martes, 7 de julio de 2015
Cooperstown Confidencial: La historia de Oscar Gamble
30-10-2009. Bruce Markusen.
Cuando pienso en los Filis y los Yanquis simultaneamente, pienso en la Serie Mundial de 1950 y en Jim Konstanty, quien solía vivir en la milla 22 de la carretera de Oneonta, N.Y. Tambien pienso en peloteros como Charlie Hayes, Mike “The Hit Man” Easler, Jay Johnstone, Al Holland y Sparky Lyle, personajes coloridos y personalidades intrigantes quienes usaron el uniforme rayado de ambas franquicias. Pero ninguna lista de jugadores comunes de ambos equipos estaría completa sin el estimable Oscar Gamble.
La carrera profesional de Gamble no empezó con Filis ni con los Yanquis, sino con los Cachorros de Chicago a finales de los años ’60. Fue firmado por un scout de los Cachorros llamado Buck O’Neil, un hombre cuyo ojo para el talento joven era tan afilado como su efervescente personalidad, Gamble avanzó rápidamente a través del sistema de los Cachorros como un veloz jardinero central. La primera descripción de la habilidad de Gamble para el juego probablemente no concuerda con lo que la mayoría de los lectores recuerda de Gamble. Es justo decir, que la velocidad y la habilidad para jugar el jardín central pronto se esfumaron de Gamble, eventualmente fueron reemplazadas por un bate poderoso.
A los Cachorros les gustaba tanto Gamble que lo subieron a las Grandes Ligas a los 19 años, durante la dolorosa temporada de 1969, tratando de que él fuese uno de varios posibles remedios a su problema del jardín central. Mientras jugó varios encuentros para los contendientes Cachorros, Gamble tuvo dificultades a la ofensiva, principalmente debido a que no estaba listo, y fracasó defensivamente, principalmente debido a que no tenía las condiciones para jugar en el jardín central. En 24 juegos en el center field, Gamble cometió cuatro errores.
El fallido intento de Gamble en el jardín central determinó en parte su salida al terminar la temporada. Quizás reconociendo que Gamble carecía de las destrezas físicas para jugar en los jardines a un alto nivel, los Cachorros lo enviaron a los Filis como parte de un paquete por el veterano jardinero derecho Johnny Callison, en el inicio de una serie de transacciones que resaltarían en su carrera de vagabundo. Los Filis movieron a Gamble desde el jardín central hasta los jardines de las esquinas, pero lo vieron fallar en batear para promedio o poder durante sus tres temporadas ahí.
El logro más distintivo de Gamble en Filadelfia puede haber ocurrido en su último día con los Filis. Al jugar en el juego final en el decrépito Connie Mack Stadium, Gamble se convirtió en el último hombre en registrar un imparable y una carrera empujada en el vetusto estadio, que existía desde 1909. En el cierre del décimo inning, el sencillo remolcador de Gamble para ganar el juego le dio al Connie Mack Stadium una clausura adecuada.
Como los Cachorros, los Filis desistieron respecto al desarrollo de Gamble. Luego de la temporada de 1972, ellos lo cambiaron a los Indios de Cleveland. Dado el desempeño de la franquicia en aquella época, poco peloteros querían jugar en Cleveland. Para Gamble, sin embargo, sería el escenario ideal para su advenimiento como toletero de Grandes Ligas. Empezó a mostrar un poder significativo, particularmente contra lanzadores derechos. Los Indios no lo consideraban un jugador regular, pero empezaron a usarlo de manera alternada en el jardín izquierdo y el derecho. En 1973 largo 20 jonrones en 432 turnos al bate, para subir su promedio de slugging en más de 100 puntos hasta .464.
Gamble también empezó a hacer su marca con su distintiva cabellera. Aún reclamando más tiempo de juego en unos jardines de los Indios muy concurridos, Gamble pensó que podría llamar la atención si dejaba crecer su cabello. (¡Cuando se es un joven, inexperto pelotero, se hace cualquier cosa por más tiempo de juego, aun si eso no tiene nada que ver con como se juega!). El cabello creció largo, y también ancho y alto. El afro extragrande de Gamble era toda una visión en Cleveland’s Municipal Stadium. El antíguo investigador del Salón de la Fama Russell Wolinsky me dijo una vez, que los aficionados en Cleveland frecuentemente le gritaban a Gamble con cánticos de “Bo-Zo”, en una referencia sarcástica al popular payaso de televisión de los años ’60 y ’70 quien usaba una tomuza similar de cabello, aunque de color rojo brillante.
Mientras corría a través de los jardines del Municipal Stadium, o se fajaba al correr las bases, Gamble frecuentemente perdía su gorra o casco con el viento; hasta los implementos de talla extra grande no podían resistir la fricción creada por el incontenible afro. Aún más desconcertante, Gamble usualmente tenía un mal caso de “cabello ensombrerado”, su afro sufría severas marcas de la suave gorra que usaba en el terreno y el casco que usaba en el plato.
Las gorras y cascos simplemente no se ajustaban apropiadamente a su afro, el más grande cualquier pelotero en las Grandes Ligas y rivalizaba con las cabelleras de de la American Basketball Association. (Los viejos seguidores de la ABA podrían recordara Darnel Hillman, el poderoso alero de los Pacers de Indiana cuyo cabello lo hacia parecer dos o tres centímetros más alto). El problema llegó a tales extremos en 1975 que Gamble hizo un concurso para preguntarle a los aficionados por recomendaciones de cómo usar sus gorras. “Estamos abiertos a todas las sugerencias, excepto el corte de cabello”, informó Gamble al longevo periodista deportivo de Cleveland, Bob Sudyk.
Gamble también adquirió una colorida reputación por otras razones durante su estadía en los Indios. Los medios de Cleveland lo reconocían como el pelotero de ropas más vistosas de los Indios. Gamble una vez usó un patriótico par de pantalones a cuadros rojos, blancos y azules, rematados con zapatos rojos de plataforma. Estando con los Indios, Gamble también abrió una discoteca en 1976, aunque le confió las operaciones diarias del club a sus hermanos.
Como miembro de los Indios, Gamble también desarrolló la reputación de tener una actitud cuestionable. Frecuentemente refunfuñaba por la falta de tiempo de juego, algunas veces se quejaba por ser dejado en el banco ante lanzadores zurdos. Por lo menos un crítico consideró a Gamble deshonesto. “Él habla de querer jugar”, le dijo un pelotero anónimo de los Indios a Phil Pepe del New York Daily News, “pero cuando le dan la oportunidad, actúa como si no quisiera jugar”.
Por su parte, Gamble catalogó la crítica como fuera de orden y parcialmente motivada por su apariencia y raza. “Si, la gente siempre me pregunta por mi cabello. Me gustaba, pero entiendo que eso me causó una mala reputación”, dijo Gamble al Sporting News en 1979. “La gente miraba el cabello y pensaba que yo era un tipo malo. Había unos periodistas que ni siquiera me hablaban. Pensaban que yo era algún tipo de militante con mi barba y mi cabello”.
En realidad, Gamble era cualquier cosa menos militante. Era amante de la diversión, llevadero y accesible. Esas cualidades se hicieron evidentes a los periodistas de Nueva York luego que los Indios lo cambiaran a los Yanquis por el pitcher derecho Pat Dobson. Pero antes que Gamble pudiera vestir oficialmente las rayas tuvo que remover algo de su cabello. George Steinbrenner ordenó un corte de cabello para mantener a Gamble dentro de las rígidas regulaciones de apariencia en el equipo. Cabello largo y barba simplemente no eran aceptados en Nueva York. Steinbrenner ordenó al director de relaciones públicas del equipo, Marty Appel, planificar un corte de cabello.
Gamble se convirtió en uno de los Yanquis más citados, a menudo daba sus respuestas de una manera más prolongada que la vida. En el terreno, aportó a los Yanquis un esperado nivel de poder; bateó 17 jonrones en 340 turnos al bate, mientras usaba su estilo de bateo profundamente agachado en el cual parecía enfrentar las gradas del jardín derecho de Yankee Stadium. Gamble emergió como un pelotero importante para los Yanquis de 1976, quienes llegaron a la Serie Mundial antes de caer ante la Gran Maquinaria Roja en una barrida de cuatro juegos.
Luego de la temporada, la firma del agente libre Reggie Jackson hizo a Gamble disponible, y luego negociable, cuando la necesidad de un campocorto influenció el cambio de Gamble por Bucky Dent con los Medias Blancas de Chicago durante la primavera de 1977. Mientras el cambio le negaría a Gamble la oportunidad de jugar para un equipo de campeonato mundial, le abriría una gran oportunidad en su carrera.
El verano de 1977 se convirtió en uno memorable para Gamble. Como uno de los tipos vitales de un equipo de los Medias Blancas que era conocido como los “South Side Hit Men”, Gamble despachó 31 jonrones y agenció un porcentaje de slugging de .588. Aunque todavía vio su tiempo de juego limitado a 51 turnos al bate contra pitchers zurdos, participó en casi cada juego en el cual abría un pitcher derecho. El tiempo para la mejor temporada de su carrera no pudo haber llegado en mejor momento, Gamble sería elegible para la agencia libre al final de la temporada.
Gamble disfrutaba jugar en Comiskey Park, pero el dueño de los Medias Blancas, Bill Veeck, no tenía el dinero para firmarlo con un contrato largo. Gamble tomó el libre mercado y se fue a jugar con los Padres de San Diego, quienes lo recompensaron con un lucrativo contrato multianual. Desde un punto de vista financiero, Gamble no pudo haberlo hecho mejor. En términos de beisbol, Gamble lo pudo haber hecho mejor firmando con una de los dos nuevos equipos de expansión, Marineros de Seattle o Azulejos de Toronto. Al tener dificultades para ajustarse a los pitchers de la Liga Nacional y encontrar que el Jack Murphy Stadium no favorecía su bateo de poder, Gamble se desdibujó durante la primera parte de la temporada. Los Padres se sintieron tan insatisfechos que cambiaron a Gamble luego de una temporada, lo enviaron a los Rangers de Texas como parte de un cambio por Mike Hargrove.
Gamble encajó bien en el clubhouse de los Rangers donde coexistía un número de otros espíritus libres y personajes pintorescos. Mucho más a gusto en la Liga Americana, Gamble recuperó su bateo de poder, aunque nunca más regresó al nivel de números de slugging que había logrado durante su temporada pico en Chicago.
Los días de Gamble con los Rangers no duraron mucho, a pesar de que estaba bateando .355 con el equipo. El 1 de agosto, se encontró de nuevo en una mudanza. Buscando reconstruir durante una temporada desastrosa, los Yanquis enviaron a Mickey Rivers, otro favorito de este autor, a Texas. Como parte del paquete de compensación, los Yanquis recibieron a Gamble, quién ahora era un bateador más inteligente y paciente. (Durante su carrera, Gamble recibió más boletos que ponches, usualmente un buen indicador de un bateador habilidoso).
Al no ser cuestionado más por su actitud, Gamble era bien estimado por los aficionados y compañeros durante su segunda estadía en el Bronx. Era conocido como “The Big O”, un apodo supuestamente ideado por el narrador de los Yanquis Phil Rizzuto. Aunque Rizzuto probablemente nunca lo pensó así, el apodo se prestaba para un hilarante doble sentido que no solo se refería al nombre de Oscar sino que también tenía connotaciones sexuales. Por su parte, Gamble empezó a llamarse “Ratio Man” debido a su tendencia a batear muchos jonrones en pocos turnos al bate.
Gamble mantuvo su popularidad en Nueva York hasta la primavera de 1982, cuando vetó un cambio que lo hubiese enviado junto al primera base Bob Watson y el joven pitcher derecho Mike Morgan a los Rangers por Al Oliver. Los compañeros de equipo entendieron su decisión, pero el veto de Gamble enfureció a Steinbrenner, quién había buscado por mucho tiempo los servicios de Oliver. “El Jefe” llevó la molestia a tal grado que algunos periodistas sintieron que él ordenó al manager Billy Martin limitar el tiempo de juego de Gamble como una forma de castigo. A pesar del tratamiento rudo desu dueño, Gamble mantuvo su siempre presente sonrisa antes de regresar eventualmente a los Medias Blancas, donde permaneció hasta su retiro en 1985.
Gamble no ha trabajado en el beisbol organizado desde entonces, pero ha pasado algún tiempo enseñando el juego a nivel juvenil. Él también asesora jóvenes peloteros quienes tienen aspiraciones de jugar profesionalmente.
Y para aquellos quienes se lo preguntan, Gamble ha perdido la mayor parte del afro que alguna vez mantuvo diligentemente. Por esos azares del destino, Oscar Gamble es presa de la ironía al ser ahora completamente calvo.
Sobre Bruce Markusen.
Bruce Markusen es el gerente de Digital and Outreach Learning en el National Baseball Hall of Fame. Ha escrito siete libros de beisbol, incluyendo biografías de Roberto Clemente, Orlando Cepeda y Ted Williams, y A Baseball Dynasty: Charlie Finley’s Swingin’ A’s, el cual fue premiado con la Medalla Seymour de SABR.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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