias, el libro ha vendido millones de ejemplares alrededor del mundo. Es probablemente el libro más honesto y comprometido escrito alguna vez acerca de las divertidas y fascinantes personas quienes juegan beisbol.
Ahora, Bouton y Kurman están subastando todos los materiales que aparecieron con la escritura y el tormentoso tiempo posterior a la publicación de “Ball Four”: cada nota que Bouton garabateó, cada cinta que grabó, el manuscrito completo y toda la caldeada correspondencia de Major League Baseball, la cual le ordenaba retractarse. Bouton rechazó hacerlo, al entender que el problema de la liga no era con sus desvergonzados cuentos de borracheras, los cuales ahora parecen más divertidos que exhibicionistas, sino con su recuento del carácter unilateral de los dueños de equipo en la era anterior a la libre agencia.
Bouton escribió notas en cualquier cosa desde tarjetas de citas, hasta bolsas de aviones para vomitar, hasta cajas de cereales.
Dan Imler, el director gerencial de SCP Auction, dijo que la colección de “Ball Four” había atraído a varios ofertantes. La oferta mínima es 50.000 $ pero Imler dijo que esperaba que subiera hasta algun lugar en el rango entre 300.000 $ - 500.000 $. La subasta cierra el 21 de enero.
Bouton también está subastando unas 29 piezas de implementos y uniformes de su carrera de 10 años con los Yanquis, Pilotos, Astros y Bravos de Atlanta. Pero el premio es el material crudo que produjo el trabajo del libro.
“Es increíble ver los huesos, de un libro como este”, dijo Imler.
Bouton, 77, tuvo un infarto hace dos años que le dificultó hablar, leer o escribir. Se ha recuperado bien, aunque no completamente, y Kurman ayuda en las entrevistas. Ella dijo que Bouton ha mantenido las notas de “Ball Four” meticulosamente organizadas en su hogar de Massachusetts occidental, y a menudo ha disfrutado sumergirse en ellas para agitar algun recuerdo viejo.
Pero después de entregar algunos artículos de beisbol a sus hijos, y mantener algunos para ellos, decidieron que era tiempo de deshacerse del resto. La familia retiene los derechos de reproducción de todas las notas, pero el comprador está en la ruta de descubrir numerosas anécdotas no publicadas, en cada cosa desde tarjetas de citas hasta bolsas de aviones para vomitar hasta servilletas de coctel hasta papel de carta del Radisson de Minneapolis.
“La idea era escribir algo que fuera interesante, así que tuve que cargar un cuaderno conmigo, pedazos de papel, cajas de cotufas”, dijo Bouton. “Yo escribía notas en la parte trasera de las cajas de cereal en el dugout. Recuerdo a Fred Talbot”, un compañero pitcher, “diciendo, ‘Sabes Bouton, ¡tomar notas así es peor que chismear!’”
“Pero había tantos personajes como ese que todo era muy divertido. Estábamos en un equipo de expansión, por lo que éramos rechazados por los otros equipos y nos estábamos conociendo. Eso era parte de la diversión”.
A través de “Ball Four”, Bouton reflexionó en más que solo la temporada de 1969; también compartió historias del resto de su vida y carrera. Por décadas, él no fue invitado al día de las viejas glorias en Yankee Stadium, supuestamente por haber escrito acerca de los hábitos de bebida de Mickey Mantle. En 1994, luego que Bouton enviara una nota de condolencia por la muerte del hijo de Mantle, recibió un sorpresivo correo de voz de Mantle, diciéndole que nunca se sintió herido por el libro y que nunca le pidió a los Yanquis que lo excluyeran. Esa cinta está incluída en la subasta.
Kurman dijo que ella y Bouton esperaban que el comprador permitiese que los materiales estuvieran accesibles para estudios, e Imler dijo que varias instituciones, que no especificó, se habían mostrado interesadas. El Salón de la Fama del beisbol no compra artefactos, pero el comprador, en teoría, podría facilitar el material a Cooperstown. Donde sea que termine el material, los antiguos compañeros de Bouton pueden descansar en paz.
“Casi 50 años después de los eventos, nadie se va a sentir herido por alguna revelación”, dijo Kurman. “Es hora de sacar todo afuera”.
Quizás el único artículo relacionado a “Ball Four” que se perdió en el tiempo es la persona quien le dio el nombre. Bouton dijo que la inspiración llegó cuando él y su editor, Leonard Shecter, fuerona una taberna en Greenwich Village después de la temporada.
“Shecter y yo teníamos el manuscrito final, y fuimos al Lion’s Head”, dijo Bouton. Estábamos entusiasmados de tener el libro en camino, ¡pero aún no teníamos un nombre! Así que le dije: ‘¿Cómo lo llamamos? Todavía no tenemos un nombre’. Y en ese momento, una dama borracha dijo en la barra, ‘¿Por qué no lo llaman “Ball Four”?’
“Nos reimos y pensamos que era muy divertido, y después mientras caminábamos en la calle, el dijo, ‘Sabes, “Ball Four” no es un mal nombre’”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 18 de enero de 2017
Esquina de las Barajitas: Elrod Hendricks. Topps. 1969
Bruce Markusen
Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
La colección 1969 de Topps se ha ganado su cuota de críticas a través de los años. Esa fue la temporada cuando Topps tuvo que usar fotografías viejas, algunas de dos o tres años atrás, debido a que los peloteros rechazaron posar para nuevas fotos, estaban disgustados con la compensación que estaban recibiendo de la compañía de barajitas. Por eso vemos tantos peloteros sin gorras, o usando uniformes que no corresponden con sus equipos para ese momento.
A pesar de eso me gusta la colección de 1969. La fotografía es muy sólida a través de toda la serie. Hay muchos primeros planos de peloteros, hechos de frente y de perfil. También disfruto el diseño de las barajitas. Es simple y limpio. El nombre del equipo aparece en un tipo de letra atractiva en la parte baja, mientras un círculo coloreado cerca del tope contiene el nombre y la posición del pelotero. El diseño es balanceado y sin interferencias, permite que la fotografía ocupe la mayor parte del espacio en blanco del frente de la barajita.
La barajita de Elrod Hendricks de 1969 nos regala una curiosidad especial. La mayor parte de su carrera él fue conocido como “Elrod” o “Ellie”. No puedo recordar , ni siquiera una vez, que un locutor o periodista se haya referido a él como “Rod”. Aún así ese es el nombre que aparece en el frente de la barajita. “Rod Hendricks”. Como pelotero joven que venía de su temporada de novato, Hendricks aún no era un nombre reconocido en 1969. Quizás alguien asumió que su nombre era Rod. O tal vez el quería ser llamado Rod, y cambió de opinión más adelante en su carrera. O tal vez el diseñador de Topps simplemente no sabía el nombre. Me parece que podemos estar agradecidos de que nadie lo llamara “E-Rod”.
En 1970, Topps notó el error y corrigió el nombre para que se leyera “Elrod Hendricks”. Permaneció de esa manera en 1971. Para 1972, Topps usó el menos formal nombre de Ellie. En 1973, Topps no sacó barajitas de Hendricks, pero lo devolvió a la carpeta en 1974. Permanecería como Ellie en sus barajitas Topps por el resto de su carrera.
Fui lo suficientemente afortunado de compartir con Elrod Hendricks una vez. Fue en la primavera de 1996. Realizábamos entrevistas con video para el archivo del Salón de la Fama, y Hendricks estuvo más que complacido de cumplir con nuestra solicitud. Con los Orioles preparándose para jugar ante los Yanquis en su nueva facilidad de entrenamientos primaverales en Tampa Fla., Hendricks estaba en su lugar usual: Sobre el terreno de juego, donde adoraba estar cada vez que fuese posible.
Encontré a Hendricks, quien hablaba con cualquiera, tan accesible como cualquiera. Empecé preguntándole por sus memorias favoritas, incluyendo momentos de Serie Mundial. También le pregunté acerca de jugar en la serie de 1971 ante Roberto Clemente, quién llevó a Pittsburgh a la victoria en siete juegos. Hendricks tuvo el mayor respeto por Clemente. También recuerdo a Hendricks sonriendo a través de la entrevista. Fue afable al poner de su parte para aportar buenas visiones íntimas para el archivo del museo.
Mientras los peloteros estrella a menudo se convierten en los rostros de las franquicias, a veces los peloteros polifuncionales se hacen sinónimos de un equipo mediante su trabajo duro, longevidad, un espíritu orientado hacia la comunidad, y una amigabilidad general. Hendricks representaba todas esas cualidades, lo cual lo hacía tan reconocible como Cal Ripken Jr., o Brooks Robinson. De muchas maneras, Hendricks era los Orioles. Su carrera con los Orioles se extendió desde 1968 hasta 2005, cuando trabajó con la organización como coach. Si no hubiera sido por breves pasantías con los Cachorros de Chicago en 1972 y los Yanquis de Nueva York en 1976 y 1977, Hendricks habría sido asociado continuamente con los Orioles por 38 temporadas seguidas.
Por más que recuerdo a Hendricks por sus días con los Orioles, ellos no fueron su primera organización. Hendricks firmó con los viejos Bravos de Milwaukee en 1959, pero solo duró dos temporadas en su sistema de granjas antes de ser cesanteado. Entonces firmó con los Cardenales de San Luis, pasó temporada y media en su sistema de ligas menores antes de recibir otro despido. Buscó refugio en la liga mexicana, firmó con el Jalisco. Allí se convirtió en figura legendaria, particularmente luego de largar 41 jonrones y batear .316 en una temporada. En algún momento de agosto de 1966, Jalisco decidió obtener efectivo por Hendricks y vendió su contrato a los Angelinos de California. Luego de terminar 1966, él jugó otra temporada en el sistema de los Angelinos. Cuando los Angelinos decidieron no protegerlo en el draft de la regla 5, los Orioles lo reclamaron, lo habían seguido en la liga invernal puertorriqueña. Los Orioles lo subieron a las grandes ligas en 1968, para terminar su larga década de aprendizaje en las ligas menores.
La perseverancia de Hendricks pagó resultados, debido a que las reglas dictaban que los Orioles tenían que mantenerlo en su roster por todo 1968. Lo usaron como catcher a medio tiempo, alternándolo con Andy Etchebarren. Solo bateó .202 en 79 juegos, pero jugó tan bien defensivamente y tuvo una personalidad tan llevadera que se ganó el favor del manager Earl Weaver y se convirtió en una constante en Baltimore.
Hendricks nunca se convertiría en estrella, pero fue uno de esos maravillosos jugadores alternativos a quienes Weaver apreciaba y usó tan efectivamente durante la carrera por el campeonato desde 1969 hasta 1971. El pico de su carrera llegó en la Serie Mundial de 1970, cuando bateó para .364 y descargó un jonrón en la victoria del quinto juego sobre los Rojos de Cincinnati.
Como cátcher quien bateaba a la zurda, Hendricks se alternaba con Etchebarren, dándole a los Orioles un jonrón ocasional y un catcher capaz de forjar una buena comunicación con su talentoso cuerpo de lanzadores. Fue particularmente ágil detrás del plato, una destreza que le permitió moverse y bloquear pitcheos que pudieron haber burlado a otros catchers.
Hendricks no lucía como un catcher típico. Alto y flaco, tenía la contextura de un campocorto o la de un jardinero central. Le tocó ser cátcher en una época cuando a pocos peloteros negros o latinos les daban la oportunidad de jugar detrás del plato. No por sorpresa, catchers élite defensivos como Hendricks y Manny Sanguillén brillaron una vez que les dieron la oportunidad.
Permaneció con los Orioles hasta mediados de la temporada de 1972, Hendricks se hizo canjeable debido a la insurgencia de otro joven cátcher quien bateaba a la zurda, Johnny Oates. Ahora con exceso en esa posición, los Orioles cambiaron a Hendricks a los Cachorros por el jardinero veterano Tommy Davis. Debido al desgaste de Randy Hundley, los Cachorros necesitaban ayuda en la receptoría, pero la pasantía de Hendricks en Chicago se convirtió casi en un desastre. Bateó solo .116 en 56 turnos. ¿La razón? Tenía un depósito de calcio en el cuello, una condición que le causaba parálisis parcial en su brazo y mano derechos. Era muy difícil para Hendricks sostener las llaves de su carro, ni hablar de controlar un bate de madera.
Desilusionados con su pobre juego, los Cachorros cambiaron a Hendricks ese invierno. Lo enviaron de vuelta a los Orioles, acordaron por el catcher de ligas menores Frank Estrada como compensación del cambio. Al haber negociado a Oates durante el invierno, los Orioles ahora necesitaban un catcher que bateara a la zurda para respaldar a recién adquirido Earl Williams. Era un cargo para el cual Hendricks, un gran jugador defensivo, estaba dotado perfectamente. Tampoco dolió que Hendricks hablara inglés y español, una habilidad que le permitió comunicarse mejor con el as zurdo Mike Cuellar.
Hendricks permaneció en la posición de reserva hasta la fecha límite de cambios de 1976, cuando los enviaron lo enviaron hacia Nueva York como parte de un cambio múltiple que llevó a Rick Dempsey y a Scott McGregor hasta los Orioles. Hendricks se convirtió en cátcher reserva de los Yanquis, al jugar detrás del duradero y talentoso Thurman Munson. Como bateador zurdo y tipo de un fuerte carácter en el clubhouse, Hendricks pareció ajustarse perfectamente como cátcher reserva en el Bronx. Pero pasó la mayor parte de la temporada en el Syracuse AAA. Quizás eso explica porque los Yanquis lo dejaron ir después de es temporada, permitiéndole regresar a Baltimore por tercera vez- Se convirtió en coach/jugador para los Orioles en 1978 y entonces apareció en un juego final en 1979 antes de su carrera como jugador activo.
Hendricks se convirtió en coach a tiempo completo. Como coach de bullpen de los Orioles, trabajó con varios managers, durante algunos años que se extendieron desde 1978 hasta 2005. A lo largo de ese trayecto, sobrevivió un enfrentamiento con el cáncer testicular y un ataque cardíaco, pero siguió trabajando como coach. Despues de la temporada de 2005, los Orioles lo reasignaron debido a las preocupaciones por su salud. El 21 de diciembre de ese año, sufrió un ataque masivo cardíaco que se llevó su vida. Estaba a un día de su cumpleaños 65.
Las estadísticas vitalicias de Hendricks dificilmente son impresionantes, pero para los aficionados del beisbol de la década de 1970, el valor de él excedía a los números. Como dijo el pitcher derecho del Salón de la Fama, Jim Palmer acerca de Ellie en una entrevista de 2001: “Él era el receptor perfecto. Si yo le decía que se sentara hacia la esquina, él se sentaba en la esquina. Si yo lanzaba la pelota a tiempo, él podía sacar out al corredor. Él recibió mi juego sin hits ni carreras en 1969. Yo tenía la máxima confianza en él”.
Además, Hendricks podría ser el mejor pelotero que hayan producido las Islas Vírgenes. El nativo de St. Thomas no empezó a practicar el juego hasta que tuvo 13 años de edad, y solo después que sus empeines habían sido aplastados por las ruedas de un camión. Pero él se las arregló para recuperarse de la lesión, aprender el juego, y eventualmente llamar la atención de Hank Aaron, quien estaba de visita en las Islas Vírgenes durante el receso invernal. Aaron recomendó a los scouts de los Bravos que firmaran a Hendricks. Los Bravos siguieron su consejo.
Lo más importante, es que Ellie fue una de las buenas personas del beisbol. Entusiasta, optimista y siempre dispuesto a retribuirle al juego, Hendricks dejó una impresión positiva en todas las personas con quienes compartió. Estoy agradecido de haber sido una de esas personas. Por esa y muchas otras razones los aficionados de los Orioles seguramente entienden, porque el juego extraña a tipos como Ellie Hendricks.
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 11 de enero de 2017
El antíguo pitcher de los Rangers, el coach Jackie Brown ha fallecido.
Stefan Stevenson. Star-telegram.com. 09-01-2017.
El antíguo lanzador de los Rangers de Texas y coach Jackie Brown falleció este domingo 08 de enero luego de batallar con una larga enfermedad..
Brown, nativo de Holdenville, Okla., tenía 73 años de edad.
El derecho debutó en grandes ligas con los Senadores de Washington en 1970. También jugó con los Indios de Cleveland y los Expos de Montreal durante una carrera de siete años. Fue firmado como agente libre amateur por los Filis en 1962.
Él lanzó para los Rangers desde 1973 hasta 1975 antes de ser cambiado a los Indios durante la temporada de 1975. Su mejor año en las mayores fue 1974 cuando tuvo marca de 13-12 con 3.57 de efectividad. Lanzó nueve juegos completos, incluyendo dos blanqueos esa temporada.
“Él es un tipo que muchas personas lo consideraban su mejor amigo”, dijo Tom Grieve comentarista y antiguo compañero de equipo y de habitación de Brown. “Siempre tenía buen ánimo, el compañero de equipo perfecto. Uno de esos tipos que todos pensaban que el mundo les pertenecía”.
Brown fue coach de pitcheo de los Rangers para los managers Pat Corrales, Don Zimmer y Darrell Johnson desde 1979 hasta 1982. También fue coach de los Medias Blancas (1992-95) y de los Rays (2002).
El hermano de Brown, Paul lanzó en las mayores con los Filis en los años ’60. Su sobrino, Daren Brown es un manager de ligas menores en la organización de Seattle y fue manager interino de los Marineros por 50 juegos en 2010.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Números de Jackie Robinson con los Cardenales de Lara en la temporada 1970-71: 12 J, 4 C, 8 I, 3 G, 5 P, 1 S, 79.0 IP, 76 HP, 24 CL, 46 K, 28 BB, 2.73 EFE. Regresó con as Águilas del Zulia en las temporadas 1971-72 y 1972-73.
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