viernes, 4 de julio de 2014
Jim Brosnan, un relevista que le dio una nueva perspectiva a la escritura de beisbol, fenece a los 84 años.
Bruce Weber. 04-04-2014
Jim Brosnan, quién tuvo logros modestos como pitcher relevo pero ganó mayor fama y consecuencia en el juego por escribir sobre este, falleció el sábado 28 de junio en Park Ridge, Ill.
La causa fue una infección que contrajo mientras se recuperaba de un accidente cerebrovascular, dijo su hijo Timothy.
En 1959, Brosnan, quién jugó nueve años en las Grandes Ligas, llevaba un diario de su experiencia como pitcher, primero con los Cardenales de San Luis y luego, tras un cambio, con los Rojos de Cincinnati. Al año siguiente publicó “La temporada larga” (“The Long Season”), era un nuevo estilo de escritura deportiva, cándido, profundo y altamente literario, más interesado en presentar las vidas cotidianas y las personalidades reales de los hombres que practicaban el juego que en mantener la ficción de los peloteros como los héroes americanos y ejemplos modelo.
Escrito con un poco de hostilidad, pero sólo un poco, al libro se le da el crédito de haber cambiado la naturaleza de la escritura de béisbol, anticipándose a los reportes literarios de Roger Angell y Roger Kahn entre otros; fijó el camino para “Veeck-as in Wreck”, la vibrante memoria de Bill Veeck, el original dueño de varios equipos; se anticipó por una década a “Ball four” el diario más celebrado y exuberante (y mas lascivo) de un pitcher escrito por Jim Bouton.
“La primera práctica estaba programada para las diez en punto”, escribió Brosnan, en un pasaje típico del primer día de entrenamiento primaveral. “El clubhouse estaba lleno a las 9, nos sentamos por una hora, ansiosos de salir. Pero primero llegaron los discursos. El entrenamiento primaveral tiene una ceremonia de convocatoria que sigue patrones estrictos en todo el mundo del beisbol. El manager dice: ‘Quiero darles la bienvenida muchachos; quiero dejarles saber que cada uno de ustedes tiene una oportunidad de hacer este equipo’. (Esta hipocresía siempre es saludada con una ironía indulgente y silenciosa por los veteranos de anteriores entrenamientos)”.
El libro creó algo de resentimiento hacia Brosnan en el beisbol. Joe Garagiola, el narrador de juegos y antíguo jugador, lo llamó “un culturoso loco”. Y en 1964, Brosnan, quién para el momento había escrito un segundo libro y varios artículos para revistas, fue separado del juego, entonces jugaba para los Medias Blancas de Chicaga, porque no firmaría ningún contrato que estipulara que no podría publicar su escritura durante la temporada. Pero quizás más notoria era la reacción hacia Brosnan fuera del beisbol, donde era visto como un personaje extraño: un atleta con cerebro.
“Tradicionalmente hay dos clases de peloteros, mascadores de tabaco, rocas de puros monosílabos y héroes de aseada apariencia demasiado jóvenes para aparecer en comerciales de hojillas de afeitar”, escribió John Corry en The New York Times, bajo el encabezado “Nada de libros de comiquitas para Brosnan”. “Jim Brosnan, un pitcher de los Rojos de Cincinnati, está en una tercera clase. Escribió un libro de las otras dos clases”.
En un largo artículo, The Saturday Evening Post disecó la personalidad de Brosnan, abordando en detalle sobre su mordacidad y autoabsorción como pelotero joven y su historia en análisis.
“Brosnan es muy posiblemente la criatura más intelectual que se haya puesto un uniforme de Grandes Ligas”, declaró el escritor del artículo Al Silverman.
James Patrick Brosnan nació en Cincinnati el 24 de octubre de 1929, de dos padres quienes, como los decribiría él, estaban infelices entre sí y tenían intereses muy distintos. Su padre, John, quien trabajaba para una compañía de maquinarias de molinos, tenía un interés: beisbol. Su madre, Rose, era enfermera que enseñaba literatura y música a sus hijos.
Como niño, Jim era lector, músico, tocaba el trombón y luego el piano, y pelotero. Firmó un contrato con los Cachorros de Chicago antes de cumplir 17 años, tuvo momentos muy duros en las ligas menores, en una temporada dejó marca de 4-17, y no llegaría a las Grandes Ligas hasta 1954.
Entre 1951 y 1953, la carrera de Brosnan fue interrumpida por un servicio de estado en el ejército, durante el cual él jugaba beisbol, trataba de escribir y conoció a la mujer que sería su esposa.
“Yo me había prometido que escribiría un libro de mis experiencias en el ejército”, escribió Brosnan en 2001, en una presentación de una nueva edición de “The Long Season”. “Hemingway lo hizo, ¿o no? Mailer. James Jones. Irwin Shaw. El problema era este: Mi única experiencia en el ejército de la que se podía escribir era de mi luna de miel ‘Pitcher se casa con Pitcher’ debía haber sido el encabezado cuando el 23 de junio de 1952, Anne Stewart Pitcher se casó con el pitcher Jim Brosnan”.
Anne Brosnan falleció el año pasado. Además de su hijo, a Brosnan, quien vivió por más de medio siglo en Morton Grove Ill., un suburbio de Chicago, le sobreviven dos hijas, Jamie Kruidenier y Kimberlee Brosnan-Myers; un hermano, Michael; y cuatro nietos.
La carrera de Brosnan tanto como pitcher y escritor dio un giro positivo cuando fue cambiado de los Cachorros a los Cardenales en 1958. Animado por un amigo escritor, escribió un artículo para Sports Illustrated sobre ser cambiado, y eso desembocó en “The Long Season”.
Él lanzó bien en su primer año en San Luis, tuvo marca de 8-4 como abridor y relevista. Fue cambiado a los Rojos en junio de 1959, eventualmente se hizo relevista a tiempo completo y tuvo su mejor momento.
Su record vitalicio fue de 55-47, con 3.54 de efectividad y 67 salvados.
En 1961, su mejor año, dejó marca de 10-4 y salvó 16 juegos para un equipo de los Rojos que ganó el banderín de la Liga Nacional. Su segundo libro fue un recuento de esa temporada, con la adición del drama de la carrera por el banderín, el libro de hecho, fue llamado “Pennant Race” (“Carrera por el Banderín”), algunos críticos lo hallaron superior a “The Long Season”. Al escribir en The New York Times Book Review, Arnold Hano, el autor de otra admirado libro de beisbol “A Day in the Bleachers” (Un Día en las Gradas”), lo llamó uno de los mejores libros de béisbol jamás escrito”.
Luego de su retiro del beisbol, Brosnan escribió libros deportivos para niños y contribuyó en muchas publicaciones, incluyendo The Times. Pero este logro como escritor vino a ser mejor reconocido después de décadas de perspectiva.
“Hacia comienzos de los años ’60 la literatura de beisbol era insignificante”, escribió el crítico Jonathan Yardley en The Washington Post en 2004. “Alguna buena ficción había sido inspirada por el juego, notablemente ‘You know me Al’ de Ring Lardner y ‘The Natural’ de Bernard Malamud, pero las obras de no ficción eran poco más que un reportaje de página deportiva: biografías idealistas de estrellas escritas por adolescentes (‘Lou Gehrig: Boy of the Sabdlots’), (‘Player-Manager’ by Lou Boudreau) y historias superfluas del juego (‘The Baseball Story’ by Fred Lieb).
Entonces un libro cambió todo: ‘The Long Season’ de un poco conocido pitcher de relevo de los Rojos de Cincinnati llamado Jim Brosnan.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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