miércoles, 17 de enero de 2018
Doug Harvey, el árbitro del Salón de la Fama a quien los peloteros llamaban Dios, fallece a los 87 años de edad.
Richard Goldstein. The New York Times. 14 de enero de 2018.
Doug Harvey, el árbitro del Salón de la Fama quién se convirtió en una presencia destacada y un símbolo de excelencia en una carrera que se extendió por 31 temporadas en la Liga Nacional, falleció este sábado 13 de enero en Visalia, Calif.
Su muerte fue confirmada por su esposa Joy.
Harvey tenía el cabello plateado, lo que le daba u tipo de aire espléndido, y estaba muy pendiente, fuese cantando bolas y strikes o arbitrando en las bases, lo cual hacía que los peloteros se refiriesen a él como Dios.
Él fue jefe de cuadrilla por 18 años y trabajó en cinco Series Mundiales, nueve series de campeonato de la Liga Nacional y seis juegos de estrellas, por todo manejó 4673 juegos. En 1974 la Major League Baseball Players Association clasificó a Harvey como el major árbitro de la Liga Nacional y él único en la liga merecedor del calificativo “excelente”.
“Doug Harvey fue el modelo que cada árbitro debería seguir”, dijo el segunda base del Salón de la Fama, Joe Morgan en la página web del Salón antes de la inducción de Harvey en Cooperstown en 2010. “Era tolerante hasta cierto punto, aún así, los peloteros siempre sabían que él tenía el control”.
Harvey fue el noveno árbitro seleccionado para el Salón de la Fama, y el primero desde Nestor Chylak en 1999, luego de recibir 15 de 16 votos del Comité de Veteranos.
Arbitró su primer juego de grandes ligas el 10 de abril de 1962, y durante su año de novato aprendió una lección que nunca olvidaría.
Como lo decía, estaba en San Luis, en solo su tercer juego detrás del plato, con Stan Musial al bate. Era el noveno inning, bases llenas, dos outs y cuenta completa. Mientras el siguiente pitcheo se acercaba al plato, Harvey levantó su mano derecha, indicando el tercer strike. Pero el pitcheo rompió hacia afuera por tres pulgadas.
“Ahí estaba yo parado, avergonzado”, recordó Harvey en una entrevista de 1992 con jerome Holtzman para Baseball Digest poco después de su retiro. “Musial nunca me miró. Le pidió al recoge bates que le trajera su guante. Entonces, sin volverse, dijo,’Joven amigo, no sé de cual liga vienes, pero aquí usamos el mismo plato. Tiene 17 pulgadas de ancho’”.
“Ahí fue donde me di cuenta porqué lo llamaban Stan the Man, y aprendí a no anticipar la sentencia. Introduje el tiempo para arbitrar. Ese es mi aporte al beisbol. Mi herencia. Mi legado. Antes, a los árbitros siempre les decían: ‘¡Sean rápidos! ¡Sean determinados!’”
Cuando Harvey fue escogido para Cooperstown, Tommy Lasorda, el antiguo manager de los Dodgers, recordó como “podías notar cada vez que él estaba en el terreno, entregaba toda la energía que tenía, no puedo decir eso de muchos otros”.
Pero Lasorda no siempre estaba encantado con Harvey. Una vez, cuando bateaba Keith Hernández, el primera base de los Mets, la cuenta de Harvey de dos bolas sin strikes provocó los gritos de Lasorda desde el dugout. “No se deje intimidar por esos tipos”, le dijo Hernández a Harvey. Su respuesta: “Nunca nadie me intimida, hijo”.
Doug Harvey nació el 13 de marzo de 1930, en South Gate, Calif. Era un adolescente cuando decidió que se convertiría en árbitro deportivo, pensando que podía hacerlo mejor que aquellos que vio. Se inició en el beisbol profesional como colector de boletos y recoge bates de un equipo de ligas menores en El Centro, Calif.
Luego de asistir a la San Diego State University, donde jugó baloncesto, futbol americano y beisbol, Harvey empezó su carrera en el arbitraje en 1958 en la California League, con un sueldo de 350 $ mensuales.
Joy Harvey, en una entrevista con Lee Gutkind para su libro sobre arbitraje, “The Best Seat in Baseball: But You Have to Stand!” (“El Mejor asiento del beisbol. ¡Pero tienes que estar de pie!”), recordó como, mientras su esposo arbitraba en las ligas menores más bajas, “ahorrábamos y economizábamos para tener suficiente dinero para ir a San Francisco por un día y una noche”.
“El primer lugar donde fuimos fue Candlestick Park. En todos sus años en el beisbol, Doug, hasta ese momento, nunca había estado en un estadio de grandes ligas, así que fuimos esa mañana y preguntamos si podíamos entrar y caminar alrededor”.
Se sentaron en la primera fila de la tribuna de un estadio silencioso y con mucho viento, y entonces, Joy Harvey dijo: “Eso ocurrió luego de ver una película tipo B, pero yo sabía todo lo que él se merecía, Doug quiso decir que eso se haría realidad. ‘Algún día’, dijo él, ‘Voy a arbitrar en este estadio’”.
A Harvey, quien mascaba tabaco durante sus días de árbitro, le detectaron cáncer oral en 1997 y habló de los peligros del tabaco masticable luego de seguir su tratamiento. Le sobreviven su esposa; su hermano Nolan; sus hijos Scott y Todd; seis nietos; y ocho bisnietos.
Con toda su presencia de autoridad, Harvey una vez se vio en dificultades durante una controversia en la cual fue el segundo protagonista.
El 14 de julio de 1978, el expulsó a Don Sutton, el pitcher estrella de los Dodgers, luego de acusarlo de lanzar pelotas lijadas en un juego en San Luis. La infracción ocasionó una suspensión de 10 dias, pero Sutton, proclamando su inocencia, dijo que demandaría a la Liga Nacional y a Harvey por privarlo de su medio de subsistencia. El presidente de la liga Chub Feeney, nunca ejecutó la suspensión.
La reputación de Harvey había sido bien ganada, pero siempre había un pelotero o manager agraviado quien se aseguraba de no dejarse intimidar por su aura superior.
Unas Navidades, Joy Harvey le regaló a su esposo una franela donde se leía: “Nos llevaremos bien tan pronto te des cuenta que soy Dios”.
Jason Bailey contribuyó reportando
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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