martes, 7 de marzo de 2017

Es hora de tener un Satchel Paige Day en Major League Baseball.

Matt Whitener. Yardbarker.com. 27-02-2017. Mientras la vuelta de la esquina lleva a marzo, la primavera aprieta el paso y los sonidos del pasatiempo nacional empiezan a zumbar otra vez. . Los días postreros de febrero también llevan a la cercanía de otro Black History Month y los recordatorios y memorias del mes traen los trabajos de muchos grandes afroamericanos a través de la historia de la nación. Es en la intersección de estas dos instituciones que se puede hallar un impresionante recordatorio de la historia cultural y el deporte. Eso también da la oportunidad de escarbar en como será recordada la institución mientras más y más años se acumulan entre el momento y el lugar y el futuro. El establecimiento cultural que está en juego aquí es las Ligas Negras, las diferentes ligas que alojaron el sustancial talento beisbolero de los afroamericanos que fue excluido de Major League Baseball debido a las reglas de la viciosa barrera racial mantenida por las ligas mayores. Y mientras la integración del beisbol en 1947 es celebrada apropiadamente, al ser retirado el 42 de Jackie Robinson en ambas ligas y el 15 de abril (el día cuando debutó en grandes ligas) ha sido nombrado en su honor, hay un legado que se extiende décadas antes de ese día histórico que necesita permanecer claro, presente y relevante. Mientras el Jackie Robinson Day se hace una tradición más establecida, también existe el riesgo de que alcance una redundancia notable. Otro año, otra fecha, otro toque en la visera de la gorra y se sigue adelante. Si hay algo que no puede ser marginado por el paso de los calendarios a través de los años, es la importancia de por qué las ligas negras aun son tomadas en cuenta, aun después de haber finalizado hace más de 60 años. Fue una existencia triunfal y necesaria, así como desafiante y orgullosa. Fue un grupo que dio más de lo esperado mientras batallaba con las dificultades de las limitaciones financieras de los propietarios de la época pero aún así resistieron mediante un esfuerzo de lealtad, necesidad y talento puro. Muchos de los grandes peloteros de esa época se han hecho figuras legendarias hasta cierto punto, una especie de dioses griegos modernos, cuyos logros suenan más a invento que a hechos reales. Las historias de los batazos inmensos de Josh Gibson, que aterrizaban el día siguiente en pueblos a millas de distancia. O la velocidad de Cool Papa Bell rivalizando con la de Hermes, con pies alados para darle sentido a todo. Quizás por encima de todas ellas está la excéntrica eficiencia de Satchel Paige, la maravilla sin edad quien en su apogeo fue capaz de trabajar innings completos sin el beneficio de una defensa detrás de él, principalmente debido a que él les pedía a sus compañeros que abandonaran el campo, porque iba a ponchar a los tres bateadores en fila. Mientras estas y muchas otras leyendas han crecido para fortalecer su estado, debería haber una preocupación legítima de que la realidad de las condiciones en las cuales ocurrieron podría perderse en el tiempo. En un país que está batallando por estar más allá de las divisiones raciales y por combatir algunas polarizaciones claras que podrían revertir esos esfuerzos, la importancia de la época que alojó las ligas negras y el éxito que tuvieron merece un lugar prominente en el contexto actual. La idea de que estamos en la línea final de cualquier asunto relacionado a la época de las ligas negras, debido a que la marca de la integración está seis décadas detrás de nosotros y los principales contribuyentes están en el Salón de la Fama, está equivocada. Se necesita un entendimiento y apreciación más grande de lo que ocurrió antes que Jackie lo terminara, de la misma manera que la época previa a la proclamación de la emancipación se presenta como un recordatorio de cómo fueron las cosas alguna vez. Ahora, ¿Es el beisbol un asunto tan serio como la esclavitud y el clima nacional de aquella época? Por supuesto que no, y sería tonto asociarlos. Pero más que cualquier otro deporte, debido a su edad y establecimiento, el beisbol está más alineado con la historia de las relaciones raciales y las condiciones sociales que cualquier otro deporte. Major League Baseball tiene un lugar único para contar la historia de la evolución de la sociedad estadounidense a través de sus puertas, por lo tanto eso conlleva la habilidad de mantener retroactiva esa consciencia relevante para hacer de lo resaltante de su historia un asunto más grande, aun mostrando sus errores y correcciones previas. MLB ha hecho un gran trabajo al informar la historia de la inclusión post-mortem de los afroamericanos en sus clasificaciones, pero es hora de aumentar la relevancia al informar más de la historia previa con más profundidad. Esto puede ser muy bien logrado al destacar a uno de los miembros más renombrados de las ligas negras y hacerle un reconocimiento a él y la bandera que llevó por tanto tiempo: el icónico Paige. Leroy “Satchel” Paige estuvo mucho más adelantado a su tiempo que cualquier atleta en la historia. Él era orgulloso, excéntrico y dinámico; era capaz de cautivar a los aficionados y de sorprender a los grandes del juego, de su tiempo y del pasado. Sus dichos e historias perduran como parte del léxico deportivo estadounidense. Él nombraba a sus pitcheos con todo tipo de títulos fantásticos (“jump ball” y “trouble ball” suenan mejor que slider o curva) y les preguntaba a los bateadores que querían batear y se los lanzaba y aún así los dominaba la mayoría de las veces. Bob Feller, Dizzy Dean, Babe Ruth y Joe DiMaggio dicen que él era el pitcher más grande que habían visto, y hubiese alcanzado números asombrosos si le hubieran dejado competir en las mayores durante su apogeo. Sin embargo, no fue así, y ahí es donde comienza la historia, así como el espacio desde donde se solicita el Satchel Paige Day. Mientras que resaltar la importancia del avance que representó Robinson es para siempre relevante, resaltar porque ese avance fue tan importante y duradero es explicado mejor a través del espectro de iluminar quizás al mejor pelotero que fuese bloqueado por la mayor parte de su carrera. Mientras hubo muchos grandes quienes nunca vieron sus carreras alcanzar las grandes ligas, resaltar a Paige muestra la tragedia de por qué él no llegó a trabajar en las mayores hasta tener más de 40 años de edad y también por qué eso no es un gran tema como debe ser. A pesar del hecho de que la existencia de las ligas negras se necesitaban por el veto racial, estas estaban muy lejos de ser ligas de consolación. Había un gran orgullo en las ligas de parte de los que jugaban en ellas, los aficionados que las seguían y las comunidades que las alojaban. La idea de que estas ligas no eran un punto de orgullo y que solo habían esperado por el reconocimiento de MLB, es imprecisa y un punto que cada vez se pierde más en la historia. Al reconocer la estrella que fue Paige y la reverencia que él provocaba, se habla de una historia completamente diferente: una de inspiración que completa la historia de los afroamericanos en el beisbol. Al seguir resaltando a Paige, completamos la historia del beisbol y acentuamos la posición correcta de la historia afroamericana junto al juego. En una época cuando la participación afroamericana en el juego está en un mínimo de todos los tiempos post-integración, se necesita una mayor exposición a la herencia del juego. Es también una época cuando todavía hay participantes vivientes quienes compitieron en las ligas negras y las mayores quienes tienen nombres que pueden llevar la estima al hablar de esta división, porque ellos la vivieron. Ser oportunos en esta época no solo es necesario; es esencial. ¿Cuándo sería el momento más oportuno para celebrar tal dia de reconocimiento, y cual es mejor formato para hacerlo? Una queja común de muchos aficionados deportivos afroamericanos es que el beisbol no es relacionable debido a la falta de estrellas negras en el juego. Al regresar el juego al formato en el cual Paige construyó mucho de su leyenda, un juego itinerante, eso puede empezar a cambiar. Muchas veces, se armaron ensamblajes de equipos todos estrellas de las ligas negras que viajaban para jugar contra las estrellas de MLB en encuentros que eran un tipo diferente de entretenimiento al producto patrón de MLB…y a menudo eran ganados por los equipos de las ligas negras. Imagine que tipo de atractivo tendría un juego de exhibición con Mookie Betts, Andrew McCutchen, Jason Heyward, Dexter Fowler, Dee Gordon, Chris Archer, David Price y muchos más para jugar juntos un juego de exhibición contra cualquier número de otras colecciones de talento beisbolero que ensamble los peloteros de un país como los equipos del Clásico Mundial de Beisbol, una colección de jugadores de ligas menores u otra selección de jugadores de grandes ligas. Combine eso con un homenaje a Paige y otros grandes de las ligas negras, asi como muchos inquilinos afroamericanos del Salón de la Fama y dignatarios que se han beneficiado por los caminos abiertos en los días de pre-integración. Tal despliegue sería un poderoso recordatorio de lo que una vez fueron el juego (y el país), mientras se resalta el legado de donde está ahora. Las imágenes serían potentes, y el mensaje sería claro: El beisbol y Estados Unidos han empezado a moverse hacia adelante. Pero hay una necesidad perpetua de nunca olvidar lo que nos trajo donde estamos ahora y como el juego y la liga más perpetuos de la nación pueden ofrecer ese encuentro. Satchel Paige es el embajador más grande de la experiencia completa de la vida afroamericana vista a través de los ojos del deporte. Major League Baseball tiene el poder y la plataforma para traer este pasado hasta el presente…y más allá. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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