lunes, 4 de mayo de 2015
Memorias agradables de las gradas de Wrigley Field
Terence Moore. MLB.com 07-03-2015
Imagínese a Fenway Park sin el monstruo verde. ¿Qué tal un rascacielos en vez del almacén que está detrás del jardín derecho en Camden Yards?
Esas visiones no son tan impactantes como estas: La Estatua de la Libertad sin la dama de la antorcha, o nadie sentado en la silla del Lincoln Memorial, o nada en el monumento de Mount Rushmore. O la ausencia de las gradas en Wrigley Field.
El asunto de las gradas es lo peor.
Estoy prejuiciado como alguien quien a menudo alcanzaba el cielo en La Tierra al sentarse más allá de las paredes cubiertas de hiedra cuando era un joven aficionado de la zona norte de Chicago, y luego como periodista profesional.Dicho esto, aún cuando no sepa diferenciar un triple de un touchdown, debería saber que las gradas de Wrigley Field importan tanto como cualquier símbolo nacional o internacional de este lado del sol.
Explicaré porque importan las gradas de Wrigley Field, pero lo haré solo luego de mencionar lo siguiente con un suspiro: Ellas no están más allí. Si, ellas regresarán, y lo harán como una espléndida combinación de lo viejo (la misma apariencia) y lo nuevo (más cómodas). Es sólo que por estos días han sido reemplazadas por polvo de construcción y maquinaria pesada. Fueron removidas luego de la temporada pasada como parte de una renovación del estadio de los Cachorros que ha permanecido en la esquina de Addison y Clark por más de un siglo.
Cuando se complete el trabajo en Wrigley Field, habrá pantallas de video por primera vez, y las gradas regresarán a sus sitios originales detrás de los jardines izquierdo, central y derecho.
Por el momento no regresarán. Debido a las temperaturas más frías en el medio oeste por mucho tiempo, los retrasos en las labores de construcción han diferido la culminación de estos trabajos para después del juego inaugural de los Cachorros en casa el 5 de abril. Como resultado, las gradas de los jardines izquierdo y central están programadas para abrir a mediados de mayo, y las gradas del jardín derecho están proyectadas para funcionar a partir de junio.
Ya extraño las gradas. Otros sienten igual, especialmente porque la última edición de las gradas de Wrigley Field se ha mantenido por 77 años, desde que la ordenara Philip K. Wrigley, el dueño del equipo para ese momento. Él hizo algo más. Dejó a Bill Veeck convertirse en Bill Veeck. Durante la primera pasantía de Veeck con los Cachorros, él hizo de todo desde vender boletos hasta trabajar en el mantenimiento del terreno de juego de Wrigley Field. Luego que se construyeran aquellas gradas en 1937, Veeck sembró hiedra en las paredes de los jardines, y el resto es historia conocida.
Las gradas de Wrigley Field importan, porque tienen hiedra, hacen la versión de los Cachorros de la mantequilla de maní y la mermelada. O, ¿son esas gradas de mantequilla de maní y de mermelada la inmensa pizarra manual que se extiende en el jardín central? Esa pizarra fue otra de las ideas de Veeck, la instalaron dos años antes de las gradas. Ahora, décadas después, la pizarra y las gradas son consideradas un dueto. Piense en esto, no se puede separar la pizarra de las gradas debido a la hiedra.
También hay que incluir a Waveland Avenue que está detrás del jardín izquierdo y Sheffield Avenue detrás del jardín derecho, junto a la brillantez del sol y la luna sobre los confines de Wrigley. Las estatuas de las estrellas de los Cachorros. Los bares deportivos. El tren “L”. Los sonidos del ógrano clásico. Los postes con banderas mostrando los numeros retirados de jugadores de los Cachorros. La constante interpretación de canciones de los Cachorros. La divertida celebración del séptimo inning. El viento, siempre el viento, soplando notoriamente hacia adentro o más notoriamente hacia afuera.
Cierre sus ojos y ubíquese en un día perfecto de verano en Wrigley Field, y verá todo lo que he mencionado.
Sobre todo, verá personas instaladas en las gradas.
Verá a Ronnie “Woo Woo” Wickers antes que a nadie, pero primero lo oirá. Sus pulmones son legendarios. Desde finales de los años ’50, él ha liderado cánticos tan frecuentes y potentes desde las gradas de Wrigley Field que el National Bobblehead Museum decidió darle a los interesados la oportunidad de comprar bobbleheads de Woo Woo en su página web.
Wickers es uno de los Bleachers Bums (Vagabundos de los Bleachers) originales, un grupo de leales quienes empezaron a apoyar en masa a los Cachorros en los años ’60, con su presencia y sus voces, de manera incondicional. Ellos fueron la inspiración de una obra de tatro que se convirtió en película. Ellos abrazaron a una franquicia que no ha ganado un campeonato de Serie Mundial desde 1908 o un banderín de la Liga Nacional desde 1945. Aún así, los Bleachers Bums siguen asistiendo, siguen animando, siguen la tradición que hicieron popular de lanzar al campo las pelotas de los jonrones rivales para crear una algarabía en todo el estadio.
Así que las gradas de Wrigley Field importan por esos Bleachers Bums, pero también importan porque Babe Ruth una vez dirigió su jonrón anunciado de 1932 a un punto de las gradas del jardín central que fueron reemplazadas por las que fueron removidas el año pasado por las renovaciones.
El jonrón 500 de Banks
12-05-1970: Ernie Banks batea el jonrón 500 de su carrera en Grandes Ligas.
Las gradas de Wrigley Field importan debido al “Homer in the Gloamin” (“Jonrón al atardecer”) de Gabby Hartnett que aterrizó en las gradas del jardín derecho en 1938, a pocos metros de donde caería el jonrón 500 de Ernie Banks 32 años después.
Las gradas de Wrigley Field importan debido a esos momentos icónicos entre los peloteros y los aficionados. Gary “Sarge” Matthews recibía el saludo de los muchachos de las gradas del jardín izquierdo cada vez que tomaba su puesto. Andre Dawson recibía una reverencia de todos en las gradas del jardín derecho luego de trotar hacia su posición.. También estaba Sammy Sosa, quién corría hacia su posición en la derecha mientras levantaba la mano hacia aquellos que gritaban su nombre en los bleachers del jardín derecho.
Principalmente, las gradas del Wrigley Field importan, porque sin ellas, abril cumpliría las palabras del poeta T.S. Eliot…
Abril es el más cruel de los meses.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Kirk Gibson el héroe de Serie Mundial, diagnosticado con enfermedad de Parkinson
29-04-2015. Associated Press.
Detroit.- El jugador más valioso de la Liga nacional en 1988 reveló la noticia este martes 28 de abril en una declaración transmitida por Fox Sports Detroit.
“He enfrentado diferentes obstáculos en mi vida, y siempre he mantenido la convicción de que a pesar de las circunstancias, yo podría superarlos”, dijo Gibson. “Este diagnóstico significa un nuevo reto para mí, me mantendré fiel a mis creencias. Con el apoyo de mi familia y amigos, recibiré este reto con la misma determinación e intensidad que he mostrado en toda mi vida. Espero regresar al estadio tan pronto como sea posible”.
Gibson de 57 años fue despedido en septiembre de su cargo de manager de los cascabeles de Arizona luego de poco más de cuatro temporadas. Él ahora comenta los juegos de los Tigres de Detroit en Fox Sports Detroit, pero Gibson no ha estado en la cabina de transmisión desde el día inaugural (6 de abril) debido a que se ha stado haciendo exámenes médicos.
Gibson fue protagonista de uno de los momentos más memorables de la historia del beisbol con su jonrón como emergente en el noveno inning del primer juego de la Serie Mundial de 1988 mientras jugaba con los Dodgers.Él también ganó un campeonato en 1984 con los Tigres, donde jugó 12 de sus 17 temporadas de Grandes Ligas.
“Fue muy duro para nosotros”, dijo el presidente de los Cascabeles Derrick Hall antes del juego de Arizona en casa contra Colorado. “Gibby significa mucho para esta organización. Él tuvo un par de años maravillosos aquí como manager y siempre será parte de esta familia”.
Hall promovió a Gibson de coach de banca a manager durante la temporada de 2010.
“Deben ser noticias devastadoras para él como lo son para nosotros”, dijo Hall. “Pero él tiene a su familia y amigos para que lo apoyen y especialmente aquí están los Cascabeles”.
El antíguo compañero de los Dodgers, MikE Scioscia, el manager de los Angelinos, llamó a este un “día triste”.
“Él siempre ha sido un competidor y sé que nunca se rendirá”, dijo Scioscia. “Oir que ahora su batalla es contra la enfermedad de Parkinson, es muy triste. Sé que va a dar todo lo que tiene y se mantendrá intentándolo hasta regresar al estadio. Eso es lo que el ama. Él ama estar en el estadio”.
Los Tigres publicaron una declaración deseándole a Gibson lo mejor y esperan que esté de vuelta en el estadio pronto.
“Él es una tremenda persona, siempre ha sido grande para mí.Uno de los competidores más fieros que haya visto. Esto es muy duro para él y su familia”, dijo el manager de Detroit, Brad Ausmus. “No me imagino a Kirk Gibson doblegándose y gateando hacia una esquina. Pienso que eso no está en su ADN”.
La enfermedad de Parkinson es un desorden progresivo que afecta el sistema nervioso. Entre las figuras famosas que sufren la enfermedad se encuentran Muhammad Ali y el actor Michael J. Fox. El antíguo grande liga Dave Parker reveló en 2013 que batallaba con la enfermedad de Parkinson.
“Eso es mujy duro. Conozco a Kirk”, dijo el manager de los Piratas de Pittsburgh, Clint Hurdle antes del juego de los filibusteros en Chicago. “Conozco a Kirk desde que jugábamos en ligas menores. Él siempre ha estado listo para los retos. Nunca quieres ver a nadie enfrentar este tipo de reto…Que competidor. Que buen hombre. Buen hombre en el juego. Buen hombre en la vida…Iré a visitarlo”.
Chip Hale, el manager de los Cascabeles fue el coach de tercera base de Arizona cuando Gibson era el coach de banca. Hale dijo que aprendió mucho de Gibson y compartió buenos momentos y conversaciones con su amigo.
“Él atacará esto con el mismo fervor que siempre ha tenido”, dijo Hale. “Todos deseamos que se mejore…Es duro cuando oyes de esto”.
Los jugadores de los cascabeles expresaron sus sentimientos via Twitter. El pitcher Daniel Hudson tuiteó que estaba “devastado de saber lo que le ocurría a Gibby”. Si él pone la mitad de la tenacidad que llevaba al estadio en esta batalla, pienso que saldrá con bien de esto”.
El pitcher Brad Ziegler tuiteó que está rezando por Gibson.
El entrenador de futbol americano de Michigan, Jim Harbaugh también tuiteó acerca de Gibson, e hizo referencia a un juego de futbol donde Gibson jugó para Michigan State en Michigan.
“Mis pensamientos están con Kirk Gibson y su batalla contra la enfermedad de Parkinson”, tuiteó Harbaugh. “¡Recordamos y respetamos su gran actuación de 1978 en la Big House!”
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Jim Fanning fallece a los 87 años; levantó el beisbol en Canadá con los Expos.
The Associated Press. 26-04-2015.
Jim Fanning el ejecutivo por mucho tiempo de los Expos de Montreal, quién dirigió a la franquicia a su única aparición de playoff en Canadá, ha muerto.
Su muerte fue confirmada el sábado25 de abril por los Azulejos de Toronto, para quienes él había trabajado como embajador en el beisbol amateur. El equipo no dijo donde o cuando falleció.
Mr. Fanning fue el primer gerente general de los Expos. Empleado en 1968, un año antes de la primera temporada del equipo, pasó 25 años con la franquicia en varios cargos. En 2005, los Expos se mudaron a Washington y se convirtieron en Nacionales.
Hacia finales de la temporada de 1981, Mr. Fanning, quién estaba a cargo del sistema de granjas de los Expos, reemplazó a Dick Williams como manager. “Cuando asumí el cargo, no le dí una charla informal al equipo porque no sabía como”, le dijo a The New York Times ese octubre. “Les di una charla situacional. Les dije que teníamos 27 días para ganar.
Debido a que una huelga de peloteros interrumpió la temporada y no hubo juegos desde principios de junio hasta comienzos de agosto, ese año los equipos con los mejores desempeños en la primera y segunda mitad de cada división, se enfrentaron en series de playoff. Los Expos terminaron con el mejor desempeño de la segunda mitad en la división este de la Liga Nacional y vencieron a los Filis de Filadelfia en cinco juego, pero luego perdieron la serie de cinco juegos por el campeonato de la Liga Nacional ante los Dodgers de Los Angeles, quienes vencieron a los Yanquis de Nueva York en la Serie Mundial. Fue la única aparición de los Expos en postemporada antes de mudarse a Washington.
Mr. Fanning permaneció como manager de los Expos hasta la temporada de 1982 y volvió a dirigir al equipo brevemente cuando Bill Virdon fue cesanteado cerca del final de la temporada de 1984. Luego regresó a la oficina. Su record general como manager fue 116-103.
William James Fanning nació en Chicago el 14 de septiembre de 1927 y asistió a la escuela secundaria en Moneta, Iowa. Jugó beisbol universitario en Buena Vista en Iowa y la University of Illinois. Él fue un cátcher de reserva de los Cachorros de Chicago desde 1954 hasta 1957, bateó .170 con cinco carreras empujadas en 64 juegos. Luego dirigió en las ligas menores antes de llegar a la oficina de los Bravos de Milwaukee y permaneció con los Bravos cuando se mudaron a Atlanta.
Entre sus sobrevivientes está su esposa, Maria; un hijo, Frank; y una hija, Cynthia. Un residente de London, Ontario, Mr. Fanning se hizo ciudadano canadiense en 2012.
“Jim Fanning fue un pionero del beisbol en este país”, dijo Scott Crawford, director de operaciones del Salón de la Fama del Beisbol Canadiense, donde fue inducido en 2000. “Sin sus incansables esfuerzos podría no haber beisbol de Grandes Ligas en Canadá”.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
Jim Fanning jugó en la Liga Occidental venezolana en la temporada 1957-58 con Pastora. En 42 juegos, 163 turnos al bate, 28 carreras anotada, 52 imparables, 11 dobles, 1 triple, 3 jonrones, 23 carreras empujadas, 1 base robada, .319 de promedio. Defendió la receptoría.
lunes, 27 de abril de 2015
Cuando los Dodgers jugaban en Brooklyn
29-12-2014. Alex Skillin. The HardBall Times.
El beisbol es un deporte obsesionado con su historia, y consecuentemente, los aficionados obsesivos del beisbol con frecuencia se sorprenden mirando hacia atrás, a las épocas pasadas con una mirada prolongada. Lejos de las limitaciones del presente, el pasado puede ser visualizado con una luz diferente, habilitando la imaginación para ilustrar los detalles más escondidos.
Como vivo en Brooklyn, mi mente a menudo regresa al período posterior a la segunda guerra mundial, cuando los Dodgers jugaban en la ciudad, y los equipos de Nueva York regían el universo beisbolero. (Los aficionados de los Yanquis todavía creen que esto es real hoy en día, pero era especialmente cierto en los ’40 y ’50). Desde 1947 hasta 1956, al menos un equipo de Nueva York apareció en la Serie Mundial cada año excepto 1948. Los Yanquis y los Dodgers se enfrentaron en seis ocasiones en el clásico de otoño durante ese período, y los Bombarderos del Bronx, como solían hacerlo, se llevaron a casa siete títulos de Serie Mundial.
Los estadios también eran icónicos, reminiscentes de un tiempo y cultura deportiva diferentes por completo. Ebbets Field se levantaba en una esquina de la intersección de Bedford Avenue y Montgomery Street en Brooklyn. Yankee Stadium y Polo Grounds estaban a media milla uno del otro.
“Se podía caminar desde uno hacia el otro en 15 minutos”, escribe el afamado escritor Roger Kahn en “The Era: When The Yankees, Giants and Dodgers Ruled the World”.
Más allá de esto, las individualidades se erigían como gigantes en el paisaje beisbolero, su estatura ha disminuido casi nada seis décadas después. Joe DiMaggio se convirtió en una figura mítica antes que su carrera llegase a la mitad. La influencia de Jackie Robinson, por supuesto, trascendió al deporte. Y Willie Mays era el mejor pelotero de todos, alguien quién cubría la extensión del jardín central como nadie lo había visto antes. Hasta los managers, hombres como Casey Stengel y Leo Durocher, poseían su propio renombre e intriga.
La década también se erige como un momento único en la historia estadounidense, un tiempo de esperanza cuando el país disfrutaba los frutos de su labor de post-guerra. Nueva York era un lugar feliz y confortable para muchos.
“Estábamos seguros y optimistas y prósperos y pacíficos en nuestra Nueva York, la capital del mundo”, escribe Kahn.
Las personas tenían dinero para gastar, y el beisbol tenía beneficios como resultado. De acuerdo a Kahn, los Yanquis de 1948, quienes terminaron terceros en la Liga Americana, establecieron una marca de asistencia para el equipo, recibieron más de 2 millones de aficionados esa temporada. Un año después, los tres equipos de la ciudad de Nueva York recibieron a más de 5 millones de aficionados combinados, aunque los Gigantes terminaron cerca del sótano de la Liga Nacional, y Ebbets Field era uno de los estadios más pequeños de las Grandes Ligas.
¿Cómo era crecer como aficionado al beisbol en la ciudad de Nueva York en esa época? Me pregunto a menudo. ¿Cómo se sentía ver un juego en Ebbets Field o en Polo Grounds? ¿Como era ver a Jackie Robinson convertir un sencillo en doble, con sus piernas levantado el polvo mientras se embalaba hacia segunda base?
Mi tío lo recuerda. Él creció en Brooklyn durante ese período, era aficionado de los Dodgers a pesar del amor de su padre por los Gigantes. Ni siquiera la mudanza de la franquicia hacia Los Angeles pudo extinguir su simpatía por el azul de los Dodgers.
“Siempre fui leal a los muchachos”, me dijo una tarde reciente en su apartamento de Manhattan (el emigró a través del East River). Antes del vuelo del equipo hacia el oeste, antes que Walter O. O’Malley se convirtiera en el hombre más despreciado de Brooklyn, los Dodgers eran un símbolo de la escena beisbolera de Nueva York, una alternativa a la realeza de los Yanquis.
Como a muchos muchachos estadounidenses del pasado y el presente, el beisbol cautivó a mi tío, la actuación de los peloteros, estadísticas, artículos que servían de acicate a su joven imaginación. Él encontró todas las maneras en que podía seguir a los Dodgers.
“Recuerdo llevarme un radio a la cama todo el tiempo, a escondidas de mis padres, y los radios no eran tan pequeños o portátiles en ese tiempo”, dijo él con una risa. “Y también pasaban algunos juegos por TV, pero es sorprendente la poca resolución de la imagen. Era una transmisión casi siempre desde un solo ángulo, con la cámara enfocando al pitcher y el cátcher, y luego seguían la pelota hacia donde fuese bateada”.
De hecho, los estadounidenses empezaron a comprar televisores durante este período, el Clásico de Otoño fue el primero en ser televisado a los hogares estadounidenses.
“En un sentido práctico”, escribe Kahn, “la televisión nació durante durante esa época”.
Para ese momento la tecnología era primitiva, y la recepción no era para nada la que hemos disfrutado en décadas posteriores. Los aficionados aún preferían su beisbol en vivo. En 1950, los Dodgers y los Filis llegaron igualados en el tope de la clasificación al día final de la temporada, se enfrentaron en Ebbets Field por el banderín de la Liga Nacional. Más de 35000 aficionados fueron al estadio ese día, casi 3000 por encima de la capacidad y, de acuerdo a Kahn, muchos más se subieron al techo de un edificio residencial frente al estadio, similar a lo que hacen los aficionados en el presente frente a Wrigley Field.
El juego fue transmitido por TV, pero como Kahn escribió, “En 1950, las personas preferían ver el beisbol en vivo, vivo y visceral y real, sin importar cuan distante o peligroso fuese el lugar”.
Los periódicos también jugaron un gran papel en como los aficionados seguían y digerían el deporte. Los reportes no solo cubrían los juegos; también servían como los depositarios de los box scores y estadísticas.
“Yo leía los box scores en los periódicos todos los días”, recuerda mi tío. “Los box scores no decían mucho entonces. Ahora se puede mirar un box score y determinar muchas cosas, pero recuerdo haber leído y seguido las estadísticas en los periódicos del fin de semana. Ahora ya no hay más esa información. The New York Times especialmente, tenía páginas y páginas de estadísticas para cada bateador y lanzador”.
Por supuesto, los periódicos no son todo lo que ha cambiado en las décadas que han pasado desde que DiMaggio y Mays jugaban en Nueva York. Todo desde los precios de los boletos hasta la experiencia de los aficionados en el estadio hasta la manera como se ve y se sigue el deporte se ha transformado.
Escuchar a mi tío hablar de asistir a juegos en Ebbets Field es un buen recurso para recordar cuantas alteraciones ha sufrido el deporte.
“Recuerdo que los asientos más caros costaban tres dólares”, me dijo mi tío. “Sesenta centavos para la preferencia, tal vez 25 centavos para gradas. Había un poco más de asientos reservados. No siempre se llenaba el estadio, tenían buenas asistencias, y era un estadio pequeño. Era una caja de fósforo confinada a la cuadra donde estaba”.
Al escribir acerca de Ebbets Field durante la Serie Mundial de 1947, en la cual se enfrentaron Dodgers y Yanquis, Kahn resalta la disparidad de ese estadio con Yankee Stadium: “Con la mitad de la capacidad de Yankee Stadium, la multitud hacia el doble de ruido. Globos de color flotaban en las mallas. Un dirigible flotaba sobre el infield, casi oscurecía al abridor de los Yanquis Bobo Newson con su sombra. La multitud saltaba”.
Los jugadores también tenían una relación diferente con los aficionados. No eran tan distantes e indiferentes como lo son ahora. Mi tío y sus amigos solían frecuentar la entrada de los peloteros a Ebbets Field, buscaban autógrafos o mirar de cerca a sus peloteros héroes. Los niños llevaban tarjetas postales con su dirección e intentaban colocarlas en las manos de los peloteros mientras entraban y salían del clubhouse, con la esperanza de que fuesen autografiadas y devueltas por correo.
“Ya no los ves más, no ves a los peloteros”, dijo mi tio de la actualidad. “Pero antes los veías bien de cerca. Veías como algunos de ellos eran grandes y saludables. Recuerdo a Roy Campanella específicamente. Era rudo, siempre seguía de largo. Algunos de ellos se paraban y hablaban, y otros seguían su camino”.
El pelotero favorito de mi tío era Jackie Robinson. Él admite tener algún sentido del gran significado de Robinson en el fondo de su mente, pero principalmente lo impresionaba lo rápido y agresivo que era Robinson, como retaba a los pitchers cuando estaba embasado. La velocidad de Robinson le dio una nueva dimensión al juego; hacía cosas que muchos aficionados nunca habían visto.
Una vez, mi tío vio a Robinson salir del clubhouse luego de un juego en Ebbets Field. Corrió detrás de él, con una tarjeta postal en la mano, y ya sea por su velocidad de piernas y determinación o por la amabilidad de Robinson, el jugador se detuvo y se volteó. Mi tío recuerda hacer contacto visual con Robinson y entregarle la postal, un muchacho impresionado por ver de cerca a su pelotero favorito.
“Ese fue mi momento con Jackie”, dice él, una sonrisa revela la maravilla que difícilmente ha disminuido seis décadas después. Después recibió la postal por correo con el autógrafo de Robinson y desde entonces lo ha guardado.
Mientras la era retenía una calidad atemporal, un sentido de legado persistente que continuó en los años posteriores, las señales de cambio persistían. La novedad de la televisión no llevó a una transformación inmediata, pero para el fin del dominio de Nueva York en el beisbol en 1957, la proliferación de televisores en hogares estadounidenses redujo la asistencia a los estadios.
Desde 1947 hasta 1957, “la asistencia en los tres estadios de Nueva York cayó desde 5.6 millones hasta 3.2 millones”, de acuerdo a Kahn. Este decrecimiento en asistencia no significaba ninguna caída de la popularidad del beisbol entre los ciudadanos estadounidenses. Esto demostró el creciente poder de la televisión, y un nuevo medio a través del cual los dueños podrían generar ganancias.
Para 1955, escribe Kahn, “los Dodgers ganaron 787.155 $ por derechos de radio televisión local, 250.000 $ más que los salarios combinados de sus jugadores”. La Serie Mundial, también, fue transmitida de costa a costa por primera vez en 1951, lo que significaba que el alcance de equipos como los Dodgers, Yanquis y Gigantes ahora se extendería mucho más allá de las avenidas y puentes de la ciudad de Nueva York.
Estas nuevas oportunidades de dinero se convirtieron en el principal motivo de Walter O’Malley para decidir mudar a los Dodgers hacia Los Angeles luego de la temporada de 1957. O’Malley quería un estadio nuevo en Brooklyn (específicamente donde está ahora el Barclays Center en Atlantic Ave.), pero la ciudad lo rechazó, en su lugar le ofrecieron un lote de terreno en Queens, donde ahora juegan los Mets.
Si O’Malley se habría quedado en Brooklyn si le hubieran permitido el nuevo estadio en el lugar que deseaba, sigue siendo una pregunta abierta. Los Dodgers (y los Gigantes) se fueron hacia California sin contemplaciones, dejando atrás un saldo de más de dos millones de aficionados de los Dodgers despechados.
Para mi tío, seguir a los Dodgers se hizo casi imposible fuera de los box scores de los periódicos. Los juegos de la temporada regular no eran televisados nacionalmente, y él reconoce “una gran parte de nuestras vidas” simplemente dejó de existir.
Pero él nunca cambió su alianza, “un aficionado de los Dodgers no se cambiaría a los Yanquis”, dice él. Y cada vez que el equipo viajaba al este, hacia Filadelfia o eventualmente Nueva York cuando los Mets llegaron a la ciudad, mi tío iba a verlos. Hasta tuvo la fortuna de ver a Sandy Koufax lanzar un sin hits ni carreras ante los Filis en Connie Mack Stadium en 1964.
Mirar hacia ese período, cuando los Dodgers, Gigantes y Yanquis dominaban la escena del beisbol, la singularidad de ese tiempo, sus personajes únicos, sus preciados estadios y héroes, es impresionante. Esa era sirve como un recordatorio de cuanto han cambiado los Estados Unidos y el beisbol en 60 años. Ebbets Field y Polo Grounds desaparecieron, y el viejo Yankee Stadium, que alojó a Ruth, Di Maggio y Mantle, ahora es un estacionamiento.
Pero estudiar al deporte durante este período también valida el papel que el beisbol siempre ha jugado en Estados Unidos. El beisbol, entonces y siempre, sirve como un escape para la sociedad, un campo de juego en el cual los aficionados viejos y jóvenes, pueden proyectar sus sueños y su imaginación. Los héroes todavía están hechos de hombres uniformados, el sonido del bate aún es aupado por multitudes jubilosas, y la grama permanece tan verde como siempre.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
No es más un niño prodigio, Theo Epstein mantiene la intensidad
Christopher L. Gasper. The Boston Globe. 15-04-205.
Chicago—Su cabello es más gris. Tiene dos hijos pequeños y un equipo en reconstrucción con tres años seguidos terminando en el quinto lugar. A los 41 años, él no es un niño prodigio, está mas cerca de los 50 que de los 30.Pero Theo Epstein tiene la misma intensidad, pasión y visión que tuvo durante sus días como gerente general de los Medias Rojas.
Epstein salió de los Medias Rojas, sin el desaguisado del disfraz de gorila y en buenos términos, luego de la tumultuosa y desastrosa temporada de 2011, para tratar de rescatar a otra fanaticada a dolorida, la de los Cachorros de Chicago. Es difícil de creer que ya hace cuatro años que Theo se fue. En Boston, él fue el JFK (John F. Kennedy) de los gerentes generales, joven, carismático, uno de nosotros.
Epstein, quién armó dos equipos campeones de Serie Mundial y acabó una maldición de 86 años, está tratando de replicar ese éxito en Chicago. Lo está haciendo a su manera con sus viejos amigos Jed Hoyer (gerente general de los Cachorros) y Jason McLeod (jefe de desarrollo de peloteros) y sin tener que alimentar al monstruo (verde). También contrató a Manny Ramírez como asesor de bateo y a Kevin Youkilis como asesor de scouts.
Él piensa que su equipo llegará a la cúspide a la vuelta de la esquina, todavía sigue a los Medias Rojas, y no se arrepiente de la decisión controversial de enviar al próximo astro del beisbol, Kris Bryant, de vuelta a AAA, en vez de alinearlo en Wrigley Field el día inaugural.
Epstein está entrando a la fase donde los aficionados de Chicago necesitan ver algunos resultados del salvador. En las primeras tres temporadas de Epstein en Chicago, solo los Astros perdieron más juegos (310) que los cachorros (286). Los aficionados de los Cachorros han esperado 107 años por otra Serie Mundial, pero no son tan pacientes. Por eso los Cachorros le dieron un contrato de 155 millones de dólares a Jon Lester, emplearon a Joe Maddon como manager, y trajeron veteranos como David Ross y Jason Motte. Antes de perder este martes en la noche, los Cachorros estaban dos juegos por encima de .500 por primera vez desde 2009.
“En realidad estamos algo adelantados en el calendario”, dijo Epstein desde un palco de lujo en Wrigley la semana pasada. “Reconstruir en beisbol a menudo…desde el momento cuando se hace el primer diagnóstico, puede tomar cuatro, cinco o seis años, es algo duro de hacer en cualquier parte, ni hablar de los grandes mercados. Estamos muy contentos, no todo ha salido exactamente de la manera que queríamos, pero muchas cosas han salido a nuestro favor”.
“Hemos sido capaces de acumular bastante talento joven en los tres últimos años, y ponernos en una posición como organización donde el equipo de Grandes Ligas está empezando a pasar del modo adquisición de talento puro hasta el modo donde somos realmente competitivos. Es agradable estar en camino a esa transición. Sabemos que todavía no hemos andado el camino completo. Este no va a ser nuestro mejor equipo, pero pensamos que va a ser un equipo muy competitivo”.
La construcción de los Cachorros por Theo y Cia. Refleja la reconstrucción de Wrigley Field. Los Cachorros tampoco tratan de esconderse. Es un trabajo en proceso merecedor de una señal de perdón por nuestra apariencia. Wrigley es un gran lugar de construcción.
En Chicago, Epstein, McLeod y Hoyer han construido la máquina para desarrollar jugadores y scouts que Epstein dijo que iba a construir en Boston en noviembre de 2002, cuando era el gerente general más joven de la historia de las Grandes Ligas con 28 años y 11 meses.
Baseball America nombraron a los Cachorros la organización con el mejor sistema de granjas del beisbol (los Medias Rojas fueron segundos).
Los Cachorros tienen una pléyade de prospectos talentosos. Jorge Soler ya está en el jardín derecho. El jugador del cuadro Javier Baez debutó en Grandes Ligas la temporada pasada. El shortstop Addison Russell está en AAA con Bryant, quienes según muchos, deberían estar en las mayores ahora mismo.
“Siempre se está construyendo”, dijo Epstein. “Pero ciertamente este es uno de los grupos de jugadores de talento joven más impresionante que haya visto. Los Medias Rojas siguen competitivos por esta razón. Es muy agradable ver esos dos sistemas como dos de los más talentosos del beisbol”.
“Si, eso es algo por lo que siento pasión, seleccionar y desarrollar. Más aún, es imposible ganar por cualquier período de tiempo en estos días sin hacerlo bien de manera consistente. Eso siempre será un foco”.
Epstein todavía mantiene contactos con su viejo equipo, Como puntualizó, su familia aún vive a media milla de Fenway Park en Brookline. Creció como aficionado de los Medias Rojas, “imaginando lo que harían los managers”, como dijo cuando fue promovido a gerente general de los patirrojos en 2002.
Él remarcó los nombres de Mookie Betts, Blake Swihart, y Henry Owens, miembros del draft final de la administración Epstein en Boston.. Él dijo ue el equipo está en muy buenas manos con el actual gerente general Ben Cherington y los muchachos de operaciones de beisbol, quienes tienen un Serie Mundial y dos últimos lugares en su cuenta.
“Pienso que ellos están verdaderamente bien posicionados para un éxito de larga duración”, dijo Epstein. “Siempre mantengo el sueño de ver jugar a esos muchachos en octubre algún día. Sería muy divertido”.
No hubo mención de las presiones internas de la alta gerencia que pudieron haber acelerado la salida de Epstein de Yawkey Way.
Le preguntaron a Epstein si el tipo de recompensa en la que se ha comprometido por desmantelar y reconstruir fuese posible en el crisol de Boston. La respuesta es no.
“No lo sé. Probablemente, no en una manera tan unilateral”, dijo. “Me refiero a que lo más cerca que estuvimos de eso fue al ganar la Serie Mundial de 2004. Eso nos dio un colchón para esperar por el desarrollo de algunos muchachos que nos ayudaron a ganar en 2007. Entonces obviamente traté de ser transparente con una temporada puente, y las coas se complicaron, en un suspiro”.
Touché, Theo.
Hay muchos paralelismos entre los Medias Rojas previos a 2004 y los Cachorros. Parece que la organización de los Cachorros estuviese calcando las huellas del éxito de los Medias Rojas desde preservar un estadio sagrado hasta usar a Epstein para armar un ganador.
Pero Epstein dijo que las ciudades y sus bases de aficionados tienen mentalidades diferentes.
El fatalismo que infectaba a Fenway durante los 86 años de sequía de Serie Mundial no existe en los Friendly Confines. Él bromeó con que le tomó un tiempo ajustarse a la sensibilidad de los Midwestern.
“Cuando vine al mediooeste, me sentí un poco foráneo”, dijo él. “No podía creer cuan agradables eran todos. Tuve que mudarme al mediooeste para darme cuenta que yo era el loco. Pero ahora lo aprecio. Hay sensibilidades diferentes en las diferentes regiones del país”.
Epstein es feliz en Chicago, al cual llama un lugar increíble, pero no contento. Aún tiene mucho trabajo por hacer si quiere tener éxito donde muchos hombres de beisbol han fallado desde 1908.
Pero la próxima vez que uno de sus equipos juegue en octubre, Epstein lo apreciará más.
Ese es el consejo que le ofrecería al Theo de 28 años, mira hacia adelante y disfruta el camino.
“Eso se va en un tris, especialmente los octubres. No pienso que saboreé lo suficiente los octubres”, dijo Epstein. “Estaba tenso con cada lanzamiento. Algunas veces cuando veo esos juegos en ESPN Classic o lo que sea, es como si nunca hubiese estado ahí. Los octubres solo parecían un soplo. Solo hay que disfrutarlos más. Siempre hay algo por lo que preocuparse en el beisbol, por eso no hay que dejar que los buenos tiempos pasen sin detenerse a disfrutarlos a plenitud”.
Epstein ya no es un joven maravilla, es solo otro hombre de beisbol con un plan que puede funcionar o no.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
miércoles, 15 de abril de 2015
Una historia de Mickey y Jackie
29-07-2009. John Walsh.
“Él recordaba la forma de las nubes del sur el 30 de abril de 1882, y podía compararlas en su remembranza con las vetas marmoleadas en el diseño de un libro de cuero que solo había visto una vez, y con las líneas de dispersión que una hélice levantaba sobre el Rio Negro la víspera de la batalla de Quebracho”.
Jorge Borges, Funes, El Memorioso
Recientemente terminé de leer la biografía de Mickey Mantle, The Mick, publicada en 1985, diez años antes de la muerte del astro Yanqui. No leo muchas autobiografías de peloteros, ellas parecen tratar más de las escapadas extraterreno de los peloteros que del beisbol que jugaron entre las líneas. En vez de oir de otro jugador jugando con resaca, prefiero leer de, no sé, tal vez de Sam Crawford yendo directo hasta segunda base luego de recibir un boleto, para permitirle a Ty Cobb anotar desde tercera base.
Pero me estaba montando en un avión y necesitaba algo que leer, por lo que tomé The Mick, sin esperar que me gustara mucho. Se acercó a mis expectativas. Hay muchas historias alocadas de Billy Martin y Mantle haciendo tonterías juntos, Mickey negando a su familia, Mickey bebiendo mucho, Mickey recordando a su padre.
Pero también hay buenas historias de beisbol en el libro. Las mejores aparecen cuando Mantle describe su papel en la victoria de la Serie Mundial de 1952 sobre los Dodgers de Brooklyn:
Mis logros personales fueron: un jonrón ante Joe Black en el juego decisivo y una línea de Robinson hacía mí entre right y center, llegó en tres rebotes a mi guante. Dobló en primera base y amagó como que iba a parar. Yo solía sacar a menudo a los corredores en primera base. Esta vez Casey me había dicho que Robinson estaría pendiente de mi tiro. Así que después que tomé la pelota en el rebote, amagué que iba a lanzar la pelota hacia primera base. Robinson cayó en la trampa y siguió para segunda. Yo lancé la pelota a Billy y lo hicimos out por tres o cinco metros.
Nunca olvidaré ese momento: Jackie levantándose, sacudiéndose el polvo, y se tocaba la visera de la gorra, sus ojos parecían decir, “Te ganaré la próxima vez”.
Luego de la Serie, él vino a nuestro clubhouse y me estrechó la mano. “Eres un gran pelotero”, dijo. Pensé, “Caramba, este es un tipo con clase. Yo nunca habría hecho eso, ni en un millón de años”. Soy un mal perdedor.
Esa es una gran historia. Muestra (una vez más) el espíritu competitivo de Robinson, así como su gracia. También aprendemos algo de Mantle, su admitida falta de deportivismo en la derrota. Obtenemos una mirada a la astucia beisbolera de Casey Stengel, quien aconseja a Mantle sobre como sacar ventaja de la agresividad de Robinson en las bases. Me gusta mucho esta anécdota. Excepto por una cosa. Es completamente falsa.
No soy la clase de persona que siempre trata de buscar errores en las reminiscencias de los peloteros viejos. Algunas personas se dedican a eso, van directo a los box scores históricos que hay en internet y revisan para confirmar si, por ejemplo, Joe Morgan de verdad habló con Don Wilson de su juego sin hits ni carreras durante el partido. Para mí, eso es como dispararle a un pez en un barril. Los tipos viejos olvidan muchas cosas. Yo no soy tan joven tampoco y espero que las personas no vayan a revisar todo lo que digo.
Yo no trataba de comprobar la memoria del Mick, solo estaba interesado en la situación en la cual ocurrió la jugada. ¿Fue una jugada crucial? ¿Salvó el juego? Por eso fui al box score, y no encontré tal jugada. No está completamente claro desde el punto de vista de Mantle si la jugada ocurrió en el séptimo juego, rápidamente revisé los otros juegos. Nada.
Hmmm, ¿tal vez él se confundió con el año? Los Dodgers y los Yanquis parecieron dominar cada año de aquellos, de hecho Mantle y Robinson se enfrentaron en cuatro Series Mundiales: 1952, 1953, 1955 y 1956. Por lo que revisé esos juegos también. En realidad seleccioné el reporte jugada a jugada para esas Series desde Retrosheet y le dije a mi computadora que debía buscar. Nada. Ninguna jugada donde Mantle sacara out a Robinson en segunda base.
Me pregunté: ¿Es esto posible? La descripción era tan precisa, tan segura de si. Todos los detalles están ahí: “De tres botes en el guante” y ese “toque de visera”, sin mencionar “Nunca olvidaré…” ¿Podía Mantle simplemente haber inventado la historia? Caray, espero que no. En cualquier caso, la historia fue repetida casi tal cual en “All My Octobers” de Mantle publicado diez años después. Eso tampoco es sorprendente, supongo, pero en una reciente biografía de Mantle, el autor Tony Castro de nuevo cuenta la historia como si fuera verdadera. Castro pudo haber verificado el cuento de Mantle sobre la jugada, pero evidentemente no lo hizo.
Asumamos que Mantle no inventó la historia. ¿Estaba él recordando alguna otra jugada y confundió los detalles? Decidí indagar un poco más profundo en la data de jugada a jugada de las Series Mundiales para ver si aparecía algo. Registré cada jugada de Serie Mundial desde 1951 hasta 1964, que abarcaban todas las apariciones de Mantle en la Serie. En 87 juegos encontré un total de 29 asistencias de jardineros.
Mantle tenía una de esas en la Serie Mundial de 1956, aunque el bateador era Pee Wee Reese, no Jackie Robinson. En esta jugada, Reese había sencilleado (no hay manera de saber si la pelota llegó al guante de Mantle en tres rebotes) y fue puesto out en segunda base. La secuencia de tiros fue cf-ss-1b-2b-1b, lo cual me hace pensar que esta pudo haber sido algún tipo de jugada señuelo como la describió Mantle. En la mayoría de los casos cuando un bateador es puesto out tratando de alargar un sencillo a doble, no hay corre y corre. Si Mantle había engañado a Reese con un amague en el tiro, Reese pudo haberse aguantado mucho antes de llegar a segunda base, y haber intentado regresar.
Fui a otra jugada similar que involucraba a Mantle en la Serie Mundial de 1964, jugada ante los Cardenales. Esta jugada implicaba un sencillo bateado hacia el jardín derecho con el bateador puesto out en segunda base. Ahora, en 1964 Mantle estaba más afectado por sus problemas en las piernas y aunque jugó en el jardín central la mayor parte de la temporada regular, en la Serie de 1964 jugó en el right field. Pero si este sencillo a la derecha es la jugada que ocasionó la anécdota de Robinson, el Mick estaba más confundido que nunca. Esto porque Mantle fue el bateador en esa jugada, él fue retirado en segunda base por el jardinero derecho de los Cardenales, Mike Shannon. Me gustaría saber si Mantle le ofreció a Shannon esa mirada de te ganaré la próxima vez.
“Yo solía sacar a los corredores en primera a menudo”. Esto es algo que podemos revisar con la data de Retrosheet. Esta bién, ahora investigo a Mantle, lo admito. Pero, me siento traicionado. Aquí estoy, leyendo la autobiografía de un pelotero y me encuentro una historia que la hace interesante, para que luego resulte ser ficción. ¿Habia mencionado que Mantle fue mi jugador favorito cuando era niño? Crecí en la ciudad de Nueva York y mis primeras memorias del beisbol fueron de aquellos grandes equipos Yanquis de principios de los ’60, liderados por Mickey Mantle, número 7. Los Yanquis perdieron su brillo muy rápido y Mantle se desinfló también en un tris, y dejé atrás mi fase de reverencia al héroe, pero aún guardo un lugar especial para el Cometa de Commerce. ¿Cómo me podía hacer trampa de esta manera?
Dejemos que los registros muestren que Mickey Mantle, en el período entre 1954 y 1968, nunca “sacó a un hombre en primera base” después que este bateara un sencillo. Es una jugada rara: En este período (1954-1968) Retrosheet reporta que esta jugada fue realizada por un jardinero central solo 67 veces. Solo 10 peloteros la han ejecutado más de una vez y el líder de todos los tiempos (a partir de 1954) es, sorpresivamente Aaron Rowand, con cuatro bateadores reventados en primera base.
Estoy desvariando un poco aquí, pero también le di una mirada a los jardineros derechos sacando a corredores en primera base. Como se puede imaginar, esta jugada se puede efectuar con más facilidad desde el bosque derecho, de hecho encontré 122 jugadas en el archivo de Retrosheet. Un total de cinco right fielders han hecho la jugada más de dos veces. Empatados en el segundo lugar con tres bateadores sacados en primera están Hank Aaron, Bob Abreu, Vada Pinson y Dante Bichette. Con facilidad se puede suponer el líder de todos los tiempos, su total es impresionante: Roberto Clemente, 9 veces.
De vuelta a Mantle: jugó tres temporadas (1951-1953) antes del inicio de la data actual de Retrosheet para la Liga Americana. Entonces, supongo que Mantle puede haber hecho esta jugada “muy a menudo” en sus primeras tres temporadas, pero parece poco probable.
¿Podemos sacar algo del momento cara a cara entre Mantle y Robinson? ¿Fue Jackie a estrechar la mano de Mantle después de la Serie? Caramba no lo sé. Supongo que lo hizo. Él ciertamente elogió a Mantle ante la prensa luego de la Serie. Esto salió en el Eugene-Register Press of October 7, 1952: Un Jackie Robinson con los ojos húmedos expresó la opinión de los alicaídos campeones de la Liga Nacional. “Fue ese Mantle, ese Mickey Mantle nos mató. Si no hubiese sido por él pienso que esta hubiera sido una Serie diferente. Llegamos cerca, tuvimos muchas oportunidades, pero Mantle fue la diferencia”.
Si, Robinson, de hecho elogió a Mantle después de la Serie y, para darle su mérito a Mantle, el joven center fielder de los Yanquis si bateó el jonrón decisivo ante Joe Black en el séptimo juego.
Para este momento, deseo no haber mirado el box score del séptimo juego de la Serie Mundial de 1952. Me gustó la confrontación Mantle-Robinson y habría estado contento de creer la historia contada por Mantle. No se puede culpar al Mick. Después de todo, solo Funes podría recordar cada detalle de cada cosa que vio. El resto de nosotros mortales debemos lidiar con memorias imperfectas.
Pienso que aprendí algo de todo esto: hay que mantenerse alejado de esas autobiografías de peloteros y acercarse a The Glory of Their Times (La Gloria de su tiempo) o Baseball When the Grass Was Real (Beisbol cuando la grama era real)
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
martes, 7 de abril de 2015
Cooperstown Confidencial: La enigmática vida de Alex Johnson
24-03-2015. Bruce Markusen. The HardBall Times
La muerte reciente de Alex Johnson pone punto final a uno de los capítulos más enigmáticos y controversiales de la historia del beisbol, no estoy seguro si caracterizarlo como víctima de las circunstancias o como una figura antisocial quien le hizo la vida miserable a los que estaban a su alrededor innecesariamente. O tal vez una mezcla de ambos.
La carrera de Johnson empezó en 1961, cuando los Filis lo firmaron como agente libre amateur. La organización lo observó batear .313 o más en cada nivel de las ligas menores, mientras avanzaba en el sistema de granjas de los Filis. Llegó a las Grandes Ligas a mediados de la temporada de 1964, el mismo año que apareció otro prometedor joven prospecto llamado Richie Allen.
Johnson no era un jugador de cinco herramientas, era un jardinero de pobre defensiva y no lanzaba bien, pero tenía sobresalientes destrezas bateando y corriendo. Poseía una increíble velocidad con el bate, regularmente tomaba práctica de bateo a 40 pies de distancia, en vez de los normales 60 pies, seis pulgadas. También podía correr, como lo evidencian los tiempos que desplegaba en correr desde el plato hasta primera base. Johnson regularmente completaba la ruta en 3.8 segundos, un tiempo sobresaliente para un bateador derecho. El manager de los Filis, Gene Mauch, dijo que nunca había visto a un pelotero correr desde segunda base hasta el plato más rápido que Johnson.
Hasta la apariencia física de Johnson hacía girar los rostros. En una época cuando los jugadores no levantaban pesas o consumían esteroides, Johnson tenía el físico de un Adonis. Era muscular y tonificado, a tal punto que se ganó el apodo de “Toro”. Con la magnitud de su estatura y peso, Johnson generaba la apariencia de una pieza esculpida en granito. Esa clase de físico se convertía en poder verdadero; Johnson descargó 35 jonrones con el Magic Valley Clase A y 21 cuadrangulares para el Arkansas AAA.
Una vez que los Filis notaron que Johnson dominaba el pitcheo de AAA, lo llamaron en julio de 1964. Como novato, Johnson compartió el jardín izquierdo con el veterano Wes Covington durante la segunda mitad del verano. Bateó .303 y registró un porcentaje de embasado de .840, buenos números que fueron rebasados por Allen, quien jugó la temporada completa en Filadelfia y ganaría el Novato del Año.
En 1965, el tiempo de juego de Johnson se duplicó. En 280 apariciones al plato, bateó para .294 con ocho jonrones, ocasionando que algunos en la organización le predijeran un futuro estrellato. Pero también había problemas. Como bateador de bolas malas, Johnson no tomaba muchos boletos, lo cual reducía el impacto de su velocidad. Además cuando corría las bases, Johnson no siempre daba su mejor esfuerzo. También tenía el mal hábito de trotar tras los elevados. Estas señales irritaban a su manager, Mauch, un cultor de la vieja escuela sin tolerancia para la falta de esfuerzo.
Para finales de la temporada de 1965, Mauch y los Filis se habían cansado de los malos hábitos de Johnson. Ese invierno, los Filis lo incluyeron en un cambio grande, lo enviaron junto a dos jugadores de ligas menores a los Cardenales por el primera base Bill White, el shortstop Dick Groat y un cátcher de reserva llamado Bob Uecker.
Los Cardenales creían tanto en Johnson que movieron a Lou Brock hacia el jardín derecho para abrirle espacio a Johnson en la izquierda. El movimiento casi se convirtió en desastre, Johnson cayó en un terrible slump de bateo y se ganó el boleto de regreso a AAA. Los Cardenales lo llamaron más adelante en la temporada, pero todo se complicó cuando peleó con su compañero jardinero Bobby Tolan. El incidente hizo que los Cardenales se molestaran mucho con Johnson. Luego de dos temporadas, lo cambiaron a los Rojos de Cincinnati por el jardinero Dick Simpson, un jugador de lejos menos talentoso que Johnson.
Johnson encontró un buen hogar en Cincinnati donde congeniaba con el manager Dave Bristol y sus compañeros. Bristol, quien describió a Johnson como “cooperativo”, básicamente dejó a su joven y talentoso jardinero por su cuenta. Johnson no hablaba mucho en el dugout o en el campo, pero bateaba bien con los Rojos como su jardinero izquierdo regular. También mostró algo del poder que había desplegado en las menores, pero había estado virtualmente inexistente en Filadelfia y San Luis.
Con dos buenas temporadas en los libros, Johnson aspiraba a una larga estadía en Cincinnati. No ocurrió. Luego de la temporada de 1969, Bob Howsam, el gerente general de los Rojos, quien estaba determinado a mejorar su cuerpo de lanzadores, decidió hacerlo al costo de Johnson. Howsam envió a Johnson, el utility jugador del cuadro Chico Ruiz, y el pitcher Mel Queen a los Angelinos por los derechos Jim McGlothlin y Pedro Borbón. Johnson no había hecho nada malo; simplemente se había convertido en buen anzuelo para un cambio luego de dos temporadas productivas en Crosley Field.
Aunque el cambio sorprendió a Johnson, jugó bien en su primera temporada al sur de California. Sus virtudes con el madero captaron la atención de un coach veterano de los Angelinos. “Nunca antes me había asustado lanzando la práctica de bateo”, le dijo el coach Rocky Bridges a Newsweek, “pero lanzarle a Alex es como estar al alcance de la artillería”.
Johnson era tan bueno en la práctica de bateo como en el juego. El bateó sobre .300 a través del verano, lo cual le permitió batallar con Carl Yastrzemski por el título de bateo de la Liga Americana. El día final de la temporada, Johnson bateó dos imparables para superar a Yaz, .3289 a .3286, pero entonces fue sacado inmediatamente de la alineación por un corredor emergente luego del segundo imparable. Esa decisión creó alguna controversia, particularmente en Boston, donde los aficionados sintieron que Johnson había tomado el camino cobarde para lograr el título de bateo.
Otra fuente de controversia se encontraba en la actitud e Johnson esa temporada. En varias ocasiones, dejó de correr cuando bateaba roletazos, y trotaba tras los elevados en los jardines. Los Angelinos lo disciplinaron como lo hubiese hecho la mayoría de los equipos, lo multaron luego de cada incidente de indolencia.
Johnson también desarrolló una relación de antagonismo con los medios de comunicación del sur de California, lo cual era de alguna manera irónico dada su reputación de retraído y hasta “suave” con los peloteros. Las preguntas simples dirigidas a Johnson lo hacían gritar tan alto que se le oía en todo el clubhouse. En una ocasión él trató de sacar personalmente al experimentado periodista Dick Miller del clubhouse. En otra, dejó caer una lata de café molido sobre la máquina de escribir de un reportero. A veces, Johnson hasta le gritaba a los compañeros que trataban de hablarle o intentaban hablar con los medios.
La conducta de Johnson, la cual le ganó el apodo “Alex el furioso”, iba en sentido contrario a su personalidad lejos del estadio. Amigos y asociados decían que podía ser cálido y encantador. Era especialmente bueno con los niños, a quienes trataba de ayudar mediante caridad. The Sporting News describió a Johnson como “un devoto hombre de familia” quien “vivía de acuerdo a un estricto código moral”.
Mientras la situación alrededor de Johnson fue tolerable en 1970, alcanzó un punto de ebullición en 1971. Una serie de acciones bizarras durante un juego de entrenamiento primaveral indicó que algo andaba muy mal. En un juego de tarde bajo el sol de Arizona, Johnson se ubicaba bajo la sombra creada por la torre de luz del estadio. A medida que la sombra se movía, también lo hacía Johnson, para no exponerse al sol ardiente. El manager de los Angelinos Lefty Phillips notó los movimientos extraños de Johnson. También se dio cuenta cuando Johnson escogió no correr cuando bateaba la pelota ese día. En ese momento decidió sacarlo del juego.
Johnson no escarmentó con el incidente. Al día siguiente, en su primer turno al bate, de nuevo dejó de correr al batear. Phillips lo sacó del juego por segundo día seguido.
Cuando la temporada regular arrancó en abril, mantuvo su mejor conducta durante el primer mes de la campaña. Pero en mayo, Johnson volvió a sus viejos modales, reiteradamente dejó de correr cuando bateaba roletazos y elevados.
El gerente general de los Angelinos, Dick Walsh mantuvo su apoyo a Johnson, pero Phillips había perdido la paciencia. El 23 de mayo, Phillips realizó una reunión con el equipo, pero solo con 24 peloteros. Johnson no fue invitado. Phillips discutió la conducta de Johnson y luego emitió un pronunciamiento. “Alex Johnson”, dijo Phillips, “no jugará más con este equipo”. Varios de los Angelinos apoyaron abiertamente el anuncio de Phillips.
Poco después, Johnson habló con Phillips para pedirle otra oportunidad. Johnson prometió que se fajaría todo el tiempo. Phillips lo puso de nuevo en la alineación. Pero el 4 de junio, en un juego ante los Medias Rojas, Johnson de nuevo dejó de correr al batear una pelota. Una vez más, Phillips lo sacó del juego.
Para el 25 de junio, Phillips había visto suficiente. Habiendo multado a Johnson 29 veces y enviado a la banca en cuatro ocasiones, Phillips lo envió al banco una vez más, esencialmente lo suspendió del equipo. La Asociación de Peloteros no estuvo de acuerdo con la decisión e introdujo una reclamación de parte de Johnson. El director del sindicato, Marvin Miller alegó que Johnson sufría de “tensión emocional” y debía ser colocado en la lista de incapacitados, con su sueldo intacto.
Para sorpresa de los Angelinos, los árbitros fallaron a favor de Johnson. Basados en las observaciones de dos psiquiatras quienes habían determinado que Johnson estaba “incapacitado emocionalmente”, los árbitros adujeron que Johnson sufría de enfermedad mental y debía ser tratado igual que cualquier jugador con una lesión física. En lo que resultó una decisión para marcar territorio, los árbitros ordenaron levantar la suspensión de Johnson y que fuese colocado en la lista de incapacitados. Mientras tanto, Johnson continuó recibiendo el tratamiento psiquiátrico que había empezado luego de ser suspendido por los Angelinos.
Años después, Miller presentó un alegato de que los Angelinos no solo habían fallado en darse cuenta de que Johnson estaba mentalmente enfermo, sino que también lo trataron de manera racista. Mientras el alegato de Miller sobre enfermedad mental parece justificado, las acusaciones de racismo son cuestionables. La mayoría de los jugadores de los Angelinos, negros y blancos, se habían cansado de la conducta antagónica de Johnson. Un jugador afroamericano, el zurdo Rudy May, fue particularmente crítico con Johnson. Defendió públicamente la manera como los Angelinos manejaron el asunto y ofreció a Johnson algún consejo en su entrevista con los reporteros. “Le debes a los aficionados y más que todo a ti fajarte todo el tiempo”.
Además, de todos los jugadores de los Angelinos, él que había sufrido más a manos de Johnson era un latino de piel oscura, Chico Ruiz, su antiguo compañero de equipo en los Rojos.
En algún momento, Ruiz y Johnson habían sido buenos amigos. De hecho, Ruiz era el padrino de la hija de Johnson. Pero con el tiempo, la relación cambió. Johnson empezó a maldecir a Ruiz, con frecuencia lo insultaba. En dos ocasiones, Ruiz y Johnson se fueron a las manos en el clubhouse.
Para la primera mitad de la temporada de 1971, Ruiz se había cansado de la manera como Johnson lo trataba. Ruiz le gritaba con furia a su antiguo amigo. De acuerdo a los testigos, Ruiz dijo: “Los blancos de este equipo pueden despreciarte, ¡pero yo soy tan negro como tú, y te odio! Te odio tanto que podría matarte”.
El 13 de junio, Johnson y Ruiz entraron al juego como emergentes. Luego que ambos regresaran al clubhouse, Ruiz tomó una pistola de su casillero y empezó a apuntar a Johnson. Johnson dijo que Ruiz lo amenazó con la pistola.
En principio, Ruiz dijo que no tenía una pistola. El gerente general Dick Walsh apoyó eso. Luego, durante la audiencia de arbitraje de Johnson, Walsh admitió haber mentido. Dijo que Ruiz tenía una pistola, y de hecho la había sacado en presencia de Johnson en el clubhouse. Y entonces, en defensa de Ruiz, Walsh dijo que la pistola no estaba cargada y que no significaba una amenaza física para Johnson.
Dado el estado de la relación entre Johnson y sus compañeros de equipo, sin mencionar su frágil estado mental, era claro que nunca volvería a jugar con los Angelinos. Johnson permaneció en la lista de incapacitados por el resto de la temporada. Ese octubre, los Angelinos exploraron las posibilidades de cambio para Johnson.
De manera impresionante, Walsh encontró un equipo interesado rápidamente. El 5 de octubre, Walsh negoció a Johnson y el catcher de reserva Jery Moses a los Indios por los jardineros Vada Pinson y Frank Baker y el derecho Alan Foster.
Aún lejos de la atmósfera de circo de los Angelinos, a Johnson no le fue bien. No bateó nada con los Indios, necesito una reacción a final de temporada para terminar con .239 de promedio. También pareció perder interés a medida que la temporada avanzó. En determinado momento, Johnson se mantuvo tratando de tocar la pelota por su cuenta, turno tras turno, como si hubiese perdido la confianza en su habilidad para batear largo. Varios de sus compañeros de los Indios ladearon la cabeza incrédulos.
Permaneció con los Indios durante la primavera de 1973, de nuevo Johnson se encontró en un movimiento. Esta vez, los Indios lo cambiaron a los Rangers por dos oscuros lanzadores, Vince Colbert y Rich Hinton. Como bateador designado y jardinero izquierdo, Johnson bateó razonablemente bien en la mayor parte de dos temporadas en Texas, primero con Whitey Herzog y luego con Billy Martin. Algunos observadores anticiparon un eventual encontronazo entre Martin y Johnson, pero nunca ocurrió. Sin embargo, Martin se sintió frustrado cuando vio que Johnson no corría con cada pelota que bateaba. Antes que confrontar a Johnson, Martin lo sentó. Entonces, a principios de septiembre, los Rangers vendieron a Johnson en waivers a los Yanquis.
Ahora, Johnson tenía poco del talento que alguno vez tuvo. Al no ser capaz de negociar muchos boletos o batear muchos jonrones, Johnson vio disminuir su promedio de bateo. Si hubo algo positivo, fue su conducta. No se enredo en confrontaciones rabiosas como a menudo lo había hecho en California. De hecho, el director de relaciones públicas de los Yanquis, Marty Appel y el masajista del equipo Gene Monahan encontraron a Johnson completamente tratable. Johnson todavía tenía algunos hábitos extraños, como la insistencia de llevar consigo su cartera en el bolsillo de su uniforme durante los juegos (como si temiera que alguien le fuese a robar su dinero). Él todavía no hablaba mucho con los medios, a menudo se iba rápido del clubhouse después de los juegos, pero la mayor parte de su rabia pareció disiparse.
Luego que los Yanquis lo pusieron en waivers a finales de 1975, Johnson firmó con los Tigres de su ciudad natal. Jugó su temporada final y bateó para .268, además se mantuvo alejado de la controversia. Entonces jugó un año en la liga mexicana antes de retirarse.
Cuando terminaron sus días de jugador activo, Johnson dejó el juego por completo. Expresó públicamente su amargura por la manera injusta en que el béisbol lo trató a él en particular y a los jugadores negros en general. En una ocasión dijo que no había asistido a ningún juego de Grandes Ligas desde su retiro. Estaba contento de haber sustituido a su padre como el dueño de una tienda de reparaciones de camiones en Detroit, con lo cual confirmaba la vocación en la que había mostrado interés desde que jugaba béisbol.
A excepción de un artículo que apareció en Sports Illustrated en 1998, Johnson permaneció completamente fuera de la luz pública. Pero entonces, el pasado verano, reapareció, aunque sutilmente. Sin anunciarse, asistió a la Jerry Malloy Negro Leagues Conference. Fue realizada en Detroit, su ciudad. Estuvo en un panel de discusión sobre Walt Owens, su antíguo entrenador en Northwestern High School. Cuando Johnson entró por la puerta, se presentó a sí mismo e hizo unas pocas observaciones sobre la importancia de la investigación sobre las Ligas Negras realizada por los asistentes. De acuerdo a los asistentes, Johnson mostró un gran respeto por los jugadores negros que le precedieron.
Esa fue la última aparición pública de Johnson, antes de sucumbir a un cáncer de próstata a la edad de 72 años. Ese día en la conferencia, ciertamente mostró un lado diferente de él, en marcado contraste con el hombre que había parecido tan rabioso y enfermo en muchos de sus días de jugador activo.
Aún ahora, no estoy seguro de que hacer con Alex Johnson. Hay poca duda de que sufrió de enfermedad mental durante su carrera de jugador, y eso fue algo en lo que el establecimiento del beisbol tuvo poca experiencia para tratarlo o para ayudar. En particular, la gerencia de los Angelinos no ayudó a mejorar la situación, sin importar cuales pudieron haber sido sus intenciones.
También hay poca duda de que Johnson le dificultó la vida a quienes estaban a su alrededor, incluyendo a sus compañeros de equipo y managers. Desde un punto de vista profesional, este es el tipo de conducta desagradable y contraproducente a la causa de tratar de ganar juegos sin importar las razones que haya tras ello.
También esta completamente claro que Johnson fue un hombre reflexivo e inteligente, uno quien podía ser carismático y divertido, especialmente fuera del beisbol. Ciertamente no fue un hombre malo, sino uno que tuvo su cuota de amigos a lo largo del camino.
Me parece que Alex Johnson nunca será entendido por completo.
Traducción: Alfonso L. Tusa C.
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