lunes, 11 de abril de 2016
Ellos estuvieron ahí: Jim Landis.
Jim Landis fue firmado por los Medias Blancas de Chicago como agente libre amateur en 1952 y jugó por ocho años antes de ser cambiado en 1965 a los Atléticos de Kansas City. Entonces se movió hacia los Indios de Cleveland, Astros de Houston, Tigres de Detroit y finalmente Medias Rojas de Boston. Fue integrante del equipo de la Liga Americana en el Juego de Estrellas de 1962, ganó cinco veces el guante de oro (todos consecutivos en el lapso 1960-64) y jugó en la Serie Mundial de 1959. Landis jugó su encuentro final en las Grandes Ligas con los Astros el 28 de junio de 1967. Ahora vive en Napa, California, con su esposa Sandy (Foster)
Como le fue contado a Ed Attanasio, This Great Game.
Sobre su primer juego en las Grandes Ligas en 1957: “Yo era un conejo asustado. La mitad del tiempo no me percataba de que estaba en el campo. Así de nervioso estaba. Todo lo que recuerdo fue enfrentar a Herb Score, quien lanzaba a 100 millas por hora. Mi primera impresión fue más me vale ganarme el almuerzo en otra cosa si voy a enfrentar tipos como este todo el tiempo. Me dije que mejor buscaba otro trabajo. Estaba tan nervioso que era increíble. Eso fue un problema por un tiempo. Eso fue todo un tema para mi, porque estar en las Grandes Ligas era como un sueño, pero no me podía despertar. Me enviaron a Indianapolis, porque estaba jugando muy mal ese primer año.
Sobre su relación con el manager Al López: “Pongámoslo de esta manera, todo tiene dos lados. Él era uno de los mejores managers para entender como manejar a las personas. Era como mi psiquiatra. Sabía cuando palmear a los peloteros en la espalda, y cuando patearles el trasero. Esos eran uno de sus principales atributos, creo. Él sabía como manejar a cada pelotero muy bien. Por otro lado, no siempre era un gran juez de talento, en mi opinión. Si a él no le gustaba cierto tipo de pelotero, lo sentaba y lo dejaba ahí”.
Sobre los tres compañeros de los Medias Blancas, inquilinos del Salón de la Fama: “Luis Aparicio, Nellie Fox y Early Wynn eran sorprendentes. Aparicio era nuestro líder, Nellie era uno de los mejores jugadores que haya visto y estaba feliz de que Wynn estuviera en mi equipo, porque casi siempre era literalmente imbateable”.
Sobre los pitchers más dificiles que enfrentó: “Guao, había tantos grandes pitchers en las Grandes Ligas en ese entonces, diferente de lo que es hoy. Podíamos jugar contra el equipo sotanero y enfrentábamos a tres buenos pitchers de ese equipo. Solo había 16 equipos, así que era más compacto. Ante los grandes como Whitey Ford, yo tenía que batallar cada vez que lo enfrentaba. Él nunca se rendía y era un pitcher muy bueno. Otros que recuerdo son tipos que no recordarás, quienes eran abridores decentes para equipos más o menos, como Dick Donovan (Cleveland), Hank Aguirre (Detroit), Bill Monbouquette (Boston) y Camilo Pascual (Minnesota).”
Sobre el uso de drogas de alto rendimiento: “Un día en el estadio yo estaba cansado y un par de tipos que me dieron algo de velocidad. Ellos las llamaban verde o azules…Pero, eso no hizo nada excepto que esa noche no pude dormir. Yacía allí dando vueltas y esperando que el sol se proyectara en la pared. Y entonces tenía un juego el día siguiente. Estaba abatido esa tarde y me dije que nunca más tomaría esas píldoras”.
Landis versus la pared del Comiskey Park: “Nunca le tuve miedo a la pared y pienso que en cierto modo la pared era un estímulo. Recuerdo correr hacia esa pared en Chicago y era de puro concreto. Eso te hacía reflexionar, lo sabes. Recuerdo una vez que choqué muy duro contra la pared. Estuve mareado por el resto del juego. Casi me caía y no sé como me mantuve en el juego. No regresé a jugar hasta la próxima noche. Creo que si le hubiera tenido miedo a esa pared, no habría sido capaz de hacer las jugadas que hice”.
Sobre ser golpeado en la cara en la Serie Mundial de 1959: “(Johnny) Podres de los Dodgers me golpeó bien duro y años después vi a Podres en un evento y me dijo que él me estaba lanzando a pegar ese día. “Tengo que admitirlo”, me dijo Podres. “Estábamos tratando de intimidarlos un poco y me pidieron que te recostara la pelota”. Bien, él me la recostó mucho más cerca. Los pitchers te lanzan muy pegado y eso es parte del juego. La mayoría de las veces me golpeaban en las piernas o la espalda. Nunca fui lesionado por un pelotazo en la cara. Fui muy afortunado en ese sentido”.
Sobre ganar cinco guantes de oro seguidos: “Estoy muy orgulloso de ese logro. Yo siempre reaccionaba rápido ante la pelota y eso hizo mi vida más fácil en el jardín central. Anticipaba bien y estudiaba a los bateadores, trataba de imaginar hacia donde podrían batear la pelota. Eso ayudaba mucho. Aprendes mientras juegas más y te sientes mejor. Estaba muy orgulloso de jugar versus Mickey Mantle, pero él perdió varios pasos en el campo cuando se lesionó la rodilla. Cuando él estaba sano, era el mejor jardinero central defensivo que vi. Él era mi ídolo. No sé como hacia Mick para jugar en ese inmenso jardín central de Yankee Stadium. Los monumentos nunca me molestaron tanto, pero era un jardín muy grande. El callejón entre el jardín central y el izquierdo tenía más de 400 pies y tenía ese drenaje donde el suelo tenía un declive para escurrir el agua. Perdí el balance dos veces en la zona de ese drenaje en un juego. Era peligroso, ahí fue donde Mickey se lesionó la rodilla”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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