lunes, 28 de marzo de 2016
Esquina de las Barajitas: 1974 Topps: La trágica pérdida de Ken Brett.
5 de diciembre de 2014. Bruce Markusen. The Hard Ball Times.
Los Piratas eran el cuarto equipo de Ken Brett en sus primeras siete temporadas de Grandes Ligas. A primera vista, hay claramente algo raro con la barajita de Ken Brett de Topps 1974. Si, la gorra de los Piratas ha sido pintada por uno de los fotógrafos de Topps. Pero no hay nada inusual en eso; la compañía pintó cientos de barajitas durante los años ’70.
Este ejemplo de pintura no solo luce crudo en su rudo acabado; también contiene un error obvio. Al cubrir los colores rojizos del equipo de Brett en 1973, los Filis, el artista coloreó la gorra completa de los Piratas con el dorado característico del equipo. Aparentemente, el artista de Topps no estaba completamente familiarizado con el esquema de colores de los Piratas a principios de los años ’70. Las gorras de los Piratas de esa era tenían dos tonos de color. Solo la corona de la gorra era dorada; la visera era negra, el otro color primario del equipo.
Más allá de eso, notamos que Brett muestra asomos de una sonrisa en su barajita. Eso es una característica consistente en todas las barajitas de Brett. Era imposible verlo triste o mal encarado, o serio, en cualquiera de sus barajitas. La eterna sonrisa nos dice mucho. Brett era un tipo popular y llevadero, conocido por su sentido del humor y disposición a reir. Eso solo hizo que su temprana muerte de cáncer fuese más dificil de aceptar, especialmente para alguien quien llegó a saber de él mediante sus repetidas conexiones con el norte de Nueva York.
Para 1974, Brett se había establecido como uno de los pitchers situacionales consumados del juego. Los Piratas representaban su cuarto equipo en las primeras siete temporadas de su carrera. Para los aficionados que recordaban a Brett ser drafteado y firmado por los Medias Rojas en 1966, este desarrollo debió parecerles impactante. Cuando los Medias Rojas lo seleccionaron en la cuarta escogencia del draft amateur de 1966, los scouts elogiaban su talento y potencial. Era el más celebrado de los cuatro hermanos Brett, incluyendo al hermano más joven, George. Ken Brett no solo era reconocido exclusivamente como pitcher en ese momento. No, los scouts a lo largo del país, también veían a Brett como uno de los mejores jardineros jóvenes.
Un scout consideraba a Brett el mejor pelotero amateur que hubiese visto en persona. “Él era el mejor prospecto que nunca vi”, dijo el veterano scout de los Medias Rojas Joe Stephenson, “una combinación de George Brett, Fred Lynn y Roger Maris”.
Dadas tales comparaciones, no sorprende que la mayoría de los equipos en posición de draftear a Brett en 1966 habían enfocado sus talentos para jugar en los jardines y batear. Con su poderoso y suave swing zurdo y un cañón por brazo de lanzar, Brett tenía las herramientas de un jardinero central Todos-Estrellas. Sin embargo, la oficina principal de los Medias Rojas, veía a Brett un poco diferente. Los Medias Rojas necesitaban desesperadamente brazos jóvenes, así que decidieron encauzar a Brett hacia el pitcheo. Luego de firmarlo con un bono de 85.000 $, y asignarlo a los Red Sox de Oneonta de la NY-Penn League, los Medias Rojas esperaban que Brett iniciara una rápida escalada en su escalera organizacional.
Ubicada a 22 millas de Cooperstown, Oneonta, no es una ciudad grande, pero Brett de alguna manera se las ingenió para perderse en su primer intento de llegar al estadio. La oficina principal del Oneonta se preocupó tanto que puso una denuncia en la policía para que rastrearan a Brett.
Finalmente, Brett apareció, y se registró en un hotel cercano. Entonces caminó tres cuadras desde el hotel hasta Damaschke Field. Su llegada ocasionó otra agitación, cuando el cuerpo técnico del Oneonta notó los pies de él; por alguna razón, Brett estaba descalzo. Extrañamente, Brett tampoco llevaba zapatos con él. “Me estaban doliendo los pies”, explicó Brett a The Sporting News. “Había pasado la mayor parte del verano en la playa y no estaba acostumbrado a usar zapatos”. Además, para empezar, a Brett no le gustaba usar zapatos.
Una vez que Brett se reportó a salvo, procedió a tener dificultades con su pitcheo en la NY-Penn League. A pesar de su difícil debut al norte de Nueva York, los Medias Rojas lo movieron a una clasificación superior en 1967. Primero, fue a Winston-Salem de la Carolina League. Y entonces, a media temporada, los Medias Rojas lo mandaron al Pittsfield AA. De manera impresionante, Brett pitcheaba mejor mientras subía de clasificación. Lanzó tan bien en Pittsfield, con una efectividad de 1.80 en 25 aperturas, que los Medias Rojas lo compensaron con un llamado de fin de temporada a Boston. Mientras los Medias Rojas batallaban con varios equipos en una frenética carrera por el banderín de la Liga Americana, Brett hizo una aparición en relevo, terminó un juego que perdieron ante Cleveland el 27 de septiembre.
Aunque Brett todavía era un adolescente, su personalidad lo convirtió en un éxito inmediato en el clubhouse de los Medias Rojas. “Él era muy maduro para su edad y muy bien-querido”, le dijo el campocorto de los Medias Rojas al Boston Globe años después. “Encajó perfectamente en el clubhouse. Todos éramos jóvenes y todos tomábamos las cosas con ligereza”.
Brett lanzó en un solo juego de la temporada regular para los Medias Rojas, pero el manager Dick Williams se enamoró inmediatamente de su brazo. Williams también tenía alta estima por el nivel de coraje de Brett, lo acreditó por tener “las agallas de un ladrón”. Cuando Sparky Lyle dejó el equipo por una lesión que terminó su temporada, los Medias Rojas solicitaron a la oficina del comisionado permitir a Brett ser su reemplazo en la postemporada. Spike Eckert dio su aprobación; con algo de duda. Williams incluyó a Brett en el roster de los Medias Rojas para la Serie Mundial.
Brett hizo dos apariciones en la Serie Mundial, no permitió carreras en un inning y un tercio contra los Cardenales y se convirtió en el jugador más joven en la historia del clásico de otoño. Aunque los Medias Rojas perdieron la serie en siete juegos, Brett de 19 años de edad, había pasado su primera prueba.
A pesar de su impresionante demostración de octubre, Brett claramente no estaba listo para un trabajo a tiempo completo en Grandes Ligas. Los Medias Rojas lo veían como abridor a tiempo completo, no como un pelotero accesorio del bull pen. Aún de 19 años, regresó a las ligas menores, esta vez al Louisville AAA de la International League, pero los problemas en el brazo lo limitaron a solo nueve apariciones. Retrasado por la lesión, Brett regresó a Louisville en 1969, hizo 19 aperturas, y entonces fue a la liga instruccional para trabajar con su curva y su cambio.
En 1970, Brett se ganó otro llamado a Boston, esta vez para bien. Al necesitar pitcheo abridor, los Medias Rojas pusieron a Brett en la rotación, pero fue muy bateado en ocho aperturas, tuvo efectividad de 5.26. El manager de los Medias Rojas, Eddie Kasko, trató con Brett como relevo en 1970 y mostró mejoría, poncho 155 bateadores en 139 innings, pero su efectividad permaneció por encima de 4.00. Entonces vino una desastrosa temporada de 1971, en la cual Brett lanzó casi exclusivamente en relevo, su efectividad llegó hasta 5.34.
Frustrados por la falta de mejoría de Brett, los Medias Rojas decidieron seguir adelante. Mientras negociaban un cambio monstruoso con los Cerveceros ese octubre, los patirrojos decidieron incluir a Brett en la transacción. El cambio de diez peloteros envió a Brett, al pitcher derecho Jim Lonborg, el toletgero George Scott y los jardineros Billy Conigliaro y Hoe Lahoud a Milwaukee por Tommy Harper y dos lanzadores, Lew Krausse y Marty Pattin. La carrera de Brett en Boston había terminado aparentemente antes de haber empezado.
Como una franquicia relativamente nueva, que había entrado a la liga como Pilotos de Seattle en 1969, los Cerveceros estaban emocionados por tener a un talentoso pitcher zurdo como Brett. El manager de los Cerveceros, Dave Bristol, incluyó a Brett en su rotación de abridores, pero ni Bristol ni Brett terminaron la temporada en sus respectivos puestos. Bristol terminó despedido en mayo, mientras Brett tuvo dificultades en 22 aperturas antes de ser sacado de la rotación. En total, fue una temporada de disgustos para los Cerveceros, quienes terminaron últimos, y Brett, quien solo ganó siete juegos y tuvo una efectividad de 4.53.
Los Cerveceros estaban tan disgustados con la actuación de Brett que perdieron las esperanzas en él después de un verano y lo incluyeron en otro cambio grande al final de la temporada. Esta vez fue una negociación de ocho peloteros entre los Cerveceros y los Filis. El cambió envió a Brett, Lonborg, y al as relevista Ken Sanders a Filadelfia por el tercera base Don Money, el infielder utility John Vucovich, y el pitcher derecho Billy Champion.
El cambio de escenario, junto al cambio de liga, le sentó bien a Brett. Se convirtió en miembro regular de la rotación abridora de Danny Ozark, surgió como un sólido abridor número 3 detrás de Steve Carlton y Wayne Twitchell. Brett bajó su efectividad a 3.44, ganó 13 juegos, y acumuló 211 innings. Por primera vez en su carrera, Brett lanzaba como el prospecto que los Medias Rojas y otros equipos habían visualizado alguna vez. Como bono adicional, Brett bateó jonrones en cuatro apariciones seguidas, para recordar la explosión de poder que una vez había sido la envidia de los scouts a mediados de los años ’60.
La primera temporada positiva de Brett en Filadelfia debería haberle suministrado un hogar permanente, pero en realidad tuvo el efecto opuesto. Al subir su valor de cambio, Brett se convirtió en el señuelo para resolver el problema de vieja data de los Filis con la segunda base. A los Filis les gustaba Dave Cash de los Piratas, un jugador que no solo podía jugar en la mitad del infield sino que podía ser abridor de la alineación. A su vez, los Piratas necesitaban algo de pitcheo, especialmente brazos zurdos. Así que los dos equipos hicieron un cambio a la antigua de uno por uno, al canjear a Cash por Brett.
Brett le dio a los Piratas exactamente lo que ellos querían. De hecho, reprodujo casi idénticamente los números que había logrado en Filadelfia. De nuevo tuvo marca de 13-9, agenció una efectividad de 3.30, y lanzó 191 innings. Lanzó tan bien en la primera mitad de la temporada que fue seleccionado para el Juego de Estrellas y procedió a apuntarse la victoria para las estrellas de la Liga Nacional. Luego de Jim Rooker y Dock Ellis, Brett se estableció como el tercer mejor abridor más efectivo del roster de los Piratas. El único punto oscuro fue un dolor en el codo que desarrolló después del receso del Juego de Estrellas.
Afortunadamente, los Piratas rompieron el patrón de cambiar a Brett luego de una temporada, en vez de eso, lo mantuvieron en su roster de 1975. Brett continuó su racha de efectividad, aun cuando los Piratas cambiaron un poco sus funciones porque había aumentado la profundidad de su rotación. Esta vez Brett hizo 16 aperturas y siete apariciones como relevo, lo hizo bien como una especie de pitcher utility para el manager Danny Murtaugh.
Brett lanzó en una variedad de funciones sin quejarse, pero los Piratas empezaron a preocuparse por la creciente fragilidad de su brazo izquierdo, específicamente por el codo artrítico, el cual le había llevado a pasar un tiempo en la lista de incapacitados por dos temporadas. Además, los Piratas vieron la oportunidad de hacer un cambio intrigante con los Yanquis ese invierno. Al querer desesperadamente a Doc Medich, el talentoso joven derecho a quien consideraban una estrella en formación, los Piratas entregaron a Dock Ellis, el prospecto de segunda base Willie Randolph, y Brett.
El cambio incluía una clausula interesante: Si el codo izquierdo de Brett volvía a resentirse, los yanquis tenían hasta el 31 de mayo para regresarlo a los Piratas. Algunos observadores especulaban que el codo artrítico podría forzar a Brett a dejar de lanzar y concentrarse en batear, uno de sus otros talentos. Con 10 jonrones y .262 de promedio de bateo vitalicio, Brett se clasificaba como el principal pitcher bateador del juego.
Si se mantenía sano, un pitcher zurdo, joven y bueno como Brett debería haber encontrado una larga estadía en Yankee Stadium. Pero él entendía que los yanquis lo habían adquirido sobre una base condicional. “Es agradable ser buscado”, dijo Brett sarcásticamente en una entrevista del entrenamiento primaveral con Phil Pepe del New York Daily News.
El brazo de Brett pasó todas las pruebas esa primavera, pero él pronto supo que tan rápido cambian los planes en el Bronx. Los Yanquis tenían tanto pitcheo abridor que lo relegaron al bullpen. Mientras tenían un pitcheo superpoblado, necesitaban algo de ayuda en la ofensiva. Al ver una oportunidad para adquirir el veterano bateador designado Carlos May de los Medias Blancas, los Yanquis empacaron a Brett y el veloz jardinero Rich Coggins en un cambio de 2 por 1. Al unirse a su sexto equipo en seis años, Brett usaría los colores antíguos del uniforme de la banda de rebeldes de Bill Veeck.
El manager de los Medias Blancas, Paul Richards, inmediatamente instaló a Brett en su rotación de abridores y lo vio alcanzar una efectividad que lideró al equipo, 3.32 en 26 inicios. En un equipo que tenía a relevistas como Terry Forster y Rich Gossage como abridores, Brett emergió como el as de la rotación. Nadie podía culpar a Brett porque los Medias Blancas habían ganado solo 64 juegos y terminaron últimos en el oeste de la Liga Americana.
Aunque los frecuentes viajes de Brett le dieron la apariencia de un obrero envejecido, él solo tenía 28 años de edad. Los Medias Blancas estaban tan complacidos con su pitcheo que lo convirtieron en su pitcher abridor de juego inaugural de 1977. Pero Brett no lució bien, permitió cinco carreras a los Azulejos de la expansión, quienes lo sacaron después de tres innings de trabajo.
Ese comienzo resultó ser el presagio de un verano malo, y de un codo adolorido que afectó su pitcheo. Brett hizo 13 aperturas para los Medias Blancas, tuvo dificultades en la mayoría de ellas, y su efectividad subió hasta 5.01. Al no ser más el pitcher que había sido en 1976 y mucho menos el as de la rotación, Brett se hizo negociable de nuevo. Así que los Medias Blancas lo cambiaron a los Angelinos por un paquete encabezado por dos jóvenes pitchers derechos, John Verhoeven y Don Kirkwood.
Brett siguió siendo abridor para California, pero no lanzaba particularmente bien. La temporada siguiente, fue bateado tan duro que perdió su lugar en la rotación. Los aficionados de los Angelinos toman nota, recuerdan que Brett había firmado un lucrativo contrato de tres años el verano anterior. Brett odiaba el hecho de que hacía muy poco para justificar su contrato. “He pensado en enviar mis cheques por correo al banco en vez de ir personalmente”, le explicó Brett a United Press International. “Veo a mis amigos en la playa donde vivo, y ellos me miran y no sé que decir. Bien, no me gusta eso. Sé que no me siento cómodo por el hecho de que estoy haciendo buen dinero y no produzco de la manera que debe ser”.
Tan difícil como fue para Brett empezar esa temporada, todo se tornó trágico en septiembre, cuando el compañero de los Angelinos, Lyman Bostock fue tiroteado y asesinado en Gary Indiana. La muerte de Bostock, de 27 años de edad, fue una tragedia horrible que parecía más terrible porque ocurrió en medio de la temporada, su primera con California luego de firmar un celebrado contrato de agente libre. Muy respetado por sus compañeros de equipo, a Brett le solicitaron pronunciar la elegía en el funeral de Bostock. Brett lo hizo con tal elocuencia, que impresionó a la viuda de Bostock, entre otros, con sus profundas palabras acerca del querido compañero abatido en sus mejores años.
Dada la posición de Brett como uno de los líderes del clubhouse de los Angelinos, los eventos que ocurrirían al final del entrenamiento primaveral de 1979 no le agradaron a sus compañeros de equipo. Justo antes del día inaugural, los Angelinos dejaron en libertad al veterano zurdo, citando su pobre actuación de pitcheo en 1978 y sus continuas fallas esa primavera. Brett permaneció desempleado el mes siguiente, hasta que los necesitados de pitcheo Mellizos solicitaron sus servicios.
Al fallar en demostrar alguna competencia con los Mellizos, Brett fue despedido luego de solo nueve apariciones. Una semana después, los plagados de lesiones los Dodgers lo agregaron a su bullpen. Quizás energizado por el ambiente favorable a los pitchers de Dodger Stadium, Brett pitcheo con méritos en 30 apariciones.
Los esfuerzos de Brett en la segunda mitad bien podrían haber valido para regresar en 1980, pero perdió su trabajo cuando los Dodgers entregaron el puesto de relevista zurdo a un joven Steve Howe. Así que los Dodgers lo dejaron libre cerca del final del entrenamiento primaveral, para marcar su segundo despido seguido en primavera. Entonces Brett firmó con los Reales, su décima parada en las ligas mayores, donde lanzó esporádicamente en las siguientes dos temporadas. Brett no pitcheó particularmente bien para los Reales, pero la experiencia le dio la oportunidad de jugar con su hermano, George.
En noviembre de 1981, Brett le pidió a los Reales que lo dejaran libre. Entonces negoció una invitación al entrenamiento primaveral de los Piratas, quienes lo llevaron a su campamento de Bradenton en febrero. Brett compitió como especialista de relevo zurdo, pero falló en hacer el equipo. A los 32 años, Brett había llegado al final, su una vez celebrada carrera de ligas mayores había terminado.
Luego que terminó su carrera como jugador activo, Brett empezó a trabajar en una compañía de impresión, pero recibió un gran impulso cuando Miller Lite le solicitó filmar un comercial para su cerveza. Como parte del guión, el bien viajado Brett se paraba en un bar, tratando de recordar el nombre de la ciudad donde está en ese momento. Barajea los nombres de numerosas ciudades de liga mayores y menores donde había jugado, antes de terminar su lista diciendo, “¿Utica?”
Un natural frente a las cámaras, Brett se ganó varios elogios a nivel nacional por su fina y graciosa actuación. Pero la reacción en el centro de Nueva York fue diferente. Algunos residentes de piel delgada del area de Utica interpretaron el comercial como un insulto, lo que motivó que el alcalde de Utica, Louis LaPolla invitara a Brett a la ciudad como su invitado especial. El alcalde ofreció un almuerzo especial para Brett, le dio un recorrido por el area, y le entregó las llaves de la ciudad. Brett disfrutó el tratamiento especial que recibió.
Mientras tanto, el uso de Utica como la palabra clave del comercial prendió una idea en la mente del dueño de los Blue Sox de Utica, Bob Fowler, un antiguo periodista deportivo quien había comprado la franquicia a comienzos de los años ochenta. Más que tomar el comercial como un insulto a su ciudad, Fowler le ofreció a Brett un trabajo como manager del equipo. Saltando ante la oportunidad de abandonar el negocio de la impresión para regresar al beisbol, Brett aceptó la oferta en marzo de 1985.
Brett dirigió a los Blue Sox por solo una temporada, pero dejó una impresión vibrante en la comunidad de Utica. Mientras Brett guiaba a su equipo en los ejercicios previos al juego, él bromeaba rutinariamente con sus jugadores, desplegaba el sentido del humor que lo hizo tan popular con sus compañeros de equipo en las ligas mayores. También desarrolló algunas peculiaridades, como ofrecer sus conferencias de prensa postjuego mientras solo usaba zapatos y medias, y nada más.
Comn Brett, era más que solo un acto. Cuando él tenía la oportunidad, se tomaba el tiempo para hablar con los aficionados en las tribunas, encantándolos con su gracia y estilo hogareño. La personalidad de Brett se ganó a la ciudad, lo cual llevó a que subiera la asistencia en el Murnane Field de Utica.
Oi por primera vez acerca de las ocurrencias de Brett como manager a finales de los años ’80, cuando yo trabajaba en Utica en la estación de radio que transmitía algunos juegos de los Blue Sox. Varios años después, Brett regresó a mi consciencia cuando estaba viendo una transmisión de FOX de su Juego de la Semana sabatino. Por alguna razón, el mercado del norte de Nueva York no estaba transmitiendo el juego que comentaban los narradores principales, Joe Buck y Tim McCarver. En vez de eso, había un juego secundario comentado por dos narradores de reserva. El analista inmediatamente me llamó la atención, con su habilidad para analizar situaciones rápida y convincentemente, junto con un estilo agradable y fluidez para contar historias. Pronto me percaté que el narrador en cuestión era Ken Brett.
El trabajo de Brett como narrador me impresionó grandemente ese día, como lo hizo otro sábado, cuando de nuevo narraba uno de los juegos de respaldo. Pensé para mis adentros, “Brett es muy bueno para esto. Debería estar narrando el juego principal de FOX”. Para entonces, él había narrado juegos a nivel local para los Marineros y Angelinos, pero su talento natural en la cabina parecía tenerlo destinado a aparecer en la escena nacional.
Pocos años después, tuve la oportunidad de conocer a Brett en persona. Era enero de 1999, el día después que su hermano George había sido elegido oficialmente al Salón de la Fama. Como parte de mis deberes en el Salón, asistí a la conferencia de prensa en el Waldorf Astoria de la ciudad de Nueva York, donde entrevistamos a George y algunos de los otros dignatarios quienes estaban ahí.
Una de las personas que entrevistamos fue Ken Brett. No me sorprendió que fuera tan sociable y divertido. Yo estaba impresionado por cuan genuinamente impactado estaba por la elección de su hermano. Me había preguntado si Ken podría haber resentido el éxito de su hermano, en contraste con el relativo disgusto de su carrera de beisbolista, la cual nunca llegó a destacar. Ken rápidamente puso tales pensamientos a un lado; estaba completamente emocionado, y orgulloso, de que su hermano hubiese alcanzado el pináculo del éxito individual del juego.
Cinco años después, oi la desagradable noticia que nos golpeó muy duro en Coopertstown. Ken se había ido, había perdido una batalla con el cáncer cerebral a los 55 años. Algunos notaron que Brett se había convertido en el tercer miembro de los Reales de 1981, junto al as del relevo Dan Quisenberry y el manager Dick Howser, que moría debido al cáncer cerebral. Ese número ha llamado la tención de las personas del beisbol y la medicina, quienes se preguntan por tan alta incidencia del cáncer cerebral en tan pequeño grupo de peloteros, coaches, y managers.
De verdad no sé que hacer con todas la muertes relacionadas al cáncer que rodean a esos equipos de los Reales, pero yo sabía que Brett había batallado con el cáncer por los últimos seis años de su vida. Eso significaba que Brett había sido diagnosticado para el tiempo cuando lo conocí, en 1999, en la ciudad de Nueva York.
Ken Brett, o “Kemer” como era conocido por sus amigos y compañeros de equipo, ciertamente no lucía enfermo aquel día en el Waldorf Astoria. Por el contrario, parecía fuerte y joven, la viva imagen de su hermano George. Para más detalles, Ken no dio ninguna muestra de que estaba peleando contra una enfermedad mortal. No había tristeza ni rabia, ni un ápice de sentimiento negativo. Todo en lo que Ken Brett parecía enfocado ese día era su hermano, George.
Eso, pienso, dice mucho acerca del tipo de carácter que Ken Brett tenía.
Acerca de Bruce Markusen
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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