lunes, 18 de julio de 2016
Esquina de las Barajitas: Willie Stargell 1974.
Bruce Markusen.
Los trabajadores del Salón de la Fama también son aficionados al beisbol y les gusta compartir sus historias. Aquí esta la perspectiva de un aficionado desde Cooperstown.
Cuando tratas de coleccionar un juego de barajitas al comprar paquetes al azar en tu tienda local, estás en ruta a un laberinto. Para mi, uno de esos años fue 1974. Compraba agresivamente un nuevo paquete de barajitas cada sábado en las tiendas de mi pueblo, pero no podía conseguir la barajita que buscaba: la Topps de Willie Stargell. No estoy seguro de porqué me obsesioné tanto con la barajita de 1974; en verdad me gustaba mucho más la de 1973, porque era una toma en acción, mostraba a Stgargell estirándose para recibir un tiro en primera base ante la llegada de Del Unser. También me gustaba la barajita de 1973 de Bobby Bonds, la cual muestra una aparición inesperada de Stargell, quien está intentando retirar a Bonds en un corre y corre.
En comparación, la barajita de Stargell de 1974 luce más que ordinaria. Es una barajita buena, pero carece de cualquier atractivo o curiosidades. Se ve a Stargell, posando de lleno antes de un juego en la carretera de los Piratas de Pittsburgh, empuñando un bate en posición de listo para hacer swing. Es una de muchas clases de tomas en pose que Topps usó en los días cuando las tomas de acción todavía eran relativamente raras.
Nada de eso de verdad me importaba en la primavera de 1974. Me gustaba y admiraba tanto a Willie Stargell que tenía que tener esa barajita. Se convirtió en santo grial, mi ballena blanca, ese verano. Cuando no la pude conseguir en las tiendas, me motivé a hacer algo tonto, Decidí tomar sin permiso, esta esquiva barajita de beisbol de 1974, de la casa de mi vecino de al lado.
Antes que alguien decida llamar a las autoridades por este caso de hurto, recordemos que yo solo tenía nueve años de edad. Notemos también que la justicia fue aplicada, y rápidamente. Mi vecino Hank Taylor, el hermano mayor de uno de mis mejores amigos, Alec, sabía de mi obsesión por el toletero de los Piratas. El sabía que yo había tomado la barajita de Stargell de su escritorio. A un día del hurto, Hank rápidamente me confrontó por la barajita. Al sentirme humillado por ser capturado por lo que había hecho, admití el crimen y devolví al artículo birlado ese día. Mientras recuerdo ese incidente todos estos años después, me siento tentado a llegar a la siguiente conclusión: A través de Hank Taylor, Willie Stargell me enseñó una importante lección acerca de cuan equivocado fue tomar algo que no me pertenecía.
¿Por qué me gustaba tanto Stargell en aquellos días? Mis amigos y yo crecimos en Westchester County, principalmente como aficionados de los Mets de Nueva York o de los Yanquis de Nueva York, con algunos aficionados de los Filis de Filadelfia mezclados. Solíamos imitar los bateadores del equipo local, como el estilo de pichón inclinado de Roy White de los Yanquis, o el de Félix Millán de los Mets. También tratábamos de imitar a los bateadores de los otros equipos. Uno de ellos era Joe Morgan, quien regularmente movía su codo izquierdo como un ala de pollo mientras esperaba el próximo lanzamiento. El otro era Stargell, debido a la inusual manera como movía su bate en círculos como un molino de viento. Mientras esperaba cada pitcheo, Stargell se inclinaba adelante y atrás en la caja de bateo, moviendo su bate hacia adelante, señalando por un momento hacia el jardín central y entonces regresando el bate hacia atrás para otro giro. Ese movimiento de molino de viento parecía ayudar a que Stargell ajustara el tiempo de su swing. Eso pudo ayudar hasta su poder, en el sentido de que aquellos antiguos windups de pitcheo parecían agregar millas extra a las rectas de los pitchers. De cualquier manera, no podía ser divertido para los lanzadores de la Liga Nacional tener que ver a Stargell prepararse para su próximo swing feroz.
Sabíamos del estilo de bateo de Stargell, de su prodigioso poder, y de su reputación como uno de los tipos buenos del beisbol. Pero no conocíamos la historia completa. Dada nuestra juventud, no entendíamos que Starg había crecido pobre, en contraste con nuestra cómoda crianza.
Por buena parte de su juventud, Stargell vivió en un proyecto gubernamental en Alameda, Calif. Allí, Stargell y su familia vivían bajo circunstancias magras, pero él encontró relativamente poco racismo en la comunidad integrada del area de la bahía. Esas circunstancias empezaron a cambiar en 1959, cuando él firmó su primer contrato profesional con los Piratas y se reportó a la filial de ligas menores del equipo en San Angelo (Texas) en la Class-D Sophomore League. (¿Te puedes imaginar jugando en una liga llamada la Sophomore League?)
Fue allí que Stargell descubrió un mundo diferente, uno más antagonístico hacia los afroamericanos. Como muchos hoteles, particularmente en el sur, no permitían huéspedes negros, Stargell algunas veces dormía en catres en los porches traseros de las casas privadas de otros afroamericanos. Los restaurantes también discriminaban contra los negros. Stargell a menudo tenía que esperar en la cocina de los restaurantes, donde le daban restos de comida. En otras ocasiones, Stargell tenía que sentarse en el bus del equipo mientras los jugadores blancos comían cómodamente en un restaurant a un lado de la carretera.
Las severas hostilidades que Stargell y otros peloteros negros experimentaron dejaton al toletero sintiéndose comprensiblemente amargado, al menos al inicio de su carrera. También se sentía preocupado por su seguridad. En una ocasión, un hombre blanco amenazó a Stargell con una pistola. El hombre le dijo a Stargell que si intentaba batear con éxito en el juego de esa noche, él le dispararía. “Yo no podía entender como el color de mi piel podía hacer que las personas me odiaran por algo que yo nunca había hecho”, recordó Stargell en el Herald American.
Stargell se sobrepuso al racismo para hacer su debut de Grandes Ligas en 1962. De contextura robusta, Stargell de manera sorpresiva era un jardinero ágil. También mostraba un brazo poderoso, particularmente para un jardinero izquierdo. En el plato, mostraba destellos de promesa. Aún así, él no empezó a comprometerse con el juego hasta después que sufrió una temporada de disgusto en 1968, cuando bateó para un débil .237 con 24 jonrones. Mientras Stargell pudo haberse justificado con la excusa de El Año del Pitcher, escogió culparse. “Yo quería saber si todo lo que quería era ser un pelotero quien se mantendría alrededor unos 10 años sin lograr nada”, le dijo Stargell a Baseball Digest, “o quería convertirme en un pelotero bueno de verdad, en un pelotero destacado”. Una vez llegué a pensar que todo lo que había que hacer en este juego era llegar al estadio dos horas antes de la hora del juego, hacer la rutina usual, jugar nueve innings, e irse a casa”.
Stargell empezó a batear más consistentemente en 1969 y 1970, pero no fue hasta 1971, después de un viaje a Vietnam en el receso entre temporadas, que se convirtió en estrella nacional. Luego de reportarse al entrenamiento, primaveral en la mejor condición de su carrera, disfrutó un tórrido primer mes de temporada, al ejecutar un ataque exitoso a la marca de jonrones en abril. Para final de mes, él había largado 11 cuadrangulares, incluyendo un par de juegos de tres jonrones. En la temporada, Stargell resultaría líder con 48 jonrones y terminó segundo en la votación del jugador más valioso, al llevar a los Piratas a un campeonato mundial en 1971.
Mientras hacia la transición al estrellato, Stargell continuó aprendiendo acerca de liderazgo con su compañero de equipo, Roberto Clemente. Él observaba la ética de trabajo de Clemente, incluyendo un régimen de prácticas en el cual trataba de lanzar la pelota desde el jardín derecho para meterla en un recipiente de basura situado en tercera base. Ocho años despues del campeonato mundial de los bucaneros, y mucho después del deceso de su amigo Clemente, Stargell lideró a los Piratas a otro título. En el año de “We are Family”, ningún Pirata fue más prominente que Stargell. El indiscutido líder de los Piratas de 1979, se convirtió en ejemplo y figura paternal de sus compañeros de equipo, quienes en su mayoría eran de 10 a 15 años más jóvenes que él. Para entonces, Stargell había establecido la práctica de entregar “Stargell Stars” (“Estrellas Stargell”) a los compañeros que las merecían. Los peloteros pegaban las estrellas en sus gorras en reconocimiento a sus contribuciones por la victoria.
Stargell prácticamente se echó el equipo al hombro en ese campeonato de 1979. Luego de compartir el premio de jugador más valioso con Keith Hernández durante la temporada regular, bateó .455 con dos jonrones en la serie de campeonato de la Liga Nacional, y de nuevo ganó el premio del jugador más valioso. Y entonces completó la trifecta de jugador más valioso en la Serie Mundial, donde atormentó a los Orioles de Baltimore a ritmo de .400 de promedio ofensivo y tres jonrones. Stargell se convirtió en el primer (y hasta la fecha el único) pelotero en barrer los tres premios al jugador más valioso en la misma temporada.
Los jonrones de Stargell no solo ocurrían frecuentemente, recorrían distancias que no habían sido vistas en décadas. Stargell revitalizó el interés en la medida con cintas de los jonrones, algunos de los más largos vistos desde el apogeo de Mickey Mantle en los años ’50. El resumen de jonrones de Stargell incluye dos que bateó completamente fuera del Dodger Stadium, conocido como un parque extremadamente favorable a los pitchers. Durante la carrera de Stargell, ningún otro pelotero bateó un jonrón fuera del estadio de Chavez Ravine.
Por más que los largos jonrones definieran a Stargell en el terreno de juego, ellos solo eran una sombra en sus contribuciones generales al juego, incluyendo la relación con sus compañeros de equipo y el público. A diferencia de otros atletas egocéntricos, Willie sabía como conectarse con los aficionados. Despues de comprar un restaurant en la sección The Hill de Pittsburgh en 1970, él cocinó una promoción especial: Cada vez que él bateara un jonrón, el restaurant obsequiaría pollo gratis a todo el que ordenara un servicio en ese momento. La popular acción llevó al legendario locutor de los Piratas, Bob Prince a proclamar las palabras, “Spread some chicken on the hill!”, (“¡Suelten unos pollos en la colina!”), cada vez que Willie despachaba otra pelota allende las cercas.
Stargell no simplemente enfocaba sus esfuerzos hacia la actividad de su restaurant. Él se acercaba a todos los aficionados de los Piratas, regularmente hablando con ellos antes de los juegos y firmando autógrafos. Para Stargell, esto era parte de su rutina regular, particularmente en Three River Stadium.
Las personas devotas al juego también notaban la voluntad de Stargell para dedicar tiempo a las causas humanitarias. Durante el receso de 1970-71, él participó en una gira USO a beneficio de los soldados estadounidenses que combatían en Vietnam. En el area de Pittsburgh, él realizó trabajo voluntario para los Job Corps y los Neighborhood Youth Corps, al colaborar en los ghettos como parte de la “War on Poverty” (“Guerra a la pobreza”). Se convirtió en presidente de la Black Athletes Foundation, una organización dedicada a ayudar a que los atletas afroamericanos lograran mejores contratos y patrocinios mientras también resolvía problemas de la comunidad negra.
En quizás su causa más conocida, Stargell sirvió como vocero principal de la Sickle Cell Anemia Foundation, incrementando la conciencia sobre una enfermedad que había recibido poca publicidad en los años ’60. Stargell hizo numerosas apariciones públicas para recaudar dinero para combatir la enfermedad que ataca las células sanguíneas, principalmente en afroamericanos. “Muchas personas saben poco de esta enfermedad”, dijo una vez Stargell en una entrevista con The New York Times. “Estas personas tienen una vida corta y miserable. Necesitamos la ayuda de todos”.
En 1998, solo tres años antes de su fallecimiento, tuve el privilegio de conocer a Willie Stargell. En enero de ese año, durante las crudezas de otro invierno del noreste, él fue a Cooperstown como parte de un programa auspiciado por el U.S. Post Office. Él acordó para hablar ante un grupo de niños quienes asistirían al Grandstand Theater del Salón de la Fama. Aunque ninguno de esos estudiantes lo vio jugar, estaban cautivados por su habilidad para inspirar con sus palabras. A pesar de la brecha generacional, él fue capaz de llegarle a aquellos muchachos, como siempre había llegado hasta mi, empezando con aquellos días cuando yo coleccionaba sus barajitas e imitaba su swing.
Despues de la charla de Stargell, fui privilegiado al ser incluido en un almuerzo con Willie y varios miembros del equipo del Salón de la Fama. Por primera y única vez, tuve la oportunidad de hablar con Stargell cara a cara.
Ese día, aquella barajita Topps 1974 llegó completa a mi memoria. Había conocido al hombre quien indirectamente me había enseñado una lección importante. Por supuesto, era muy vergonzoso contarle eso a él. Yo estaba muy feliz de conocer a un héroe.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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