lunes, 27 de julio de 2015
Esquina de las barajitas: José Cardenal: 1973 Topps
03-05-2013. Bruce Markusen.
Son barajitas como este clásico de Topps de 1973 que me hacen preguntar que exactamente se dicen entre los camarógrafos y los peloteros durante las sesiones fotográficas. ¿Indican los fotógrafos de Topps a los peloteros como deben lucir ellos en las poses? ¿O tienen los peloteros la última palabra sobre como van a sostener sus bates y guantes para tratar de lucir más atléticos frente al lente de la cámara? ¿Y cuan a menudo estas conversaciones terminan en gritos desde ambos lados ante la imposibilidad de lograr acuerdos sobre la mejor manera de presentar a un pelotero en una barajita e beisbol?
Especulemos sobre lo que pueda haber sido dicho entre el fotógrafo de Topps y el jardinero de los Cachorros José Cardenal durante un juego en la carretera en 1972, cuando se tomó esta fotografía. “Toca la pelota José”, el fotógrafo pudo haberle gritado con entusiasmo a Cardenal mientras buscaba la pose apropiada para esta barajita de beisbol de 1973. Esa pudo haber sido una instrucción extraña para alguien como Rico Carty, Jim Ray Hart o Bobby Bonds. Esos tipos eran reconocidos por sus habilidades para batear con poder y raramente les pedían que ejecutaran un toque de sacrificio.
En contraste, Cardenal era un diestro tocador quién podía manejar el bate con habilidad. Podía hacer casi todo en el plato, desde descargar linietazos a los callejones hasta despachar un jonrón ocasional en County Stadium o Wrigley Field o Busch Stadium.
Al comienzo de su carrera, Cardenal lo hacía todo bien en el terreno de juego. Firmado por los Gigantes como agente libre amateur en Cuba en 1960 (fue uno de los últimos peloteros en salir de Cuba antes que Fidel Castro apretara las restricciones), logró grandes números en El Paso AA en 1963. Bateó 36 jonrones, robó 35 bases, y tuvo un porcentaje de slugging de .617, para levantar su OPS hasta 1.011. Parecía tan prometedor como jugador de ligas menores que resulta algo sorprendente que haya terminado con una carrera de vagabundo que lo vio hacer paradas en San Luis, Milwaukee, Chicago, Filadelfia, Nueva York y Kansas City.
En términos simples, Cardenal fue un reputado prospecto con talento de cinco herramientas. Algunos scouts, incluyendo unos de la organización de los Gigantes, valoraban la combinación de Cardenal con velocidad, brazo, fuerza y poder. Desafortunadamente, los Gigantes de esa época también tenían una gran camada de buenos jardineros jóvenes. Algunos como Bonds y Hart, avanzaron en el sistema y se convirtieron en estrellas en San Francisco. Muchos otros, como Cardenal y Leon Wagner y Matty Alou, fallaron en el intento y tuvieron que buscar su salida en otras organizaciones.
Los Gigantes completaban la situación al hacer un pobre trabajo en la evaluación de sus prospectos de los jardines. En particular, ellos no manejaban bien a sus peloteros latinos en ese tiempo. Es posible que los Gigantes catalogaran a Cardenal como un “cabezacaliente”; ese era un estereotipo común de los peloteros latinos en los años ’60 y ’70.
Hubo por lo menos un incidente donde Cardenal mostró su temperamento. De acuerdo a una historia relatada por el autor Dan Epstein, Cardenal se tomaba el asunto de la retaliación muy en serio. Mientras jugaba para el equipo afiliado de los Gigantes en El paso a comienzos de los años ’60, Cardenal se encontró con que los pitchers rivales le estaban lanzando pegado de manera seguida. Él creía que los frecuentes revolcones y pelotazos eran motivados principalmente por el color oscuro de su piel y su herencia cubana.
Un pitcher, en particular, le lanzaba a Cardenal con una regularidad molesta. Por lo que Cardenal decidió que la próxima vez que enfrentara a ese pitcher, iría al plato preparado, llevaría una navaja en sus medias. Cuando el pitcher lo golpeó con un lanzamiento, Cardenal se agachó, sacó la navaja, y empezó a perseguir al monticulista. Tan pronto como el pitcher vio la navaja, se volteó y empezó a correr hacia el jardín central. Con Cardenal corriendo a todo lo que daban sus piernas, ¡el pitcher corrió hasta la zona de seguridad del jardín central y saltó sobre la cerca!
Mientras es imposible probar que incidentes como este pueden haber predispuesto a los Gigantes con Cardenal, es probablemente imposible saber si su temperamento fue el punto determinante en la decisión de los Gigantes para cambiarlo. Cualquiera que haya sido el razonamiento de los Gigantes, ellos terminaron haciendo una transacción en noviembre de 1964. Enviaron a Cardenal fuera de la liga pero lo mantuvieron en el estado al enviarlo a los Angelinos de California por un cátcher de respaldo desconocido llamado Jack Hiatt. Fue un cambio intrigante en su momento; en retrospectiva luce confuso.
El cambio a la Liga Americana no solo le dio a Cardenal más oportunidad de jugar, sino que también le dio la ocasión de jugar frente a frente contra su primo, el campocorto de los Atléticos de Kansas City, Bert Campaneris. En una coincidencia más resaltante, Cardenal se convirtió en el primer bateador en enfrentar a su primo cuando Campy subió al montículo como parte de su actuación para jugar las nueve posiciones en un juego a instancias de Charlie Finley.
Sus dos primeras temporadas con los Angelinos fueron prometedoras, incluyendo una temporada de 16 jonrones en 1966, Cardenal luego desmejoró en su tercer año, lo cual provocó un cambio a los Indios por el jugador de cuadro Chuck Hinton. Cardenal jugó dos temporadas alrededor del lago pero no pudo levantar su OPS más allá del rango de .600. Disgustados por su rendimiento, los Indios lo enviaron de vuelta a la Liga nacional, lo remitieron a San Luis por el veterano Vada Pinson.
Los Cardenales, jugaban la mitad de sus juegos en la extensa superficie de grama artificial de Busch Stadium, parecía un lugar ideal para un rápido perseguidor de elevados como Cardenal. (También se convirtió en “Cardenal the Cardinal”, creando todo tipo de posibilidades de mercadeo). Con Cardenal en el centro y Lou Brock en el jardín izquierdo, los Cardenales desarrollaron una gran velocidad en los jardines. Cardenal alcanzó un OPS de .775 en 1970, pero el matrimonio entre Cardenal y los Cardenales no duró. Luego de temporada y media, los pájaros rojos negociaron a cardenal a Milwaukee como parte de un trato de cinco peloteros que trajo de vuelta al jugador del cuadro Ted Kubiak.
Cardenal jugó irregularmente en media temporada con los Cerveceros. No sería hasta su próxima parada que Cardenal encontraría alguna estabilidad a largo plazo. Luego de la temporada de 1971, los Cachorros empacaron al derecho Jim Colborn con dos peloteros de menor rango y los enviaron a los Cerveceros por Cardenal. Al agruparlo con Billy Williams (jardín izquierdo) y Rick Monday (jardín central), los Cachorros formularon uno de sus mejores jardines en años, conformado por un inquilino del Salón de la Fama en Williams y dos peloteros con la velocidad para cubrir los jardines en Cardenal y Monday. Cardenal se mantendría fijo frente a la hiedra de Wrigley Field por seis temporadas. En un nivel más cultural, el también desarrollaría su afro de gran tamaño durante sus días en Chicago.
En cada una de sus primeras cuatro temporadas con los Cachorros, Cardenal agenció un OPS por sobre .800, incluyendo dos temporadas en las cuales recibió poca consideración para jugador más valioso de la liga. En 1973, lideró a los Cachorros en promedio de bateo y emergió como el pelotero del año del equipo. Dos años después, bateó para un tope en su carrera de .317 y también consiguió otra marca personal con 77 boletos. Un pelotero subestimado, Cardenal se convirtió en uno de los mejores jardineros de las esquinas de la Liga Nacional.
Entonces vino la fase del declive para Cardenal. Los Cachorros notaron que con 33 años, Cardenal ya no podía jugar todos los días, lo cambiaron a los Filis luego de la temporada de 1977. Tuvo dificultades como jugador de banca en Filadelfia, se vio cambiado a los Mets a mitad de un doble juego, y resistió dos medias temporadas más como utility con los Mets antes de disfrutar su despedida con los Reales en 1980. Firmado en waivers hacia finales de agosto, Cardenal bateó .340 en 53 turnos y luego despachó un imparable como emergente en el noveno inning del sexto juego de la Serie Mundial. Aunque su imparable contra Tug McGraw no importó en una derrota de los Reales, permitió a Cardenal terminar su carrera en las mayores con una nota alta.
¿Por qué Cardenal, un sólido pelotero quien bateó para un promedio decente, corrió las bases con agresividad e inteligencia, y jugó las tres posiciones de los jardines a un nivel respetable, usó nueve uniformes de equipos diferentes en una carrera de 18 años? Pueden haber influido dos factores. Primero, Cardenal no bateó con el tipo de poder que había asomado como prospecto en el sistema de los Gigantes. Satisfecho con dispersar sus batazos entre los callejones, él nunca bateó más de 17 jonrones en una temporada.
Segundo, Cardenal puede haber agredido a algunos de sus equipos con su conducta, la cual era extraña o encantadora, dependiendo de tu perspectiva. Algunos de sus managers lo consideraban temperamental, aunque eso pudo ser el resultado de malos entendidos raciales y étnicos. Un espíritu libre con un raro sentido de la lógica, Cardenal frustraba a sus managers y jefes de la oficina con sus arrancadas y hábitos. Algunos de esos hábitos dañaron su reputación, mientras otros eran completamente inofensivos, pero todos ellos hicieron de Cardenal uno de los grandes personajes de los años ’60 y ’70 en el beisbol.
Consideremos algunas de las excentricidades que hicieron a Cardenal una de las figuras memorables del juego:
• Cuando jugaba en los años ’60, Cardenal prefería su uniforme marcadamente ajustado en una época cuando la mayoría de los jugadores usaban sus uniformes de algodón holgados. De acuerdo al difunto pitcher derecho de los Pilotos de Seattle Fred Talbot, quién fue citado en Ball Four, Cardenal una vez dejó de jugar en tres juegos seguidos en el beisbol invernal por una extraña razón: no podía encontrar pantalones lo suficientemente ajustados en las piernas. Y si, en caso de que te estuvieras preguntando, eso suena como al sacado de un episodio de Seinfeld.
• Los pantalones ajustados eran solo uno de los hábitos de Cardenal. Ël se hizo famoso por idear extrañas excusas para justificar su indisposición de jugar. Hablaba de extrañas lesiones oculares y distracciones nocturnas ocasionadas por grillos imaginarios. En 1972, Cardenal expresó que no podía ver bien. ¿La razón? Se había despertado con los párpados y pestañas pegados al ojo. “Me desperté y tenía el ojo inflamado”, explicó Cardenal a un reportero. “Mis pestañas estaban pegadas. No podía ver, así no podía jugar”.
En otra ocasión, Cardenal le dijo al manager de los Cachorros, Jim Marshall que no podía jugar en un juego de los entrenamientos primaverales de 1972 porque el ruido de los grillos lo había mantenido en vela toda la noche. Marshall, no le creyó, pero le dio el dia libre al veterano jardinero. Cuando se trataba de dar extrañas excusas para no jugar, Cardenal era el Chris Brown de los años ’70.
• A diferencia de muchos jugadores latinos de su época, Cardenal hablaba inglés lo suficientemente bien para tener un nivel de comodidad con los reporteros. A veces su habilidad para manejarse en las entrevistas se traducía en algo muy irreverente para el gusto de algunas personas. Cuando el compañero de equipo Rick Monday, rescató una bandera estadounidense de dos trabajadores inmigrantes en un juego de 1976, generando admiración desde todos los ángulos del estadio, Cardenal se convirtió en uno de los pocos jugadores que reaccionó con ironía. Él sarcásticamente se preguntaba si Monday sería reconocido al nivel de un patriota estadounidense como el Presidente Lincoln o George Washington.
• Cardenal se hizo muy conocido por llevar uno de los afros más grandes del beisbol. De hecho, a excepción del celebrado Oscar Gamble, nadie tenía un afro de la altura y el cuerpo del de Cardenal. Como resultado, Cardenal requería gorras y cascos apropiadamente más grandes que la talla de su cabeza, algo en el rango de Bruche Bochy/Hideki Matsui.
• De acuerdo a su compañero en Filadelfia, Pete Rose, Cardenal rellenaba de corcho sus bates con frecuencia durante sus día con los Filis. Rose dice que podía oir el “sonido del taladro” en el clubhouse de los Filis, mientras Cardenal ejecutaba su carpintería en una variedad de bates. Rose dijo que él usaba uno de los bates rellenos de Cardenal en la práctica de bateo, pero nunca en un juego oficial.
A pesar de su reputación por tener una conducta que desafiaba la lógica, Cardenal permaneció en el juego como entrenador. Disfrutó una larga carrera, se ganó el respeto por su conocimiento del corrido de bases y el juego en los jardines. Luego de una estadía entrenando con los Rojos, Cardenal se unió al cuerpo técnico de Joe Torre con los Yanquis. Fue empleado como coach de primera base y de los jardines, y además se ganaba su salario aportando observaciones oportunas durante la Serie Mundial de 1996. Con los Yanquis defendiendo una ventaja de 1-0 en el noveno inning del quinto juego, los Bravos de Atlanta amenazaron con empatar el marcador, y posiblemente ganar el juego. Mientras Chipper Jones abría en tercera base, y Ryan Klesko hacia lo propio en primera, Luis Polonia entró a la caja de bateo ante el cerrador de los Yanquis, John Wetteland. Momentos antes de ese turno al bate, Cardenal notó que Paul O’Neil estaba fuera de posición en el jardín derecho. Desde su posición en el dugout de los Yanquis, Cardenal le hizo señas a O’Neill, lo movió varios pasos hacia el jardín central.
Polonia engarzó un envío de Wetteland hacia el callejón del jardín derecho, alto y profundo, pero sin distancia de jonrón. Al correr hacia la pared, O’Neill finalmente alcanzó el batazo, y logró atrapar la pelota en la malla de su guante.
Si Cardenal no hubiese movido a O’Neill varios metros hacia el hueco entre el jardín derecho y el central, el batazo de Polonia lo hubiera sobrado. Por lo menos Jones hubiera anotado, para empatar el juego. Aunque no es seguro, Klesko posiblemente hubiese anotado desde primera, dándole a los Bravos una dramática victoria viniendo de atrás. Quién sabe que hubiera sido de los Yanquis en el resto de la serie, quienes terminaron completando una dramática remontada en seis juegos.
Aunque él fue un miembro del cuerpo técnico de Torre ampliamente respetado, eventualmente tuvo una disputa salarial con los Yanquis. Cardenal salió de Nueva York, se convirtió en coach de los Devil Rays de Tampa Bay antes de regresar al cuerpo técnico de los Rojos. De ahí pasó a los Nacionales como consejero del gerente general, una posición que mantuvo hasta 2009, cuando los Nacionales decidieron dejarlo libre.
Ahora, Cardenal está fuera del beisbol, un triste desenlace para un hombre quien ha interactuado con el juego como prospecto, jugador, personaje pintoresco, entrenador experimentado, y consejero de la oficina principal. Me gustaría pensar que alguien que desarrolló su vida alrededor del beisbol siempre tendría un trabajo en el juego hasta que él decidiera que era suficiente, pero me parece que eso no es realista dentro de la estructura corporativa del beisbol.
Aún a la edad de 69 años, apostaría que José Cardenal podría aún inclinar su cuerpo y dirigirlo hacia el pitcher, para obsequiarnos un buen toque de pelota, como el que una vez ejecutó para fotógrafo de Topps.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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