viernes, 22 de julio de 2016
Esquina de las Barajitas; Doug Rader. Topps 1989.
Bruce Markusen.
Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí esta la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
Bajo circunstancias ordinarias, las barajitas de los managers no son las más atractivas para coleccionar. ¿Quién quiere ver la barajita de un caballero viejo en sus cincuenta o sesenta, usualmente un pelotero retirado, cuando puedes tener barajitas de peloteros reales transpirando?
Bien, la barajita de Doug Rader de 1989 no es particularmente ordinaria. Primero, una revisión del reverso de la barajita revela que Rader no solo tiene un registro como manager, también muestra sus estadísticas como pelotero. Rader fue un buen pelotero, un tercera base con calibre de guante de oro quien bateaba con cierto poder, particularmente en sus días con los Astros de Houston. Cuando puedes batear un número significativo de jonrones a pesar de jugar la mitad de tus juegos en el espacioso Astródomo, has hecho algo notable.
El respaldo de la barajita también nos muestra que es parte del grupo de personajes cambiados de la serie Topps de 1989, lo cual prueba que hasta los managers pueden tener el tratamiento de “cambiado” o actualizado. El manager de los Angelinos al final de 1988, Moose Stubing, reemplazó al despedido Cookie Rojas en las dos semanas finales de la temporada y sirvió de interino por ocho juegos. Increiblemente, Stubing perdió los ocho juegos que dirigió. “Moose no dirigió nunca más en las Grandes Ligas, por lo que se quedó sin un triunfo como manager, lo cual lo dejó como el manager con más derrotas sin un triunfo cuya carrera empezó después de 1900). Durante el invierno, los Angelinos anunciaron que Rader había sido empleado para sustituir a Stubing. Topps ya había producido una barajita de Stubing para ese momento, asi que la compañía no produjo una barajita de Rader hasta que apareció con el juego de las barajitas con el rótulo Traded a mediados de la temporada de 1989.
La expresión del rostro de Rader tampoco es típica de una barajita de manager. La mayoría de los managers aparecen serios, hasta preocupados, o quizás furiosos (para aquellos quienes recuerdan la barajita Topps 1972 de Billy Martin). Pero Rader no era un manager prototipo. Lo vemos riendo el dugout de los Angelinos de California, disfrutando las palabras o acciones de al pelotero o coach desconocido parado cerca de él. Esta muy bien pudo haber sido una foto tomada durante el entrenamiento primaveral, un momento del año cuando hasta los managers se sienten más relajados. O, pudo haber sido en medio de uno de las giras de los Angelinos en la temporada regular. De cualquier manera, es una pose apropiada para Rader, un hombre quien disfrutaba contar y escuchar chistes, hacerle bromas a sus compañeros de equipo, jugarse con los dueños, y hacer cosas extrañas que la mayoría de los managers (o hasta los peloteros) no harían.
Dada la conducta de Rader como pelotero, es destacable que se haya convertido en manager. Poco después de debutar con los Astros de Houston en 1967, él se estableció como el payaso del clubhouse. Para 1968, cuando Nate Colbert llegó a los Astros, Rader se había convertido en un bromista a tiempo completo. “Cuando estábamos con los Astros, él y otro de los muchachos del equipo, fueron a la tienda de mascotas”, recordó Colbert. “Entonces era legal tener cocodrilos. Y ellos compraron tres cocodrilos recién salidos del cascarón. Esperaron a que todos estuviéramos bañándonos, y los soltaron en las duchas, en Cocoa Fla. Todos queríamos trepar por las paredes con esos pequeños cocodrilos rodeándonos”.
El año siguiente, el juego sobre el terreno de Rader alcanzó el nivel de su reputación como bromista. Él afrontaba el juego con un nivel de entrega y fogosidad raras veces visto en otros peloteros, lo cual le ganó el apodo de “Red Rooster” (“Gallo Rojo”) (especialmente debido a su cabello rojo ensortijado”. Al aparecer en 155 juegos, Rader se apoderó de la tercera base, donde jugó una defensiva excelente, y mostró poder ocasional en el plato con 11 jonrones.
Rader jugó aún mejo en 1970, al batear un tope de carrera de 25 cuadrangulares y ganar el primero de cinco premios guante de oro consecutivos. La actuación de Rader a principios de los años ’70 le ganó el respeto de las ligas mayores. A menudo a la sombra de antesalistas como Brooks Robinson, Ron Santo y Joe Torre, Rader se convirtió en una estrella de segundo orden en la esquina caliente, él nunca fue lo suficientemente bueno para el equipo del Juego de Estrellas pero era de lejos mejor que muchos jugadores de esa posición.
La temporada de 1970 también trajo notoriedad en la forma del nuevo libro publicado por Jim Bouton, Ball Four. El libro relataba la temporada de Bouton en 1969, incluyendo su cambio a Houston al final de la temporada. Bouton escribió extensivamente acerca de Rader y su humor colorido. Antes de la publicación del libro, la mayoría de las travesuras de Rader se habían mantenido confinadas al clubhouse de los Astros. El libro de Bouton mostró a Rader como uno de los grandes personajes del juego.
A Rader también le gustaba atormentar a sus compañeros más delicados. Uno de ellos era el jardinero de los Astros, Jesús Alou, quien era conocido por tener un estómago débil. Rader, quien a menudo masticaba chicle, esperaba a que Alou lo mirara. Inmediatamente sacaba el chicle de su boca, Rader lo metía en su nariz, causándole nauseas infinitas a Alou.
En 1974, Rader protagonizó uno de sus episodios más memorables ante unas declaraciones públicas del afamado Ray Kroc. Mientras los Padres recibían a los Astros de Rader en el primero de una serie el 9 de abril, Kroc perdió su paciencia con su joven equipo, el cual había comprado durante el receso entre temporadas. El dueño novato irrumpió en la cabina del locutor interno, tomó el micrófono y emitió una breve descarga contra sus peloteros. “Nunca había visto jugar a la pelota de manera tan estúpida en mi vida”, soltó Kroc en el micrófono. Los aficionados de los Padres, junto con muchos peloteros de los Padres, y hasta algunos de los Astros, se molestaron y avergonzaron.
Despues del juego, Rader dio varias declaraciones dirigidas a Kroc. “Él piensa que está en una convención de ventas negociando con un grupo de cocineros de ordenes rápidas. Esa no es la manera de armar un ganador. Alguien debería sentarlo y enfocarlo”.
El gerente general de los Padres, Buzzie Bavasi, se enteró pronto de los comentarios de Rader, y más que sentirse irritado con The Rooster, decidió hacer una promoción en referencia a la situación. La próxima vez que los Astros fueron a San Diego Stadium, los Padres ofrecieron la “Noche de los Cocineros de Ordenes Rápidas” en el estadio. Bavasi estipuló que cualquier aficionado que fuese al estadio usando una gorra de chef recibiría entrada libre al estadio.
Como capitán de los Astros, Rader decidió agregar su toque personal a la promoción. “Doug Rader… relajó todo al salir a intercambiar las tarjetas de las alineaciones con una especie de gorra de chef y un delantal”, dijo Johnny Grubb, un jardinero de los Padres en ese momento. “Él relajó la atmósfera e hizo todo más llevadero en el clubhouse”. Rader agregó una espátula y una olla a su indumentaria, lo cual permitió que la tarjeta de alineación resbalara desde la olla hacia las manos del árbitro”.
Las travesuras de Rader fueron bien recibidas en San Diego, y quizás jugaron un papel importante en una transacción futura. Luego de una temporada débil con Houston en 1975, causada parcialmente por el impacto que se transmitía a sus pies por la grama artificial del Astródomo, los Astros decidieron hacer disponible a Rader para un cambio. Ellos recibieron una solicitud de Bavasi, quien estaba buscando un tercera base veterano para estabilizar la defensiva del infield de San Diego. Bavasi entregó dos jóvenes lanzadores derechos, Larry Hardy y Joe McIntosh, en la negociación por Rader.
Aún con solo 31 años de edad, Rader se convirtió en el tercera base regular de San Diego. También se las arregló para dejar de fumar, un hábito que le había afectado a lo largo de su carrera como jugador activo. Jugó bien durante una temporada y media con los padres, pero con el equipo frecuentando el sótano de la división oeste de la Liga Nacional, él de nuevo se hizo elegible para un cambio. A mediados de la temporada de 1977, los Padres lo cambiaron al equipo de expansión, Azulejos de Toronto, quienes estaban buscando un bateador derecho veterano que ocupara el puesto de bateador designado.
Rader bateó bien con los Azulejos en el resto de esa temporada, pero fue víctima del movimiento juvenil de Toronto en la primavera de 1978. Al ser dejado en l.ibertad al final de la primavera, Rader quedó sin trabajo. Al no poder conseguir otro empleo, decidió retirarse.
Al decidir quedarse en el juego, Rader se enfocó en dirigir en las ligas menores, aceptó una oferta para ser manager del equipo AAA de los Padre, los Islanders de Hawaii. La decisión sorprendió a varios, dada la tendencia de Rader a jugar bromas y de asumir el papel del payaso de la clase. Pero esas travesuras enmascaraban una inteligencia junto a un incandescente deseo de ganar.
Para el invierno de 1982, Rader se encontró de vuelta en las Grandes Ligas, como el nuevo manager de los Rangers de de Texas. En su primera conferencia de prensa, admitió que el nuevo trabajo “me asusta mucho”.
Rader dirigiría a los Rangers por dos temporadas y media, pero sin mucho éxito. Un comienzo de 9-23 en la temporada de 1985, junto a un clubhouse lleno de peloteros anodinos, resultó en su despido. Entonces se unió brevemente a los Medias Blancas de Chicago como coach, los dirigió brevemente en un interinato, entonces encontró trabajo como manager de los Angelinos antes de 1989. La primera temporada de Rader en California fue maravillosa; guió al equipo a una sorprendente marca de 91-71 y a un respetable tercer lugar en el oeste de la Liga Americana.
Desafortunadamente, Rader no pudo mantener el éxito. Los Angelinos cayeron por debajo de .500 en 1990. Cuando continuaron hundiéndose cerca del receso intermedio de 1991, los Angelinos lo despìdieron a mitad de temporada, lo reemplazaron con Buck Rodgers.
Aunque él solo tenía 46 años de edad, Rader no dirigiría más. Se convirtió en el primer coach de bateo en la historia de los Marlins de Florida, pero decidió irse dos temporadas después y anunció su retiro del juego.
Como manager, Rader nunca cumplió las expectativas que algunos habían creado con él. El notable escritor de beisbol Bill James, escribió una vez que Rader tenía todas la habilidades requeridas para ser un gran manager, rudeza, conocimiento del juego, y sentido del humor, pero su record dirigencial nunca reflejó esos atributos.
Algunos críticos dicen que Rader era muy bromista para ser un gran manager. Yo tiendo a dudar eso. Más cuando, él no dispuso de talento en Texas o California, y no tuvo la fortuna de dirigir algún equipo que tuviera la meta real de ser contendor por el campeonato.
Cualquiera que haya sido la razón, la carrera dirigencial de Rader no debería ser considerada como punto débil de su carrera en general. Ël fue un buen pelotero y un hombre quien tenía un don para jugar beisbol, todo mientras trataba a sus compañeros de equipo de una manera memorable. El juego significa divertirse; Rader y sus compañeros de seguro se divirtieron siempre.
El beisbol necesita más personas como Doug Rader.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Nota del traductor: Números de Doug Rader con Cardenales de Lara en la temporada 1969-70: 49 J, 189 VB, 30 CA, 56 H, 12 2H, 4 HR, 15 CE, 25 BB, 22 K, 3 BR, .296 AVG.
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