martes, 7 de abril de 2015
Cooperstown Confidencial: La enigmática vida de Alex Johnson
24-03-2015. Bruce Markusen. The HardBall Times
La muerte reciente de Alex Johnson pone punto final a uno de los capítulos más enigmáticos y controversiales de la historia del beisbol, no estoy seguro si caracterizarlo como víctima de las circunstancias o como una figura antisocial quien le hizo la vida miserable a los que estaban a su alrededor innecesariamente. O tal vez una mezcla de ambos.
La carrera de Johnson empezó en 1961, cuando los Filis lo firmaron como agente libre amateur. La organización lo observó batear .313 o más en cada nivel de las ligas menores, mientras avanzaba en el sistema de granjas de los Filis. Llegó a las Grandes Ligas a mediados de la temporada de 1964, el mismo año que apareció otro prometedor joven prospecto llamado Richie Allen.
Johnson no era un jugador de cinco herramientas, era un jardinero de pobre defensiva y no lanzaba bien, pero tenía sobresalientes destrezas bateando y corriendo. Poseía una increíble velocidad con el bate, regularmente tomaba práctica de bateo a 40 pies de distancia, en vez de los normales 60 pies, seis pulgadas. También podía correr, como lo evidencian los tiempos que desplegaba en correr desde el plato hasta primera base. Johnson regularmente completaba la ruta en 3.8 segundos, un tiempo sobresaliente para un bateador derecho. El manager de los Filis, Gene Mauch, dijo que nunca había visto a un pelotero correr desde segunda base hasta el plato más rápido que Johnson.
Hasta la apariencia física de Johnson hacía girar los rostros. En una época cuando los jugadores no levantaban pesas o consumían esteroides, Johnson tenía el físico de un Adonis. Era muscular y tonificado, a tal punto que se ganó el apodo de “Toro”. Con la magnitud de su estatura y peso, Johnson generaba la apariencia de una pieza esculpida en granito. Esa clase de físico se convertía en poder verdadero; Johnson descargó 35 jonrones con el Magic Valley Clase A y 21 cuadrangulares para el Arkansas AAA.
Una vez que los Filis notaron que Johnson dominaba el pitcheo de AAA, lo llamaron en julio de 1964. Como novato, Johnson compartió el jardín izquierdo con el veterano Wes Covington durante la segunda mitad del verano. Bateó .303 y registró un porcentaje de embasado de .840, buenos números que fueron rebasados por Allen, quien jugó la temporada completa en Filadelfia y ganaría el Novato del Año.
En 1965, el tiempo de juego de Johnson se duplicó. En 280 apariciones al plato, bateó para .294 con ocho jonrones, ocasionando que algunos en la organización le predijeran un futuro estrellato. Pero también había problemas. Como bateador de bolas malas, Johnson no tomaba muchos boletos, lo cual reducía el impacto de su velocidad. Además cuando corría las bases, Johnson no siempre daba su mejor esfuerzo. También tenía el mal hábito de trotar tras los elevados. Estas señales irritaban a su manager, Mauch, un cultor de la vieja escuela sin tolerancia para la falta de esfuerzo.
Para finales de la temporada de 1965, Mauch y los Filis se habían cansado de los malos hábitos de Johnson. Ese invierno, los Filis lo incluyeron en un cambio grande, lo enviaron junto a dos jugadores de ligas menores a los Cardenales por el primera base Bill White, el shortstop Dick Groat y un cátcher de reserva llamado Bob Uecker.
Los Cardenales creían tanto en Johnson que movieron a Lou Brock hacia el jardín derecho para abrirle espacio a Johnson en la izquierda. El movimiento casi se convirtió en desastre, Johnson cayó en un terrible slump de bateo y se ganó el boleto de regreso a AAA. Los Cardenales lo llamaron más adelante en la temporada, pero todo se complicó cuando peleó con su compañero jardinero Bobby Tolan. El incidente hizo que los Cardenales se molestaran mucho con Johnson. Luego de dos temporadas, lo cambiaron a los Rojos de Cincinnati por el jardinero Dick Simpson, un jugador de lejos menos talentoso que Johnson.
Johnson encontró un buen hogar en Cincinnati donde congeniaba con el manager Dave Bristol y sus compañeros. Bristol, quien describió a Johnson como “cooperativo”, básicamente dejó a su joven y talentoso jardinero por su cuenta. Johnson no hablaba mucho en el dugout o en el campo, pero bateaba bien con los Rojos como su jardinero izquierdo regular. También mostró algo del poder que había desplegado en las menores, pero había estado virtualmente inexistente en Filadelfia y San Luis.
Con dos buenas temporadas en los libros, Johnson aspiraba a una larga estadía en Cincinnati. No ocurrió. Luego de la temporada de 1969, Bob Howsam, el gerente general de los Rojos, quien estaba determinado a mejorar su cuerpo de lanzadores, decidió hacerlo al costo de Johnson. Howsam envió a Johnson, el utility jugador del cuadro Chico Ruiz, y el pitcher Mel Queen a los Angelinos por los derechos Jim McGlothlin y Pedro Borbón. Johnson no había hecho nada malo; simplemente se había convertido en buen anzuelo para un cambio luego de dos temporadas productivas en Crosley Field.
Aunque el cambio sorprendió a Johnson, jugó bien en su primera temporada al sur de California. Sus virtudes con el madero captaron la atención de un coach veterano de los Angelinos. “Nunca antes me había asustado lanzando la práctica de bateo”, le dijo el coach Rocky Bridges a Newsweek, “pero lanzarle a Alex es como estar al alcance de la artillería”.
Johnson era tan bueno en la práctica de bateo como en el juego. El bateó sobre .300 a través del verano, lo cual le permitió batallar con Carl Yastrzemski por el título de bateo de la Liga Americana. El día final de la temporada, Johnson bateó dos imparables para superar a Yaz, .3289 a .3286, pero entonces fue sacado inmediatamente de la alineación por un corredor emergente luego del segundo imparable. Esa decisión creó alguna controversia, particularmente en Boston, donde los aficionados sintieron que Johnson había tomado el camino cobarde para lograr el título de bateo.
Otra fuente de controversia se encontraba en la actitud e Johnson esa temporada. En varias ocasiones, dejó de correr cuando bateaba roletazos, y trotaba tras los elevados en los jardines. Los Angelinos lo disciplinaron como lo hubiese hecho la mayoría de los equipos, lo multaron luego de cada incidente de indolencia.
Johnson también desarrolló una relación de antagonismo con los medios de comunicación del sur de California, lo cual era de alguna manera irónico dada su reputación de retraído y hasta “suave” con los peloteros. Las preguntas simples dirigidas a Johnson lo hacían gritar tan alto que se le oía en todo el clubhouse. En una ocasión él trató de sacar personalmente al experimentado periodista Dick Miller del clubhouse. En otra, dejó caer una lata de café molido sobre la máquina de escribir de un reportero. A veces, Johnson hasta le gritaba a los compañeros que trataban de hablarle o intentaban hablar con los medios.
La conducta de Johnson, la cual le ganó el apodo “Alex el furioso”, iba en sentido contrario a su personalidad lejos del estadio. Amigos y asociados decían que podía ser cálido y encantador. Era especialmente bueno con los niños, a quienes trataba de ayudar mediante caridad. The Sporting News describió a Johnson como “un devoto hombre de familia” quien “vivía de acuerdo a un estricto código moral”.
Mientras la situación alrededor de Johnson fue tolerable en 1970, alcanzó un punto de ebullición en 1971. Una serie de acciones bizarras durante un juego de entrenamiento primaveral indicó que algo andaba muy mal. En un juego de tarde bajo el sol de Arizona, Johnson se ubicaba bajo la sombra creada por la torre de luz del estadio. A medida que la sombra se movía, también lo hacía Johnson, para no exponerse al sol ardiente. El manager de los Angelinos Lefty Phillips notó los movimientos extraños de Johnson. También se dio cuenta cuando Johnson escogió no correr cuando bateaba la pelota ese día. En ese momento decidió sacarlo del juego.
Johnson no escarmentó con el incidente. Al día siguiente, en su primer turno al bate, de nuevo dejó de correr al batear. Phillips lo sacó del juego por segundo día seguido.
Cuando la temporada regular arrancó en abril, mantuvo su mejor conducta durante el primer mes de la campaña. Pero en mayo, Johnson volvió a sus viejos modales, reiteradamente dejó de correr cuando bateaba roletazos y elevados.
El gerente general de los Angelinos, Dick Walsh mantuvo su apoyo a Johnson, pero Phillips había perdido la paciencia. El 23 de mayo, Phillips realizó una reunión con el equipo, pero solo con 24 peloteros. Johnson no fue invitado. Phillips discutió la conducta de Johnson y luego emitió un pronunciamiento. “Alex Johnson”, dijo Phillips, “no jugará más con este equipo”. Varios de los Angelinos apoyaron abiertamente el anuncio de Phillips.
Poco después, Johnson habló con Phillips para pedirle otra oportunidad. Johnson prometió que se fajaría todo el tiempo. Phillips lo puso de nuevo en la alineación. Pero el 4 de junio, en un juego ante los Medias Rojas, Johnson de nuevo dejó de correr al batear una pelota. Una vez más, Phillips lo sacó del juego.
Para el 25 de junio, Phillips había visto suficiente. Habiendo multado a Johnson 29 veces y enviado a la banca en cuatro ocasiones, Phillips lo envió al banco una vez más, esencialmente lo suspendió del equipo. La Asociación de Peloteros no estuvo de acuerdo con la decisión e introdujo una reclamación de parte de Johnson. El director del sindicato, Marvin Miller alegó que Johnson sufría de “tensión emocional” y debía ser colocado en la lista de incapacitados, con su sueldo intacto.
Para sorpresa de los Angelinos, los árbitros fallaron a favor de Johnson. Basados en las observaciones de dos psiquiatras quienes habían determinado que Johnson estaba “incapacitado emocionalmente”, los árbitros adujeron que Johnson sufría de enfermedad mental y debía ser tratado igual que cualquier jugador con una lesión física. En lo que resultó una decisión para marcar territorio, los árbitros ordenaron levantar la suspensión de Johnson y que fuese colocado en la lista de incapacitados. Mientras tanto, Johnson continuó recibiendo el tratamiento psiquiátrico que había empezado luego de ser suspendido por los Angelinos.
Años después, Miller presentó un alegato de que los Angelinos no solo habían fallado en darse cuenta de que Johnson estaba mentalmente enfermo, sino que también lo trataron de manera racista. Mientras el alegato de Miller sobre enfermedad mental parece justificado, las acusaciones de racismo son cuestionables. La mayoría de los jugadores de los Angelinos, negros y blancos, se habían cansado de la conducta antagónica de Johnson. Un jugador afroamericano, el zurdo Rudy May, fue particularmente crítico con Johnson. Defendió públicamente la manera como los Angelinos manejaron el asunto y ofreció a Johnson algún consejo en su entrevista con los reporteros. “Le debes a los aficionados y más que todo a ti fajarte todo el tiempo”.
Además, de todos los jugadores de los Angelinos, él que había sufrido más a manos de Johnson era un latino de piel oscura, Chico Ruiz, su antiguo compañero de equipo en los Rojos.
En algún momento, Ruiz y Johnson habían sido buenos amigos. De hecho, Ruiz era el padrino de la hija de Johnson. Pero con el tiempo, la relación cambió. Johnson empezó a maldecir a Ruiz, con frecuencia lo insultaba. En dos ocasiones, Ruiz y Johnson se fueron a las manos en el clubhouse.
Para la primera mitad de la temporada de 1971, Ruiz se había cansado de la manera como Johnson lo trataba. Ruiz le gritaba con furia a su antiguo amigo. De acuerdo a los testigos, Ruiz dijo: “Los blancos de este equipo pueden despreciarte, ¡pero yo soy tan negro como tú, y te odio! Te odio tanto que podría matarte”.
El 13 de junio, Johnson y Ruiz entraron al juego como emergentes. Luego que ambos regresaran al clubhouse, Ruiz tomó una pistola de su casillero y empezó a apuntar a Johnson. Johnson dijo que Ruiz lo amenazó con la pistola.
En principio, Ruiz dijo que no tenía una pistola. El gerente general Dick Walsh apoyó eso. Luego, durante la audiencia de arbitraje de Johnson, Walsh admitió haber mentido. Dijo que Ruiz tenía una pistola, y de hecho la había sacado en presencia de Johnson en el clubhouse. Y entonces, en defensa de Ruiz, Walsh dijo que la pistola no estaba cargada y que no significaba una amenaza física para Johnson.
Dado el estado de la relación entre Johnson y sus compañeros de equipo, sin mencionar su frágil estado mental, era claro que nunca volvería a jugar con los Angelinos. Johnson permaneció en la lista de incapacitados por el resto de la temporada. Ese octubre, los Angelinos exploraron las posibilidades de cambio para Johnson.
De manera impresionante, Walsh encontró un equipo interesado rápidamente. El 5 de octubre, Walsh negoció a Johnson y el catcher de reserva Jery Moses a los Indios por los jardineros Vada Pinson y Frank Baker y el derecho Alan Foster.
Aún lejos de la atmósfera de circo de los Angelinos, a Johnson no le fue bien. No bateó nada con los Indios, necesito una reacción a final de temporada para terminar con .239 de promedio. También pareció perder interés a medida que la temporada avanzó. En determinado momento, Johnson se mantuvo tratando de tocar la pelota por su cuenta, turno tras turno, como si hubiese perdido la confianza en su habilidad para batear largo. Varios de sus compañeros de los Indios ladearon la cabeza incrédulos.
Permaneció con los Indios durante la primavera de 1973, de nuevo Johnson se encontró en un movimiento. Esta vez, los Indios lo cambiaron a los Rangers por dos oscuros lanzadores, Vince Colbert y Rich Hinton. Como bateador designado y jardinero izquierdo, Johnson bateó razonablemente bien en la mayor parte de dos temporadas en Texas, primero con Whitey Herzog y luego con Billy Martin. Algunos observadores anticiparon un eventual encontronazo entre Martin y Johnson, pero nunca ocurrió. Sin embargo, Martin se sintió frustrado cuando vio que Johnson no corría con cada pelota que bateaba. Antes que confrontar a Johnson, Martin lo sentó. Entonces, a principios de septiembre, los Rangers vendieron a Johnson en waivers a los Yanquis.
Ahora, Johnson tenía poco del talento que alguno vez tuvo. Al no ser capaz de negociar muchos boletos o batear muchos jonrones, Johnson vio disminuir su promedio de bateo. Si hubo algo positivo, fue su conducta. No se enredo en confrontaciones rabiosas como a menudo lo había hecho en California. De hecho, el director de relaciones públicas de los Yanquis, Marty Appel y el masajista del equipo Gene Monahan encontraron a Johnson completamente tratable. Johnson todavía tenía algunos hábitos extraños, como la insistencia de llevar consigo su cartera en el bolsillo de su uniforme durante los juegos (como si temiera que alguien le fuese a robar su dinero). Él todavía no hablaba mucho con los medios, a menudo se iba rápido del clubhouse después de los juegos, pero la mayor parte de su rabia pareció disiparse.
Luego que los Yanquis lo pusieron en waivers a finales de 1975, Johnson firmó con los Tigres de su ciudad natal. Jugó su temporada final y bateó para .268, además se mantuvo alejado de la controversia. Entonces jugó un año en la liga mexicana antes de retirarse.
Cuando terminaron sus días de jugador activo, Johnson dejó el juego por completo. Expresó públicamente su amargura por la manera injusta en que el béisbol lo trató a él en particular y a los jugadores negros en general. En una ocasión dijo que no había asistido a ningún juego de Grandes Ligas desde su retiro. Estaba contento de haber sustituido a su padre como el dueño de una tienda de reparaciones de camiones en Detroit, con lo cual confirmaba la vocación en la que había mostrado interés desde que jugaba béisbol.
A excepción de un artículo que apareció en Sports Illustrated en 1998, Johnson permaneció completamente fuera de la luz pública. Pero entonces, el pasado verano, reapareció, aunque sutilmente. Sin anunciarse, asistió a la Jerry Malloy Negro Leagues Conference. Fue realizada en Detroit, su ciudad. Estuvo en un panel de discusión sobre Walt Owens, su antíguo entrenador en Northwestern High School. Cuando Johnson entró por la puerta, se presentó a sí mismo e hizo unas pocas observaciones sobre la importancia de la investigación sobre las Ligas Negras realizada por los asistentes. De acuerdo a los asistentes, Johnson mostró un gran respeto por los jugadores negros que le precedieron.
Esa fue la última aparición pública de Johnson, antes de sucumbir a un cáncer de próstata a la edad de 72 años. Ese día en la conferencia, ciertamente mostró un lado diferente de él, en marcado contraste con el hombre que había parecido tan rabioso y enfermo en muchos de sus días de jugador activo.
Aún ahora, no estoy seguro de que hacer con Alex Johnson. Hay poca duda de que sufrió de enfermedad mental durante su carrera de jugador, y eso fue algo en lo que el establecimiento del beisbol tuvo poca experiencia para tratarlo o para ayudar. En particular, la gerencia de los Angelinos no ayudó a mejorar la situación, sin importar cuales pudieron haber sido sus intenciones.
También hay poca duda de que Johnson le dificultó la vida a quienes estaban a su alrededor, incluyendo a sus compañeros de equipo y managers. Desde un punto de vista profesional, este es el tipo de conducta desagradable y contraproducente a la causa de tratar de ganar juegos sin importar las razones que haya tras ello.
También esta completamente claro que Johnson fue un hombre reflexivo e inteligente, uno quien podía ser carismático y divertido, especialmente fuera del beisbol. Ciertamente no fue un hombre malo, sino uno que tuvo su cuota de amigos a lo largo del camino.
Me parece que Alex Johnson nunca será entendido por completo.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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