viernes, 5 de mayo de 2017

Rindiendo Homenaje a un Amigo Aficionado, en los Baños de cada Estadio de Beisbol.

Corey Kilgannon. The New York Times. 01 de mayo de 2017. Los Mets de Nueva York derrotaban 2-1 a los Filis de Filadelfia, despues de dos innings cuando Tom McDonald se levantó de su asiento en el palco superior de Citi Field. Era el llamado de la naturaleza, y también de la promesa a su amigo de la niñez y seguidor de los Mets, Roy Riegel, cuya muerte hace nueve años dejó a Mr. McDonald, 56, con el compromiso de rendir honor a sus lazos beisboleros de una manera poco convencional: dispersando las cenizas de Mr. Riegel en todos los estadios del país. Mas inusual es su método: desecharlas en las pocetas de los baños en los estadios durante los entre-innings. “El juego tiene que estar en proceso, esa es mi regla”, dijo Mr. McDonald una noche de semana reciente antes de entrar a un baño del Citi Field, sosteniendo un botellita de plástico con una muestra de los restos cremados de Mr. Riegel. Él se paró en el compartimiento del baño y esparció las cenizas en la poceta con tanto decoro como lo permitió el lugar. Un par activaciones de flujo de agua más tarde, los restos de Mr. Riegel estuvieron viajando a través de las cañerías de Citi Field. “Me hice cargo de Roy, y tuve que utilizar las facilidades”, dijo Mr. McDonald, al salir del compartimiento con el envase vacío. “Así que, maté dos pájaros de un tiro”. “Siempre aplico varios flujos de agua”, añadió él. “Esa es otra de mis reglas”. La clave es que Mr. Riegel era plomero, por lo cual, que mejor honor que bombear sus cenizas por la plomería, dijo Mr. McDonald, y agregó que él había hecho fluir las cenizas de Mr. Riegel en 16 estadios hasta el momento y lleva un registro de esos viajes. “Sé que las personas podrían pensar que esto es loco, y si fuesen las cenizas de alguien más, estaría de acuerdo”, dijo él. “Pero tratándose de Roy, este es el homenaje perfecto para un plomero, un aficionado al beisbol y un tipo brillante y locuaz”. Mr. McDonald, quien también responde al apodo de Porky, es un trabajador recién jubilado de la oficina de New York City Transit Authority quien ha escrito alrededor de 3000 poemas, la mayoría de ellos sobre beisbol, a menudo viaja a los estadios a través del país para inspirarse. Sin educación universitaria o instrucción formal como escritor, él ha cultivado un estilo accesible de aficionado que le debe mucho a su niñez en Astoria Queens, cerca de donde juegan los Mets, lo cual queda en Flushing. Mr. McDonald y Mr. Riegel crecieron a una cuadra de distancia y asistieron juntos a incontables juegos en Shea Stadium, el cual cerró en 2008. Como adolescentes, corrieron jubilosos sobre el terreno cuando los Mets vencieron a los Rojos de Cincinnati en el quinto juego de la serie de campeonato para ganar el banderín de la Liga Nacional en 1973. También sufrieron a través de muchas temporadas perdedoras. Mr. McDonald no pudo contener las lágrimas cuando le pidió a la familia de Mr. Riegel una porción de sus cenizas poco después de su muerte en 2008. Originalmente había planeado solo dispersarlas en los estadios y otros lugares impactantes. Él frotó las cenizas suavemente en el asfalto del patio de la Public School 70 de Astoria, donde los dos jugaron caimaneras de beisbol, futbol americano y hockey con patinetas. Las esparció orgullosamente en un lugar marcado de Lower Broadway donde la ciudad conmemora el desfile de los Mets luego de su victoria en la Serie Mundial de 1969. También las espolvoreó sobre la ubicación original del home plate de Shea Stadium, la cual está indicada por un marcador en el estacionamiento de Citi Field. Pero dispensar las cenizas en algunos estadios trajo problemas. El primer intento de Mr. McDonald, en un juego de los Piratas de Pittsburg en 2009 en PNC Park, se encontró con una ráfaga de viento, recordó Adam Boneker, 46, un amigo quien ha acompañado a Mr. McDonald en muchos de sus viajes a los estadios para lanzar las cenizas. “Eso fue feo”, recordó Mr. Boneker, y agregó que resolvieron tratar en un juego de los Mellizos de Minnesota en el Metrodomo de Minneapolis, pero, una vez ahí, se dieron cuenta que un estadio cerrado no era el lugar apropiado. Despues, en una taberna irlandesa cercana, un frustrado Mr. McDonald pidió permiso para usar el baño. Regresó sonriente y declaró triunfal, “Cumplí con Roy”, recordó Mr. Boneker. Mr. McDonald había hecho fluir las cenizas en el baño. “Allí me sentí afectado”, dijo Mr. McDonald. “Despues de eso, me tomó una vida salir de ahí”. En los años siguientes, él, a menudo acompañado de Mr. Boneker, hizo fluir las cenizas en los estadios de Arizona, Atlanta, St. Louis, Kansas City, Mo., Toronto, Detroit, Cincinnati, Baltimore. En Cleveland, las cenizas de Mr. Riegel fueron drenadas en Progressive Field y el Rock & Roll Hall of Fame, porque Mr. Riegel era un rockero devoto. En Chicago, Mr. McDonald las hizo fluir en un juego de los Medias Blancas pero no en uno de los Cachorros, los viejos adversarios de los Mets en la Liga Nacional. “Es divertido, no a título de chiste, sino divertido que fuese exactamente como Roy lo hubiera querido”, dijo Mr. McDonald. A través de los años, un amplio círculo de amigos de Mr. McDonald se ha mantenido al día con las últimas descargas. “Eso se convirtió en una especie de chiste íntimo: ¿Cuál es el mejor lugar para las cenizas de Roy?” dijo Mr. McDonald, cuya amistad con Mr. Riegel abarcó desde el Pack 65 de los boys scouts hasta la adultez cuando la diversión se mudó a los bares locales. Mr. Riegel fue un “gran rumbero”, dijo Mr. McDonald, y “caminó por la cuerda floja del genio y lo insano”. La vida agitada le pasó factura, y falleció a los 48 años el 8 de abril de 2008, el día del juego inaugural de los Mets en la temporada final de Shea Stadium. Mr. McDonald asistió al juego sin Mr. Riegel y regresó a casa para encontrarse con que su amigo había fallecido. Se sentó y escribió “Una inauguración final, de hecho”, un poema acerca de como el comienzo de cada temporada de beisbol renovaba su amistad de la niñez. “Cada abril, eramos una vez más, muchachos en constante conexión especial”, escribió Mr. McDonald, quien leerá sus poemas el próximo mes en un simposio del National Baseball Hall of Fame de Cooperstown, NY. En el apartamento tipo estudio de Mr. McDonald en Astoria, lleno de pelotas de beisbol y otras memorabilias, el conserva las cenizas restantes de Mr. Riegel en un pote de maní Planters, cercana a un grupo de videos de Series Mundiales y la colección de Mr. McDonald de 149 pelotas autografiadas por inquilinos del Salón de la Fama. Para cada viaje, Mr. McDonald trasvasa cucharadas de cenizas a un frasco vacío de Advil desde el pote, cuyo exterior está forrado con boletos viejos de juegos de los Mets. Dijo que le quedaba suficiente para un homenaje más, el cual planea hacer en Durham Athletic Park, el antiguo estadio de ligas menores de Carolina del Norte donde fue filmada la película de 1988, “Bull Durham”. El hermano menor de Mr. Riegel, Hank Riegel, de Waterloo, NY, llamó al método de Mr. McDonald de dispersar cenizas, apropiado, dada la visión poco convencional de la vida de su hermano. “Él hubiera dicho, ‘Está bien hazlo’”, dijo Hank Riegel. “Definitivamente lo hubiera aprobado. Roy no seguía las reglas”. Por años, Mr. McDonald se consoló de que al menos Mr. Riegel no tuvo que ver la demolición de su querido She Stadium. Solo recientemente decidió que Citi Field merecía las cenizas de Mr. Riegel. Y así fue que con una sonrisa punzante él lanzó la botella de Advil en la papelera del baño de Citi Field la otra noche y regresó a su asiento del palco superior. “Sé que él está disfrutando todo esto”, dijo Mr. McDonald. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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