miércoles, 19 de septiembre de 2018

Esquina de las Barajitas: 1969 Topps. Joe Schultz.

Bruce Markusen. Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí está la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown. Joe Schultz luce feliz en su barajita Topps de 1969. Parece no tener idea de la cercana situación que está por experimentar. Convertirse en el primer manager de los Pilotos de Seattle. Sin mucho talento, o mucha fanaticada, o algo que se acercara a un estadio de grandes ligas, Schultz y los Pilotos enfrentarían la senda de su primera temporada en la historia de la franquicia. Sería la única temporada de Schultz como manager de los Pilotos, quienes lo despidieron al final de la temporada. De hecho, sería la única temporada de los Pilotos. Por eso fue que la franquicia se reubicó abruptamente en Milwaukee, convirtiéndose en Cerveceros antes del inicio de su segunda temporada. En realidad, Schultz tenía muy poco conocimiento de que dirigiría a los Pilotos cuando esa fotografía fue tomada por un fotógrafo de la Topps Gum Company. La fotografía es vieja, tomada en 1967 o 1968, durante el entrenamiento primaveral, cuando Schultz aún era el coach de tercera base de los Cardenales de San Luis. Como los Pilotos aun no jugaban su primer juego, y apenas se habían reportado para el entrenamiento primaveral de 1969, Topps no tenía fotografías actualizadas de Schultz usando el uniforme azul, amarillo y blanco de los Pilotos. Afortunadamente, Topps encontró una foto de archivo de Schultz sin la gorra de los Cardenales. Debido a esa apariencia genérica, la barajita fue diseñada para la colección de 1969. Como se puede ver en su barajita Topps. Schultz tenía poco cabello en su cabeza hacia finales de la década de 1960. Imagino que la mayoría de ese remanente de cabellos se desvaneció durante la temporada de 1969, mientras los Pilotos perdían juego tras juego, frustrando a Schultz y su cuerpo técnico. No hay nada como perder hasta envejecer para un manager de grandes ligas. Los Pilotos perdieron muchos juegos ese verano, acumularon 98 derrotas para terminar últimos en la división oeste de la Liga Americana. Al final de la temporada, Schultz probablemente podía peinarse con una toalla, un cepillo hubiese resultado obsoleto. Aunque Schultz no ganara muchos juegos con los Pilotos, tuvo éxito al forjarse una imagen como uno de los managers más pintorescos de la era de la expansión. Mucho de esa imagen viene del icónico libro de Jim Bouton: Ball Four, el cual muestra muchas historias acerca del manager de los Pilotos que pudieran haber sido tituladas, The World According to Joe Schultz. La historia de Schultz en el beisbol profesional empezó en 1932, cuando apareció en su primer juego de ligas menores, ¡a la edad de 13 años! Es difícil imaginar a un muchacho de 13 años de edad tomar un turno al bate en un juego profesional, y batear un imparable nada menos, pero eso fue exactamente lo que hizo Schultz. En realidad, él era el recogebates de los Buffaloes de Houston, y salió como bateador emergente porque su padre, el manager del equipo, quería darle la oportunidad de tomar un turno en el día final de la temporada. Por supuesto, nada de eso hubiese sido permitido en el beisbol profesional de hoy, para jugar en las ligas menores, los peloteros deben tener al menos 16 años de edad. Siete años luego de su celebrado debut como adolescente, Schultz llegaría a las mayores con los Piratas de Pittsburgh, donde jugó fragmentos de tres temporadas como catcher de reserva. Luego pasó a los Carmelitas de San Luis, donde estuvo seis temporadas, como catcher a medio tiempo y bateador emergente. Como jugador, Schultz tuvo una carrera poco llamativa. Pero fue un catcher inteligente y muy laborioso que mostraba pasión y entusiasmo por el juego. Esa reputación le procuró un trabajo como coach con los Carmelitas en 1949. La temporada siguiente, se convirtió en manager de ligas menores, algo que hizo por 13 temporadas. En 1963, los Cardenales de San Luis lo llevan de vuelta a las mayores como su coach de tercera base. En las próximas seis temporadas, Schultz envió al plato infinidad de corredores, mientras los poderosos Cardenales ganaban los banderines en 1964, 1967 y 1968. Y conquistaban los campeonatos mundiales en 1964 y 1967. A mediados de la temporada de 1968, los aún en período de gestación Pilotos de Seattle le ofrecieron a Schultz la dirección del equipo. Para un hombre de beisbol como Schultz, esa era la oportunidad que había buscado desde que empezó su carrera como coach. Al final de la temporada, los Pilotos llegaron a un acuerdo con Schultz, pero no podían anunciar públicamente la contratación debido a que él todavía era coach de los Cardenales, quienes estaban encaminados a ganar el banderín que los llevaría a la Serie Mundial. La decisión de contratar a Schultz, rumorada desde agosto, se convirtió en el secreto peor guardado del beisbol. Como resultado de los rumores, el nombre de Schultz saldría a la luz pública durante la Serie Mundial de 1968. Mientras las cámaras de la NBC mostraban a Schultz en la caja de coach de los Cardenales, campeones de la Liga Nacional, los narradores Curt Gowdy y Harry Caray se referían a él reiteradamente como “el primer manager en la historia de los Pilotos de Seattle”. Hablaron tan abiertamente del movimiento de Schultz que eso se convirtió en una de las subtramas de la serie entre los Cardenales y los Tigres de Detroit. Finalmente, durante el noveno inning del séptimo juego, el gerente general de los Pilotos, Marvin Milkes anunció oficialmente que Schultz sería el manager de los Pilotos. Para ese momento, Schultz era un nombre muy familiar en el area de San Luis. Se había hecho famoso al apodar a los Cardenales de 1967 como “El Birdos”. Pero más allá del medio oeste, Schultz era un virtual desconocido. Muchos aficionados lo veían como un hombre misterioso, aunque hubiese cumplido 50 años y había trabajado en el beisbol durante casi cuatro décadas. Ciertamente no era una figura de la casa, y no necesariamente una escogencia natural para afrontar el primer año de la franquicia en Seattle. Schultz y los Pilotos confiaban en que él iba a salir del anonimato. En enero y febrero de 1969, Schultz se convirtió en el remolino del programa de banquetes y discursos, se presentó en escuelas primarias, liceos, almuerzos, clubes sociales, organizaciones de fraternidad, cenas formales y casi cualquier tipo de evento público celebrado en el gran noroeste. Se convirtió en el éxito de la programación, al cautivar audiencias con su sorprendente sentido del humor, sus ocurrencias y su entusiasmo por el juego. Día tras día, le decía a cualquiera que escuchara, que los Pilotos eran capaces de jugar beisbol para ganar y que terminarían terceros en la división oeste de la Liga Americana. Debido a su energía y aparente sinceridad, las personas en Seattle empezaron a creer en él. Schultz ayudó a crear algo de entusiasmo general en la fanaticada de Seattle. También crearía revuelo en el entrenamiento primaveral, al impresionar de inmediato a sus peloteros. Cuando los Pilotos llegaron al campamento primaveral, vieron a un manager quien epitomizaba la apariencia de la vieja escuela de managers de la década de 1960. El rostro sonrojado de Schultz, su cabeza calva y físico rechoncho (todos visibles en su barajita Topps de 1969) parecían algo fuera de lugar. Como manager a Schultz le gustaba repetir ciertas frases, las cuales reflejaban algo de la sabiduría simple que adquirió en casi 40 años de experiencia en el beisbol profesional. Una de sus favoritas se refería a su consejo básico de bateo: “Bien muchachos, se trata de una pelota redonda y un bate redondo y hay que batearla de plano”. Schultz tenía el tipo de vocabulario propio de los managers de antaño, rociado con muchas malas palabras de cuatro letras. Había maravillado a sus audiencias de invierno, incluyendo los grupos escolares, con tal lenguaje, pero su manera sazonada de hablar se convirtió en uno de los temas recurrentes de Ball Four. En el capítulo 1 de Junio de Ball Four, Bouton aporta cierta visión interna de las coloridas palabras del manager. Despues que los Pilotos vencieran a los Tigres campeones munidales, Schultz dio a sus peloteros un discurso de victoria. Esto es lo que Bouton escribió: “Joe dio su discurso habitual en el clubhouse: ‘Atáquenlos todo el tiempo. Acribíllenlos. Sean implacables…Saboreen esa Budweiser y vuelvan a vencerlos mañana’”. Quizás la charla más memorable de Schultz ocurrió cuando fue al montículo para hablar con el pitcher John Gelnar. Bouton plasmó esa conversación en Ball Four. Gelnar nos contó de la gran conversación que tuvo con Joe en el montículo. Había dos tipos más ahí y Tom Matchik (de los Tigres) iba a batear. “¡Quieres que le lance de alguna manera en particular, Joe?” preguntó Gelnar. “No, domínalo”, dijo Joe Schultz. “Lánzale duro abajo y después nos vamos a saborear algo de Budweiser”. Saborear algo de Budweiser. Esas palabras se convertirían en sinónimo de Schultz. Una y otra vez, le imploraba a sus Pilotos que terminaran todo y ganaran el juego, para irse a saborerar algo de Budweiser. Schultz disfrutaba su cerveza. Desafortunadamente, los Pilotos tuvieron pocas oportunidades de saborear Budweiser. Empezaron la temporada muy bien, se mantuvieron en el tercer lugar hasta principios de julio pero luego tuvieron una caída prolongada hacia el sótano el resto del camino. Al terminar la temporada, solo habían ganado 64 juegos, lo cual frustró a Schultz, pero no sorprendió a la mayoría de los observadores quienes veían en los Pilotos a un equipo de expansión con poco margen de respetabilidad. Al final de la temporada, los Pilotos decidieron que Schultz era parcialmente responsable de haber terminado en último lugar. Los Pilotos despidieron a Schultz, un hecho que muchos peloteros sintieron que era injusto debido al poco talento que tenía el equipo de Seattle. Don Mincher estaba molesto por el despido. Dijo que Schultz había sido un factor positivo en el clubhouse. “Nos mantuvo batallando”, le dijo Mincher a The Sporting News, “nos animó a través de la peor racha de derrotas”. La mayor parte del tiempo, los peloteros disfrutaban jugando para Schultz, debido a su energía y pasión. Hasta los peloteros quienes no lo veían como un verdadero manager reconocían que Schultz generaba entretenimiento y mantenía el clubhouse animado y relajado. Aunque había perdido su sueño de ser manager luego de solo una temporada, Schultz se propuso mantenerse en el beisbol. Pocas semanas después del despido, aceptó un trabajo como coach de otro equipo de expansión de la Liga Americana, los Reales de Kansas City. Schultz llevó su buen humor con él en su regreso al medio oeste para trabajar con el manager Charlie Metro. Estuvo con los Reales solo una temporada, Schultz se mudó al final del año. En 1971, se unió al cuerpo técnico de los Tigres de Detroit, donde se convirtió en coach del manager Billy Martin. Esa primavera, los Tigres se preparaban para efectuar un juego de exhibición contra los Piratas de Pittsburgh en Bradenton, Fla. Luego de retirarse como pitcher, Jim Bouton ahora trabajaba como reportero deportivo para el canal televisivo ABC y fue asignado para cubrir el juego de entrenamiento primaveral de los Tigres ese día. Ese escenario determinó el primer encuentro entre Schultz y Bouton desde la publicación de Ball Four. Bouton había buscado la reunión con ahínco, pero a Schultz no le había gustado la manera como el pitcher lo había retratado, particularmente como alguien quien constantemente pronunciaba obscenidades. Autorizado por Martin, quien no quería tener que lidiar con Bouton, Schultz abordó a su antiguo pelotero mientras este entrevistaba a los miembros de los Piratas. Schultz le dijo a Bouton con brusquedad que saliera del campo antes que los Tigres empezaran a ejercitarse previo al juego. La reacción de Schultz sorprendió a Bouton. Él sentía que había mostrado a Schultz de manera pintoresca y amigable, de ninguna manera de forma degenerada. “Joe, eras uno de mis favoritos”, dijo Bouton, tratando de razonar con su ex manager. Pero Schultz no escucharía. “Vete de aquí”, gritó Schultz. Bouton salió del campo disgustado. “Había estado esperando por mucho tiempo la oportunidad de poner a Bouton en su lugar”, le dijo Schultz a Martin, de acuerdo al Sporting News. “Me contenta que me haya dado la oportunidad de correrlo”. De muchas maneras, el incidente pareció fuera de lo común para el tipo de personalidad de Schultz, quien generalmente era muy llevadero. Pero pareció malinterpretar la manera como Bouton lo retrató en su libro. Bouton había querido mostrar a Schultz como un héroe pintoresco, pero Schultz interpretó las palabras de Bouton como una burla, una parodia. Schultz permaneció con los Tigres hasta 1973. Cuando los Tigres despidieron a Martin, nombraron a Schultz manager interino, dándole su segunda oportunidad como dirigente. En 28 juegos tuvo una respetable marca de 14-14, y recibió elogios por su trabajo con el equipo, pero los Tigres no consideraron apropiado darle el trabajo a tiempo completo. Schultz no dirigiría otra vez. Schultz se estableció en San Luis para su vida pos-beisbol, allí permaneció por el resto de sus años. En 1989, un artículo de USA Today acerca de los Cardenales de 1964 reportó a Schultz como fallecido, aunque todavía trabajaba en una compañía de suplementos ferroviarios. Cuando el narrador de los Cardenales, Jack Buck, vio a Schultz unos días después, lo saludó diciéndole: “Me alegra ver que has resucitado”. Schultz viviría siete años más, mientras vivía una vida pacífica en San Luis. Finalmente sucumbió a una falla cardíaca en enero de 1996, tenía 77 años de edad. Durante una de sus entrevistas finales, a Schultz le preguntaron por su frase favorita, “saborearr algo de Budweiser”. Su respuesta al Milwaukee Journal fue muy clásica de Schultz. “En este momento tengo una en mi mano”. Entonces Schultz discutió lo que hubiera ocurrido si los Pilotos hubieran seguido con él y lo llevaran a Milwaukee en la mudanza del equipo. Manteniendo su perspectiva, Schultz dijo: “Hubiese estado en una buena ciudad con toda esa cerveza”. ________________________________________ Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning at the National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A BaseballDynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A`s, el cual fue premiado con la Seymour Medal de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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