jueves, 3 de septiembre de 2015

El antiguo pitcher Bob Hendley recuerda su cita con la fama.

Han pasado más de 40 años desde que el derecho estuvo a punto de lanzar sin hits ni carreras ante los Dodgers de Los Angeles cuando Sandy Koufax pitcheó un juego perfecto. Philip Ramati. The Macon Telegraph. Baseball Digest. Diciembre 2005. Bobby Hendley no es rudo cuando se le hace la pregunta, solo genuinamente sorprendido. “No entiendo porque quieres hablarme de algo que ocurrió hace 40 años, pero si quieres podemos hacerlo”, dijo Hendley. Hace cuarenta años, el 9 de septiembre de 1965, Hendley se fajó con el inquilino del Salón de la Fama Sandy Koufax, en lo que es generalmente considerado como uno de los juegos mejor pitcheados en la historia del beisbol. Koufax estaba en medio de otra temporada de Cy Young y los Dodgers estaban en la candela de la caza del banderín que eventualmente terminó con la corona de la Serie Mundial de 1965. Hendley estaba en el medio de una carrera de un pitcher normal que incluía un cambio desde los Gigantes de San Francisco a los Cachorros de Chicago a mediados de esa temporada. Lo que resultó de su enfrentamiento aquel día en Dodger Stadium fue una pieza maestra en los anales del beisbol, la única vez en la era modera (después de 1900) que dos equipos solo dieron un imparable en un juego, un imparable que no tuvo absolutamente nada que ver con el resultado del juego. Al final, Koufax salió por la puerta grande, lanzó el cuarto juego sin hits ni carreras de su carrera y el octavo juego perfecto de la historia del beisbol. Hendley, un nativo de Macon, Georgia, terminó con una derrota de un hit y una carrera, y un lugar raro en la historia para un pitcher con registro vitalicio de 48-52. “No estoy seguro de que haya habido un juego con menos imparables”, dijo Jeff Torborg, quién fue el receptor de los Dodgers aquella noche. “Bob lanzó un juego grandioso. Siempre fue un buen pitcher, pero Sandy se fajó con él”. Como Hendley, Ron Fairly también había nacido en Macon, pero no creció allí. Fue su toque de sacrificio en el quinto episodio que adelantó a Lou Johnson, quién había negociado boleto, y más adelante conseguiría el único imparable del juego, para conseguir la única carrera. “Hendley no lanzaba tan duro como Sandy”, dijo Fairly ahora narrador de los juegos de los Marineros de Seattle. “Fue probablemente uno de los mejores juegos de su carrera. Fue una noche de gran pitcheo”. Al final, Hendley fue parte de uno de los momentos más resaltantes del beisbol, pero no dejó que ese momento lo definiera. “A los 30 años estaba fuera del beisbol”, dijo Hendley ahora de 66. “Pero no me lamento. Luego me dedique a ser entrenador. Trabajé con muchas personas buenas, muchas personas buenas”. Atención a lo que pudo haber sido ¿Existe algún otro deporte además del beisbol que dependa tanto de lo que pudo haber sido y lo que estuvo a punto de ocurrir tanto como de lo que ocurrió para que se diera la victoria? Hay está Ernie Banks, quien nunca jugó en postemporada; las tantas veces que los Medias Rojas se quedaron cortos en ruta a la Serie Mundial, y los 12 innings perfectos que lanzó Harvey Haddix para perder en el décimotercero. El juego de Hendley contra Koufax ciertamente califica. Cuando Jane Leavy escribió la biografía de Sandy Koufax: A Lefty’s Legacy, hace un par de años, ella alternó los capítulos. Ella empezó con el primer inning del juego perfecto en el primer capítulo, entonces fue a la vida de Koufax en el siguiente, rotó en ambas direcciones a lo largo del libro. “Quería que el texto fuera grande”, dijo Leavy. “No sobre una persona o una carrera, sino sobre una época. Quería usar un juego de él (para llamar la atención) y nada mejor que un juego perfecto”. Lo que impresionó a Leavy fueron las similitudes y diferencias entre Koufax y Hendley, ambos tenían la misma estatura, Koufax pesaba unos diez kilos más cuando jugaban. Ambos empezaron como zurdos de bola rápida y ambos sufrieron problemas severos en el codo que acortaron sus carreras. Koufax lanzó con los dolores de la artritis, lo cual lo forzaría a retirarse luego de la temporada de 1966 aun en plenitud de condiciones físicas. Hendley sufrió una lesión en el codo en 1960 cuando aún jugaba en las ligas menores. Aunque llegó a las mayores, nunca recuperó la gran velocidad que tenía antes de la lesión y tuvo que depender de su astucia para ponerse delante de los lanzadores. “Mientras más investigaba sobre él, notaba cuan opuesta era su carrera a la de Sandy, como sus carreras podían haberse intercambiado”, dijo Leavy quién no pudo localizar a Hendley para el libro hasta recordar su nombre de pila Charles Robert Hendley. “Al principio, probablemente él lanzaba tan duro como Koufax pero en el resto de su carrera se las arregló con inteligencia y astucia. Su punto más alto coincidió con la noche cuando Sandy Koufax fue perfecto”. Hendley era un lanzallamas cuando lanzaba para Lanier High School. Tuvo marca de 16-4 y ponchó 204 bateadores en dos temporadas, llevó a Lanier a dos títulos regionales seguidos mientras lanzaba cada juego regional. Lanzó tres juegos sin hits ni carreras en la secundaria y fue el jugador más valioso del juego de estrellas de NorthSouth en 1957. Hendley firmó originalmente una beca de beisbol-baloncesto con Georgia pero decidió firmar un contrato profesional con los Bravos de Milwaukee. Entre temporadas Hendley continuó su educación en Mercer y se unió a los reservas de la armada, las cuales requerían de seis meses de trabajo activo y cinco años y medio con los reservistas. “Si no me hubiese ido bien en el beisbol, probablemente hubiera sido un teniente segundo”, dijo Hendley. Pero le iba bien en el beisbol. Desafortunadamente para Hendley, su tiempo en las reservas pudo costarle caro a su carrera atlética. Él está convencido de que el exceso de flexiones de brazo que hizo en el entrenamiento físico afectó algo en su codo. Cuando Hendley fue al campo primaveral en 1960, lanzó muy duro muy pronto y algo tronó en su codo. Nunca fue el mismo después de eso. “No puedo asegurarlo”, recordó Hendley. “Hacíamos mucho entrenamiento físico, muchas flexiones, y hasta este día, pienso que eso me afectó. Koufax tenía 30 años cuando su carrera también terminó. En algún respecto, sin embargo, la lesión en el codo le enseñó a Hendley un par de lecciones valiosas. Por un lado, se convirtió más en pitcher que tirador. Esto también cimentó la importancia de la educación en su mente. Durante el receso entre temporadas, Hendley tomaba un curso o dos en Mercer, finalmente se graduó en 1970, 13 años después de empezar. “Esa es una de las cosas que le digo a mis estudiantes”, dijo Hendley. “Puedes obtener un título si trabajas en eso. No sabía cuando terminaría mi carrera en el beisbol, pero cuando ocurrió, estaba listo para pasar a hacer algo diferente”. Consistencia, la marca de fábrica de Hendley. Hendley llegó a las Grandes Ligas en 1961 y se mantuvo en ese nivel hasta 1967. La consistencia fue su mejor atributo. Irónicamente, aquella temporada de 1965 fue la única cuando su efectividad fue superior a su promedio vitalicio de 3.97. Cada año esta oscilaba entre 3.60 y 3.94. Su porcentaje de juegos ganados oscilaba cada temporada alrededor de su marca vitalicia de .480. Hendley pasó tres temporadas con los Bravos antes de pasar a los Gigantes en 1964. Luego del cambio, se mantuvo en Chicago hasta 1967, cuando fue negociado a los Mets de Nueva York durante la temporada, su último equipo. “Si hay una palabra con la cual lo definiría sería ‘profesional’”, dijo Torborg. El juego contra Koufax pudo haber sido el más memorable de Hendley, pero no fue la única vez que coqueteó con un juego sin hits ni carreras. Cuando jugaba con los Bravos, mantuvo sin hits a San Luis durante ocho innings. Pero un bateador de los Cardenales se embasó por error, y Curt Flood siguió con un jonrón de dos carreras para acabar con la magia. Hendley pitcheó la mayor parte de su carrera con dolores intermitentes en su codo. Ël no mira su carrera con lamentos, pero algunas veces se pregunta que hubiese ocurrido si se hubiera mantenido sano. “Pienso que una marca de 48-52 con un codo malo estuvo bien”, dijo Hendley. “Probablemente tendría 100 victorias en Grandes Ligas. Me pregunto que habría pasado si hubiera tenido un buen brazo. Pude haber jugado hasta los 45, 50 años sin problemas. Cuando lanzaba práctica de bateo en la secundaria, lanzaba 200 pitcheos al día sin problema- Disfrutaba haciéndolo”. “Me hubiera gustado haber jugado sano en cuanto a mi brazo. Tuve dos operaciones en el codo y nunca me recuperé por completo. Si hubiera jugado en el presente, con todos los avances, hubiese jugado muchos años”. Bajo la luz pública por una noche Aunque Koufax será recordada por muchas razones en su ilustre carrera, la carrera de Hendley estará ligada por siempre a aquella noche de septiembre. No parecía que se haría historia de la manera como empezó el juego. A Koufax le tomó un tiempo encontrar sus mejores envíos. Como Leavy recordó en su libro, el segunda base de los cachorros, Glenn Beckert, le dijo al tercera base Ron Santo. “Lo tuvimos donde lo queríamos esta noche. No está lanzando tan bien”. Beckert casi frustró el juego perfecto en el primer inning con una línea bajita por la raya del jardín izquierdo que salió de foul por centímetros. “No cuando empezó”, dijo Hendley. “Solo cuando llegó el tercero o cuarto inning. Entonces supimos que se estaba gestando algo especial”. Los Dodgers no fueron un mal equipo al bate ese año, fueron atroces. El promedio de bateo del equipo fue .245. El único jugador que bateó sobre .300 toda la temporada fue el pitcher Don Drysdale. Los Dodgers no eran tan ineptos con el madero durante esa época de la que Torborg recordó la famosa frase de Drysdale cuando Koufax lanzó su tercer sin hits ni carreas el año anterior. Drysdale no estaba en el juego y le contaron de este después. “¿Ganó?” fue la respuesta de Drysdale. De la manera como Hendley estaba lanzando esa noche, si los Cachorros hubiesen sido capaces de aprovechar a Koufax en los primeros innings, hubiesen tenido alguna oportunidad. Hendley llegó al juego con una marca vitalicia de 2-0 ante Koufax, y lo vencería otra vez una semana después del juego perfecto. Pero el destino no estaba del lado de hendley. Le concedió un boleto a Johnson para iniciar el quinto inning, y ahí empezaron las dificultades. Fairly siguió con el sacrificio para llevar a Johnson a segunda. No había duda en la mente de Johnson sobre lo que iba a ejecutar. “Nadie estaba pendiente de mí”, dijo Johnson. El juego estaba más allá de lo especial. Hendley estaba imbateable. Teníamos que aprovechar cualquier cosa. Con Koufax en el montículo. Si conseguíamos media carrera, ganábamos. Si me embasaba, iba a tratar de robarme una carrera”. Eso fue exactamente lo que ocurrió. Hendley no le prestó mucha atención a Johnson, quién tomó un gran salto y salió hacia tercera. El disparo del receptor Chris Krug voló a Ron Santo, y Johnson anotó fácilmente. Hendley estaba perdiendo 1-0, pero aun lanzaba sin hits. “La gente habla del tiro de Chris Krug al jardín izquierdo”, dijo Hendley. “Pero nadie es responsable. Yo fui quien permitió que Johnson tomara un gran salto”. Hoy Johnson se hace eco de lo que Koufax dijo después del juego. “Si no anotamos esa carrera, probablemente todavía estuviéramos jugando”, dijo Johnson. Con el anémico bateo de los Dodgers, una carrera era a menudo suficiente para Koufax. “Usualmente le decíamos, ‘aquí está tu carrera’”, dijo Torborg con una sonrisa. Eso fue todo lo que Koufax necesitó esa noche. Los Cachorros nunca amenazaron en el resto de la ruta, mientras Koufax ponchaba a los últimos seis bateadores del juego. Hendley perdió su ruta a la inmortalidad en el séptimo cuando Johnson despachó una línea sobre el mascotín estirado de Banks que se convirtió en doble. Hendley apretó el brazo para retirar los próximos tres bateadores. Hendley mantuvo la esperanza de que los Cachorros pudieran marcar una carrera, pero vio como esa esperanza se desvanecía rápidamente a medida que Koufax se hacía más dominador. “Ese último inning, recuerdo que la gente estaba de pie en las escaleras del dugout”, dijo Hendley. “Koufax salía de abajo de su gorra con cada pitcheo. Ves a este tipo, y sabes que esto es especial. Pensaba que no era especial para mí, pero si para él. El tipo era dinámico, poderoso”. “Al día siguiente, reconocí lo que había ocurrido. Fuimos a San Francisco y estaba sentado en una cafetería. Estaba pensando, “Hombre, esto es muy especial’. Pero lo he dicho muchas veces. Si te van a vencer, que lo hagan con clase. Koufax era el mejor”. Torborg, quién recibiría juegos sin hits ni carreras de Nolan Ryan y Bill Singer más adelante en su carrera, cree que esa fue la mejor actuación de Koufax en toda su carrera. “Con Sandy y Nolan el juego sin hits ni carreras siempre estaba en el ambiente”, dijo. “Pero eso no empezaba a tomar cuerpo hasta el quinto o sexto inning. Cuando Glenn Beckert bateó ese foul por centímetros, recuerdo haber pensado que Sandy no tenía su mejor curva esa noche. Me di cuenta de que era un juego único en el sexto o séptimo”. “Un juego perfecto y un juego de un hit. Mientras más te alejas de eso, más especial se hace”. Koufax permanece silencioso Es más que imposible conseguir la impresión de Koufax sobre el juego. Él es famoso por evitar la luz pública, ni siquiera se puede tratar de hablar con él a través de la oficina de relaciones públicas de los Dodgers. Aún si la historia tiene que ver con Hendley. “Sé lo que me va a preguntar y la respuesta es no”, dijo el representante ante los medios de los Dodgers. “Usted quiere hablar con Koufax, ¿verdad? La respuesta es no. Ni siquiera nosotros hablamos con él.” Koufax, ni siquiera es citado directamente en el libro de Leavy. Ella dijo que él solo le confirmaba los hechos y le dio permiso a sus amigos para que hablaran con ella, pero prefirió no tocar su privacidad. Sin embargo, nadie se queja de él. Aún después de cuarenta años, viejos compañeros como Torborg y Johnson, aún hablan de Koufax con reverencia. “Estoy feliz de no ser famoso como él”, dijo Hendley. “Si lo fuera, probablemente sería alguien parecido a un recluso. Estaría en Wyoming en medio de la vida silvestre”. Sin embargo, la naturaleza tranquila de Koufax no debe ser tomada como reticencia pura. Hace algunos años, el hijo más joven de Hendley, Bart, recortó un artículo de periódico que recordaba el juego y lo envió por correo a Koufax. Para sorpresa de la familia, Koufax autografió el artículo y lo envió de vuelta a Bart con una nota cordial. El gesto impresionó mucho a Hendley. Cuando él habló con Leavy, le pidió que lo pusiera en contacto con Koufax para tener la oportunidad de agradecerle. “Ya sabía que él era muy reclusivo”, dijo Hendley. “Peo el beisbol es como una confraternidad”. Las personas no se olvidan. Hablar con él, fue como si fuésemos amigos con mucho tiempo sin verse. Siempre lo vi como un tipo de clase. Él dijo algunas cosas buenas sobre mí. Pienso que él es un acto de clase”. El encanto del hogar. Hendley nunca consideró trabajar como entrenador a nivel profesional luego de retirarse. Sabía que deseaba regresar a Macon para estar cerca de su familia y tener la oportunidad de estar detrás de sus hijos Bret y Bart antes que pasar mucho tiempo en la carretera. Empezó a ser entrenador en 1972, dejó marca de 35-12 en Tattnall antes de ir a la River North Academy en 1975 donde ganó un campeonato estatal. Luego de eso sirvió como entrenador asistente en Stratford bajo la égida de Bubber Adams, allí muchos de sus jugadores fueron a jugar beisbol universitarios y unos pocos, incluido el antesalista actual de los Cerveceros, Russell Branyan, llegaron al profesional. La mayor experiencia de Hendley fue entrenar a sus dos hijos en la secundaria, Bret fue a jugar en Georgia Southern y en la organización de los Atléticos de Oakland, mientras Bart jugó en Georgia College & State. “Bobby de verdad disfrutó lo que hizo”, dijo Jay Cranford un alumno de Stratford que jugó en Georgia. “Pienso que no hubo un día cuando él no disfrutó lo que estaba haciendo: El también tenía un lado paternal. Era realmente un buen mentor, te daba consejos y te evaluaba. Él era un buen modelo, un hombre ético con carácter. Hendley nunca habló de su carrera profesional con sus peloteros. “Fui entrenador por 30 años y nunca hablé de eso”, dijo Hendley. “Había muchachos que no sabían que yo había jugado. Bien, yo jugué, y?” Una vez sin embargo, un estudiante de Stratford le informó a Hendley que él era la respuesta de una pregunta de un juego de trivia, como el pitcher perdedor en el juego perfecto de Koufax. Ironícamente, el hecho de que la carrera de los Dodgers hubiese entrado por error, representó una lección que Hendley llevó con él en sus días de entrenador. “En un juego hay varias oportunidades ofensivas y defensivas”, dijo. “Ganas o pierdes no solo debido a una sola cosa, sino a una acumulación de ellas”. Sin rincón de trofeos en la casa. La casa de Hendley no es exactamente un museo de su carrera. Hay un par de pelotas autografiadas, pero la mayor parte de su memorabilia está guardada. Koufax envió una pelota autografiada a Hendley luego que Leavy los pusiera en contacto, y en el Fan Fest del Juego de Estrellas en Atlanta hace un par de años, Hendley y Johnson se encontraron mientras el último estaba en una mesa firmando autógrafos. Hendley también tiene una pelota autografiada de ese encuentro. Lo que Hendley tiene a la vista en su casa son fotografías de su familia, lo más importante para él. Ellos han tenido un verano difícil. Una sobrina falleció de cáncer el 6 de mayo, y la hija de 6 años de Bret, Brooke, quién sufría de un raro desorden mitocondrial llamado enfermedad de Leigh, feneció poco más de un mes después. La respuesta de la comunidad ante la enfermedad de Brooke, tocó a Hendley profundamente. “La gente ha sido maravillosa con la familia de Bret y sobre todo la mía”, dijo. “La comunidad de Stratford Academy ha sido muy especial con mi familia. No te podría decir cuan buenos han sido con nosotros. Toda la comunidad ha sido grandiosa.” Una página web que se creó para ayudar a Brooke, recibió más de 30000 visitas. “De verdad lo aprecié mucho”, dijo Hendley. “Eso significó mucho para nosotros”. Hendley ha estado retirado de enseñar y entrenar por cuatro años, pero aún permanece activo. Pasa mucho tiempo tratando de ayudar al hermano de Brooke, Blake. “Él es un clon de su papá”, dijo Hendley. “Es tan fuerte como un toro, juega futbol, tae kwon do. Fuimos a Tallulah Gorge en North Georgia, donde tienes esas escaleras. Son como 750 escalones. Él no se detuvo ni un momento, yo sudaba como un caballo. Él es algo más.” Mientras Hendley no sabe donde están algunos de los artículos más significativos de su carrera, una tetera de plata por servir como pitcher de práctica de bateo en el Juego de las Estrellas de 1963 o el disco de vinilo de la narración radial del único jonrón de su carrera, él tiene una copia del libro de Leavy autografiada para él por la autora. Dice: “Bob, en mi libro, nunca serás el otro tipo”. Traducción: Alfonso L. Tusa C.

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