lunes, 31 de octubre de 2016
Desde un piso compartido de Dartmouth, una ascensión para Alexi Pappas y Kyle Hendricks.
Alexi Pappas. The New York Times. 22-10-2016.
En 2008, mi primer año en Dartmouth, yo vivía en el tercer piso de Fahey Hall con 15 compañeros de clase seleccionados al azar. Dos de nosotros nos convertiríamos en atletas profesionales: yo, una corredora olímpica, y Kyle Hendricks, quien fue el pitcher ganador del sábado en la noche mientras los Cachorros de Chicago vencían a los Dodgers de Los Angeles para avanzar a su primera Serie Mundial desde 1945.
Lo llamábamos Baseball Kyle beisbol porque también teníamos un Hockey Kyle.
Nuestro piso de estudiantes de primer año era más atlético que la mayoría. Teníamos una remera, dos nadadores, un jugador de hockey, dos corredores, un jugador de lacrosse, un jugador de beisbol, un jugador de balompié y unas pocas estrellas de deportes intramuros.
Siempre admiré a Kyle. Entre a la universidad al comienzo de mi viaje atlético, pero Kyle rechazó la oportunidad de jugar con los Angelinos y en su lugar fue a Dartmouth.
Kyle y yo nunca estábamos muy lejos uno del otro. Vivíamos a dos puerta de distancia, y la pista y el terreno de beisbol estaban uno al lado del otro.
Hemos alcanzado el pináculo de nuestras carreras atléticas profesionales casi simultáneamente, con Kyle buscando una aparición en la Serie Mundial a solo dos meses de mis primeros Juegos Olímpicos.
En la universidad era común que atletas de deportes diferentes entrenaran en el mismo espacio. Recuerdo los helados días invernales de New Hampshire, cuando no se nos permitía correr afuera y en vez de eso corríamos en círculos dentro de Leverone Field House. Mientras tano, Kyle y su equipo de beisbol tenían práctica de lanzamiento y bateo en el mismo espacio. Solo a veces teníamos que evitar pelotas desviadas.
Yo veía los juegos de Kyle cuando podía, pero pienso que lo conocí mejor durante el tiempo compartido en Fahey Hall.
Kyle era el atleta más humilde y cumplido de nuestro piso. No fue él sino nuestro compañero de piso Ghermayn quien reportaría el premio de Kyle como pitcher de la semana en la Ivy League, como un papá orgulloso.
Pero su humildad no significaba que careciera de autoconfianza. Kyle no podía ser convencido de salir un fin de semana si él no quería ir. De esa manera él me mostró como enfrentar ese miedo a fallar que los estudiantes de primer año sienten de manera tan marcada, y que tener una meta era importante.
Éramos un piso de puertas muy abiertas. Como Jamie la remera lo dijo, la sala era un andén, un campo de balompié, una sala de danzas, un estudio musical, una mesa de comer. Cuando tratabas de caminar en la sala, siempre había piernas atravesadas porque algunos de nosotros estábamos sentados tratando de estudiar, o pretendiendo tocar guitarra sin saber como.
Había una muchacha quien horneaba galletas en nuestra cocina común cada día, estaban los muchachos, quienes siempre merodeaban en la sala (usualmente con pizza), el muchacho que estaba determinado a convertirse en bailarín. Mi compañera de cuarto manejaba un monociclo.
Respetábamos y nos divertíamos con las cosas que tratábamos de hacer, aunque cualquier noche, nosotros atletas cansados corríamos el riesgo de ser despertados a las 2 am por un compañero de piso medio desnudo quien había tenido mucha diversión esa noche.
Ahora una corredor profesional de distancias largas, a menudo paso tiempo sola, a veces solo con las hojas. Las hojas son maravillosas, y me gusta como cambian, pero las hojas no cambian como las personas, y especialmente no como los muchachos universitarios. Durante nuestro primer año, era intrigante ver como evolucionaba nuestro piso de Fahey. Algunas personas renunciaron a sus deportes y actividades y relaciones de larga distancia y metas principales.
Nuestro equipo de hockey intramuros del piso ganó el campeonato, pero la mayoría de nosotros no practica deportes de competencia en la actualidad.
Jamie la remera, quien coqueteara brevemente con el profesionalismo, recientemente colgó sus remos de competencia por vez final. Hockey Kyle ahora es el entrenador asistente y director de patrocinio de los Oilers de Okotoks, un equipo de hockey juvenil en Alberta. Ignoro la última vez que Thandar sacó su monociclo. Cada quien progresó a su manera.
Eso es lo grande de la universidad. Recibimos el regalo de estar rodeado de personas valientes, curiosas y de ilimitada energía maleable. Balancear el deporte, la academia y la dinámica social en la universidad (especialmente durante el primer año) era retador y asustante en el buen sentido. Eso no fue siempre productivo hacia mis sueños olímpicos, pero ayudó de maneras menos tangibles.
De eso es de lo que trata la universidad. Tratamos de crecer hacia las mejores versiones de nosotros. Para Kyle y yo, eso significó seguir nuestros sueños atléticos. Pero si no hubiese sido así, habría estado bien, también.
Alexi Pappas, quien compitió en los 10.000 metros por Grecia en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, es una corredora profesional, ensayista, actriz y cineasta cuya última película es “Tracktown”. Recientemente ella creó “Speed Goggles” un cortometraje de cinco episodios para The New York Times.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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