jueves, 23 de octubre de 2014
Chili Davis recuerda el día cuando Pedro Martínez estaba al rojo vivo
20-10-2014. Providence Journal
Bryan McPherson.
Nota del Editor: Esta historia fue publicada originalmente el 12 de enero de 2010.
Chili Davis, no necesariamente va a tomar crédito por los 17 ponches.
Pero Pedro Martínez no empezó a mostrar que estaba en una noche memorable en Yankee Stadium en 1999 hasta que Davis le dio aquel batazo largo.
“Se puede decir que desde el momento cuando calentaba tenía una recta centelleante y poderosa, y la iba a usar desde temprano”, dijo Davis, el nuevo coach de bateo de los Medias Rojas de Pawtucket (AAA), por teléfono desde su hogar en Arizona. “Iba a tratar de pasar por la alineación al menos una vez con esa recta para establecerse”.
“En el segundo inning le quemó el bate a Bernie Williams y a Tino Martínez. Le dije a Tino, ‘Este tipo tiene una gran recta’. Estaba sentado viendo los turnos de los bateadores y cuan rápido llegaba la pelota a ellos. Estaba retando a todos, primer pitcheo adentro, segundo pitcheo adentro. Me dije, ‘Cuando esté ahí, buscaré un primer pitcheo adentro. Tengo que hacerlo. Recta adentro’. Me lanzó una recta adentro, y respondí’. Eso fue temprano en el juego. Desde ese momento, más nadie le bateó imparable. Se hizo más dominante. Pienso que yo lo desperté”.
El jonrón solitario que Davis bateó en el segundo inning fue el único imparable que Martínez permitió en quizás el juego más grande que el futuro inquilino del Salón de la Fama lanzó alguna vez. Martínez ponchó 17, incluyendo a Davis en sus próximos dos turnos, y no permitió que nadie se le embasara luego del segundo inning.
Davis usaba el uniforma de rayas en 1999, la temporada final de una carrera de 19 años en las Grandes Ligas con los Gigantes, Angelinos, Mellizos, Reales y Yanquis. Él cambiará de lado en la rivalidad Yanquis- Medias Rojas la próxima temporada cuando comience a trabajar como coach de bateo de Pawtucket. A pesar de nunca haber sido coach en las ligas menores, Davis fue anunciado este lunes como la pieza final del cuerpo técnico del equipo AAA bajo el nuevo manager Arnie Beyeler.
“Todavía estoy sorprendido y feliz”, dijo Davis. “Pensaba que para regresar al juego, aun con mis credenciales de ex jugador, probablemente requeriría que fuera a trabajar a Clase A primero, a lo cual no estaba negado porque sé que puedo aportar algo al juego. He estado lejos del juego por 10 años, pero mis hijos ya están grandes, y tengo la oportunidad de regresar a algo que hice y disfruto hacer en el frente de entrenamiento. Es una oportunidad con una gran organización, una organización de respeto.
Como no muchos peloteros, Davis se alejó tanto del béisbol como pudo luego de retirarse en 1999. Su hijo mayor, por necesidad, había crecido con su padre en el estadio. Pero sus otros dos hijos, aun pequeños para el momento, tenían su niñez completa por delante. Antes que dedicarse a entrenar Davis pasaba sus veranos en el estado de Washington pescando en un bote con sus hijos.
Hace aproximadamente un año, sin embargo, Davis empezó a sentir la picazón. Todos lo que había hecho en el entretiempo fue entrenar durante un par de sesiones de ocho semanas con la Academia de Béisbol Australiana en 2003 y 2004, él indirectamente tuvo algo que ver en la medalla de plata ganada por Australia en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, y una aparición como invitado ocasional en un entrenamiento primaveral.
“Hablé con mis muchachos de eso, y dije, ‘Ustedes están en lo suyo. Me gustaría sentir que estoy haciendo algo que beneficiará a alguien antes que estar sentado sin hacer nada’”, dijo Davis.
Davis falló en su primer intento en un trabajo como coach hace un año. Simplemente empezó muy tarde. La mayoría de las posiciones de coach están ocupadas para el día de año nuevo.
Pero el tres veces Todos Estrellas recibió un llamado a su puerta en septiembre de los Dodgers para un cargo como coach en la liga instruccional de otoño para prospectos de liga menor. Una entrevista con los Dodgers para su puesto de coach de bateo en Grandes Ligas no llegó a nada, pero los Medias Rojas no esperaron más para llamarlo.
Como bateador, Davis ciertamente habría llamado la atención de cualquier oficina dirigida por Theo Epstein. Registró un promedio con gente en base de .380 o mayor en seis de sus últimas ocho temporadas completas en Grandes Ligas. Se embasó con un promedio de .429 con los Angelinos de California en 1995, bueno para ser quinto en la Liga Americana.
Pero ser coach para Davis, es más que haber sido un buen bateador.
“Uno de los factores más importantes es ganar la confianza de la gente y mostrarles que estás comprometido con ellos, no para tu promoción, sino por su beneficio”, dijo. “No necesariamente necesito ser promovido. No necesito más tiempo en Grandes Ligas. No necesito tiempo para la pension. Ya he conseguido todo eso. Tengo el deseo de enseñar. Me veo enseñando en cada forma possible. Cuando veo un juego, lo hago desde la perspectiva de un coach. He sido ese tipo de persona desde que era jugador”.
Sus experiencias en el campo, ganó una Serie Mundial con los Mellizos de Minnesota en 1991, y dos más con los Yanquis, en 1998 y 1999, le darán credibilidad instantanea en el clubhouse de Pawtucket.
Y si un pitcher rival sale del dugout dominando a los bateadores con rectas adentro desde el comienzo, él sabrá que hacer con eso también. Se lo hizo a Martínez en 1999 en lo que todavía puede ser el juego más grande lanzado por un pitcher de los Medias Rojas.
“He visto tres juegos perfectos y numerosos sin hits ni carreras”, dijo Davis. “He visto algo en mi carrera, y no necesitaba estar más tiempo en un equipo para ver que alguien viniera y nos dominara de esa manera. Cuando estás en esos juegos, quieres batear ese imparable lo más temprano posible. Cuando enfrentábamos a Nolan Ryan, mientras yo era novato, Joe Morgan decía, ‘Bateen ese hit temprano. No hay que dejarlo pensar que va a lanzar sin hits ni carreras hoy’. Ese es el tipo de pitcher que era Pedro Martínez. No quieres que él tenga esa adrenalina y pensar que tiene oportunidad de lanzar sin hits o un juego perfecto”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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