lunes, 27 de julio de 2015

En el palco de la prensa no hay celebración.

15-07-2015. Jason Linden. The HardBall Times Imagine esto: Es el ultimo día de la temporada. Los Yanquis, a pesar de ser el quipo más viejo desde que Nebuchadnezzar inventó la bola de saliva, están empatados en el primer lugar. El este de la Liga Americana es mediocre, por lo que deben ganar la división para llegar a los playoffs. Ellos pierden por una o dos carreras. Hay corredores en base. Alex Rodríguez toma turno al bate. Esta, estamos supuestos a creer, es una instancia rara donde los aficionados y los periodistas en el palco de la prensa estarán deseando la misma cosa. Los fanáticos de los Yanquis quieren la postemporada, no importa quien los lleve allí. Los periodistas quieren una historia, y es difícil imaginar una historia mejor que el maléfico Rodríguez enviando a los Yanquis a la postemporada con un jonrón oportuno. La única diferencia en esa circunstancia, debe ser una de volumen. Los aficionados estarán gritando, pero el palco de la prensa estará en tenso silencio. No hay celebración en el palco de prensa. ¿Pero eso es realmente así? ¿De verdad no hay celebración en el palco de la prensa? ¿Y qué significa eso? ¿Eso significa que los reporteros están supuestos a mantener la objetividad o el periodismo deportivo es el equivalente de usar casco en un sitio en construcción? Hay personas trabajando. Tranquilos. Como parte de la investigación para este artículo, contacté periodistas de beisbol de cada mercado de Grandes Ligas para pedirle sus opiniones sobre el concepto de “en el palco de prensa no hay celebración” y su experiencia personal con eso. Escuché a siete periodistas (uno de los cuales pidió anonimato) y aunque la muestra no es enorme, mostró algún desacuerdo con lo que significa la frase. Mark Gonzales del Chicago Tribune me dío la respuesta objetivista más pura que haya escuchado, al decir, “Eso significa que eres estrictamente objetivo, sin mezclar las emociones al resultado. Algunos periodistas han dicho que se ‘aupa por la historia’. Lo entiendo, pero no voy tan lejos…mi trabajo es documentar los elementos tan bien como pueda…” Encontré esta respuesta interesante porque la mayoría de nosotros hemos escuchado a los periodistas deportivos decir abiertamente que ellos “aúpan por la historia”. Es tan bien conocido que solo tiene que darle un vistazo al uso de esto en la introducción de esta pieza. Pero, aupar por una historia, es emocional, ¿cierto? Se trata de interés propio. Como C. Trent Rosecrans del Cincinnati Enquirer dijo cuando le preguntaron por sus intereses de aupar algo o alguien: “Honestamente, al final, aúpo por mí, quiero un buen, rápido, emotivo juego con una gran historia”. El punto en el que todos parecen estar de acuerdo sobre “no celebrar..”, significa que efectivamente, es un ambiente de oficina. Más allá de eso, también hubo acuerdo general en que los periodistas no están supuestos a aupar a los equipos que cubren, ni siquiera internamente. Esto llega hasta el fondo del asunto de la objetividad. ¿Son los periodistas capaces de ser verdaderamente objetivos? Entre aquellos que respondieron a mis preguntas, hubo desacuerdo en esta. Por supuesto, las respuestas básicas son “si” o “no”. Entre aquellos que dijeron que no era posible, resultó ser porque se trata de personas. Consideren lo siguiente de Andy McCullough del Kansas City Star: “Pienso que se necesita una increíble cantidad de empatía para ser un buen reportero…Me gusta escribir historias sobre las personas, y escribir de beisbol proporciona la mejor oportunidad en un periódico para escribir historias de personas. Para hacer esto bien, se necesita conocer a las personas que se cubren. Es difícil escribir cosas negativas sobre personas que te gustan y es difícil escribir cosas agradables de los jugadores que te tratan como miembro de una especie sub-humana. Pero tienes que ser justo. De otra manera, los lectores se darán cuenta. Esa es una cita muy larga, pero quise hacerlo así porque toca algo que piensol que todos entendemos desde afuera. Algunos jugadores son idiotas. Otros jugadores son buenos tipos. Pero el que un jugador sea agradable no tiene necesariamente nada que ver con cuan bueno sea él o cuan bien haya jugado. Así que mientras los reporteros como McCullough no pueden (porque son humanos) mantener opiniones objetivas de los jugadores como personas, ellos “tienen que proceder bien”. Por supuesto, la definición de bondad nos lleva hacia otro camino, y tal vez haya espacio para un artículo sobre eso algún día, pero no hoy. Quizás la respuesta más interesante a la pregunta sobre objetividad, sin embargo, vino del reportero quien insistió en permanecer anónimo. Este periodista dijo que creía que la objetividad total era posible, pero cuando le pregunté si había roto la regla de “no celebrar”, él dijo, “Lo he hecho. Algunas veces es inevitable. Cuando sigues un equipo por una temporada completa, es difícil no involucrarse un poco emocionalmente. Mientras se mantenga claro que se puede mantener objetivo, y mientras eso se haga muy ocasionalmente, no es nada del otro mundo”. Hay mucho de disonancia cognitiva en esa respuesta. Quizás de lo que él habla en realidad es del concepto de hacer las cosas bien mencionado por McCullough y otros periodistas con quienes me comuniqué. Pero ¿objetivo? No se si puedo creer que un reportero sea objetivo cuando dice que celebra por un equipo. Esto provee un buen punto en la discusión sobre la edad de la frase “en el palco de prensa no hay celebración”. Confesaré que fui incapaz de determinar el origen con precisión. Sospecho que ha estado vigente por mucho tiempo. Ciertamente, estaba bien establecida cuando Jerome Holtzman recopiló el libro clásico sobre periodismo deportivo del mismo nombre. En el volumen original, publicado en 1973 (desde entonces fue actualizado para incluir más periodistas), Holtzman presenta los resultados de entrevistas sobre periodismo deportivo con 18 periodistas quienes estuvieron presentes en el advenimiento del periodismo deportivo en Estados Unidos. Lo que es fascinante de esas páginas es cuan a menudo registran todo lo contrario de lo que implica el título. A menudo, los periodistas estaban profundamente ligados a las vidas y fortunas de los jugadores que cubrían. Cualquiera que haya seguido profundamente los deportes ha notado que , en épocas pasadas, el reportaje deportivo tenía un tono completamente diferente del que tiene hoy. Lo que una vez fue reconocido como periodismo deportivo genuino a menudo sería relegado a una columna de opinión hoy. Al leer las historias, es imposible no ver que el periodismo deportivo por lo menos ha tratado de hacerse más objetivo. Pero ¿de verdad ha ocurrido? En 2004, Scott Reinardy (un antíguo reportero deportivo, ahora Ph.D. en periodismo y profesor en la Universidad de Kansas) publicó un estudio sobre objetividad en la cobertura del futbol americano universitario. Lo que el estudio encontró fue que a menudo es extremadamente difícil para los reporteros deportivos mantenerse objetivos en su cobertura. Las razones de esto son variadas. Primero, los reporteros deportivos están en la inusual posición de estar constantemente rodeados por miles de personas quienes tienen un interés parcializado en lo que pasa ante ellos. Segundo, los reporteros obtienen mucha de su información de los equipos que cubren y esa información puede implicar un conflicto de intereses. A los reporteros no siempre le permiten publicar todo lo que ven si quieren seguir teniendo acceso completo. Y, aún cuando los reporteros publiquen algo, los equipos pueden tener el poder de condicionar como se presenta el material en el periódico. El estudio de Reinardy da un ejemplo excelente de esto desde el período de reclutamiento de futbol americano en 1995 cuando una historia negativa…”apareció el 22 de enero, 10 días antes del 1 de febrero la fecha límite de NCAA para firmar jugadores de último año de secundaria para becas de futbol. El entrenador de Nebraska, Tom Osborne conminó a los periódicos y editores deportivos para suavizar la historia y retrasar la publicación hasta después del 1 de febrero. Luego de un acalorado debate en la sala de noticias, la historia fue reescrita, alterando el borrador original en el párrafo 15. La historia fue bajada desde el frente de la página hasta el fondo de la página deportiva, y el grueso de la historia estaba en la página interior de deportes. Tampoco fue publicada hasta el 4 de febrero”. Ahora, esa no es una historia de beisbol, y usted puede asumir que un famoso entrenador de futbol Americano en un pequeño pueblo universitario puede ejercer más presión en la prensa local que la gerencia del beisbol de las grandes ciudades. Pero ciertamente es ilustrativa y es fácil entender que presión tan similar pudiera ser aplicada por los equipos de Grandes Ligas, muchos de los cuales son o han sido propiedad de conglomerados mediáticos de varias clases. Aún con todas las influencia externas que hacen difícil mantenerse completamente objetivo, el palco de prensa permanece como un tipo de lugar especial. Pregunté a los periodistas sobre los cambios que han observado en los años recientes ahora que los aficionados obtienen mucha de su información de los blogs y las redes sociales. La respuesta general que obtuve fue que el palco de prensa es el palco de prensa, aún cuando los bloggeros están ahí. Aquí está lo que Peter Abraham del Boston Globe tuvo que decir: “Hay antíguos aficionados bloggeros quienes han migrado hacia el ambiente de los medios, Jay Jaffe de Sports Illustrated por ejemplo, y viene al palco de prensa a trabajar. Jay es un aficionado de los Yanquis y no lo oculta. Pero actúa profesionalmente cuando está en el palco de prensa…Francamente, si intentaras mostrar algún tipo de celebración obtendrías el pinchazo de la mirada de todos”. Esa es una descripción de libro de texto de presión de los pares, pero la presión de los pares no siempre es algo malo. Después de ver lo que Abraham tenía que decir, busqué a Jaffe para conocer sus pensamientos. Lo que dijo fue que eso es parte de la experiencia. O, en sus propias palabras, “Si quieres ser aceptado en el mundo de los medios profesionales, está suficientemente claro que tienes que dejar a un lado tus preferencias”. Él reconoció que la excepción fue ver a Derek Jeter conseguir su imparable 3000, pero aún entonces, “Evité la tentación de celebrar, en ves de eso canalicé mi emoción en un tweet y en sentirme impresionado por la enormidad de este logro y por mi propia fortuna de presenciarlo desde ese asiento privilegiado”. Me pregunté si había otras circunstancias como la que describe Jaffe, en las cuales no era posible controlar las emociones, y como podía ser visto eso en el palco de la prensa. ¿Que tal si tu equipo de la niñez está en la Serie Mundial, a punto de una victoria? Para todos, excepto el periodista anónimo, eso es algo adyacente. De hecho, parece que la amplitud del alcance de la mayoría de los medios lleva a los reporteros hacia la objetividad. Gonzales lo ilustró muy bein cuando dijo, “Recuerdo regresar al piso de arriba en Minute Maid Park, cerca del tiempo límite para enviar mi reporte después que los Medias Blancas de Chicago ganaron la Serie Mundial de 2005. Antes de empezar a escribir, oi una voz decir, ‘Un millón de personas va a leer tu historia. Mas te vale escribirla bien’. Miré alrededor, y era Nick Colletti, a quién conocía de nuestros días cuando yo cubría a los Gigantes,,,Ned era un antiguo reportero deportivo, por que él sabe lo que es escribir acerca de un evento monumental”. Los periodistas deportivos tienen un trabajo complicado y difícil. Durante buena parte de la historia del periodismo deportivo, ellos resolvían la dificultad no siendo completamente objetivos. Ellos frecuentaban con los peloteros. Participaban en los esquemas financieros con los peloteros. Y de todas formas, los periódicos eran locales, asi que ¿Quién los iba a criticar? Pero en las décadas recientes, esto ha transicionado hacia algo más cercano al ideal del periodismo objetivo. El periodista que cubre hoy a su equipo favorito probablemente no es objetivo por completo, pero trata de hacer las cosas bien. Está consciente de que mucha gente está observando y ellos valoran la integridad periodística. Sobre Jason Linden Jason enseña ingles en la escuela secundaria, escribe ficción, maneja un pequeño programa de escritura y escribe sobre educación y literatura. También escribe para Redleg Nation y escribe y edita para The Hard Ball Times. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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