lunes, 6 de julio de 2015

Cooperstown Confidencial: Danny Murtaugh y el Salón de la Fama

04-12-2009. Bruce Markusen. Whitey Herzog, Davey Johnson y Billy Martin han recibido la mayoría de los titulares entre los managers listados en la votación del Salón de la Fama de este año, pero ninguno tiene mejores argumentos para llegar a Cooperstown que un amigo menos publicitado. Entre todos los antiguos managers listados para la votación del Comité de Veteranos, el difunto Danny Murtaugh tiene tantos méritos como cualquiera. Ya puedo oir los argumentos contra Murtaugh. “¿Murtaugh, no era el tipo quien parecía dormido en el dugout?” O, hay uno que se ha convertido en un refrán común recientemente: “Murtaugh no se siente como un inquilino del Salón de la Fama”. Esos tipos de reacciones ocurrirán cuando el manager es más retraído que fiero, no se autopromociona, y pasa su carrera entera dirigiendo un equipo de mercado pequeño. Pero una mirada más detallada de Murtaugh, en términos de logros estadísticos y testimoniales y apoyo anecdótico, provee un retrato mucho más nítido. Para determinar los méritos de un manager para el Salón de la Fama, tres medidas estadísticas me parecen las más importantes. Ellas no deben ser consideradas como la palabra final en la candidatura de un manager, pero si una simple herramienta para suministrar una idea de la carrera de un manager. Estas medidas incluyen el número de campeonatos mundiales, el número de presencias en los playoffs relacionado al número de temporadas dirigidas, y el porcentaje de juegos ganados del manager en la temporada regular. Murtaugh tiene buenos números en las tres categorías: Campeonatos Mundiales: Ganar una Serie Mundial es dificil. Para los managers, ganar varios campeonatos mundiales es muy duro. (Pregúntenle a los seguidores de Herzog, Johnson y Martin, quienes ganaron una Serie Mundial) Solo ocho managers han ganado tres o más Series Mundiales. De esos ocho, siete están en el Salón de la Fama. El octavo, Joe Torre, se les unirá dentro de poco luego de retirarse como manager. Trece managers han ganado exactamente dos Series Mundiales, incluyendo a Murtaugh. De esos, seis son miembros del Salón de la Fama (Frank Chance, Bucky Harris, Tommy Lasorda, Bill McKechnie, Billy Southworth y Dick Williams). De los siete que no están en el Salón de la Fama, tres aún están activos (Terry Francona, Cito Gaston y Tony LaRussa). Eso deja a cuatro hombres por examinar: Bill Carrigan (quien tuvo un porcentaje vitalicio de ganados y perdidos por debajo de .500), Ralph Houk, Tom Kelly (cuyas marcas vitalicias también estuvieron por debajo de .500), y Murtaugh. Así que Murtaugh tiene una compañía muy rara. Y aunque un mínimo de dos campeonatos mundiales no debería garantizarle a nadie un lugar en Cooperstown (13 de 21 lo han conseguido hasta ahora), al menos da para tomarlo en cuenta. Quizás Murtaugh también debería recibir algún crédito extra por el tipo de campeonatos mundiales que ganó como manager. En 1960 y 1971, los Piratas llegaron a la Serie Mundial como potenciales víctimas de los Yanquis y los Orioles, respectivamente. A pesar de desventajas iniciales en la Serie, estaban abajo dos juegos a uno en cada Serie, los equipos dirigidos por Murtaugh remontaron, para completar dos de las sorpresas más impresionantes en la historia de la Serie. Frecuencia de postemporada: Como la carrera de Murtaugh estuvo dividida entre la liga y los formatos divisionales, tenemos que ser cuidadosos con eso. Después de todo, desde 1969 hasta el presente, se ha hecho más fácil llegar a la postemporada que para aquellos managers quienes trabajaban en los días anteriores a que fueran creadas las cuatro divisiones. De los 19 hombres que han sido al Salón de la Fama como managers, seis tuvieron carreras que incluyeron períodos significativos desde 1969 en adelante. Comparemos a Murtaugh con este “Super sexteto”. Manager: Apariciones en postemporada/ temporadas totals. Porcentaje Earl Weaver (seis de 17) 35 por ciento. Tommy Lasorda (cinco de 21) 33 por ciento. Danny Murtaugh (cinco de 15) 33 por ciento. Walter Alston (siete de 23) 30 por ciento. Sparky Anderson (siete de 26) 27 por ciento. Dick Williams (cinco de 21) 24 por ciento. Leo Durocher (tres de 24) 13 por ciento. A Murtaugh le va bien entre los managers de este grupo. Solo está por debajo de Weaver, está igualado con Lasorda (quien lo aventaja en longevidad), y se clasifica por delante de pesos pesados como Alston y Anderson. Murtaugh resiste el cotejo con los managers establecidos en el Salón de la Fama. Porcentaje de victorias: Al acumular 1.115 triunfos en 15 temporadas, Murtaugh compiló un porcentaje de victorias de .540. ¿Cómo se compara eso con los managers del Salón de la Fama? Si lo ponemos en una lista con los 18 managers de Grandes Ligas que están en el Salón (excluyendo al gran Rube Foster de la Ligas Negras), Murtaugh clasificaría décimo en porcentaje, justo en el medio. Murtaugh está detrás de leyendas como Joe McCarthy, John McGraw y Miller Huggins, quienes forman el primer pelotón de managers del Salón de la Fama. Pero Murtaugh está por delante de luminarias como Lasorda, Williams, Bill McKechnie y Casey Stengel. Habiendo considerado todo, Murtaugh no se clasifica ten bien como lo hizo en frecuencia de postemporada, pero aún está por encima de la mitad del grupo. Todo bien, es suficiente de números. Ahora vamos con el material divertido. El impacto de cualquier manager puede ser medido solo en parte por los logros estadísticos. Otros factores, más subjetivos y anecdóticos, necesitan ser considerados. ¿Logró el manager un clubhouse cohesivo? ¿Sus equipos mejoraron en relación al trabajo del manager anterior? ¿Hizo el manager cambios positivos? ¿Fue innovativo? ¿Cambió el juego de alguna manera? Cuando Murtaugh asumió la dirección de los Piratas a mediados de la temporada de 1957, la franquicia estaba fracturada, en parte debido al resentimiento entre los peloteros blancos y las pocas minorías del equipo. Murtaugh cambió rápidamente la cultura del dugout, unificó el equipo y produjo resultados positivos inmediatamente. Al hacerse cargo de un equipo que había dejado marca de 36-67 con Bobby Bragan, Murtaugh guió a los Bucaneros a un record de 26-25 en el resto del trayecto. El giro continuó la siguiente temporada, Murtaugh dejó marca de 84-70 en su primera temporada completa como manager. La fuerte influencia de Murtaugh alcanzó su pico dos años después, cuando los Piratas ganaron el banderín de la Liga Nacional con 95 victorias antes de sorprender a los poderosos Yanquis en la Serie Mundial. Los Piratas desmejoraron mucho en tres de las siguientes cuatro temporadas, lo cual terminó con la renuncia de Murtaugh por motivos de salud luego de la temporada de 1964. Él regresaría a los Piratas en tres ocasiones distintas, el equipo mejoró en dos de ellas. Cuando Murtaugh se encargó de los Piratas para su tercera estadía en 1970, él sustituyó a Larry Shepard, cuyo período había estado marcado por las peleas internas. Murtaugh tuvo éxito en convertir un clubhouse dividido en otro más familiar. Como escritor, Jimmy Cannon describió así a los Piratas: “Fue un equipo corcoveante bajo Harry Walker y Larry Shepard. Los peloteros no se llevaban bien. Se quejaban y estaban divididos en facciones beligerantes. Pero Murtaugh parece haberlos apaciguado. Ya no hay más tensión”. La tercera estadía de Murtaugh en Pittsburgh también trajo la resolución de una de sus pocas fallas como manager. Durante sus primeros dos períodos en Pittsburgh, Murtaugh había tenido dificultades en su relación con Roberto Clemente. Al creer que Clemente era hipocondríaco, a menudo cuestionaba la severidad de sus lesiones. Como resultado, Clemente llegó a desconfiar de Murtaugh. Hacia finales de la temporada de 1970, Murtaugh y Clemente habían alcanzado una coexistencia pacífica. Aunque todavía no eran amigos cercanos, los dos hombres llegaron a entender la importancia de cada cual. Murtaugh reconoció a Clemente como el líder del clubhouse, un reconocimiento que facilitó más el trabajo del manager. Empezó a confiar más en Clemente, sabía que este podía transmitir mensajes importantes al resto de los peloteros. La otra estrella residente de los Piratas siempre a considerado a Murtaugh como un aliado. En una reveladora entrevista con el Newark Star Ledger, Willie Stargell elogió a Murtaugh como un manager ejemplar. “Si yo fuera manager”, dijo Stargell, “Danny Murtaugh es el tipo de manager que quisiera ser. Él no pide respeto; lo practica. Sabe como manejar a los peloteros, sacar lo mejor de ellos. No habla mucho, pero cuando lo hace, le escuchas porque sabes que es importante”. Hasta el más controversial de los Piratas apoyaba a Murtaugh de todo corazón incluyendo el tema de la raza. “Murtaugh es un tipo bello”, le dijo el extrovertido Dock Ellis una vez a la revista Sport. “Bello. Ganador. Eso es todo lo que le importa. Nada más. No me jodas, es lo que se oye. Blanco o negro”. La actitud de Murtaugh indiferente al color de la piel pudo haber contribuído a una pieza de la historia del beisbol. El 1 de septiembre de 1971, Murtaugh puso en el terreno la primera alineación negra de las Grandes Ligas. En el momento Murtaugh trató de restarle atención al hecho, pero algunos de los Piratas con quienes he hablado creen que el manager sabía exactamente lo que hacía para armar una alineación de nueve minorías. Si es así, Murtaugh mostró un tipo de fortaleza y coraje que otros managers no tenían. Menos de un mes y medio después, esos Piratas integrados por completo concluyeron la temporada con un monumental batacazo en la Serie Mundial ante los Orioles. En términos de ser un psicólogo, un manager de los peloteros, y la figura de un padre para sus jugadores de los Piratas, Murtaugh tuvo un éxito magistral. Aún así recibió su cuota de críticas de los medios por ser muy retraído, por ser muy mano suelta en su estilo dirigencial. Pudo haber algo de legitimidad en ese argumento. Murtaugh no afrontaba el juego con la fiereza que Martin mostró en algunas de sus experiencias como manager. Él no motivaba de la manera como Williams lo hizo en Boston, Oakland o San Diego. Ni enfatizaba en el uso de las estadísticas como lo hizo Weaver con los Orioles. Aún así, Murtaugh hizo más que simplemente llenar la tarjeta de la alineación y observar como se desarrollaba el juego. Trabajaba con sus cuerpos de lanzadores los cuales carecían de abridores dominantes, Murtaugh mezcló y confrontó con maestría su bullpen en 1970 y 1971. Fue Murtaugh quién decidió convertir a Dave Giusti de abridor a relevista a tiempo completo; el especialista de la palmball emergió como uno de los mejores apagafuegos de principios de los ’70. Murtaugh también desarrolló talento en Pittsburgh; jóvenes peloteros como Willie Stargell (a principios de los ’60), Manny Sanguillén, Bob Robertson, Dave Cash, Richie Hebner y Dock Ellis se establecieron bajo su guía. En años posteriores, Dave Parker y John Candelaria emergieron bajo la mirada de Murtaugh. La mano paciente de Murtaugh con los peloteros jóvenes se convirtió en una marca registrada en sus dos últimos períodos en Pittsburgh. Para cerrar mi argumento por Murtaugh como inquilino del Salón de la Fama, me referiré a las palabras que utilicé en el final de mi libro de los Piratas de 1971. Ellas resumen mis pensamientos respecto al valor de Daniel Edward Murtaugh. “A través de su carrera, el humilde Murtaugh minimizó, quizás hasta subestimó sus destrezas dirigenciales. Mientras fue bendecido con un gran suplemento de talento durante sus distintos periodos como manager en los ’70, Murtaugh fue lo suficientemente inteligente para no minar las posibilidades de éxito de aquellos equipos de los Piratas. Y dada lo impredecible del beisbol en general, y la posibilidad de que el rendimiento de un pelotero pueda fluctuar de un año a otro, la marca de los Piratas con Murtaugh de hecho es un testamento a su habilidad para sacar lo mejor de sus peloteros. El ‘Irlandés Silbador’ nunca sobredirigió, y sus equipos raramente decepcionaron”. References & Resources The Team That Changed Baseball, by Bruce Markusen The Bill James Guide to Baseball Managers, by Bill James Sobre Bruce Markusen. Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning en el National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A’s, el cual fue premiado con la Medalla Seymour de SABR. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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