viernes, 1 de junio de 2018

Doc (Halladay)

A.J.Burnett- Pitcher retirado de grandesligas. The Players’ Tribune..29 de mayo de 2018. Aquella noche de 2010 cuando oi que Roy Halladay había lanzado un juego perfecto, casi inmediatamente me vinieron dos pensamientos a la mente. El primero fue que Doc finalmente consiguiera su juego perfecto, eso tal vez era la cosa menos sorprendente en la historia del beisbol. Básicamente sonreí algunas veces cuando me enteré. Me refiero a que siempre asumí que él lograría uno en algun momento…porque si alguien fue construido para lanzar un juego perfecto, ese era él. El otro pensamiento, fue que me recordé que necesitaba llamarlo para que nos reuniéramos y planificáramos ir a pescar pronto, porque había pasado cierto tiempo desde la última vez que lanzamos los anzuelos al agua. Quería ponerme al día con él y pescar algo…pero también tenía una especie de pequeño saldo que resolver. Para ese momento yo estaba con los Yanquis, y Roy había pasado a los Filis. Pero cuando fuimos compañeros de equipo en Toronto, Doc y yo siempre íbamos a pescar durante el entrenamiento primaveral. Y constantemente discutíamos acerca de quien iba a capturar más peces. (Él era mucho mejor pescador que yo, pero de ninguna manera le iba a decir eso). Siempre bromeaba con Doc cuando los peces no mordían su anzuelo, o le lanzaba algunos gusanos de goma cuando estábamos en el agua…para tratar de molestarlo y desconcentrarlo para vencerlo en la pesca. Bien, Doc tenía un lago pequeño detrás de su casa en las afueras de Tampa, y una vez decidió hacer un torneo de pesca allí. Llevé mi bote al agua, y él estaba allí en su bote. Recuerdo que me sentía muy bien. ¿Vencer a Doc…en un torneo de pesca…que él estaba organizando…en el lago de su casa? Si, quería esos derechos. Así que todo empezó a fluir y yo estaba pescando en un lugar del lago, completamente aislado y enfocado, y no me di cuenta que Doc había llevado su bote justo detrás del mío. Lo hizo de manera silenciosa, como si hubiese flotado, porque no oi nada hasta que estuvo a un metro de distancia. Cuando finalmente miré hacia atrás y lo vi, noté que su motor estaba un poco fuera del agua. Entonces miro a Roy, y él tiene esa astuta sonrisa. Medio segundo después oigo este ruido loco, RRRRRRRRRRRR. Para ese momento, era muy tarde para mí. Todo lo que pude hacer fue cerrar mis ojos. Doc aceleró totalmente su motor y dosificó todo mi bote con agua de lago. Fue una locura. Había unos 7 metros de agua lloviendo sobre mí. Estaba completamente empapado. De pies a cabeza. El tipo me la hizo buena. Pero, en realidad debí estar alerta ese día porque cualquiera sabía que si tratabas de bromear con Doc, eventualmente él te haría una grande. Y lo haría cuando menos lo esperaras, con esa sonrisa irónica, sin decir una palabra. Él podía sorprenderte así fuera del campo algunas veces. Y dejarte meneando la cabeza, sin creer lo que había ocurrido. Pero ¿que Doc hiciera algo parecido en el diamante de beisbol? Nada de eso. Allí era diferente. Era más que predecible allí. Nada que ese tipo lograra en el terreno me sorprendió en lo más mínimo. Ni siquiera un juego perfecto El tipo era una máquina. Conocí a Doc cuando llegué a los Azulejos después de la temporada de 2005. Esa primera primavera él estaba concentrado en su trabajo y poniéndose a punto para la temporada, así que no pude conocerlo mucho de inmediato. Pero cuando fuimos a Toronto empezamos a hacer sesiones contrastantes de baños calientes y fríos, Roy en uno, yo en el otro, luego cambiábamos. Nunca había tomado el baño frío antes de llegar a los Azulejos, así que aquella primera vez Doc estuvo la mitad del tiempo riéndose de mí porque me estaba congelando, y temblaba, y gritaba, y él estaba en el otro baño diciendo, esto no es nada. Como si fuese un anfibio o algo parecido. Pero de pronto se volteó hacia mí y me dijo, “Bien…¿cual es tu enfoque?” Me quedé petrificado. No sabía que hacer. Nadie antes me había preguntado por mi enfoque para pitchear. ¿Y ahora tengo a Roy Friggin’ Halladay esperando una respuesta acerca de eso? Traté de tomarlo con calma, como si estuviera contemplando la pregunta, pero mi mente estaba a millón. Como, Hombre, ¿hay una respuesta obvia que pueda fallar? O ¿hay una clara respuesta equivocada? ¿Qué debería decir? “Umm… Solo trato de lanzarle rectas a los bateadores. Y si me pongo adelante en la cuenta, lanzo mi curva lo mejor que pueda”. Roy empezó a reirse. Por un buen rato. Ladeo la cabeza como diciendo, ¿Porqué te ríes? Mientras más trataba de explicarme…más se reía Doc. Esa primera conversación que tuvimos mientras yo tomaba el baño de agua helada, fue de verdad el comienzo de todo para mí en términos de mi transición desde tirador de pedradas hacia ser un pitcher. Todo cambió para mí después de eso. De pronto, Doc me convenció de que lanzara más adentro, y hablábamos constantemente de cosas como ajustar mi curva, o usar lanzamientos lentos temprano en la cuenta, o como trabajar ambos lados del plato para desconcertar a los bateadores. Lo más importante que ocurrió en aquellos primeros días en Toronto fue que vi a un maestro en su trabajo cada día. Me di cuenta rápidamente de la diferencia entre hacer solo lo necesario, y pitchear al más alto nivel posible. Porque Doc, honestamente, estaba en un nivel completamente diferente. Por momentos llegué a pensar que él tenía que estar loco, porque lo que decía parecía totalmente imposible. Cuando lo conocí me dijo que una de sus metas cada año era conceder menos boletos en una temporada que el total de juegos que abriera. Eso es insano. Menos de un boleto por apertura. Me decía, Este tipo está loco. Eso es imposible. Pero si usted va y mira sus estadísticas…en verdad lo hizo algunos años. No solo lo decía. Iba y cumplía lo que decía. Y la razón principal por la cual Doc era capaz de alcanzar ese nivel, era porque se preparaba como nadie que hubiese visto. Tenía varias rutinas y planes para todo lo que hacía, sesiones de bull pen, ejercicios, calentamiento antes de los juegos, todo. Nunca las cambiaba. Nunca. Si Doc tenía una de esas raras ocasiones donde lo bateaban, no entraba en pánico y cambiaba. Se mantenía con su formula, sin importar lo que ocurriera. Doc también llevaba notas de todo, reuniones de catcher y pitcher, los diferentes bateadores, equipos, acondicionamiento, todo eso. Y eventualmente estoy seguro de que no necesitaba esas notas, porque llegó a un punto donde todo lo tenía en la mente. Era tan bueno que los bateadores siempre querían sentarse a su lado en el dugout para enterarse de las características del pitcher rival al escuchar lo que Doc decía a través del juego. Entonces, cuando era su turno de abrir…era cuando veias al verdadero Doc. Tenías alrededor de 10 minutos para apurarte y saludarlo en esos días, tal vez cinco, porque después de eso…se aislaba por completo. No era que andara molesto o algo por el estilo. Era solo que veías a un hombre con un plan, alguien quien estaba 100% enfocado en salir y ganar un juego de pelota para su equipo. Y sabes que no puedes bromear con un hombre cuando está enfocado de esa manera. Todos en aquel clubhouse de Toronto respetaban eso. En aquel entonces, yo veía y aprendía, y hacía preguntas, y seguía el liderazgo de Doc. Y no lo puedo decir con seguridad, pero creo que él disfrutaba viéndome hacer eso. Recuerdo que una vez se me acercó en el clubhouse y me entregó un libro. Miré la portada, y honestamente pensé que era una especie de broma que trataba de jugarme. Se leía en letras grandes… EL ABC mental del pitcheo. (The Mental ABC’s of Pitching) Imaginé que me estaba probando. Hice una mueca como diciendo, ¿De verdad quieres que lea esto? Pero Doc estaba totalmente serio, como diciendo, Si, lo leo todo el tiempo. Así que miré más de cerca y noté que fue escrito por Harvey Dorfman, quien fue básicamente el psicólogo deportivo más famoso de la historia. Hmm. Entonces lo abro, y estaba resaltado. Como todo el libro…totalmente resaltado en diferentes lugares. Ahora no puedo asegurar si Doc resaltó esas cosas específicamente para mí. No lo sé. Nunca le pregunté. Pero siempre pensé que esa era una de las cosas más agradables que había visto, así que me quedé con eso. Como pensar, Doc me enganchó y resaltó esto para mí. En poco tiempo me sorprendí al pasar más tiempo preparándome, y haciendo lo mismo cada día, sin importar lo que ocurrió en el juego previo que había lanzado. Estoy orgulloso al decir que una de las cosas que tomé de Doc fue aislarme cada quinto día y enseriarme como un hombre con un plan tan pronto como llegaba al estadio. Tomé ese enfoqué de Doc, y me mantuve haciendo las cosas de esa manera sin importar para que equipo jugase después de eso. Y ¿saben una cosa? Cada vez que tenía alguna dificultad…sacaba el libro de Dorfman en un segundo y repasaba algo al respecto. Desafortunadamente, el libro no enseña como dominar a los bateadores de la forma como lo hacía Doc. Pero me siento muy afortunado de haberlo visto en acción, en primer plano, durante mi época con los Azulejos. Una de las cosas que aprecio más del tiempo que pasé con él es el hecho de que pude ver al tipo trabajar cada quinto día. Y, en muchas noches, lo que vi fue pura magia beisbolera, juego completo tras juego completo en 2008 cuando Doc ganó 20 juegos, o la vez cuando fue golpeado en la cabeza por una línea de Nyjer Morgan y se levantó de inmediato como si no fuese humano, o aquel juego completo de 10 innings que ganó en 2007. Algunas noches, se podía predecir totalmente que él iba a hacer algo especial. Y ese fue el caso aún después que ya no éramos compañeros de equipo. Cuando lanzó el juego sin hits ni carreras para los Filis en el playoff ante los Rojos, yo estaba con los Yanquis en Minnesota, Estaba sentado en el clubhouse esa tarde, y recuerdo haber dicho, “Miren a Doc salir y lanzar sin hits ni carrera esta noche”. Lo digo en serio. Eso fue lo que dije. Se lo pueden preguntar a cualquiera que estuvo en ese clubhouse. Estaban allí y lo escucharon. Fue la primera apertura de Doc en postemporada. Yo sabía que estaría aislado. “Les digo que lo miren. Honestamente no me sorprendería si lanza sin hits esta noche”. Y el tipo salió y lo hizo. ________________________________________ Al mirar en retrospectiva, definitivamente pienso que una de las razones por las que Doc y yo congeniábamos era porque éramos muy diferentes. Si se sabe algo de mí, se sabe que me gusta haraganear y bromear con las personas y ser necio a veces. Esa nunca fue la manera de ser de Doc…pero hay muchas horas que compartir durante el día para dos pitchers abridores quienes no están programados para lanzar. Así que después de un tiempo, le di un poco de lidia. Y nunca paré en darle momentos difíciles al tipo. Él trataba de mantener su casillero de cierta manera…todo agradable, limpio y ordenado. Entonces venía yo y lo desordenaba todo. O en el dugout, siempre se sentaba con las piernas cruzadas, con el codo sobre la rodilla y la mano en la barbilla, y hablaba con nuestro coach de pitcheo de entonces, Brad Arnsberg. Bien, esa era mi oportunidad. Cada vez que veía a Doc en esa pose, me acercaba y le golpeaba el codo hasta despegárselo de la rodilla. Eso me divertía. Verlo mostrar esa semi sonrisa como diciendo: “¡Madura, A.J.!” Solo experimentar ese momento, y saber que hice reir a Doc un poco…eso llenaba mi día. Jugué con muchos buenos peloteros a través de los años, y tuve numerosos buenos compañeros de equipo, pero si había un tipo con el que deseé haber jugado toda mi carrera ese era Doc. Sinceramente. Fue el único tipo en mi carrera de 17 años por quien me sentí terrible al despedirme cuando me fui a otro equipo. Luego de un tiempo me recuperé, pero cuando eso ocurrió…lo miré como diciendo: Hombre, me siento muy mal por esto. Recuerdo que después de mi apertura final con los Azulejos, había blanqueado a los Yanquis, y en ese momento no había certeza de lo que iba a ocurrir…era posible que regresara con Toronto, pero también que me fuera. Así que al terminar el juego miro a Doc, como diciéndole, “Gracias por todo. En realidad le dije, gracias”. El me respondió, “No, no, no. Soy yo quien te agradece”, Me quedé perplejo… “¿De qué estás hablando? “¿Por qué me estás dando las gracias? ¿Por qué me tiene que dar las gracias Roy Halladay?” Y él empezó a reir. Él dice, “Por esto, hombre. Por reírnos juntos como lo hacemos ahora”. Eso me desarmó por completo. Y siguió hablando. “Me ayudaste a buscar como relajarme, hombre”. ¿Me estás gastando una broma? ¿Qué tan agradable es eso? Doc básicamente dijo: Me enseñaste como divertirme de vez en cuando. Esa fue, una de las cosas más agradables que alguien me haya dicho. Y ¿saben que?...Lo creeré. Lo creeré de inmediato. Roy Halladay agradeciéndome porque nos divertimos. Eso es dificil de igualar. Por supuesto, extrañé mucho a Doc tan pronto me fui de Toronto. Ese tipo significaba mucho para mí, deseo haber jugado con él toda la vida. Nunca tuve oportunidad de decirle eso…pero de verdad deseo haberlo hecho. ________________________________________ Estos días, pienso en Doc cada vez que veo un avión pequeño en el cielo. Cada vez. Y cada vez que veo el número 32. Y cada vez que veo a los Azulejos en TV. Cuando supe lo que le había ocurrido, fue uno de esos momentos donde deseé haberlo llamado el día anterior.¿Saben lo que quiero decir? Deseé haberle dicho, Epa ¿cómo va todo hombre? Pensé que te llamaría de pronto. ¿Por qué no vamos a pescar en alguna parte? Pero no siempre se piensa así. A veces no se hacen esas llamadas, por la razón que sea. Porque estamos ocupados, o perdemos la secuencia de las cosas, o solo…la vida ocurre de esa manera. Y no nos mantenemos en contacto como deberíamos, o tenemos el tiempo suficiente para las personas quienes son importantes para nosotros. Y entonces…hombre. Es muy duro cuando ocurre algo como lo que ocurrió con Doc. Mucho más que duro. Así que no sé, lo que trato de decir es que hay que mantenerse en contacto con las personas. Porque no se puede regresar en el tiempo. Solo deseo poder haber hablado con Doc una última vez antes que se marchara. Le hubiese recordado cuanto significó para mí, como me ayudó para aprender no solo a pitchear, sino acerca de mí. Le hubiese dicho muchas cosas a ese tipo. Fue el mejor compañero de equipo que tuve. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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